Son Chaeyoung: La excepcional
Su cuerpo se encuentra receptivo a cualquier movimiento que le indique que ella se está acercando, la venda en sus ojos, el plug anal enterrado en su culo y las cuerdas amordazándola firmemente son suficiente distracción para cometer un error.
Sentada sobre sus pantorrillas, con la cuerda atravesando todo su torso para al final someter sus muñecas firmemente sostenidas en la espalda, Son Chaeyoung es excepcional y siempre lo demuestra, incluso cuando todo su cuerpo está cansado y amoratado. Nada de eso importa, no cuando su escape de la realidad está tan cerca de ella, tan firme e inquebrantable.
—Ruega a Dios para que te perdone por lo que vivirás hoy, Chaeyoung. —La voz de Jeongyeon es firme, tan firme como la recuerda la primera vez que la escucho.
Son Chaeyoung es excepcional, perfecta hija, seguidora fiel de la iglesia, con un novio de ya tres años y un matrimonio en espera para cuando termine su carrera en enfermería. Siempre ha sido así, obediente, leal, amistosa, respetuosa, un estándar difícil de bajar.
Pero la vida de Son Chaeyoung no es perfecta, para cuando entra al salón de clases aquella mañana y conoce por primera vez al ente divino que tiene como maestra suplente, decide que su vida si es perfecta. Chaeyoung, como la mayoría de jóvenes cristianos y reprimidos, se niega a creer que su maestra suplente le gusta. No es que sea homofóbica, prefiere evitar contacto con esas personas.
—Mi nombre es Yoo Jeongyeon, les voy a impartir Código Civil en carácter médico por el siguiente mes.
La voz firme de la señorita Yoo hace que Chaeyoung se sienta mareada, engatusada.
Los días pasan rápidamente, las clases continúan hasta que un día todo explota. Claro que la personalidad tan burbujeante de Chaeyoung sería un problema, no le gusta quedarse callada en clase y para la señorita Yoo Jeongyeon es inaceptable.
—¡Son, basta de su inmadurez! Se queda después de la clase. —Chaeyoung observa a la maestra con miedo, su voz se ha elevado incluso más de lo normal, su pecho sube y baja dentro de su camisa abotonada hasta el inicio de sus senos, una mano en su pronunciada cadera enfundada en pantalones de vestir negros y tacones.
—Lo siento, señorita Yoo.
La clase termina y todos los alumnos se retiran del aula, a excepción de Chaeyoung. Jeongyeon está enojada, no le gusta trabajar con alumnos de los primeros semestres, tienen complejo de adolescentes con aires de adulto, están en el medio y su alumna Son Chaeyoung no era la excepción. Con diecinueve años era un dolor de culo cuando le daba por no callarse en toda la clase.
Jeongyeon observa a su alumna, recta sobre su asiento, con el uniforme de la universidad católica. Es esbelta, pequeña, relajada, es perfecta y por un momento Jeongyeon flaquea ante el deseo de corregir el comportamiento de Son Chaeyoung de una manera poco ética. Pero puede jugar un poco con ella.
Camina con gracia hasta el mesón donde Chaeyoung tiene sus brazos recargados, esperando el castigo que está por recibir. Su mirada está baja, no quiere enfrentar los rasgados ojos que hacen que su cuerpo entero palpite, ella de verdad no quiere eso.
Es obligada a hacerlo cuando la mano de su profesora temporal la toma de las mejillas y aprieta sus dedos en la tierna carne para después elevar su cara y entonces los ve, ve sus ojos y empieza a sentirse extraña. La presión en su cara y la vergüenza de la cercanía que tiene con el rostro de la señorita Yoo es tan grande que puede sentir como su cara se calienta y muy probablemente está sonrojada.
Por otro lado, Jeongyeon admira la vista frente a ella, redondos ojos confundios, brillosos, inocentes y puros, Yoo Jeongyeon quiere que Son Chaeyoung sea la mascota de la maestra.
—¿Por qué eres tan malcriada, Son? —La pregunta es realizada mientras la mano de Jeongyeon sigue sosteniendo la cara de Chaeyoung quien tiene las mejillas abultadas y sus manos hechas puño en su falda del uniforme.
—Lo siento, señorita Yoo. No volverá a pasar. —Puede que Chaeyoung esté mintiendo, puede que Chaeyoung se vuelva incluso más malcriada si eso significa tener a su sexy maestra suplente frente a ella y con un botón extra desabrochado, dejando ver la unión de los pechos enormes que tiene.
—No me hagas corregirte a mi manera.
—No lo haré señorita Yoo.
Jeongyeon decide creer en ella y no volver a hacer algo así, al final de cuentas su trabajo de maestra solo requiere una semana más y se deshace de los mocosos de segundo semestre. Jeongyeon se equivocó, no se deshizo de Son Chaeyoung.
Todo empezó cuando Chaeyoung no pudo volver a casa después de quedarse en el campus hasta tarde, el transporte público ya había cerrado el horario y sus padres estaban trabajando aún, pero su maestra suplente la salvó el último día de clases. Chaeyoung se subió en su auto.
Jeongyeon había terminado su trabajo como docente suplente, una amiga cercana a ella se lo había pedido y ella hizo el favor, ya no tenía deber ético sobre nada, así que cuando pone una mano sobre el muslo de su ex alumna, todo se descontrola.
Esa fue la primera vez que Chaeyoung tuvo sexo con una mujer, fue la primera vez que tuvo sexo en general, rompiendo su celibato y fue el inicio de su doble vida.
Son Chaeyoung es excepcional, lo es incluso después de conocer a Jeongyeon desde hace un año, cuando fue su maestra suplente. Es excepcional porque sigue yendo a la universidad, porque mantiene una relación con su prometido y va a misa todos los domingos.
Son Chaeyoung es excepcional, lo fue cuando montó los dedos de Jeongyeon en su auto, lo fue cuando comenzó a frecuentarla para escapar de la odiosa realidad donde tiene que fingir que es heterosexual. Son Chaeyoung es excepcional incluso cuando Jeongyeon la doblega y se la folla como nadie en su vida lo hará.
—¿Sientes esto? —Chaeyoung puede sentirlo, todo su cuerpo está sensible, ella deduce que es una fusta, por la superficie plana y fría que le demuestran que es el cuero.
El material está pasando a lo largo de su espalda empapada de sudor, Jeongyeon la ha tenido en está posición por mucho tiempo, pero ella aguanta. Aguanta porque ama a Jeongyeon.
Chaeyoung asiente pasados unos momentos, no sabe qué hará Jeongyeon ahora, primero le vendó los ojos, después la amarró y ahora pasea un fusta por todo su cuerpo. —Adoro ver tu hermosa piel marcada por mi, Chaeyoung. Eres mi preferida.
Chaeyoung hincha el pecho al escuchar esas palabras. Son Chaeyoung es una variante constante en la vida de Jeongyeon, su perfecta y experimentada sumisa. Jeongyeon se ríe de vez en cuando al recordar que Chaeyoung frecuenta la casa de Dios después de que se la folla sin piedad. Jeongyeon es mayor que Chaeyoung, así que cuando está con ella se llena de energía, le lleva quince años y adora abusar de ese poder.
—Con esto te voy a azotar la espalda y tú hermoso culito, me has desobedecido al venir a mi apartamento buscando sexo. —El primer golpe que recibe Chaeyoung en su espalda hace que casi se vaya de boca al suelo, pero afianza sus piernas y se mantiene ahí. —Te dije que no me buscarás más, que tu amor no me interesa.
Chaeyoung se enamoró de ella hace seis meses.
Jeongyeon no puede aceptarlo, por muchas razones.
La principal es que solo quiere su cuerpo.
Chaeyoung acepta solo eso, si eso quiere decir que puede tener a Jeongyeon cerca de ella.
—Solo eres una de mis zorras, yo las busco, no ustedes a mi.
Chaeyoung aguanta las lágrimas, ella quiere estar ahí, ella aceptó cuando Jeongyeon le preguntó si podía seguir cuando la comenzó a someter. Chaeyoung acepta porque ella quiere al menos esta parte de Jeongyeon.
Una serie de azotes rebotan en la piel tierna de Chaeyoung, hace que las cuerdas rocen más su piel y que el ardor de los materiales trabajando juntos, se vuelve casi insoportable, casi. A Jeongyeon se le cansa el brazo después del décimo golpe que recibe el culo de Chaeyoung. Deja la fusta en algún lugar del cuarto y posteriormente se dedica a levantar en sus brazos a Chaeyoung. Jeongyeon es fuerte y Chaeyoung es ligera, así que no tiene problema en colocarla sobre la cama y desatar las cuerdas.
Chaeyoung siente como todo su cuerpo es usado, Jeongyeon la desata. El plug se está deslizando fuera de ella por el movimiento que está experimentando su cuerpo, ella no puede dejarlo caer o será castigada. Jeongyeon está especialmente sádica esa noche. Chaeyoung no sabe por qué. Pronto siente que Jeongyeon ahora la está amarrando a la cama, de piernas abiertas y con las muñecas otra vez juntas.
Chaeyoung siente como Jeongyeon le acaricia los pliegues vaginales, se retuerce, gime, se aprieta en lo que tiene metido en el culo. Jeongyeon ama la vista; la perfecta Son Chaeyoung sudando, con las piernas abiertas, las manos amarradas, sus ojos vendados y la boca entreabierta tratando de jalar aire a toda costa.
Jeongyeon decide jugar con ella y mientras la penetra con dos de sus dedos, con su otra mano presiona el tapón contra su culo apretado. —Mmghmm…
—Te encanta que te use, que te maltrate. Dímelo.
—Me encanta.
Su voz sale rasposa, llevaba mucho tiempo sin hablar, sin salivar. Pero le encantan las embestidas lentas y lastimeras que recibe su vagina, sabe que Jeongyeon se está tomando su tiempo para hacerla sufrir.
—Dime Son ¿qué se siente que sea yo quien te haya dado tu primer orgasmo?
Chaeyoung escucha la serie de preguntas:
—¿Qué se siente tener mis dedos y mis propios juguetes dentro de ti?
—¿Qué se siente que la verga de tu novio jamás te hará lo que te hago yo?
—¿Qué se siente mojar mi cama como una puta necesitada?
Chaeyoung no responde, las embestidas suben la velocidad. Siente un peso sobre ella, después pezones ajenos rozando con su estómago y después unos dientes le maltratan su pezón derecho.
—Jeongyeon, por favor.
—Chúpame el clítoris primero.
Y Jeongyeon aguanta el peso a los lados de la cabeza de Chaeyoung con cuidado de no jalar las cuerdas que están amarradas para no lastimarla innecesariamente. No ve nada, solo huele un fuerte olor, uno que reconoce muy bien, uno que saborea cada vez que puede. Lo hace, saca su lengua y la pasea de arriba abajo, llenando las papilas gustativas de ese exquisito sabor.
Jeongyeon siente los labios suaves trabajar en ella, tan lento y lleno de cariño que casi hace que se desconcentre, así que toma los cabellos oscuros y embiste la lengua de Chaeyoung quien gime ante la inesperada cogida. Jeongyeon no puede permitir esto, no cuando están follando.
—Hazme venir, mocosa malcriada. —Jeongyeon gruñe y menea sus caderas en la cara de Chaeyoung mientras toma sus pechos y los aprieta. Pasan unos minutos y Chaeyoung decide parar. Jeongyeon para con ella, no es buena señal que Chaeyoung se paralice. Baja de ella y rápidamente le quita la venda de los ojos y ve lo que hay detrás de eso.
Unos ojos suplicantes, brillantes, inocentes y puros, como los recuerda cuando la conoció. —Por favor, hazme venir, Jeongyeon.
En otras circunstancias, Jeongyeon la hubiera abofeteado, la hubiera estimulado hasta que ruegue piedad. Pero esta vez, Jeongyeon siente que es diferente.
—Lo haré después de que termine yo.
Chaeyoung no entiende y siente que la va a embestir con sus caderas, pero se sorprende cuando la mano de Jeongyeon penetra su propia vagina, gime y Chaeyoung también, una Diosa se está masturbando a gran velocidad frente a ella.
Con los ojos fijos en la mano que trabaja firmemente en las puertas al cielo, Chaeyoung siente que puede llegar, pero ella quiere aguantar para Jeongyeon, quiere que ella trague todos sus jugos, que lo haga y la deje de una vez por todas.
—Son Chaeyoung. —Gime una y otra vez, mientras toca su punto especial dentro de ella. —Son Chaeyoung. —Gime otra vez cuando su mano izquierda empieza a frotar su clitoris al mismo tiempo que la derecha la penetra.
—¡Son Chaeyoung! —Grita cuando se aprieta en sus dos dedos. Un grito gutural sale de los labios de Jeongyeon mientras mira directamente a los ojos de su sumisa favorita, sumisa que ya no será de ella.
—Eres hermosa, Jeongyeon. —dice Chaeyoung después de que el orgasmo de Jeongyeon pasa.
—Lo sé.
Jeongyeon se levanta de la cama y deja la habitación momentáneamente, Chaeyoung se prepara mentalmente. La mayor vuelve y ya tiene encendido un vibrador, uno que usa en ella cuando decide amarse a sí misma. Chaeyoung no ha cerrado las piernas y observa como Jeongyeon se posiciona entre ellas, no tiene tiempo de decir nada cuando Jeongyeon deposita besos en sus muslos siendo lo más delicada que ha sido después de un año de conocerla.
Jeongyeon reparte besos por todas las piernas de Chaeyoung, la acaricia y se dirige a su clítoris que se contrae visiblemente ante la espera, con cuidado lo envuelve entre sus labios, cierra los ojos y gime ante el sabor y la textura. Chaeyoung siente que está levitando cuando siente eso, su clítoris siendo atendido con experiencia y calidez.
El vibrador se posiciona en la entrada de Son Chaeyoung y ella gime cuando es incrustado en ella lentamente, gime de nuevo cuando Jeongyeon la empieza a penetrar más rápido. Jala las cuerdas y sabe que se va a lastimar, pero la sensación es gigantesca. El plug sigue en ella y Jeongyeon la empotra en la cama cada vez más brusco.
—¡Jeongyeon! —Chaeyoung grita cuando las embestidas y succiones suben. Jeongyeon se la está follando solo como ella sabe, con coraje, con fuerza, con ganas de atravesarle el cuerpo.
—Son Chaeyoung, eres excepcional. Córrete.
Chaeyoung aprieta sus paredes y el vibrador ahora es más dificil de mover, toda su piel se eriza, sus ojos se cierran y el ceño se le frunce. El plug anal no soporta la presión y termina deslizandose hacía la cama, Jeongyeon traga cada chorro que Chaeyoung expulsa y como un regalo extra se le monta entre las piernas.
—Serás más feliz sin mí, debes crecer.
Chaeyoung asiente mientras siente a Jeongyeon moverse bruscamente contra ella, restregando sus clítoris a la par, ambas resbalan bien y Chaeyoung no ha dejado de gemir por varios minutos, siente que se acerca rápidamente. Tiene cara a cara a Jeongyeon y después le llena la boca con un pulgar mientras la monta pecaminosamente, con las caderas ardiendo ante el esfuerzo de seguir el ritmo.
Chaeyoung recibe un apretón en sus mejillas con la otra mano de Jeongyeon, justo como lo recuerda y la aprieta mil veces más mientras siente que está llegando. —Prómeteme que no me volverás a buscar después de que dejes mi casa.
—Lo prometo. —Chaeyoung dice con dificultad mientras su cuerpo cae en el abismo una vez más y siente que Jeongyeon se está corriendo con ella.
El sudor, la saliva, los fluidos, el olor a sexo se combina en el aire y Chaeyoung sabe que todo ha terminado.
Es desamarrada y llevada al pecho de la persona que ama pero que no le corresponde. Chaeyoung es una chica jóven y Jeongyeon no tiene nada que ofrecerle más allá de unos cuantos orgasmos, Chaeyoung tiene que crecer sin ella. Chaeyoung tiene que dejarla para poder hacerlo.
—Así que tus papás adelantaron el compromiso y te casas en un mes…—Jeongyeon comenta mientras siente las lágrimas de Chaeyoung mojar sus clavículas.
—Pensé que tendría más tiempo.
—Lamento eso, pequeña —Los dedos de Jeongyeon se incrustan suavemente en la melena de Chaeyoung, acariciando con cariño. —Deberías dejarlo, no es lo que quieres para tu vida.
—Lo pensaré.
Ninguna dice nada. Chaeyoung se despide.
—Te amo, Jeongyeon.
Chaeyoung sale de su departamento con el corazón en un hilo y Jeongyeon siente pena por ella. Jeongyeon no la ama y lo peor de todo es que Chaeyoung será infeliz en un matrimonio arreglado.
Por qué Son Chaeyoung es excepcional a costa de su propia felicidad.
Jeongyeon no vuelve a saber de ella.
Creo que este capítulo es tan genial, es uno de mis favoritos porque el personaje de Jeongyeon muestra una faceta tan interesante.
Tu, me encanta este fict, que decirte.
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