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"Lo siento, soy un anti romántico
ya no creo en nada romántico tengo miedo de que se queme todo mi corazón y queden solo cenizas"

Anti-Romantic – TXT

Roseanne logró lo que quiso, y ahora no podía quejarse. De ser así, se convertiría en la ridiculez hecha persona y por su maldito orgullo, no se creía capaz de acercar a Jennie y remediar el problema o siquiera darle consuelo.

Es más, la que lo estaba recibiendo era ella junto a Jisoo. La única chica que sabía detalladamente sobre ese conflicto inmaduro que tuvo.

—¿Qué te dije yo?

—Que la perdería.

—¿Y qué pasó?

—La perdí.

—Me encanta decirte; "Te lo dije".

Roseanne dejó un manotazo desanimadamente en el hombro de Jisoo. La otra no río y lo único que se limitó a hacer fue suspirar.

—Sabías que pasaría, Jennie no estaría para ti toda una vida. Menos si le pedías cambiar.

—¡No me gusta que sea cursi, maldita sea! —volvió a repetir— Porque ella es... Es tan linda conmigo. Tiene una paciencia para estar conmigo, no le importaba que tan mierda podía ser con ella, seguía insistiendo en enamorarme y eso es lo que odio porque... Porque aunque me gustaría estar con ella, yo no soy lo que Jennie merece. Por eso me forzaba tanto a que dejara de ser linda y cursi, para que me dejase y pudiese encontrar a alguien mejor. No es que de verdad quisiera romperle el corazón, simplemente...

Roseanne resopló frustrada de sí misma, pero también dolida sabiendo que dañó profundamente a la mejor persona que alguna vez pudo tener a su alcance.

—Simplemente ella no merece estar con alguien como yo que la ha dejado en el suelo todo el tiempo. Merece... —la rubia no se dio cuenta cuando su voz se rompía lentamente, como sus sentimientos verdaderos salían a flote y era jodidamente tarde para arrepentirse.

—Sabemos que merece algo mejor que tú, pero tampoco te decaigas —Jisoo palmeó su hombro— ¿Qué no sentías nada por ella? Lo superarás tan fácil como fue quitarle la poca autoestima que tenía, ya que eres experta en ello.

—Deja de decirlo así —Roseanne sabía que era verdad, no quería seguir escuchándolo porque le destrozaba aún más el interior.

—Es verdad, Roseanne.

—Pero no quiero oírlo —cabizbaja comenzó a jugar con su dedo sobre la mesa buscando distracción, pero aquel infernal nudo en su garganta impedía aquel hecho.

La sola imagen de Jennie le daba como una patada en la cabeza, esperando ser la primera y última persona en haberla hecho sufrir tanto y menospreciar su inocente cariño como cualquier cosa.

—M-Me arrepiento... —repentinamente Jisoo escuchó un sollozo ahogado provenir de su lado.

Giró preocupada a Roseanne y notó a la misma escondiendo su rostro entre sus brazos, así todas sus lágrimas notoriamente presentes humedecían las mangas de su sudadera.

—Hey, vamos... —Jisoo rodeó sus brazos en sus hombros— Es una pena adolescente, pasará algún día, lograrás apreciarte más a ti misma y encontrar a alguien que te quiera mucho. Créeme que sí, una persona no es infeliz toda la vida.

—No quiero a otra persona, y-yo la quiero a ella...

—No puedes volverla a tener, nunca fue tuya en realidad —mencionó, buscando darle consuelo.

Aunque Jisoo realmente no era buena en ello.

—Te lo advertí. Te dije que Jennie era muy linda contigo, pero si seguías así la perderías —acarició su espalda en círculos.

Realmente no sabía cómo consolar a la misma persona que produjo el problema y cómo hacer para que la misma dejase de sentirse tan basura cuando de verdad era muy tarde para arrepentirse.

—¿Q-Qué hago?

—Olvídate de ella.

—No quiero.

Jisoo resopló frustrada.

—¿Y qué quieres hacer? ¿Pedirle perdón? ¿Tratar de solucionar todo? Es más, ¿Cuánto tiempo llevas menospreciándola de esa manera?

—N-No recuerdo... —tartamudeó, intentando no romperse con sus palabras.

—Entonces damos por hecho de deben de haber sido meses. Horribles meses donde le hiciste ver a Jennie que ser cursi es casi como un defecto —tras su silencio, Jisoo dio con la respuesta que esperaba— Mierda, Roseanne. Ni yo te perdonaría algo así.

—P-Perdón...

—No me pidas perdón a mí, deberías de pedírselo a ella.

—No me quiere ver.

—Ni yo te quiero ver y no soy Jennie —Roseanne dejó otro manotazo débil en el hombro de Jisoo. Ésta no se quejó porque no valía la pena— ¿Quieres ayuda? Perdóname que te lo diga, pero no es agradable verte soltar mocos en mi chaqueta.

—Toma tu mugrosa chaqueta —la menor la sacó de tenerla bajo sus brazos y se la dio a Jisoo fuertemente.

—De acuerdo... Andas agresiva —suspiró— ¿Qué planeas decirle? ¿Te quieres disculpar?

—Es lo mínimo que debería de hacer, ¿Verdad?

—Deberías de hacer muchas cosas, pero ese es el primer paso, así que... —Jisoo dejó palmaditas en su espalda para que pudiese levantarse— Deja de pensar en ella y se directa de una buena vez.

Su ánimo probablemente no era el mejor, Roseanne no sentía una confianza plena para hablar con Jennie porque sentía que la misa le soltaría un puñetazo en la cara. Y no la culparía porque seguramente lo merecía.

—Si le digo lo que siento, yo...

—Jennie no es tan desgraciada. Al menos pensara las cosas, tan solo díselo —insistió.

Se replanteó la situación varías veces buscándole el lado positivo, cosa que no podía ver en ese instante, pero quizá intentándolo lograría darse cuenta de lo tan malo o tan bueno que era acabar todo lazo sentimental o amistoso con Jen.

Se levantó de su silla dejando a Jisoo allí, casi que trotando llegó a la biblioteca donde Jennie siempre se solía encerrar cuando sus días iban decayendo. Además que era una chica sin amigos, solamente conocidos, Jennie estaba sola cada receso.

Una opresión en el pecho se hizo notar cuando recordó ello, antes de abrir la puerta de la biblioteca y entrar.

Jennie era tan tímida, poco sociable, la ansiedad que de vez en cuando le producían socializar era alta en el momento que debía de establecer conversaciones con desconocidos. Comenzaba a sudar, se trataba demasiado con sus palabras y era incapaz de hacer contacto visual con cualquiera.

Roseanne únicamente le provocó más inseguridades.

No quiso pensar en ello, así terminaría rompiéndose ella misma, simplemente entró a la biblioteca y sabiendo donde estaba la mayor se dirigió donde ella.

La conocía demasiado bien; tomaba su chaqueta o suéter y se lo colocaba en la cabeza, encerrándose en ese mismo espacio con el libro apoyado en la mesa y podía leer con la poca luz que entraba por los tejidos del suéter o el pequeño espacio que ella hacía con sus manos si se trataba de la chaqueta.

Roseanne sonrió dolorosamente y se acercó, sentándose en la silla del lado.

Agarró el suéter azul de la mayor y se escondió con ella ahí, donde estaba completamente cálido y la única respiración de Jennie se escuchaba.

Sin importar la poca iluminación, su rostro podía verse perfectamente bien y sus ojos, hinchados por estar probablemente llorando a causa suya, estaban cerrados.

Inevitablemente acercó sus dedos hasta sus mejillas y acarició las misas suavemente, creyendo que Jennie estaba dormida, cuando realmente no.

—¿Qué quieres? —preguntó sin abrir sus ojos.

Ese tono de voz tan poco cariñoso, con un aire odioso y frío, hacían que Roseanne se sintiera culpable y un nudo se apoderó de su garganta.

—Quería verte... —confesó en un murmullo.

—Vete, por favor. No tengo ganas de discutir contigo.

—Jennie-ah.

—De verdad, Roseanne. No quiero... Verte.

Roseanne sabía que eso pasaría, pero no sabía qué le iba a doler tanto. Que le iba a costar tanto asimilar que Jennie la comenzaba a detestar.

—Por favor... —susurró la rubia— Sé que soy una idiota, pero al menos déjame explicarte la situación.

—No quiero.

—Yo sé que si quieres. De rencorosa lo niegas.

Jennie abrió sus ojos lentamente. Aquel simple gesto provocó una sonrisa en la menor, que por más de sentirse la peor persona del mundo y ahogarse por sí misma cuando los ojos de Jennie los notó horriblemente cansados por el llanto, Jennie seguía siendo hermosa a su vista.

—Estoy pensando demasiado en ti —confesó en un hilo de voz— No puedo dejar de pensar en ti mientras me voy dando cuenta que soy una maldita idiota.

La castaña no reaccionó.

—No quería dañarte. No quería que estuvieras conmigo porque yo no te merezco. No quería enamorarme de ti sabiendo que sería la primera y única persona en dañarte tanto, porque por más que me esforzara en hacerte feliz cometería un error y te haría caer —el tacto en la mayor se volvió lento— Tenía miedo de no darte lo que mereces, de ser tu peor recuerdo y el peor presente que pudiste haber tenido en tu vida. Y no quiero quitarte la sonrisa del rostro, no quiero que seas infeliz por mi culpa, yo quiero... Mierda, quiero hacerte feliz, pero no puedo. No sé hacerlo, nunca aprendí a hacer feliz a alguien y no quiero aprender contigo porque para hacerlo tengo que equivocarme y eso implica dañarte... No me voy a perdonar eso nunca. No mereces sufrir por una idiota como yo, lo sabes, entonces no sufras por mí. No desgastes toda tu energía llorando por alguien que no vale la pena, porque sabes perfectamente que no soy el mejor partido y aunque sea la chica de tus sueños, sabes que no soy bella.

La voz de Roseanne era evidentemente decaída, la cual se forzaba por mantenerse estable y que no doliese seguir diciendo sus sentimientos.

—Me da miedo quererte tanto... —murmuró— Sé que me quieres, pero yo no sé de eso, no sé de amor, no soy romántica y no entiendo ese sentimiento.

Sin darse cuenta sus ojos comenzaron a humedecerse mientras miraba las páginas del libro abiertas, buscando distracción a su llanto mirando un punto fijo.

—Y... Y únicamente por ello te pedí que dejaras de ser tan linda conmigo —continuó— Porque no sabía cómo darte lo mismo. No sabría lidiar con el sentimiento de enamorarme de ti... Al final lo hice, no puedo dejar de pensar en ti, de desear que estés conmigo —Roseanne limpió sus ojos— Quiero que me quieras, realmente lo anhelo, pero me da mucho miedo eso y no me doy cuenta que termino siendo demasiado cerrada para otros.

Jennie relajó su expresión cuando notó las lágrimas de Roseanne bajar por sus mejillas, fijándose que la misma estaba igual o más frágil que ella en ese momento.

—P-Perdón... —tartamudeó— Y-Yo no quería ser así... No quería dañarte, n-no quería que te volvieras más insegura por mi culpa. S-Solamente quiero que me quieras... P-pero quiero dejar de tenerle miedo a ese sentimiento y sé que no puedo conseguir las dos cosas a la vez.

—Roseanne...

—Q-Quiéreme, por favor. Aunque suene egoísta de mi parte, n-no tienes idea de lo que provocas en mi... S-simplemente me cuesta mucho expresarlo. E-Ese es el único problema.

—No llores —le pidió, llevando la yema de sus dedos hasta esas mejillas tibias que estaban completamente húmedas— Roseanne-ah.

—P-Perdón... —repitió— Perdóname, no me importa si quieres volver a verme o no, solo perdóname por hacerte sentir tan mal.

Jennie estaba en una línea fina en donde no sabía a qué lado cruzar.

Podía dejar a aquella chica que hacía a su corazón saltar y vivir pensando en que Roseanne fue la persona correcta en el momento equivocado. Pero estaba cegada por el sentimiento en su interior, verla llorar le dolía, entonces no sabía qué hacer y que era lo correcto.

¿Las segundas oportunidades valen realmente la pena?

Jennie quería creer que sí y que no se arrepentiría de nada.

—Estoy muy enamorada de ti —confesó la castaña— Y por eso me cuesta tanto dejarte.

No quería imaginar lo que seguía, Roseanne estaba dispuesta a decirle adiós a todo sentimiento convertido en amor hacia Jennie y dar por finalizada esa situación.

—¿Sientes lo mismo por mí? —preguntó, llevando su dedo índice a la barbilla de Roseanne y poder alzar la misma.

Roseanne tragó fuertemente.

—S-Supongo que así es...

—¿Y te da miedo sentirlo?

—Un poco... —soltó en un hilo de voz.

—Está bien que tengas miedo e inseguridad —trató de sonreír— Pero no tienes que sentir eso conmigo, no tienes que esforzarte en quererme perfectamente bien. Con nadie te esfuerzas si estás enamorado, querer a alguien es algo genuino y de lo cual no planeas nada. Es algo que se siente y lo expresas de la manera que quieras, claro que de una manera sana.

Jennie relamió sus labios y puso su mejor sonrisa, haciendo que el corazón de Roseanne se calmase con la preocupación y dolor.

—Creo que eres demasiado buena para este mundo, independiente de todo lo que hayas hecho. Si es tu manera de negarte a sentir algo por temor, pues no es tu culpa, porque reprimirte a no sentir nada únicamente por el temor e inseguridad que te produce ese sentimiento, no es algo que quieras hacer. Todos en algún punto de nuestra vida vamos a querer sentir algo que te haga sentir especial, feliz y que no te produzca sensaciones dolorosas y agobiantes.

La mayor pasó un mechón de cabello por detrás de la oreja de Roseanne.

—Tú lo único que quieres es eso, solo que tienes miedo y muchas inseguridades que te detienen a dar el siguiente paso —ahora la yema de sus dedos acarició la mejilla contraria— Y por eso me gustaría ser la persona con la cual dejarás el temor de amar. No importa si es para toda la vida o no, el hecho de hacerte sentir segura y libre de que seas tú misma sin reprimirte a nada, créeme que me hace demasiado feliz.

Los pensamientos de Roseanne chocaban entre sí sin explicación alguna, queriendo entender la sensación tan única que Jennie producía en toda su piel, toda su cabeza y todo lo que eran sus sentimientos.

—No me importa si te equivocas mientras me quieres. No me importa si no te gusta ser tan afectiva y melosa. Tampoco me importa si algún día me pides tú espacio para estar sola. Lo que me importa es que seas tu misma, que te aprecies como persona y entiendas que eres mucho más que hermosa. Aunque te cueste demasiado verlo, aunque cada día no te guste verte en el espejo y tengas miedo de ser tu misma, no importa, haré todo lo posible porque dejes esos pensamientos. Porque créeme que cuando te digo que me gustaría prestarte mis ojos para que veas lo hermosa que eres, no es una broma ni mucho menos una mentira.

Aquella lágrima que se prometió reprimir, bajó suavemente por su mejilla acabando su recorrido en los dedos fríos de Jennie. Junto a esa sensación en su piel, la mayor sonrió en un aire doloroso.

—¿E-Entonces...? —tartamudeó Roseanne.

—Entonces... —Jennie suspiró— Nos daremos un poco más de tiempo.

—¿U-Uh?

—Iniciar ahora una relación no es lo correcto —explicó— Quiero hacer las cosas bien contigo y necesito sanarme un poco a mí misma para darte todo lo que mereces. Tú también deberías de hacer lo mismo.

Roseanne sabía que eso era lo más correcto. Sanarse a sí misma, cuidarse más a sí misma y poder darse más cariño, esas eran cosas que debía de tener presente y ponerlas en práctica para poder querer a alguien más sanamente.

—¿Crees que es lo correcto?

Jennie sonrió.

—Es lo más correcto, Rosie.

—Ummm... Está bien —trató de que su voz no sonase demasiado rota. Aunque de todas formas era un gesto fallido— ¿C-Cuánto tiempo?

—Sería considerable hasta el verano o un poco más —dejó caricias suaves en su cabello.

Aquello era un lapso de tiempo de dos meses, quizá un poco más que eso, no estaba segura de cuanto estaría esperando por mejorar su situación.

No mentía diciendo que eso le dolía como un infierno y que no serían los mejores meses de su vida.

Pero pensaría positivo, estar sin Jennie no era el fin del mundo y darse un tiempo a sí misma no era algo de culpa arrepentirse.

—¿Dos meses sin ti? —fue inevitable no soltar un sollozo leve, que dejó a Jennie más débil que antes.

—Estuviste años sin mí, dos meses no será nada.

La mayor se acercó a la rubia, dejando posar sus labios sutilmente en su frente y acariciando la misma cuando se separó.

—Ahora te librarás de mi cursilería —río suavemente— Y dejarás de oír esas frases que tanto odias.

—No, no digas eso. Realmente me gusta oírlo —se apresuró en negarlo— Es tan ridículo admitirlo después de todo, pero tus frases cursis son lo más lindo que alguien me ha podido decir.

Jennie no dejó de sonreír hermosamente.

—Me impresiona oírte decir eso —río— Pero me alegra de todas formas.

Ambas conectaron sus miradas una vez más, antes de que Jennie quitase su suéter de sus cabezas y respirara hondo.

—Me tengo que ir —avisó rápidamente.

Roseanne secó con sus dedos sus ojos y mejilla, forzando una linda sonrisa hacia la mayor, la cual fue correspondida.

—Adiós —se despidió Jen, tomando el libro y cerrándolo suavemente.

—Nos vemos.

Fue lo último que dijo, para después ver cómo la silueta de Jennie se alejaba hasta la salida de la biblioteca.

Dejó caer su cabeza entre sus brazos repasando todo lo anterior, llegando a la conclusión de que Jennie no sería tan mala con ella para hacer real ese adiós y que de verdad no la volvería a ver.

Pero de que sabía que era lo mejor para ser feliz a su lado, lo era completamente.

Y que si su destino estaba anclado al de Jennie, volvería a estar cerca de ella como tanto lo anhelaba.

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