CAPÍTULO 1: "Entre la espada y la pared"
Estaba nervioso, muy nervioso, pues a pesar de ya haber practicado innumerables de veces las mismas coreografías, las mismas líneas, de alguna u otra forma siempre estaba presente aquél pensamiento pesimista que le recordaba la posibilidad de que algo podría salir mal.
―Pareces un muerto recién salido de su tumba. ―dijo Jisung, parándose justo detrás de él, iniciando un leve masaje en los hombros del tenso líder. ―No te preocupes demasiado, hemos practicado infinidad de veces, estoy seguro de que todo saldrá bien. ―trató de animarlo, sonriéndole a través del espejo frente a ambos.
Bangchan suspiró y asintió en silencio, intentando relajarse ante los relajantes movimientos de las manos ajenas.
―Es solo que he dormido muy poco y temo colapsar, me pongo muy ansioso cada vez que tenemos comeback, y por más que quiera, no puedo evitarlo. ―se sinceró.
―Yo estoy igual, sabes, así que te entiendo. ―Jisung paró sus movimientos, ahora dirigiendo sus manos a la melena anaranjada, palpándola con cariño y delicadeza, cuidando de no despeinarlo. ―Animo, demos lo mejor y disfrutemos el amor de Stay. ―fueron las últimas palabras que le dijo el rubio antes de retirarse a quién sabe dónde.
Christopher Bang Chan no es ese tipo de personas negativas, claro que no, él siempre se caracterizó por ser alguien optimista y alegre, siempre viendo el lado bueno de todo, pero hoy justamente no es así, ya que se trata de un comeback, EL COMEBACK. Si bien siempre pone todo de sí en cada álbum, en éste no solo puso esfuerzo, era prácticamente el resultado de cada uno de sus sentimientos; el rejunte de sus lágrimas, risas, pensamientos. Es demasiado personal como para restarle importancia, por lo que, no puede evitar en pensar si realmente logrará gustarle al público, a Stay. A veces, en momentos como este, Bangchan se deja-sin querer-ser domado por sus más profundos miedos e inseguridades. Después de todo, el peso de líder lo lleva él.
―Hyung. ―una peculiar voz lo sacó de sus pensamientos. Era Changbin, quien al parecer, ya había terminado de arreglarse. Lo supuso al observar su cabello bien estilizado, pues eran-por lo general-los últimos arreglos que les hacían antes de salir al stage. ― ¿Puedes ayudarme con esto?, noona está ocupada retocando el maquillaje de Lee Know, ―le tendió un bálsamo sin etiqueta que parecía ser de un tono entre anaranjado o rosado, un tono salmón quizás. ― me puse crema para manos recién, así que no puedo hacerlo por mí mismo. ― terminó de explicar, un poco apenado.
―Claro, siéntate aquí. ― palmeó una silla que reposaba a su lado derecho.
Entonces el rapero menor tomó asiento, esperando con paciencia por la ayuda de su peli-naranja amigo, quien, con torpeza, abrió el dichoso bálsamo, embarrando un poco del contenido en su pulgar.
―Bien, acércate un poco. ―pidió.
Changbin así lo hizo, dejando su rostro más cerca del otro, lo suficiente como para que Bangchan no tuviera que estirarse tanto.
―Abre un poco la boca. ―una nueva orden fue acatada de inmediato, y solo entonces, el pulgar embarrado de cosmético se dirigió hacia los gruesos belfos, posándose primeramente sobre el labio superior.
Fue cuidadoso y amable con su accionar, pues sabía que Changbin tenía unos labios sensibles, generalmente susceptibles a resecarse y quebrajarse, sobre todo en climas fríos.
―Ábrela un poco más. ―nuevamente, y sin rechistar, el menor hizo lo pedido.
Su mano hizo lo mismo con el labio inferior, sosteniendo la afilada mandíbula con ayuda del dedo anular, para un mejor soporte.
―Tus labios están muy suaves ¿Los has estado hidratando con vaselina? ―preguntó curioso, a la vez que terminaba de dar una última pincelada, soltando luego la cara ajena.
Changbin sonrió, mostrando un poco los dientes.
―Solo con saliva. ―contestó relamiéndose, saboreando levemente el bálsamo colocado en sus ahora coloreados labios.
Se levantó, hizo una breve reverencia y se alejó de su vista.
Minutos después, la hora de presentarse había llegado, dieron todo de sí, como siempre hacían. Se dejaron llevar por la euforia del momento, hasta qué, cuando menos se dieron cuenta, ya iban casi dormitando en los asientos de la camioneta; o bueno, salvo por una persona, cuya mente no paraba de repensar una reciente vivencia en específico.
Suaves, esponjosos, verdaderamente agradables al tacto. Sentía como si las yemas de sus dedos hubieran acariciado un colchón de nubes.
Para su sorpresa, se había visto a sí mismo pensando en los labios de su amigo y compañero de trabajo.
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Habían pasado dos semanas quizás, dos semanas en las que sentía que su mente se había vuelto en su contra, transformándose en su enemiga, pues sentía que gracias a ella se estaba volviendo loco con cada día transcurrido.
Al principio no quería admitirlo, claro que no, y trataba arduamente de convencerse de que era simple apreciación, después de todo ¿Qué había de malo en apreciar la belleza de su amigo?, nada, excepto por una cosa; esto ya no podía considerarse una simple e inocente apreciación. Ahora había evolucionado a una fuerte y casi incontrolable obsesión. Había pasado de un fugaz vistazo a sus labios, a estar buscando con la mirada aquella parte de su cara en cada ocasión que él estaba cerca. Había pasado de preguntarse de qué sabor era el labial que usaba, a preguntarse a qué sabrían sus labios si lo besaba.
Había pasado de pensar en Seo como su amigo, a pensarlo como algo más, ya no deseaba solo su amistad, ahora no solo quería sus labios, ahora quería el paquete completo.
Bangchan se estaba volviendo loco por Seo Changbin.
Y aunque aceptar que le gustaba fue todo un tema, la verdad es que lo había terminado de asumir y aceptar con tranquilidad, cansado de mentirse a sí mismo. Sin embargo, un problemita se había agregado a su complicada situación, y ese problemita llevaba como nombre Hyunjin.
Bangchan se reprochaba una y otra vez por no saber controlar a dónde se dirigían sus inquietos ojos.
Había sido cachado con las manos en la masa, como quien dice. Fue una vez, en la que, practicando las coreografías, había sido descubierto observando intensamente el cuerpo de un sudado Changbin, quien, en un intento de menguar el calor de su cuerpo, había subido su remera hasta por arriba de sus costillas, dejando sus abdominales a la vista, cosa que no pasó desapercibida por el líder.
―Hyung ¿Le gusta Binnie hyung? ― le había preguntado Hwang, una vez apartados de los demás.
El mayor había abierto la boca, sintiendo que se le estaba por desencajar la mandíbula. Había sido atrapado, Hyunjin lo tenía entre la espada y la pared. El menor tenía aquella habilidad para leer a las personas, nada se le escapaba, incluso el mejor mentiroso del mundo podía ser desenmascarado por él. Hyunjin era un buen observador, y sus deducciones eran siempre asertivas.
―No te juzgaré, ni se lo diré a Changbin, si es eso lo que piensas. ―aclaró, tras notar lo tenso y nervioso que estaba. ―Se trata de disimular un poco, hasta el más distraído se daría cuenta de las ganas que le tienes. ―la risita divertida de Hyunjin solo logró avivar el sonrojo de sus mejillas.
Aquella vez Bangchan no había dicho nada, porque cualquier cosa que saliera de su boca sería en vano al fin de cuentas. Hyunjin ya lo sabía, y nada podía hacer al respecto.
Okay, creo que ya van como 2 años desde la última vez que subí una historia (re que las borré a todas je), espero que puedan darle oportunidad a esta, ya que ha sido la que más desarrollé desde que me recuperé de mi hiatus mental. Comenten lo que quieran y aprieten la estrellita si les gustó, y así yo me doy cuenta si les gustó o no.
Voy a estar actualizando entre 1 o 2 veces por semana, así que nos vemos en el próximo capítulo, bye bye~.
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