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🐺CAPÍTULO VEINTE🐺

Aunque el comienzo de mi ciclo de calor me tomará de imprevisto lanzando improperios al por mayor y hacia todos lados. Ahora me encuentro tranquilo y apaciguado comiendo algo ligero preparado por mi amado Omega.

Todavía no puedo creer cómo se atrevió  a hacer esto.  Presentarse así, en su precario estado, oliendo malditamente bien y encima; provocando con cada movimiento de su cuerpo.

—No tienes reparo Omega... —le digo mientras pellizco una porción de arroz luchando internamente con mi lobo que exige salir a flote rozando lo vesano.

—Tú come que bastante falta te hace... Y que yo sepa no te quejaste tanto hace unos instantes, cuando luego de lamer mi entrada me foll...

—¡Wow... Wow..! ¡Pero Omega! ¿Me puedes dejar comer aunque sea? Si empiezas con las insinuaciones no comeré una mierda y te follare justo aquí, encima de la maldita mesa.

¡Con un demonio! Debo controlar mi instinto porque aunque mi calor me nuble la razón, mi Omega está más sensible por todo esto y yo, actuando como un demente desquiciado por su olor. Es que ¿Será posible?¡Es un manipulador Omega calentón! ¿No podías hacerle caso a tu amigo y mantenerte lejos de la piedra en el camino?

Lo observo entre bocados retorcerse en su banquillo, expidiendo nuevas feromonas cargadas de su aroma y les juro por la madre Luna, que no se cuanto pueda retener a mi animal sin que tome posesión dejándome indefenso de velar por su completa integridad.

—Alfa... ¿Puedes dejar de preocuparte? Tus feromonas de enojo apestan. Estaremos bien, ya me tomé algo fuerte para el dolor —dice como al pasar y no sé que es peor, verlo tan seguro y tranquilo ante mi accionar o que se empastille para poder aguantar la faena. Porque si de algo estoy seguro es que de follar tranquilo, ninguno.

—Cariño mira... La cuestión es así, no sé cuanto tiempo podré retener a mi instinto animal y temo por tu integridad, de verdad... ¡Es que no sé que haría si te hago daño! ¿Por qué mejor no te retiras antes de que me azote la maldita inconsciencia? —suplico percibiendo mis ojos cambia paulatinamente y mi respirar profundizarse a medida que los minutos transcurren.

—Alfa... Ya te he dicho que no, que aquí estoy para lo que quieras, así sea besar mi piel simplemente o follarme sin una pizca de piedad.

—Tú no contribuyes ni mierda cariño... —gruño a medida que arrugo más mi frente ante mi creciente mal humor, de no poder tener el control de lo que pueda pasar.

Engullo un par de bocados más y con un gran vaso de agua, dejo correr el alimento saciando en parte mi sed... Sed que crece minuto a minuto sobre que percibo el elevar de mi calor corporal. Entonces, abandono el vaso sobre la mesa de mala manera y decido mejor caminar para tratar de calmar a mi fiera.

—Levanto la mesa y limpio los trastos, tú busca una película en el sofá —escupo mis palabras entre gruñidos y con cierta autoridad, cosa que a mí me desagrada en lo absoluto, pero que estando en este estado, no lo puedo controlar. ¡Maldición! El calor indócil azota mi cuerpo nuevamente, entonces solo me concentro en mojar con agua helada mis manos y favorecer al pseudo control de su retraso.

Los platos resuenan en el lavado mientras los doy vuelta y simplemente dejo el agua caer sobre mi ardorosa piel que ante el contraste de mi calor, eleva un vaho como si fuera una maldita nebulización.

Gruñe mi fiera por dentro y gruño yo ante la inminente cuestión, mis temblorosas piernas se entumecen ante el avance profundo de tu aroma, dejando caer la cabeza sobre mi pecho en total resignación mientras expido un lamentero suspiro.

Entonces, nuevamente, mi lobo gruñe con fuerzas y percibo el incipiente asome de mis colmillos creciendo paulatinamente a medida que mi miembro se topa con la mesada en su grandor, acompañando el renacer del momento.

—¡Maldita sea! —susurro con un haz de consciencia mientras golpeo la encimera con la fuerza de mis manos, para luego apretar el agarre sobre el mismo con demasiada presión, provocando así el blancor de mis nudillos ante tamaña tensión.

La respiración se profundiza de manera repentina y como en un trance, percibo mi cuerpo en conmoción a medida que el calor se agudiza certero en todo mi interior.

Luego, inspiro boqueando y tratando de incorporar más aire a la fuerza, pero una neblina densa pesa sobre mi cabeza llamando a dormitar a mis facultades mentales, sin que las pueda controlar.

🐺🐺🐺🐺

El aire espeso y caliente envuelve el fornido cuerpo de Alfa, que cabizbajo y respirando entrecortado, denota de estar sin el pleno uso del remanente de su consciencia.

El Omega, llamado por las intensas feromonas del celo exacerbadas en este momento, se aproxima a pasos lentos sin perder detalle del suceso.

Sobre que ingresa a la cocina, su cabeza se inunda de feromonas de intensa excitación que doblegan -en parte- su razón, pero sobre todo provocan su incrementada lubricación sin darse cuenta.

Lubricación de la cual es consciente cuando nota sus piernas chorrear viscoso entre medio de sus nalgas. Su aroma dulzón mesclado con el almizcle del Alfa le acorta la respiración y solo atina a dejar caer sus prendas a medida que se arrima al agitado cuerpo del gigante lobo en la encimera.

Con cada paso que se acerca, más descontrola los temblores del Alfa y su completa conmoción, ya que emite gruñidos extensos por lo bajo mientras con extremada fuerza arranca su remera de un solo tirón.

El Omega se frena repentino ante su accionar, observando con cautela todo el suceso alrededor. Porque, aunque la situación lo asuste de sobremanera, está decidido a aliviar las necesidades de su enlazado sin ningún cuestionamiento.

Entonces, acomodando con firmeza las vendas en su bajo vientre y gracias a las drogas farmacológicas que provocan la ausencia momentánea del dolor, emprende la marcha sigilosa hacia su presa... O a la ofrenda de él como presa a su captor.

Su marca pica por renovación y de solo meditar a su Alfa enterrando los colmillos con firmeza y abriendo la herida de nuevo, lo inunda una oleada intensa de excitación. Aroma que lo deja expuesto ante el lobo caliente y depredador que se encuentra de espaldas y frente suyo.

—Mi Omega... —murmura ronco el imponente cuerpo en todo su esplendor. Cuyos movimientos antecesores a la llegada de su enlazado a sus espaldas, destrabaron con cierta maestría el cierre de su pantalón; dejando a la intemperie el mojado y predispuesto falo venoso del Alfa reclamador.

Sus ágiles dedos abrazan con urgencia su ardorosa y erecta vena a medida que olfatea con apuro las feromonas del ambiente, hasta que su respiración se detiene abruptamente al percibir dos pequeñas manos rodearlo desde atrás.

—A-Alfa... p-permíteme a-aliviarte —susurra -entre jadeos- el predispuesto Omega mientras contornea su dureza entre los pliegues de su cautivador.

Un par de estiradas más del pequeño y jadeante cuerpo a sus espaldas, lograron enloquecer de pleno al lobo que tomó posesión por completo del cuerpo de su humano. Y jalando al indefenso Omega sobre la encimera, lo sienta de un solo tirón abriendo sus piernas en el trayecto para embriagarse de su adictivo aroma mientras relame sus labios.

Entre reiterados gruñidos bajos, los orbes tintineantes en rojo pasión del ardoroso lobo observan al excitado cuerpo del portador de su enlazado. El humano lo tienta, a pesar de su frágil estado, y el animal -sobreexcitado- está dispuesto a saciar su sed y la del ser que se ofrenda a su merced y sin reparo.

Y en un movimiento rápido, alza sus piernas oliendo despavorido mientras babea enloquecido sobre el cuello de su Omega. Y  sin mediar preparación alguna como hubiera hecho el humano, se hunde profundo extrayendo un sonoro jadeo entrecortado del receptor de su falo. Que entre arañazos a su lomo solo provoca más al subyugador lobo.




































😱ESPERO QUE LAS PASTILLAS LE DUREN TODA LA FAENA😏🤣

GRACIAS POR LEER🥰

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