Pɾιɱҽɾσʂ Ⴆҽʂσʂ
Jimin caminaba con las mejillas furiosamente rojas y la mirada un poco baja. No estaba avergonzado ni se sentía humillado, en realidad estaba feliz, absolutamente feliz por dar aquel gran paso con Jungkook. Si alzaba un poco su rostro y giraba los grados suficientes para contemplar las facciones ajenas encontraba orgullo, Jungkook caminaba con una sonrisa orgullosa mientras sujetaba su mano con los dedos firmemente entrelazados.
Jungkook estaba orgulloso y él era demasiado tímido, pero estaba bien, ellos iban a un paso adecuado. Era la primera semana en la que hacían eso, llegar a la universidad con las manos entrelazadas y dejarse frente a la clase que no tuvieran juntos.
Las miradas no se hicieron esperar y aunque al principio Jimin estaba algo avergonzado por llamar tanto la atención, cuando giró y vio a su pareja tan feliz y orgullosa no pudo hacer más que acercarse a su costado y tratar de olerlo, era algo extraño, pero el olor natural combinado con la loción que ocupaba el rubio lo relajaba enormemente. En esa ocasión Jungkook giró a verlo y le sonrió con ternura antes de dejar una suave caricia en su cabello, conocedor de que intentar un beso frente a todos sería demasiado pronto para su pareja.
Un beso era algo mucho más íntimo a los ojos de Jimin, era algo que prefería en la intimidad y disfrutaba cuando llegaba a más. Él conocía su cuerpo y necesidades, así como las del rubio, y sabía de antemano que sus besos algunas veces terminaban en restregarse sobre la ropa hasta liberarse y pasar al siguiente nivel, donde la cama golpeaba con tanta fuerza contra el muro que tuvo que pasar la mayor vergüenza de su vida: hablar con el hombre de seguridad que llegó a su departamento por petición de sus vecinos quienes aseguraban que ellos estaban discutiendo a gritos y arrojándose cosas.
—Hoy tengo partido, uno de verdad, el otro era de práctica —mencionó Jungkook cuando estaban cerca del aula contraria.
—¿A qué hora?
—Parece que a las dos, aún no estoy seguro —respondió acomodando uno de los mechones rubios detrás de su oído—. ¿Tú estarás en clase?
Jimin asintió con los labios apretados.
—Se supone que hasta la una, pero conociendo a la profesora Min saldré a las tres.
Jungkook rio ligero por el comentario y se detuvo frente a él para despedirse.
—Bueno, en todo caso nos veremos más tarde, puedes ir al departamento antes y yo te alcanzo cuando termine —ofreció con una cálida sonrisa, tan amoroso y comprensivo como siempre.
El azabache se perdió unos segundos en esa calidez que emanaba su pareja, en el amor que parecía brotar de sus ojos y algo más que no sabía identificar. De todas las mujeres con las que él había salido, ninguna tenía aquella mirada amorosa y soñadora que veía en el rubio cada mañana.
—Minnie, tengo que irme, si se puede nos vemos en la cafetería —dijo antes de acariciar su cabello y el mencionado detuvo su mano cuando se alejaba.
Jungkook le miró confundido y algo apenado, creyendo que el contrario le diría algo referente a las caricias y las muestras de afecto públicas.
Todos los miraban, Jimin sabía eso de sobra y aún con toda su vergüenza se acercó para dejar un beso casto sobre los labios delgados. Sonrió con los mofletes más rojos que antes y volvió a unir sus belfos para un beso suave que terminó con sus narices jugando entre ellas.
—Te amo, nos vemos más tarde —dijo sin atreverse a ver nada más que los oscuros ojos de Jeon y a cambio recibió un asentimiento demasiado alegre y una sonrisa esplendorosa.
—También te amo, nos vemos en la cafetería.
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—Así que besaste a Jeon enfrente de todos a la hora de entrada —dijo Taehyung risueño y Jimin casi se ahoga con su jugo en caja—. Eres todo un pillo —añadió riendo a carcajadas y provocando una sonrisa en Yoongi.
La hora de la merienda había llegado con relativa velocidad, a excepción de Jimin, él sintió que pasaron siglos desde que vio por última vez al rubio.
—Maldición, deja de ver la puerta, no ha de tardar mucho en venir.
—Me dijo que vendría hace casi diez minutos y sabes que sólo tenemos media hora para comer.
—Amigo, me estás dando miedo —el azabache gruñó en respuesta—. No Jimin, lo digo en serio esta vez. Te conozco desde hace años, más de los que llevas con Jungkook y conocí a la mayoría de tus novias anteriores. Y puedo asegurarte, incluso puedo poner a mi relación como algún estúpido pagaré de que no miento, jamás te había visto tan enamorado como lo estás de Jungkook.
Él lo miró con miedo unos segundos y luego suspiró, asintiendo lentamente.
—Lo sé, yo mismo sé que no hay una persona por la sentí o sentiría lo que siento por Jungkook.
—Y es un chico.
Jimin sonrió.
—Sí, es un chico.
—Tú habías dicho que no saldrías con un chico porque eras hetero.
Ahora rio con fuerza, recordando las miles de ocasiones en las que aseguró no relacionarse con un hombre para algo más que una amistad. Él no era homofóbico ni nada parecido, desde un principio supo que Taehyung era homosexual y no tuvo ningún problema con eso, pasaban buenos momentos a solas, jugando hasta muy llegada la madrugada y durmiendo con las piernas entrelazadas cuando el cansancio podía más que sus ganas por dormir en camas separadas. Siempre supo la relación que tenían y el peliazul también era consciente de esa gran amistad que no pasaría a más, y en realidad ninguno lo quería.
Sin embargo, algunos años más tarde conoció a Jungkook y todo aquello que creyó estable se deformó, el rubio se abrió su propio camino en la vida que él consideraba casi perfecta y ahora estaban así, él esperando desesperadamente por alguien que parecía haber sido tragado por la tierra.
—Jimin...
—¿Uhm?
—¿Alguna vez has pensado que ustedes podrían llegar a separarse? —cuestionó Yoongi con una de sus cejas en alto y Jimin le miró atónito, incapaz de hablar por algunos segundos.
—Amor, quizás eso no deberíamos de preguntarlo —murmuró Taehyung y su pareja le miró con seriedad.
—¿Por qué no? Uno nunca sabe lo que puede pasar.
—Bebé, yo no me junté contigo pensando que algún día terminaríamos.
—Pero...
—Yoon —lo miró serio, provocando en el castaño un puchero casi imperceptible.
—Bien.
Jimin sonrió negando y luego se dirigió al novio de su amigo.
—¿Sabes? En el pasado Jungkook estuvo a punto de dejarme.
—¿Lo dices en serio? —el asombro fue evidente y Jimin sonrió por ello.
—En serio, fue hace casi un año, discutimos por mis "encuentros" con Ha-neul —dijo haciendo comillas con sus dedos—. Uno de esos días ella pasó el límite que yo le había impuesto y no noté a tiempo que él lo había visto, traté de manejar las cosas sin hacer un escándalo y terminé hiriéndolo.
—¿Te dijo que se hartó porque nunca la pusiste en su lugar?
Jimin casi rio por la similitud de lo dicho y lo rápido que el castaño había interpretado la información.
—De hecho sí, dijo que yo no le daba el valor que él se merecía por ser mi novio desde hace años.
—¿Y tenía razón? —preguntó y a lo lejos pudieron ver a Jungkook acercarse con una gran sonrisa.
—La tenía, no le di su lugar desde un principio —murmuró antes de hacer señas al rubio para que tomara asiento con ellos.
—Perdón por tardar tanto, los chicos estaban haciendo tonterías y me entretuve —dijo riendo ligero y abrazando a Jimin en cuanto estuvo a su lado—. ¡Hola, Tae y Yoon!
—Hola, Jungkook —regresaron el saludo.
—¿Y bien? ¿De qué hablaban? —preguntó y a cambio recibió un beso que nada tuvo de casto.
Los labios de Jimin se apoderaron de los suyos en un encuentro lento pero profundo, el calor siendo evidente con cada movimiento y la humedad de sus lenguas comenzando a generar un sonido morboso.
—Pues... ¿Qué te puedo decir? Creo que verlos besarse es más que suficiente —dijo Taehyung con tono burlón y algo asqueado.
Jimin se sonrojó nuevamente, ocultándose en el pecho de su pareja y dando besitos castos en su cuello. Jungkook solo negó sonriendo y abrazándolo con más fuerza.
—Hoy eres más tierno de lo normal —susurró en su oído y el azabache se encogió de hombros.
—Aprovecha, esto no será de todos los días.
Taehyung rodó los ojos al ver la mirada de todos sus compañeros puestas en la pareja.
—Vamos, chicos, yo y todos los mirones de esta puta cafetería estamos comiendo. ¿Que no ven que ni siquiera pueden tragar de lo ocupados que están observando? —gritó para que todos lo escucharan y volvieran a lo suyo, luego giró y le hizo un guiño al azabache.
Jimin amaba a su mejor amigo con el alma.
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Eran la una de la tarde con cuarenta y cinco minutos y la profesora Min parecía demasiado empeñada en alargar la clase. Jimin ya no lo soportaba, a pesar de que él y Jungkook no prometieron verse para el partido y ya habían superado la etapa del dolor que les causaba no verse para los eventos importantes, él quería ir a verlo, decirle que le iría perfecto y desearle toda la suerte del mundo antes de besarlo con fuerza y...
—¿Usted qué opina, señor Park?
—¿Eh?
Las risas de sus compañeros no se hicieron esperar.
—Yo...
—Usted no tiene idea de lo que hablo porque está en un lugar completamente lejos de aquí, ¿no es así? —él no dijo nada, pero el sonrojo en sus mejillas fue más que suficiente—. Y puedo apostar a que está en las canchas de fútbol, con uno de los jugadores masculinos que participarán en el partido de hoy, ¿no es así?
—Yo...
—Vamos, señor Park, no solo tartamudee.
—Sí, yo estoy pensando en Jungkook —dijo bajo y la anciana sonrió.
—Entonces es cierto, ¿no es así?
Jimin sentía que le daba un ataque cada vez que la mujer hacía esa pregunta.
—Supongo que lo es.
—Bueno, venga aquí y muéstreme el trabajo que dejé de tarea, aquel que le entregué la semana pasada para que lo corrigiera.
Asintió y rápidamente sacó de su mochila cerca de cincuenta páginas dentro de un folder, luego se acercó hasta el escritorio de su docente y se lo entregó en las manos. La mujer lo ojeó e incluso olfateó con ligereza.
Extraño.
—¿Sabe, señor Park? Así es como huele la pulcritud y excelencia. He sido su profesora por dos años e independientemente de su orientación he visto en usted un alumno entregado y dedicado.
—¿Gracias? —sonando más como pregunta, Jimin le sonrió con gratitud y la mujer le regresó el gesto.
—Tome sus cosas y salga de aquí, todavía tiene diez minutos para llegar al campo.
—¿Eh?
—Lo que escuchó, el resto se quedará a revisar sus nuevos errores, su trabajo no necesita más correcciones así que puede salir ya —el azabache casi sintió ganas de besar a la mujer por su consideración—. Escúcheme bien, Park. Mientras su trabajo siga siendo tan bueno y sus notas excelentes, conmigo no tendrá mucho problema en salir antes.
—Gracias, muchas gracias —dijo guardando todo lo de su pupitre con prisa y corriendo fuera del aula.
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—¿Es cierto que estás saliendo con Park? —Jungkook volteó para ver detrás de sí a Mark, uno de sus compañeros de juego—. Todo el mundo está loco diciendo que ustedes son pareja.
—Sí, estamos saliendo —confirmó mientras se estiraba como parte de su calentamiento.
—¿Y es algo reciente o ya tiene tiempo?
El rubio lo miró con una ceja en alto y notó como el resto de sus compañeros también estaban al pendiente de su plática.
—¿Por qué quieres saber? ¿Acaso él te gusta? —cuestionó con una mirada calculadora y el rostro del contrario rápidamente tomó un tono rojizo.
—No, no, Park no me gusta —dijo mientras negaba con las manos.
—¿Sabes, Jeon? Él dice que quien le gusta eres tú —añadió otro de sus compañeros, Eun Wo, para molestar más al joven que había iniciado con las preguntas y ahora tenía el mismo color en el rostro que el semáforo del cruce peatonal.
—¡Maldición, deja de decir estupideces! —gruñó para el contrario y Jungkook rio con fuerza. El resto de sus amigos no se quedaron atrás y rieron en coro.
—Llevamos juntos mucho tiempo, pero no nos habíamos animado a decirlo hasta ahora.
—¿Mucho tiempo? ¿Cuánto es eso?
Jungkook sonrió y le hizo señas para que se acercara.
—¿Quieres saber? —murmuró en su oído y el otro asintió—. Pregúntale a Jimin cuando lo veas.
Mark bufó golpeando su hombro y maldiciendo entre dientes.
—Eres un estúpido.
—Lo soy —dijo sonriendo con poca arrogancia.
—¡Vamos, hombres, quiero resultados en este partido, quiero que ganen desde el primer tiempo, que valga la pena entrenar tanto diariamente! —gritó el entrenador desde una esquina y todos asintieron antes de seguirlo para preparar su plan de juego.
—Jungkook... —nuevamente Mark se acercaba para llamar su atención.
—¿Uhm?
—¿Park no vendrá a verte? —cuestionó con curiosidad y él sonrió apagadamente.
—Él estará en clase, no siempre puede venir a verme.
—Así como tú no puedes ir siempre a verlo.
—Así es.
—¿Quieren decirnos qué es tan importante e interesante para que ignoren a su entrenador? —preguntó el mayor de brazos cruzados.
Tanto Mark como el rubio negaron.
—No señor, no es nada.
—Bien, ésta es la estrategia, mi trabajo es enseñarles y el de ustedes ponerlo en práctica. Ustedes pueden, yo confío en su potencial.
Después de algunas palabras de aliento y frases motivadoras, el entrenador les permitió salir pues el partido estaba a nada de comenzar. Jungkook mantuvo su mirada en el campo y sonrió cuando uno de sus amigos lo llamó para que mirase a la parte baja de las gradas.
—Es Park —mencionó Mark y el rubio asintió.
Corriendo ligeramente hasta dar con la malla que los separaba, Jungkook sonrió más grande que antes y lanzó un beso al aire que fue rápidamente correspondido.
—Pensé que no podrías venir.
—Una larga historia, pero lo importante es que estoy aquí.
—¿Esperarás a qué termine el juego?
—No me lo perdería por nada.
Jimin notó como una de las manos ajenas se recargaba en los orificios que dejaban las tiras de metal y decidió imitar aquella acción, haciendo que sus palmas se unieran como muestra de apoyo.
A lo lejos, Mark codeaba a Eun Wo para que mirase la escena.
—¿Le preguntarás a Jimin cuánto tiempo llevan juntos?
—Claro que lo haré —respondió de inmediato y el chico elevó una ceja.
—¿Estás seguro que no te gusta uno de ellos?
—Seguro, hombre. Solo es un favor para una amiga.
El partido avanzó con rapidez y cuando se dio por terminado —indicando a la universidad local como ganadores— fue imposible para todo el mundo no celebrar. Y tanto Jimin como Jungkook lo hicieron a su manera.
Detrás de las gradas, después de que toda la cancha fue abandonada y eran contadas las almas que aún estaban presentes, Jimin se encontraba sobre los muslos del rubio, besándose con pasión y procurando no moverse para que la excitación no aumentase más de lo que ya estaba.
—Jimin, espera —pidió en cuanto lo sintió comenzar a mecerse—. Alguien puede vernos.
Los gruesos labios del azabache se dirigieron hasta su cuello para comenzar a succionar la zona, halando suavemente las hebras rubias y jadeando en su oído.
—Lo siento, verte jugar se está convirtiendo en un problema —mencionó vagamente antes de volver a sus labios delgados.
—Bebé, de verdad estás muy extraño hoy —dijo sujetándolo de las caderas para que se detuviera—. Y me encanta, pero aquí no es el lugar. Te conozco, sé que más tarde vas a arrepentirte de esto.
—Nunca me he arrepentido de estar contigo.
—No, pero te arrepentirás de intentar hacerlo en la universidad.
—Yo... —sus mejillas fueron tornándose rojizas y decidió ocultar su rostro en la hendidura del cuello ajeno antes de murmurar—. Yo de verdad estoy caliente.
—¿Ahora?
—Sí, justo ahora —asintió con entusiasmo y Jungkook lo miró lamiéndose los labios.
Jimin mantenía una mirada brillosa y las pupilas dilatadas por la excitación, sus pomposos belfos se encontraban húmedos y rojizos por la intensa sesión de besos que habían tenido y casi podía ver el miembro erecto oculto debajo del pantalón de mezclilla.
—Tenemos dos opciones aunque la más sensata sería la segunda —Jimin asintió poniéndole atención—. Podemos entrar a las duchas del equipo y hacerlo ahí o vestirme rápidamente y correr al departamento.
El azabache miró velozmente a su alrededor tratando de comprobar que no hubiese nadie, luego se movió ligeramente sobre el miembro ajeno.
—¿Será muy malo intentar hacer un avance aquí? —cuestionó con falsa inocencia y Jungkook negó sonriendo.
—Yo diría que en realidad es demasiado peligroso.
—Bien, hoy decidí arriesgarme. Llévame a esas duchas —pidió risueño y recibió un beso casto como recompensa. Cuando el contrario estaba a nada de ponerse de pie volvió a empujar hacia abajo—. Espera, espera.
—¿Sucede algo? —Jimin asintió y volvió a besarlo. Sus manos sujetaron la nuca ajena y gimiendo al unísono cuando las lenguas se enredaron en un baile morboso.
—Ahora sí —aceptó parándose antes y ofreciendo su mano. Jungkook la tomó sonriente y corrieron al otro lado de la cancha para poder tener su avance antes de ir al departamento.
En la entrada de la cancha, varios metros alejados de ellos, Mark veía todo con asombro e incredulidad, a su lado Eun Wo sonreía como si le pagaran por ello.
—Yo digo que le preguntarás después, creo que ahora estarán bastante ocupados —exclamó burlón antes de comenzar a reír.
—No sé qué mierda le vio Ha-neul a Park, pero dudo mucho que él le haga caso algún día.
Y dentro de aquellas duchas, con una de las regaderas encendidas y mientras Jungkook estaba de rodillas atendiendo el miembro ajeno, Jimin solo podía pensar en que quería sus primeros besos de la mañana con el rubio.
Los primeros y últimos besos de cada día.
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