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Jugando con Im Nayeon

Nayeon es una persona tranquila, de lo más tranquila que se puede ser cuando le gusta tener pequeñas aventuras. Le gusta practicar deportes extremos, jugar al tenis y en sus tiempos libres hasta jugar a la barista. Nayeon es una persona tranquila, con una carrera de medicina en pausa por un embarazo no deseado, pero bueno ella cree en el destino y ama a su pequeño de seis años. 

Claro que nunca se casó con el padre de su hijo, no eran compatibles para nada y todo sucedió en una noche de pasión que Nayeon quisiera olvidar, pero no puede y ahora su hijo es un recuerdo constante de ello. Sin embargo, ella se encarga fervientemente de su hijo cuatro días por semana. 

—-Hola, cariño. ¿Cómo te fue en la escuela? —pregunta la madre al pequeño que viene saliendo del colegio privado en el que estudia. 

—¡Hoy aprendí a decir los colores en inglés! —El pequeño tiene una energía que heredó claramente de su padre, pues nunca se estaba quieto. Nayeon es una persona tranquila. —También conocí a Seungmin ¡Quiero que venga a casa a comer conmigo, mamá!

El niño habla demasiado rápido, no deja que su mamá responda y hasta ese momento visualiza a una pequeña figura masculina correr hasta su hijo, cuando el otro infante llega; hay una explosión de risas y conversaciones enredadas. Nayeon los observa con ternura en sus ojos, ternura que no dura mucho pues Nayeon observa a la madre del pequeño llegar hasta ella. 

—Parece que Seungmin encontró al tal “Felix” —Nayeon observa detalladamente al ente celestial que tiene frente a ella. La mujer se encuentra vestida con ropa de oficina, una camisa abotonada que ciñe a la perfección cada curva de su torso y una falda lápiz que abraza sus largas piernas con fervor y tacones negros —Soy Yoo Jeongyeon, un gusto. 

Jeongyeon no pierde de vista el detalle con el que la castaña la observa, como la escanea y saborea incluso cuando los niños están jugando entre ellos a su lado. A Jeongyeon no le molestaría jugar con ella. 

—Im Nayeon, el gusto es completamente mío. Ahora entiendo porque su hijo es tan guapo. —El cumplido sale tan rápido como Seungmin se encuentra revoloteando alrededor de ellas por escuchar a una mujer bonita llamarlo guapo, perdido en la inocencia de las verdaderas intenciones.

—Me halaga, Im. Pero bueno no venimos a darnos cumplidos toda la tarde, mi hijo me dijo que su hijo lo ha invitado a pasar la tarde en su casa. ¿Es eso cierto?

—La verdad es que me lo acaba de decir, pero estaría encantada de recibirlos a los dos. —contesta Nayeon con la esperanza de que la madre también venga, siente la repentina necesidad de ser más cercana a la mujer. 

—Está de suerte Im, pues tengo la tarde libre. 

—Llámame por mi nombre.

—Está bien, Nayeon.

Nayeon recuerda aquel primer día donde conoció a Seungmin y a Jeongyeon, pasaron toda la tarde juntos. Los niños jugando en el jardín de la casa de Nayeon y las madres platicando de las dificultades de ser solteras. Todo fue tranquilo, sereno y cómodo hasta que Jeongyeon derramó por accidente una copa de vino tinto sobre la camisa blanca que Nayeon llevaba puesta esa tarde.

Jeongyeon se disculpó a medias. A medias porque sus ojos se dirigieron hasta el brassier de la castaña. No pudo seguir con su disculpa pues se imaginó con los pechos entre su boca y Nayeon sintió también la tensión. Ella quería amamantar a la contraria, todo terminó cuando los niños llegaron a la cocina. Pero ninguna lo deja ahí. 

Nayeon escucha el timbre de su casa y va corriendo. Desde aquel día no ha dejado de pensar en los intensos ojos marrones que le desnudaron el alma y le mojaron las bragas. Esa noche no solo se encargó de la humedad de su camisa sino también de la que había entre sus piernas. 

Jeongyeon consiguió el número de su ahora amiga y se pusieron de acuerdo para tomar una copa de vino, con una promesa vacía de no derramar nada esta vez. Pero Jeongyeon tiene un don, el don de saber cuando una mujer la desea y está segura de que Im Nayeon la desea, así que hace su mejor esfuerzo, viste una camisa de tirantes y pantalones bien ceñidos a su culo, todo con su cabello corto al natural. Ella espera llevarse a la cama a la mamá sexy.

—Jeongyeon, pero que alegría que pudieras venir. —Nayeon la recibe con un abrazo apretado, uno que logra que los pechos se rocen más de la cuenta. 

—Aproveche que no tenía trabajo en la oficina y que ninguna de las dos tenemos a los niños hoy —Jeongyeon habla sin deshacer el abrazo, provocando que su aliento choque contra la oreja de Nayeon —Así podremos pasar toda la tarde juntas.

Nayeon siente una corriente por todo su cuerpo, lo último fue susurrado en su oído con voz rasposa y cortante que le hizo cerrar los ojos. 

—Vayamos por esa copa de vino, Yoo. 

Ambas se dirigen a la cocina y cuando tienen las copas llenas, viajan hasta la sala de estar con una botella en las manos, por si necesitaban otra dosis. La plática fluye. Nayeon le cuenta sobre cómo se embarazó y que a sus veintisiete años nunca creyó que fuera mamá. Jeongyeon le platica de su ex-esposo, que no se dejaron por falta de amor sino por falta de intereses en común, pero que ella era más feliz así. 

Después de un rato, Jeongyeon saca de su bolso una camisa, alegando que lamenta el incidente pasado y se la pasa a la castaña.

—No era necesario, de verdad. —Nayeon trata de negarse, pero Jeongyeon es persuasiva. 

—Anda, pruébatela. —Jeongyeon ordena y Nayeon la mira a los ojos tragando saliva. 

—¿Ahora? 

—Sí, ahora. 

Nayeon inhala profundo y se levanta del sillón, toma los bordes de su camisa y la jala hacía arriba, dejando al aire un par de pechos enfundados en una lencería azul cielo simple. A Jeongyeon se le hace agua la boca, sus pechos son de tamaño regular, pero ella quiere restregar su vagina y todo su cuerpo en ellos. Para cuando levanta la mirada de sus pechos, Nayeon ya está poniéndose la nueva camisa, pero sus orejas y mejillas arden ante la inspección que recibió su cuerpo semidesnudo. 

—Eres hermosa, Nayeon. 

La mencionada siente que se va a desmayar, Jeongyeon tiene un efecto en ella que no puede describir, como si quisiera entregarle cada fibra de su cuerpo, cada pertenencia que posee sólo para hacerla acercarse a ella, pero no tiene que hacer eso pues Jeongyeon se pone de pie y la toma de la cintura. 

—Permíteme besarte. 

Jeongyeon no espera respuesta y Nayeon la besa, sus labios se encuentran de manera gentil, encajan a la perfección. Nayeon pone sus brazos sobre los hombros ajenos y la diferencia de altura hace que Jeongyeon se encorve un poco. Eventualmente el beso se intensifica y sus lenguas se enredan, jadeos se mezclan y ambas tienen las piernas temblando de anticipación. 

Jeongyeon se separa y reparte besos por el cuello ajeno. —Te compraré otra, te lo prometo. —Nayeon no entiende a que se refiere, pero de pronto siente como la tela nueva es rasgada de su cuerpo y sin esperar a nada, su brassier es desgarrado con la misma intensidad, Nayeon jadea y hasta entonces entiende el tipo de mujer que es Yoo Jeongyeon, una insaciable y que tal vez le pueda cumplir una sucia fantasía. 

Terminan en la habitación principal de la casa, en donde duerme Nayeon. En cuestión de minutos ambas están desnudas y la castaña le pide algo a Jeongyeon. 

—Quiero hacerte sexo oral, por favor.

—Puedes hacerlo. —Dice Jeongyeon mientras se acomoda en la cama, abriendo las piernas para ella. Por un segundo Nayeon olvida que más iba a decir, pero pronto recupera la noción y continúa. 

—Pero quiero que tú me lo hagas a mi mientras lo hago. 

A Jeongyeon se le oscurecen los ojos ante el pensamiento, así que se sienta y jala a Nayeon con ella, cayendo ambas a la cama. Después de un fogoso beso, Nayeon se posiciona con las rodillas a cada lado de la cabeza de Jeongyeon, y cuando siente un lametón a lo largo de sus pliegues gime, pero ella tiene trabajo que hacer aún. Con cuidado se inclina y queda en medio de las piernas de Jeongyeon. 

Sopla gentilmente, Jeongyeon siente el aire caliente golpear contra su vagina y en respuesta se aferra a las piernas ajenas y entierra su cara en la humedad de la castaña. —Cómeme, Nayeon.

Por fin lo hace mientras separa los labios mayores, sin ningún tipo de preparación ya se encuentra succionando el nervio de Jeongyeon, siente que las caderas se agitan y como más fluidos le llenan la lengua y las papilas gustativas.

Ambas mujeres comienzan con lametones y succiones que las dejan débiles, débiles de las piernas y débiles ante la lujuria y desvergüenza que está a punto de venir. Jeongyeon tiene la nula vista de Nayeon, pero todos los demás sentidos están a flor de piel. Pasa sus dedos por las nalgas que tiene en la cara y separa los cachetes, puede ver el ano de Nayeon contrayéndose a la par de su vagina con cada contacto que tiene con ella. Jeongyeon tiene una idea.

—Déjame cogerte la vagina y el culo a la vez. 

Nayeon gime cuando dos dígitos entran en su vagina, rueda los ojos a la parte posterior de su cabeza. Jeongyeon se estaba burlando de su pared frontal y por un momento Nayeon se separa de la intimidad de la contraria, pero es regañada con un azote en la nalga derecha y se pone a trabajar de nuevo. Sin embargo se detiene otra vez cuando un dedo lubricado con lo que supone es saliva empieza a pasearse por su anillo apretado. Nayeon jamás había tenido nada, nada por ahí, pero se siente bien cuando la punta del dedo de Jeongyeon entra, intensificando la sensación de lo que siente en la vagina y el clítoris. 

La pelicorta está toda ocupada en ella: su mano derecha penetrando la vagina, la izquierda dilatando el ano, su lengua en su clítoris y sus caderas embistiendo la boca de Nayeon, se la está follando de todas las maneras posibles a la misma vez.

Nayeon se siente en el cielo, se empeña en hacer llegar a Jeongyeon, pero no puede cuando es arrojada a un costado de la cama. Jeongyeon no le dice nada pero se posiciona sobre ella, la penetra de nuevo y sin esperar a nada, le mete un dedo en el culo. Porque Jeongyeon quiere y puede hacer lo que quiera con ella. 

—Me vas a dejar cogerte hasta que me canse, serás mi propio juguete sexual, Im. Tendrás vergüenza de mirar a tu hijo en cuanto salgas de esta habitación porque sacaré lo peor de ti.  

—Oh por favor hazme eso, cógeme, cógeme. —Nayeon empieza a lloriquear cuando los tres dedos dentro de ella empiezan a golpear su punto constantemente y siente la boca seca pero Jeongyeon se encarga de ella escupiendo en su boca. 

Nayeon gime ante la vulgaridad del acto, pero solo puede abrir la boca y sacar la lengua esperando más de ese adictivo néctar. 

Jeongyeon siente sus ojos brillar al ver como Nayeon prácticamente está rogando por más saliva y la complace. Lo hace de nuevo, observando como su saliva se desliza por la barbilla de Nayeon. 

La castaña se empieza a apretar tanto del culo como de la vagina y Jeongyeon sabe que está cerca, así que la penetra como un animal, como si Dios estuviera poniendo toda su fuerza en aquellos tres dedos que trabajan en una Nayeon descompuesta y rendida ante el placer. Una Nayeon que se le tensa el cuello y se empieza a retorcer cuando su orgasmo es tan fuerte que no puede pensar en otra cosa más que en como le encanta que se la follen por dos lugares a la vez. 

—Jeo-Jeongyeon... —Con un susurro débil es como termina y la nombrada sale de ella sin cuidado, se acuesta a un lado y sube a Nayeon encima de su cuerpo. La castaña siente que ya no puede más pero cuando escucha a Jeongyeon hablar de nuevo no puede negarse. 

—Restriega tu clítoris con el mío y hazme venir.

Nayeon acata la orden y se coloca entre las piernas de la contraria con las suyas abiertas, le duelen las caderas y ambos orificios, pero el placer y la lujuria es mil veces más grande por lo que cuando el primer contacto sucede, no puede parar. 

Toma los pechos de Jeongyeon entre sus manos y comienza a moverse con fervor sobre la vagina empapada, con la humedad chorreando entre sus cuerpos y los gemidos de ambas llenando la habitación. El ritmo es tan fuerte en un momento que la cabecera rebota contra la pared y el colchón rechina. 

—Más rápido, Nay. Casi me haces llegar... —Jeongyeon halaga y se mueve con ella, como si fueran las olas del mar guiadas por la mismísima luna. 

El cuarto se inunda de un olor a sexo y sonidos sumamente húmedos, Nayeon puede sentir las palpitaciones propias y las ajenas en las entrañas de su piel, está casi llegando de nuevo. 

—Jeongyeon, déjame tomarte. 

Jeongyeon no entiende a que se refiere, pero cuando ambas manos de dedos largos y fuertes la toman del cuello y la presionan contra la almohada, solo puede rodar los ojos y aferrarse a las muñecas de Nayeon. Desde afuera todo se ve pecaminoso. 

Ambas moviéndose al unísono, pechos rebotando al ritmo de las duras embestidas, saliva y sudor corriendo por sus cuerpo y Nayeon asfixiando placenteramente a Jeongyeon, quien está con los ojos en blanco mientras trata de gemir.

La asfixia para Jeongyeon no era una práctica común, pero sí que le encantaba que la priven del aire, hace que la sensación entre sus piernas explote. 

—Puedo montar tu vagina todo el día, Jeong. —Nayeon dice entre gruñidos mientras sigue firmemente sostenida de Jeongyeon.

Todo termina cuando ambas se derraman en un orgasmo potente, que las hace gritar y resbalar aún más debido a la humedad. Nayeon no para aunque siente un hormigueo en sus piernas y persigue un tercer orgasmo ahora sosteniéndose de la cabecera de cama, Jeongyeon no se puede mover mucho debido a la intensidad de su orgasmo, pero se inclina y por fin se come los pechos ajenos, los muerde, los jala y los maltrata como Nayeon le acaba de maltratar su largo cuello. 

Nayeon llega por tercera vez cuando Jeongyeon le jala el pezón tan fuerte que sabe que mañana verá una marca ahí, pero se derrumba tan pronto como la sensación pasa.

Las sábanas están mojadas, sus cuerpos rojos y completamente marcados, pero están felices. 

—Al final tu me usaste de juguete a mi, Nayeon. —comenta Jeongyeon con la mencionada recostada en sus pechos, jalando aire para controlar la intensa experiencia que acaba de vivir. 

—Mañana trae a Seungmin a jugar. 

—Lo haré.

Jeongyeon frecuenta la casa de los Im muy a menudo, pero las relaciones sexuales no vuelven a suceder debido a que ambas madres llegaron a un acuerdo. Si seguían con sus encuentros, sus hijos podrían verse afectados, pero Nayeon jamás olvidará su primera experiencia anal y Jeongyeon jamás olvidará la primera vez que la usaron tanto sexualmente después de Hirai Momo. 

Hola, buenas madrugadas. No he logrado un nuevo capítulo de nada así que un capítulo nuevo de esta adaptación que estoy amando, porque claro que yes Ü

Ahora ve a dormir, ya es muy tarde, tqm y descansa bien ^*^

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