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SEVEN

1935

Vivir en Tennessee era divertido, Rosalie era una chica alegre que sabía como llevar las riendas de un hogar, por lo que ambas se repartían las tareas de la casa. Lenna era lo que salía al pueblo para comprar algunas cosas para ella, eso de poder comer comida humana era una ventaja ya que así solo salía a cazar una vez con Rose, las otras veces salía para poder vigilarla.

La ciudad estaba llena de gente que se cuidaba entre ellas. Los vecinos prestaban su ayuda a quien fuera necesario sin esperar nada a cambio, entre sus vecinos estaban los McCarthy una familia humilde del pueblo, Lenna había ido alguna vez a darles algún pastel que ella misma había hecho, así como la señora McCarthy les llevaba alguna canasta con manzanas o melocotones.

Simplemente la vida en Tennessee era tranquila y no había complicaciones, en el centro de correo Carlisle le había mandado una carta, en un par de meses se irían a Alaska con el clan Delani, primos lejanos. La carta había alegrado de sobremanera y ese día había estado contenta y de buen humor.

27 de mayo de 1935

"Mi pequeña Lenna,

Esme y yo te echamos muchísimo de menos, me alegra saber que estas bien y que no te ha ocurrido nada. Esme lleva muy bien el control de su sangre y Aro se alegró mucho al saber que había encontrado a mi pareja destinada.

Rosalie parece una chica fuerte, me alegra saber que la ayudaste cuando la viste en peligro, Esme dice que está orgullosa de ti y que espera conocer pronto a la nueva integrante. Es curioso ver que le has dado tu apellido siempre supe que tenías un sentimiento de protección mayor. En un par de meses pensamos abandonar el castillo de Volterra para visitar al clan Delani. Edward volvió a reunirse con nosotros en Volterra y está volviendo a tomar el control de su sed. ¿Cómo lleva Rosalie el control?

Espero que tanto Rose, como tú estéis bien y que pronto nos veamos, los Cullen debemos estar unidos siempre. Como tú dices Somos Cullen y nos protegemos siempre

Con cariño, Carlisle Cullen"

No pensaba que aquella tranquilidad acabara tan rápido, en tan solo milésimas de segundo, todo se iría a la mierda. En un segundo debían huir de nuevo y buscar un nuevo lugar donde vivir sin llamar la atención.

Habían salido a cazar en el bosque, estaban lleno de animales salvajes, desde osos a ciervos y mapaches, esos animales solían jugar por la pradera sin saber que había dos muchachas vigilando sus pasos. Así como los gatos esperan pacientemente a que su presa diera un paso en falso para atacar al indefenso ratón.

Tras cazar Lenna caminó hacía un lago y se dio un baño, era su momento para relajarse y pensar. Le gustaba el agua, era en el momento donde podía cerrar los ojos y dejarse llevar por el sonido del exterior y de dejar la mente en blanco.

Todo parecía muy tranquilo hasta que oyó a Rosalie gritar, se levanto de donde estaba sentada y corrió hacia donde oía la voz de su rubia. La oía gritar muerta de pánico.

—¡Lenna! —Chilló mientras intentaba que un muchacho se quedará quieto, a unos metros había un oso tirado muerto, se acercó con rapidez y cogió la cara de Rosalie entre sus manos muerta de miedo.

—Rose ¿Estás bien? —Las palabras temblaban con su voz, estaba preocupada.

—Si-i, yo lo oí cuando llegué... Era tarde, sálvalo...—Si Rosalie pudiera llorar en ese momento estaría desolada. El chico que estaba tumbado era un muchacho grandote con el pelo negro y rizado y estaba todo ensangrentado del ataque del oso. Rosalie miraba al muchacho con mucho miedo como si pudiera perderlo y ya no verlo jamás, a pesar de haberlo conocido en ese momento.

—Rose...

—No Lenna, él tiene que vivir —sollozó un poco mientras acariciaba el pelo del chico. Era como si lo necesitará y Lenna se había dado cuenta de algo, Rose podía pedirle el mundo y ella se lo consentiría. Lenna se sentía la madre de Rose, si ella quería que lo salvarán ella lo salvaría para que su pequeña consentida fuera feliz.

Lo cogieron entre las dos y corrieron a la cabaña, poniendo su gran cuerpo sobre la cama de Lenna, quien mordió sus muñecas inyectando su veneno, Rosalie se movía nerviosa por la habitación mientras miraba sus manos.

—Lava tus manos y estate tranquila despertará en unos días... 

***

Los días pasaban y el muchacho estaba apunto de completar la fase de conversión, Rosalie había cuidado al chico con mucho mimo, fue en ese momento cuando lo entendió. Su pequeña Rosalie había encontrado a su pareja destinada y ella no podía estar más contenta de aquello. En sus 71 años de inmortalidad ella solo había tenido a Edward y aunque lo suyo solo fue efímero, no había encontrado a su pareja destinada.

Por lo que supo el muchacho era hijo de los McCarthy, Emmett tenía 20 años en aquel momento y los tendría eternamente a partir de ese día, fue triste ver como lo único que  pudieron enterrar era su sombrero y una de las camisas que el chico vestía.

Lenna estaba nerviosa, nada más Emmett despertará y cazaran tendrían que marcharse y dejarlo todo atrás, cerrando su capitulo de Tennessee, era algo que la vampira rubia había percibido. Rose había pedido perdón por aquello, una noche mientras Lenna comía del postre que había echo la señora McCarthy.

—Lenna... ¿Estás enfadada por...?

—Jamás me enfadaría contigo mi niña... Sé que no hemos esto aquí mucho tiempo y que me gustaba, pero no te preocupes por ello

Rosalie apoyó su cabeza en el hombro de la que era su creadora y suspiró mientras miraban la luna.

—Rosie, cuando él despierte tienes que estar con él, estará asustado y juntas le explicaremos lo que le ocurre

Rosalie asintió mientras ambas miraban como las heridas del chico desaparecían poco a poco. Lenna recordó algo y se giró a mirar a la chica que estaba en silencio.

—El otro día lo hiciste muy bien cielo —sonrió la chica mirando los rizos rubios de la chica y la abrazó con fuerza— estoy muy orgullosa de ti Rosie

Rosie era un apodo que Lenna había adoptado y que no iba a dejar que usaran por que solo ella podía llamarla de ese modo. Rosalie sabia que solo ella tenía ese poder, veía a Lenna como una figura maternal que la iba a cuidad pasará lo que pasará se lo había demostrado desde el principio.

***

Emmett abrió sus ojos en los primeros días de verano, y lo primero que vio fue a Rosalie que estaba sentada a su lado esperando con anhelo aquello.

—Wow... eres un precioso ángel

—Bueno, no sé si un ángel pero gracias

Saben ese momento en el que ve a dos personas destinadas a estar juntas y piensas "joder que tiernos" fue lo que Lenna veía en ese momento dos personas que no dejaban de sonreírse y de mirarse fijamente.

—Emmett tenemos que hablar contigo —murmuró Lenna sentándose a su lado.

Emmett la miró y entonces se vio reflejado en el espejo y vio sus ojos carmesí y luego las miró a ellas.

—¿Qué hago aquí? Lo último que recuerdo... estaba cazando y apareció un oso

—El oso te daño, pero yo te encontré y pedí ayuda a Lenna para que te salvará

—Si... nosotras te ayudamos y ahora eres parte de nuestra pequeña familia

Rosalie le ayudó a levantarse para poder entregarle una camisa nueva y un par de pantalones que ella había escogido en el pueblo mientras Lenna compraba en el mercado. Era una imagen bonita, la chica lo ayudaba mientras peinaba los rizos rebeldes que caían por su rostro.

—¿Por qué estás metiendo ropa en los baúles? —Preguntó el neófito mientras se calzaba y veía como Lenna sacaba los vestidos y camisas del armario para meterlos con velocidad dentro de un baúl color ocre.

—Nos marchamos a Alaska, la gente no puede verte o se revelará nuestro secreto o nos perseguirán y nos matarán

Emmett asintió mientras ayudaba a las chicas a ordenar los baúles de sus cosas, 2 para cada una, Rosalie tenía ambos llenos de ropa y accesorios que había adquirido en el viaje y en su antigua vida. Mientras que Lenna tenía uno con sus ropas y zapatos, el otro estaba lleno con sus preciadas posesiones. Libros, cuadernos de dibujo donde tenía escondidas imágenes: una foto de la boda de Carlisle y Esme, una foto familiar de los Gray, una foto de Jasper que el le había entregado con un pequeño mensaje, dentro de aquel cuaderno estaba una partitura de una melodía que Edward había compuesto. Y el Cuaderno de Lenna donde ella apuntaba siguiendo el estudio de su padre ella era un extraño tipo de vampiro y allí apuntaba todo lo que se refería a cosas extrañas que no compartía con el resto de los de su especie.

Rosalie bajo las escaleras con Emmett detrás para poder ir a cazar, si iban a emprender un viaje necesitaban alimentarse para que no hubiera accidentes en el camino.

—¿Cazar? —Emmett se acercó a su escopeta colocada en un extremo de la puerta.

—No vas a necesitar la escopeta, Rose te enseñará

—¿Cazamos personas?

—Las personas no se tocan Emmett, nosotros cazamos animales

Lenna le indicó a Rosalie que se acercará a ella para poder poner unas pautas de seguridad para que no salieran dañados, ni se acercaran a la linde del bosque para evitar que Emmett atacará a los humanos. Rose preguntó si él también llevaría su apellido, el que le había dado a ella la oportunidad de comenzar algo nuevo, y del que cada día se enorgullecía más.

"Las gray somos mujeres fuertes, imparables cuando estamos unidas" había dicho una vez Rosalie haciendo que Lenna sonriera y la abrazará con fuerza por que sí, su madre había sido una luchadora y había dado hasta lo imposible por ayudar a su pequeña.

—A partir de ahora empiezas una nueva vida, ¿Verdad Rosie? —La rubia asintió con una pequeña sonrisa mientras se acercaba de nuevo al grandullón— por eso nosotras queremos que portes un apellido que te hace parte de nuestra familia, parte de los nuestros. A partir de ahora eres Emmett Gray, un luchador

Al llegar el anochecer y con la vuelta de los tortolitos cogidos de las manos, Lenna se dispuso a llevar los baúles a su coche para poder comenzar el viaje hacía Alaska para que por fin Carlisle conociera a los nuevos integrantes de la familia Cullen-Gray, y que ellos conocieran al patriarca y a su esposa.

Los Cullen iban a unirse de nuevo, para poder vivir unidos, antes de que la guerra se cerniera sobre el mundo y atentará con separarlos. 

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