Extra: La primera vez de Yoo Jeongyeon
Una joven Momo entra por la puerta del dormitorio, agitada y con las mejillas rojas. Jeongyeon puede decir que ha corrido hasta aquí a juzgar por su aspecto.
—¡Jeongyeon-ah! —Jeongyeon rueda los ojos, está en frente de ella y Momo no tiene necesidad de gritar.
—¿Qué pasa, Momo? —pregunta mientras vuelve su atención al libro de Derecho Fiscal que está leyendo para su examen, eso no dura mucho. La cama se hunde con el peso de su mejor amiga y rueda los ojos. Deja el libro definitivamente.
—¿Por qué nunca hemos tenido sexo?
Bien, eso no se lo esperaba.
—Digo, con otros chicos… n-no juntas —Jeongyeon se ríe, ella no lo había pensado así. —Escuché a Sunmi hablar de eso y somos atractivas e inteligentes. ¡Unos bombones!
—Momo, estoy muy ocupada con mis estudios como para pensar en sexo, puedes hacerlo con quien quieras si tienes ganas. —Jeongyeon se encoge de hombros sin darle mucha importancia y puede ver que Momo se irrita por la respuesta que le ha dado.
—¡No quiero hacerlo con cualquiera!
—Momo, por el amor de Dios deja de gritar, estoy frente a ti. Carajo.
—Eres mala.
Jeongyeon probablemente es mala amiga, por no compartir los deseos de su amiga. Al final de cuentas ambas tenían veinte años y nunca habían pasado de besos con chicos que solo se querían meter en sus pantalones.
—Venga ya, Momo. Busca a alguien que te pueda ayudar con tu problemita —Jeongyeon vuelve a abrir el grueso libro. —O si quieres, te puedo dejar el dormitorio y me voy a estudiar a las jardineras. —Jeongyeon sugiere moviendo sus cejas con picardía, al final de cuentas no es tan seria como se ve.
—¡Yoo Jeongyeon! —Momo está gritando otra vez, con las mejillas rojas. —Lo haré frente a ti para que te arrepientas.
Jeongyeon le ruega que no lo haga mientras se pone el libro en la cara y ríe a carcajadas, ocultando el hecho de que su abdomen ha sufrido una contracción al imaginarse a su amiga haciendo esas cosas frente a ella.
No vuelven a platicar del sexo por un buen rato, los examenes finales consumiendo todo su tiempo y energía como para pensar en su libido sexual, el de Jeongyeon siendo casi inexistente. Hasta que Jeongyeon llega un sábado por la tarde a su pequeño hogar.
Frente a ella y en todo su esplendor está Hirai Momo recostada, con una mano bajo su short de pijama y la otra estrujando su pecho por encima de la blusa de tirantes, gimiendo y retorciéndose sin notar la presencia de su mejor amiga.
Jeongyeon se queda estática, sin poder creer lo que ve. La perra lo ha cumplido. Sin embargo no cree que sea a propósito, y cuando Momo suelta un gruñido, algo desconocido nace desde el fondo de Yoo Jeongyeon.
—¡Jeongyeon! —Oh, Momo ya se dió cuenta de su presencia y con velocidad trata de componerse mientras saca sus manos de su cuerpo. Limpia su mano en la blusa rosada y con estampado de tiernos mapaches.
—¡Tú eres la que está haciendo cochinadas! —Jeongyeon se tapa los ojos, muy tarde de hecho.
El lugar se queda en silencio y Jeongyeon descubre su cara, viendo a Momo ahora con el pelo revuelto y probablemente frustrada sexualmente. —Perdón, debí avisar o ponerle pestillo. —Momo se disculpa y Jeongyeon niega mientras se sienta en la cama a un lado de ella.
—Es normal, supongo.
—Iré al baño. —Momo hace el amago de levantarse, pero la mano de Jeongyeon rodea con firmeza la muñeca de la mayor, impidiendo que se vaya de ahí. La mirada de Jeongyeon es diferente. —¿Jeongyeon? —la pregunta de Momo no es contestada.
—Yo te ayudo. —Jeongyeon está irreconocible, la verdad es que ver a Momo de esa manera le ha causado estragos irreparables. Momo, en su mente está saltando, mordiendo las paredes y derritiendose, por fin va a tener sexo de verdad. Asiente.
El primer movimiento es de Momo, tomando las mejillas de Jeongyeon entre sus manos con restos de su esencia y deposita un beso gentil en los labios ajenos. La piel de Jeongyeon se eriza al sentir los dedos de Momo en ella y su boca también.
El beso se vuelve voraz después de un momento, ambas teniendo experiencia en ese contacto. Momo recuesta a Jeongyeon y no sabe en qué momento ha dejado la mochila que llevaba con ella en el suelo, abandonando su sesión de estudios.
—¿Quieres hacer esto? —Momo toma un momento, agitada, pero con preocupación en su voz, ambas siendo conscientes de que su primera experiencia sexual no podrá ser cambiada.
—No se volverá a repetir. —Ni Jeongyeon cree lo que sale de sus labios antes de hacer un recorrido con la palma de sus manos por todo el torso de Momo. Llega a los pechos y por encima los estruja, adorando el sonido que provoca en la mayor.
Poco a poco se desnuda, nada que no hayan visto antes. Son compañeras de cuarto y es usual verse en estás condiciones, pero jamás tan cerca, jamás con sus pieles rozando y quemando juntas.
Momo empieza a tener más confianza y recorre el cuello de Jeongyeon con besos febriles y despiadados que le roban el aliento. Se retuerce mientras siente partes del cuerpo de Momo sobre el suyo.
—Momo... —Jeongyeon solo puede gemir su nombre cuando Momo comienza a chupar uno de sus pezones.
—Me encantan tus tetas, Jeongyeon. —Sabe que Momo dice cosas así, demasiado directa, pero el que se refiera a ella con ese vocabulario hace que la humedad entre sus piernas aumente, que todo su cuerpo entre en un estado de descomposición sólo para ser follada por primera vez.
Momo se sumerge entre esos grandes montículos, apapachando los pezones rígidos que ahora están mojados por su propia saliva. Y cuando es suficiente vuelve a la altura de la cara de Jeongyeon. Esos almendrados ojos la miran con un brillo, con una sumisión que no sabía que Jeongyeon podría tener.
—Haremos que la otra se sienta bien, Jeongyeon-ah. —Las palabras de Momo se escuchan muy lejos de Jeongyeon, suenan en alguna parte de la cabeza. Una mano ajena hace un camino lento hasta llegar entre las piernas de Jeongyeon.
Siente que los dedos de Momo la acarician con delicadeza, esparciendo la abundante humedad que hay. —Y tu eras la que no pensaba en sexo. —Las burlas de su mayor ahora no la enojan, le excitan. Solo con Momo ha tenido pensamientos pecaminosos y esta ansiosa por que haga algo. —¿Crees que pueda entrar ya?
Jeongyeon dice que sí con la cabeza y los dedos bajan aún más, donde Momo supone que está en la entrada. Ellas saben la anatomía básica de las mujeres, pero por nerviosismo Momo presiona sus dedos en un punto rígido, alguna parte de la vulva que no es su entrada y Jeongyeon gime, pero de dolor.
—Más abajo, Momo.
—Perdón, perdón. —dice yendo en la dirección correcta está vez— Estoy nerviosa.
—También yo.
Vuelve a presionar y está vez un dedo es deslizado en la vagina tierna de Jeongyeon, ella nunca se penetraba cuando recurre a la masturbación, que de por si casi nunca lo hacía. Se sentía extraña y había un poco de dolor, pero sobre todo sentía como se apretaba en ese dedo solitario.
—Duele —Momo sabe que duele, a ella le dolió cuando se insertó dos dedos ella misma, pero distrae a Jeongyeon con besos en el cuello y lamidas en sus pechos. Espera un momento y poco a poco Jeongyeon entra en un estado de relajación.
—¿Estás bien? —Momo no se mueve y cuando Jeongyeon susurra un “sí”, comienza con movimientos lentos y gentiles, curvando de vez en cuando su dedo. Puede sentir como Jeongyeon se dilata un poco más y aprovechando el abundante lubricante natural, ingresa cuidadosamente un segundo dedo.
Jeongyeon se retuerce, definitivamente no esperaba otro intruso dentro suyo tan pronto, pero los besos serpenteando en su cuello la relajan, y cuando Momo sale casi por completo y vuelve a ingresar con los dedos curvados, el dolor desaparece y ahora solo siente tirones de placer por todo su cuerpo.
—Mmmghm Mo-Momo —la mencionada es condenada por esos gemidos bajos y lastimeros, condenada a la lujuria que su cuerpo desprende por escuchar así a su mejor amiga. Sus dedos están siendo prisioneros en el infierno, sin embargo, aquellas paredes se sienten como el cielo. Suaves e intactas hasta este momento.
Momo sin decir una palabra comienza a tomar velocidad, entrando y saliendo hasta la mitad y volviendo a adentrarse mientras alza la cabeza y observa la vena del cuello de Jeongyeon marcándose, supone que le está gustando pues sus labios son violentamente mordidos en un intento pobre de callar sus gemidos, siendo conscientes de que tienen vecinos.
—Suenas bien gimiendo mi nombre, Jeongyeon. —Halaga Momo mientras se sumerge uno de los pechos en la boca, adorando el ritmo que lleva su mano y la sensación de hacer sentir bien a Jeongyeon.
No es suficiente, así que Jeongyeon habla pidiendo algo que jamás se imaginó que pediría. —Más rápido, por favor.
—Lo has pedido por favor, Jeongyeon-ah. —Es la respuesta de la mayor y arremete contra la vagina chorreante y apretada. Jeongyeon gime, solloza y se retuerce cuando el ritmo encuentra el punto perfecto. Ocupando por fin sus manos, Jeongyeon toma un pecho de Momo y con su libre viaja hasta su entrepierna, justo arriba de donde los dedos de Momo la penetran. Con tres dedos cepilla su clítoris y Momo gime ruidosamente cuando se da cuenta que Jeongyeon está tan necesitada que necesita tocarse.
—Me voy a venir. —Momo lo sabe, ha estado estimulando por un buen tiempo y las paredes se ciñen aún más. Sin detenerse ni un momento sigue chupando los pezones de Jeongyeon y hace que su palma rebote en el pubis de una chica descompuesta en gemidos y sollozos.
Jeongyeon tiene un orgasmo por primera vez en su vida.
Jeongyeon acaricia el cielo con la yema de sus dedos, entrando en un estado de éxtasis puro que la deja inconsciente del mundo, de todo lo que la rodea a excepción de aquel marcado cuerpo presionando contra la cama. Jeongyeon puede ver destellos de luz aun cuando sus ojos son presionados y la sensación que siente en todo el cuerpo es mágica.
Jeongyeon se puede hacer adicta a eso.
—Eres hermosa, Yoo Jeongyeon. —Momo le regala palabras dulces mientras saca sus dedos del interior, siendo consciente de lo fuerte y placentero que ha sido el clímax de su mejor amiga.
—Dame un momento. —Pide Jeongyeon, aún siendo presa de los espasmos post orgasmo. Aferrada a los antebrazos cansados de Momo. Quien se suelta y se acuesta en la cama, descansando por fin después de haber sostenido su peso por un largo rato, innegablemente incómoda por su húmedad chorreante por sus muslos.
—Te haré sentir bien, Momo-yah. —Jeongyeon se coloca sobre ella, un poco dudosa de sus acciones pues nunca ha hecho nada más allá de caricias en su propio clítoris, pero seguirá sus instintos. —No te puedo ocultar el hecho que desde que entré en la habitación quise probar tus jugos. —Momo tiembla de anticipación, con ganas de abrirse de piernas ante una sonrojada Jeongyeon.
—Puedes hacer lo que quieras conmigo. —Jeongyeon está dispuesta a cumplirlo.
Reparte besos húmedos, lamidas extensas y sucias por toda la extensión del cuerpo de Momo, sin piedad. Deja el cuerpo de su amiga mojado por su saliva y marcado por sus dientes y succiones hasta que llega a los muslos.
Con la misma devoción abre las piernas y besa los mulos internos, saboreando un poco del sabor de Momo debido a los abundantes fluidos que han pasado por ahí. —Estás muy mojada. —dice jadeando, sin creer la cantidad de fluidos que salen de la entrada de Momo, se le hace agua la boca en anticipación.
—Haz algo. —Momo se encuentra en un estado de rendición, rogando por cualquier roce directo y Jeongyeon se apiada de ella cuando con la punta de su lengua acaricia desde abajo hasta arriba. Tan pronto como hace contacto un sin fin de cosas pasan.
Momo es ruidosa, lo es aún más con una lengua serpenteando sus pliegues húmedos y necesitados.
Jeongyeon se vuelve adicta.
Con sus manos abre aquellos pliegues y puede ver la vagina de Momo, palpitante y húmeda. Sin esperar más y terminando la propia tortura que acaba de empezar, se sumerje y chupa aquellos labios gruesos entre su boca, adorando el cuerpo de Momo retorciendose en la cama.
No hay palabras, no caben las palabras cuando ambas tienen ocupadas sus bocas en algo; la de Jeongyeon en el clítoris de su amiga y Momo mordiendo el dorso de la mano. Jeongyeon no tiene experiencia así que solo chupa como si de una paleta se tratase, derritiendo sus labios entre la humedad de Momo.
—Por favor. —La voz de Momo es ronca, Jeongyeon sube la mirada y sin despegarse espera a que Momo continúe. —Métemelos.
Jeongyeon gime ante la vulgaridad de las palabras, suelta la cadera de Momo y esperando a que haga lo correcto, se hunde en su amiga con dos dígitos. A Momo le duele, pero no tanto como para apartarse o hacérselo saber. El dolor siendo un estímulo complaciente del acto, Momo no deja pasar la sensación, guardándola en su mente. Quiere que duela.
Jeongyeon está toda ocupada y a veces su ritmo se vuelve torpe, desafiando sus habilidades motrices al estimular varios puntos a la vez, pero nada la detiene cuando las manos de Momo viajan a su cabello y la presionan. Las piernas ajenas se vuelven una cárcel y Jeongyeon es prisionera entre sus muslos.
—Estoy cerca. —un jadeo viene acompañado del aviso de Momo, y un jalón de cabello también. Jeongyeon gime cuando su cuero cabelludo hormiguea y se le eriza la piel ante la brusquedad de su amiga.
Naeyon se siente muy estimulada, los dedos de Jeongyeon golpeando algo desconocido en su interior, guardando la sensación para prácticarla en ella misma más tarde, o tal vez en Jeongyeon. Siente de un momento a otro una presión en su abdomen y como sus paredes se cierrane en los falanges de Jeongyeon.
Está llegando.
—Eres lo más delicioso que he comido en mi vida. —Esas son las primeras palabras de Jeongyeon pues no había separado su boca de aquel clítoris palpitante y erecto, pero pronto vuelve a su tarea y Momo se viene con aquellas palabras y el ritmo sin piedad.
Momo en su caso, siente que una Diosa ha nacido. Tan perfecta y empática en el placer de Momo, disfrutando enteramente ser la primera persona que tiene a Jeongyeon dentro. Grita. Grita maldiciones cuando todo explota, presiona la cabeza ajena contra ella y la ahoga por un momento ahí, sin querer despegar a Jeongyeon de su interior.
Unos momentos más y Jeongyeon sale de la prisión jalando aire con desesperación, sin disgusto y con una necesidad de follar otra vez debido a la excitante sensación de quedarse sin aire por dar placer. Jeongyeon escala a la altura de Momo y comparten un beso lleno de cariño y agradecimiento.
Su primera experiencia sexual no pudo haber sido mejor, con algunas torpezas de por medio pero al final satisfechas y bien cuidadas. Se quedan dormidas abrazadas.
No cumplen su palabra y esto se repite constantemente, escalando de nivel cada vez. Un día Momo aparece con un vibrador rosado, al otro Jeongyeon le habla sobre la asfixia. En otra ocasión la mayor llega con unas cuerdas. Jeongyeon le habla sobre un strap on. Un tiempo después ambas se encuentran frente a la computadora de Momo aprendiendo sobre BDSM, sus categorías y cuidados.
Continúan con sus vidas, se graduan. Comparten experiencias y su amistad solo se fortalece hasta que Jeongyeon recibe la noticia de que Momo se ha mudado a un país extranjero, dejándola con un dolor en el corazón inexplicable y sin una mejor amiga.
Con aquel dolor empieza a ver otras personas, con aquel dolor poco a poco convirtiéndose en una coraza inquebrantable descubre algunos años después una app que se ajusta a sus necesidades. “FYBDSMP”
Después de meses sin querer conocer a alguien por ese medio, aún desconfiada, recibe un mensaje en la bandeja de entrada de la plataforma;
“Hola.”
“Mi nombre es Mina ¿podemos conocernos?”
Hola, ¿tu sabías que lo que remarco es lo que me provoca más emociones? Nomas, pa decirlo...
Me encantó este capítulo. Sin duda es uno de mis favoritos.
¿Cuál es tu favorito de esta historia?
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