Capítulo 1
Estaba muy dormida cuando recibo una llamada de mi mejor amigo. Con un poco de pereza estiro mi brazo y agarro mi celular.
-¿Hola?- conteste un poco adormilada. -¿Que pasó?, ¿Que queres?- pregunté.
-Hola dormilona de mierda- rió mi amigo del otro lado de la línea. -No se si te acordas, pero estoy afuera de tu casa- resopló. -abrime flaca-
Me levante a los pedos, ni me fijé lo que tenía puesto. Baje las escaleras corriendo, sin darle importancia a que casi me caigo y me parto los dientes.
Abrí la puerta y ahí estaba, apoyado en la reja mirando el celular. Levantó su cabeza al escuchar el ruido de las llaves y hablo.
-Por fin piba- mordió su labio inferior. Rodeé los ojos y abrí la reja. -Me estoy cagando de hambre- interrumpí sus quejas y lo abrace muy fuerte.
-te extrañe- dije aun con la cabeza en su hombro. -¿Cómo estás boludon?- me separe de él y le hice una seña para que pase a mi casa.
-Bien chiquita- suspiró. -Con algunos problemas en la universidad pero joya- me sonrió cansado. -vos cómo estás? Además de estar en bolas-me miró chistoso ante su propio comentario.
Cuando me analizo un toque en el espejo de la entrada, veo que estoy con una remera hecho mierda y un short que parecía de mi primita de cuatro años. En mi defensa, no esperaba visitas.
-Uy bueno- toco mi cara. -No esperaba tu llegada si te soy sincera nene- muerdo mi labio. Matías ríe al verme como un tomate y se dirige hacía mi sillón, sentándose en él.
Me siento a su lado y agarro mi celular para decirle a mi hermana, que no salga de la habitación. Mi amigo que se encontraba a mi lado, saco una caja de puchos.
-Queres?-dijo agarrando uno y llevándoselo a la boca. Niego. -Vos te lo perdes enana- habla con el pucho en la boca. -pásame un encendedor- me ordena.
Me paro nuevamente y voy a buscar el encendedor, revuelvo un toque los cajones y lo encuentro.
-Mati- lo llamó y él se da vuelta. -toma, agarralo- se lo tiro por el aire y el lo ataja.
-Gracias enana- prende el pucho. -Después abrí la ventana así sale el olor- me ordena de nuevo, pesado de mierda.
No hicimos nada importante, hablamos del colegio, que me faltaba medio año y terminaba. Hablamos de su nueva universidad, estaba piola pero para él no era la gran cosa. Mati amaba actuar y era muy bueno en eso, la carrera que eligió tenía que ver un poco con eso, pero era rara, no se como explicarlo.
La tarde paso, cuando Mati terminó el pucho, yo abrí la ventana como él me había dicho anteriormente. Me pare para abrir esta y los ojos de mi amigo no me abandonaron ni un segundo.
-¿Qué pasó?- pregunté incrédula. -Tengo un bicho? Me muero si tengo un bicho Matías sácamelo- él solo reía y a mí me estaba por dar un paro si es que tenía un bicho.
-Nada boba- habló pero se quedó callado. -che hoy salimos, que se yo, alguna joda de por ahí.- lo mire con una ceja arqueada.
-flaco hoy tenemos la juntada con Nicolás, Ester, Fabio y Pancho.- toque su rodilla. -No puede ser que se te olvidó, mira que a mí se me olvidan las cosas, pero vos sos re boludo.- palmeé su rodilla y me pare para gritarle a mi hermana que ahora su bajara a saludar.
-Amelia, baja a saludar- grité y ordené a la vez. Mi amigo me miró con una cara de orto. -Dale que en un rato viene mamá y papá negrita- grite nuevamente.
-Déjala tranquila a la Ame boluda, sos re rompe piba- se para para ponerse a mi lado. -¿A qué hora es esto?- pregunta para ser interrumpido por una hormiguita que salto a abrazarlo.
-Mati- gritó mi hermana, alargando la última vocal. -¿por qué no me dejaron bajar antes, malos?- Amelia ya estaba aúpa de Mati. Antes de que yo le explicara a mi hermana porque no había bajado antes, Matías se me adelantó.
-No bajaste antes porque yo estaba fumando un cigarrillo Ame, el olor es un asco y no te hace bien chiquita.- le explicó Matías. La nena de tan solo cinco años entendió que era importante el no haber bajado y asintió. Mientras veía la escena me acordaba de que yo tenía esa misma edad cuando conocí a Mati, "que loco" pensé.
-Bueno Ame, bájate y anda a cambiarte.- ordené. Pero Amelia se aferró más a Matías y con su mejor cara de perrito mojado convenció a este de que se quedara con ella. -Dale, bájate.- hablé frustrada.
-No.- se aferró más a mi mejor amigo. -me quiero quedar acá. Matías decile algo.- mi amigo rio y sujeto a mi hermana más fuerte. Yo no lo podía creer, me crucé de brazos y subí la escalera para irme a cambiar, mientras subía escuchaba las risitas de ellos.
Me bañé y cambie en un pedo, Matías tenía al auto así que nos iba a llevar a lo de Pancho a Ester y a mí. Pero estábamos esperando a que Ester y mis viejos venga.
Baje ya arreglada para abrirle a mi amiga que estaba en la puerta. Cuando llego al piso de abajo veo a mi hermana y a Mati en el sillón mirando coco. Estaban tan concentrados que ni se dieron cuenta de que yo estaba allí.
Salí de casa y ahí estaba mi amiga, parada fuera de la reja. -Hola Gorda- saluda la morocha. -¿Cómo estás?- pregunta mientras yo abro la puerta y nos saludamos con un abrazo y un beso.
-Bien amiga, vos cómo estás? Hace mucho no te veo- hago puchero y ella ríe. -entra, está Mati y mi hermana en el living- ella rodea los ojos.
-Que raro vos con Matías, Viv- camina hacia la puerta. Al ver que yo rodee los ojos mi amiga cambió de tema. -Bueno, no importa. Él nos va a llevar?- pregunta y yo asiento.
Entramos a casa y ahora si, mi hermana y Matías se percataron de mi existencia y ahora la de mi amiga presente. Mi mejor amigo se paró a saludar y mi hermana permaneció cómoda en el sillón esperando a que Ester la agarre y la morfe a besos. No tardó tanto tiempo en que mis papás vinieran a la casa, cuando llegaron me saludaron a mí y a mis mejores amigos.
Nos quedamos un rato con mis papás y de ahí nos fuimos para la casa de Pancho. En el auto, Matías manejaba y yo iba de copiloto.
-¿Quieren?- Ester nos ofrece un pucho a cada uno. Yo le niego pero Matías accede. - Toma Vivi, préndele el pucho a Matías- mi amiga me da un encendedor y le da el pucho a Matías. Él se lo pone en la boca y espera a que yo se lo prenda.
-Dale muñeca, no tengo todo el día- Dijo Matías esperando a que le prenda el pucho, ante su comentario me apresuré a encender el cigarrillo quejándome en el intento. Mí amiga ante mi gritito ahogado reía a la par de mi mejor amigo. El auto tenía una baranda a cigarrillo, teníamos el aire prendido y las ventanas cerradas, me estaba muriendo.
Llegamos finalmente a la casa de Pancho y yo ansiaba bajarme del maldito auto. Eso hice ni bien llegamos y Pancho ya estaba en la puerta esperándonos.
-Hola enana- me saluda mi amigo, abrazándome por la cintura. Matías rodeó los ojos ante tal abrazo. -Tenes los ojos re rojos, ¿que pasó?- me pregunto riendo y a la misma vez preocupado.
-nada, solo que estos tenían el pucho al lado mío más o menos- me les quedó mirando mal y todos ríen. -Bueno, Nico y Fabi están adentro?- pregunté. Mi amigo asiente y me deja pasar.
Holaaa. Este es el primer capítulo de esta historia. Espero que les guste. Voten y comenten así no lloro sola.
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