Las reglas de Hirai Momo
Acaba de dejar a los niños con su padre, han tenido una discusión y Jeongyeon no quiere saber nada sobre eso, necesita una cerveza. Entra por la puerta de su casa e inmediatamente la recibe con la calidez de su hogar, donde ella es feliz. La sala de estar es grande justo como todo lo demás, va hacía el segundo piso donde están las habitaciones de los niños y llega hasta la suya, la más alejada y grande de la casa.
Trabajar en un buffet reconocido de abogados le da ingresos muy fuertes y no escatima en gastos para su comodidad. Cambia su atuendo de oficina por una camisa muy grande, se quita el sostén y se queda en bragas blancas. Descalza baja a la cocina y saca una cerveza de malta de la nevera, no se molesta en ponerla en un vaso y toma directo de la botella.
Va a la sala de estar y enciende el televisor de setenta y cinco pulgadas, pasa los canales uno por uno, aburrida por no tener nada que hacer. Suspira y toma otro trago de su cerveza, de un momento a otro empieza a dormitar, se siente un poco agotada y está a punto de quedarse dormida en el sillón cuando alguien toca a su puerta.
Gruñe y abre los ojos, se supone que el lugar donde vive no deja pasar a cualquier persona por la exclusividad de la zona y ella no espera a nadie. Se levanta del sofá y con la cerveza en mano camina a la puerta, no le importa no llevar nada más que su camisa, al fin y al cabo es lo suficientemente larga para cubrir lo necesario.
Al abrir la puerta casi deja caer la botella de cerveza. Frente a ella la mujer que menos quiere ver y que ahora ha vuelto a ser pelinegra desde la última vez que la vió.
—¡Jeongyeon, cariño! —Momo se le abalanza a los brazos y Jeongyeon se tambalea un poco por el peso extra, con un poco de duda abraza a la mujer por la cintura. Momo le queda un poco más alta debido a los tacones de aguja que tiene, Jeongyeon está descalza.
—Momo ¿qué haces aquí? —Jeongyeon pregunta una vez se separa de los brazos de la mujer, se quedan paradas en la puerta y la abogada no sabe si invitarla a pasar a su lugar sagrado.
—Oh, la mujer de las fresas me dio tu dirección. —dice Momo moviendo una mano sin darle importancia. Jeongyeon castigará a Dahyun. —En fin, invítame una de esas.
Momo se adentra a la casa sin invitación, quitándose los tacones en el proceso, Jeongyeon puede ver el culo de Momo apretarse en esa falda entubada cuando se agacha a dejar los tacones en el suelo, desde la puerta puede ver como su ex- mejor amiga pasea por su casa como si fuera la dueña.
—Están en la nevera, puedes tomar lo que quieras, estás en tu casa. —Jeongyeon dice al fin, dándose por vencida y tumbandose en el sillón de nuevo, después de cerrar la puerta y llevar la maleta de su amiga a la sala. Al final de cuentas Hirai Momo siempre fue así, despreocupada.
—Fuiste muy grosera hace unas semanas por teléfono —Momo ahora se encuentra junto a ella con una cerveza también. —Sé que me fui sin despedirme… pero te recuerdo que vivimos muchas cosas juntas.
Jeongyeon baja la cabeza un poco avergonzada, lo que menos quería era encontrarse a Momo y por eso la rechazó tan salvajemente. Yoo Jeongyeon ha aprendido a lo largo de los años de ser firme, de no dejarse pisotear por nadie, su trabajo requiere esas habilidades y ella las utiliza en su vida diaria. Por más que quiera, con Momo nunca puede ser al cien por ciento firme.
—Lo siento, entré en pánico. Ya sabes.
—No tienes nada que preocuparte, solo no me vuelvas a tratar así. ¡Hace cinco años no nos vemos! —medio grita la nipona, jugando y golpeando ligeramente el brazo de Jeongyeon para después recargarse en su hombro.
La relación entre Jeongyeon y Momo siempre ha sido un poco turbulenta. Se conocieron en la universidad e inmediatamente se hicieron mejores amigas, pero ciertas situaciones cambiaron el rumbo de su amistad. Cuando terminaron la universidad cada una buscó su futuro, pero siempre encontraban la forma de encontrarse al menos una vez cada dos semanas, para tomar algo, platicar y a veces follar.
Sin embargo, Jeongyeon tiene un pequeño resentimiento con su amiga, desde que se fue a Estados Unidos sin despedirse de ella. Hasta ahora Jeongyeon no conoce las razones, pero siente que la japonesa es culpable, aunque sea parcialmente, de lo que Jeongyeon es hoy en día.
—¿Cómo están los niños? —Momo notó el cambio en la cara de Jeongyeon, así que cambia de tema esperando que la coreana se relajara un poco. —¿No están aquí?
—Ellos están bien, hoy los lleve con el estupido de su padre.— Jeongyeon le da otro sorbo a su cerveza casi vacía.
—¿Ahora con qué salió?
—Como siempre un conformista, nunca quiere ver más allá.
Jeongyeon extrañaba esto, las conversaciones con alguien de su edad, que la entiende y que la aconseja. Muchas veces sus aventuras de una noche no le podían dar el lujo de una conversación profunda, y sus “relaciones” casuales no eran nada más que eso, algo casual.
Pasan el tiempo en el sillón de Jeongyeon, la tarde está acabando y la puesta de sol se cuela por los ventanales de la casa de Jeongyeon. Ahora Momo se encuentra con la camisa abierta pues el verano viene acompañado de un calor abrasador y a Jeongyeon no le molesta la vista.
—¿Y qué es lo que más has extrañado de mí? —Momo siempre hace esas preguntas, le encanta la atención y que hablen de ella. Es una vanidosa de primera y Jeongyeon sabe eso.
Lo que no sabe es si decirle la verdad, el alcohol en la cerveza artesanal le está cobrando un poco de factura. Estar sin su mejor amiga por media década la dejó un poco insensible, sin confiar en nadie, pero aún después de todos estos años Momo está aquí, con ella.
—¿La verdad? —pregunta Jeongyeon mientras gira su cabeza encontrándose con un par de grandes ojos oscuros y una sonrisa cuadrada y jodidamente encantadora.
—La verdad.
—Todo, te he extrañado mucho. Creo que por eso he estado tan enojada. —Jeongyeon suelta una risita y a Momo se le borra la sonrisa pues puede ver como Jeongyeon ha sufrido su partida.
Jeongyeon siente los brazos ajenos rodeándola con cariño y arrepentimiento en ellos y, después de mucho tiempo, se deja llevar en ese tacto conocido pero lejano por mucho tiempo, su cabeza termina entre el cuello y el pecho de la mayor.
—Me fui porque si me quedaba, no te subirían de puesto en el buffet. —Jeongyeon se congela cuando escucha a Momo hablar, aprieta su camisa de oficina aguantando las lágrimas. —Me iban a elegir a mí, pero yo sabía que necesitabas ese aumento en tu salario así que aproveche una oferta de trabajo en el extranjero para dejarte el puesto.
Momo es probablemente la persona que más conoce sobre ella y ahora Jeongyeon solo puede estar agradecida.
—¿Cómo dejaste toda tu vida aquí para que yo pudiera vivir mejor? —pregunta Jeongyeon dejando escapar algunas lágrimas.
—La verdad es que me gustaba la idea de mudarme, no te voy a mentir. No te dije nada porque sabía que me ibas a contradecir y no aceptarías el puesto, así que preferí ser odiada por ti.
Jeongyeon la abraza con más fuerza, la bondadosa Hirai Momo sacrificó una vida en Corea por ella.
Momo le acaricia la cabeza, espera a que Jeongyeon se relaje un poco mientras escucha palabras de agradecimiento. Así duran varios minutos. El celular de Jeongyeon suena, una llamada.
—Jeongyeon, tu celular.
—Contesta, por favor.
Momo encoge los hombros y se separa un poco de Jeongyeon para tomar el celular de la mesita del centro, Momo puede leer el nombre: “Tzatán” y contesta sin esperar lo que va a escuchar después.
Gemidos rotos, jadeos y suspiros resuenan a través de la bocina y son tan fuertes que hasta Jeongyeon los escucha, se arrepiente de su petición cuando se da cuenta de que se trata.
—¡Mm-mh Tzuyu! —la voz de Dahyun se une a la ecuación y Momo le arquea una ceja a Jeongyeon y por pura maldad pone la llamada en altavoz.
—Jeongyeon-ah, necesito tu ayuda con Dahyun, se ha portado mal y la estoy castigando, justo como me enseñaste pero parece que es una malcriada.
A Jeongyeon se le encienden las mejillas, Momo aguanta la risa y hace una mueca. Alguien ha estado disfrutando de su Jeongyeon en este tiempo. La pelicorta le arrebata el celular de las manos y rápidamente quita el altavoz.
—Tzuyu, lo siento no puedo unirme a ust… —Jeongyeon es interrumpida con el sonido de algo siento azotado fuertemente, y aunque es inadecuado y su mejor amiga está ahí escuchando todo con las mejillas rojas; siente una contracción en su entrepierna.
—Jeongyeon unnie... —otro gemido de la melosa voz de Dahyun.
—Hablamos luego.
Jeongyeon cuelga la llamada de una vez por todas. Siente una mirada intensa en ella, esa mirada que le recuerda sus inicios en este mundo tan pecaminoso. Enfrenta los ojos de Momo y ahora son oscuros, puede ver fuego en ellos.
—¿Así que has seguido mi ejemplo ah? —Momo dice con la voz ronca, sinceramente la llamada con la tal Tzuyu y Dahyun la puso candente y el imaginarse a Jeongyeon sometiendo a mujeres la excita.
Sin embargo, no tanto como haciéndolo ella misma con tremenda Diosa. Sinceramente los años le sentaron bien a Yoo Jeongyeon, más madura, más autoritaria.
—Oh, Momo. Me dejaste bien entrenada. —Se les eriza la piel a ambas, recordando el contacto de la otra, de los juegos, las reglas, las cuerdas, los juguetes. Todo.
Sus cuerpos siguen juntos, incluso después de la llamada y pueden sentir el calor ajeno aumentando de temperatura. —Pues claro, eres mi perra y a mis perras siempre las dejo bien entrenadas.
El tono de Momo es contundente, siente la respiración de Jeongyeon agitarse contra su cuello y le hace cosquillas, siente como se mueve lentamente contra ella, presionando su cuerpo un poco más cerca del suyo.
—Sube la maleta a tu cuarto.
Momo da la orden y Jeongyeon inmediatamente se pone de pie y obedece. Después de años, las órdenes de Momo aún le dan un poco de miedo, aún recuerda la última vez que no le hizo caso.
La japonesa la sigue de cerca y toma el celular de Jeongyeon, ya quiere estrenar el juguete nuevo que compró de camino hacía acá porque Momo sabe que a pesar de todo, Jeongyeon siempre cederá ante ella. Y lo que Jeongyeon hace es la prueba de ello, en menos de dos minutos la maleta está en el cuarto principal.
Momo lo analiza, es muy grande. Una cama king size, una puerta la cual supone que va al baño y guardarropa, y un espejo empotrado en la pared de arriba abajo, es hermoso.
—¿Recuerdas las reglas, Yoo? —Momo pregunta a una Jeongyeon dócil, sentada en la cama con las piernas cruzadas haciendo que su camisa se suba un poco.
—Lo hago.
Momo se acerca a ella lentamente haciendo un vaivén con sus caderas, la camisa sigue abierta y ahora su rostro está rojo. El frío de la madera en sus pies contrasta con la de su cuerpo, tendrá a su sumisa después de muchos años. Cuando está frente a Jeongyeon la toma de su corto cabello y aprieta, la contraria suelta un jadeo alterado, extrañaba el toque autoritario de Momo.
—Trátame con respeto… ¿Recuerdas las reglas? —dice mientras pone el celular a un costado de Jeongyeon.
—Lo hago, mi señora.
Momo suspira y le estrella los labios a Jeongyeon en un beso necesitado, cargado de lujuria y cariño a la vez, sus labios encajan a la perfección y pronto sus lenguas se acarician también. Momo toma el borde de la camisa de Jeongyeon y la alza separándose momentáneamente para desnudar a su amiga.
Jeongyeon se deja hacer pues es una de las reglas.
1. Dejar que su señora haga lo que quiera con su cuerpo.
Momo la recuesta y mientras Jeongyeon se acomoda en el borde de la cama, Momo se saca la falda, la camisa y el brassier, ambas en bragas ahora pueden saborear sus cuerpos. Momo se cierne sobre Jeongyeon y la pelicorta sube sus brazos sobre su cabeza, tomando en sus propias manos las muñecas.
2. No tocar a su señora a menos que ella lo indique.
Momo reparte besos por todo el cuerpo de Jeongyeon quien muerde sus labios fuertemente, sus pechos siendo atendidos en este momento con exceso de saliva para mejor lubricación, sus pezones son chupados con euforia y mordidos con ansias.
—Me fascinan tus tetas, Jeongyeon. —continúa con las lamidas por un momento y después ve una marca morada en el otro pecho de Jeongyeon y pronto se encuentra enojada. —¿Quién te hizo eso?
Jeongyeon abre los ojos y cuando voltea hacía abajo donde se encuentra Momo, sabe de lo que está hablando. —¿Fue la tal Tzuyu o Dahyun? ¿Sabes que? no me importa. —Momo se responde sola y Jeongyeon traga cuando la cara de Momo se hunde en sus pechos de nuevo, la humedad de Jeongyeon pronto pasará la tela de sus bragas y llegará a la cama.
Grita cuando siente una mordida cerca de su pezón, una mordida realmente fuerte que le pone los ojos llorosos y hace que su clítoris se contraiga violentamente, palpitando una y otra vez. Jadea cuando no la suelta, cuando en medio de la mordida hace una succión llenandose toda la boca del pecho de Jeongyeon. La saliva de Momo manchando la piel de la abogada.
—Te voy a marcar como ganado, eres mía Jeongyeon y lo sabes. —Momo se levanta del cuerpo de Jeongyeon, quien ha sido una buena chica; con los brazos bien estirados, sin llamarla por su nombre y sin tocar su cuerpo. Pero ella sacará lo peor de la mujer.
Momo se saca la bragas y hace lo mismo con Jeongyeon. —Ya puedes bajar los brazos, cariño. —Jeongyeon lo hace y observa a Momo con esos ojos almendrados y brillosos de excitación. La japonesa le tiende la mano y cuando Jeongyeon la toma, es levantada violentamente de la cama, casi cayendo al suelo pero no sucede pues pronto es guiada hasta el espejo de la habitación.
Momo aplasta la mejilla ajena contra el espejo, sometiendo la nuca de Jeongyeon contra la superficie fría, el aliento caliente empaña su propio reflejo. —Levanta el culo, perra. —Jeongyeon lo hace, no duda ni pregunta. —Recarga las manos en el espejo, pero no despegues tu cara ni el torso, quiero tu culito bien parado.
Jeongyeon conoce las reglas:
3. Haz todo lo que tu señora te pida.
Una vez más obedece y una vez más es presionada contra el espejo, es violento, rudo y crudo y Jeongyeon lo ama así, a este punto está goteando, sus pliegues están mojados y cuando dos dedos traviesos se cuelan entre ellos y resbalan, gime.
—¡Se-señora!
Jeongyeon conoce las reglas:
4. Gemir alto y claro el seudónimo de su señora.
—Mírate, tan necesitada por mis dedos. ¿Es que acaso aquellas zorras no te tratan bien?
Jeongyeon niega rápidamente mientras observa de cerca su reflejo, su mejilla moviéndose de un lado a otro contra el espejo, está desesperada por ser penetrada, follada y jodida. —Pues claro que no te van a tratar bien, yo soy la única que te domina, que te sodomiza tan bien.
—Lo es, mi señora.
—Claro que lo soy, estúpida. —Los dedos se empapan de los fluidos de Jeongyeon y Momo tiene que suspirar, siempre tan caliente y lubricada para ella. —¿Quieres que tu señora te folle?
—Hazlo.
Dos dedos abren paso poco a poco entre las paredes de terciopelo que abraza la vagina necesitada de Jeongyeon, se sienten tan bien y es que esos dedos son tan grandes como las propias manos de Momo. Llegando a los lugares exactos apenas con esfuerzo, apenas con movimientos lentos.
Momo disfruta del interior de su amiga, apretada y mojada. Su culo esta bien parado, sus pechos siendo presionados firmemente contra el espejo, ojos llorosos y respiración agitada. Poco a poco aumenta la fuerza, follándosela lento pero fuerte.
—¡A-ah! ¡Señora, más!
Es música para los oídos de la japonesa, su sumisa rogando por más.
—Insolente que eres Jeongyeon. Te apuesto a que a nadie le rogaste como a mi.
—N-no, no lo hice —a Jeongyeon se le complica hablar, las embestidas están subiendo de velocidad —No lo hice porque… porque solo te ruego a ti, solo tú me puedes follar así.
Momo cierra los ojos, pegando su cuerpo al de Jeongyeon, inhalando su olor y asimilando el poder que la abogada le otorga, mueve su mano más rápido mientras Jeongyeon se desarma en gemidos y jadeos.
—Mírate, mira como te follo —Jeongyeon no lo hace porque tiene los ojos cerrados, la boca abierta y las piernas temblando. Momo le suelta la nuca y azota el culo de Jeongyeon, quien gime alto y obedece está vez.
Jeongyeon se siente sucia, se siente sensual y deseada, pronto se acerca al orgasmo pero ella no puede hacerlo porque conoce las reglas:
5. No correrte sin permiso.
—¿Ya casi llegas? —pregunta Momo en su oído, el aliento caliente llegando a la entrepierna de Jeongyeon.
—Lo es-estoy sosteniendo. —dice Jeongyeon bajito, en un susurro porque siente que si habla de más va a llegar al orgasmo y ella tiene que obedecer a su señora.
—¡Ah! Eres tan buena chica. —Momo halaga y sigue penetrando a Jeongyeon, cada vez más fuerte y más rápido, pasando por las paredes apretadas y flectando sus dedos hacía arriba y en cada movimiento el cuerpo de Jeongyeon se retuerce. Con su mano libre sostiene el cuello de Jeongyeon por delante, aprieta un poco y escucha un gemido ahogado.
El sudor corre entre sus cuerpos, resbala hasta el culo de Jeongyeon a quien se le complica respirar en este momento, se concentra y trata de pensar en su caso para está semana, ella no puede correrse sin que Momo lo diga, ni siquiera puede decírselo porque es parte de las reglas.
Jeongyeon se siente bien atendida, los dedos de Momo han estado dentro de ella por varios minutos, siente su punto g ser tocado y estimulado y mientras tanto Momo disfruta de esto, siente como las paredes se aprietan de repente, Jeongyeon está haciendo todo lo posible por no llegar; sus piernas tensas, sus gemidos lastimeros, sus manos cerrándose en un puño y ojos cristalinos observando el reflejo de la cara de Momo, con el ceño fruncido en concentración.
—Córrete.
Esa palabra es suficiente, se empieza a mover contra la mano de Momo quien no ha parado ni un momento y está vez siente de manera definitiva que sus dedos son aplastados por aquellas paredes, los fluidos que salen de Jeongyeon son abundantes y parece que ha estado en sequía sexual por un tiempo, pero no. Son los dedos mágicos de Momo.
—¡S-señora! ¡Dios mío! —Jeongyeon se retuerce, el sudor de su frente ahora está en el espejo, su cuerpo comienza a temblar. —¡Más! ¡Por favor!
Momo sonríe y su palma rebota contra la nalgas de Jeongyeon, sacude su mano mientras sigue con las embestidas, alargando placenteramente el rico orgasmo de Jeongyeon. Cuando los dedos son liberados de las paredes, Momo sale de ella bruscamente y le suelta el cuello. Jeongyeon cae de rodillas al suelo.
Momo no se preocupa y sacude la mano empapada de fluidos para ir a abrir su maleta, justo esa mañana había comprado un strap on y hasta se tomó el tiempo de desinfectarlo, Jeongyeon la observa y de pronto se da cuenta del tamaño de esa cosa. A tientas calcula unos veintitrés centímetros. Jeongyeon anticipa que mañana no podrá caminar.
—Levántate y colócate a cuatro patas cerca del borde de la cama, rápido.
Jeongyeon a gatas lo hace, se siente débil pero sabe que esto no ha terminado y va a complacer a su amiga hasta el final.
—¿Recuerdas por qué me gusta tenerte de espaldas? —Momo pregunta mientras se coloca la correa del juguete y se lo ajusta asegurándose de que todo esté en orden y roce placenteramente su propio clítoris, aliviando un poco sus húmedos pliegues.
—Porqué no soy igual a ti en la cama, porqué tu eres quien manda y porque te gusta el lunar de mi espalda. —Momo suelta una risita mientras se pone entre las piernas abiertas de Jeongyeon, disfrutando de su culo y pliegues rosados contrayéndose a la vista por necesidad.
—Eres perfecta, Jeongyeon. Una Diosa moldeada por la más divina fuerza, un ente celestial que solo sirve para mi placer.
Jeongyeon asiente, no dice nada y deja que su corazón se caliente con las palabras dulces e hipnotizantes. Siente la punta del juguete abrirse paso lentamente, está muy mojada pero eso no importa y Momo deja caer saliva en lo que resta del juguete para después tomar las caderas ajenas y enterrarse tan profundo que ahora la pelvis de Momo está pegada al trasero de Jeongyeon.
—¡Ah! ¡Carajo!
—Llámame por mi nombre.
Jeongyeon no se lo puede creer, jamás se lo había permitido. Ni siquiera después de que ambas tuvieron su primera vez juntas, ni cuando aprendieron sobre este mundo estando juntas. Ni cuando Momo llegaba con nuevas prácticas y Jeongyeon las cumplía al pie de la letra. No la llama por su nombre cuando están follando porque Momo no es Momo, es su dueña.
Pero algo hace sentido, después de todos estos años y el dolor en el pecho de Jeongyeon al no tener a su mejor amiga, hacen válido que la llame por su nombre y Momo reconoce eso, por eso le ha dado permiso.
—¡Momo, Momo! —Jeongyeon lo repite una y otra vez mientras se echa hacía atrás encontrándose con las embestidas poderosas de Momo quien está aferrada a las nalgas de Jeongyeon y con la lengua de fuera, está sumamente excitada y ver como las nalgas le rebotan en las caderas a la vez que el juguete es tragado por la estrecha vagina de Jeongyeon la vuelve loca.
—Jodida, puta. Te dejaste follar por otras. —Momo dice con enfado, y suelta una mano de las nalgas de Jeongyeon. Se inclina contra Jeongyeon y pega sus pechos con la espalda sudada, sube una pierna a la cama y se aferra a una colgante de Jeongyeon. —Nadie te puede follar como yo.
—Nadie, nadie. —Jeongyeon tiene la boca abierta, gime cada que el juguete abre sus paredes y las estimula.
La nipona suelta a Jeongyeon y para por un momento para a tientas buscar el celular de la pelicorta, recordando porque lo llevó al cuarto en primer lugar. Jeongyeon lloriquea ante la falta de movimiento y se empieza a empalar sola, haciendo rebotar sus nalgas en cada embestida.
—Llama a Tzatan. —Momo ordena y Jeongyeon para por un momento, el celular es aventado a su lado, mientras Momo espera que comience a marcar el número y cuando el altavoz indica que la llamada está entrando se sostiene de nuevo de Jeongyeon quien deja el celular en la cama para sostenerse nuevamente en cuatro.
—¿Jeongyeon? —la voz de Tzuyu resuena en el cuarto a través del teléfono —Hyun y yo ya terminamos, pero puedes venir a tomar algo.
—¡A-ah! ¡Dios mío! —Momo empieza a embestirla con rabia, está segura que esas mujeres escuchan el culo rebotando, se inclina y le susurra a Jeongyeon “diles a quien perteneces”
—¿Je-Jeongyeon? —respiraciones aceleradas atraves de la línea. Tzuyu y Dahyun jamás han escuchado a Jeongyeon gemir de esa manera pero lo que viene a continuación las sorprende y las calienta.
—¡Le pertenezco! —una embestida —¡Le pertenezco a Hirai Momo! —Jeongyeon está gritando, sosteniendo las sábanas fuertemente mientras gime salvajemente.
—Dios mio, Jeong… —Jeongyeon cuelga la llamada antes de que Dahyun diga algo más. Momo sonríe, la venganza es dulce y vuelve a Jeongyeon, una mano en un pecho y la otra viaja a la boca de la contraria, desde atrás introduce dos dedos en su boca y los gemidos de Jeongyeon son interrumpidos.
Momo se afianza de la boca de Jeongyeon y comienza a cogerla, a empotrarla, a joderla sintiendo que el juguete es presionado, empieza a gemir a la par de su sumisa, el juguete rozando su propio clítoris. Momo siente que sus dedos son mordidos, pero no le importa y se concentra en llevar a Jeongyeon al cielo. El sonido de los golpes son obscenos, son húmedos y Jeongyeon comienza a gritar cuando Momo levanta ligeramente su cadera en cada embestida.
Jeongyeon con los ojos cerrados piensa en cómo la está humillando, en cómo la está cogiendo tan fuerte, como un animal salvaje saciando sus impulsos más naturales, y a Jeongyeon le encanta ser dominada, ser cogida y follada tan fuerte y duro, justo como le enseño Hirai Momo. La cama rechina salvajemente, está segura que la van a romper. La cabecera resuena contra la pared siguiendo el ritmo imparable de Momo.
—¡Oh Dios mío, Jeongyeon! —La presión del juguete contra su clítoris es impresionante, se va a correr. —Llega conmigo, cielo. ¡Hazlo!
—¡A-ah! ¡Joder, ahí! ¡Ahí, ahí! —Jeongyeon llega al orgasmo mientras los dedos en su boca la estiran hacía atrás y siente que le duele la vagina al ser abierta aún cuando se estrecha, Momo no para pues persigue su propio orgasmo.
—Eres mi putita dócil y fácil, solo tú me haces llegar sin tocarme. —Momo se une a los lloriqueos de Jeongyeon quien está alcanzando su tercer orgasmo de la noche. Momo se endereza y suelta a Jeongyeon, echa la cabeza hacía atrás, su lengua sale de su boca, los abdominales claramente marcados contrayéndose y la saliva se acumula tanto que cae contra el cuerpo de Jeongyeon, las venas de su cuello se marcan y termina de una vez por todas cuando retuercen sus propios pezones en sus dedos.
—¡Momo!
El último grito de la noche.
Momo sale de ella y Jeongyeon se deja caer, sudada, sin poder respirar bien y viendo lucecitas de colores. Mientras la japonesa se arrastra en la cama, completamente cansada por su esfuerzo físico, Jeongyeon rápidamente se acurruca contra ella, sintiendo el sudor y el cuerpo ajeno.
—Perdón por dejarte, Jeonguie.
—No me pidas perdón, ya estás aquí.
Entre caricias sanadoras se quedan dormidas y Jeongyeon está feliz de tener a su mejor amiga de vuelta, porque ellas son solo eso: mejores amigas que follan duro y tienen juego de roles. Jeongyeon está feliz con eso porque además de buen sexo, tiene conversaciones profundas y un lugar seguro con Momo.
Tzuyu y Dahyun se miran a los ojos cuando la llamada termina, mojadas de nuevo aún después de haber tomado una ducha. Sin pensarlo mucho comienzan una nueva sesión de besos mientras entre conversaciones obscenas comentan lo bien que se escucha Jeongyeon siendo sumisa.
Se preguntan quién es Hirai Momo.
Hirai Momo, la única que somete y se folla a la Diosa Celestial: Yoo Jeongyeon.
Buenas noches Tu, en primer lugar: Pido mil disculpas por mi ausencia en todos estos días, han sido bastante interminables.
En fin, este capítulo es mi favorito de todos en esta increíble historia, y lo quería publicar el día de mi cumpleaños (si lloré, pero estaba tan cansada Tu, no sabes cuánto) en fin, aquí está, espero te haya gustado esta versión.
¿Que si estaré publicando sus extras? Obvio si, pero me lo tomaré con más calma, en lo que publico todos mis pendientes ¿está bien?
Gracias por seguir aquí, darle una oportunidad a todo lo que publico y apreciarlo♡ Tqm, regresaré muy pronto, estoy escribiendo mucho lo prometo, tu JazUnnie🌻
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro