02
Jennie y Roseanne se conocieron en un club literario, hacía ya dos años, pero en realidad ambas sabían un poco de la otra porque iban en el mismo jardín infantil cuando eran pequeñas y ahora, a pesar de que estuvieron en salones diferentes, cursaban el mismo año.
Eso provocó más "cercanía" en ellas, sobre todo cuando Roseanne pasó al salón A donde estaba Jennie.
Desde ahí, la última mencionada se empeñaba por acercarse a Roseanne.
Todo de ella le gustaba, la volvía loca, verla era una cosa de entrar al paraíso y salir de ahí no sería posible jamás, porque una vez la conoció quitársela de la cabeza nunca fue una opción.
Y es que Roseanne podía esforzarse en negarle la facilidad a conquistarla, pero por dentro Jennie se le hacía la chica más adorable, inocente y linda que pudo haber conocido. Solo que su orgullo le impedía reconocerlo.
A causa de esa sensación desagradable de sentir que reprimía parte de toda su libertad expresiva, quería hacerle saber a Jennie que con chicas cursis y tiernas como lo era ella, jamás saldría.
Cosa que era una falsedad, porque prefería a una adorable chica, detallista, cursi y amorosa, a una idiota sin cerebro que solo pensaba en sexo.
Pero su orgullo no le dejaba darse una oportunidad con Jennie.
—¿Qué puedo hacer para que aceptes mi invitación? —intrigó la de castaña desde su asiento. La rubia se sentaba atrás suyo.
—Te dije, no me gustan las chicas como tú.
—¿Y cómo te gustan? ¿Las que son adictas al sexo?
—No —negó velozmente— Pero tampoco una persona como tú me va a conquistar.
—¿Por qué? —intrigó indignada.
—Eres demasiado cursi, Kim Jennie —fingió una mueca de disgusto— No sé cuántas veces lo he dicho, pero odio lo cursi.
—Puedo serlo menos si quieres.
Aunque eso vivía en el ADN de Jennie. El hecho de ser cursi no era algo que se forzara a ser, era genuino y lindo. Cualquier persona con una mentalidad adorable diría que Jennie era la chica perfecta e ideal para cualquiera.
Roseanne presionó su agarre en su puño.
"No seas idiota, yo no quiero que cambies tu maldita cursilería".
—No harías algo así.
—Dame una oportunidad. Yo no soy una mala persona —pidió.
"Estúpido puchero qué haces. Estúpida tú, maldita cursi que no me dejas sacarte de mi mente".
—No digo que seas mala persona —aclaró— Simplemente eres muy cursi. No eres mi tipo.
—¿Y quién es tu tipo? —intrigó desesperada.
Roseanne no debió de haber dicho eso, ahora su mente quedó en blanco sin saber a quién nombrar como su tipo ideal.
Tantos chicos y tantas chicas en el salón, se fue por la menos que era su verdadero tipo ideal. Y es que se arrepentiría, pero no totalmente si eso implicaba alejar a Jennie y sus bobas, y lindas frases cursis.
—Kim Jisoo —respondió lo primero que llegó a su cabeza.
—¿Jisoo? ¿La idiota de Jisoo?
—No le digas idiota.
—Esa chica no sabría cuidarte ni tratarte, no te merece, Roseanne.
Dicha suspiró.
—¿Y tú sabes lo que merezco?
—Sí, sé lo que mereces —respondió segura.
—¿Qué merezco según tú?
—Mereces amor, respeto, una calidez que te abrace cuando tengas frío y alguien que camine a tu lado aun así no tengas el mismo ritmo que esa persona para hacer las cosas. Que te acepten sin ningún cambio, te toquen como un cristal recién creado y que, como si fueses un pedacito de cielo en este horrendo mundo, puedan proteger de ti porque eres la chica perfecta, pero no todos merecen tenerte.
Roseanne se quedó plasmada en Jennie, admirando cómo esa bella chica era capaz de decirle tantas cosas hermosas sin recibir ni mínimo un "gracias" de su parte.
—Me encantas... —susurró en un tono casi inaudible.
—¿Uh?
Y se retractó cuando se dio cuenta.
—¡Qué es muy cursi, Jennie! ¡Y sabes mejor quenadie mi opinión hacia lo cursi! ¡No. Me. Gusta!
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