CAPÍTULO 14: "Estrés"
Aunque en un principio Seungmin disfrutara de molestar al maknae del grupo, incomodándolo a cada rato con cualquier ocurrencia que se le pasara por la cabeza, actualmente ya no estaba muy seguro de cómo sentirse al respecto, pues después de lo sucedido en la sala, las cosas parecían haberse tornado un tanto extrañas. ¿La razón? Parecía que a Jeongin ya no parecían afectarle sus ˈbromasˈ, y es que ahora o lo dejaba salirse con la suya o directamente procedía a ignorarlo. Así que, luego de meditarlo sabiamente, decidió ir más allá, haciendo bromas sexuales, sin importarle mucho si alguien estaba presente con ellos, y esto pareció ser efectivo por algún tiempo, sin embargo, el resultado volvía a ser el mismo, y Jeongin se iba inmutando cada vez más, siendo prácticamente inalterable.
No obstante, y a pesar de todo lo mencionado con anterioridad, Seungmin se negaba a darse por vencido, y seguía intentando alterar a Jeongin de forma constante, a pesar de las claras negativas. Seungmin vivía de las reacciones de su amigo, no podía evitar querer molestarle, se había vuelto su pan de cada día. Y para empeorar su mala suerte, la presencia de cierto chico le había complicado seguir con su inocente juego; Jeongin se estaba pegando a Hyunjin más que de costumbre, y eso le hacía sentir extraño. Hwang Hyunjin era un chico simpático, mayormente tranquilo, afectivo y por sobre todo; hermoso por donde lo mirases. Seungmin nunca lo admitiría delante de los demás, pero la verdad era que le tenía un poco de envidia.
―Nuestro Innie es tan lindo ―canturreaba Hyunjin mientras abrazaba al menor de una forma algo brusca.
«Agresividad tierna» ,pensó Seungmin al verlos. Y si bien eso se le hacía tedioso, lo comprendía en cierta forma, pues la belleza de Jeongin era tanta que hasta te daban ganas de morderlo. Sí, definitivamente lo entendía, él no era la excepción.
―Hyung, es molesto ―se quejaba el maknae con un deje de molestia, pero sin esmerarse mucho en alejarle.
Eso le hizo palpitar el ojo. Él era quien solía recibir ese tipo de palabras, pero ahora esto ya no podía ser, porque Jeongin se había vuelto inmune.
Es así que, sin nada más que hacer en la sala, Seungmin se levantó de su lugar y se fue a su habitación.
«Interesante», pensó Minho, sentado a lo lejos. Se había mantenido observando la situación con aparente tranquilidad, pasando desapercibido casi por todos.
Los días pasaban con una lentitud insoportable, las actividades del grupo desbordaban de la apretada agenda, y aunque estresados y ansiosos, todos debían cumplir con lo acordado. Esa era la realidad que debían enfrentar como idols. Fansings, presentaciones, entrevistas, sesiones de fotos, conciertos; todo eso terminaba por drenar la energía de Seungmin, quien no hacía más que estresarse cada vez más. Pero para su suerte, tenía aquella entrenada habilidad de verse tranquilo y desinteresado incluso en sus momentos más bajos. Sin embargo, hoy no tenía las ganas suficientes como para fingir que estaba bien. Los últimos días había estado durmiendo―como mucho―cuatro horas, pues seguía teniendo algunos problemas para recordar pasos claves de algunas coreografías del reciente comeback, por lo que se había estado forzando a practicar el doble o hasta el triple que sus compañeros.
«Quisiera ser tan bueno en el baile como Minho.»
«Quisiera ser tan hermoso como Hyunjin.»
«Tan versátil como Felix.»
«Carismático como Bangchan.»
«Fuerte como Changbin.»
«Adorable como Jisung.»
«Excelente cantante como Jeongin.»
Quería ser todo eso a la vez. Quizás era un poco ambicioso, y levemente envidioso, pero la verdad es que no se creía lo suficiente como para merecerse ser llamado "Idol".
Se observó, parado frente a los grandes espejos de aquella sala de prácticas; estaba despeinado, sudado de pies a cabeza, sus mejillas encendidas eran una clara evidencia de su arduo esfuerzo.
― ¿Seungmin? ―una repentina voz hizo aparición.
Seungmin giró hacia la puerta, encontrándose con quien menos se esperaba.
― ¿Qué haces aquí a estas horas? ―preguntó el maknae mientras se adentraba en la sala.
Seungmin limpió sus ojos con el puño de su hoodie, borrando con rapidez los indicios de las lágrimas que intentaron escapar.
―Estaba practicando ―contestó Kim. Luego le dio la espalda y caminó hasta donde reposaba su botella de agua. Quería evitar que su amigo notara que había estado llorando.
― ¿Desde qué hora estás practicando? ―volvió a interrogar. Y al acercarse a él pudo notar que el otro tenía los ojos rojos y brillosos ― ¿Estabas llorando?
―Por supuesto que no, ¿por qué estaría llorando? ―dijo a la defensiva, sin poder controlarse ―. Es por la alergia, olvidé mis gotitas en el departamento ―mintió. Pero Jeongin no parecía muy convencido con la respuesta ―. ¿Qué?
La mirada de Jeongin se mantenía fija sobre él, tenía una expresión en blanco enmarcada en su rostro. Era como si tratara de leerle la mente.
―Te conozco bien. De nada te sirve mentirme, Seungmin-ah ―le advirtió. El tono en el que dijo aquello era serio, pero sereno a la vez.
Cierto, las mentiras no funcionaban con Yang Jeongin, o al menos no en su caso. Al fin de cuentas era su mejor amigo, y lo conocía tan bien que era un absurdo ocultarle algo.
―Simplemente estoy estresado ―terminó por admitir. Sus ojos se desviaron hacia el piso, evadiendo la mirada que seguía puesta sobre su persona.
―Sabes que no tienes por qué cargar con esto tú solo. Siempre puedes pedir ayuda ―le animó, aun sabiendo lo terco que era.
―No necesito la ayuda de nadie. Estoy bien así ―remató con falsa seguridad.
―Está bien, como tú quieras ―dijo, derrotado. Ya había aprendido a no insistir, pues bien sabía que, al final, Seungmin haría lo que le diera la gana ―. Al menos lo intenté ―Jeongin se paró y se dirigió hasta la puerta de la sala, y antes de abrirla se giró levemente para mirarlo ―. Si cambias de parecer; estaré jugando videojuegos con Hyunjin y Felix.
La cara de Seungmin se arrugó al escuchar el nombre de Hyunjin. No es que lo odiara, sino que en realidad lo envidiaba. Hwang siempre acostumbró tener la atención de todos, y Jeongin no era la excepción. Era ya costumbre ver a esos dos juntos, sobre todo en estos últimos días.
―No creo que me una, pero gracias por la invitación.
«Definitivamente, algo no anda bien », pensó Jeongin para sus adentros. Seungmin nunca se negaba a una larga sesión de videojuegos.
―Sólo no te fuerces demasiado ―y luego de decir eso se fue, dejando a Seungmin solo, una vez más.
Seungmin dejó escapar un largo suspiro, y como había estado haciendo antes de la aparición de Jeongin; volvió a retomar las prácticas de bailes. 1, 2, 3, 4... no sabe bien cuántas veces practicó la misma tediosa coreografía, prácticamente sin parar, hasta el punto en el que se quedó ya si una pizca de energía en su cuerpo. Sus extremidades estaban temblando para entonces. No había caso, seguía sin mejorar mucho. Y al final, haciendo a un lado su orgullo, agarró su celular, y después de realizar una rápida llamada ya tenía a Lee Minho entrando por la puerta.
― ¿En qué te puedo ayudar? Seungmin-ah― preguntó el mayor, dispuesto a ayudar a su dongsaeng. No estaba muy feliz de sacrificar su tiempo libre en cuestiones laborales, pero en realidad tampoco tenía nada mejor qué hacer.
Luego de que Seungmin le explicara su problemática, fue cuestión de algunos minutos para que el mayor terminara con su pesar. Un par de prácticas más y Seungmin ya había logrado marcar cada paso a la perfección.
―No puedo creer que haya estado horas practicando, para que luego llegaras tú y lograras resolverlo en minutos ―dijo Seungmin mientras se dejaba caer sobre el sofá que allí había.
―No por nada soy el main dancer del grupo ―Minho sabía en lo que era bueno, y nunca lo negaría. Los años que estuvo matándose entrenando para ser bailarín no habían sido en vano, se había dedicado al baile como si su vida dependiera de ello.
Después de la banal charla, ambos se mantuvieron en silencio por un rato, descansando y elongando, hasta que el mayor de los dos decidió―después de pensarlo bien―dar inicio a una nueva conversación.
―He notado que tú y Jeongin andan algo distanciados. ¿Está todo bien entre ustedes? ―preguntó Minho, sorprendiendo a Seungmin.
― ¿Es muy evidente? ―remató con otra pregunta.
―No realmente. Pero yo soy muy observador ―respondió Minho.
Seungmin caviló durante unos segundos que a Lee le parecieron eternos. Kim Seungmin no era alguien al que le gustara hablar de sus problemas o sus sentimientos, pero―quisiera o no―lo más sano era desahogarse con alguien de confianza. No le llevó más de cinco minutos contar todo lo que le había estado abrumando, y Minho se dedicó a escuchar cada palabra en silencio, asintiendo cada tanto.
―Entonces, ¿te gusta Jeongin? ―interrogó, tras analizar bien la situación ajena.
El ceño de Kim se arrugó al escucharle.
―Claro que no. No me gusta ―negó enseguida, casi de forma automática ―. Sólo me gusta molestarlo. Jeongin es mi amigo ―trató de aclarar, pero la sonrisa de Minho denotaba que éste no parecía muy convencido con lo dicho.
―Pero me dijiste que te le subiste encima y que luego él hizo lo mismo. ¿Sabías que los amigos no se besan en el cuello? Y mucho menos se frotan. Dios mío Seungmin, son unos pervertidos ―Minho estaba entre incrédulo e impactado.
―Lo hice para molestarlo, para incomodarlo. No me esperaba que reaccionara de esa manera ―se defendió, bastante avergonzado.
― ¿Y te gustó su reacción? ¿O te pareció asqueroso? ―interrogó Minho de repente.
― ¿Por qué tantas preguntas? Ni que fueras mi psicólogo.
―No me evadas y contesta ―ordenó el mayor.
Seungmin rodó los ojos. Lee Minho era muy insistente cuando se lo proponía.
―No diría que me gustó, porque prefiero ser yo el que tenga el control ―explicó Seungmin ―. Aunque tampoco me disgustó ―agregó un poco confundido con sus propias palabras.
Minho asintió en silencio, y luego de procesar la nueva información dijo:
―Entonces te gusta.
Seungmin sentía que si seguía rodando los ojos éstos terminarían por quedarse en blanco por el resto de su vida.
―Ya te dije que no me gusta ―volvió a negar, algo hastiado con la terqueza de su hyung.
―Si no te gusta, ¿por qué parece que te pone celoso que Jeongin y Hyunjin sean tan cercanos? ―Minho era alguien determinado, él preguntaría y problematizaría la situación hasta llegar a una respuesta que le convenciera.
―No estoy celoso. Es sólo que no me gusta verlos tan juntos ―recalcó.
Esta vez era turno de Minho para rodar los ojos.
―Es lo mismo ―remató. No podía creer que existiera alguien más terco que él mismo ―. Velo de esta forma ―se acomodó en su lugar, cruzando las piernas con distinción y apoyando uno de sus brazos sobre la pierna superior ―; Jeongin te parece un chico hermoso, han estado prácticamente pegados como chicle desde que se conocieron, siempre se dan regalos, combinan literalmente TODO, todo el tiempo. También admitiste que no te disgustó haber estado en una situación comprometedora con él ―hizo una pausa para inhalar un poco de aire ―. Y para rematar; ahora resulta que no te gusta ver a Jeongin con Hyunjin. Y eso es entendible. Hyunjin es uno de los hyungs favoritos de Jeongin, y quizás de los pocos que tienen permiso para mimarlo, y sin mencionar que él ya ha admitido que Hyunjin le parece más que sexy; erótico de hecho ―Minho giró a mirar al menor, notándolo pensativo, aparentemente tenso. Estaba logrando su cometido ―. ¿Estás seguro que sigue sin gustarte?
Seungmin quedó en silencio, con la mente totalmente enrevesada.
No, no podía gustarle Jeongin, él era su mejor amigo, no podía gustarle de forma romántica, ¿no?. No era lo correcto, pero incluso si no quisiera aceptarlo, todo lo que su hyung le había dicho había calado muy profundo en su psiquis. Las contradicciones y los debates mentales que Seungmin estaba teniendo le estaban estresando más de lo que ya estaba.
―Ya no estás tan seguro, ¿verdad? ―preguntó Minho, mientras reprimía una sonrisa.
Seungmin siguió en silencio, y sólo se limitó a negar con la cabeza.
―Cuando termines por aceptarlo, avísame. Yo estaría dispuesto a ayudarte en tus problemas amorosos ―y tras emitir esa propuesta se levantó de su lugar. Ya había cumplido con su parte y debía volver al departamento. Le había prometido a Jisung que verían la última temporada de "Attack on titan" juntos.
―Aparte de psicólogo, ¿ahora te crees cupido? ―bromeó Seungmin, también parándose.
―Se podría decir que sí. Debería empezar a cobrar las consultas ―le siguió entre risas.
No iba a mentir, había considerado seriamente la propuesta de Minho.
La situación con Jeongin no mejoraba ni un poco, sino todo lo contrario. Seungmin ya se había rendido en su tarea de molestar a su amigo, pues se dio cuenta de que eso fue inicialmente la causa de su problema. Todo había sido su culpa.
¿Lo peor? Que ahora no sólo debía convivir con Yang evitándolo, sino que ahora se le sumaba algo mucho peor; había aceptado que posiblemente le esté gustando su amigo. Y eso no debía suponer un problema, si no fuera porque no sólo llevaban años juntos y el miedo de perderlo era enorme, sino que también trabajaban juntos, compartían la misma vocación, el mismo departamento, y si llegaba a intentar algo con él y las cosas fallaban podía estropear la armonía de todo el grupo, poniendo en riesgo la labor de sujetos externos a su situación. Y Seungmin no quería eso.
Es por todo esto que, a pesar de su insoportable malestar emocional, Kim Seungmin luchó por un tiempo en contra de aquella inevitable atracción, importándole más el bienestar de sus compañeros, que el suyo mismo. Descuidarse a sí mismo no era lo mejor, pero tampoco le parecía bien afectar a los demás, no era justo arriesgar el esfuerzo en conjunto que tantos años les llevó invertir, para satisfacer sus deseos egoístas.
No obstante, Seungmin era cada vez más consciente de lo mucho que le afectaba el contexto en el que se veía envuelto. La actitud esquiva de Jeongin le entristecía más de lo que debería, y ser testigo de cómo éste se estaba volviendo inseparable con Hyunjin le anudaba la garganta. El punto cúlmine llegó el día en el que, luego de perseguir incansablemente al maknae, para tratar de solucionar las cosas, éste procedió a decir que nada ocurría y que la amistad entre ambos era la misma de siempre, siendo reacio a aceptar que nada estaba bien, y excusándose en que simplemente estaba compartiendo tiempo con Hwang por cuestiones laborales, según él; para que le ayudara a mejorar sus habilidades como bailarín.
Ya se había deprimido, combatió con sí mismo incontables veces, e hizo el intento de solucionar su amistad; había hecho todo lo que estaba en sus manos. Por lo que, luego de reconsiderarlo, Kim Seungmin había decidido acudir al mismísimo demonio. Su alma ya no tenía valor, por lo que nada perdía en invocarlo.
―Dos dosis diarias de pudín, por un mes entero. Ese es mi precio ―dijo Minho.
―Pensé que me ayudarías por bondad ―replicó Seungmin, incrédulo.
Minho se acomodó sobre el sofá individual de la sala, cruzando sus piernas mientras acariciaba un peluche de Leebit que reposaba sobre sus muslos. La imagen que Seungmin tenía del mayor era el equivalente al de un mafioso o de un villano de Disney.
―Por supuesto que lo hago por bondad, pero este favor no sólo consumirá mi tiempo, sino también mi dignidad. Y mi dignidad tiene un precio muy alto, Seungminnie ―informó el castaño. Dejó de acariciar el conejo de peluche y lo agarró por las orejas, como si de una zanahoria se tratara ―. Yo obtendré mi delicioso postre y tú recuperarás la atención y el cariño de tu amigo; ambos saldremos beneficiados de este trato. Tú decides, tómalo o déjalo ―sentenció el interesado hyung.
― ¿Cómo estás tan seguro de que todo saldrá bien? ―interrogó Seungmin, dudoso pero casi convencido.
Minho soltó una risa socarrona.
―Si algo debes saber, Minnie, es que yo nunca pierdo. Todo lo que me propongo, lo logro ―aclaró, seguro en sus palabras.
Seungmin seguía aún inseguro, pero ya estaba cansado de no hacer nada. Era cuestión de suerte, como lanzar al aire una moneda, cara o cruz, ambas opciones podían salirle, tan sólo debía esperar al resultado. Era arriesgarse y enfrentar las posibles consecuencias de sus acciones. Ya nada perdía con intentarlo, después de todo; su amistad con Jeongin definitivamente ya no era la misma.
―Bien, acepto ―respondió al fin, haciendo sonreír a Minho.
― ¿Trato? ―preguntó Lee, extendiéndole su diestra.
Seungmin miró la mano extendida y suspiró, derrotado.
―Trato hecho ―decretó, estrechando la mano ajena.
Había cerrado un pacto con el Diablo, pero estaba dispuesto a entregar su alma, con tal de recuperar lo perdido.
.
.
.
.
.
.
Buenaaas, perdón por la demora, estuve bastante ocupada con temas de la uni y cuestiones emocionales. Bueno, eso y que no tenía muchos ánimos para escribir. Pero no se preocupen que esta historia va a seguir, y tiene para rato todavía.
Seungminnie decidió pactar con el Diablo, al igual que Hyunjin, esperemos que esto no traiga consecuencias jaja.
La preguntita random es la siguiente:
¿Creen en lo paranormal/sobrenatural? ¿Les han pasado sucesos de ese tipo? Pueden contar sus anécdotas por aquí si gustan (que les haya pasado a ustedes o a algún conocido también).
En mi caso, no creo en esas cosas, pues atea. Pero no voy a negar que me han pasado cosas un poco ¿? que no tienen explicaciones hasta ahora, pero me gusta pensar que hay alguna respuesta lógica para eso :DD.
El próximo capítulo será bastante largo, por lo que quizás me tome más tiempo de lo normal actualizar (quizás dos semanas como mucho).
Sin nada más qué decir, ya saben; comenten, voten, y esas cosas que siempre digo.
Nos estamos leyendo en un próximo capítulo, bye bye 💞✨.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro