Querido Fab:

Terminé de destruir mi primera relación después de ti.

Siento que hice lo correcto, pero al mismo tiempo siento un pesar allanando en lo profundo de mi conciencia.

¿Qué hago ahora para mantenerte fuera de mi mente? En realidad nunca he dejado de pensar en ti, aunque mi otra relación me mantenía "ocupada" en algo más.

Él se me propuso y yo...yo tuve miedo.

Un anillo no lo veo igual después de dos matrimonios fallidos y el exasperante proceso del divorcio.

No es todo, Fab. No puedo unirme a alguien de tal manera cuando mis sentimientos por ti permanecen a flor de piel. Más desgracia llega y llorarte un río en la fría soledad de mi cama parece ser lo único que realmente puedo hacer al respecto.

Recordé tu propuesta, y cuando él sacó el anillo y se arrodilló ante mí, todo desapareció y en la escena estabas tú, en aquella hermosa playa sonriéndome. Sin esperarlo sacaste una diminuta caja de tu bolsillo, de un color turquesa para ser precisa, y el corazón se me estrujó cuando te incaste...

─ Drew Barrymore, la chica de mis sueños... ¿me harías el gran honor de convertirte en la Señora Moretti?

Y recuerdo haber dicho:

─ Diablos Fab... ¡claro que sí!

Fue hermoso. Fue perfecto. Deslizaste el anillo en mi dedo anular y me mirabas. Era incapaz de creérmelo.

Sonreíste de la manera más radiante, te enderezaste y me atrapaste en tus brazos, aquel refugio tan familiar en mis noches de pena.

Te amaba Fab, te amaba demasiado y aún lo hago.

Cometí errores, grandes errores. Y tenía pavor de lo que siento, de pronto arruinar mi felicidad.

De cualquier manera lo hice.

Siempre lo hago.

Siempre meto la pata.

Siempre me sale caro.

Tal vez no estoy destinada a ser feliz y tal vez me lo merezco.

Pero gracias, Fab. Gracias por luchar conmigo mi propia batalla e intentar hacerme mejor persona. De muchas maneras me has cambiado.

No me arrepiento.

Jamás lo haré.

Con amor,

Drew.