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Extra: El espejo de Yoo Jeongyeon

Hay algo en este encuentro que es extraño, no tienen mucha certeza de cómo llegaron aquí, las cuatro juntas. El olor es hipnotizante y los sentidos están a flor de piel, huele a una feminidad inigualable. 

Yoo Jeongyeon se encuentra en el sofá de la casa de Dahyun, está casi desnuda observando a las otras tres mujeres con ojos bien abiertos y atentos. Trata de captar cada movimiento que hacen. 

No es que Jeongyeon tuviera algo en contra de las orgías —si esto se puede llamar una—, pero nunca había estado con más de dos personas. Incluso para ella, esto es nuevo. Cierra los ojos y suspira profundamente, cuando los abre puede ver a Momo manteniendo una efusiva conversación con Tzuyu, aparentemente hablando del ángulo en el que los dedos deben entrar en las vaginas. 

Pfff, fue un error venir con Momo a la tienda de la linda coreana llena de tatuajes. Fue su culpa por no negarse cuando Hirai le pidió más de las fresas de su refrigerador. 

—No, Momo. No vamos a ir. —Jeongyeon pone los ojos en blanco y trata de ignorar lo mejor que puede la cara de perro atropellado que le pone la japonesa. Momo apenas llevaba un mes de vuelta a Corea y ya estaba completamente establecida, pero su aburrimiento y terquedad es algo con lo que Jeongyeon tiene que lidiar constantemente. —Suficientes problemas me causaste la última vez con tus graciosadas. 

Momo pone los ojos en blanco y golpea juguetonamente el brazo de su amiga. —Oh vamos, si a ellas les gustó. —dice con un guiño. Después de la candente llamada, Momo se encontró a las famosas Tzuyu y Dahyun por accidente cuando estaba de compras en el supermercado con Jeongyeon. 

Una situación bastante incómoda donde no se necesitaron explicaciones para saber que papel jugaban en la vida de Jeongyeon, simplemente saludos cordiales y presentaciones con reverencias y mejillas rojas por parte de las cuatro mujeres.

Tzuyu y Dahyun estaban en el proceso de formalizar su relación, pero nunca era tarde para incluir a una quisquillosa abogada. Sus encuentros no se extinguieron, pero sí disminuyeron debido a la presencia de Momo, y aunque la japonesa no vive con Yoo Jeongyeon, las visitas son muy, muy habituales. 

—Vamos, Jeongyeon. Solo unas fresas ¿sí? —La radiante sonrisa de Momo se expande poco a poco, sus ojos desaparecen debido a sus mejillas abultadas y aunque las patas de gallo se hacen presentes, Jeongyeon la encuentra condenadamente tierna, así que se da por vencida. 

—No hagas que me arrepienta de esto. —Accede Jeongyeon y va por las llaves de su auto, y como si fuera una niña pequeña, aún en sus treinta y tantos, Momo corre por sus cosas. 

Tzuyu se encuentra sentada en el mueble donde Dahyun tiene su caja registradora, observa como la pequeña mujer acomoda la fruta meticulosamente. Dahyun separa la fruta por tamaño y por el tiempo que lleva en la tienda. 

Separa la fruta que está a punto de echarse a perder para más tarde, la fruta madura es la mejor y mientras piensa en eso, dos mujeres bien maduras entran por la puerta. —¡Jeongyeon! —salta Tzuyu de su asiento con la voz un poco alzada. —Te hemos extrañado. —Tzuyu la abraza, le tiene mucho cariño y de vez en cuando, le tiene ganas. 

Por otra parte, Dahyun y Momo comparten una reverencia a la distancia, siendo un poco más discretas. Cuando Tzuyu termina el abrazo, Jeongyeon va a Dahyun. Despeina un poco su cabello perfecto y le da un beso en la coronilla de su cabeza. Todo está en silencio, otra vez. 

Jeongyeon carraspea su garganta —¿Recuerdan a Momo? —Imposible no recordarla. 

—¡Claro!, somos colegas de profesión. —dice Tzuyu con un asentimiento de cabeza. 

Dahyun se acerca un poco más y abraza a Tzuyu por la cintura, un poco intimidada por tantas mujeres de la misma profesión, si quisieran podría meter a cualquiera a la cárcel. —Vaya, humillando a los del arte. —Dahyun agrega tratando de aligerar el ambiente, tener una amiga más no sería mala idea. 

—¡Para nada! Tus obras son muy bonitas. —dice Momo un poco más cómoda y se pasea por los estantes, admirando las piezas que descansan en la pared. —De hecho, venimos por unas fresas. —los dedos de Momo pasan por la madera y tres pares de ojos la siguen de cerca. 

—Por supuesto, yo te ayudo a escoger. —Dahyun se separa de Tzuyu y de manera natural, una conversación animada empieza con la mayor del grupo. —Mira, el truco para saber que las fresas son jugosas…

Jeongyeon y Tzuyu las observan detalladamente, hay un entendimiento en el pecho de ambas. Después de unos segundos sus ojos se encuentran. —Hyun y yo te extrañamos en nuestra habitación. —Tzuyu se inclina un poco y su hombro toca el de Jeongyeon. 

—Mmm, yo a ustedes… he estado un poco ocupada. —Jeongyeon rodea los hombros ajenos y comienza con caricias suaves, Tzuyu cierra los ojos y suspira. Dios, esa mujer y su toque es embriagador. 

—Esa mujer es la que te tiene ocupada. —Tzuyu gira para quedar frente a Jeongyeon. —He estado tan intrigada, —se acerca poco a poco a la coreana, sin importarle que su casi algo está del otro lado de la tienda platicando con la nueva chica en sus vidas. —¿Qué es lo que te hace para sonar así? —la pregunta se refiere a los sonidos obscenos que se escucharon en la llamada. 

Jeongyeon se pone roja hasta las orejas, pero en este juego, ella es la Diosa. Ella es la inquebrantable y deseada Yoo Jeongyeon. Así que coloca las manos en la cintura ajena y se acerca a su oído. —¿Por qué no le preguntas a ella?  —la taiwanesa tiembla entre sus brazos, el aliento caliente en su cuello le pone la piel de gallina. Está a punto de responder pero una voz se agrega a la ecuación.

—¿Qué haces? —La voz de Momo suena molesta, enojada. Tzuyu se retira rápidamente al escucharla. —Jeongyeon, te dije que quería mangos también y solo hay fresas y lo único que haces es susurrarle cosas a la cara bonita. —Tzuyu se sonroja furiosamente al escuchar a Momo quien se acerca a ella. 

Jeongyeon está levemente sorprendida, Momo nunca tuvo problemas con su “relación abierta” mientras hubiera estudios de ITS cada mes, estos celos no son normales. —¿Ella te está molestando, cariño? —la pregunta de Momo suena envuelta en miel espesa y caliente. 

Oh, no son celos.

Dahyun observa la interacción, llevándose una grata sorpresa de que tal vez Jeongyeon no es la única que puede causar cosas en ella además de Tzuyu. Un segundo después, Jeongyeon la mira. Dahyun puede ver fuego en sus ojos, ese deseo que no sabe cómo se instaló aquí y ahora. Con la tienda abierta y una tensión sexual que emana de las cuatro presentes. 

Jeongyeon por instinto se aleja de la pareja, es como si estuvieran alternando unas con otras, y ahora Tzuyu y Momo son el centro de atención. —N-no, ella n —pero no puede terminar, es interrumpida por la mayor. 

Suspira y después toma suavemente la barbilla de Tzuyu. —Cariño, habla más fuerte que apenas te escucho, ella no ¿qué? 

—Solo le hice una pregunta. 

—Lo sé, le preguntaste por mi —Momo escuchó parte de la conversación, pero tiene sus dudas al ver a la alta y extraña mujer frente a ella. —Yo te puedo decir lo que quieras, ¿cuál es tu pregunta? 

Jeongyeon y Dahyun ahora están medio abrazadas, observando todo, saben que no es su momento.

—No, no es necesario. De hecho creo que me voy. —hace el amago de irse, de salir del encierro de Momo pues está prácticamente acorralada entre un estante y el cuerpo ajeno, a pocos centímetros de ella.

—Ah, ah, ah. No te vas. 

Jeongyeon interviene —Díselo. 

Tzuyu se sonroja furiosamente y ahora Dahyun tiene mucha curiosidad sobre cuál es el verdadero tema de conversación. La taiwanesa toma aire profundamente.

—Le dije que Hyun y yo la extrañamos en nuestra habitación, —voltea a ver a la mencionada, sus ojos diciendo que continúe —le dije que tengo mucha curiosidad por… por saber qué es lo que le haces para que suene así. 

Momo se queda en silencio, se aleja un poco y piensa en sus opciones. Ah, esa sensación de poder y ganas de follar se instala en su pecho. Suelta una audible carcajada, adorando el rumbo que está tomando esta situación. 

—Momo, es hora de irnos. —Esa es Jeongyeon tratando de controlar un poco las cosas, su lado racional pidiendo a gritos que esto no pase, porque conociendo como son; tan lujuriosas y quitadas de la pena, sabe que esto terminará en algo más. 

—¿Pero por qué? Estoy aprendiendo cómo escoger frutas en su punto y tengo a una linda pareja sonrojada. —Momo ahora se acerca a la abogada, quien de inmediato percibe el calor en el cuerpo de la mayor. —Piénsalo, Jeongyeon. Yo lo he pensado, también tengo curiosidad de saber que es lo que les enseñaste, de saber que hicieron al colgar esa llamada, porqué cariño: ellas nos ven con deseo. 

Silencio. Momo es aún más directa que Jeongyeon y eso es algo que sorprende a la joven pareja. Dahyun mientras tanto trata de apretar sus piernas, imaginando todo lo que podrían hacer si tan solo lo piedra, si tan solo le dijera a Jeongyeon que es lo que está pensando. —Vamos arriba. 

—Ups, lo dijo. 

Más silencio, uno que ya no es incómodo, es uno que busca consentimiento por parte de todas. Tzuyu es un desastre de color rojo, Dahyun ya tiembla de anticipación y Jeongyeon y Momo comparten esa mirada, esa que conocen desde hace ya muchos años. 

—Vayamos entonces. —Jeongyeon acepta. 

Dahyun se encarga de cerrar todo bien, usualmente temprano. Las dirige a la parte de arriba, Momo aún con las bolsas de fruta en sus manos. Admira el bonito lugar, mientras que las otras dos mujeres conocen a la perfección la casa de la menor. 

—Sí, han sido días tranquilos. —La conversación volvió a la aparente normalidad, todas comparten cervezas y las abogadas platican de sus casos, Tzuyu en particular no ha tenido mucha acción, después de todo es relativamente novata. 

Dahyun se siente un poco fuera de lugar, siendo la menor ahí, por muchos años, pareciera que está en una reunión familiar. Por suerte, Jeongyeon es compasiva y dirige la conversación a ella. —¿Y en qué has estado trabajando últimamente, pequeña? —todos los ojos ahora van a la menor. 

Momo detalla los tatuajes que hay a la vista, caray. Podría estar con ella, o podría estar con la alta chica. Una pareja bastante contrastante si le preguntan, una calmada y elegante y la otra delicada y tatuada.

—Pues no he hecho mucho en realidad, solo unas cuantas comisiones. —Esta conversación es vacía, todas quieren lo mismo, pero la tensión de hace un rato se ha vuelto más política, más pensada. 

—Bueno…

—¿Qué pasa, Tzuyu? —pregunta Jeongyeon, que está frente a ella con Momo a un lado. —Mhmm. Estás ansiosa. —Señala la abogada con sus ojos, y automáticamente los de todas, van a ver como Tzuyu mueve sus caderas sutilmente. —Momo-yah ¿tú sabías que ella es exhibicionista? —Eso cambia el rumbo de las cosas. 

Tzuyu se mantiene en silencio, no hay manera de reparar lo dicho, y sinceramente se está conteniendo de tocarse frente a las tres mujeres tan candentes 

—¿Ah sí? ¿Y qué hay de ella? —pregunta Momo, apuntando a una sonrojada Dahyun. —¿Cuál es su filia? 

Jeongyeon se extiende sobre el sillón, adoptando una actitud conocida por todas las presentes, siempre siendo el punto de conexión. —Pues le gustan los juegos con comida y que le hablen como si fuera una puta. 

—Jeongyeon… —Dahyun susurra escandalizada. 

—¿Es mentira? —pregunta Momo, curiosa. 

Tzuyu se une, poniendo su mano en el muslo de la menor. —No, Jeongyeon unnie no miente. Le digo que se moja por mi y ya está jadeando como gata. —Dahyun se esconde en la espalda de la taiwanesa con vergüenza, pero en el fondo sabe que es cierto.

—Mmm. —es la respuesta de Momo, pero tiene más preguntas. —¿Cómo es que conocieron a Jeongyeon. 

La conversación parece convencional, a excepción de las respiraciones agitadas que llenan el espacio de la sala. —Pues, trabajamos juntas. 

—Ajá. 

—Nos conocimos en la tienda, eventualmente Tzuyu y yo nos conocimos también y pues… jajaja. —La risa neeviosa de Dahyun habla más que mil palabras. Momo comprende. —¿Y tú? ¿De dónde la conoces?

—Somos mejores amigas. —responde Jeongyeon en su lugar, acomodando su posición cuando Momo imita los movimientos de Tzuyu. Acariciando rítmicamente su muslo. Ojos clavados en distintas partes.

Tzuyu ve a Momo. 

Dahyun a Jeongyeon. 

Jeongyeon a los muslos de Dahyun.

—¿Las mejores amigas hacen lo que ustedes hacen? —Está vez todas miran a Tzuyu. 

Momo suelta una risa. —¿Y tú qué crees, niña bonita? Yo le enseñe todo lo que sabe, aprendimos juntas. 

Silencio. 

—¿Saben lo que es un espejo? —pregunta Jeongyeon después de un momento. Las manos de ambas mujeres aprietan los muslos simultáneamente. Dahyun y Jeongyeon respirando pesadamente. 

Dahyun suspira. —He escuchado algo. 

—No es común, pero podemos hacerlo. Si ustedes quieren. 

—Espera, espera ¿qué es eso? —Tzuyu para sus movimientos, no entiende que pasa. 

Momo se pone de pie, camina hacía el sillón donde está la pareja contraria y se sienta delicadamente en las largas y firmes piernas taiwanesas. —Ustedes copian lo que hacemos nosotras. —Acaricia las mejillas rojas, sus dedos paran en sus labios y pasa el pulgar por la boca de Tzuyu, todo bajo la atenta mirada de dos coreanas. —Son nuestro espejo, hacen todo lo que hacemos.  

—Dios. —Dahyun dice sorprendida al ver como Tzuyu comienza a chupar el dedo de Momo.

—Dios no está aquí, pequeña. —Jeongyeon se levanta y va hacía el sillón. —¿Qué dicen? ¿le damos?

No tienen que preguntar dos veces, movimientos efusivos de cabeza dan la pauta para continuar. Todo se vuelve caótico, Dahyun se avalanza a Jeongyeon mientras que Momo ya está desnudando a Tzuyu. —¿Palabra de seguridad? —pregunta Dahyun besando el cuello de la abogada. 

—Tofu. —La voz baja de Tzuyu casi hace que no se rían, pero al comprender la palabra; todas estallan en carcajadas. 

—Ay Tzuyu-ah, como me gustas. —dice Dahyun estirándose para besar a Tzuyu, quien aún tiene a Momo encima. 

Momo, mientras mete la lengua en la cavidad bucal de Jeongyeon. —Les enseñaré cómo es que te deben follar, cariño. Te voy a destruir. —Jeongyeon gime en la boca de la mayor, los sonidos lo hacen más obsceno, y los cuerpos enredados comienzan a sudar. 

—¿Algo que no deba hacer? —pregunta Momo y observa cómo todas se comienzan a quitar la ropa, ella las sigue de cerca. Blusas vuelan, cae el short corto de Dahyun y los pantalones de las tres restantes. 

Dahyun gira los ojos y dice algo de lo que se arrepentirá después. —Por Dios, Momo. Cállate ya. 

Jeongyeon ríe a carcajadas. —Hyunnie, te vas a arrepentir... —Momo ha jalando su cabello, Tzuyu hace exactamente lo mismo con su respectiva pareja, aprendiendo rápido. 

—Vamos a conversar, Tzuyu. —Momo ordena, siendo la matriarca en toda está operación. —Quédate aquí, Jeongyeon. Dahyun ven conmigo. 

Yoo Jeongyeon se encuentra en el sofá de la casa de Dahyun, está casi desnuda observando a las otras tres mujeres con ojos bien abiertos y atentos. Trata de captar cada movimiento que hacen. 

—Mira, primero quitale toda la ropa. —Tzuyu hace lo que la japonesa le indica, Dahyun se deja hacer mientras Jeongyeon observa a la distancia, abandonada a merced de Dios. —Ahora, colócala sobre su espalda, sí, sí, así. Ahora para que los dedos lleguen tienes que flexionarlos, pero no tanto. 

Tzuyu está atenta. —¿Así? —Dahyun gime al sentir dos dedos entrar en ella, sin un sexo oral previó, no. Solo su humedad anterior lubricándola. 

Momo asiente, está tan absorta en pareja que cuando ve al sofá de nuevo, Jeongyeon tiene una mano entre sus piernas y ahora está completamente desnuda. —¿Qué carajo crees que haces? —todo el mundo para lo que está haciendo. 

—Pues me estoy tocando. 

—¡¿Te di permiso?! —Momo pregunta alterada y chasquea su lengua. Se desviste rápidamente. —Vamos a un lugar más cómodo, necesito enseñarle modales a mi perra. 

Como si fueran cohetes, todas terminan en la apretada habitación de Dahyun. Momo comienza a maniobrar con Jeongyeon, la pone en cuatro, con el culo parado y su cabeza firmemente presionada contra el colchón. Al otro costado Tzuyu sigue de cerca cada acción de Jeongyeon. —Sufrirás por las acciones de Jeongyeon, Dahyun-ssi. —dice Tzuyu, amando la vista. —Dios, Jeongyeon jamás me imagine verte así. 

Jeongyeon rueda los ojos con fastidio, aún está inclinada y está siendo fuertemente presionada en el colchón. Momo comienza a jugar con su vulva y Tzuyu lo hace con Dahyun, las coreanas acostadas ruedan los ojos y aprietan los dientes, están cara a cara en la cama. —No por mucho, Tzuyu. Sabes que soy más que esto ¡Ah! 

Hirai no la deja continuar, ingresando un dedo. Dahyun gime cuando Tzuyu lo hace también. —Yo soy la única que le puede hacer esto, puede que ustedes la hayan recibido, pero esto, —una fuerte embestida comienza con la depravación, Dahyun aprieta los ojos cuando Tzuyu replica el movimiento de Momo y Jeongyeon rechina los dientes, su dedo está hasta el fondo. —esto solo yo. 

Una serie de embestidas con un solo dedo se hace presente, Tzuyu vaga sus ojos de un lado a otro, observa el culo de Dahyun, su espalda y frente a ella observa el cuerpo de Jeongyeon. Momo es hermosa y no puede evitar saborearla también. —Joder, esto es caliente. ¿Te gusta verme, Momo? —pregunta Tzuyu, tomando confianza. Agarra el cabello de Dahyun y la levanta del colchón. 

Momo sonríe y de un fuerte jalón; Jeongyeon y Dahyun ya se encuentran de frente, siendo folladas a la misma vez, al mismo ritmo. —Mmm, claro que me gusta, niña bonita. Te ves caliente. 

Tzuyu gruñe y aumenta la velocidad, tomando iniciativa en el juego, Dahyun apenas puede soportarlo, necesita más. —Tzuyu, mete otro, —Jeongyeon pide, indirectamente ella también necesita otro. 

—Tsss, eres una perra exigente ¿por qué no aprendes de Dahyun? Mirala, está en silencio recibiendo todo de Tzuyu. —Momo habla, su tono de voz es muy bajo, sus embestidas mantienen un ritmo constante, ni muy fuerte, ni muy lento. 

Dahyun aprieta los ojos, no puede hablar aunque está escuchando todo. —Vamos, no juegues. —Ruega Jeongyeon. —Otro por favor, Momo… Tzuyu.

Oh, Jeongyeon está rogando por ellas mientras los gemidos de Dahyun llenan el lugar. Momo saca su mano y Tzuyu lo hace también, esperando por el siguiente movimiento. Los cuerpos en la cama se quejan, ellas quieren ser penetradas hasta que sus caderas duelan, que no puedan sentarse propiamente y que cada que vean sus caras recuerden lo putas que se ponen. 

Momo mira directamente a Tzuyu, le pide que se acerque y ambas se enciman en los cuerpos ajenos. Tzuyu saca su lengua y lame los labios ajenos, siendo demasiado vulgar, demasiado sucia pero cuando Momo envuelve sus labios en aquella lengua, ambas gimen. Debajo de ellas, Dahyun y Jeongyeon comparten miradas. Dahyun se debilita primero, demasiado sensible.

Cae. 

Jeongyeon le sigue. Están desplomadas en la cama de la pequeña coreana. 

—Ash, no pueden quedarse quietas un segundo. —Tzuyu gruñe. —Acabemos con esto, Momoring. 

Momo la mira con confusión. —¿Momoring? —su pregunta viene acompañada de movimientos, se acomodan en una posición diferente. Tzuyu detrás de Jeongyeon y Momo detrás de Dahyun. 

—Claro, es tu apodo ahora. —dice Tzuyu casualmente, levantan los culos. Una nalgada vuela, se escuchan como aplausos cuando llegan a la tercera, castigando la carne ajena. —Esto es por masturbarte sin el permiso de Momo. —Tzuyu aterriza su palma con fuerza. 

Momo lo hace con Dahyun. —Esta es por callarme, yo callo cuando quiero. 

—¡Ah, Momo! —le da otra y Jeongyeon recibe la propia con un quejido audible. 

Las dominates se miran a los ojos y lo saben. —Agárrense. —Momo pide, pasa sus dedos por la vulva de Dahyun lentamente. Está malditamente mojada y sus nalgas están rojas. 

Tzuyu pasea sus dedos por la entrada tierna de Jeongyeon, nunca la había tenido así, nunca tan dominada. Pero Tzuyu sabe que no es por ella, es por la presencia de cierta abogada japonesa, sin embargo no piensa desperdiciar esta oportunidad. 

—Dos. 

Los dedos entran en la vagina, es apretado, mojado y malditamente caliente. —¡Madre Santa, Tzuyu! 

—¡Oh Momo! ¡Más! 

Las palmas de las manos resuenan, Jeongyeon se echa hacía atrás, tragando todos los dedos de Tzuyu, se curvan hacía dentro, sus ojos se ponen el blanco. Sus paredes se aprietan constantemente, el punto G se estimula con cada embestida. 

Dahyun no está mejor que Jeongyeon, está gimiendo al punto de casi gritar. Los dedos de Momo siendo los más fuertes que ha tenido en su vida, y maldita sea, ella los sabe usar. Momo se inclina y pasa una mano por debajo de Dahyun, su palma se restriega en su clítoris a la vez que aumenta la fuerza de las embestidas. 

Tzuyu copia cada movimiento de Jeongyeon, reuniendo toda su coordinación para poder seguir un ritmo, ella lo encuentra y Jeongyeon solo puede rogar por más. —Más, más. 

—Momo, ya casi, vamos. 

Jeongyeon abre los ojos, frente a ella Dahyun se encuentra sudando. Tiene la boca abierta y las venas de su frente se marca, verla así es hipnotizante. No puede sorportarlo. Se aleja un poco de las caderas de Tzuyu y pega su boca a la de la menor.

Comparten un beso desordenado, la saliva gotea entre sus bocas cuando no pueden seguir con el beso por las fuertes y atroces embestidas que les regalan. Jeongyeon introduce la lengua en la boca ajena cuando siente sus paredes apretarse casi dolorosamente. Se viene primero. 

—¡Ah! ¡Momo! —la taiwanesa no para y con un último esfuerzo sigue embistiendo, quiere que diga su nombre. —¡Carajo! ¡Tzuyu! Ah-ah. 

Dahyun llega con los escandalosos gemidos de la abogada. A diferencia de Jeongyeon, ella tiene un orgasmo más silencioso pero más potente. Los dedos de Momo son realmente magníficos. Sigue restregando su palma y Dahyun se viene con un chorro a presión. 

Después de todo es más fácil para ella llegar al squirt. 

Momo y Tzuyu salen al mismo tiempo, no necesitan hablar. Sus cuerpos ya están conectados en otro nivel. Las chicas se desmoronan —Dale cariño. —Momo ordena y va hacía Jeongyeon. 

Abrazan los cuerpos temblorosos y vulnerables, no hablan mucho. De hecho solo tienen los ojos cerrados y sus respiraciones agitadas. Pasan unos segundos y Tzuyu siente una necesidad inmensa entre sus piernas, ella no puede simplemente ignorarlo. —¿Puedo montar tu cara? —le pregunta a Dahyun una vez que se ve más compuesta. 

—Hazlo, que Momo me monte a mi. —Qué nivel de comunicación, piensa Dahyun y a pesar del cansancio, se posiciona. 

Es similar a lo de hace un rato, pero está vez Momo y Tzuyu quedan de frente, con Jeongyeon y Dahyun debajo de ellas. Bajan sus caderas poco a poco, al mismo tiempo. 

Jeongyeon saca su lengua y lame impúdicamente a Momo, quien inmediatamente se sacude y busca más de ese contacto tan placentero. Tzuyu siente la lengua de su querida entre sus pliegues. La abogada y la menor no pueden saber con exactitud qué está haciendo la otra, así que continúan por pura intuición. 

Tzuyu lleva sus manos a los pechos de Momo y los toma como punto de apoyo para sus duras embestidas, mueve sus caderas en la cara de Dahyun, sin ser consciente que poco a poco le quita todo el aire restante. 

Hirai por su parte, se sostiene de los hombros de Tzuyu, siendo punto de apoyo también. Se vuelven salvajes, necesitadas de esas lenguas tan húmedas. Se escucha una succión y después un gemido alterado. 

—Me comes tan bien, cariño. —Tzuyu halaga y la mayor siente celos de que ella pueda decirle cariño a su chica. 

—Más rápi-do, Jeongyeon-ah. —dice en su lugar, se la coge con las caderas y se mueve con coraje. —Come, nena. 

Una mano viaja al cabello de la mencionada y sus caderas toman velocidad. Dahyun mueve la lengua con maestría y Jeongyeon succiona con impetu. Tzuyu aprieta sus ojos, no gime mucho a comparación de Momo que es un desastre de gemidos. No puede soportar la vista frente a ella:

Jeongyeon debajo de Momo que está con las piernas abiertas y sobre la cara de la abogada, sus pechos al aire rebotando con maestría. Se lame sus labios y mientras siente que Dahyun la pellizca en las nalgas, se inclina y se mete un pezón en la boca. 

Tanta estimulación vuelve loca a Momo. 

Se viene con Tzuyu en sus pezones y Jeongyeon en su clítoris. Aprieta sus mejillas y deja que Momo se folle la boca. Tzuyu por otra parte se siente el jodido infierno con tres Diosas para ella. 

Tzuyu se corre también. 

No pasa mucho tiempo cuando Chaeyong casi la tira de la cama, desesperada por el aire. —Casi me matas ahí, carajo. —se queja Dahyun con la voz ronca y la barbilla llena de fluidos. Momo cayó rendida en la cama. 

Las demás la siguen, están apretadas en la cama matrimonial de Dahyun. Desnudas, sudadas y llenas de fluidos por todas partes. Tzuyu respira profundo y por un momento todas se fijan en ella. —¿Qué? —pregunta con las mejillas rojas. 

Momo toca su abdomen —Dios, esos si son abs. —acaricia los musculos, siente escalofríos. 

—Yo duermo en ellos. —dice orgullosamente Dahyun. 

Jeongyeon se ríe, con sueño. —Yo también. —contrataca. Momo sigue tocando. —¿Cambiamos de posición? —pregunta Jeongyeon alzando las cejas con sorna. Las tres chicas la miran incrédulas, pero esa es ella:

La insaciable Yoo Jeongyeon.

La Diosa Celestial, que complace y se deja complacer. 

Yo quería el cambio de posición :v díganle a la autora, por favor Ü

Solo me falta uno y no digo nada pero estoy llorando, basta, no quiero se acabe.

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