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Extra: La boda de Son Chaeyoung

Su manos tiemblan al igual que sus piernas, no de la manera que le gusta. No de la manera que extraña. Está a punto de cambiar su vida y lo peor de todo es que es para mal. Su padre la mira con orgullo y lágrimas en sus ojos, su pequeña por fin se va a casar con un buen hombre. 

Chaeyoung siente que va a vomitar. 

No son los nervios que la novia debería sentir el día de su boda. 

Son Chaeyoung es excepcional, pero no es feliz ni lo será.

No tiene de otra más que comenzar a caminar del brazo de su padre, al otro lado del gran pasillo adornado con flores está su prometido, al cual le tiene más odio que cariño por ser con quien debe casarse. 

Ella se odia un poco más a sí misma por lo que está a punto de hacer, pero tiene tanto miedo. Cierra los ojos, todos los invitados la observan fijamente y su corazón late dolorosamente. La celebración es en una iglesia, su vestido es blanco y largo.

Llega al altar y su padre entrega las manos de su hija a un hombre que ella no ama. El sacerdote comienza con la ceremonia. 

Yoo Jeongyeon no planeaba asistir a la boda cuando la invitación llegó a su buzón, pero algo dentro de ella la arrastró ahí, a ese lugar lleno de figuras religiosas. Sinceramente Jeongyeon siente que los ojos de aquel cristo la siguen a todas partes. Toma asiento del lado izquierdo, justo en la tercera banca, a un lado de una anciana de cabello blanco. La abuela de Chaeyoung. 

El sacerdote da el sermón y cuando menciona algo sobre la castidad que se debe guardar hasta el matrimonio, Chaeyoung no siente culpa. Una risa suave se escucha por todo el lugar que rápidamente es callada. 

Chaeyoung conoce esa risa. 

Sus ojos viajan por todo el lugar sin importarle nada, buscándola entre la multitud hasta que sus ojos la encuentran. Jeongyeon se encuentra tapando su boca con delicadeza, tratando de aguantar la risa debido a la ironía de la situación. 

Jeongyeon se follo a la novia hasta por el culo.

Chaeyoung le sonríe. 

Sus manos son apretadas levemente por la persona frente a ella, su futuro esposo. Chaeyoung realmente no quiere esto. Ella no quiere a un hombre. 

El sacerdote entonces comienza con el ritual de los anillos, Chaeyoung empieza a temblar levemente cuando el anillo de oro se desliza por su dedo anular. Le quema el toque tanto como le quema la mirada de Jeongyeon. 

Jeongyeon trata de decirle con esos ojos severos que no lo haga, que nunca será feliz en un matrimonio como este, y ahí es cuando Jeongyeon descubre el porqué está aquí. No quiere que Chaeyoung arruine su vida como ella lo hizo con la suya. 

Y es que Jeongyeon es feliz, incluso sin pareja y con sus adorados hijos, pero hubiera estado plena si no fuera por un matrimonio que en realidad no le llenaba en lo absoluto. Así que Jeongyeon endurece su mirada y la sostiene cuando Chaeyoung la mira con esos ojos tiernos y llenos de lágrimas empapados en dolor. 

—Son Chaeyoung ¿Acepta a este hombre como su esposo? —La voz del sacerdote saca a ambas mujeres de su ensoñación. 

—No.

La respuesta sale automáticamente y con eso salen sus lágrimas. Se escuchan susurros en la iglesia “Ha dicho que no” “Tal vez está nerviosa” pero Chaeyoung lo repite. 

—No quiero. 

Lo dice mientras observa a la mujer que le transmite valentía y aunque Chaeyoung ha aceptado que Yoo Jeongyeon no le corresponde su amor, está eternamente agradecida por su presencia en el mejor día de su vida, no por ser su boda. 

Es porque el día en donde se libera. 

Chaeyoung se acerca al oído de aquel hombre que no ama, la mira incrédulo y sin creer sus palabras. Cuando está suficientemente cerca le susurra muy bajito, con la voz ronca y más lágrimas saliendo de sus ojos: 

—Te engañe tantas veces con una mujer, me deje follar de todas las maneras que te imaginas por ella y por eso no me quiero casar contigo. 

El joven la suelta, asqueado y con una mirada de odio en sus ojos, pero a Chaeyoung no le importa. Jeongyeon ha salido de la iglesia luego de escuchar aquel “no”, su labor está hecha. Chaeyoung se acerca a sus padres y se disculpa antes de salir del lugar a toda prisa. 

Jeongyeon está a punto de arrancar el auto cuando unos fuertes golpes en la ventana la detienen, esos ojos tan lindos y llenos de lágrimas que ahora son de felicidad la miran, Jeongyeon no lo duda ni un segundo y abre la puerta. 

Chaeyoung se desliza naturalmente dentro del auto y ahora se alejan del horrible destino de Son Chaeyoung a toda velocidad. 

No dicen nada y Chaeyoung explota en risas, tantos años acumulados liberándose en una aparatosa carcajada que le permite sentir un enorme alivio por lo que acaba de hacer; desprenderse de algo que no es para ella. 

—¿Nadie te vio salir en mi auto? —pregunta Jeongyeon una vez que Chaeyoung regula su risa, entendiendo que necesita un momento de asimilación y compresión. 

—No me importa.

Jeongyeon maneja en silencio después de un rato, la celebración fue en un lugar estúpidamente lejos y ahora solo hay un viñedo que se extiende por varios kilómetros a los costados de la carretera. 

—Gracias, Jeongyeon. —Habla Chaeyoung mientras coloca su mano en el muslo desnudo de Jeongyeon, quien lleva un vestido negro corto que se ha subido un poco. 

—¿Por qué, cariño? —Jeongyeon lo sabe, pero aún así pregunta mientras aprieta la mano contraria entre la suya. 

—Por venir aquí, por enseñarme y por salvarme. 

—No, no. Eso lo hiciste solo tu, Chaeyoung. Solo quería darte un pequeño empujón. Me alegra que hayas tomado la decisión correcta. Sin embargo no podemos vernos más. 

Chaeyoung agacha la cabeza con decepción y se dispone a observar la mancha verde que se forma por la velocidad del auto y los viñedos. Chaeyoung lo sabe, por fin lo entiende. Jeongyeon la está dejando ir porque necesita madurar, necesita crecer sin ella, pero aún así duele la decisión. 

Se prometieron no volver a verse y ahora están en el mismo auto, pero nada se siente comprometido y ambas saben que está vez es definitivamente. Jeongyeon la quería dejar ir con la certeza de que Chaeyoung encontrará su camino, no la quería dejar a merced de un amor planeado. Jeongyeon no podía dejar que alguien tan pura como Chaeyoung fuera infeliz. 

Una idea cruza por la mente de Chaeyoung, una alocada y probablemente será rechazada pero necesita una despedida, una de verdad que le ponga cierre a esto. Toma la mano de Jeongyeon y la lleva a su propio muslo, ella misma se enrosca el largo vestido blanco y la mano de Jeongyeon le toma el muslo con brusquedad. De reojo puede ver un liguero blanco abrazando con fuerza el muslo de Chaeyoung. 

—Por favor. —Su voz suena acaramelada, ofreciéndose completamente ante Jeongyeon. 

—Será la última, Chaeyoung. De verdad la última. 

—Nuestra historia comenzó en tu auto, que termine en tu auto. 

A Jeongyeon le suena lógico, aunque es una excusa barata para follar por última vez, se le hace un poco tierno el pensamiento de Chaeyoung. Estaciona el auto a un lado de la carretera y sube a Chaeyoung a su regazo. 

Se besan efusivamente, con pasión y un sabor a despedida en sus labios. Jeongyeon toma la cintura de la contraria y la aprieta, haciendo que Chaeyoung suelte un fuerte jadeo, extrañando ese toque tan autoritario. Jeongyeon se desespera y toma los tirantes del vestido con encaje y los baja hasta el estómago ajeno, los pechos de Chaeyoung la saludan inmediatamente. 

—Mi vestido… ahgmm… no necesita sostén. —dice entre gemidos pues Jeongyeon le está chupando los pezones, los succiona y pasa sus dientes por ahí mientras una mano traviesa toquetea los muslos internos de Chaeyoung. 

Esto se parece a su primera vez, excepto que en su primera vez Chaeyoung vestía una falda de la universidad. Está vez tiene un vestido de novia enroscado por todas partes mientras Jeongyeon le come los pechos. 

—Oh Chaeyoung, extrañe tu delicada piel y tus pezones rosados y erectos. —Jeongyeon menciona mientras retuerce uno de esos entre sus dedos y la otra mano llega a unas bragas delgadas. Jeongyeon tararea. —Estabas lista para tu luna de miel, eh. 

Chaeyoung le da una palmada en la nuca mientras se retuerce, ambas saben que eso no hubiera pasado ni aunque se hubiera culminado el matrimonio.

—Follame de una vez, Jeongyeon. —Chaeyoung se mueve contra la mano que se pasea por sus pliegues mojados, la tela a un lado para permitir los movimientos de Jeongyeon, quien se siente un poco sofocada por el enorme vestido de Chaeyoung. —Termina de usar a tu puta favorita.

Jeongyeon gruñe, claro que es su favorita. Son Chaeyounges excepcional, una sumisa incluso mejor que ella misma. Con aquellas palabras de motivación esparce la humedad ajena por sus dedos y baja a su entrada, poco a poco sumerge dos dedos en la entrada apretada y jugosa. 

Chaeyoung gime aparatosamente y sostiene ambas manos en el corto cabello de Jeongyeon, echa sus caderas hacia adelante haciendo que las paredes succionen a ambos dedos. —Te voy a hacer sentir bien por última vez.

—Por favor, por favor. 

La voz de Chaeyoung suena aparatosa y comienza a saltar en los dedos de aquella Diosa, arrancando gemidos de sus garganta. Jeongyeon suelta un pecho y toma la cadera para guiar las estocadas fuertes y toscas. Pega su boca al pecho derecho y succiona con fervor mientras cierra los ojos amando la sensación de follar con Chaeyoung. 

Sus dedos en lo profundo de su ser, su mano apretando la carne por encima de su vestido arrugado y su lengua paseando por el rígido pezón, su propio clítoris palpita. Está excitada. Siente dolor en el brazo que penetra a Chaeyoung pero eso no la detiene y comienza un ritmo cegador. La humedad sonando ruidosamente en el auto, las ventanas empañadas y los gritos de Chaeyoung quien le jala tortuosamente el cabello. 

—Vamos, Chaeyoung, vamos nena.

—Jeongyeon, Jeongyeon…¡Mhhggm, Jeongyeon! —Gemidos y el nombre de la coreana es lo único que sale de la boca de Chaeyoung, siente su punto g siendo atendido, sus paredes se aprietan y su cuello se tensa. —¡Dios Santo! ¡Aghhmm! 

—Dios no está aquí. —es lo único que dice Jeongyeon antes de flexionar sus dedos y hacer llegar a la menor, que se retuerce aparatosamente, su espalda se curva y expone su torso aún más. Comienza a temblar con los ojos cerrados ante la sensación de venirse en los dedos de Jeongyeon. 

Pasan unos minutos y Jeongyeon por fin sale de ella, la verdad es que pudo hacerlo desde el momento que termino, pero ama la tierna entrada de Chaeyoung, incluso cuando la ha follado cientos de veces.

Chaeyoung deja el regazo de Jeongyeon y acomoda su vestido, Jeongyeon enciende el auto aún cuando los fluidos ajenos manchan el volante y la palanca de cambios.

—¿Qué pasará contigo ahora? —pregunta Jeongyeon mientras observa la ciudad cada vez más cerca. 

—Supongo que mis familia me echará de la casa y no hablarán conmigo jamás, pero eso ya no me importa mucho. Me amo como soy y si ellos no son capaz de hacerlo, encontraré a mi propia familia.

—Estoy segura que encontrarás una chica que te haga feliz. 

Jeongyeon estaciona el auto fuera de la casa de Chaeyoung, aún no hay nadie. Chaeyoung se inclina y besa a Jeongyeon de una manera lenta y con cariño, Jeongyeon le devuelve el beso por primera vez.

—Cuídate, Chaeyoung. 

—Lo haré, Jeongyeon. 

Esa noche su familia le grito que se iría al infierno, esa noche Chaeyoung dejo su propia casa. Esa noche fue libre por primera vez en su vida. 

Esa noche dejó de ser la excepcional Son Chaeyoung, la que complace a todos a costa de su felicidad. 

Esa noche se convirtió en solo Son Chaeyoung.

Jeongyeon no la vuelve a ver en su vida. 


Chaeyoung entra por las puertas del hospital, su segunda semana de trabajo. Afortunadamente después de su boda pudo continuar con sus estudios en una escuela pública, concluyendo como enfermera. Su promedio y dedicación llamaron la atención de algunos doctores que conoció en un congreso de medicina por lo cual se ganó un puesto en una clínica de Seúl. 

Va revisando algunos reportes de un paciente, con la cabeza gacha mientras lee. Su cuerpo choca contra otro, uno más firme y delgado. Hace que un montón de papeles vuelen por el aire. Chaeyoung jadea y se apresura a recogerlos, la vista de la otra mujer aún es borrosa entre tantas hojas, cuando recoge algunas. 

—Lo siento, lo siento mucho. —dice la contraria, a Chaeyoung le gusta su voz, es baja y modesta. —No te vi pasar. 

Chaeyoung sigue con la vista en los papeles, toma uno que no es suyo y lee el nombre — Fue mi culpa...Doctora Myoui. —Eleva la vista por fin y ante ella se encuentra un ángel hecho persona, ambas se sonrojan furiosamente. 

—Llámame Mina.

Dios, ¿porqué tiene que ser tan corto? Háganle fict a este par ;-;

Nada, me voy estoy triste.

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