"Sweet reality"
Parte 3: Jeongyeon' s Pov
No sabía si era un jodido ataque de pánico o de ansiedad, pero las palpitaciones habían aumentado tan de prisa que temía que me diera un ataque cardíaco, me sentía tan molesta que estaba a punto de estallar, y se notaba en el temblor de cada extremidad de mi cuerpo.
—¡No lo haré! —Exclamé ganándome un par de miradas curiosas, pero no me importó, estaba tan molesta entonces —¡No! ¡No me interesan las costumbres de tu familia, ni lo que se espera de mí, ni nada de toda esa mierda! No puedo creer que haya sido tan tonta de creer que querías acercarte a mi... ¡Tu solo esperas que haga tu voluntad! —Palabras, reclamos, gritos, excusas tontas que se podrían esperar de cualquier cachorro y no de una alfa mayor, solo sabía echarme cargas y culpas sin sentido, para manipularme —¡Es que morirás esperando! No dejaré que ese asqueroso tipo ponga sus manos sobre mi, ¿Me escuchaste bien? ¡Quítate esa jodida idea de la cabeza porque no regresaré nunca más! —Gruñí entre dientes y colgué antes de dejarme caer sobre la silla, recargando mi cuerpo contra la pared y desahogándome con un suspiro largo.
Mi madre solía hacer eso muy seguido desde que me mudé a Seúl. Según ella, realmente creía que tenía todo el derecho de ver por mi, y decidir por mi futuro como si fuera mi dueña. Respiré sintiendo escalofríos de solo imaginar que cumpliera con su objetivo.
Según mi madre, debía casarme con ese alfa de buena posición económica y mucho mayor, porque de ese modo honraría al linaje de nuestra familia que consta de alfas puros como primogénitos en cada generación desde no sé cuantos años.
Mierda, eso suena horrible incluso hasta cuando lo pienso. ¿Cuál era su maldito problema que no podía entender cuando le decía que no lo haría? Ella estaba muy equivocada si pretendía que dejara que hiciera conmigo lo que le diera la gana. Creyó que el día que me dijo: "si no te gustan las reglas de esta casa, bien puedes irte por esa puerta" regresaría a los pocos días, pero no fue así. Logré superarme por mi misma, conseguí un empleo, renté una habitación y me mantengo viva yo sola. ¿Cómo rayos se atreve a seguir exigiéndome incluso después de que me dió la espalda?
Mi loba sollozó, y me contraje nuevamente. Estaba tan cansada de que me llamara, de que me insistiera, de que me acechara con ese espantoso destino. ¿Qué le sucede? ¿Acaso está loca? ¿Es que no existe una gota de raciocinio o tan siquiera poquita empatía en ella? Me sentía como una mierda, asimilando que literalmente era hija de nadie, era completamente consciente de que si algo me sucediera mañana nadie reclamaría por mi. Vaya, ahí estaban esos malos pensamientos otra vez.
¡Claro que no Jeongyeon! ¡No es así! Respiré profundamente, tengo que dejar de mortificarme por los deseos de esa mujer, y entender que aunque sea mi madre, no significa que siempre desee mi bien y siquiera vele por mi. Detuve esas tontas lágrimas que quisieron escapar y pensé que era mejor dejar de pensar en las estupideces de esa señora, para que no cayeran de mis ojos. No tenían porqué, ella vivía muy lejos de aquí y no regresaría por mí, porque no nunca le importó nada sobre mi y debería comenzar a hacerme la idea de ser recíproca con ella al respecto.
Estaba a punto de comenzar a jugar ese tonto juego de búsqueda que me entretiene cuando quiero y necesito dejar de pensar, cuando lo percibí. Mi loba se puso de hiperactiva y sintió alivió del sentimiento de hace un instante. Comencé a buscar en la habitación, aún aunque supiera lo que buscaba, lo supe antes de que hicieran su llegada. Contuve el jadeo que casi se me escapa y bajé la mirada hacia mi teléfono. Quería, más no debía verlas de ese modo, estaba mal. Ellas no eran nadie para mí y yo no era nadie para ellas.
Momo unnie reía con esa hermosa sonrisa descarada y Nayeon unnie bufaba con su tierna dulzura. La peliazul la traía arrastrando tomada de la mano, como si estuviera intentando convencerla para que hiciera algo. La castaña hizo una expresión de frustración e iba gruñendo, dejándose llevar por la mayor, quien reía a su par.
Poco después aparecieron nuevamente junto a la mesa de la que siempre disponían, justo en el frente extremo de donde Mina, Chaeng, Tzuyu y yo nos sentábamos a almorzar casi que a diario. Nunca había puesto atención, pero no es como que fuera muy normal que dos omegas mayores que yo desearan coger conmigo de un día al otro, todo había sido muy extraño desde entonces y difícil de creer.
Yo misma aún no lo creía real, quizás ya me había vuelto loca y solo se trataba de uno de esos sueños sucios que no quería soltar de mi cabeza. Si, debió de haber sido eso, quizá debería dejar de lado el insomnio e intentar dormir algunas horas.
Cuando llegaron a su mesa, de inmediato pude percibir la mezcla de aromas. Habían muchos a mi alrededor, pero yo solo sentía el de ellas destacar entre la multitud, dulces y constantes, rebosando y flotando en el ambiente como burbujas de jabón como si su único propósito fuera enloquecer a mi alfa. Tragué.
Sin dejar de ver sobre mis pestañas muy aunque deseara evitarlo, deslicé mis ojos por las firmes piernas de Momo unnie, quien sostenía a Nayeon unnie sentada sobre sus muslos. Sus manos dejaban una constante caricia sobre las rodillas de la castaña y sostenía la ansiedad de sus piernas inquietas, mientras esta le daba de beber de su batido.
—¿Quién es tu reina, omega? —preguntó antes de regresar a chupar de su pajita sin apartar los ojos de ella. Nayeon volteó los ojos divertida.
—¿Sabes por qué lo hago? Porque das pena toda sudorosa y ojerosa, Momo-yah... —Bufó, quejumbrosa aunque sin dejar de darle de beber a Momo.
—¿Quién es tu reina? —Insistió entre dientes, fingiendo estar molesta y Nayeon se tomó el labio inferior entre esos lindos dientes.
—Tu... —Respondió sin un solo ápice de pena o arrepentimiento. Momo sonrió con aquella sonrisa burlona que iluminaba todo su hermoso rostro.
—Jodida bendición, brindemos por eso. —Festejó haciendo reír a Nayeon unnie quien dejó la bebida a un lado y rodeó las mejillas de la japonesa y se acercó a los rellenitos labios con los suyos.
Nada amable, Momo unnie los rodeó con su lengua, para luego absorberlos con habilidad. Se sentía la familiaridad en cada cosa que le hacía a Nayeon unnie pues, esta parecía incapaz de apartarse del encanto en el que la sumergía su boca, sus caricias, su cuerpo. Había sentido esos gruesos y atractivos labios, sabía que eran capaces de dejar sin aliento a cualquiera.
Nayeon unnie atendió al llamado de sus labios y pronto dejó su oído cerca, permitiéndose oír sus secretos. Tragué cuando la castaña me buscó con esos hermosos ojos oscuros por primera vez y sonrió de lado. Momo unnie susurraba cosas sobre su oído y jadeé cuando Nayeon unnie cambió de posición, ahora rodeando las piernas de Momo unnie. La japonesa se apoyó sobre la pared y deslizó sus manos entre sus cabellos largos y oscuros, antes de volver a atacar esos hermosos labios con toda esa autoridad que me volaba la cabeza. Nayeon suspiró y se dejó besar por la peliazul, un poco más profundo que antes. Su aroma parecía haber incrementado en el comedor.
Que se besaran no era nada anormal debido a que era de público conocimiento que eran novias, supongo que por ese motivo nadie parecía ponerles atención. Tragué, deseosa como una cachorra puberta cuando Momo unnie absorbió y haló los labios de Nayeon, antes de hallar mi mirada. Sus grandes y dilatados ojos rasgados me veían orgullosos y presumidos, cuando me guiñó el ojo.
Esa descarada, presumida y coqueta omega... me mordisqueé el labio inferior en su dirección, deseaba volver a ser el relleno de ese par, estaba más que segura.
Me estaban provocando, pude entender sus intenciones. Momo unnie me tiró un beso y Nayeon la empujó, divertidas, mientras ella lanzaba una carcajada ruidosa. Ella lo disfrutaba. Disfrutaba de que la desee, ambas lo hacían.
Ladeé la mirada, si no hubieran mirado quizás me hubiera creído que fue un sueño. No supe porqué estaba tan afectada, pero lo que parecía ser un ataque de pánico hace cinco segundos atrás, pasó a ser una insoportable erección a causa de ese par y sus constantes miradas provocativas.
Lo que parecía ser una jodida fantasía que siquiera había imaginado antes de que sucediera, con el pasar del tiempo comenzaba a ser algo mucho más real.
Después de que Momo unnie hubiera llegado intempestivamente la noche de San Valentín, las cosas no fueron ni se sintieron igual, nuestros encuentros eran más recurrentes y nuestra intimidad se volvía en mucho más que una necesidad de alimentar el apetito sexual que nos provocabamos. Podíamos pasar horas jugando juegos como adivina el color después de hacerlo por horas y, ambas comenzaban a convertirse en mucho más que una relación ocasional para mi y para mi loba.
Al inicio, cuando la primera vez, creí que la química solo existía con Nayeon unnie a causa de su evidente entusiasmo y su espontánea comodidad, tanto que ella me había interceptado varias veces incluso en la universidad y yo me había dejado llevar por su encanto con tanta facilidad que me abrumaba.
Pero, conforme iban pasando el tiempo, la complicidad con Momo unnie crecía con cada encuentro a pasos agigantados y el modo en el que ella tocaba mi cuerpo era algo que jamás había sucedido, ni con mi anterior novia, ni con ninguna otra omega antes.
Se habían adueñado de todo de mí y estaba completamente satisfecha de permitírselo a ambas.
Todo había sido muy diferente con ambas incluso en tiempo. Mentiría si dijera que podía elegir, ambas me gustaban de modos tan diferentes, mi loba respondía a ambas con tanta familiaridad, y sus aromas no hacían más que llenar mi casa de dulzura y calidez. Pero en un momento comencé a caer en la culpa que me provocaba enrollarme con las dos al mismo tiempo, la tan conocida presión social me pisaba los talones y me traía pensando que debía poder elegir a una sola, que debía poder ser una buena alfa, ser justa con las dos, elegir o dejarlas ir al final.
Pero eran tan diferentes, muy a su manera se apoderaban de mí, no podía especificar que es lo que me gustaba más de cada una o, tan siquiera, que una me gustara más que la otra, ellas tomaban trozos de mi y lo hacían tan propio de sí mismas que me hacían sentir tan solicitada, tan importante, tan viva con ello.
Primero vi a Nayeon unnie, la estudiante de último año de medicina. Mi loba ronroneaba de solo recordar su aroma, tan dulce, cremoso y apetecible, parecía ser el complemento de cualquier aroma, era perfecto. No podía dejar de respirar de su aroma la vez que incrementaba de entusiasmo mientras me comentaba sobre su tesis final sobre la audición y su reacción al funcionamiento motriz, o algo así había dicho. Ella no sólo era una omega preciosa, sino una jodida genio que no se habían negado en ser mi mentora en un futuro.
Unnie era tan suave, tan dulce, tan sensible que provocaba mis instintos más protectores y complacientes, deseaba recorrer todo su cuerpo hasta que no le quedara otra opción que hacerme un espacio en su corazón. Siempre era el mismo trato, el mismo ritual, le gustaba que la bese mucho y que la abracé después de dejarla sin aliento. ¿Quién rayos podría quejarse de algo como eso? Yo no podía.
"—Tu aroma me vuelve loca...
—U-unnie...
—Bésame un poco más, alfa y llámame Nayeon por favor, solo Nayeon..."
Pero cuando de Momo unnie se trataba, mi loba no ronroneaba, gruñía de satisfacción. Su cuerpo en forma, sus movimientos decididos, esa vanidad y esa personalidad vibrante, ¡Ahg! Su delicioso aroma provocaba que se me haga agua la boca. Siempre parecía estar decidida y preparada para lo que sea, suponía que esa determinación la hacía una audaz estudiante de psicología, al parecer su intención era especializarse en adolescentes. Cualquiera diría que ser una instructora de baile sería suficiente para ella, pero su redimiento académico era admirable y no podía dejar de hacerlo, siquiera sabía cómo tenía tiempo para todo.
Y luego estaba lo que me provocaban sus jadeos junto al oído y rayos, no podía dejar de recorrer esos muslos trabajados y esos pechos redondos para oír muchos más. Momo era muy hábil, nunca sabía cuándo y cómo podría acabar, pero era una mente brillante y una jodida diosa sucesora de Afrodita. Ella no esperaba mis besos, ella se apoderaba de mi boca, ella no esperaba mis caricias, ella me acariciaba después de montarme. Ella no necesitaba de mí, yo necesitaba de ella.
"—Me encanta que seas una cachorra obediente... ¿Ya vas a correrte para mi?
—Ah unnie...
—Dime quien es tu omega.
—¿Qué...?
—Dilo alfa, o no te dejaré llegar...
—Momo...
—Así es, repítelo hasta que te lo creas, cariño..."
Cuando Nayeon unnie aparecía con su cabello largo y castaño, su delicadeza y paciencia creía que sería suficiente, que podría prescindir de su novia, que había hallado una solución. Toda mi determinación se derrumbaba como un castillo de arena cuando Momo unnie aparecía con todo su fuego y me consumía. Nayeon no era suficiente, mi loba quería a Momo también, las quería a ambas, y yo también...
—Oye, ¿Estás bien?
—¿Uh? —La busqué con la mirada. —Ah, Mina-yah, si estoy bien... —Musité dando un asentimiento con la cabeza e intenté sonreír.
—¿Bien? Eso díselo a tu cara, en mi mente solo puedo pensar "ella miente" —Bromeó y me reí ante sus palabras.
—¿Cómo les fue en el viaje?
—Bien. Normal. —Respondió sin mirarme. Un silencio bastante incómodo se hizo en medio de nuestra conversación hasta que la busqué nuevamente.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —Susurré avergonzada.
Sabía que quizás no fuera un buen tema de conversación, pero era mi mejor amiga y pensaba que si no lo soltaba de una vez, acabaría por estallar.
—Claro, con confianza... —Señaló desparramándose a mi lado mientras bebía un batido de fresa. Cuando no...
—¿Tu... —Tragué —... alguna vez te has interesado por dos omegas al mismo tiempo?
—Oh. —Musitó con asombro. Nos vimos por un instante que simuló ser interminable, y supe que los motivos eran muy diferentes a los anteriores —Bu-bueno... —Tartamudeó —Una vez... —Respiró con fuerza —Una vez me gustaron dos chicas. Ya sabes, supongo que es algo que puede suceder... —Musitó, ladeando la mirada —Pero tuve que elegir a una y me quedé con Chaeng...
—¿Chaeyoung-ah? —Gemí, sorprendida, eso había sido a principio de año.
—Si... —Asintió con lo que parecía ser una sonrisa, pero que se vió como lo que era, un lamento.
No conocía esa historia. Mina y yo teníamos la misma edad pero por su cumpleaños había tenido la oportunidad de entrar antes a la universidad. Cuando decidí llegar a Seúl, no dudé en buscarla, era una buena amiga y me había ayudado mucho cuando llegué sin absolutamente nada más que unas cuantas mudas de ropa. Luego conseguí mi empleo y salí adelante muy rápido. Fue raro que ella y Chaeyoung comenzaran a salir tan pronto, pero me consta que todo fue muy natural entre ambas.
Vaya, debí haber sido la única alfa que no deseaba a dos omegas a la vez, en mi mente con una ocasionalmente me bastaba. Mina asintió, apenada y decidí que era mejor ponerle mi atención.
—¿Y quién era ella?
—No la conoces. Se llama Dahyun, cursamos juntas el año pasado —Meció la cabeza con aquella rara expresión de suficiencia.
—¿No la extrañas? —Pregunté. Mi interior se contrajo cuando ella asintió.
—A veces... —Susurró aún cabizbaja. —Pero no por lo que crees. No cambiaría a Chaeng. Ella era mi mejor amiga, y Chaeng... ella no sabía que ella y yo... —Balbuceó, apenada —Cuando comenzamos a salir, yo... —Tragó —Tenía que elegir y Dahyun no estaba dispuesta a una relación diferente, lo que se me hizo aún más complejo.
—Oh...
—Chaeng me pidió que comenzáramos algo más serio y Dahyun supuso que yo la había elegido a ella y... y solo se fue... —Alzó los hombros cuando sonrió con tremulidad, una vez más. —No me malinterpretes, con Chaeyoung soy muy feliz, no tengo porque quejarme. Pero me hubiera gustado poder hablar con Dahyun, aclarar las cosas y que no huyera de mí como si lo que tuvimos hubiera sido una mierda para ella...
—Entiendo... —Silencio —Entonces, no te has podido decidir...
—Hoy, si tengo que elegir, estoy segura de que me quedo con Chaeng porque ella es mi omega ahora y me hace muy feliz Jeongyeon-ah. —Habló tan segura que me dió escalofríos —Pero cuando Hyunnie estaba aquí aún... no había podido elegir a una entonces. —Musitó apenada.
En definitiva, estoy jodida.
—¿Es posible eso? —Mascullé con verdadero terror y Mina se carcajeó de mi expresión.
—El lobo no entiende de imposiciones sociales, con sus reglas y sus parejas estándar, Jeongyeon-ah... —Meció la cabeza, con esa sonrisa de burla —Yo quería ver a Dahyun y a Chaeyoung por igual, no había una más importante que la otra, quería a cada quien por lo que era y ninguna era igual a la otra para mi...
—Hablas de ello con tanta normalidad... —Tragué, aún agobiada.
—Nayeon unnie y Momo unnie... —Comentó con normalidad y la miré asombrada. Mi loba aulló al oír el nombre de ese par de omegas.
—Oh vaya... —Me ruboricé cuando corrí la mirada. Al parecer era más evidente de lo que quería creer.
—Hueles a ellas y te acechan constantemente... —Explicó y agradecí el motivo de su deducción —¿Qué es lo que sientes?
—No, no lo sé... —Admití.
—¿Quieres con una sola?
—A veces pienso que sí...
—¿A veces?
—A veces pienso que Nayeon unnie es mi predestinada —Mi loba gruñó, volteé los ojos en su contra —Pero luego mi loba me gruñe porque me recuerda que Momo unnie esta entre ambas y que disfruto de tenerla junto a mi... es una omega tan perfecta... ambas lo son para mi. No puedo elegir... —Me tomé la cabeza con las manos y descansé entre ellas, como si aquello trajera solución alguna.
—No elijas y ya. —Comentó tranquilamente.
—¿Cómo? —La miré, confundida.
—¿Quién te obliga? ¿A causa de que las dejarías? —Insistió.
—Mina, no es bueno que...
—¿Y quien dice que no? Márcalas, hazlas tus omegas cuando tengas la oportunidad, que más da... si ellas quieren contigo y tú con ellas, que nadie te haga cambiar de parecer...
—Eso es una locura. —Susurré.
—Pero es lo que tu loba quiere... —Rebatió. Asentí.
—Lo es... —Admití.
—Hazle caso, y si critican, que se jodan. Tú has sido muy capaz de salir adelante por ti misma y nadie te ha ayudado. Ni tu jodida madre, ni la sociedad, nadie te da comer al final del día Jeongyeon-ah. Haz lo que quieras.
—¿No has pensado en hablar con ella...?
—Eso ya pasó. Soy muy feliz con Chaeyoung y estoy segura de lo que siento. —Canceló —Pero si estar con ambas es lo que sientes, lo que tu loba desea, déjate llevar por eso, no le haces daño a nadie. Siempre y cuando ellas quieran contigo y tú con ellas. —Advirtió.
—¿Lo crees? —Alcé la mirada hacia ella. Mina rió por lo bajo con su linda gummiesmile.
—Sip. —Asintió con tranquilidad.
Había pasado todo el día pensando al respecto, con las posibilidades y sus contras, pero al final siempre me quedaba con la respuesta de Mina.
—Déjate llevar por lo que sientes... —Me repetí abriendo la puerta del monoambiente, y mi loba chilló cuando esa mezcla de aromas invadía el mío. Rayos, era tan dulce, tan rico, no quería a uno, quería ambos para mi, lo quería todo.
—¡Alfa! —Festejó Nayeon y se apresuró tomarme junto a la puerta y saltar a mi cadera. La abracé y me dejé besar por sus tiernos labios sabor a crema. Oímos un chasquido y sonreí dándole un toquecito a los muslos de la castaña, la cual bufó y se apartó.
—Ven aquí omega —Musité llamándola y Momo sonrió de inmediato saltando en mi cadera y rodeándome con esas piernas. Su jugoso aroma me inundó y busqué sus suaves y gruesos labios rosados.
No podía elegir. Las quería a ambas, y quizás estaba mal, pero si ese par de hermosas omegas me pidieran que me lanzara al jodido rió Han, lo haría sin pensarlo dos veces con tal de conservarlas en mi vida, o más bien, que ellas no me botaran de la suya.
—Bueno, ya fue suficiente para un saludo de bienvenida. —Se quejó la castaña y Momo gruñó bajándose de su agarre. Nayeon se apresuró a tomar mi brazo libre y caminamos las tres tomadas de la mano hacia el mini área donde estaba la cocina.
—¿Estaban cocinando? —Me asombré, aunque intenté no cambiar de expresión cuando sentí el aroma. Algo se había echado a perder...
—¡Nayeon arruinó toda la comida! —La acusó la peliazul, y miré en dirección de la nombrada.
—¡Tu la arruinaste! —La señaló con exagerada indignación, miré hacia Momo y pude reconocer el humor en su mirada traviesa.
—¡Te dije que atendieras el fuego en lo que iba al baño, omega! —Le regañó Momo.
—¡Argh! Me caes tan mal, ¡Yo te dije a tí que atendieras el fuego mientras iba al baño! —Se acusaron entre sí.
Hubo un ida y vuelta de palabras, muy para la diversión de Momo, y sonreí igual de divertida por la fácil irritación de Nayeon.
—Bueno no se peleen por favor, ¿puedo ver que sucedió? —Musité, intentando ser neutral.
Ambas se gruñeron entre sí y entorné los ojos al dirigirme hacia lo que cocinaban. Algunas verduras cortadas en tiras pretendían estar rehogadas, pero se quemaron un poco... mucho. Rayos, habían quemado el arroz ¿Quién rayos puede quemar el arroz?
—¡Oye no te rías alfa! —Me regañó Nayeon cruzando los brazos.
—Eres mala Jeongyeon-ah... —Musitó Momo, aunque con esa picardía que me encantaba percibir en ella. Carcajeé.
—Es que, ¿cómo han podido quemar el arroz, unnie? —Me dirigí a Momo que fue la última en hablar.
Gruñeron en mi dirección y me tomé el estómago para reír. Dejé de lado la comida y me quité el suéter.
—Olvídenlo, eso no tiene salvación, toca pedir la cena.
—¡Pero alfa...! —Renegó la omega menor con indignación.
—Eso está incomible Nayeon, admítelo… —Se burló Momo. Reímos.
—¡Callate! —Gruñó la castaña en su contra.
—¡Oye no me mandes a callar! —Le reprendió la nipona.
Hubo una nueva discusión en la que descubrí la verdadera historia, al parecer Nayeon había comenzado a cocinar y le pidió a Momo unnie que cuidara de la comida en lo que iba al baño y esta se quedó viendo videos en su teléfono y no atendió a su pedido. Sí, eso se oía exactamente a algo que haría Momo unnie.
—Bueno deténganse por favor... —Hablé con calma.
—¡Es que por su culpa! —Se impacientó la omega menor.
—Nayeon, está mal que le mientas a Jeongyeonnie… —Le advirtió la nipona con aquella expresión de burla que sólo lograba irritar más a Nayeon.
—¡Momo! —Se quejó Nayeon, provocando la risa de la mayor.
—¿Y si mejor me comen a mi? —Mi voz se oyó ronca y rápidamente obtuve la mirada de ambas sobre mi.
Hambrientas, dominantes, rigurosas.
Tragué cuando Momo sonrió de lado buscando a Nayeon, quien correspondió mordisqueándose el labio inferior, mientras se comunicaban con sus miradas de ese modo que me daba escalofríos.
—¿Eso quieres, alfa? —Preguntó Nayeon, divertida.
—Si lo dijo, es porque lo quiere, omega… —Volteó los ojos, la mayor.
—No sigan discutiendo. —Intervine antes de que Nayeon unnie le responda a Momo unnie.
—¿Ya estás dura? —Preguntó Momo poniendo su atención sobre mi. Tragué.
—¿Te has excitado con algo, fuera? —La siguió Nayeon con la misma osadía.
—Rayos, no… —Jadeé cuando tuve a ambas recorriéndome el cuerpo con sus manos.
¡Diablos! Dos pares de manos en todas partes. Tragué cuando Nayeon se arrodilló entre mis piernas y jadeé cuando Momo tomó mi mentón de ese modo que siempre me descoloca las ideas.
—¿Qué es lo que quieres?
—A ti… —Respondí casi que por inercia.
—¡Y a mí! —Añadió Nayeon, deshaciéndose de mi prenda inferior, para descubrir el "monstruo" entre mis piernas.
Me sonreí cuando la luminosa y absorbente mirada de Nayeon me buscó mientras se engullía mi pene en su deliciosa boca.
—¡Y a ti! —Gruñí.
—Eres una jodida codiciosa, alfa… —Habló Momo con una sonrisa de lado, antes de apresurarse a quitarme la amplia camisa, una de las tantas que solía utilizar a diario.
—Diablos, Nayeon… —Gruñí entre dientes y Momo presionó el agarre en mi mentón para que no dejara de verla.
—Mi nombre es Momo —Bromeó logrando que sonriera y absorbió mis labios que adornaban su deliciosa boca esponjosa.
Esa boca roja siempre me daba los besos más asfixiantes, que delicia. El chasquido de sus labios y su lengua contra mi boca parecía a punto de aturdirme, mientras mi hermosa Nayeon parecía armonizar con ella y la labor de sus sedosos labios que se sorbían mi glande con tanta habilidad. Con cada encuentro se volvía una jodida profesionista en ello. No sabía si porque adoraba a mi pene o me adoraba a mi, pero siempre esperaba lo segundo.
Mis piernas temblaron cuando Nayeon succionaba mi glande y Momo mi lengua y no sabía que me deshacía más. Nunca había un 'más que', siempre eran un jodido complemento perfecto.
Los labios de Momo se pegaron a mi cuello y clavícula, estaba segura que dejando de esas marcas que luego cambiaban de color con los días, cuando Nayeon regresó a meterse mi falo completo dentro de la boca y chupaba con satisfacción.
Gemí para hacerles saber que su trabajo era excepcional. Rayos no sabía si existía una hazaña mayor, siquiera me importaba, porque ese par era insuperable muy a mi parecer. Momo se deshizo de mi sujetador y sonrió con esa condenada sonrisa traviesa, antes de sumergir mi pezón derecho dentro de su boca caliente. Empuñé su cabello antes de lanzar un nuevo gemido involuntario.
Ambas habían tomado tan al pie de la letra eso de comerme, que no sabía si agradecerles o agradecerme la idea a mí misma.
—¡Unnie! —Exclamé y ambas me miraron con esos preciosos ojos lujuriosos. Inhalé casi que perdiendo el aliento.
—Me toca… —Ronroneó Momo, derramando un par de besos contra mi pecho. Nayeon se puso en pie y la nipona me empujó para que cayera sobre la cama. —Alza las piernas para mi, alfa linda —Señaló la nipona. Glup. Tragué ante esa expresión, conocía esa jodida expresión. —Sé que lo quieres… —Susurró como un secreto —Pero sh, será nuestro secretito… —Chistó divertida mientras uno de sus dedos me recorría el pecho, surcaba mi estómago, se hundía en mi ombligo y se arrastraba entre mis piernas. Su mano libre rodeó mi erección, quise seguir viendo pero Nayeon chasqueó sus dedos frente a mi, divertida.
—Aquí ambas comeremos de tí, cariño —Jadeó Nayeon con esa deliciosa lengua atrapada en su sonrisa traviesa, antes de tomarme la boca con sus besos lentos, profundos y apasionados. Gemí entre sus labios —Si… —Se burló Nayeon con un mohín de mi placer, cuando sentí los labios de Momo rodeando mi pene y tragando hasta que se ahogó con mi longitud.
—Oh diablos… —Cerré los ojos —De-déjame verla…
—Ella se molestará… —Jadeó Nayeon, mientras perseguía mi pecho con sus besos. La busqué con mis ojos suplicantes y bufó. —Cielos, está bien. —Aceptó.
Rodeé la cintura de Nayeon cuando se apartó y pude ver las acciones de esa preciosa omega japonesa.
Los sonidos lascivos rompiendo en la habitación, cuando sus ojos me hallaron y gruñó con todo mi pene en su boca.
—Diablos, eres una jodida perfeccionista… —Gemí cuando descubrí que no deseaba correr la mirada de la mía. Mi loba aulló de emoción y me negué a acabar con la conexión, mientras ella deslizaba lentamente mi pene en el interior de su dulce boca, para que viera cada detalle. —No dejes de verme omega, por favor…
—Sujétala. —Señaló la nipona cuando Momo se encontró con nuestra atención. Nayeon se puso sobre mi y me tomó los brazos sobre mi cabeza. La adrenalina recorrió todo mi cuerpo en cuestión de segundos. —Mírame… —Jadeó Momo cuando fundió esos deliciosos dedos en mi interior y gemí audible, sin poder contenerme. —No dejes de mirarme… —Exigió mientras mantenía ellos en los míos y los míos en ella. Momo sonrió cuando forcé el agarre de Nayeon.
—Te necesito… —Mascullé en un jadeo.
—Repitelo, para que Nayeon pueda oírte. —Respiré agitada y ruborizada, incapaz de repetirlo. Cerré los ojos —¡No seas cobarde Yoo!
—¡Te necesito! —Exclamé ante la falta de autocontrol. —Te necesito, las necesito a las dos, las necesito … —Repetí, dejándome llevar por el ritmo de sus dedos.
—Eres tan cálida y tan caliente a la vez, alfa… —Murmuró Nayeon junto a mi mejilla.
Gemí y grité cuando los dedos de Momo me llevaron al límite, mientras se devoraba mi pene y todo fue mándalas en movimiento dentro de mis párpados, mientras intentaba recomponer mi respiración acelerada, el pulso, los sentidos.
—Diablos, eso fue…
—¿Ya terminaste? —Preguntó la dulce voz de Nayeon y yo mecí con la cabeza intentando recuperarme aún.
—Debo aceptar que cada vez me gustas más, cariño… —Ronroneó Momo, probando de sus dedos húmedos y me pregunté a mi misma, ¿quién debía devorar a quien realmente?
—Ahora es mi turno de comer. —Musité jadeante y ambas me vieron con una sonrisa divertida en los labios.
—¿Ah sí? ¿Tú y cuantos más?
—Apenas puedes respirar cachorra…
Sus risas insolentes, sus miradas profundas, ellas creían que eran las únicas que tenían poder en esa relación, pero yo había ganado una batalla y lo descubrí cuando esa hermosa omega japonesa no huyó de mi mirada por primera vez.
Había un solo jodido modo de saber si la relación era tan estrecha como yo la imaginaba. Mi loba aulló de la emoción cuando me puse de pie de un tirón y ambas me miraron con aquella sonrisa burlona, hasta que notaron que algo en mi cambió repentinamente.
—Pónganse de pie —Exigí y mi voz de mando se oyó tan clara que se me hizo tierno y hasta gracioso como sus lindas piernas obedecieron a mi.
—Eres una jodida perra… —Replicó la omega mayor.
—Aquí hay varias perras hoy, omega y no soy solo yo… —Musité ante Momo y está gruñó. Le gruñí con más fuerza y ella hizo un puchero, resistiéndose. —¿Acaso no confías en mí? —Consulté, acercándome a su oído, intentando seducir su corazón porque sabía que su loba era mía. Nayeon se rió entre dientes.
—Convénceme… —Habló entre dientes y sabía que no estaba molesta. Le encantaba ir contra la corriente del mundo, pero yo sería su marea.
—Aún tengo que trabajar duro, entiendo. —Me victimizo y ella sonrió de lado. —No me daré por vencida, ¿lo sabes?
—¿Qué es lo que quieres, alfa?
—A ti, a las dos, las quiero solo para mí…
Nayeon se dejó llevar por su sabio instinto y se dejó caer en la cama. Alzó los brazos sobre su cabeza y espigó su cuerpo, ofreciéndose a mi.
—Has lo que quieras conmigo, alfa… —Canturreó con aquel suave tono de omega. Sonreí.
—Eres una traidora Im… —Masculló la nipona y señalé a la cama con la mirada.
—Acuéstate. —Señalé está vez con mi mano y Momo sostuvo mi mirada un instante, antes de obedecer y dejarse caer en la cama junto a Nayeon. —Los brazos sobre la cabeza. —Indiqué una vez que me quedé viendo su posición. Mi voz no era fuerte, pero era firme y era una clara exigencia. Mi loba se cernía con regocijo, no había usado mi voz de mando en mucho, mucho tiempo.
Saber que tenía que desvestirlas y complacerlas aún me ponía tan dura que hasta dolía. Tragué admirándolas. Nayeon, quien estaba más cercana a mí, llevaba puesto un cómodo vestido suelto que se veía muy sencillo y accesible, no tenía sujetador. Estaba segura. Dirigí mi mirada a Momo. Ella tenía puesto unos pequeños shorts y una blusa amplia que se veía muy cómoda, tampoco traía sujetador. Me gusta que se sientan cómodas aquí, me gusta que hagan de esta pequeña caja de zapatos, su hogar, me gusta que estén aquí.
—No sé por dónde empezar, todo parece ser un buen plan. —Admití
—¿Quieres que te ilumine las ideas, cachorra? —Se burló Momo.
—Tengo muchas ideas Jeongyeon-ah... —Sonrió Nayeon.
—Joder, lo que quiero es que no vuelvan a usar sujetador —Ronronee y Momo rió ante mis palabras.
Lance un largo suspiro y me acerqué a ellas para desvestirlas pieza por pieza y luego besarlas por todas partes. Oír las reacciones de su cuerpo siendo una respuesta en sus bocas, persiguiendo un camino hasta sus labios, llenándome de su preciosa presencia y ocupando toda su atención solo con la mía.
No cabía una comparación, no necesitaba calificar cual era mejor, porque cada una era la mejor muy a su modo, muy en su postura, muy con su propia presencia llenaban a mi loba de regocijo.
Mi jodida ambición era ese deseo de tenerlas a ambas a la vez, y no me quedé con ese deseo. Tener a mi preciosa Nayeon sobre mi cuerpo mientras hundía mis pacientes dedos dentro de mi japonesa favorita, prevenir la llegada de su liberación, verlas deshacerse contra mi cuerpo y manos, por los besos de esta boca que no podía dejar de recorrerlas, con mis caricias hambrientas, ese momento había sido la culminación y confirmación de que no podría dejarlas ir. No quería hacerlo.
Recostada en el pecho de Momo, con las manos de Nayeon dándome caricias suaves y lindas sobre el pelo, intentaba permanecer quieta y en silencio para poder oírlas. Si había algo que disfrutaba era oírlas hablar y sentirlas cerca de mi.
—¿Cómo es capaz de dejarme adolorida y ser tan tierna como una bebé, a la vez? —preguntó la voz de Nayeon, dejando un beso sobre mis labios. Quise sonreír, siempre era muy dulce, pero me contuve.
—Ahg, estás pesada cachorra... —Musitó la voz perezosa de Momo. —Aún no entiendo como rayos logra dormirse tan pronto.
—Se veía cansada al llegar, insiste en que debe mejorar su rendimiento laboral para alcanzar una hora full...
—Lo que debe, es poder dormir ocho horas seguidas. —Se quejó la voz de la nipona.
—Debería...
—Será una buena profesional, ella es muy persistente...
—Tiene que poder darnos nuestros gustos —Rieron a la par en su chiste. Sonreí.
—La querré aunque nos tenga viviendo debajo de un puente, no literalmente hablando... —agregó Momo unnie al final, metiendo sus dedos entre los míos. Me contuve una vez más para mantenerme muy quieta.
—Menos mal que no se la ibas a chupar, cariño... —Bromeó la voz de Nayeon.
—Ahora la despertaría de ese modo... —Musitó acariciando la mejilla contra mi cabello.
—No, ya déjala descansar, se ve muy agotada. —Le regañó Nayeon. Momo hizo una risita nasal.
—Deberíamos dejar de venir tan seguido, quizás así pueda descan...
—¡No! —Repliqué, bah, no fui yo, sino mi loba la que se negó. Y no podía juzgarla. De acuerdo, si fuimos las dos.
—Vaya, vaya pequeña traviesa... —Se burló Momo cuando me tomó la mejilla derecha contra su pecho, sin apartarme.
Nayeon me tomó la mejilla izquierda y ambas me veían con sus hermosos ojos brillantes, nunca sabía a cual quedarme viendo primero. El rubor me dominó, me daba pena que me vieran con tanta atención, me intimidaban.
—¿No que estabas muy cansada? —Se burló Momo. Me recosté nuevamente contra su pecho y Nayeon regresó a sus caricias.
—Me estaba quedando dormida, pero comenzaron a hablar y me gusta oírlas hablar, me hace sentir menos sola aquí... —Me justifique de inmediato.
—Ow... —Canturreó Momo, apretando mi mejilla, sonreí.
—Eso es muy dulce, cariño. Pero nos referíamos a dejar de interrumpir tus horas de sueño, para que no afecten en tu rendimiento diario... —Nayeon habló con verdadera preocupación. Mecí la cabeza con demasiado énfasis, en su respuesta. No deseaba que me dejaran, nunca.
—No quiero que dejen de venir. No-no quiero, unnie, por favor... —Supliqué uniendo las manos en un ruego. Momo se hizo hacia abajo para tener el rostro a la altura del mío y me miró a los ojos con toda seguridad.
—Escúchame cachorra, no te dejaremos, ¿Está bien? —Musitó Momo unnie, con suavidad.
—Nadie va a abandonar a nadie aquí, alfa, tranquila... —Nayeon achicó sus ojos con esa tierna expresión de comprensión, mientras acariciaba mi espalda.
—No me dejen sola... —Murmuré bajando la mirada, apenada por lo que había dicho. Estaba mal, sabía que estaba mal, que no debí haberme encariñado con ellas, pero había sido tan sencillo.
Momo me abrazó contra su pecho otra vez y pude sentir el pecho de Nayeon contra mi espalda, apoyando su mejilla sobre mi hombro uniéndose al abrazo. Ya teníamos las piernas entrelazadas antes.
En ese instante en donde no sabíamos dónde empezaba una, donde seguía la otra, ni donde acabábamos las tres, sentí la sensación más pacífica que había sentido jamás. Me sentía no solo cobijada, sino aceptada y querida con genuinas intenciones, por primera vez en mucho tiempo me sentí indispensable.
—Quiero que sean mis omegas, las dos. —Momo quiso intervenir, le detuve apoyando unos dedos sobre sus labios —Necesito poder ser su alfa, poder despertar sin temor a perderlas como aquella vez... —Respiré con torpeza —Intenté creer que podría sin una de las dos, intenté querer a una más que a la otra unnie, y no lo logré. No sé si está bien, si está mal, pero no puedo desistir de ninguna, mi loba no quiere dejarlas ir y yo tampoco quiero...
Admitir mis sentimientos y los pensamientos en mi cabeza, en voz alta para las omegas con las que compartía la cama regularmente, había sido uno de los momentos más difíciles en la historia de mi vida, pero agradecí que la voz no se me haya cortado o que no me haya invadido ese tartamudeo nervioso que me dificulta el habla y a veces, hasta le quita credibilidad a lo que digo, porque lo que había dicho eran las palabras más importantes y más sinceras que haya pretendido decir jamás, porque deseaba que dejaran de ser solo eso, quería que fueran mucho más que una relación ocasional que se había extendido demasiado, deseaba que fueran mi vida entera.
—Eres muy madura. —Susurró Nayeon, atónita con mis palabras. La busqué con mis ojos, ella sonrió para mí y deseé besarla mucho, tanto que ella no pudiera quitarse la sensación de mis besos de sus labios jamás.
—Lo es... —admitió Momo con una linda sonrisa de aprobación. Direccioné mi mirada hacia la suya, sus ojos me hallaron y deseé cobijarme en ellos y volverlos mi hogar.
Entonces me permití respirar con calma.
Estaba enamorada, de las dos, pero aunque no estuviera tan segura de admitirlo aún, era tan evidente que siquiera era necesario que lo aclare. Sus aromas incrementaron, el mío también, no sabía que fuera posible, no aún más...
—Si-si ustedes no-no quieren u-unnie, yo-yo entiendo que... —Ambas me abrazaron, sus cuerpos cálidos me cubrieron y sus narices se ocultaron en mi cuello, respirando de mi aroma.
Me recosté para rodearlas con mis brazos, desearía que fueran más largos o de tener más para poder cubrirlas a las dos, eran mucho más que un momento de calentura, significaban mucho más que sexo para mi, ellas hacían de mi vida menos amarga.
Su presencia me animaba a querer salir adelante con mi vida, a superarme y ser mejor todos los días. Pero realmente lo supe, cuando entendí que no podía divisar mi futuro sin ese par de omegas que la mayor parte del tiempo se llevaban como perro y gato, y que quemaban el arroz en su proceso. Adoraba todo de ellas, sus risas, sus discusiones, su conexión de la que me hicieron parte amablemente, estaba completamente enamorada de ese 'todo' que hacíamos las tres, juntas.
—¿Tu crees que esto funcione? —preguntó Nayeon un largo rato después y supuse que, una vez más, me creían dormida.
—Ha estado funcionando los últimos meses, omega... —señaló Momo con serenidad.
Siguieron hablando y hablando por horas y, quizás, no pude oírlas completamente como hubiera querido, porque en verdad estaba cansada, pero sus cálidas voces me arrullaron hasta que ya no pude oír más.
El tiempo siguió transcurriendo ellas cumplieron con su palabra, nunca se fueron, y poco a poco, lo que parecía una agridulce fantasía, se fue convirtiendo en la más dulce realidad que pudiera haber imaginado antes.
¡Hola Tu!
Al final pude terminar este trío de OS, no sé si te haya gustado, pero a mi me entusiasmó muchísimo esta historia, disfruté de cada párrafo porque comenzó como un OS sin significado ni motivo, y acabó siendo toda una interesante historia.
Espero que tu hayas podido interpretar los sentimientos de cada personaje en cada etapa en la que transcurría.
Y sí, si acaso quedaron dudas, responderé todas las preguntas que tengas al respecto, puedes comentarlas en este párrafo.
¿Sabes? Me siento tan feliz cuando acabo con un libro.
Tqm, tu JazUnnie🌻
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