𝐄𝐩í𝐥𝐨𝐠𝐨.
𝐃𝐨𝐬 𝐚ñ𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮é𝐬.
El calor de la taza de café que sostengo hace que mis manos pierdan el frío, el invierno se volvió duro, pero no menos soportable. Ha comenzado a gustarme está estación en particular desde que me mudé a Berlín hace nueve meses atrás. O tal vez me he acostumbrado a este nuevo ambiente completamente diferente de Corea.
—Cariño, ¿quieres más café?
Giró mi rostro, mi padre en el umbral de la cocina me muestra la jarra llena del líquido caliente. Niego, ya he bebido demasiado, me dará un ataque de hiperactividad sumado a que le he agregado cantidad de azúcar. Bebo otro sorbo mirando por la ventana la tranquila calle.
Me acercó hasta la cocina donde se prepara su taza de café.
—Menos mal has traído suficiente abrigo.
—Sabía que me pedirían quedarme.
Me rodea el hombro acercándome a él, besa mi frente para luego apoyar su mejilla sobre mi cabeza. Appa y Namjoon comparten la misma estatura.
Decido dejar la taza vacía en el fregadero, debería desayunar algo, pero no tengo el suficiente apetito para hacerlo. Subo las escaleras hasta el piso superior donde se encuentra la habitación que tengo cuando vengo a quedarme en casa de mi padre.
Sonrió al entrar y encontrarme un pequeño bulto cubierto entre las frazadas, alguien no ha querido dormir en su cama. Me acercó despacio, me siento al costado de la cama acariciando su cabellito lacio, él pequeño comienza a removerse colocándose boca arriba, sus ojitos se abren mirándome apenas.
—Buenos días. —canturreo, parece que aún no conecta las neuronas porque se queda mirando a la nada— Tienes que despertar, bebé.
—Ya estoy despierto, —Tomás me mira con esos ojitos color miel que sacó de su madre— mamá me regañara por venir a dormir contigo.
—No creo, dormiste tus horas necesarias.
Soba sus ojitos mientras suspira.
—¿Cuándo vendrán a Alemania Taehyung y Namjoon?
—Ay bebe, sabes que ellos están ocupados, en algún momento cuando tengan tiempo libre nos vendrán a visitar.
—¿Te irás hoy? ¿no te quedarás?
—Debo volver a mi casa.
Son pocas las veces que vengo a casa de mi padre a quedarme con ellos, la mayoría de las veces lo hago porque no quieren que pase tanto tiempo sola, insisten a pesar de que he mostrado una notable mejoría. Cambiar de aires me ha ayudado mucho y sobre todo, mi hermanito Tomás es parte crucial de mi recuperación.
¿Qué si ha sido fácil? No. Aún me pregunto cómo es que sigo viva.
—Es momento de marcharnos.
Avisa mi padre terminando de colocarle una bufanda al niño. Saldremos a desayunar los tres juntos, Lena, mi madrastra salió temprano a su trabajo en la constructora y appa se ha tomado unos días de vacaciones para pasar tiempo con sus dos hijos.
Por suerte, hoy es mi día libre en el trabajo. Así que aprovecharé para pasar tiempo con mi padre y hermano, aprovechar el salir a conocer un poco la ciudad, ya que no he tenido el suficiente tiempo para hacerlo.
Desde que llegué han cambiado demasiadas cosas en mi vida. Para mejor, pero lo que más me ha mantenido contenta es saber que trabajo para una de las boutiques más exclusivas de la ciudad. Me puse como meta poder ser algún día una gran diseñadora de moda, alguien que pueda triunfar como se lo prometí un día a él.
—¿Lala?
Lo miro, no me doy cuenta que estoy hiperventilando hasta que caigo en cuenta de mi forma de respirar, es algo normal que se ha vuelto costumbre como que a veces me pierdo en recuerdos. Le sonrió y aprieto su brazo a través de la mesa haciéndole saber que no es nada y me dispongo a observar el menú con los diferentes tipos de opciones para desayunar.
Otra cosa que ha cambiado es mi apetito. Estoy acostumbrándome a comer en cantidad, o por lo menos hasta donde pueda y me sacie, es un gran avance luego de haber estado días sin hacerlo. Pedimos cada uno algo diferente, yo me inclinó por un café latte vainilla con un pedazo de cheesecake de frambuesa, medialunas y yogurt.
Comemos mientras hablamos de cosas triviales. Tomás nos cuenta que le va muy bien en clases de arte y yo le digo que necesito de su ayuda para unos dibujos de vestidos que tengo en mente.
Se me ha dado por querer dibujar y producir vestidos de novia, y debo admitir que tan mal no me va.
Luz de Luna se convirtió en un vestido de novia que jamás podré usar, pero tiene su recuerdo, así que es mi obra de arte más aclamada, es como mantenerlo siempre a mi lado. Es imposible que se vaya, es imposible que lo deje ir. Marco mi vida de forma descomunal. Han pasado dos años y aún sigue impregnado bajo mi piel.
Miro el anillo de compromiso alrededor de mi dedo, ese que no pudo darme a tiempo, vuelvo a preguntarme ¿qué hubiera pasado si todo fuera diferente? ¿Si él jamás se hubiera ido?
¿Estaríamos casados ahora? Tal vez estaría despertando entre la calidez de sus brazos, o tal vez estaríamos desayunando en el departamento en el que decidimos convivir juntos antes de partir cada uno a nuestros trabajos para en la noche yo esperarlo con la cena lista luego de un ajetreado día.
O tal vez estaría a mi lado justo ahora disfrutando este viaje juntos.
Lo extraño demasiado, es inevitable que eso no ocurra. La sensación horrible de vacío no se ha ido, jamás se irá. Sigue ahí aferrado a cada partícula de mi ser, pero he sabido sobrellevarlo, es parte de mi ahora, cada día, hora, minuto, segundo.
No hay colores, no existen, solo una gama entre el gris y blanco donde abundan las imágenes de mi vida. Sobrevivo porque él así lo hubiera querido. Lo amo con la misma fuerza que un tsunami azotando contra la tierra. Duele, sin embargo, he encontrado la forma de seguir sonriendo.
Camino siguiendo a mi hermano y mi padre, ellos se ven contentos de pasear, yo me siento un poco exhausta a decir verdad. No he dormido bien. En realidad, no duermo correctamente desde hace mucho tiempo. Me detengo sobre el puente del Río Spree, aunque hay sol, se puede sentir una brisa fría que me hace tiritar y por mal que suene me gusta esa sensación.
—¿Te cansaste?
—No, estoy bien.
—Apenas hemos empezado.
—Será mejor que sigan sin mí, voy a volver a casa.
Mi padre me observa con severidad, no le gusto lo que acabo de decirle.
—Lala.
—Voy a estar bien, —le sonrío— tengo que terminar unos bosquejos que me quedaron pendientes. —me acerco a abrazarlo— Vayan a pasear ustedes, disfruten por mi, estaremos en contacto.
Suspira, mira a Tomás quien parece entretenido con algunas palomas en lo alto de las farolas del puente. Voltea a mirarme no tan convencido de dejarme sola. Debe entender que soy adulta, necesito manejarme sola por más no confíen en mí. Ya no haré nada que atente contra mi vida.
—Esta bien, solo llámame cuando llegues. —besa mi frente— Sabes que cualquier cosa me puedes llamar, a mi o a Lena.
Asiento, me quito uno de los guantes cuando tengo a Tomás frente a mí, peino su cabello del color del trigo y beso su frente.
—¿Cuándo vas a venir a casa de nuevo?
—Te prometo que cuando me desocupe iré, haremos una noche de películas, ¿te parece?
Levanto mi meñique, su rostro se ilumina y de inmediato entrelaza su dedito con el mío. Es una promesa de hermanos, beso sus mejillas y con un ademán de manos me despido de ellos viéndoles alejarse.
Debo llamar a Corea, quiero saber cómo están todos, debo dejar de posponer escuchar la voz de ciertas personas y solo comunicarme por mensajes, aunque quiera negarlo los extraño, extraño demasiado hablar por horas con Soah, con Junho, extraño demasiado dormir junto a Bam, a las chicas, a mis hermanos, a mi madre.
Tengo mucho que hacer también, he tenido ideas locas en mi cabeza de nuevos diseños para nuevos vestidos, debo apurarme en llegar a mi casa para poder relajarme y explayarme un poco. Retomo la lenta caminata disfrutando un poco del paisaje, un escalofrío recorre mi columna ante el suave toque en mi brazo de un desconocido. Y lo siguiente descoloca mi entera humanidad.
—Disculpe, señorita, se le cayó esto.
Volteo muy lento hacia esa voz masculina que causa que mi sangre se hiele instantáneamente en mis venas. Mis ojos arden automáticamente llenándose de lágrimas cuando lo veo frente a mí. Esto no puede ser cierto, no está pasando, no. Es solo mi imaginación, es un espejismo.
Él me mira con una amable sonrisa en su delgados y rosados labios. Sostiene uno de mis guantes en su mano de finos dedos. Sus ojos, esos redondos y llamativos ojos negros con un vivido brillo en sus pupilas. Es él, el hombre que está parado frente a mí.
Es JungKook.
Y con esto termina "Be My Forever" y empieza la segunda parte que se va llamar: "Back To Me"
Así que espero verlas por allá leyendo sus teorías porque se va poner muy bueno. Dentro de unas horas estaré subiendo la historia y el prólogo para ponerlas en contexto.
Agradecer a cada una por haberle dado su apoyo a esta historia que en principio no iba tener segunda parte. Pues su final era con la muerte del protagonista, pero como algunas me conocen, cambio mucho de parecer y no me podía quedar con ese final tan triste.
Está idea surgió gracias a un tik tok que ví y me fascinó.
No hay más que decir que GRACIAS.
Las quiero muchísimo y espero seguir contando con ustedes.
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