Querido Fab:

Han pasado dos años... ¿puedes creerlo?

Te dije adiós sin mirar atrás. 

Ese día me atormenta hasta la fecha.

Me pregunto qué sentiste mientras te di la espalda y me obligué a alejarme. ¿Acaso decidiste seguir el camino contrario o te quedaste plantado ahí mismo esperando que volteara y corriera a tus brazos una vez más?

Por mi parte cada paso fue desgarrador. La distancia dejó un rastro sangrante de mi ser que se desprendía de su corazón. De haber mirado atrás, hacia ti, no hubiera tenido el coraje de seguir. 

No entiendo cómo pude sobrevivir hasta ahora sin tus sonrisas y caras graciosas. Sin tus muecas. Sin tus chistes malos. Sin tus rizos. Sin tu simpatía.

A veces cierro los ojos y siento como si fuera ayer cuando me llenabas de dicha con tu amor. Cuando me matabas de risa con tu humor.

Fue un privilegio estar cerca de ti. Amo la forma en que contagias al mundo con tu alegría. Siempre me ha parecido que tu misión de vida es esparcir la bondad, la felicidad y las carcajadas en el mundo. Nunca has necesitado ser un comediante para todo eso.

Quiero pensar que en estos momentos te encuentras de maravilla.

Por ahora me despido.

Un último consejo: Nunca dejes de sonreír, pequeñín.

Con amor,

Drew.