CAPÍTULO 5: "Calle solitaria"
Pensó en lo que Minho le había dicho, palabra por palabra, aceptando que su amigo tenía razón, aunque en realidad siempre la tenía. Al final, terminó por decidir que, en efecto, debía y debe decírselo, aceptando las posibles consecuencias.
Se tomó un par de días para pensar en qué y cómo se lo diría, lo escribió en su libreta y lo releyó una y mil veces hasta que estuvo convencido con el resultado; incluso Minho se ofreció como suplente de Changbin, para que de esa forma practicara con él y así tener una idea aproximada de cómo sería en ese momento.
―Lo hiciste bien, has mejorado mucho, Chan hyung. ―le felicitó Hyunjin, palmeando su espalda con orgullo.
―Estuvo perfecto, casi me creo que te me estabas confesando. ―bromeó Minho, intentando quitar un poco de tensión, pues Chris se encontraba bastante nervioso. Se suponía que hoy lo haría, hoy se confesaría y le aclararía sus sentimientos.
―Estoy seguro de que lo harás bien. ―le alentó el pelilargo.
―Y si no sale como lo esperabas ya sabes, te estaremos esperando con comida chatarra, pañuelos y alcohol. ―Minho tenía ya todo planeado meticulosamente, él siempre tenía algo planeado por si acaso.
Era hora siesta para cuando se decidió en buscarlo, pero parecía ser que justamente en ese momento no se encontraba en el departamento.
―Se fue con Felix a la empresa, creo que el manager debía discutir algo de la agenda de ellos. ―le dijo Jeongin.
Así es que, sin más opción, tuvo que esperar, minutos que parecían siglos, horas que sentía como una eternidad, y aunque esperó y esperó, ansioso, impaciente, al final se tuvo que postergar para otro momento, cuando sus ojos miraron por la ventana del salón, chocando con la oscuridad de la noche, avisándole de la hora que era.
―09:30. ―leyó en su celular.
Entonces, entre decepcionado y disgustado, se encaminó hacia la cocina, se prepararía un sándwich e iría a componer algo. Plasmar sus pensamientos en una pieza musical le servía como una especie de sesión terapéutica.
El reloj de pared, de un estilo minimalista, marcaba las 02:15 am, sus manecillas parecían ir a una velocidad que el cerebro de Chris no comprendía; primero, sentía que las horas pasaban como una ráfaga, anunciando la llegada de una fuerte tormenta, y ahora a lo último, el tiempo parecía más relativo de que lo realmente era, lento como un caracol.
La birome en su mano danzaba con gracia y delicadeza sobre el rayado papel, paseándose libremente sobre cada renglón, dejando su marca desprolija y despreocupada. Algunas veces, cuando el resultado de la curiosa danza no terminaba por convencerlo, el destino acababa trágicamente dentro del tarro de basura, arrugado y lleno de impotencia, siendo acompañado por montones de otras hojas abolladas.
Toc, toc, toc.
El sonar de la puerta se hizo escuchar, quebrando todo pequeño ápice de silencio, que hasta el momento, había formado una gruesa capa de paz y soledad dentro de aquella solitaria habitación.
― ¿Quién? ―preguntó con simpleza, fregándose los ojos con sus puños, en un vano intento de espantar el cansancio.
―Changbin. ―resonó del otro lado.
La respuesta resultó un método más eficiente que el café, pues con tan solo escucharlo, había puesto alerta todos sus censores.
― ¿Puedo pasar? ―se volvió a escuchar.
Se peinó rápidamente y ordenó lo mejor que pudo el desastre que era su escritorio.
―Puedes pasar. ―contestó al fin, nervioso y con ganas de meter su cabeza debajo de la tierra. Cualquier rastro de valentía que hoy tenía, se estaba extinguiendo poco a poco, como una vela triste y derretida, llegando al final del pabilo enserado.
Entonces, una cabellera-ahora castaña- hizo aparición por detrás de la puerta, viéndose luego, el resto del cuerpo, terminando por pasar completamente y cerrando la puerta detrás de sí. El lento pero corto caminar parecía en cámara lenta, y una vez al lado del líder, posó una de sus manos sobre la despeinada cabellera del contrario.
―Deberías estar descansando, ¿qué haces componiendo a esta hora? ― preguntó sonriendo con ternura, acompañado de un tono suave, como si estuviera tratando con un niño.
―Lo mismo se podría aplicar a ti. ―respondió, devolviendo la sonrisa, a la vez que se estiraba con pereza.
―Yo pregunté primero, hyung. ―dijo con seguridad, casi sonando como una reprenda.
Bangchan liberó una espontánea y corta risita, justo antes de responder.
―Creo que mi cabeza está un poco sobrecargada, no me deja dormir como quisiera, así que me siento a componer hasta el cansancio, así puedo conciliar el sueño. ―giró un poco la silla giratoria hacia la derecha, quedando frente a frente con el castaño. ― ¿Tú?
―Creo que estamos en una situación similar. ―rascó su nuca, luego se dejó caer sobre la cama ajena. ―Creo que llegué a mi límite, por eso, antes de terminar por explotar, le pedí a Yongbok que me acompañe a despejarme.
― ¿Y funcionó? ― preguntó, interesado.
Cierto era, que tanto Christopher, como Changbin, eran humanos, y por ende, a veces tienden a llegar a un límite de desgaste mental y emocional, así como también físicamente hablando. Y, es por lo general, que en momentos como estos, en los que ambos coinciden en este tipo de situaciones, que se buscan el uno al otro; a veces para desahogarse, y en casos especiales, para componer canciones que relejen aquellos sentimientos abrumadores.
―Un poco, pero me gustaría recurrir a este método. ―respondió, apuntando hacia las hojas escritas que reposaban sobre el escritorio. ― ¿Puedo echarle un vistazo? ―al recibir un asentimiento como respuesta, prosiguió a leer lo escrito, analizando y releyendo un par de veces. ― ¿Puedo agregar algo?
―Eso no se pregunta, Changbin-ah. ―contestó con obviedad y diversión.
Y así, con bolígrafos en mano, y ansias de descargo, ambos chicos, desgastados pero confortados, trazaron un entretenido camino de letras y notas musicales.
―Bien, creo que fue demasiada terapia musical por hoy. Ya son las 05:30 am. Aunque no tengamos nada en la agenda, debemos descansar un poco. ―anunció Bang, una vez terminada la pista de la nueva canción.
―Tienes razón, pero deberíamos ponerle un título, o no descansaré tranquilo. ―sentenció, justo antes de liberar un largo y profundo bostezo. ― ¿Cómo le pondremos?
―Un título alegre seguro que no. ―bromeó, y, observando por un momento las escrituras, el foco en su cabeza se prendió. ― ¿Qué tal "Calle solitaria"?
―No me gusta como suena, mejor la titulamos en inglés. ―se quejó.
― ¿Lonely Street? ―preguntó.
―Sí, así suena mejor. ―confirmó, satisfecho con la fonética de la traducción.
―Bien, entonces ese será el nombre. ―tomó el bolígrafo en su mano una vez más, y en la primera hoja, sobre el margen superior, escribió de forma abreviada "Lonely St". ―Ahora sí, hora de descansar.
―Sí, estoy muy agotado, creo que iré a descansar también. ―con las energías por el piso, se encaminó hasta la puerta, y a punto de despedirse, con su mano agarrada en el picaporte, fue detenido por las palabras de Chris.
―Lo recuerdo. ―dijo, deteniendo los movimientos del menor. ―Lo recuerdo todo, Changbin. No quería incomodarte, así que me hice el tonto. ―Seo giró su cuerpo hacía su dirección, mirando la sonrisa tímida que adornaba su cara, sus ojos mezquinos dieron con los propios. ―Y de hecho, no me arrepiento de recordarlo. En realidad, me gustó...bastante. ―se confesó, cohibido, pero decidido a enfrentarlo.
Changbin, casi a velocidad de la luz, se volvió hacia Chris, pasó firmemente sus manos sobre el apoyabrazos de la silla giratoria, y la corrió hasta dejar el respaldo contra la pared más cercana; y medio encorvado, lo miró a los ojos, con una mirada seria e intimidante.
―Repítelo. ―demandó, su voz profunda hizo que el vello del contrario se erizara con fervor.
Chan tragó duro, y con sus labios titubeando, habló. ―Lo-lo recuerdo.
―No, lo último que dijiste. ―aclaró, buscando los ojos vacilantes del contrario.
― ¿Es necesario? ―avergonzado le quedaba corto para describirlo en estos momentos, sentía que la cara le iba a explotar.
―Sí hyung, así que mírame a la cara―con una de sus manos lo tomó de la barbilla y alzó un poco su cara, teniendo una perfecta vista de sus mejillas sonrosadas, fijándose en sus labios antes de volver a sus ojos. ―, y repítelo.
1, 2, 3. Los segundos pasaban y ni una palabra se atrevió a salir de su boca, Bangchan se encontraba paralizado.
―Si no hablas, entonces daré por hecho que estás mintiendo. ―su voz se suavizó, denotando un claro deje de decepción. Sin embargo, aunque siguió sin escuchar nada por su parte, la respuesta que quería fue dada de una forma más directa e inesperada para el más bajo.
―Me gustó mucho besarte, Changbin. ―susurró contra sus labios, luego de cortar el casto beso. Sus manos-un poco transpiradas por los nervios-sostenían el rostro ajeno con delicadeza, acariciando con sus pulgares la piel bajo sus yemas. ― Y lo volvería a repetir una y mil veces más, hasta que te quede claro que me gustas.
Changbin no dijo nada, tan sólo sonrió-un tanto avergonzado-y, girando un poco su cabeza volvió a iniciar un nuevo beso, ahora un poco más atrevido, pero sin llegar a lo obsceno.
Y, entre besos danzantes y caricias, cansados y emocionados, ambos raperos terminaron en la cama del mayor, cediendo finalmente a las tentaciones de Morfeo.
.
.
.
.
.
.
Bueno, hasta aquí llega el capítulo de hoy, considero que no salió tan interesante pero era necesario para darle un comienzo a la relación de estos dos. Próximamente voy a ir incluyendo el desarrollo de las demás parejas, así que espérenlo.
I know, we know, Lee Know. Comenten, voten y esas cosas.
Sin más, nos estamos leyendo en un próximo capítulo, bye bye ✨.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro