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¿Y la princesa?

Advertencias: Ninguna.

~•~

Dazai caminaba en el jardín buscando una buena excusa para no presentarse a su prometida. Vagamente recordaba la relación fría de sus padres, ambos siendo indiferentes con sus sentimientos, claramente no quería casarse, pero si no había opción tenía algo seguro: No sería como ellos.

Mori se acercó a él corriendo para informarle de la presencia del carruaje que llevaba a su futura reina. El mayor le recalcó la rutina que debían seguir: ambos se verían en el invernadero para tomar el té y conocerse un poco más.

—Alto septo, arruina esto y te corto la garganta —no era una broma, lo estaba amenazado.

—Le irá bien, podrá tener herederos sin estar en un concubinato —aplaudió y les ordenó a los siervos servir el té de manera especial, cada cosa debía ser perfecta mientras él recibía a los invitados.

Al otro lado del castillo se vivían los mismos nervios.

Chuuya bajó del carruaje donde pasó las últimas ciento veinte horas, hace apenas seis se despidió de su hermana menor y sus padres.

—Príncipe, no se aleje mucho, puede ser una invitación pero nunca debe bajar la guardia — el soldado que funcionaba como su guardaespaldas iba detrás de él en cada momento. Akutagawa era su apellido, solo recordaba eso.

—Puedo cuidarme solo, mi madre avisó que veníamos, seguramente nos esperan —en compañía de otros tres hombres entraron al palacio siendo escoltados por guardias.

El de cabellos negros parecía un tanto aturdido. No esperaba que la mujer llegara vestida de traje, y con una espada en la cintura. Definitivamente no era mujer.

—Saludos, ¿la belleza de su reino se ausentó? —preguntó más nervioso que antes.

"¿Mi madre?" Pensó confundido—. Así es, soy yo el visitante.

El de ojos violetas sintió pánico al escuchar los pasos detrás de él. Era el rey.

—Preferí venir yo mismo, si algo saldrá mal, que sea desde el comienzo —dirigió la mirada al muchacho delgado con traje azul y destellos dorados. No pudo evitar pensar que realmente era una divinidad.

—Saludos al sol del imperio —el joven se hincó por mera educación, él jamás se inclinaría en otras situaciones puesto que también sería un rey.

"Si es la mitad de bella que él, estoy perdidamente enamorado" forzó a su mente a no decir eso—. Saludos, príncipe. Debo admitir que no es común tener de mediador al hermano de la dama, supongo que son medidas extraordinarias.

El de vestimentas azules supuso que se refería a su futura esposa y asintió poniéndose de pie—. Es un verdadero honor tener esta unión.

—¿Y su hermana se negó a venir? —perder a una esposa desde el principio es malo.

—No le fue consentido el permiso de nuestros padres, espero lo entienda, su majestad —para Chuuya no era raro que preguntarán por su hermanita, todos sabían que era su adoración.

—Preparamos un espacio en el invernadero para platicar más sobre la ceremonia —dió una mala mirada al septo y los hizo seguirlo en silencio por lo que se sintieron como una eternidad.

Era un lugar hermoso, perfecto para las primeras impresiones. Lastima que ninguno de los hombres desconocía que su "prometida" no existía, y en realidad hablaban de ellos mismos.

"Me cortará el cuello…mejor fingiré demencia" pensó Ōgai—. Debería dejarlos solos…

—No, quédate, escucha los acuerdos que tendremos —Dazai lo obligó a quedarse de pie a su lado, mientras los guardias esperaban afuera.

—Debe ser extraño ser rey siendo tan joven —Chuuya casi quería huir por la tensión que sentía entre los contrarios.

—Tengo diecinueve años, ya pasé la edad para llamarme prodigio —estiró una taza de té que él mismo sirvió—. Sus acciones me demuestran que es un hermano sobreprotector.

—¿Acciones?, Supongo que es verdad, no me gusta pensar en las cosas malas que le pasarán a mi hermana, prefiero divagar en las formas de evitarlas —observó cómo el contrario abusaba del azúcar—. ¿Podría añadirle un poco de leche a mi té?.

—Seguro —el castaño no tenía interés en criticar sus "gustos extraños"—. ¿Qué edad tiene? No parece ser mayor de edad.

El pelinaranja sintió una punzada en el estómago de puro enojo—. Veinte años…

—¿Entonces son mellizos? —comenzó a verter el líquido blanco con un extraño deleite.

—No, es menor, recién cumplió catorce años. Pero tengo fé en que será buena compañía para su hermana, quizá pueda enseñarle la etiqueta de mi hogar dado que será su nueva casa —sus cejas se arquearon viendo cómo el castaño seguía derramando la leche de la taza con la boca abierta.

—Señor —murmuró el mayor que ya esperaba un grito.

—No tengo hermanas…¿Cómo que catorce años? —aún no podía ordenar las ideas en su mente—. ¿Me están faltando al respeto con una broma?.

Nakahara volteó a ver a sus guardias suplicando ayuda.

—¡Maldito hijo de perra! —el más alto se puso de pie buscando al hombre que ya avanzaba a la salida—. ¿Qué hiciste?.

—Le juro que fue un error…la familia del príncipe envió su información para el compromiso entre usted y una…un noble —se dió cuenta de error sobre su redacción.

—¡¿Por qué no viste el retrato?! —gruñó oyendo los pasos agitados de sus guardias y los del invitado.

Pensé que era una belleza —señaló al jóven extranjero—. Parece que también vino con una falsa idea.

—¡Me prometieron un matrimonio con una princesa! —puso sus manos cerca de su arma, al menos sabía que estaban locos.

—¿Es una broma por lo de Odasaku? ¿Alguien les dijo de él? —sus ojos normalmente avellana destilaban rabia en un tono rojizo casi imperceptible.

—Príncipe, venga detrás de nosotros —el muchacho de ojos grises desenvainó su espada cubriendo el cuerpo de Chuuya.

—¡Están amenazando al rey! —gritó algún soldado de Dazai poniéndose a la defensiva.

—¡Te mataré! ¿Cómo es posible que ayudaras a mi padre con el reino? —el más alto comenzó a perseguir al hombre de ojos violetas con verdaderas intenciones homicidas.

El invernadero se quedó en silencio. Los guardias del rey ordenaron el encarcelamiento de Nakahara Chuuya junto a todos sus hombres, por tres días en los que Dazai se negaba a siquiera hablar.

—¿Cómo se siente? —el ahora lesionado Mori Ōgai llegó al calabozo cargando las llaves para liberarlos.

—Como si quisiera matar a ese rey de mierda y a todos sus seguidores. Para empezar no quería venir, y al llegar me encarcelan por sus errores —no era tonto, sabía bien que su posición con los otros reinos le permitía ser insolente.

—Le suplicó perdón en nombre del reino, fue toda mi responsabilidad, puede matarme si lo desea —al estar hincado solo produjo lastima en el de ojos azules.

—Solo quiero volver a casa, déjenme salir del país con mis hombres y olvidaremos esto.

—Me temo que la noticia de su reclusión se volvió volátil, debe enviar una carta a casa antes de irse, debe pedir el alto a las amenazas —el mayor estiró los materiales necesarios.

—Quiero hablar con ese rey de mierda.

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—Te ofrezco una disculpa, perdí el control y no pensé en tu seguridad durante mi ausencia en el reino —el joven suspiró profundamente—. Aclara la situación en tu casa antes de iniciar una guerra.

—¿Conoce la fama de su padre? —al ver esa cara tan hermosa rodeada de los cabellos castaños su odio incrementaba—. Se dice que ningún aliado le era fiel de corazón y que al tener la oportunidad de traicionarlo, sin duda lo harían. No está en posición de ordenarme nada.

—¿A dónde quieres llegar? ¿A una guerra?, Puedo hacerlo, no me importan las pérdidas —las formalidades le duraban poco, cómo la paciencia.

—Esa era la fama de su padre, la suya ni siquiera se ha forjado. Si quiere iniciar una guerra tenga por seguro que sus antiguos aliados lo verán en el campo de batalla, cómo enemigos —uno de los guardias de Dazai gruñó algún insulto.

—No cabe duda que tienes experiencia en el campo de batalla, pero ¿Has estado en las salas de tortura? Yo sí, déjame describir lo que me pasará a tu adorada hermana…

Antes de terminar su oración, Chuuya saltó sobre él para comenzar a golpearlo hasta el punto en que sus propios guardias intervinieron para separarlos—. ¡Maldito!.

—¡Enano! ¡Babosa! —desde una perspectiva nueva, ambos lucían como niños.

¡Eres como una caballa de mierda!.

El de ojos violetas aplaudió para llamar su atención—. Les suplicó a sus altezas que consideren si realmente quieren una guerra cuando la solución es simplemente dejar esto como una anécdota graciosa que contar en reuniones…

—No hay forma de que mi familia acepte esto. Ya tomaron como ofensa el enviarme para ser recibido por esto —Chuuya jadeaba levemente tratando de acomodar su respiración.

"Bastardo apuesto" pensó el menor—. ¿Es así?.

—Lo sé bien, jamás acabará de un modo pacífico— se recargó en la pared dónde colgaban pieles de animales—. De haber sabido que esto terminaría así, habría aceptado un concubinato con alguien de la corte.

—¡Eso es! —exclamó Ōgai—. La única forma de librar un conflicto es uniendo a dos personas de las familias en concubinato, pues rechazarán un matrimonio.

—¿No oíste que su hermana tiene catorce años? No me voy a unir a ella…aunque si la envío por cuatro años a una casa de campo puede que…

—¡No!, No hay forma humana para que te deje hablar con ella —respondió el más bajo.

—Entonces entre ustedes, ambos podrían salvar a sus naciones si se comprometen en un concubinato —explicó el septo.

Ambos soltaron una carcajada intercambiando una mirada llena de insolencia.

—En este país no es ilegal que haya concubinato entre hombres, pero nunca son presentados ante la iglesia.

—¡Jodete! —dijeron al unisono.

—Es por el bien de sus naciones...

Notas de la autora:

Vean "The great" pinche serie espectacular, la terminé de ver hace poco y de ahí la personalidad tan OOC de Dazai (?).

Tiene una explicación todo lo que Dazai mencionó, aguanten.

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