Querido Fab:

La primera vez que nos encontramos, fue en medio de un campo. Amanda, quien en ese entonces era solo novia de tu amigo Nick (ahora su esposa), me fotografiaba.

Nick y sus amigos (tú estabas incluido) llegaron sin demora, irrumpiendo en la sesión y robándole la inspiración a Amanda. Yo sabía muy bien quiénes eran. ¿Cómo pasar por alto una música así?

Me llamó la atención la forma en que tus amigos y tú corrían por el lugar como niños chiquillos. Amanda y Nick eran como sus padres, regañándolos.

Amanda, enojada, siguió tomando fotos mientras ustedes seguían con su locura. Nick me saludó con la mano, justo detrás de su cabreada novia y sonreí. Me recosté en el pasto y los contemplé, mientras perseguían a unas vacas a lo lejos.

Las fotos iban bien, nada fuera de lo normal. Amanda enfocaba la cámara impasible, mientras ustedes seguían husmeando por ahí.

En un segundo se me concibió un gran exalto cuando caíste a un lado de mí. Di un tenaz grito y después reí. Te contagié la risa y en menos de lo que canta un gallo estábamos ambos tumbados y riendo mientras nos veíamos fijamente.

Más tarde, después de que la sesión terminara con una Amanda de pelos, me ofreciste la mano para levantarme.

Fuiste demasiado dulce.

─ Soy Fabrizio Moretti. ─ Te presentaste con una alboroza sonrisa. Fuiste mi perdición desde entonces. Supe que algo se avecinaba entre nosotros, solo que no sabía con exactitud qué.

Esbocé mi superentusiasmada e incontrolable sonrisa y expresión de cachorrito labrador amarillo rutinaria y dije:

─ ¡Oh, mi dios, amo demasiado tu música!

Es bueno recordar ¿no?

Sigues habitando en lo más profundo de mis sentimientos. Tal vez nunca te podré sacar. Tal vez no es lo que quiero.

Siempre tuya.

Con amor,

Drew.