Morir por tí
Advertencias: Ninguna (?).
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Casi tres días después de su conversación con Kouyou, Chuuya seguía deprimido. Comía lo que le daban y pasaba largas horas entrenando con sus caballeros solo porque ellos se lo pedían, pues rumores raros se extendieron por el palacio y tenerlo cerca era idóneo. Se acostó usando su ropa común, no le importaba cambiarse, estar sudado o incómodo.
Tampoco había visto a Dazai, al parecer estaba tan ocupado que se escondía en su habitación y les prohibía el paso. En su lugar el septo le comunicó que en menos de dos semanas podría volver a casa, pero no deseaba hacerlo, claro que extrañaba a su familia, pero también lo extrañaría a él.
Esto era solo del conocimiento de Mori, quien al ver el estado de ambos decidió intervenir posponiendo su salida del país en secreto del rey.
El ruido de gente gritando hizo que el de ojos azules saltará asustado. Tomó su espada para después asomarse. Todos los siervos corrían con toallas, algunas mujeres temblaban y los caballeros cubrían las entradas con fiereza, tratando de ocultar el último clavo en el ataúd del rey. Por mero instinto Chuuya corrió en dirección a su habitación, quería verlo haciendo una broma, en cambio la puerta estaba cerrada con seguro.
Nakahara empujó la madera varias veces sin éxito—. ¡Abre la maldita puerta! —ordenó y en respuesta escuchó un sollozo "Chuuya no debería estar aquí, hagan que se vaya". El pelinaranja señaló a dos guardias—. Ayúdenme a tirar está mierda.
El septo los observaba curioso, ni siquiera estaba asustado, él vió algo similar hace años, aunque dada la naturaleza de la situación pudo controlarla apenas quitando el cuchillo del cuello de Dazai.
Harto de no obtener resultados lastimando sus hombros, el más bajo golpeó la cerradura con su arma logrando dejarla susceptible. Dió una fuerte patada demostrando que en todo este tiempo fue capaz de asesinar al rey de haberlo querido.
Y entonces lo vió tan indefenso frente a la ventana con la muñeca izquierda sangrando, y la derecha recién lastimada, no parecía tan profundo, pero sí lo suficiente para desangrarse en una tarde— ¡No te acerques! —gritó el castaño—. ¡Vete, no puedes estar aquí!
Chuuya ignoró que lo amenazaba con un puñal para hacerlo retroceder—. Deja de joder, estás sangrando—casi cedió a sus demandas al recibir un corte en el antebrazo, pero verlo lloriquear fue más doloroso.
Dazai soltó el arma angustiado por su agresión—. Chuuya, lo siento tanto —cayó de rodillas para hundir su cara entre los zapatos del más bajo—. Déjame solo…no merezco nada de tí.
Chuuya presionó la herida a la vez que se hincaba a su lado, esperaba que levantara la cabeza del suelo, y al no hacerlo tiró de su cabello con fuerza manchando sus mejillas de sangre—. No seas idiota, no se trata de merecer o no, lo hago porque se siente bien hacerlo, maldito Dazai.
El joven rey se aferró a su cuello hundiendo la cara en el arco de su cuello sin importarle la cantidad de sangre derramada —. ¡No quería lastimarte! ¡Perdóname!
Pese al dolor, Nakahara lo rodeó con todo lo que podía brindarle, su persona, su vida. Todo lo que sería y fue era para Dazai—. Solo no hagas más cosas como esas, asustas a todos, tu cerebro está lleno de heno.
Una vez estuvo más tranquilo llamó al septo para revisar la herida, la atendió con cuidado y sin hacer ruido alguno, después atendió al rey pues era su penitencia. Hasta para Mori era terrible que ambos estuvieran atados a la realeza. Siendo sincero, poco le interesaba la felicidad del príncipe, pero claro que de tener la oportunidad salvaría a su sobrino.
Los dejó solos, por un lado el rey de ojos hinchados se negaba a dar la vuelta, mientras que Chuuya acariciaba la herida recién suturada para distraerse—. ¿De verdad hiciste lo que dicen?
—Yo no lo maté, ni siquiera quería verlo morir —dijo en un tono apagado—. El rey nunca me vió como su hijo, hasta que le demostré que no era lo que esperaba, era mejor. Pero no importa lo mucho que lo odié, era mi padre, por eso soy defectuoso, y por eso mi madre se suicidó.
—Ya lo suponía, y lamento oír lo de tu madre —respondió el mayor—. ¿Por qué me quieres lejos de aquí?
Dazai tomó asiento junto a él—. Porque no quiero que me odies como yo lo hago y ya que los rebeldes empiezan a ser un problema debo casarme en menos de lo que pensaba y tener más hijos de los que pudiera contar y odiaría eso. Cuando me suicide tú ya estarás en casa sano y salvo.
El silencio reinó durante unos minutos hasta que Chuuya se hincó frente a él—. Abdica el trono, y vive conmigo.
Dazai se ruborizo, pero tenía una respuesta aplastadora—. ¿Y qué haremos? ¿Vivir en el palacio como ratas?
Chuuya no flaqueó, pese a no tener un plan bien elaborado—. No me importaría vivir en el frío del bosque para estar contigo. Incluso si no me amas, quiero que te ames a tí tanto como yo lo hago.
El de capa roja asintió en silencio limpiando las lágrimas que corrían por sus mejillas—. No podrás arrepentirte de esto, no te dejaré hacerlo.
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Cuando se dió la noticia del nuevo dictamen del rey todos esperaban una boda, una ejecución o incluso el nombramiento de su hermano bastardo. Pero abdicó el trono al mismísimo Mori Ōgai, siendo el hermano menor del antiguo rey no fue tan mal recibido por la opinión pública, que de hecho querían un hombre de fé. Pero en el palacio hubo revueltas, gritos, reclamos y amenazas.
A diferencia de Dazai, a su tío no le asustaba gobernar sobre un montón de cadáveres, no tenía promesas que cumplir, ni a nadie a quien cuidar. Para calmar a las multitudes y de paso dar una lección a todo el que quisiera levantarse en su contra, el recién nombrado cortó la cabeza de su sobrino para exponerla en la plaza, estaba un poco desfigurada pero tenía sus facciones.
Días después de lo sucedido, se informó públicamente que Nakahara Chuuya, el príncipe de los zafiros decidió suicidarse dejando el trono a su hermana pequeña.
Ese era el plan de Ōgai, pues esa misma noche, Chuuya envió la carta que escribió con algunas lágrimas a su adorada familia contando la razón de su decisión y abdicando el título de heredero a su hermana con la condición de no comprometerla hasta que ella lo deseara. No pedía perdón, solo un poco de comprensión humana y nunca supo que tuvo una respuesta más positiva de lo que esperaba.
Su madre lloró porque le robaron a su pequeño, pero por otro lado se alegró de que encontrará un amor más allá de la costumbre. Su hermana ni siquiera rechisto, su deseo era gobernar junto a él, pero aceptaba que Chuuya tuviera su vida, era como si eso compensara todo lo que hizo por ella.
—No quiero saber de tí nuevamente —dijo el mayor con una sonrisa plana—. Espero que encuentres la felicidad, hijo mío.
Puede que no fuera su padre, pero lo apreciaba como un hijo. El castaño recuperó el brillo en sus ojos que solo vió cuando los abrió por primera vez, le sonrió de lado—. Salió como lo esperabas desde un inicio. No dejes que ese demonio te gane, de lo contrario haré lo posible para arrastrarte al infierno.
Se alejaron lo suficiente para verlo de tamaño diminuto. El hombre de fé tuvo que tomar medidas extras para cuidar del reino que tanto apreciaba, pues era el castillo dónde vió a una mujer de tez clara caminar nerviosa al comedor para conocer a su futuro esposo.
Dazai le recordó esos ojos chocolate que lo miraron expectantes cuando le pidió una pieza de vals a su cuñada debido a que su hermano la ignoró totalmente. Pero encontró que heredó lo peor de sus padres, por eso estaba tan feliz de verlo liberarse de todo ese pasado manchado con sangre y dolor.
—Que bella es la juventud, lástima que ya no estoy en mis años mozos.
Una cabaña lejana a ambas naciones era habitada por una pareja en armonía, claro que siempre se rompía.
—¡Que dejes eso! —gritó Chuuya por las líneas mal dibujadas en su pintura.
—Estás molestando a la servidumbre —el castaño dejó claro que los cuatro trabajadores podían escucharlos gritar por toda la casa. Al no disculparse, Chuuya lo tomó del cuello fuertemente—. De todas formas era una pintura fea.
Enojado tomó el propio pincel de la mano contraria para pintar su mejilla con rudeza—. Eres horrible.
Lejos de asustarlo lo hizo sonreír—. Sé que no piensas eso —con un pequeño empujón ya se estaba besando contra la puerta de madera que era tan gruesa para amortiguar sus ruidos—. Lamento lo de tu pintura, quería dibujar algo encima.
—¿Qué era? —cuestionó Chuuya mientras acariciaba su nuca.
Dazai negó lentamente—. Ya no importa. Ahora tráeme el desayuno, babosa.
Otro golpe sonó fuerte alertando a los trabajadores de su nueva pelea, cada uno de ellos tenía un contrato de confidencialidad pero aún así no parecían sospechar de los jóvenes aristócratas.
Había días más buenos que otros, había algunos insultos, besos, halagos y caricias. Chuuya se pasaba días enteros pintando el retrato de Dazai, mientras que el otro le dedicaba poemas hermosos. Era una vida de ensueño sustentada por una pequeña granja y la pensión que Mori les dió para mantenerlos lejos.
Supieron que la guerra estalló, pero el antiguo septo lo solucionó comprometiendo a su discípula de mal carácter con el demonio Fyodor, curiosamente la mujer había tenido una aventura con el general de ejércitos ucranianos, Nikolai Gogol. Dazai sabía que al menos tendrían diversión en su ausencia.
Pero podía olvidarlo todo estando ahí recostados en el pasto bajo la sombra de un árbol. Era un sueño idílico. Tal vez el concubinato que firmaron terminó hace tiempo, pero ellos seguían unidos por un compromiso.
—Oye Chuuya —murmuró el castaño moviendo levemente su brazo para despertarlo en caso de estar soñando—. ¿Qué quieres cenar mañana?
—Lo que sea que preparé la señora Bennett —el castaño soltó un suspiro largo— ¿Por qué lo preguntas?
Más avergonzado que antes ocultó ligeramente su cara—. Prometió que me dejaría ayudarla con la cena de mañana.
Chuuya sintió tanta ternura que estalló en risas—. ¡Tu comida es horrible! —dijo soltando algunas lágrimas por la presión en su estómago.
Dazai ni lento ni perezoso arrancó un puñado de hierba, era el proyectil que se embarró en el rostro de Chuuya—. ¿Qué podría esperar de una babosa? ustedes comen tierra y esas cosas —antes de terminar su frase fue tacleado por el más bajo—. ¡Mis dedos no!
Pese a ser la misma alma en distintos cuerpos, y adorarse solo como puede hacerlo un noble amante...Los historiadores los llamarán buenos amigos.
Al fin termine está joya, me siento muy feliz porque salió mejor de lo que esperaba y sin duda me gustó mucho toda la ambientación. En unas horas subo el epílogo que es una verdadera delicia.
Espero que les encantara tanto como a mí, muchas gracias por leer y votar.
-Honey
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