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Caigo a pedazos

Advertencias: Escenas sexuales explícitas, se recomienda discreción.

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Amor real, lo que te lleva a levantarte para traerle el desayuno a tu pareja aún cuando te sientes cansado, lo que provoca que cortes una flor de camino a casa y tarareas una canción hasta que te olvidas del resto de ellas.

Ese mismo amor era estar frente a el fin de una dinastía y no tener miedo, era innegablemente lo que sentían Osamu y Chuuya.

Dazai descansaba en el diván con las piernas colgando hasta chocar con la alfombra azul que él mismo compró la semana pasada. Era una bendición que todos lo dieran por muerto, porque de otra forma sus vidas y tranquilidad correrían peligro.

Chuuya regresó de la despensa con una copa de vino en la mano izquierda—. Oye, te dije que no ensucies la alfombra, es de mal gusto —dijo severamente, pero no era un regaño Cerró la puerta del estudio debido a la corriente de aire que los azotaba.

—Chuuya es tan malo, y solo trajo vino para él, debe odiarme muchísimo más de lo que pensé —fingió estar dolido, pero no funcionó.

—¡Te pregunté dos tres veces! —gritó irritado—. No seas una molestia está noche, estoy de buen humor como para reprenderte, tonto Dazai.

El castaño lo siguió con la mirada, vió como al sentir un poco de frío se acercó a la chimenea y eventualmente se tumbó ahí. Fue casi un impulso el que lo obligó a caminar en su dirección y sentarse a horcajadas en su regazo—. Vamos Chuuya, no seas poco compartido con tu amante, eso no habla bien de tí —le quitó suavemente la copa para llevarla de la forma más lasciva posible hasta sus labios dando un pequeño sorbo y posteriormente se la devolvió—. Es dulce.

Nakahara bebió un gran trago al mismo tiempo que su mano libre sostenía la mandíbula del castaño para facilitar su apertura. Se acercó a él dándole un beso mientras que le compartía del líquido carmín hasta que ambos lo pasaron y solo resbalaban sus lenguas en una batalla que claramente ganó el de ojos azules. Se alejó lo suficiente para ver el pecho del hombre frente a él, lucía tan agitado que no tuvo más remedio que hundirse en él dejando besos cortos por la parte donde colgaban los hilos que nunca ataba por flojera.

El otro aprovechó eso para tocar la parte trasera de su oreja suavemente de igual forma que su caderas en círculos—. Dijiste que estabas de buen humor ¿Puedo preguntar a qué se debe?

Chuuya se detuvo guiando sus manos hasta el pantalón de Dazai soltando los dos botones para adentrar su palma derecha—. Bueno, con un idiota tan hermoso me es díficil estar enojado —movió su mano sobre la creciente erección de su pareja—. Ojala tuviera un espejo ahora mismo para enseñarte lo bello que te ves con la cara sonrojada y los ojos tan lujuriosos que pones.

El menor mordió su labio pero fue inutil, los sonidos lascivos llegaron de igual modo, no sabía si era lo que le dijo, o si realmente su mano hacía maravillas, pues eran incontenibles—. Mierda, no te detengas.

Chuuya negó suavemente—. Disfruta de tu vino, estoy siendo compartido, vamos, bébelo todo —lo incito a seguir tomando, pero Dazai no podía pensar, de hecho no recordaba dónde quedó la copa y sinceramente no le importaba.

Jadeando comenzó a moverse de arriba a abajo contra el miembro cubierto de Chuuya—. No sé…mierda, no puedo pensar bien —gimió bajo el toque de su compañero.

Nakahara lo sabía, pero amaba escucharlo decir eso—. No te preocupes, puedes terminar en mi mano y esos preciosos pantalones, los dejarás arruinados pero no temas, compraré más para que los arruines así —el bajo tono de las palabras fue suficiente para arrojar al castaño a un orgasmo que lo dejó aturdido por unos segundos en los que Chuuya se ocupó de marcar su cuello, al cual tuvo acceso al verlo arquearse.

Un poco más aclarada su mente pudo rodar sobre la alfombra para deslizar sus pantalones fuera de sus piernas. Chuuya lo entendió enseguida pues tomó la iniciativa de desabrochar los botones de su chaleco rojo botandolo a otro lado, lo mismo hizo con sus pantalones y ropa interior.

—Esto es lo que esperabas desde que me viste cruzar la puerta —murmuró causando la risa de Dazai, él realmente lo esperaba.

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Las piernas de Chuuya se enredaban en la cintura del castaño con sorprendente tenacidad para mantenerlo casi inmóvil—. Ve más lento —pidió jadeando.

—Lo siento, me deje llevar —fue la contestación del más alto, una vez llegó hasta el fondo sus antebrazos se apoyaron a los lados de la cabeza pegada a la alfombra. Ahí yacía Chuuya abierto y caliente para él, la sola vista de su amante recibiendolo tan bien lo motivaba a seguir sin considerar descansos—. ¿Se siente bien?

Chuuya se colgó de su cuello para estirarse y dejar un beso en su barbilla—. Muy bien, sigue así —con los talones lo obligó a ir más profundo—. ¡Puedes ser más rudo!

Los ojos del castaño brillaron gracias a la aprobación. Su mano izquierda se clavó en el cuello de Chuuya al mismo tiempo que sus embestidas se volvían furiosas hasta el punto de poder escucharse—. Chuuya es tan malo, me obliga a tratarlo como una zorra cuando intento ser un caballero —era la primera vez que le decía algo así, pero fue bien aceptado. Sintió el líquido espeso contra su vientre—. ¿Terminaste solo por qué te insulte?

El muchacho asintió avergonzado—. T-tu estupida mano —sollozó lastimosamente.

Dazai salió de él con sumo cuidado dejándose caer de espaldas en la alfombra—. Hazlo conmigo.

Amor es ver tu alfombra nueva totalmente manchada y que te importe una mierda.


Este capítulo me pareció muy tierno. En fin, si ven alguna falta de ortografía háganmelo saber. Está historia creo yo que está totalmente corregida por lo que no sufrirá ningún tipo de cambio a futuro.
-Honey

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