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𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 14.

El exasperante rostro de la consciencia olfateó el mío, y cuando desperté, me volví consciente de un molesto peso a lo largo de mi cintura y el hecho de que estaba inusualmente caliente. Me di cuenta que el calor era lo que me había despertado. Si iba a tomar como ejemplo la pesadez de mis ojos, y su renuencia a abrirse, era demasiado temprano para que me despertara y probablemente debería volver a quedarme dormida.

Pero ese molesto peso a lo largo de mi cintura se sentía familiar. Forzando mis ojos a abrirse, miré el pecho desnudo yaciendo a centímetros de mi rostro. Está bien, ¿qué?

¡Despierta! Mis irritados ojos soñolientos viajaron hacia arriba por ese pecho hasta el rostro y asumí la realidad lenta, pero seguramente. Chris estaba en mi cama. De nuevo.

Me tomó un momento... recordar haber llegado a casa anoche y encontrarlo dormido en el sofá.

Yo había hablado con Alice, me había aseado en el baño y luego me fui a la cama a dormir. Claramente, en algún momento durante la noche, Chris se había metido en la cama conmigo. Esto estaba tan fuera del trato.

Con un resoplido de irritación empujé contra su pecho con todas mis fuerzas. Y por todas mis fuerzas, me refiero a que lo empujé fuera de la cama.

Su largo cuerpo golpeó el piso con un golpe sordo que sonó doloroso, y yo me incliné para ver sus ojos abrirse de golpe, adormilado y confundido en cuanto a por qué estaba mirándome desde su desparramada posición en el suelo. ¿Mencioné que estaba completamente desnudo?

—Jesucristo, ____ —se quejó él, con la voz ronca por el sueño—. ¿Qué demonios fue eso?

Le sonreí con suficiencia. —Esa fui yo recordándote que esto es sólo sexo.

Él se empujó hacia arriba sobre sus codos luciendo sexy como el infierno con su cabello despeinado y su expresión beligerante. —¿Así que pensaste en dejarme caer de tu cama?

—Con estilo. —Asentí, sonriendo dulcemente.

Chris asintió lentamente como si aceptara que yo tenía razón. —Está bien... —suspiró...

... y entonces sofoqué un chillido de miedo cuando él se lanzó hacia arriba, con sus fuertes manos aferrando mis antebrazos mientras me arrastraba hacia abajo al piso con él. —¡Chris! —grité, cuando me rodó sobre mi espalda. Y entonces hizo lo peor.

Comenzó a hacerme cosquillas.

Chillé como una niña, retorciéndome y riendo mientras intentaba evadir su ataque. —¡Para!

Su sonrisa era malvada y decidida, y él era rápido y fuerte, esquivando mis piernas dando patadas y todavía arreglándoselas para clavarme al piso y hacerme cosquillas. —¡Chris, detente! —Apenas podía respirar por reír tan fuerte y por emplear tanta energía para alejarme de él.

—¿Puedo confiar en que puedo acostarme a tu lado en el futuro sin temor a ataques sigilosos mientras estoy durmiendo? —preguntó en voz alta sobre el ruido mitad tos mitad risa que mi ser sin aliento estaba haciendo.

—¡Sí! —prometí, ahora con las costillas comenzando a dolerme.

Él se detuvo y yo respiré profundamente, relajándome en el piso a su lado. Hice una mueca de dolor. —Este piso es duro.

Sus ojos se estrecharon. —Sí, dile eso a mi trasero.

Me mordí el labio para no reírme. Fallé. —Lo siento.

—Oh luces arrepentida. —Su boca se torció hacia arriba en la esquina mientras colocaba sus manos a ambos lados de mi cabeza y se apoyaba sobre mí, empujando su rodilla entre mis piernas—. Creo que tal vez debería castigarte de todas formas.

Mi cuerpo respondió inmediatamente a la mirada en sus ojos, al tono de su voz. Mis pezones se endurecieron, y mientras doblaba las piernas, extendiéndolas abiertas para él, sentí el pulso en mi sexo diciéndome que estaba lista para él. Pasé los dedos sobre su abdomen como tableta de lavar antes de deslizar las manos alrededor para aferrar la parte baja de su espalda. —¿Quieres que mejor te bese todas las "nachas"?

Chris había estado a punto de besarme pero se echó hacia atrás. —Esa es una palabra tan rara.

—Igual que "pantaletas". ¿Qué diablos son las "pantaletas"? —Aparté un recuerdo de una conversación similar con mi mamá... de hecho, muchas conversaciones similares donde yo me había burlado de ella por algunas de las extrañas palabras que usaba. Me concentré en los ojos de Chris para hacerla a un lado.

Él me sonrió. —Está bien, admito que "bragas" es una palabra más sexy que pantaletas. Pero tienes que admitir que "pantalones" es una terrible palabra para pantalones.

Arrugué la nariz. —Pantalones es una palabra tan quisquillosa. Igual que "mientras". Ustedes la dicen un montón.

Chris me hizo una mueca. —¿Con qué personas has estado hablando? —Su voz se profundizó mientras su melódico acento se volvió todo clase alta y sonaba medio británico—. Mi mujer está debatiendo con pedantería acerca de palabras británicas mientras yo estaba intentando follarla.

Me eché a reír, golpeándolo en la espalda mientras él me sonreía descaradamente.

—Usted comenzó con toda la cosa de las nachas, Sr. Eva... —Contuve el aliento cuando su mano se deslizó sensualmente hacia abajo por mi cintura, alrededor de mi espalda y hacia abajo por debajo de mis pantalones cortos y mis bragas de modo que estaba ahuecando mi trasero desnudo. Me haló hacia arriba, presionando su dura polla contra mí. Jadeé cuando todo se estremeció: mi cuero cabelludo, mis pezones, mi sexo. La atmósfera entre nosotros cambió instantáneamente. No hablamos cuando Chris se echó hacia atrás sobre sus rodillas, con su erección palpitando. Me incorporé, con los ojos todavía en los suyos mientras me estiraba y envolvía mi mano alrededor de él.

El fuego en sus ojos llameó cuando mi agarre se apretó y deslicé la mano hacia abajo por la caliente seda de él. Su mano se envolvió alrededor de la mía, al principio pensé que era para guiarme, mostrarme lo que quería, pero en cambio tomó mi mano en la suya y la forzó detrás de mi espalda, arrastrándome hacia arriba a su boca. Sus labios fueron suaves y ligeros al principio, pero yo quería más. Moví rápidamente mi lengua contra la suya, profundizando el beso en algo salvaje, lujurioso y húmedo. Dios, el hombre podía besar. Todavía podía oler su colonia en él, sentir la suave abrasión de su incipiente barba contra mi mejilla, y pude saborear lo que le hacía a él el estar conmigo. Nunca había conocido a alguien cuyo deseo por mí pudiera ser tan poderoso. Pero el suyo lo era. Me llevaba al extremo y me hacía olvidar todo lo demás.

Los labios de Chris renuentemente se separaron de los míos, y dejó ir mi mano, moviéndose un poco hacia atrás para arrastrar las manos por la cinturilla de mis pantalones cortos. Me recosté en mis codos, haciendo palanca para darle un mejor agarre, y observé, con mi vientre con un frenesí de mariposas excitadas, cuando él lentamente me sacó los pantalones cortos y las bragas y los lanzó sobre su hombro. Ayudándolo, levanté mi camisola y me estiré hacia atrás, desnuda para su escrutinio.

El sexo era diferente de lo que había sido el día anterior. El toque de Chris era más intencionado, más paciente, casi reverente, cuando me presionó sobre mi espalda usando su cuerpo, posicionándose a sí mismo entre mis piernas. Ahuecó mis pechos en sus manos, levantándolos hasta su boca, con sus labios y lengua tomando turnos para lentamente poner en llamas mi cuerpo.

—Chris —suspiré, agarrando firmemente la parte trasera de su cuello, con el mío arqueándose, mi respiración entrecortada mientras me llevaba hacia la liberación sólo con su boca alrededor de mi pezón.

Él levantó la cabeza, con la mano deslizándose entre mis piernas. El placer se disparó a través de mí cuando dos dedos se deslizaron en mi interior. — Tan mojada —murmuró él, con los ojos brillantes—. Mañana después de mi cena familiar vas a venir a mi casa y voy a follarte en cada una de las habitaciones, de cada forma que pueda.

Mis ojos volaron hacia los suyos, con el pecho subiendo y bajando rápidamente ante sus palabras.

—Voy a hacerte gritar ya que no puedes hacerlo aquí —prometió él en voz baja, dándose cuenta de que esto también era un recordatorio para ser silenciosa ya que Alice estaba al final del pasillo—. Pero justo ahora, voy a disfrutar viéndote morderte el labio.

Y lo hice. Él empujó dentro de mí y yo me tragué un grito mordiéndome el labio, aguantando como si mi vida dependiera de ello mientras su lenta ternura anterior desaparecía, sus gemidos y gruñidos contra mi cuello sexys como el infierno mientras él martilleaba fuertemente hasta el orgasmo.

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Me sentí un poco más relajada en mi turno en el bar el sábado en la noche. Chris me hizo un favor y me dio espacio: él, Alice, Jenna, Ed, Sebastian y un par más de sus amigos que yo no conocía tan bien, salieron por cenar y tomar algo. Estaba invitada a la parte de la cena en la noche, pero todavía no me sentía lista para estar en una situación social con Chris, y como dije, quería algo de espacio.

Cuando llegué a casa del trabajo él no estaba ahí, y cuando desperté, estaba sola.

Incluso Alice me dio espacio.

Eso significaba que en realidad hice algo de escritura. De hecho, escribí un capítulo entero de mi novela contemporánea, y sólo me tomó un ataque de pánico. Pero fue tan corto que apenas contó, y una vez que pasé el pánico inicial, fui capaz de lidiar con el recuerdo de mi madre diciéndome cuán aterrador había sido ir sola a los Estados Unidos, pero también cuán liberador se había sentido. Lo mejor de todo, yo conocía ese sentimiento. Podía escribir bien de ese sentimiento. Y lo hice.

—Sabes que deberías tener una máquina de escribir.

Me di la vuelta en mi silla de la computadora ante la familiar voz, viendo a Chris holgazaneando en mi puerta en pantalones vaqueros y camiseta. Estaba lloviendo afuera. Él en serio debería tener un suéter puesto. O un jersey. Otra palabra rara que habíamos discutido ayer cuando él se estaba vistiendo para dejarme. De todas formas, ¿qué demonios era un jersey? Mamá nunca había sido capaz de darme una respuesta que tuviera sentido, y Chris sólo me había sonreído como si pensara que yo era linda.

Nunca fui linda. —¿Una máquina de escribir?

Él asintió, observando mi portátil. —Es sólo que parece más auténtico, ¿no?

—Bueno, mamá prometió comprarme una para Navidad, pero murió antes de que pudiera hacerlo.

Me congelé.

Mi corazón se aceleró cuando mis palabras resonaron de nuevo en mí.

¿Por qué le dije eso?

La mirada de Chris se agudizó ante mi reacción y entonces se encogió de hombros. —Sólo terminarías con un montón de papel desperdiciado si tuvieras una máquina de escribir.

Él estaba dándome una salida. Mi sonrisa fue un poco débil cuando respondí:

—Oye, tengo buenas habilidades de mecanografía.

—Esa no es la única cosa en la que eres buena. —Sonrió lascivamente mientras deambulaba por la habitación.

—Oh no tienes idea.

Él se rió entre dientes y pensé que estaba viniendo para besarme. Para mi sorpresa, caminó alrededor de la cama hasta mi mesita de noche y levantó la fotografía de mis padres. —¿Esta es tu mamá?

Aparté la mirada, con los hombros tensos. —Sí.

—Te pareces a ella, pero tienes la coloración de tu papá. Ella era hermosa, ____.

El dolor clavó sus garras en mi pecho. —Gracias —mascullé levantándome, de espaldas a él mientras me dirigía hacia la puerta—. Entonces, ¿qué estás haciendo aquí?

Escuché sus pisadas apresurarse detrás de mí y sentí su brazo rodearme, con la palma aplanada en mi estómago mientras me jalaba contra él, con la cabeza descansando en su pecho. Me estaba acostumbrando rápidamente a la tactilidad de Chris. Al hombre le gustaba tocarme. Todo el tiempo.

Había creído que sería difícil acostumbrarme dado que en realidad yo misma no era una persona excesivamente afectuosa, pero Chris realmente no preguntaba si quería ser arrastrada a sus brazos cada cinco segundos.

Y la verdad era, que en realidad no me importaba. Otra sorpresa.

Su aliento susurró en mi oído mientras inclinaba la cabeza para murmurar en éste:

—Pensé en venir a recogerte a ti y a Alice para la cena familiar. Asegurarme de que te presentaras. No querría que te perdieras el postre después de la cena más tarde en mi casa.

Me relajé cuando regresamos a terreno familiar, girando mi mejilla para atrapar sus labios con los míos. —Yo tampoco querría eso.

—Está bien, asquerosos. —La voz de Alice nos separó. Ella estaba de pie frente a nosotros en el pasillo—. ¿Podrían cerrar la puerta cuando sean "amigos con beneficios" el uno del otro?

Me zafé de los brazos de Chris. —¿Qué edad tienes, doce?

Ella me sacó la lengua y me eché a reír, dándole nalgadas juguetonamente en el trasero mientras la pasaba para recoger mis zapatos. Justo estaba metiendo los pies en mis botas favoritas cuando el celular de alguien sonó.

—¡Hola! —Escuché a Chris responder y volteé para verlo caminar hacia el pasillo pasando a Alice. Tenía el rostro serio—. ¿Qué? ¿Ahora? —Él suspiró, deslizando una mano a través de su cabello y me lanzó "una mirada"—. No. Está bien. Estaré ahí pronto. —Deslizó su celular de regreso en su bolsillo trasero con un gemido frustrado—. Ese era Darren. Problemas familiares. No puede hacer su turno hoy en el Fire y tengo una entrega de domingo llegando, así como un DJ invitado esta noche, y él no puede conseguir a nadie que sepa lo que está haciendo para cubrirlo. Tengo que hacerme cargo de eso. —Sus ojos sostuvieron los míos por un momento y vi su preocupación aumentar.

—¿Te vas a perder otra cena familiar? —se quejó Alice—. A mamá le va a encantar eso.

—Dile que lo siento. —Chris se encogió de hombros con pesar, con los ojos todavía en mí—. Parece que lo de esta noche se cancela.

Oh sí. Sus planes para mí en su apartamento. Sentí una extraña mezcla de alivio y decepción cuando le sonreí. —Oh bueno.

—No luzcas tan decepcionada. —Él me lanzó una sonrisa sarcástica—. Sólo tendremos que organizar algo de tiempo esta semana.

—Eh. —Alice se interpuso entre nosotros—. Por favor, ¿pueden no programar lo que sea esto que está sucediendo entre ustedes enfrente de mí?

Sonriendo con suficiencia, Chris se agachó y le dio a Alice un besito rápido en la mejilla. —Alice. —Y luego caminó más allá de mí—. ____. — Me dio un apretón de manos, con el pulgar pasando suavemente a lo largo del dorso de mi mano antes de soltarla y seguir caminando justo hacia la puerta principal.

Me quedé mirando fijamente tras él, incluso una vez que se había ido.

¿Qué había sido eso? ¿La cosa de la mano? Miré hacia abajo a mi mano, con la piel todavía hormigueando donde él la había acariciado. Eso no se había sentido mucho como amigos con beneficios.

—Sólo sexo.

—¿Qué? —Levanté la mirada hacia Alice quien estaba mirándome incrédulamente—. ¿Qué? —repetí.

—Sólo sexo. —Ella negó con la cabeza y agarró su chaqueta—. Si ustedes dos quieren creer eso, entonces no es de mi incumbencia.

Ignorándola a ella y al revoltijo de mal agüero en mis entrañas, me metí en mi propia chaqueta y la seguí hacia la puerta.

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—¿Qué estás haciendo aquí?

Choqué con la espalda de Alice en la entrada de la sala de estar de su mamá así que no supe a quién le estaba haciendo, acusadoramente, esa pregunta.

—Tu mamá me invitó.

Ah, Sebastian. Miré alrededor de Alice para verlo sentado en el sofá de Lisa y Richard con Josh al lado. Estaban viendo juntos el fútbol. Richard estaba leyendo un periódico. Evidentemente no era un fanático del fútbol.

—¿Mi mamá te invitó? —Alice entró a zancadas a la sala, con los brazos cruzados sobre el pecho—. ¿Cuándo?

—Ayer. —La voz de Lisa vibró detrás de nosotras, y volteamos para verla a ella y a Aria entrar llevando unos vasos de gaseosa—. ¿Qué pasa con esa actitud?

Alice fulminó con la mirada a Sebastian quien le sonrió en respuesta, impenitente. —Nada.

—Sebastian, te lo estás perdiendo. —Josh tiró de la manga del suéter azul claro de Sebastian, que hacía cosas geniales por su cuerpo. No era de extrañar que él y Chris tuvieran sexo tan fácilmente. Juntos, ellos dos eran como un anuncio de GQ.

—Lo siento, amigo. —Le dio a Alice una mirada solemne de forma burlona—. Lo siento, no puedo hablar. Estamos viendo el fútbol.

—Mejor te cuidas de no conseguir un balón de fútbol embutido en tu trasero —refunfuñó Alice entre dientes, pero tanto Sebastian como yo la escuchamos. Él se echó a reír, negando con la cabeza mientras volteaba de nuevo hacia la pantalla.

—¿Qué es lo gracioso? —Lisa sonrió dulcemente, completamente ignorante de la tensión entre su hija y Sebastian mientras nos tendía a cada uno un vaso de gaseosa.

—Alice dijo una mala palabra —respondió Josh.

Está bien, así que Sebastian, Josh y yo fuimos los que la escuchamos.

—Alice, él lo escucha todo —se quejó Lisa .

Alice frunció el ceño, lanzándose en un sillón. Pensé que era mejor darle algo de apoyo ya que, el que Sebastian estuviese aquí claramente la había desconcertado, así que me instalé a su lado en el brazo del sillón. Alice suspiró. —Estoy segura de que escucha cosas peores en la escuela.

Josh le sonrió a su madre. —Lo hago.

Richard se rió con disimulo detrás de su periódico.

Lisa le lanzó a su esposo una mirada de sospecha antes de regresar a Alice. —Eso no es excusa para hablar de ese modo frente a él.

—Yo sólo dije "trasero". Josh resopló.

—¡Alice!

Ella puso los ojos en blanco. —Mamá, no es gran cosa.

—¿Por qué dijiste trasero? —preguntó serenamente Aria desde el otro sofá.

Richard se ahogó con una carcajada mientras volteaba una página del periódico, todavía negándose a levantar la mirada.

—¡Aria! —Lisa se dio la vuelta para mirarla amenazadoramente—. Las señoritas no usan malas palabras.

Aria se encogió de hombros. —Sólo es trasero, mamá.

—Yo estaba llamando a Sebastian un trasero —le explicó Alice a su hermana menor—. Porque él es un trasero.

Lisa parecía a punto de explotar. —¡Todo el mundo dejará de decir trasero!

—Lo sé. —Dejé escapar un exagerado suspiro de exasperación—. A eso se le dice culo, gente. Culo.

Richard y Sebastian estallaron en carcajadas y yo me encogí de hombros a modo de disculpa con Lisa , sonriéndole dulcemente. Ella puso los ojos en blanco y lanzó las manos al aire. —Voy a revisar la cena.

—¿Necesitas ayuda? —pregunté educadamente.

—No, no. Mi culo puede manejarse a sí mismo en la cocina, muchísimas gracias.

Riéndome entre dientes, la observé marcharse y luego miré hacia abajo a Alice con una amplia sonrisa. —Ahora entiendo por qué no maldices mucho.

—¿Entonces por qué Sebastian es un trasero? —persistió Aria.

Alice se levantó, lanzándole al hombre en cuestión una mirada de odio. — Creo que la pregunta es: ¿cuándo no es un trasero? —Y entonces salió hecha una furia detrás de su madre.

La mirada de Sebastian la siguió fuera de la sala, ya no con ojos sonrientes. Se volteó de nuevo hacia mí. —Lo arruiné.

El eufemismo del año. —Supongo que lo hiciste.

Pude sentir los ojos de Richard en nosotros cuando Sebastian suspiró, y cuando le eché un vistazo al padrastro de Alice pude ver que ya no estaba divertido. Su mirada estaba ardiendo en Sebastian con un millón de preguntas, y tuve la impresión de que estaba sumando dos más dos.

Hora de desviar su atención. —Entonces Aria, ¿leíste los libros que te recomendé?

Sus ojos se iluminaron cuando asintió. —Fueron asombrosos. He estado buscando más libros de distopía desde entonces.

—¿Tienes a Aria leyendo novelas de distopía? —preguntó Sebastian con sorpresa, sonriéndome.

—Sí.

—Ella tiene catorce años.

—Bueno, esos están escritos para personas de catorce años. De todas formas, a mí me enseñaron 1984 cuando tenía catorce.

—George Orwell —refunfuñó Richard. Yo sonreí. —¿No es un gran fanático?

—Aria está leyendo Animal Farm para inglés —dijo él, como si eso lo explicara todo.

Aria estaba sonriendo, con un pícaro brillo de diablura en su mirada que me recordaba a Alice. —Lo estoy leyendo en voz alta para que así mamá y papá puedan ayudarme.

En otras palabras, los estaba torturando por diversión. Ella y Alice en realidad estaban llenas de sorpresas. Ángeles con las caras sucias, como dice el refrán.

Unos cuantos minutos después estábamos sentados alrededor de la mesa, con Alice y Lisa discutiendo incomprensiblemente.

—Sólo dije que te ves pálida. —Lisa finalmente suspiró mientras tomaba asiento con el resto de nosotros.

—Lo cual se traduce en "te ves como la mierda".

—Nunca dije eso. Te pregunté, ¿por qué estás pálida?

—Tengo un dolor de cabeza. —Ella se encogió de hombros, con los hombros tensos, con los labios y las cejas apretados.

—¿Otro? —preguntó Sebastian, con los ojos entrecerrados hacia ella.

¿A qué se refería él con "otro"? —¿Has tenido más de uno?

Sebastian se veía furioso ahora, su preocupación por Alice rayando mayormente en un cabreo. —Ha tenido unos cuantos. Le he dicho que vaya a un chequeo.

Ellie lo miró amenazadoramente. —Estuve con los médicos el viernes. El doctor cree que necesito lentes.

—Debiste haber pedido una cita hace semanas atrás.—Bueno, ¡la pedí esta semana!

—No cuidas de ti misma. Estás trabajando en la universidad hasta caer muerta de cansancio.

—Yo sí cuido de mí. De hecho, lo estaba haciendo el viernes en la noche pero alguien arruinó mi descanso.

—Él era un trasero.

Lisa se aclaró la garganta significativamente. Sebastian sostuvo en alto una mano a modo de disculpa.

—Él era unas pompas.

Josh y Aria dejaron escapar una risita. Puede que yo también.

—Ni siquiera lo conoces. Y gracias a ti, yo nunca lo haré.

—Deja de cambiar el tema. Te dije que pidieras una cita con el médico de la oficina hace semanas atrás.

—Tú no eres mi papá.

—Estás siendo una niña.

—Estoy siendo una niña. Escúchate. ¿Él era unas pompas? ¿Qué demonios, Sebastian? Estás empeorando mi dolor de cabeza.

Él frunció el ceño, y bajó la mirada. —Sólo estoy preocupado por ti.

Oh, él estaba preocupado por su bien. Incliné la cabeza a un lado, observándolo. Dios, él estaba viéndola como Colin miraba a Scarlett.

¿Adam estaba enamorado de Alice?

Contuve las ganas de lanzarle mi tenedor y decirle que fuera un hombre. Si se preocupaba por ella, debería simplemente estar con ella. ¿Qué tan difícil era eso?

☼☼☼☼☼☼☼☼☼☼

—Pensaría que tú de todas las personas entendería qué tan difícil era eso.

—La Dra. Pritchard me frunció el ceño.

¿Y yo sabría eso... cómo? —Eh... ¿Qué?

—Tú te preocupabas por Simon Jones.

Sentí el nudo en mi estómago aparecer como siempre lo hacía cuando pensaba en él. —Él era sólo un muchacho.

—Del que no te querías preocupar a causa de Cynthia.

Mierda. Ella tenía razón. Bajé la cabeza con mi dolor. —Entonces Sebastian está haciendo lo correcto, ¿no es así? Chris sólo acabaría lastimado. Como lo hizo Cynthia.

—Tú no mataste a Cynthia, ____.

Contuve el aliento. —No fui la bala, no. Pero fui el gatillo. —Miré a la buena doctora a los ojos—. Sigue siendo mi culpa.

—Un día, te vas a dar cuenta de que no lo fue.

☼☼☼☼☼☼☼☼☼☼

Después de la cena del domingo en casa de Lisa donde Alice y Sebastian actuaron como nuestro entretenimiento, yo estaba medio agotada de verlos para el momento en que llegamos a casa. Una Alice que todavía no se sentía bien, que todavía estaba cabreada, desapareció en su habitación y no salió.

Yo, por otra parte, me senté en mi computadora y comencé a escribir.

Mi teléfono hizo bip y lo recogí para encontrar que tenía un mensaje de parte de Chris.

Olvidé cuán agradable y grande es mi escritorio en el club. Definitivamente necesito follarte en él.

Negué con la cabeza, con los labios curvados hacia arriba mientras le escribía en respuesta.

Afortunadamente para ti, puedo funcionar con lo agradable y grande.

Recibí un mensaje instantáneo de regreso.

Lo sé

Por alguna razón el que Chris me escribiera un mensaje con una carita guiñando el ojo me hizo sonreír como idiota. Para alguien que era tan seriamente intimidante cuando quería serlo, él también era increíblemente juguetón.

Entonces ¿para cuándo quieres programar el sexo conmigo en el escritorio de la oficina? Déjame saberlo así puedo apuntarlo. Mi diario sexual se está llenando bastante rápido aquí.

Cuando él no respondió después de cinco minutos, me mordí el labio, recordando cuán serio había sido él con todo el asunto de "no compartirme".

Le escribí un mensaje de texto de nuevo.

Era una broma, Chris. Relájate.

Creí que no iba a responder, y estaba tratando de no preocuparme de si había dicho la cosa equivocada —toda esta jodida cosa del amigote no era tan libre de estrés como habían hecho creer— cuando mi teléfono hizo bip cinco minutos después.

Es duro de decir contigo a veces. Hablando de duro...

Quedé atrapada entre la risa y un ceño fruncido. ¿Qué quería decir él con eso de "duro de decir conmigo a veces"? Decidiendo que mejor lo dejaba pasar, dado que él estaba bromeando de nuevo, le escribí en respuesta:

¿... piso de madera?

No...

¿... el lomo de un libro?

Piensa en algo más anatómico...

¿... los intestinos?

OK, acabas de quitarle lo sexy a esto.

Me reí a carcajadas, rápidamente escribiéndole en respuesta.

Último mensaje.

Estoy trabajando en mi novela. Te veré a ti y a tu polla dura en tu agradable y gran escritorio de la oficina para sexo más tarde.

Buena suerte con la escritura, nena. X

El beso me aterró.

Mejor pretender que era una carita feliz. Sólo una carita feliz...

Mi teléfono sonó en medio de mi pérdida de control por un pequeño beso. Era Scarlett.

—Hola —respondí sin aliento, todavía pensando en el pequeño beso y su significado.

—¿Estás bien? —preguntó Scarlett cautelosamente—. Suenas... rara.

—Estoy bien. ¿Qué pasa?

—Sólo chequeándote. No hemos hablado en mucho tiempo.

Tomé una respiración honda. —Me estoy follando al hermano de Alice.

¿Cómo están tú y Colin?

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