Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

☯︎𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 1☯︎

Advertencia: Se recomienda leer esta historia en modo oscuro, así como también para mejor ambiente escuchar la canción "El último beso de Los Apson" "Un millón de primaveras de Vicente Fernández", ya que fueron las canciones para inspirarme en esta historia.


>>Historia sumamente corta

>> No pago terapias

>>Historia 100% mia, no copias ni adaptaciones.

>>No olviden votar

«𝐄𝐬𝐜𝐮𝐞𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐢𝐜𝐞𝐫𝐢𝐚| 𝐓𝐨𝐤𝐲𝐨, 𝐉𝐚𝐩𝐨𝐧; 7:00 𝐚𝐦»

Aplausos, eso era lo que se lograba escuchar.

Ese maldito ruido, de personas hipócritas aplaudiendo.

Satoru estaba en shock, aún con el cuerpo de Riko Amanai en sus brazos cubriéndola con una manta blanca como muestra de respeto por su cuerpo inerte sin vida. Aún no lograba procesar, que la misión fue un rotundo fracaso.

El tan solo de imaginar como esas personas estaban felices de tener el cuerpo inerte de esa pobre muchacha que sería utilizada como recipiente, lo hacía sentir náuseas.

Tan solo quería salir ya de ese lugar, esos aplausos no los merecía, y mucho menos los quería. Solo deseaba irse de ahí con su mejor amigo y novia.

Deseaba con todo su ser resivir una abrazo de ella y su consolación. Quería refugiarse en sus brazos, sentirse seguro, donde nadie podría hacerle daño, dónde podía permitirse ser débil.

Así que cuando levanto la vista y observo a su mejor amigo, sintió que el mundo no podía odiarlo más. Pero que equívocado estaba.

Ahí, enfrente suyo, estaba a quien consideraba su igual, pero no solo lo noto a él, sino que, observo como llevaba una figura femenina en sus brazos. Figura que no hacía ningún solo movimiento para demostrar que estaba despierta.

Es entonces que observo, como Suguru Geto tenía los ojos hinchados de tanto llorar, y entendió que la chica en sus brazos no estaba dormida.

Esa chica era su novia, quien ya hacía en los brazos del pelinegro sin vida y con manchas de sangre en su uniforme.

Satoru Gojo sintió su mundo hacerse trizas.

Sintió como alguien le quitó el cuerpo de Amanai de sus brazos, pero no le tomo importancia, su atención estaba únicamente en Suguru.

Camino despacio aún sin creer lo que sus ojos le mostraban. Quería que fuera una pesadilla, una cruel pesadilla.

Ya estando de frente del pelinegro, levanto su mano y la acercó al rostro sin vida de su chica. Lo acaricio suavemente queriendo sentir su calor, pero en cuanto sintió lo fría que estaba su piel, no lo resistió y sus lágrimas salieron sin parar.

──¿Cariño?──la intento llamar con su voz entrecortada──si está es una de tus bromas, no es gracioso──intentó nuevamente.

Está vez moviendo un poco su mano, Geto observaba esto con lágrimas volviendo a salir de sus ojos. Observar a su mejor amigo en ese estado, lo hacía sentir peor.

──Sa-satoru──le intento hablar el ojivioleta.

Gojo no podía escucharlo, tan solo quería que su querida pelirosa despertara, y que lo abrazara mientras reía diciendo que había caído en su broma.

Desesperado la quito de los brazos de su igual, y empezó a llamarla, agitando su cuerpo mientras gritaba su nombre.

──¡Despierta!──grito desesperado abrazandola──¡Por favor Haru! ¡No me hagas esto, no tú!

Yaga y Shoko iban llegando, cuando observaron la escena de un albino arrodillado en el suelo teniendo en sus brazos a quien era el amor de su vida.

Pero no solo Satoru estaba callendo en cuenta de que la chica murió.

Suguru, debido al shock, solo pudo llorar silenciosamente, pero en cuanto observo a su mejor amigo en ese estado, la realidad lo golpeó en el rostro.

Haruka estaba muerta.

Es entonces que otro llanto desgarrador se escuchó en ese sitio.

Suguru Geto, se tiró al suelo llorando mientras observaba como un albino intentaba desesperadamente que la pelirosa abriera los ojos.

Por qué, no hay nada más horrible en el mundo que perder tu razón de vivir, y en estos momentos el ojivioleta se está dando cuenta que su novia ya nunca más lo volvería besar ni abrazar después de una misión.

──Amor, por favor, te lo pido──suplico en susurro el hechicero que podía tragar las maldiciones──abre tus ojos, te prometo que si despiertas, te llevaré a comer ese dulce que tanto querías, incluso lo comeré contigo aunque odie el dulce. Pero por favor despierta ya.

Silencio, eso fue lo que resivio por parte de la chica.

Él en un intento desesperado y negándose a la realidad, también empezó a moverla para ver si despertaba. Los dos hombres más fuertes que tenía el mundo del jujutsu, en esos momentos se sentían como dos niños perdidos.

──Dios...──volvió a suplicar está ves con su rostro en el pecho de la fémina──te lo suplico, devuelmela, no te la llevez── desesperado grito──¡NO TE LA LLEVEZ A ELLA!

Ninguna persona ahí presente, incluso Yaga, podía creer lo que veían.

Las dos personas más fuertes de la hechicería, estaban gritando y llorando desesperados por la única luz que tenían en sus vidas y que se le fue arrebatada en un instante. Esas dos personas en esos momentos se sentían las más débiles y frágiles del mundo, porque la única razón por la que se hicieron fuertes, ya no estaba mas.

Él adulto se acercó a ellos, pero Satoru había activado inconscientemete su infinito, al ver cómo querían quitarle a su amada.

Geto y él, no se querían separar de la muchacha, porque según ellos, en cualquier momento despertaría y querían ser los primeros a quien la chica viera.

Es entonces cuando Shoko se acercó y aún con un nudo en la garganta, hablo para poder persuadirlos:──Chicos──ignorandola siguieron abrazando el cuerpo frío de su novia──por favor, deben dejar que los doctores la revisen, a ella no le gustaría verlos asi ¿Verdad?

Solo así levantaron la vista para observarla, para después verse y asentir con la cabeza, la castaña tenía razón, a Haru no le gustaría verlos así, si ella lograba despertar y los veía todos ojerosos y sucios los regañaria.

Desactivando su infinito, permitieron que se la llevarán, para después ellos irse cada uno a su respectiva habitación y asearse.

Porque a ojos de Shoko esos dos, estaban en la etapa de la negación y no querían ver la cruel realidad. Realidad donde ella nunca más iba a estar.

Pasado el tiempo, fueron a la enfermería.

Lugar donde se encuentra el cuerpo de su amada, y entraron, observando como en esa camilla estaba ella recostada.

Su hermoso rostro ya limpio y sin ninguna suciedad o sangre en ella, su hermoso cabello rosa perfectamente peinado y lavado, el resto de su cuerpo limpio, solo siendo cubierto con una sabana blanca que dejaba al descubierto desde la parte de la clavícula junto a toda su parte superior al descubierto.

Aún muerta, para esos dos, seguía siendo la chica más hermosa que a sus ojos, ellos hayan podido mirar.

──¿Está dormida verdad?──murmuró el ojiceleste mirando su cuerpo inerte en esa camilla fría.

──Quiero creer que sí──le respondió él pelinegro mirándola igual.

Pasado un rato en silencio volvió a hablar.

──¿Ya-ya no volverá, cierto?──con su voz entre cortada él albino lo volteó a ver.

──No──respondió con sus ojos aguados el ojivioleta.

Suguru, aún con su corazón latiendo rápido, en un último intento tomo su mano queriendo sentir aunque sea un mínimo calor en ella, pero al momento de tomarla, solo obtuvo una mano fría y sin vida.

Haciendo lo mismo, Satoru tomo su otra mano, intentando transmitirle de su propio calor, para según él no sintiera frío.

Estuvieron en ese lugar durante varias horas, pero como todo lugar que tiene un límite de tiempo, el de ellos dos se terminó y lo supieron cuando varios doctores entraron para poder vestirla y que la dirigieran a su respectivo ataúd.

Yaga quien iba con ellos en caso de que sus alumnos se resistieran, observo como sus dos revoltosos estudiantes lo voltearon a ver, sus ojos aguados solo hicieron que su garganta se cerrará por el nudo que se le estaba formando, verlos así lo estaba matando lentamente.

──Ya es hora chicos──les dijo para que ellos dos, le dieron su último adiós.

Satoru aún sin querer que ese fuera su última despedida se acercó a ella, mirándola con todo el amor que tenía por y para darle, aún ese estado seguía siendo hermosa.

Así que sin más, se agachó un poco y acercó su rostro al de ella, para darle el que sería su último beso.

Terminando se separó de ella y beso su mejilla y se apartó, para que su igual tuviera también su último beso.

Geto quiso guardar en su mente su rostro, sentía que después de esta despedida podía olvidar sus facciones, y no quería eso. Agachándose un poco, acercó sus labios a los de ella e igual le dió el que sería su último beso, para después besarle la frente y separarse.

Los dos adolescentes ahí presentes fueron retrocediendo sin querer apartar la mirada de su amada, es entonces cuando el doctor sube la sábana tapando así todo el cuerpo de la pelirosa.

Solo así ellos dos abandonaron la habitación y se fueron cada quien a su respectiva habitación.

Pues el funeral de Haeuka sería mañana en la mañana y debían por lo menos descansar los ojos si no querían dormirse y no asistir a su entierro.

Ya listos cada uno con su respectivo traje negro, se encaminaron a dónde sería enterrada la ex-hechicera.

Todo paso relativamente normal, muchos amigos así como conocidos llegaron para despedirse por última vez de la chica.

Solo los más cercanos a ella, tenían una rosa negra en sus manos, debido a que eran las favoritas de ella y por lo tanto antes de que la bajarán para enterrarla pusieron cada uno, las flores encima de su ataúd.

Es así como ya pasando el tiempo, todos se habían ido, todos menos dos personas.

──Él hechicero más fuerte──comenzó hablar el albino ── de que me sirve ser catalogado con ese título, sino pude proteger lo mas importante que tenía.

Suguru no dijo nada, dándole la razón, él también se sentía así.

──¿Crees que ella nos esté esperando del otro lado?──pregunto en un susurro casi inaudible para cualquiera que estuviera ahí, pero Satoru lo pudo escuchar debido a lo cerca que estaban.

──Conociendola, lo más seguro es que si vamos ahora mismo con ella, nos devolvería con golpes si hace falta──sonrió recordando como era la actitud de su novia.

Yaga quien era el único ahí presente, observo como los dos alumnos más revoltosos que había tenía, estaban arrodillados frente a la tumba de quien era su alumna más querida.

Con un nudo en la garganta se despidió de ella cuando vio como esos dos por fin se alejaban.

──No sabes cómo te voy a extrañar pequeña cosa rosada──hablo mirando el nombre de su alumna escrito en la lapida──no solo dejaste corazones rotos y heridas en nosotros, te llevaste la felicidad de esos dos──nada, ni un solo sonido obtuvo como respuesta──¿Ahora quien me ayudara con esos dos idiotas? Me dejaste lo más duro pequeña, solo espero que dónde sea que estés, seas feliz.

Dándole una última mirada Yaga dio medio vuelta para irse, pero un dulce aroma a vainilla con lavanda llegó a sus fozas nasales, y sorprendido dió media vuelta para observar como detrás de la lapida una ojirosada le daba una sonrisa como despedida dando por hecho, que escucho lo que él dijo.

Sus ojos se aguaron y levantando la mano se despidió para siempre.

Pasado el tiempo, exactamente unos 5 meses, la vida en la escuela de hechicería no volvio a ser la misma y en más concreto dos personas ahí presentes, no volvieron a ser los mismos.

Satoru no quiso saber cómo fue la muerte de su amada, y no porque no la quisiera, sino que, no estaba listo para saberlo; además de eso tampoco quería recordarle a Suguru ese horrible recuerdo.

Pero lo que no sabía él albino, es que él pelinegro llevaba todos esos meses buscando al asesino de su amada, porque supo que Toji Fushiguro no era él único mercenario de hechiceros ahí presente.

Y lo que lo sorprendió más, fue el hecho de que los malditos peces gordos fueron quienes lo contrataron para deshacerse de ella; debido a que para ellos la pobre chica representaba un peligro para la sociedad del jujutsu.

Es entonces cuando entendió que los monos no eran las únicas pestes en la tierra, sino que también estaban los peces gordos.

Esto definitivamente serviría como excusa para ir a matarlos, también sabía que si Satoru se enteraba lo ayudaría sin pensarlo a deshacerse de ellos.

Decidido camino directo a la habitación de su compañero, estaba decidido a acabar con todos ellos.

Pero se detuvo cuando observo como la habitación de su amada estaba habierta, confundido se acercó para ver quién era el intruso que se atrevió a entrar a ese lugar. Relajo su semblante al ver de quien se trataba.

──¿Que haces?──pregunto cerrando la puerta y sentarse a su lado en la cama.

Sin decir nada, él portador de los seis ojos solo le pasó una pedazo de papel, extrañado solo lo tomo pensando que era cualquier cosa, pero en cuanto más leía el contenido sus ojos se empezaron a aguar.

──¿De dónde lo sacaste?──lo volteó a ver confundido, y el más alto solo señaló la mesita de noche que tenía a la par.

──Cuando entre, estaba encima.

──Entiendo

Aún con la hoja decidió que iba decirle su descubrimiento.

──Satoru──lo llamo captando su atención── ya descubrí quien la mato.

Él portador de los seis ojos, estaba completamente enojado.

Suguru termino de relatar los acontecimientos que sucedieron ese dia, así como también quien fue el sujeto que mató a su chica. Sabiendo ya su nombre y dirección de vivienda, esa pobre alma desgraciada, se lamentara el día en que nació, no habrá lugar entre el cielo y la tierra que pueda ocultarlo.

Lo mataría de la forma más cruel y sanguinaria que existiera y después seguirían los peces gordos.

Cuando estaban apunto de levantarse para cambiarse de ropa e ir a cumplir con lo prometido una foto es pisada por el más alto, eran ellos tres el día que fueron al parque de diversiones.

──Oye darling, cuando te gradues ¿Vas a seguir exorsisando maldiciones?──pregunto mirándolo comer una rebanada de pastel de chocolate.

──Puede ser; después de todo, soy él hechicero más fuerte──la miro sonriente.

──Jajajaja, lo dice quien no puede poner ni siquiera un manto──burló su compañero, riéndose por su expresión.

Fue así que empezó una discusión entre ellos dos por aquel pequeño accidente, verlos así, solo provocaba una felicidad inmensa en ella.

Vaya que amaba a ese par de cabeza huecas.

──Gojo-sensei y Geto-sensei──esas palabras solo provocaron que los dos chicos la voltearan a ver intrigados deteniendo su discusión── suena lindo ¿Verdad?

──¿Que quieres tratar de decir?──la miro aún sin entender del de gusto dulce.

──Mi sueño siempre ha sido ser maestra del jujutsu──comenzó a relatar tomando un poco de su batido de frutas── por lo tanto ¿Que dicen ustedes si también lo son?──los miro con un brillo en sus orbes rosas──Quiero crear una nueva generación de hechiceros sin que tengan que seguir esas absurdas ideas anticuadas de los peces gordos, y que personas como nosotros podamos ir libres por ahi exorcizando maldiciones, sin tener el miedo de ser amenazado por los viejos a una ejecución por el simple hecho de ser "un peligro" para la sociedad de hechiceros──tomando sus manos los observo esperanzada──¿Que dicen?

Ellos se dieron una mirada, tenía razón, sabían que la cabeza de su novia estaba en la mira por esos vejetes, pero mientras estuviera con ellos por el momento estaría a salvó, pero si llega un momento donde ellos no estén y la ataquen, no podían permitir eso, y si sueño era ese, ellos la apoyarían en todo momento, aún si a ninguno de los dos se le daba bien la enseñanza.

──Supongo que estaría bien para mi──le sonrió el pelinegro──pero dudo que Satoru pueda enseñar a unos pobres niños sabiendo su temperamento──se burló voltendolo a ver.

Indignado así se sentía:──¡Ya verás! Seré el mejor profesor que haya tenido jamás la escuela, y enseñaré tan bien que mis queridos estudiantes vendrán corriendo a mis brazos para que les enseñe más.

Así pasaron entre ellos haciéndose bromas y consintiendo a su linda novia en todo.

Sin saberlo ese día habían hecho una promesa, promesa que años más tarde cumplirían, aún si uno de ellos faltara.

─¿Entonces?──lo miro espectante.

──Iremos por él, y en cuanto términemos vendremos de vuelta aquí y cumpliremos con su último deseo──explico él albino.

──Haremos de esta escuela una nueva generación de hechiceros, así como lo deseaba Haru.

Sin más que decir cada uno fue a su respectiva habitación a cambiarse, y luego de 5 meses de luto y depresión salieron al exterior. El sol les calo en su rostro provocando una pequeña migraña, pero eso no los detuvo en su búsqueda, la cual dió con éxito luego de 2 días de rastreo. Ya que él hijo de su madre, cambiaba de residencia cada 3 días.

Yaga sabía lo que estaba pasando con sus alumnos, pero muy en el fondo él también quería que se hiciera justicia, por lo tanto no los regaño ni los detuvo en lo que hacían.

Él hombre venía entrando a su departamento luego de ir por su cena, ese día le había tocado que ir a exterminar a un ministro, nada del otro mundo. Es entonces que nota un ambiente raro en dicho lugar, y sacando un cuchillo debajo del desayunador que tenía se acercó a la puerta de su habitación y abrió lentamente. Pero se tranquilizó cuando no noto nada fuera de lugar, pero al darse vuelta fue inmovilizado por un ojiceleste que sin piedad lo lanzo al suelo.

Un crujido se escuchó por parte de su cuerpo, lo más probable es que haya tenía unos cuantos huesos rotos por culpa de ese ataque, pero importadole poco no dejo de someterlo.

──¡Hola!──saludo con una sonrisa el de ojos rasgados──¿Te acuerdas de mi?

Él tipo en el suelo, lo reconoció como uno de los compañeros de una de sus víctimas ya eliminadas. Fue cuando algo hizo click en su cabeza y Geto supo por su mirada que ya sabía porque estaban ahí.

──Por lo que veo, y como reaccionaste, ya sabes quién soy──su actitud amigable cambio rotundamente── eso hará las cosas mas fáciles.

Haciendole una señal, el más alto ahí lo ato a una silla para después observarlo bien.

Esa maldita basura era quien le había arrebatado lo más preciado de sus vidas, ahora él se encargaría de saldar cuentas.

Y sin resistirlo más, Satoru soltó el primer golpe tumbandole unos cuantos dientes y rompiendo su tabique.

Él hombre podía entender la ira del pelinegro, pero que se acuerde, en ningún momento se metió con ese albino.

──¿Que te hice?──lo miro mientras escupía un cuagulo de sangre── de él puedo entenderlo, pero a ti jamás te he visto.

──Tú me quitaste lo que más amaba──la ira y desprecio era relajada en cada palabra que soltadaba.

──Ni siquiera sé quién eres.

──Oh, ahora mismo lo harás──para seguidamente volver a golpearlo.

En otro lado, más precisamente en un árbol de Sakura.

Una mujer de cabellera corta había llegado a ese lugar, y observando su entorno se dió cuenta de que nadie estaba en la zona, así que aprovechando esa oportunidad se acercó a la tumba que se encontraba debajo de esos pétalos rosas.

Haruka Itadori

1990 - 2006

"Je t'aime plus que la mort"

──Te amo más allá de la muerte── tradujo en un susurro la mujer──vaya, vaya, pero que patética eres querida cuñada.

Volviendo a revisar de que nadie la viera, empezó a desenterrar el cuerpo de la chica para después sacarlo del ataúd, por suerte para ella, el cuerpo seguía intacto. Ventajas del ritual de la chica.

Así que sin más preámbulos, la cargo estilo nupcial y la dejo recostada en el tronco del árbol, para volver a dejar todo intacto, así nadie sospecharía que el cuerpo de la Itadori fue hurtado ese día.

──Ahora si, los peces gordos sabrán del error que acaban de cometer── sonrió perversamente y se fue del lugar sin dejar rastro alguno de que estuvo ahí.

Ni siquiera merecía que encontrarán el cuerpo de ese tipo, así que con un azul lo desaparecieron y se fueron de ese lugar.

Tenían varios sentimientos encontrados, sabían que habían hecho justicia por su amada, pero eso no significa que ella volvería después de eso.

──¿Que haremos ahora?──pregunto con la mirada perdida el ojivioleta.

Él portador de los seis ojos, no contesto hasta un rato después:──¿Que quieres que hagamos?

Suguru lo volteó a ver, Satoru ya no tenía ese característico brillo en su mirada y suponía que él también estaba así.

──Si te pidiera que me ayudarás a erradicar a los peces gordos ¿Lo harías?

── Sí

Ni siquiera lo pensó cuando le dió la respuesta; después de todo, esos malditos ancianos se habían ganado el odio de los dos hechiceros más fuertes del jujutsu.

──¿También a los monos?──lo volvió a mirar, cuando se sentaron en una banca de un parque cualquiera, total eran las dos de la mañana.

──Si es lo que quieres──volvió a decir sin pensarlo.

Eso sorprendió un poco al pelinegro.

──¿Porqué lo harías?

──Confío en tu criterio──le medio sonrió──se que si Haru estuviera aquí, diría lo mismo, eres la voz de nuestra razón Suguru, tanto para mí como para nuestro lindo algodón rosado, y se que no arias algo sin alguna razón en mente, siempre confiaré en tu juicio.

Él ojivioleta solo agachó la cabeza, se sentía tan frustrado, quería tenerte en sus brazos y que lo consolaras, sabía que si lo escuchabas tendrías algún consejo para él.

Se sentía perdido sin ti.

──¿Volvemos ya a la escuela?──pregunto sin animos el peliblanco.

Suguru solo asintió y se levantaron de la banca para ir rumbo otra vez de vuelta a la escuela de hechicería.

En el camino iban pensando en lo que hicieron, creyendo así que si hacían justicia por tu muerte, tal vez los haría sentir mejor. No fue así.

Al día siguiente, fueron directos a la tumba de su amada.

Querían darle la noticia, de que por fin fue vengada y podía ir se sin ningún problema.

Sentados al frente de tu lapida, solo veían el nombre de la persona que más amaban en la tierra.

Tenían tantas cosas que decirte, pero las callaban porque sabían que no podías oírlas.

Fue cuando escucharon pisadas detrás de ellos que salieron de sus mentes, voltearon para saber quién era y sonrieron un poco al ver a su querida amiga Shoko ahi de pie.

──Vaya, ya era hora que salieran de su madriguera──sonrió de medio lado.

Los dos solo pudieron rodar los ojos y devolver la sonrisa:──Por qué, ¿Acaso me extrañaste?

Después de cinco meses y 3 semanas, Suguru soltó una pequeña risita, suponía que Satoru también le daba alegría volver a ver a Shoko, quien es una parte importante para ellos.

──¿Que trae por aquí a nuestra pequeña máquina de fumar?──pregunto curioso ladeando la cabeza.

Haciendo su sonrisa más comprensiva y menos burlona, saco un pequeño sobre rosa y se los tendió:──Me lo dió Yaga-sensei, dice que 1 hora antes de irse a la misión del recipiente del plasma estelar, Haru-chan se lo entrego y dijo que en caso de ella no volver con vida, se los entregará.

Sorprendidos, así estaban los dos.

Con la mano temblorosa Satoru sostuvo el sobre, aún se podía oler el perfume que tanto amabas ponerte.

──Nadie lo ha abierto──volvió a tomar la palabra, para después poner las manos en la cabeza de cada uno y acariciarlas, era su manera de darles ánimo de abrir el sobre.

Luego simplemente se fue de ahí, no sin antes despedirse de quien considero su hermana mayor en vida.

Los dos hombres ahí presentes no sabían que hacer, habías dejado una carta para ellos dos. ¿Habrá sido tu último deseo?

Nunca lo sabría si no abrían ese sobre.

Y cuando lo hicieron, las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos, manchando el papel rosa que tenía el ojiceleste en sus manos.

Saben, no soy buena haciendo este tipo de cosas. Pero por alguna razón tengo un mal presentimiento desde anoche, y si por algun extraño caso llegara a morir, al menos les dejaré mis últimas palabras.

Saben que mi ritual maldito es un peligro para el mundo del jujutsu o al menos eso dicen los vejetes esos. Pero quiero creer que un gran poder con lleva una gran responsabilidad. Si nací con este ritual es por algo.

Y ese algo, en algún momento llegará. Pero aún así tengo miedo.

No quiero morir, no quiero dejarlos a los dos solos, no quiero estar sola otra vez.

Pero es inevitable, mi poder desde anoche a estado inquieto, así que utilizando el Darkhold, ví un vistazo al futuro.

Para ese entonces, las lágrimas seguían callendo de los ojos de los dos chicos ahí presentes, sabían que no era ningún truco u broma de alguien, pues la letra tan terrible que parecía escrita por un niño de cinco años, demostraba que fue escrita por su amada novia.

Me mostró diecisiete millones quinientos mil futuros posibles y depende de mis acciones, uno de esos se cumplirá. Por lo tanto, si están leyendo está carta, sabrán que futuro escogí.

De todos esos futuros, solo en uno quedaban con vida los dos.

Ustedes siempre serán mi prioridad, los amo tanto, que mi vida sin ustedes no es nada, mi amor es tan grande que la sacrificaría con tal de que los dos estén bien.

Con esto no quiero que sientan culpa, no puedo decirles que no estén tristes por mi, porque llorar la muerte de quien amas es inevitable, y aunque digas que está bien, sabemos que en nuestro corazón aún duele.

Se que soy egoísta el no haberlo hablado con ustedes, pero verlos sufrir en cada uno de esos futuros, mi corazón no lo soporto.

Porqué en cada uno de ellos, ustedes dos quedan solos, menos en el que estaba mi muerte. Porqué en ese futuro, se tienen ustedes dos.

Así se apoyarían entre si y saldrían adelante, sabrían sobrellevar mi pérdida pero con la esperanza de que algún día nos volveremos a ver.

Siempre les he dicho, su vida vale más que la mía, y si tengo que darla por su bienestar no lo dudaría de hacer.

Con esto solo quiero disculparme por dejarlos solos, pero no me arrepiento de mi decisión. Y si después de esto aún queda algo de amor hacia mi. ¿Podrían cumplir mi último deseo?

Tengo un pequeño sobrino de 7 años, me enteré una semana antes, pero no pude ir a verlo, solo tiene a mi padre con vida, el día que falte papá ¿Ustedes podrían hacerse cargo de él por mi? No quiero que esté solo en el mundo.

Se llama Yūji Itadori y vive en sendai.

Por favor, hagan del mundo de la hechicería mejor, busquen y eduquen jóvenes con futuros prometedores y eliminen a los peces gordos, es hora de que una nueva era del jujutsu empiece.

Y al final un sello de conejo como firma, pues era su animal favorito.

Así que su felicidad por encima de ella.

¿Hasta donde podía llegar ella por amor a ellos dos?, pues daría la vida misma si es necesario.

Releyeron su último deseo, jamás podrían enojarse contigo, pero sabían que aunque ellos supieran tu decisión y lo hubieran hablado, el resultado sería el mismo, porque eras tan terca cuando se trataba de esos dos revoltosos, que si su vida peligraria retrocederias el tiempo con tal de verlos sanos y salvos aún si tu vida se fuera en ello.

Así que volteando a ver tu lapida, juraron cumplir con tu deseo:──Te lo juro cariño, haremos de esta era de hechicería la mejor de todas.

──Y cuidaremos al pequeño Yūji──contesto al aire el albino.

──Yo me aseguraré que Satoru no lo lleve por el mal camino──lo miro burlonamente, ganándose una mirada indignada por parte del ojiceleste.

Sin más dieron media vuelta y se fueron a cumplir con tu último mandato, ellos serían los mejores profesores que alguna vez la escuela metropolitana de Tokyo haya tenido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro