CAPÍTULO 17: "Regalo"
― ¿Cómo pasaste tus minis vacaciones? ―preguntó Hyunjin mientras preparaba un batido de frutas para el recién llegado ―. ¿Te divertiste con tu familia?
―Algo así ―contestó Jeongin, apoyado sobre la mesa ―. Simplemente compartí tiempo con ellos, no pudimos salir mucho ya que mis hermanos están concentrados en sus estudios y mis padres estaban remodelando una habitación de la casa.
Hyunjin asintió y luego se sentó a tomar su batido de frutilla, decepcionado con la respuesta dada.
―Pero pasé tiempo con mi hermano mayor, más que con el resto de mi familia ―agregó Jeongin.
―Oh. ¿Con Jeongbin? ―indagó el mayor, y luego le alcanzó el batido de banana para Jeongin. Por poco y se le olvida.
―Él me ayudó a darme cuenta de algo que me estaba carcomiendo la cabeza desde hace rato ―mencionó Jeongin mientras disfrutaba del batido. Era un poco dulce para su gusto, pero no quería decepcionar a su mayor, así que se lo tomaría todo sin rechistar.
―Te refieres a-
―Me gusta Seungmin ―le interrumpió Jeongin, ya sabiendo lo que diría Hyunjin, sorprendiéndolo al finalmente admitirlo en voz alta ―. Jeongbin hyung me dio palabras de aliento, y me ayudó a abrir mi mente, a no rechazar la posibilidad de que podrían gustarme los hombres también. Es posible que ya tuviera una idea de lo que me estaba sucediendo ―explicó el azabache.
―Tu hermano no es tonto. Él creció contigo después de todo, no es sorpresa que supiera leerte como un libro abierto ―le recordó Hyunjin tranquilamente ―. ¿Qué es lo piensa él al respecto? Sé que tu familia es bastante cerrada a esos temas.
El semblante de Jeongin se deformó al momento de escuchar lo dicho por Hyunjin. Y es que aunque se sentía bien sabiendo que tenía el apoyo de su hermano mayor y probablemente del resto de sus compañeros, la verdad es que a Jeongin le afectaba que el resto de su familia fuera un rejunte de homofobia y prejuicios. Toda su vida había crecido lleno reglas estrictas y sinceridad, "no mentirás" le recordaba su mamá cada que podía, y ese mandamiento en específico siempre le supuso un pesar enorme cada vez que mentía, aunque luego reconociera que hizo mal y se disculpara. Pero una vez más, esa frase le volvía a pesar en su consciencia, ya que a pesar de que no hubiera mentido, tampoco estaba siendo sincero con ellos, lo cual concebía en un claro rechazo a sí mismo, a lo que él era.
―Lo juzgué mal. Hyung ha cambiado mucho estos años, y ha sabido abrir su mente. Estoy contento de saber que tengo su apoyo ―respondió sonriendo levemente ―. Pero mi familia sigue siendo muy cerrada, no fue difícil darse cuenta de eso ―concluyó con tristeza. Su familia era muy importante, es por eso que le entristecía tanto esa situación. Más que obvio era que si supieran de sus gustos le exiliarían del círculo familiar sin pensarlo mucho, después de todo; eso había pasado con su prima hace unos años.
― ¿Es necesario que toda tu familia sepa de tu orientación sexual? ―interrogó Hyunjin, pero Jeongin no supo qué contestar ―. Innie, sé que es difícil aceptar algo así siendo que te has criado en una familia un tanto prejuiciosa. Y sé bien que tu familia es importante para ti, pero no siempre deberás hacer o no hacer algo sólo porque tu familia está o no de acuerdo. Si vives pensando en contentar a los demás, en lo que vayan a pensar de ti, entonces nunca serás realmente feliz. A veces las personas que queremos no les agradarán todo lo que hagamos, y está bien, porque no somos todos iguales, pero eso no significa que tengas que reprimir lo que en realidad te gusta y te hace feliz.
A Jeongin nunca le había gustado mostrarse sensible frente a los demás, posiblemente porque sus padres lo habían educado con la idea de que "un verdadero hombre nunca llora", pero aun así no pudo evitar revelar lo conmovido que estaba ante Hyunjin, aunque fuese involuntario. Porque sinceramente necesitaba ese tipo de palabras en esos momentos.
―Gracias Hyunjin hyung ―agradeció un Jeongin sonriente pero cabizbajo. En serio le daba vergüenza que lo vieran llorar.
―No hay nada que agradecer, pansito bebé ―dijo Hyunjin mientras revolvía suavemente los cabellos del maknae ―. Tu hyung siempre te apoyará, sin importar qué.
Y por primera vez en tanto tiempo, Yang procedió a abrazarle. No fue ni muy corto, ni muy largo, pero había durado más que los abrazos anteriores, por lo que Hyunjin se sintió reconfortado.
Jeongin era un buen chico, sólo que no sabía bien cómo demostrar cariño. Después de todo, no se puede hacer lo que no te enseñaron.
Entonces, aunque en serio no quería salir de la comodidad de su habitación, tuvo que salir de compras, siendo prácticamente arrastrado por un emocionado Hyunjin. ¿La razón?, su incapacidad de demostrar afecto.
Jeongin finalmente había aceptado que le gustaba su mejor amigo, su mejor amigo hombre para ser más específicos. No obstante, había otro problema significativo en su confusa ecuación; debía demostrarle a su amigo sus sentimientos de una forma indirecta pero lo suficientemente directa como para hacerle saber lo mucho que lo apreciaba, y lo suficientemente cursi como para que perdonara su estúpida actitud evasiva. Jeongin no se veía capaz de confesarse de forma directa a Seungmin, por lo que Hyunjin le propuso comprarle un regalo significativo acompañado de una carta en la que le sincerara sus sentimientos, el plan era dárselo en la noche de navidad.
― ¿No es demasiado pronto para comprar el regalo? Aún faltan 3 días ―se quejó Jeongin mientras iban en taxi.
―3 días Jeongin ¡No falta nada para navidad! ―le recalcó Hwang ― Debemos aprovechar ahora, antes de que las tiendas rebalsen de personas que hacen compras a último momento.
Jeongin le terminó dando la razón. Incluso una hora antes de la hora de cierre antes del festejo, las tiendas y negocios parecían llenarse de personas desesperadas por hacer compras tardías; había quienes olvidaban comprar los regalos de los niños, otros que no se habían acordado de que faltaba sidra de manzana para brindar, y algún que otro ser que no se había percatado de la falta de papel higiénico. Cualquiera que fuera la razón por la que debían comprar a última hora, cierto era que ya se había vuelto una tradición para aquellos que trabajaban en atención al público.
Al llegar a la zona centro de la ciudad, ambos chicos se dispusieron a navegar entre los montones de locales que allí había. Tiendas de ropas, zapaterías, tiendas de productos electrónicos, librerías, incluso bazares y supermercados, y en ningún lugar encontró ese objeto indefinido que quería para obsequiarle a Seungmin.
¿Ropa? Tenía mucha ya.
¿Auriculares? Tenía 3 en total; unos cascos, unos pequeños casi imperceptibles, y unos tradicionales con cables.
Bien, ¿y si le compraba unos dulces? A Seungmin no le gustaba comer mucho dulce debido a su casi enferma obsesión con mantener pulcra su impecable dentadura. Sin mencionar que comería algo de eso en la noche de navidad.
¿Mangas quizás? Aún recuerda cuando Jisung le había prestado su colección de One Piece, y días después estos reposaban intactos sobre su estantería.
― ¿Estás bromeando? ―inquirió Hyunjin, un poco―muy―impaciente. Esta era la decimocuarta opción que Jeongin rechazaba, nada le convencía.
―Lo siento hyung, pero sigo sin encontrar ese algo especial―se disculpó el menor, apenado por las mil y un vueltas que le había hecho dar.
Hyunjin suspiró y dejó un par de palmeadas en la cabeza de un decepcionado Jeongin.
―No te preocupes Innie, podemos intentarlo de nuevo mañana. Aún nos quedan dos días más ―trató de animarle ―. Vayamos a tomar un taxi, ya es tarde.
Y así como llegaron, el par se encaminó hacia la parada de taxis.
Jeongin estaba frustrado, porque se había hecho la idea de volver sin falta con un obsequio, pero al final fue y volvió con las manos vacías. Y para colmo, estuvieron parados más de 10 minutos en la espera de un transporte que parecía nunca llegar. Su mirada se perdió en las tiendas que se encontraban frente a la parada de taxis, simplemente distrayéndose mientras seguía en la dulce espera. Sin embargo, y como por arte de magia, algo logró captar su atención, y un fuerte presentimiento le invadió casi al instante.
―Hyung, ahí ―dijo de repente, confundiendo a un adormilado Hyunjin, quien saltó cual resorte ante la voz de su acompañante.
― ¿Dónde? ―interrogó Hwang, mirando para todos lados, hasta que logró entender a lo que se refería el otro ― ¿Ahí? ―preguntó ahora, señalando una pequeña tienda de estilo cute.
―Sí. Vamos ―contestó Jeongin. Y sin esperar más lo tomó por el brazo y lo arrastró hasta la tienda.
Al entrar al local fueron recibidos por paredes decoradas de distintos tonos pasteles que variaban entre rosados, lilas, celestes y amarillos. Adentro estaba lleno de decoraciones y accesorios de personajes distintos, todos desbordaban ternura. La atención de Hyunjin se fijó en un enorme peluche de tamaño real de Kuromi.
«Esto es algo que le encantaría a Minho hyung», pensó Hyunjin mientras admiraba el felpudo objeto.
―Aquí ―señaló Jeongin, y Hyunjin miró a donde el azabache señalaba.
Se trataba de un par de llaveros de tamaño mediano, uno era de Pompompurin y el otro de Chococat.
Hyunjin no entendía por qué ese objeto en específico le llamaba tanto la atención a Jeongin, pero este parecía más que contento con su descubrimiento.
―Chococat es mi personaje favorito de la infancia ―explicó Jeongin ―. Y el de Seungmin es Pompompurin, porque dice que se parece a él ―culminó mientras tomaba el par en sus manos y los observaba con ilusión.
Hyunjin sonrió con ternura, contento de que su dongsaneg finalmente encontrara "ese algo especial" que tanto le había costado encontrar.
―Vayamos a la caja ―dijo el alto. Y entonces ambos se encaminaron para pagar el obsequio.
Día antes de navidad.
Stray Kids estaba con la agenda un poco ocupada, pues aunque se encontraban a nada de aquella noche festiva la realidad es que el trabajo de idol es en pocas palabras; es un trabajo de tiempo completo. Ese día en específico había sido incluso más ajetreado de lo normal; se habían despertado temprano para ir a entrenar, luego le seguía un tiempo con las estilistas para retocar sus cabellos, y por último el ensayo para su próxima presentación navideña. Todo marchaba tranquilamente estresante, aunque para la mayoría esta extraña mezcla de sentimientos era lo normal en sus profesiones. En resumen; fue un día cansador y aburrido por partes iguales, o al menos así lo creía Hyunjin, hasta que comenzó a prestar atención a los maknaes del grupo; y es que era evidente―al menos para él―la batalla de miradas que estos estaban teniendo. De principio a fin, ambos chicos parecían seguir el movimiento del otro en silencio, como si quisieran decir algo, pero al final ninguno hacía nada más.
«Son igual de tercos e inseguros», pensó Hyunjin para sus adentros mientras observaba de lejos.
―Buen trabajo, que tengan una buena navidad― se escuchó decir al coreógrafo que los guiaba.
Y como si se tratase de estudiantes de secundaria, todos los miembros comenzaron a juntar sus cosas para salir disparados fuera de la sala de prácticas.
―Hay que comprar bebidas para esta noche ―propuso Minho mientras caminaban por los pasillos de la empresa ―. Bangchan y yo compramos todo lo necesario para la cena, pero necesitaré ayuda para cocinar ―agregó. Y enseguida miró a Felix, quien ya se imaginaba lo que su hyung quería.
―Ayer compramos bebidas con Changbin ―informó Seungmin, quien parecía ya querer que la navidad pasara. Parecía muy cansado, casi como un muerto vivo.
―Perfecto, entonces ya tenemos todo listo ―dijo Minho, aliviado de saber que no tendría que ir a comprar a último momento. Sonará irónico, pero no le gustaban las colas, tenía muy poca paciencia.
Con la tan esperada noche navideña planeada, se dirigieron a las van que los llevaría al departamento. Y como era de esperarse, la mitad de los miembros cayeron rendidos al tocar los cómodos asientos.
Hyunjin estaba a punto de caer rendido también, pero por mera curiosidad, se fijó en el espejo retrovisor frente a él, sólo para ver a Jeongin, ya que últimamente se encontraba al tanto de su estado de ánimo. Su semblante neutro pasó a uno sonriente al notar cómo Minho, quien iba en los asientos traseros, reposaba la cabeza de un dormido Seungmin sobre el hombro de un también dormido Jeongin, quien iba a su lado. Minho conectó miradas con él, y ambos compartieron una sonrisa cómplice.
Cuando finalmente llegaron al departamento, todos bajaron apresuradamente, casi corriendo a las duchas. Eran las 8 pm, pero entre ayudar a cocinar, ordenar un poco la casa y arreglarse para la ocasión les llevaría un par de horas, y ninguno quería cenar demasiado tarde, pues ansiaban degustar de una deliciosa comida y beber sin preocupación en compañía. Así que tal cual planearon, pusieron manos a la obra y para las 10 y 30 ya estaban sentados alrededor de la mesa comiendo y bebiendo entre charlas y risas dispersas, todo marchaba perfectamente.
Cuando el reloj marcó las 12 am, todos corearon "feliz navidad", la tapa del champagne voló hacia algún lugar desconocido y las copas se llenaron, dando inicio a la parte favorita de cualquier adulto bebedor y despreocupado. Un vino por aquí, una cerveza por allá, y cuando Jeongin se dio cuenta ya estaba un poco ebrio. Lamentablemente, aunque en verdad le gustaba beber su cuerpo no toleraba mucho el alcohol.
―Innie, ¿estás bien? ¿Quieres ir a descansar ya? ―preguntó Hyunjin al menor, quien se encontraba terminando su sexta copa de vino mientras charlaba amenamente con Bangchan.
―Me encuentro perfectamente, hyung. No tienes de qué preocuparte ―contestó despreocupado.
―Te ves más sonriente y relajado de lo normal. A mí me parece que ya estás un poco ebrio, Jeongin ―comentó Bangchan ―. Sabes que no debes beber mucho. La última vez terminaste vomitando la almohada favorita de Felix ―le recordó el mayor. No podía evitar reír un poco al recordar la almohada con la cara del Changbin repleta de arroz a medio digerir.
―En mi defensa, ese día me cayó mal la cheese cake de Felix ―intentó defenderse el menor.
―Parate en un pie entonces ―ordenó Hyunjin.
Jeongin bufó, e impulsado por su orgullo hizo lo pedido, pero no alcanzó ni a pararse bien que se tambaleó y volvió a caer sobre el sofá en que había estado sentado.
―Innie, ve a descansar un rato. Y si te sientes mejor luego vienes de nuevo ―recomendó Chirs mientras lo ayudaba a pararse de nuevo.
―Bien, bien, iré a dormir ―se quejó Jeongin, y luego se zafó del agarre de Chris para comenzar a caminar hacia su habitación mientras se quejaba de que lo trataban como un niño.
Una vez que la figura del maknae desapareció de la habitación, un preocupado Seungmin se acercó al par para preguntar por él.
―Estaba muy ebrio, así que le dijimos que vaya a recostarse un rato ―explicó Bangchan.
―Ya sabes que no tolera mucho el alcohol ―agregó Hyunjin.
―Iré a llevarle gaseosa para que se le pase un poco la borrachera ―dijo el castaño, para luego servir un vaso de dicha bebida ―.Mañana se levantará con una resaca horrible.
―Fíjate que no haya vomitado en la habitación ―le pidió Bangchan antes de que el otro despareciera por la puerta.
Cuando Seungmin entró a la habitación lo primero que vio fue a un semidesnudo Jeongin que luchaba por quitarse la remera mientras tenía el pantalón enredando sus pies. De inmediato y antes de que se partiera la cabeza en una posible caída Seungmin se acercó, dejando el vaso con gaseosa en segundo plano.
―Hey, despacio. Terminarás cayéndote así ―dijo Seungmin mientras terminaba por quitarle la remera, ante la sorprendida pero adormilada cara de Jeongin.
―Qué te importa ―musitó Jeongin, y luego procedió a patear su pantalón lejos de él.
Seungmin rodó los ojos y se dispuso a juntar la ropa que estaba en el piso.
―Sí me importa, Jeongin ―le aclaró Seungmin ―. ¿Vas a descansar? ―indagó mientras se sentaba en el sofá individual que había al lado de la cama ― Deberías dormir ya, es tarde y mañana no podrás levantarte a comer por la resaca ―le advirtió.
Pero Jeongin no dijo nada, sólo estaba ahí parado, mientras lo miraba fijamente.
Seungmin desvió la mirada tras sentirse un poco intimidado, luego volvió a fijarse en él, y como si sus ojos tuvieran vida propia, estos se pasearon por el cuerpo del chico; delgado, levemente ejercitado, su piel le daba la sensación de suavidad a la vista.
― ¿Te gusta lo que ves? ―interrogó Jeongin de la nada, cortando el sepulcral silencio.
― ¿Qué estás diciendo? ―contestó Seungmin con otra pregunta, a la vez que desviaba su mirada hacia un costado. Estaba nervioso y avergonzado por haber sido descubierto.
Entonces Jeongin caminó hasta él e hizo algo que Seungmin no se esperaba para nada.
―Te pregunté...―dijo Jeongin, acomodándose a horcajadas sobre las piernas ajenas ―. Si te gusta lo que ves, Minnie ―repitió susurrante cerca de su oído mientras le abrazaba por el cuello.
―Jeongin, está muy ebrio. Deja de comportarte así ―pidió el castaño, pero sin separar al chico de su cuerpo. Sus manos temblorosas fueron tomadas por las ajenas para ser dirigidas a aquella delgada cintura que muchas otras veces habían rodeado con sus brazos. Sin embargo, esta vez era diferente ―. Jeongin...―suplicó quedito.
―Minnie, te extraño ―se sinceró Jeongin tomándolo por la cara y mirándolo muy de cerca, casi rozando sus narices.
El corazón de Seungmin comenzó a latir desenfrenado.
―Yo también, Innie ― confesó también, mientras bajaba a mirar sus labios, traicionado por su subconsciente.
Y como si fueran polos opuestos, ambos se unieron en un beso con sabor a deseo. Porque aunque no lo admitieran en voz alta, ambos habían deseado tanto estar de esa forma, tan cerca el uno del otro, como si quisieran fusionarse en uno.
Seungmin estaba confundido, porque aunque en un principio el plan que habían elaborado con Minho había funcionado en cierta forma, originalmente no se esperaba que volvieran a acercarse de esa manera. Porque Seungmin quería de nuevo a su amigo, aunque no le gustara de esa forma, jamás le gustaría Jeongin en el sentido romántico... ¿Verdad?
Pero entonces, ¿por qué estaba disfrutando tanto besándolo?
¿Por qué no quería parar de tocarlo?
¿Por qué su corazón parecía enloquecer con el contacto de su piel?
¿Por qué no quería volver a separarse de él?
―Jeongin, p-para ―pidió entre escalofríos de placer, mientras sentía al nombrado besar su cuello de forma húmeda. En realidad, muy en el fondo no quería parar, pero Jeongin no estaba en sus cinco sentidos y simplemente no estaba bien ―. Basta, Jeongin.
Y reuniendo valor, Seungmin lo separó de él.
―Tus labios son muy bonitos, Minnie, déjame probarlos una vez más―pidió sin para de mirarle la boca.
―Deberáimos parar aquí ―insistió Seungmin, luchando por no caer ante el movimiento de caderas del contrario.
― ¿No quieres hacerlo? ―interrogó Jeongin, decepcionado―. Pensé que tú también querías esto...
El pecho de Seungmin se sintió hundir de repente.
―No, Jeongin. No podemos, estás ebrio, no está bien hacerlo en ese estado ―trató de explicarle con tranquilidad.
Pero aunque en un principio el maknae se mostrara molesto, al final terminó entendiendo.
―Si no vamos a hacerlo, entonces quédate a dormir conmigo ―pidió Jeongin, mirándole con esos ojos rasgados que le hacían recordar a un zorro.
―De acuerdo ―aceptó sin pensarlo demasiado. Al fin de cuentas él también estaba bastante cansado.
Seungmin se inclinó hacia arriba, y cargando al contrario se dejó caer en la cama del chico, con ahora éste arriba.
No sabían bien en qué momento sucedió, pero cuando menos se dieron cuenta, ya se encontraban abrazados y descansando profundamente, disfrutando de la presencia del otro.
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Bueniss, han pasado 84 años desde la última vez que actualicé, pero aquí estamos de nuevo. Perdonen la demora, pero pasé por meses de constante estrés y ansiedad bastantes altos y casi no tenía tiempo de concentrarme en mis hobies. Pero ya estoy de vacaciones así que ahora tengo un poco más de tiempo para actualizar.
La verdad no sé qué más decir porque a este punto llevo horas escribiendo y ya se me quemó en cerebro, así que gracias por leer, y no se olviden de votar o comentar para saber que les interesa como va la historia.
Nos estamos leyendo en una próxima actualización, bye bye 💞✨.
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