Un toque
Advertencias: Mención a abuso infantil y familiar.
O
da Sakunosuke era un hombre honorable. Estudió toda clase de libros, tocaba muchos instrumentos y sabía mucho de matemáticas, simplemente era brillante. Cuando llegó al palacio fue por petición del rey, quería que su heredero fuera muy bien educado, no importaba si no lo quería, ni consideraba su hijo, el futuro rey debía ser extraordinario.
Con apenas catorce años Dazai aparentaba ser mayor, no solo por su altura, también por sus modales. El hombre de veintitrés años se sorprendió al ver como un niño lo saludaba con tanta propiedad que lo hizo confundirlo con un colega suyo. El de traje con incrustaciones de oro lo miró confundido por su actitud y decidió ser más recatado con Oda.
"¿Le gusta alguna materia en particular?" Hacía su rutina de preguntas para saber en qué era bueno y lo que le gustaba.
"Ninguna" selló sus labios en una mueca indiferente.
"Sé que es bueno en casi todo lo que práctica…
"Menos deportes" interrumpió el menor dejando ver su lado más infantil "Lo siento, quiero decir que no estoy muy familiarizado con los deportes, lamentablemente es difícil para un cuerpo en crecimiento".
Desde metros de distancia era visible que cargaba con muchas responsabilidades, pero el pelirrojo prefirió no decir nada. Pasaron dos semanas estudiando geografía avanzada, claro que las lecciones eran aburridas para dos personas tan inteligentes.
"¿Qué comidas le gustan, joven príncipe?" Preguntó el mayor dejando de lado sus formalidades.
"No lo sé" la peor parte es que no mentía. Así pasaron meses hasta que Dazai dió el brazo a torcer y se permitió socializar con su maestro. Pasaron de ser conversaciones cortas a días enteros platicando sobre sus vidas.
Para el castaño era una sorpresa que una persona tan joven cuidará a niños huérfanos y le tratará de dar una vida digna. Pero era típico de Oda ser amable. Después de intercambiar ideas más personales de la vida, se dió el lujo de darle un apodo.
"Tu nombre es demasiado largo, te llamaré Odasaku" proclamó el castaño recibiendo una mirada llena de sorpresa por parte del mayor "Creo que todavía es un poco largo, pero es mejor que decirte profesor".
Sakunosuke le tomó afecto, después de todo a él le gustaba la idea de cuidar a niños indefensos, pues sabía que de todos los seres que no pueden escoger sus destinos, los niños son a menudos de los que más sufren.
Un año después Dazai se presentó frente a su padre, el rumor de que echarían a Odasaku llegó hasta sus oídos, y pese a ser su cumpleaños número quince, Dazai no quería perder a su único amigo verdadero. Con la liviana corona hecha a mano para él se acercó al altar para hincarse ganándose una mirada indiferente.
"Padre, estoy listo para ir al bosque" pronunció. Su padre hizo esa prueba cuando cumplió la mayoría de edad, y el hecho de querer hacerla antes provocó una que otra mueca en su padre. El motivo era mostrar que desde la llegada de Oda, Dazai había mejorado, e incluso era más valiente.
"¿Estás seguro? Sé que se te da bien todo, pero es realmente peligroso" dijo petulante, pero la decisión de Osamu era firme "De acuerdo, ponte de pie, muchacho". Caminó hasta él con una navaja en la mano, hizo un corte en la contraria y después estiró el arma en su dirección "Mi sangre corre por tu cuerpo, pero solo cuando hagas la prueba llegará a tu corazón. Si mueres, entonces no estabas destinado a ser rey".
El castaño hizo un juramento de sangre con el hombre que detestaba. Lo hizo por su amigo, la única persona que prestaba atención genuina por su bienestar. No tardó en llegar a cada persona dentro del reino.
Esa misma noche el rey fue acompañado con parte de la corte y soldados con armas y antorchas. Uno de ellos ató las manos del niño y lo encaminó al espeso bosque en total oscuridad. Los demás lo observaron mientras el rey contaba el tiempo con un reloj de arena, una vez pasados treinta minutos asintió y todos tomaron sus espadas para adentrarse a la oscuridad.
La idea de cazar a un niño de quince años era repugnante, pero solo los perseguirían hasta atraparlo, o alejarlo hasta que se perdiera en el corazón del bosque. Con arcos y flechas los mejores arqueros iban enfrente arrojando flechas a lo que ven moverse entre los matorrales.
Por otro lado, el joven corrió hasta estar un poco lejos y dejó de ver la luz de las antorchas. Soltó sus ataduras y sostuvo un palo para defenderse de los animales. Siendo sincero, tenía miedo, sus piernas temblaban y en compañía del viento húmedo solo se confiaba de su respiración.
Sus ojos trataban de ver los alrededores, se esforzaba por caminar más rápido. Una mano apretó su hombro con fuerza para detenerlo, volteó de inmediato solo para ver qué era Odasaku. "No hagas ruido, ven, iremos a un lugar alto".
El menor lo siguió mientras a la distancia se escuchaban los ruidos de los hombres de la corte. Caminaron por lo que se sintió como una hora, una vez vieron un árbol hueco, el pelirrojo empujó a Dazai dentro y se aseguró de que no tuviera una herida visible "Quédate aquí, no puedo estar por mucho, pero haré aquí no habrá animales feroces" estiró un cuchillo "Ten, solo úsalo si te atacan".
"Pero ellos no me harán…" sus palabras cesaron cuando entendió todo, la mayoría de la corte apoyaba a Fyodor, le cortarían el cuello apenas tuvieran la oportunidad. "¿Por qué estás aquí?".
"Me enteré que harías está estupidez, y no podía dejarte solo siendo cazado por esos sujetos" le regaló una sonrisa y sacudió su cabello "Joven príncipe, cuídese".
Y sobrevivió, claro que tuvo que matar a un jabalí salvaje que corría en dirección a él, incluso para su padre quedó fascinado por su habilidad para sobrevivir. La sangre que pintaba su camisa fue el vivo recordatorio que si no lo amaban, debían tenerle.
Fue el primer día de sus nuevas responsabilidades, pues su padre dejó claro que sí hijo era un campeón y necesitaba una nueva guía. Su tío se presentó en el palacio con una túnica negra adornada de listones morados. Y Dazai se preguntó qué pasaría con Oda, pero no fue necesario saberlo, su cabeza fue colgaba en la explanada por su propio padre.
El horror se revolvió en su estómago cuando lo vió sonreír y decirle "Mi hijo ya no necesita ayuda, como sé que compartiste secretos importantes no podía dejarlo ir" palmeó su hombro "Mi hijo no debe tener debilidades, menos por un hombre".
Vomitó en cuanto el mayor desapareció de su vista, el alto septo lo ayudó a levantarse para caminar devuelta al carruaje "Está bien, no necesitabas ver esto…lo siento" decía con verdadera lastima por su sobrino "No puedes llorar frente a tu padre, porque entonces te dejará de lado y serás un blanco fácil. Así funciona la realeza".
El septo no era del todo malo, le agradaba hasta cierto punto y compartía varios de sus consejos. Un años juntos los hizo conocer cada hábito del otro, Dazai sabía que el septo iba todos los días a la torre de su madre y le llevaba rosas, Mori sabía que Dazai se escondía en el bosque para platicar en la tumba de Oda.
"Alto Septo, tú también quieres que mi padre muera" dijo el castaño bajando su lápiz.
"No diga eso en voz alta, podría ser un seguidor de Fyodor y lo traicionaría" su voz era indiferente "El príncipe sabe bien que su linaje depende de su apellido".
"Pero no lo eres, quieres lo mejor para el reino, y eso no es mi padre".
Dazai limpiaba su nariz que moqueaba debido al resfriado que pescó hace poco, afortunadamente ya tenía la solución perfecta para sus problemas—. Lleven al muchacho que es acusado por el crimen contra el príncipe directamente al límite del palacio.
Mori Ōgai lo veía todo desde una esquina, con esa expresión tan estoica se acercó al menor—. ¿Ya ha pensado en un plan? ¿O solo matarás al muchacho?.
Dazai arqueó la ceja curioso—. ¿Por quién me tomas?.
Minutos después caminaba con la frente en alto por el pasillo lleno de nobles preocupados por sus propios puestos, se podían escuchar murmullos, pero eso no lo detuvo. Tomó su espada y le ordenó a los guardias detener a cualquier persona que intentará acercarse al bosque.
El niño de cabellos plateados lloraba—. Yo no hice nada…se lo juro su majestad.
Dazai asintió tratando de calmarlo, se acercó a su oído para decir algo—. Te dejaré ir al bosque, pero debes irte de aquí, no puedes volver.
El niño confundido siguió temblando, la espada del rey se clavó en su brazo para hacerle un corte superficial, la sangre salpicó la camisa de Dazai y una vez se veía como una escena real, lo dejó ir corriendo dándole una moneda de oro. Era la clemencia que siempre quiso para su amigo.
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—¡¿Ejecutaste a un mocoso inocente?! —Chuuya empujó la puerta de su despacho dejando ver qué Dazai no usaba su camisa, con un pañuelo trataba de quitar la mancha de sangre filtrada—. ¿Por qué hiciste eso?.
El de ojos cafés se dió la vuelta para que no viera el sonrojo de sus mejillas—. Es de mala educación entrar sin tocar.
Chuuya apretó su puño antes de dar la vuelta al escritorio y estar a su lado—. Eres un idiota que condenó a la persona equivocada…
El joven giró su cara rápidamente—. No lo hice, lo dejé ir.
Chuuya suavizó su expresión—. ¿De verdad?.
El más alto asintió—. Si usarás el cerebro lo sabrías. Lo dejé ir por el bosque, no morirá.
Nakahara sintió alivio, pero no era suficiente—. ¿Qué harás con tu hermano?.
—No es mi hermano, es el bastardo de mi padre —murmuró Dazai—. Ahora vete, estoy ocupado.
Chuuya gruñó al ver cómo tallaba duramente la piel de su abdomen, era desagradable que se tratará con tan poca delicadeza—. De verdad no sabes hacer nada bien, dame eso —arrebató el pañuelo para mirarlo y limpiar la piel un poco más morena que la suya.
El castaño dejó de respirar adecuadamente cuando Chuuya estaba tan cerca de él, solo podía concentrarse en su belleza—. No entiendo cómo no has conseguido esposa.
El de ojos azules sonrió de lado—. ¿Es una broma?...no me gustaría unirme por obligación, creo que odiaría hacer infeliz a la persona que pasará su vida conmigo.
El menor deslizó su mano hasta el antebrazo de Chuuya para detener sus movimientos—. ¿Solo por eso?.
El mayor alzó las cejas curioso—. Bueno, hubo una princesa que casi me convence, pero ella decidió irse al otro lado del mundo por diversión.
Osamu sintió extraños celos por aquella desconocida, siendo presa de sus sentimientos se inclinó tomando la camisa del más bajo para besarlo torpemente. Lo extraño fue que Chuuya no hizo el intento de separarse al instante, al contrario, apretó la mano libre del castaño mientras se devoraban el uno al otro.
Unos segundos le bastaron para memorizar el sabor de Nakahara antes de ser alejado bruscamente—. Chuuya, yo no…yo no quería hacerlo.
Las palabras del menor cayeron como agua fría en Nakahara—. Esto nunca pasó, ¿Te quedó claro? —dijo antes de arrojar el pañuelo al escritorio y salir a paso apresurado.
El delgado rey suspiró aturdido por aquello, nunca le dió un beso a nadie. Tomó asiento tratando de reprimir unas inmensas ganas de llorar, había arruinado todo lo que consiguió a costa de muchas vidas. Entonces cubrió su rostro sin sentir culpa de haber besado a Chuuya, porque se sintió verdaderamente bien.
Sin importar que pudiera estallar un conflicto, amaba sentir su tacto, amaba verlo sonreír.
Estaba perdidamente enamorado del príncipe Chuuya.
Notas de la autora:
Chuuya no rechazó el beso de Dazai, solo dijo eso porque pensó que le dió asco a Dazai.
Díganme si ven faltas ortográficas, la verdad no revise muy bien este capítulo. En otras cosas, me gusta que Dazai tenga vidas feas porque así se puede explicar mejor la relación con sus traumas y la evolución de su personaje.
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