Querido Fab:

¡Demonios! ¿Por qué me pones las cosas difíciles?

Uno de estos días no podré seguir en pie. Caeré más bajo y atravesaré el inframundo de mis demonios.

Nada es fácil, no cuando eres tan "tú".

En el fondo quisiera que fueras una mala persona y así ponerme las cosas fáciles pero no lo eres, nunca lo fuiste y nunca lo serás. Creo que es difícil olvidar a alguien que amaste con todo tu ser. Yo lo hice.

Es difícil reivindicar un camino cuando se va desviando cada vez más. Apesta, ¿no?

Lo odio. Odio sentir esto. Odio no poder seguir mi vida después de ti. Odio pensar tanto y martiriar mi propia existencia pero, de todo y todos lo que odio, jamás podré odiarte a ti.

No podría negarte una sonrisa, aunque me amenazaran con un arma. No podría negarte un abrazo, aunque me clavara mil espinas. No podría olvidarte, aunque me hipnotizaran.

Fui una idiota total. Una simple razón: te dejé ir. Y te alejé, a pesar de que te negabas rotundamente a terminar lo nuestro.

Fui una completa imbécil...

Tal vez fue lo mejor para ti, pero para mí no lo fue. ¿Sabes que se sintió? Como arrancarme el corazón sin anestesia y desangrarme.

Fuiste una parte vital de mi vida.

Fuiste lo mejor que me pasó en la vida.

Fuiste mi lucidez entre ofuscas pesadillas.

Cualquiera con todos los tornillos en su cabeza se hubiera aferrado a ti, sin embargo, yo te dejé ir. A lo mejor se me zafaron un par de tornillos, o bastantes.

Imbécil. Imbécil. Imbécil. Qué imbécil fui yo.

Quisiera que todo hubiera sido distinto Fab, pero el "hubiera" no existe.

Así que sin rencores, tendremos que al menos aceptar ser amigos. Sé que siempre lo hemos sido. Hay que hacerlo notar.

Por lo pronto me despido.

Con amor,

Drew.