Manzana
Advertencias: Ninguna.
~•~
Fyodor paseaba libremente por el palacio después de que Dazai solucionara el problema. No odiaba a su medio hermano, en realidad hasta lo admiraba por no dejarse comer por la corte y enemigo, pero sabía mejor que nadie que para gobernar necesitas más que ser un prodigio, debes ser un demonio.
Entrecerró los ojos con superioridad cuando escuchó una voz en medio del jardín, se acercó lo suficiente para descubrir que se trataba del príncipe Chuuya, en un comienzo pensó en ignorarlo, pero parecía estar llorando—. ¿Está bien?.
El de cabellos naranjas cubrió su cara con ambas manos—. Vete de aquí, maldito intento de psicópata —intentó ignorarlo pero el mayor ya estaba a su lado, no podía escapar, no al menos sin mostrar su debilidad—. ¿Qué mierda quieres?.
—¿Llora por mi querido hermano? —al distinguir cierto tono rojo en sus orejas sonrió ampliamente—. Es una broma, espero que los problemas que aquejan al príncipe pronto se esfumen.
Chuuya apretó sus labios, se sentía pequeño—. Vete, o te cortaré la garganta —murmuró con la voz ronca.
Fyodor no era un sanador espiritual, solo insistía porque fastidiar a Chuuya era el equivalente a fastidiar a Dazai—. No es necesario estar a la defensiva, ya comprobaron que no intenté lastimar al príncipe. Quiero que seamos amigos.
Nakahara ya estaba harto, lo tomó por el cuello sin importarle mostrar que efectivamente lloraba—. Una mierda eso de ser amigos, jamás seré tu amigo.
—¿Jamás? Entonces aliados —alzó los hombros desinteresado en su rabieta—. De todas formas ya sabe que no intenté hacer dañar al príncipe, así que mis deseos son sinceros.
Chuuya cedió en su agarre dejándolo respirar adecuadamente dándose la vuelta para así salir del invernadero. Fyodor supo que había hecho lo correcto cuando los murmullos de las criadas fueron altos, y por supuesto sabía que llegarían a Dazai.
.
.
.
El castaño miraba a la nada, estaba tan perdido en sí mismo que cuando Mori se acercó no pudo formular una burla, o insulto. Suspiró hundiendo la cara entre un montón de papeles que se supone debía firmar—. Alto Septo, no sé qué hacer, dame un consejo por parte de dios.
Ōgai sonrió de lado—. Estoy aquí para aconsejarle, si tiene dudas, yo guiaré al sol del imperio.
El rey se quedó quieto esperando alguna palabra de aliento, pero comprendió que él debía dar el primer paso—. No puedes ayudarme…
—Está enamorado del príncipe Chuuya, ya lo sé —declaró sin una pizca de vergüenza—. ¿Cuál es el problema con eso?.
El rey ignoró sus ganas de reprenderlo prestando más atención en lo que vendría después—. No se me da bien ser amado, además que parece odiarme…yo también lo haría de ser él.
El de ojos violetas lo animó a seguir pero era todo lo que tenía, el mayor se aguantó una risa nasal con poco éxito—. Es un amor unilateral, no es el primer hombre con ese problema, ni el primer rey, quizá el primero en ser rechazado por otro noble.
Antes de poder decir otra cosa, uno de los siervos entró para hablar con el alto septo, por lo que el joven se escapó de la incómoda conversación vagando por los pasillos hasta que un susurro en particular lo hizo detenerse junto a la cocina.
—¿Quién hizo qué cosa? —se adentró asustando a la cocinera y la sierva que preparaban sus alimentos.
—El sol del imperio —dijo la mujer mayor con cierto miedo—. Lo saludamos con simpatía, pero no debería estar aquí, por favor vuelva a su estudio, le llevaremos la cena cuando esté lista.
Dazai arqueó las cejas—. ¿Me darás una orden después de evadir mis preguntas? —cuestionó con su tono engreído—. Te escuché decir que el príncipe estaba con alguien en el invernadero, ¿Sabes que puede estar en riesgo de muerte? Retener esa información me pondría en serios problemas.
La mujer lucía más asustada que antes, dejando de lado sus actividades le dió una mirada rápida a su ayudante—. Cuéntale al rey lo que viste.
La castaña con una voz temblorosa comenzó su relato con una disculpa—. Lo siento, no quise ser entrometida. Hace un rato ví al noble Fyodor hablar con el príncipe Chuuya y creí que fue tonto culparlo del atentado… ¡y el señor Fyodor fue muy amable con él!. Creo ver que se abrazaron como buenos amigos
El de capa roja suspiró decepcionado, era algo que él haría para desacreditar al rey tachandolo de mentiroso y paranoico, pero algo lo molestó aún más que ser expuesto con su pueblo, era que Fyodor tocó a Chuuya y seguramente ya planeaba una estrategia para lastimarlo—. Sigan con sus deberes —dijo tomando una manzana del frutero para ir directo a su próximo destino.
El campo de entrenamiento era tan amplio que a veces Dazai consideraba transformarlo en otro edificio. A lo lejos distinguió a Chuuya golpeando un saco repleto de heno con trazos en la cara que se asemejaban un rostro humano. Estaba totalmente solo, vistiendo solo una camisa floja y sus pantalones que se ceñían vagamente a sus músculos. De no estar preocupado, Osamu estaría babeando por la imagen.
Antes de formular una frase, Chuuya cortó al muñeco con la espada mientras murmuraba algo—. Rey de los idiotas…hijo de perra.
El castaño sintió una punzada y arrojó la manzana a la cabeza del más bajo. El rey nunca fue bueno con habilidades físicas, pero parecía que solo ese día, dios le permitió tener buena puntería pues dió en el blanco—. Enano gruñón.
El pelinaranja soltó un quejido, alzó las vista encontrando al de ojos oscuros sonrojado y con una mezcla de pavor y desesperación—. ¡¿Qué mierda te pasa?! ¡Vete de aquí!.
—¡Es mi hogar! —quería responderle que si alguien debía irse, era Chuuya pero su único pensamiento racional le decía que lo quería cerca—. ¿Por qué tienes que ser tan malo conmigo? ¿Por qué debes ser amable con Fyodor?.
El de ojos azules frunció el ceño con suma molestia—. ¡Tú me estás molestando! ¡Eres la persona más insoportable que conozco! —después de gritar aquello sintió una gran culpa—. Me voy, no quiero hablar contigo, eres un acosador.
El más alto se apresuró para evitarle el paso sujetando su muñeca con firmeza—. ¿Fyodor te hizo algo?, déjame revisarte.
Nakahara fue transformado en un tomate al instante de sentir la suavidad de su piel—. No te incumbe, suéltame idiota.
—¿Te olvidas que soy un rey? Si quiero tu vida me pertenece —nunca fue hábil para mostrar sus sentimientos, pero hasta él fue demasiado hostil decirle eso a Chuuya—. Bueno yo…
El más bajo se soltó mostrando que sus dedos se marcaron sobre su tersa piel—. No eres mi rey, ni te veo como igual…No vuelvas a ponerme un dedo encima sin mi permiso, porque será el último día que tengas manos —caminó, no, mejor dicho corrió para marcar una distancia entre ambos, pero Dazai se le acercó jadeante—. ¡Vete a la mierda!.
—¡Babosa tonta! ¡Nos condenarás a todos! —usó toda su inteligencia para planear un insulto que lo hiciera parar en seco—. ¡Tu ropa es horrible!
Eso sí tuvo un efecto negativo en Chuuya, quien giró con el puño cerrado listo para golpearlo, se detuvo cuando vió al castaño desplomarse luchando por aire—. Oye, te ves fatal solo por correr unos metros.
El menor alzó un dedo para llamar su atención—. U-un segundo…solo necesito a-aire. Ya voy…ya estoy listo.
El de ojos azules cruzó las manos sobre su pecho—. Eres patético —volteando en todas direcciones se tranquilizó al notar que no había nadie cerca—. Te ves bien en el piso.
El rey se acomodó quedando hincado—. Solo quería preguntarte por lo qué hablaste con Fyodor, él es peligroso.
—Está anemico, puedo derribarlo sin esfuerzo —pese a recordar con dolor las palabras del muchacho, le estiró la mano para ayudarlo a ponerse de pie—. No fingas preocuparte por mí, puedo cuidarme bien solo.
“Pero quiero cuidarte” pensó el más alto—. Chuuya es mi responsabilidad, es mi deber salvaguardar tu seguridad y ese bastardo astuto sabe que molestarte a tí es lo mismo que molestarme a mí.
El tono de sus palabras hizo que Chuuya le diera lo que quería—. Me vió llorar y creo que quería reírse de mí, te lo digo para que no creas que me agrada.
La sonrisa de Dazai se extendió por su rostro rozando lo diabólico—. Haré que se vaya, de ser necesario le quitaré su posición privilegiada.
Chuuya no se había dado cuenta de que el rey sostenía su mano, no más bien, nunca lo soltó—. No es necesario ir a los extremos, solo es codicioso…
—¡Chuuya debe estar seguro conmigo! —carraspeó levemente—. La manzana era para tí, supongo que te la dí de algún modo.
—¡¿Qué significa eso?! —gruñó enfadado.
—Lo sabía, el cerebro de Chuuya es diminuto como su cuerpo…¡¿Estabas llorando?! —sus ojos cafés se abrieron de par en par.
—¡Eso no te importa!...
Dazai atacó antes de que pudiera decir más—. Si es asunto de Chuuya, también es mío, eres mi concubino.
Notas de la autora.
Dazai le arroja la manzana como metáfora de que arroja sus deseos a Chuuya
Que bonito el Soukoku, pero no negare que Fyoya tiene una estética bellísima.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro