Carta #5
Querido Fab:
Últimamente he decaído entre el tormento que yo misma me impongo. Nada se siente bien. Intento encontrarle sentido a mi vida, al menos a lo poco que me queda de ella.
Lo que tengo no es realmente vida, no cuando aparece ese nudo en mi garganta cada vez que tengo que fingir que todo está bien.
¿Sabes lo amargo que sabe el tragar mis propias palabras? Demasiado. No tengo derecho a ponerme en posición de víctima, no cuando yo misma soy la autora de mi propia corona de espinas y quien la puso en mi cabeza.
Por eso me muerdo la lengua cada vez que alguien me pide explicaciones. No quiero que nadie sepa lo perdida que estoy.
Es curioso que la vida, entre más vacía se vuelva, más pesa. Es curioso sentirme como si esperara algo que nunca va a suceder. Es curioso que a pesar de todo, yo siga en pie y no sepa con exactitud la causa.
Sí, pequeño Fab, los monstruos a los que cualquier niño teme son reales, y los fantasmas también, solo que ellos viven dentro de nosotros y a veces se apoderan y nos volvemos sus marionetas.
Lo siento, Fab. Te he fallado. Me convertí en lo que ellos querían y dejé que repercutieran en mi vida, en las personas que más amo.
Lastimé a todos a mi alrededor, por eso lo hice. Te alejé de mí antes de que pudiera lastimarte. No obstante, lo hice. Solo espero que dejarte ir sea menos doloroso que haberte herido cruelmente.
Espero que algún día lejano puedas mirar atrás y comprender que eres lo que más amé y aún amo en el mundo. Te protegí de lo que más temo que te hiera. Te protegí de mí misma.
Aunque me vea indiferente, aún me duele. Juliet lo sabe. Julian lo sabe. Nick también. Todas esas personas tan cercanas a ambos lo saben. Tú no lo sabes, y ellos lo callan porque así he querido.
Albert, quien es por mucho él más cercano a ti, tal vez sepa que también sufro, pero tiene mucha razón al tenerme coraje. Él es tu mejor amigo, al igual que Julian, Nick y Nikolai. Debo decir que hace un muy buen trabajo siendo tu fiel amigo, tanto, que me hace sentir más culpable.
Albert es el más franco a mi parecer. En realidad Nick es el más directo de tus amigos, pero tratándose de lo que te hice, Albert le gana.
La última vez que lo vi, caminaba de la mano de una bella chica rubia y se veía perturbado. Más tarde noté que estabas frente a nuestras narices sufriendo.
Eso fue ya hace un tiempo, pero era la primera vez que te veía después de arruinar lo nuestro; lo vi despedirse de la chica y acudiendo hacia la ayuda que pedías a gritos. Él te dio un cariñoso golpe en la espalda, y no sé qué te dijo, pero en un momento te alejaste.
Nunca me viste, pero él sí que lo hizo.
Me miró con reproche, entonces tuve el descaro de acercarme.
Le pregunté: "¿Qué le pasa?".
El negó un par de veces y con resentimiento me respondió: "Lo destruiste".
Desde entonces esas palabras son lo único que escucho resonando miles de veces en mi mente.
Justo cuando llegan mis ridículos instantes de esperanza, esas palabras e imágenes de tu sufrimiento me devoran, agazapándose como un animal hambriento.
No tengo más que decir al menos en esta patética carta.
Tienes muy buenos amigos a tu lado y estoy segura de que los valoras demasiado. No es que yo no tenga buenos amigos, ni les reste importancia en mi vida. Tengo la fortuna de tenerlos, pero a diferencia de ti, yo me he encargado de alejarlos y aislarme en mi propia agonía.
Un consejo: nunca llores solo. Deja que las personas que te quieren acompañen tus peores momentos. Te aseguro que la carga de dolor no se sentirá cuando te hagan sonreír.
Con amor,
Drew.
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