ONE
1862
Lenna Gray a sus cortos 17 años, era una de las muchacha más jóvenes que había entrado en el ejercito mayor de Texas como enfermera. Desde muy pequeña había demostrado que su pasión era cuidar y curar a sus muñecas de trapo, cuando era una mujercita comenzó a aprender como curar heridas superficiales hasta heridas más profundas como las de caza que se hacía su padre.
Por lo que cuando su padre se enlistó en el ejercito mayor, ella siguió sus pasos para ayudar a su padre y a su patria, algo que enorgullecía y preocupaba a la matriarca de los Gray. Así que allí estaba ella en las líneas curando y cuidando a todos los soldados que llegaban con heridas o necesitaban ser revisados.
***
Jasper Whitlock, a su edad de 18 llevaba un año combatiendo en las líneas contra los enemigos de la guerra en Texas, era uno de los mejores soldados, muy buena puntería así como era ágil y tenía muy buena mano con los caballos.
Aquella mañana cuando se dirigía a las trincheras para poder tomar un pequeño descanso, todo el pelotón estaba en guardia pero no esperaban sufrir una emboscada por parte de las líneas enemigas. Consiguieron defenderse aunque gran parte del pelotón había resultado herido, incluido Jasper quien tenía una herida de bala en el hombro y una herida que surcaba su costado, nada grave solo necesitaban que los atendieran cuanto antes o podría ponerse grave, incluso podrían morir.
Habían sido transportados a las enfermerías con gran velocidad. Muchas de las enfermeras que ya los esperaban, ayudaban a bajar a los heridos que podían caminar, mientras otras esperaban a que los soldados pusieran a los que necesitaban atención. Entre las mencionadas con anterioridad se encontraba Lenna que indicaba donde poner a un muchacho con cabello rubio que estaba medio consciente.
—Soy Lenna ¿Puedes oírme? —se presentó la muchacha y se acercó a ver cómo eran sus respuestas ante su voz, y que heridas debía tratar con más rapidez encontrando las dos heridas en el cuerpo del muchacho, una herida en su abdomen y otra en su hombro.
Jasper asintió a la pregunta y notó la sensación del frío metal de como su camisa era rasgada por unas tijeras, haciendo que la brisa erizará su piel. Notó como lo pasos de la muchacha, de la que solo podía distinguir una coleta de pelo negro, eran apresurados para alcanzar todo lo que necesitaba. Pinzas, desinfectante, gasas, algodones, aguja e hilo todo estaba puesto a su lado de manera que comenzó a limpiar la herida del abdomen que necesitaba algunos puntos de sutura. Se le escapó un pequeño gruñido al sentir el escozor del algodón empapado de alcohol para desinfectar la herida, eran toquecitos suaves con delicadeza.
—Lo siento, pero si escuece es bueno te está limpiando la herida, eso decía mi madre —le sonrió y le pasó otra vez el algodón sobre la herida suavemente, siguiendo con los toquecitos suaves— no es muy profunda te pondré una gasa y la vendaré para que sane pronto.
Jasper miraba a la muchacha intentando enfocar su desorientada conciencia, se sorprendió al ver un par de ojos azules. Poco a poco era capaz de ver con claridad así como sentir lo que le rodeaba. Sin duda la enfermera era de las más jóvenes que había por allí. Jasper pensó que era hermosa, incluso dudaba de no estar consciente y de tener delante un ángel. El uniforme blanco, ahora un poco manchado de barro y de sangre, se amoldaba a su cuerpo perfectamente mostrando alguna que otra curva, la muchacha estaba concentrada, eso demostraba su ceño levemente fruncido, limpiando y vendando la herida para que sanara y no se infectara.
—Soy Jasper —murmuró un poco ronco mientras se incorporaba un poco para que Lenna pudiera pasar la venda por su torso con delicadeza, para que se asegurara de que la hemorragia no volviera a sangrar.
La muchacha sonrió cálidamente al soldado que estaba frente a sus ojos, cuando finalizó de vendar la herida se levantó para tirar los algodones manchados y miro al muchacho era apuesto sin duda alguna y joven quizás uno o dos años más que ella.
—encantada Jasper, ¿te aprietan las vendas? —Jasper volvió a recostarse en la camilla negando lentamente y la vio prepararse para quitar el casquillo de la bala de su hombro.
La observó durante todo el proceso su pulso no temblaba ni un poco, sus manos eran rápidas. Cuando acabó de limpiar esa herida, lo miró y le acercó un poco de agua.
—Descansa un poco, volveré después a ver como te encuentras —extendió una sabana por si quería taparse y se encaminó hacía otra de sus compañeras que atendía a un muchacho que estaba inconsciente sobre la camilla.
***
Jasper despertó horas después en el momento que Lenna se acercó a ver como se encontraba, sobre todo que no tuviera fiebre como otro de los soldados que estaban en la tienda que hacia de enfermería.
—¿Cómo se encuentra, soldado?
—Bien, gracias —Se sentó en la camilla dejando que ella revisará aquello que debiese. La vio tomar su pulso para comprobar que fuera estable y comprobó sus reflejos, a pesar de llevar el hombro impedido, sus reflejos estaban perfectos.
—Bueno ya puedes volver con tu superior —sonrió antes de ayudarlo a ponerse de pie y acompañarlo salir, donde habían algún que otros soldados estaban sobre los caballos, otros limpiaban sus armas.
Cuando estuvieron fuera, Lenna le sonrió para despedirse, siendo contestado por el soldado con un saludo militar y una bonita sonrisa que le hizo soltar un pequeño suspiro a la enfermera, que esperaba volver a ver al chico rubio.
Ninguno se podía imaginar que ambos tenían el mismo anhelo, ambos parecían haber conectado y querían volver a verse. El destino por primera vez iba a obrar a favor, intentando unirlos en más de una ocasión aunque cada uno decidía que era lo que iban hacer, así que también era difícil unirlos pero no imposible.
***
Tiempo después Jasper volvió a ver a la muchacha del pelo negro con un moño entrando en la tienda donde dormía el pelotón con un maletín y con una bufanda en su cuello. Uno de los soldados de la caballería había caído enfermo en una de las guardias nocturnas en las que se había desatado una gran tormenta. Detrás de ella entró una mujer mayor rubia que la acompañaba, la enfermera jefe que estaba instruyendo a las enfermeras más jóvenes que se preparaban para hacer lo mismo pero de manera autónoma.
Jasper juró que ver de nuevo a la enfermera, le quitó el aliento y le hizo sonreír y que uno de sus compañeros le codeara haciéndolo reír. Lenna atendía con muchísimo mimo y cuidado al soldado, se notaban ápices de preocupación en su rostro. Jasper se preguntó si ella conocía al soldado y en caso de que aquello fuera afirmativo, quién era aquel el hombre.
Cuando dieron un diagnostico más o menos concluyente y solicitaron un transporte para que los dos mujeres se fueran, y con ellas el hombre, que se mantenía durmiendo con un paño frio para bajar la fiebre. Jasper se acercó a ella tocando suavemente su hombro para evitar sobresaltarla. Lenna giró mirando al soldado y sonrió cuando lo vio antes de saludarlo.
—buenos días Lenna, no sé si me récor...—Jasper fue interrumpido por la chica que sonrió contestando—
—Oh, buenos días Jasper, como olvidarte fuiste mi primer paciente —le sonrió cálidamente la pelinegra, aunque era una sonrisa un poco apagada— ¿cómo está la cicatriz? —Jasper alzó la camisa enseñando su cicatriz que había tomado el color blanquecino que se mostraba que ya estaba en un perfecto estado— Parece mucho mejor
—lo está, la del hombro igual y no hay ningún dolor o molestia, gracias a ti —le sonrió y se sentó a su lado viendo como había comenzado a llover— ¿Quién es?
—Mi padre —Murmuró viendo como su padre era transportado al ala de enfermos y como su supervisora caminaba hacía aquella detrás de los soldados que cargaban.
—Seguro que es un hombre fuerte y saldrá de esto —Jasper se sentó junto a ella en uno de los camastros donde dormían.
La lluvia caía con fuerza de un momento a otro, preocupando que no pudieran irse y poder curar a su padre lo antes posible. Antes de que cayera más la noche les comunicaron que debían pasar la noche allí ya que el temporal no parecía apaciguarse, por lo que podrían un par de camastros más y dormirían allí resguardadas del frío.
Lenna se preocupó muchísimo por la salud de su padre, miró a Jasper antes de que este le acompañará a ver a su padre. Allí ella se sentó en el suelo sin importarle que su trajecito blanco se llenara de barro y acarició la mano de su padre.
Después de cenar, Jasper se sentó junto a Lenna que revolvía la masa que se suponía que era pure de verduras con pocas ganas de llevarse nada a la boca.
—Una moneda por tus pensamientos —Aquello le hizo sonreír levemente a Lenna y lo miró.
—Me preocupa mucho mi padre, es mayor y temo que no se recupere de esta hipotermia.
Tras la cena, el comandante reunió a las dos enfermeras para hablar con ellas, debían revisar a todos los soldados para asegurarse de que ninguno hubiera caído enfermo y que podían continuar la batalla a la que se enfrentaban. Por lo que ambas se pusieron manos a la obra a revisar a todos los soldados y comandantes que se encontraban allí. Los soldados entraban y salían de la tienda donde estaban siendo revisados así hasta el último todos estaban sanos.
Aquella noche tanto Jasper como Lenna hablaron durante horas, después de que ella lo revisará y le dijera que estaba sano como un roble. Se conocieron más a fondo dándose cuenta cuantos gustos compartían la música, el baile, los libros... Era una conversación fluida nunca había un hueco de silencio que llevara a la incomodidad, a pocas horas de la madrugada Lenna cayó en un profundo sueño apoyada en el hombre de general mayor que la cubrió con una manta, quedando ambos dormidos.
***
La mañana del 12 de julio de 1862 cuando por fin acabó la guerra, Lenna fue enviada a un hospital como enfermera del ala de los niños. En el momento de la despedida pues tenía que marchar y dejar atrás a sus más queridos.
Quizás fue el continuo ver a Jasper, quien la llevó a un par de salidas cortejándola, habían bailado y habían escrito muchas cartas, el momento de despedirse de Jasper le costó horrores, saber que ahora solo se contactarían por cartas o quizás que perderían el contacto la hacía ponerse realmente triste. Cuando lo tuvo frente a ella solo supo envolver sus brazos alrededor de su cuerpo y soltar un pequeño sollozo. Él solo pudo abrazarla con fuerza intentado memorizar su aroma, llevó una mano a su bolsillo y sacó una pequeña cadenita y le sonrió.
—Para que no olvides que cuando vuelvas, te estaré esperando —Aquello la hizo sonreír y dejar que el pusiera la cadena en su cuello y besará su frente, cuando la muchacha tuvo que despedirse y subir al carro fue un mar de lágrimas y de promesas, la última imagen que tuvo Lenna fue de su madre, padre y del general mayor Whitlock despidiéndola.
"Cuando llega el agrio sabor de una despedida, siempre se espera el dulce sabor de un reencuentro"
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