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𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 19.

Los siguientes meses fueron un torbellino de Chris. Después de la noche en Fire, él todavía estaba bastante hosco sobre todo lo de Harvey, pero hice todo lo posible para convencerlo de que el tipo merecía ser golpeado, pero lo más importante, que perder los estribos en ese momento no le hacía un mal tipo. Descubrí más sobre Harvey por Sebastian. Al parecer, todos habían sido amigos desde la primaria, pero mientras habían conseguido hacerse mayores Harvey se había vuelto un poco idiota. Era astuto, a veces cáustico, horrible para las mujeres, un agitador de mierda como Sebastian le llamaba, y un mentiroso. Chris había tenido esta sensación persistente de lealtad hacia él porque habían sido amigos durante mucho tiempo. Eso fue hasta que el chico se había follado a su esposa. Mientras le reiteraba todas estas cosas a Chris, creo que finalmente lo conseguí gracias a eso, y unas semanas más tarde vi la sombría contemplación desaparecer gradualmente de él.

Por supuesto, cancelé mi membresía del gimnasio y Chris me convenció para unirme a su gimnasio donde descubrí que parte de la razón por la que él tenía los hombros anchos y las sexis caderas estrechas era porque nadaba después de cada entrenamiento. De alguna manera, más a menudo que no, terminé trabajando con él y teniendo que nadar también. De alguna manera, de hecho, invadimos la vida del otro casi por completo. Nos turnamos para permanecer en el apartamento del otro durante la semana siempre que podíamos, ambos éramos bastante contenido para pasar el rato viendo la televisión, escuchando música, pero también nos divertimos lanzándonos en restaurantes y yendo al cine, o tomando unas copas con amigos. Por lo menos, dos veces al mes tuvimos algún tipo de evento que incluyó el trabajo de Chris. Incluso había terminado mencionada en un artículo de entretenimiento para el periódico local como la más regular y última "mujer" de Chris. Traté de no dejar que me afectara.

Chris intentaba llegar al Club 39, los viernes y sábados, y eso significaba que Alice y Sebastian y cualquier otro que estaba con ellos esa noche, se encontraban allí también. Chris me dijo que le gustaba verme trabajar, que era sexi, pero Alice pronunció que marcaba su territorio frente a mis colegas y clientes.

Todo lo que sabía era que él estaba conmigo todo lo que podía estar y eso significaba que se aseguraba que estaba ahí mucho. Y no me molestaba.

De hecho, lo extrañaba cuando se había ido. Nuestro acuerdo no había salido como yo esperaba en absoluto, el acuerdo en realidad se vino abajo. Y en algún lugar a lo largo del camino, dejé de preocuparme todo el tiempo de que eso significaba que podía estar con él sin miedo a cualquier pregunta sobre el futuro.

Estábamos en mi habitación, Chris revisaba los dibujos de Sebastian para un nuevo desarrollo y ellos se hallaban extendidos por toda la cama. Yo estaba en mi máquina de escribir trabajando en el capítulo quince de la novela, y me sentía contenta con él hasta ahora. Con toda honestidad, yo estaba muy emocionada acerca de hacia dónde se dirigía. Los personajes se sentían más reales que cualquier otra que yo había escrito antes, y sabía que era porque estaban basadas en mis padres. Miraba mis notas, tratando de averiguar si la línea de diálogo que había escrito en esta escena era apropiada para mi personaje principal. Cuanto más pensaba en ello, no se sentía fiel a ella y yo trataba de pensar cómo cambiarlo sin cambiar el punto de que ella trataba de hacer. Estaba tan pérdida en mis pensamientos que no me di cuenta que Chris me observaba, así que salté, sorprendida cuando habló, mi corazón se alojó en mi garganta al oír sus palabras:

—La boda de Jenna y Ed es la próxima semana, y el final de los términos de nuestro acuerdo.

Me quedé helada.

Yo ya lo sabía. Había estado temiendo que el trajera el tema.

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—¿Por qué no lo has traído? —La Dra. Pritchard tomó un sorbo de agua—. Los tres meses casi han acabado. ¿No crees que deberías hablar de ello?

Incliné mi cabeza hacia un lado.

—¿No cree que he recorrido un largo camino en cinco meses?

—Definitivamente te has abierto, ____. Pero sigo pensando que no has atendido plenamente la muerte de tu familia. Todavía no quieres hablar de ellos.

—Sé qué piensa eso. Pero lo que estoy diciendo es que hace cinco meses tuve una mejor amiga de la que no sabía nada y quien no sabía nada de mí. No me gustaba involucrarme profundamente en la vida de la gente, y yo estaba decidida a rodearme con conocidos casuales. —Sonreí con incrédulo alivio—. Alice y Chris cambiaron todo eso. Especialmente Chris. Él es... —Sacudí mi cabeza, todavía no podía creer realmente que era verdad—, es mi mejor amigo. Hace tres meses yo estaba decidida a tener sólo sexo y poner fin a esta cosa. Pero él es una parte de mí ahora. Es más profundo que nadie más, y no tengo ni idea de qué esperar de esto o del futuro. Realmente no quiero pensar en ello. Sin embargo, sé que no estoy dispuesta a perder a mi mejor amigo.

—Debes discutir esto con él, ____. Tiene que saber esto. — Fruncí el ceño, ansiedad agarrándome ante el pensamiento.

—No. No, no voy a hacer eso. Si él quiere que esto termine, entonces está bien, pero si termina, va a ser más fácil si sólo yo sé la verdad.

La Dra. Pritchard suspiró.

—¿Por qué? ¿Así puedes enterrar la verdad, junto con todo los demás?

Eres una aguafiestas. —Es un aguafiestas.

Se echó a reír. —Sólo porque no entierro la verdad.

—Siempre tiene que tener la última palabra, ¿eh?

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Me volví lentamente hacia él.

—Sí, lo es.

Chris empujó el papel de su regazo y me dio su entera atención.

—¿Cómo te sientes al respecto?

—¿Cómo te sientes tú al respecto? —Sus ojos se estrecharon.

—Yo te pregunté primero.

Suspiré, hormiguitas de incertidumbre pululando en mis entrañas. —¿Qué tenemos, cinco?

—¿Bueno lo tenemos?

Miré dentro de sus obstinados ojos.

—Chris. —Ni siquiera significaba un ruego, pero lo hizo. Su expresión obstinada parecía reforzarse.

—Yo podría responder a esto con facilidad, ____. Sabemos quién de nosotros dos está más abierto aquí. Pero no voy a hacerlo. Quiero, por una vez, saber cómo te sientes.

—¿Qué quieres decir con por una vez? —espeté—. Obtienes más de mí de lo que la mayoría de la gente, amigo.

Me lanzó una rápida, arrogante, y muy atractiva también, sonrisa.

—Lo sé, nena. Esta noche quiero más.

No creo que se diera cuenta, pero en ese momento él había hecho su primera jugada. Él quería más. Así que con un poco de confianza, me encogí casualmente de hombros y me volví hacia mi máquina de escribir.

—No me importa si rompemos el acuerdo.

Se quedó en silencio detrás de mí y esperé. Finalmente: —¿Qué pasa sí sugiero que dejemos de fingir que somos amigos con beneficios también?

Una lenta sonrisa se extendió por mis labios y yo estaba agradecida de que no pudiera verla.

—Sí —respondí con una buena cantidad de aburrimiento—. Yo podría trabajar con eso.

¿He mencionado que Chris podía moverse rápido?

Papeles salieron volando mientras se abalanzaba sobre la cama para agarrarme por la cintura y lanzarme de mi silla sobre el colchón. Sobresaltada, me reí hacia él mientras apretaba su cuerpo contra el mío.

—¿Cuándo vas a dejar de tirarme alrededor como una muñeca de trapo? — Su sonrisa era impenitente.

—Nunca. Eres tan pequeña que lo hago sin realmente querer la mitad del tiempo.

—No soy pequeña —le respondí con indignación—. Mido 1.68, hay personas más pequeñas, créeme.

—Nena, soy casi 30 centímetros más alto que tú. Eres muy pequeña. — Inclinó la cabeza para cepillar mis labios con los suyos—. Pero me gusta.

—¿Qué le pasó a tu amor por las rubias tontas de piernas largas?

—Fue reemplazado por mi amor por las tetas grandes, buen sexo y una boca inteligente. —Me dio un beso profundo, su lengua enredándose con la mía deliciosamente. Envolviendo mis brazos alrededor de su cuello me hundí en el beso como siempre, pero por una vez mi mente no estaba sólo en el beso...

De una manera indirecta... ¿había sido que una especie de declaración de amor?

Di un grito ahogado ante la idea, pero por suerte cronometré jadear al mismo tiempo que Chris metió la mano en mis pantalones, por lo que nunca se dio cuenta de que estaba enloqueciendo.

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Me dije que no era en absoluto lo que había querido decir, y me encogí de hombros, disfrutando cada día con él como llegaran. Unos días más tarde estaba en la cocina, tomando un descanso de la novela para tomar café, cuando Alice se dejó caer. Ella se encontraba en casa hoy, clasificando papeles.

Me sonrió con picardía mientras se deslizaba en el asiento frente a mí. Arqueé una ceja en sospecha.

—¿Qué?

—Acabo de hablar por teléfono con mi hermano mayor.

—¿Y?

Alice hizo una mueca.

—Me dijo que irán a la boda juntos.

—¿Y?

—____. —Me tiró una galleta té y la esquivé—. ¿Cuándo ibas a decirme? — Eché un vistazo a la violenta galleta ahora ensuciando nuestro piso.

—¿Decirte qué, exactamente?

—¿Que el acuerdo entre tú y Chris ha terminado? ¿Es correcto? ¿Están saliendo ahora?

¿Saliendo? Esa palabra era un poco "etiquetante". Me negué a etiquetar.

—Estamos viéndonos el uno al otro. Alice gritó y se estremeció de nuevo.

—¡Oh, esto es fantástico! ¡Lo sabía, lo sabía!

—Me gustaría saber que sabías —le respondí con los ojos muy abiertos con desconcierto.

—Oh, despréndete de ello. Yo sabía desde el principio que Chris actuaba de manera diferente acerca de ti. —Suspiró con satisfacción absoluta—. La vida es buena. Será aún mejor con una taza de té.

—Hay que volver a llenar la tetera de agua. —Asintió con la cabeza y se dirigió a ella y mientras la miraba pensaba en Sebastian—. Sebastian tiene una cita. ¿Estará llevando a alguien?

Sus hombros se tensaron un poco cuando ella llevó la tetera del fregadero.

—Llevaré a Nicholas.

—Oh eso será divertido —murmuré, pensando en el posible drama una vez que Sebastian lo descubriera.

Un accidente trajo de vuelta mi cabeza mientras Alice maldecía, su cara arrugada. Corrí a ver que había dejado caer la tetera en el fregadero y se aferraba a su brazo derecho.

—¿Estás bien? —le pregunté, confundida en cuanto a lo que sucedió, pero su rostro se veía pálido.

Asintió con la cabeza, con los labios apretados.

—Sólo un calambre en la mano de marcar todos esos papeles.

—¿Se te cayó la tetera? —No era la primera vez que había estado trabajando tan malditamente duro que había forzado su mano derecha—. Hay que ir fácil y tomar más descansos. Trabajas demasiado. —Alice se veía tan preocupada que sentí a mi corazón dar vueltas—. Alice, ¿estás bien?

Me dio una sonrisa temblorosa. —Estresada.

—Toma una siesta. —Le froté el hombro con dulzura—. Te sentirás mejor.

☼☼☼☼☼☼☼☼☼☼

—Hola hermosa.

Me di la vuelta sobre mis talones y le sonreí a Chris de pie todo sexy en un traje negro contemporáneo. Él y Sebastian habían decidido renunciar a llevar una falda escocesa tradicional desde que noviembre en Escocia era "báltico", como dijeron.

—Hola guapo.

—¿Te he dicho lo mucho que me gusta este vestido? —Caminó casualmente, con las manos alcanzando mis caderas para tirar de mí más cerca—. Es un buen vestido.

Era raso amatista, abrazando mi figura y mostraba un escote pequeño y un poco las piernas. Era un vestido que se burlaba y Chris disfrutaba siendo tomado del pelo. Presioné un familiar beso justo debajo de su mandíbula, mi lugar preferido para mordisquear.

—Mejor nos vamos antes de que llegamos tarde. ¿Está lista Alice?

—No. Y no puedo sentarme por ahí solo con Nicholas. —Chris hizo una mueca.

Arrugué la nariz.

—Ese pobre tipo es tan aburrido.

Chris gimió y enterró su cara en mi cuello.

—Mi hermana necesita que le revisen la cabeza —murmuró en mi piel y me reí en silencio, acariciando su cabello.

—Alice va a estar bien.

Chris se tiró hacia atrás, de repente todo erizado y gruñón.

—No es lo suficientemente bueno para ella.

Me encogí de hombros, recogiendo mi bolso y abrigo.

—No soy lo suficientemente buena para ti, pero eso no te ha detenido. — Me agarró la mano con fuerza, con el ceño fruncido hacía mí.

—¿Qué?

—¡Estoy lista! —Alice rebotó dentro de mi habitación en vestido blanco, amarillo pálido, chocolate y la impresión de verde azulado de diseñador de estilo de los años cincuenta. Llevaba una falda de seda debajo y un abrigo de lana blanca que le costó más que todo mi vestuario. Sonreí. Se veía tan hermosa—. ____, te ves muy bien. El taxi está esperando. —Ella tomó mi mano y arrastró a Chris y salimos al pasillo donde desafortunadamente el monótono Nicholas esperaba por nosotros.

Me alegraba que no tuviera que responder por eso increíblemente estúpido o caeríamos de nuevo en el dormitorio.

☼☼☼☼☼☼☼☼☼☼

Toda la boda, la ceremonia y la recepción, se celebraron en el Edinburgh Corn Exchange, un lugar de eventos que organizaba todo, desde bodas hasta conciertos de rock. Era un edificio bastante antiguo, con columnas griegas, pero no era una belleza espectacular, ni tampoco sus alrededores. Sin embargo la habitación de la ceremonia era hermosa y la recepción era simplemente impresionante. Todo era blanco y plateado con luces azules como el hielo. Era una maravilla de invierno para una boda de invierno.

Chris se había alejado para hablar con Sebastian, que había pasado la mayor parte de la boda hasta el momento ignorando a su muy bonita cita y mirando a Nicholas. Por qué él miraba a Nicholas cuando Alice había dejado al pobre a su suerte para revolotear alrededor de todo el mundo como la mariposa social que era, no tenía ni idea. Pero si las miradas mataran...

Negué con la cabeza. Tenía que conseguir una pista ya.

—____.

Miré hacia arriba sorbiendo champán para encontrar a Lisa de pie junto a mí. Ella y Richard se encontraban en la mesa de al lado, y miré más allá de ella para ver a Richard en una profunda conversación con un hombre mayor que no conocía. ¿A quién engañaba? Yo apenas conocía a nadie aquí. Sonreí a Lisa que se veía hermosa en azul zafiro.

—Oye, ¿cómo estás?

Me dio una sonrisa de "tú sabes cómo es esto" y se deslizó en el asiento vacío a mi lado. Por ahora, todo estaba tranquilo con respecto al hecho de que Chris y yo salíamos juntos, sobre todo porque él no fue sutil al respecto y Josh nos había atrapado besándonos en la cocina en una cena de domingo semanas atrás y el niño había dicho: "¡Uf, qué asco" y procedido a iluminar a toda la familia.

—Chris parece muy feliz. —Lisa sonrió hacia él a través de la habitación. Noté que una rubia bonita y muy alta se le había unido y a Sebastian, y traté de no entrecerrar mis ojos como un tigre celoso—. No creo que jamás le haya visto tan feliz.

Sentí una dolorosa onda de calor en mi pecho, pero no sabía qué decir. Me miró, con los ojos amables pero serios.

—Creo que eres una chica encantadora, ____. Lo hago. Pero también pienso que eres increíblemente difícil de llegar a conocer. No sé por qué, pero tienes la guardia en alto, cariño. Es alta y casi impenetrable.

Sentí el color drenarse de mi cara.

—Pienso en Chris como un hijo. Un hijo al que quiero mucho. Lo que Analise le hizo me rompió el corazón. No debería tener que pasar por eso otra vez. O peor. —Miró de nuevo hacía él y luego a mí—. Contigo, creo que va a ser peor.

—Lisa ... —Las palabras me fallaron.

—Si no sientes por él de la manera en que se siente sobre ti, termínalo ahora, ____. Por su bien. —Y entonces se levantó, me dio unas palmaditas en el hombro a su manera de maternidad, y se dirigió de nuevo hacia el marido que ella adoraba.

—Nena, ¿estás bien?

Levanté la vista, mi corazón todavía golpeaba en el pecho, al encontrar Chris de pie junto a mí, con las cejas arrugadas por la preocupación. Asentí con la cabeza, todavía sin habla.

No parecía muy convencido.

—Vamos. —Tomó mi mano y me puso de pie—. Ven a bailar conmigo.

Non-Believer de La Rocca estaba tocando. Era una de mis favoritas.

—¿Bailas?

—Esta noche lo hago. —Dejé que me llevara a la pista de baile y me enterré en él mientras me abrazaba más cerca—. Tu corazón está acelerado. ¿Lisa te dijo algo?

Sólo la verdad. Ella tenía razón. Debería irme. Respiré su aroma, incapaz de imaginar un momento sin él en mi vida.

Y por eso era egoísta. Me acurruqué más cerca. No podía alejarme. ¿Pero y si lo hería? Oh Dios, la idea de hacerle daño me destrozaba. Rasgándome demasiado totalmente, sin que yo supiera, me preocupaba más por él de lo que lo hacía por mí misma.

Yo estaba en lo profundo.

Sentí mi aliento engancharse. Leyendo el cambio en mí, Chris me apretó más cerca y murmuró:

—Respira, nena. —En mi oído. Yo no estaba teniendo un ataque de pánico, sólo enloquecía, pero no le dije nada, disfrutando de la calma mientras me acariciaba la espalda con dulzura.

—¿Qué te dijo? —Su tono era duro. Se enojó con Lisa . Negué con la cabeza tranquilizándolo.

—Acaba de mencionar lo importante que es la familia. No fue su culpa.

—Nena —susurró, acariciando mi mejilla.

—¿Quieres emborracharme? —le pregunté, tratando de aligerar el ambiente.

Chris resopló, deslizando sus manos por mi espalda sensualmente a la curva en las caderas.

—No necesito emborracharte para hacerlo a mi manera contigo.

—Oh, eres tan afortunado de que me guste todo lo cavernícola, Chris Evans.

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