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—¡Amor, ven! ¡Ven!
Jeongyeon se revolvió entre las sábanas mientras Nayeon le jalaba el brazo como una niña emocionada. Estaba segura que no eran ni las ocho de la mañana y lo último que quería era levantarse tan temprano, al menos ese día que estaba tan exhausta y en el único día libre que tenía antes de entrar a la última semana de promoción del comeback.
—Mm. Déjame dormir—susurró con la cara enterrada en la almohada. No pasaron ni dos segundos y sintió un peso que aplastaba todo su cuerpo —Nayeon, déjame por favor…—Se quejó, somnolienta.
La mayor le arrancó la almohada y le dedicó la más tierna de sus sonrisas. Jeongyeon frunció el ceño.
—Yo también me alegro de verte, amor.
—Es domingo y es de madrugada.
—Son las siete y media.
—¡Es de madrugada! —Jeongyeon reclamó. Nayeon río enternecida y se inclinó para besar a su novia.
—Quiero enseñarte lo que me acaba de llegar —un puchero fue lo que terminó convenciendo a la rubia. Nayeon tenía ese poder sobre ella.
—Está bien —suspiró, y Nayeon celebró con otro beso antes de bajarse y correr hacia la puerta de la habitación.
Al ver que la rubia no la seguía, volteó confundida. Jeongyeon se había sentado sobre la cama, pero seguía envuelta con las sábanas.
—¿Por qué no vienes?
La menor se sonrojó de repente.
—Eh... estoy desnuda —Nayeon soltó una carcajada y esquivó la almohada que salió volando en su dirección —¡No te rías! ¡Fue tu culpa!
—No te escuché quejarte, y no es nada que no haya visto antes —razonó mientras se dirigía a uno de los cajones y sacaba su pijama favorito. Amaba ver a Jeongyeon usar sus cosas.
—Sabes que me da vergüenza, así —susurró mientras se ponía los shorts por debajo de las sábanas.
En los momentos cotidianos, Jeongyeon solía ser muy tímida con su cuerpo, eso si no estaba cegada por la calentura que tendía a hacerla sentirse un poco desinhibida, sobre todo frente a la figura espectacular de su novia.
Nayeon se encargaba de hacerle saber que era perfecta a sus ojos y que no había nada de ella que no le parezca una obra de arte, pero la menor tenía un poco de miedo de no ser lo suficientemente atractiva para alguien como ella.
Nayeon acarició el cabello rubio y bajó su mano por las mejillas calientes.
—Me gustas demasiado, con o sin ropa —la mayor le regaló una sonrisa tímida —Pero diría más que sin. —esquivó otro almohadazo, y desvió la mirada para darle comodidad a la menor, mientras se ponía la camiseta —Ya, ven conmigo, tienes que ver esto.
La tomó de la mano y la llevó casi corriendo a la sala del departamento que compartían. Una gran caja rosada con globos saliendo de ella se encontraba en el centro del lugar, con Penut dando vueltas alrededor con mirada desconfiada, y Yuki escondido detrás del sofá.
—¡Me han invitado a la premiere de Barbie!—saltaba como una niña, y Jeongyeon se enterneció al ver la genuina emoción de su novia.
Fingió sorpresa, pero ella era quien estuvo toda la semana presionando a los managers para que consigan que Nayeon asista a alguno de los tantos eventos que se llevarían a cabo por el lanzamiento de la película, en la ciudad.
—Mira, es una entrada doble. Habrá alfombra rosa, y luego una cena, lugares para fotos y fiesta temática... amor, será perfecto. ¿Irás conmigo, cierto? Dí que sí...
Jeongyeon sonrió ampliamente.
—Pensé que querrías llevar a Momo... ambas llevan meses hablando de esto.
—No hay nadie con quien quiera compartir esto más que contigo, Yeonnie... —se acercó para darle un corto beso en la comisura de sus deliciosos labios —Tú eres mi muñeca —susurró, provocando que las mejillas de su rubia se pusieran rojas, cuando le echó los brazos al cuello.
—Claro que iré contigo, Nay. Me encanta verte feliz.
Nayeon la tomó por la cintura y la levantó un poco del suelo. Ambas chicas rieron, la mayor las hizo girar hasta que perdió el equilibrio y se tuvo que recostar sobre el sofá. Jeongyeon se acercó a la caja y sacó la tarjeta de invitación, pero cuando leyó la información completa, su sonrisa se desvaneció un poco.
—Nayeon... es este sábado.
Los ojos de la mayor reflejaron preocupación al instante. Ese sábado cumplían seis meses de relación, y aunque debido a su apretada agenda no podían hacer grandes planes, desde semanas atrás habían acordado que cenarían en casa y pasarían una noche solo entre ellas. Jeongyeon quería sorprenderla con una cita, tenía planeado cocinar algo especial para ella, y una pequeña canción que le había escrito cuando aún eran amigas y estaba enamorada en secreto de su unnie.
Nayeon, por su parte, había reservado un fin de semana en un hotel de lujo en las afueras de Corea, al cual irían una terminen con las promociones del comeback. La menor había saltado de emoción cuando su novia le dio la noticia, y no podía esperar a pasar dos días enteros entre la piscina y el spa con su chica.
La decepción era evidente en el rostro de Nayeon. Estaba dicho, no iría al evento. No podía hacerle eso a su novia, no iba a cambiar sus planes, más aún si tenían en cuenta que casi todo el día iba a ser ocupado por el fansing que tenían previsto, y que solo podrían estar a solas por la noche. Suspiró pesado. Estaba triste, pero su novia era su prioridad.
—Entonces no iremos, amor. No hay nada más que pensar. —la castaña se levantó del sofá y caminó hacia la cocina, en un intento de evitar que su novia note su tristeza.
Realmente ir a ese evento era un sueño hecho realidad para ella desde que había tomado ese gusto, y más aún si lo iba a compartir con la persona que más amaba en el mundo.
Jeongyeon notó el cambio de ánimo y no tardó ni un minuto en tomar una decisión. No iba a ser ella quien le quite algo que le hacía tanta ilusión a su princesa.
En las últimas semanas, Nayeon realmente se había esforzado en mejorar todo lo que a la menor le molestaba. La casa por fin parecía un departamento normal, y toda la colección había sido mudada a la habitación de Nayeon, que ahora era una especie de walk-in closet y sala para ver televisión. Las chicas compartían la que antes era la habitación de Jeongyeon, y oficialmente tenían un departamento de pareja.
El juego de Barbie entre ellas se había repetido un par de veces, y aunque en un inicio Jeongyeon lo hizo solo con el placer de Nayeon en mente, luego de la primera experiencia se dio cuenta de que ella también disfrutaba mucho de la dinámica que se había creado entre la dos. Además, Nayeon se había desecho en atenciones hacia ella y había gastado mucho en regalarle ese fin de semana de viaje, el cual había sido pospuesto para después del día en que cumplían medio año, por el horario de trabajo que las invadía. Por todo el apuro, ella aún no le había comprado nada, y aunque Nayeon insistía en que no era necesario, quería demostrarle a su novia lo agradecida que estaba de tenerla en su vida. La rubia se puso de pie y corrió a alcanzarla.
Nayeon se estaba sirviendo un vaso con agua cuando la menor se acercó por detrás, le rodeó la cintura con los brazos y apoyó el mentón en su hombro.
—Vamos a ir, preciosa. Esto te haría muy feliz, y eso es todo lo que importa para mí.
—Pero ya teníamos planes... y prometí que eras tú siempre mi prioridad. No tienes que hacer esto por mí.
—No voy a dejar que te pierdas el evento. Sé cuánta ilusión te hace, y sé lo mucho que me amas. Yo te amo demasiado y quiero que vivas esta experiencia. Iremos juntas, ¿está bien?
—Amor...
—No hay mejor forma de pasar esa fecha que viendo feliz a mi número uno. —se inclinó para dejar dulces besos en los hombros descubiertos de Nayeon —Me va a encantar verte vestida de rosado y tomarte fotos con todo lo que haya.
Nayeon se giró para mirarla a los ojos y se aferró a ella como un koala. Jeongyeon la sostuvo con una risita.
—¿Estás segura?—su novia asintió —No tienes idea de todo lo que te amo, Yeonnie...
—Definitivamente no tanto como a Barbie —río la menor, mientras Nayeon estiraba sus labios para pedirle un beso.
—Oh, tú eres mi Barbie favorita, recuerda eso —sonrió en medio del beso al que accedió la menor, y llevó una de sus manos a darle una suave nalgada, una vez estuvo sobre sus pies nuevamente —Ya, muñeca. A la cama, regresa a descansar. Voy a preparar el desayuno y luego veremos lo que tú quieras en la tele.
Jeongyeon le pasó el dedo índice por el escote y jaló la blusa levemente hacia abajo para darle un vistazo a sus pechos.
—Lo que quiero desayunar no tienes que prepararlo, Nay…
—Pervertida. Te lo daré si comes primero.
La menor hizo su boca de pato y recibió un beso en sus labios abultados, que la hizo sonreír y abrazarla más fuerte.
—Recuerda que me tienes que decir qué quieres que te regale.
—Ya te dije que no es necesario, con hacer esto por mí ya es más que suficiente.
—No, yo te quiero dar algo.
—Te has vuelto una muñeca caprichosa.
—Aprendí de ti —le guiñó un ojo, para indignación de la mayor —¿Me prometes que lo vas a pensar y me dirás?
—Vale —susurró y se acercó para otro beso —Ahora sí, a la cama, señorita.
—Sí, mommy —Jeongyeon batió sus pestañas y se mordió el labio inferior en medio de una sonrisa tímida.
El coqueto comentario tomó desprevenida a Nayeon, quien tosió por la sorpresa, y la rubia soltó una carcajada nerviosa, cuando regresó a la habitación, dejando a la mayor sonrojada y acalorada en medio de la cocina.
La semana pasó en un abrir y cerrar de ojos.
Los miembros estuvieron corriendo a todos los programas de televisión existentes en Corea, y habían ocupado el poco tiempo libre en practicar la coreografía del comeback japonés. Aunque era evidente que la energía no era la misma, todas fueron consideradas entre sí como el grupo que eran.
Nayeon no dejó de hablar del evento en toda la semana, y se aseguró de que todas las chicas se sintieran algo celosas de que la empresa sólo hubiera conseguido entradas para ella. La única a la que parecía darle exactamente igual era a Tzuyu, quien le dijo que si volvía a escuchar a Nayeon mencionar a Barbie una vez más en lo que quedaba de la semana, iba a mandar a raptar a Penut y Yuki, si no hacía algo para detenerla.
El jueves en la noche Nayeon llegó a casa cerca de las diez. Jeongyeon había llegado un poco antes, y la mayor la encontró dormida en el sofá, aún con el maquillaje puesto, y dos recipientes con comida del restaurante favorito de Nayeon frente a ella. Se enterneció al saber que a pesar del evidente agotamiento de su novia, se había tomado el tiempo de pensar en sorprenderla. Jeongyeon siempre era así de detallista. Sigilosamente, Nayeon se agachó para levantarla en brazos y Jeongyeon se sorprendió en su agarre, cuando sintió el movimiento.
—Te traje la cena... —susurró la rubia, soñolienta cuando la indicó que no se esforzara.
—Gracias, preciosa. Pero tienes que ir a dormir.
—Yo quiero comer contigo —puso su tierna boca de pato y sujetó a la mayor por el cuello. Los fuertes y marcados brazos de la castaña la alzaron en su peso y la llevaron hacia la habitación en contra de sus réplicas.
—Lo llevo a la cama, pero quiero que te recuestes a descansar, ¿Está bien?
Jeongyeon asintió, un poco dormida aún, con obediencia. Nayeon la dejó con suavidad sobre el colchón, regresó a los pocos minutos con dos bandejas y la comida sobre ellas. Ayudó a su novia a levantarse un poco y se sentó a su lado para comer.
—Extraño estar todo el día contigo, aquí —Jeongyeon susurró con evidente tristeza.
—Ya falta poco para que terminen las promociones y tengamos un descanso. Además recuerda que el sábado saldremos juntas.
—No hay forma de que olvide eso —Rió la menor. Nayeon no había hablado de otra cosa en toda la semana.
—Vas a ver que la pasaremos bien, Yeonnie.
—Siempre la paso bien si estoy contigo, princesa —se inclinó para darle un beso rápido —Aún no me has dicho qué quieres que te regale. Y no me digas que no quieres nada porque eso es imposible, siempre te gustan miles de cosas. Algo te tengo que poder dar, anda dime Nay…
—Respecto a eso... hay algo, pero no lo sé...
—Dímelo, amor. —Se entusiasmo la rubia.
—No quiero que te sientas obligada, ¿ok? Puedes decir que no y no pasa nada. Es solo una idea que tenía...
—No me vas a pedir nada ilegal, ¿Verdad, Im Nayeon?
—No, no —Nayeon soltó una risa divertida —Yo estaba pensando... me gustaría que tu...
Jeongyeon asintió paciente en en espera y Nayeon suspiró, para darse valor de hacer ese particular pedido.
—Me gustaría que seas mi muñeca, el sábado. Mi Barbie —soltó con las mejillas rojas.
De todas las veces que lo habían vuelto a hacer, siempre había esperado que fuera por iniciativa de Jeongyeon, Nayeon nunca lo había pedido hasta entonces. La rubia rió, para aligerar la su postura avergonzada de su novia.
—Pero solo tienes que pedirlo siempre que lo quieras, lo haré con gusto para ti.
—No, no me estás entendiendo —jugó con sus dedos, el nerviosismo evidente en sus movimientos —Quiero que seas mi muñeca, que me permitas vestirte, consentirte, peinarte; quiero tratarte como a mi Barbie favorita, como una se verdad.
—Y yo tendría que...
—Dejarte consentir —mantuvo su mirada y su voz se hizo grave y firme —Obedecerme.
—¿Obedecer? —el pulso de Jeongyeon se aceleró.
Nayeon y ella jamás habían jugado a ese tipo de juegos de modo oficial, siempre habían coqueteando con la idea pero el pedido lo hacía mucho más serio.
—No tienes que hacerlo si no quieres, amor...
—En realidad, quiero saber.
—Sé que hemos rosado este juego unas cuantas veces, Yeonnie, sé que hay confianza entre nosotras. Puedo ver fácilmente que te gusta cuando tomo el control y a mí me gusta hacerlo... Te aseguro que todo lo hago pensando en ti y en lo mucho que te amo.
—Pero dices que ahora sería diferente, ¿Cómo esperas que me comporte?
—¿Te estoy incomodando?
—No, no. Yo quiero entender… —Jeongyeon dejó su bandeja a un lado y se pegó al cuerpo de Nayeon —A mí también me gusta lo que hacemos, y estoy dispuesta si es que quieres intentar algo nuevo.
Nayeon sonrió de lado, aliviada con la espontánea comprensión de su novia.
—Me gustaría que me dejes tomar el mando toda la noche y no solo en la cama. Como si fueras mi muñeca, yo te daré tu ropa, te llevaré de la mano, decidiré tu maquillaje. Tú solo tienes que obedecerme en todo y prometo recompensarte muy bien, luego —los ojos de Jeongyeon brillaron cuando la idea se instaló en su mente y la fantasía comenzó a volverse mutua —Por mi parte, prometo tratarte como a una reina, pero quiero que me lo permitas, sin peros ¿Está bien? Eso en el evento. Y en la noche, en la cama, serás mi muñeca, yo estoy a cargo.
La rubia se estremeció y su imaginación se disparó ante todas las posibilidades que la propuesta de Nayeon le ofrecía.
—Entonces el mando lo tienes tú. Se hace lo que tú digas —reflexionó la menor, con su grave voz ronca. Nayeon asintió, sin acabar con la intensa conexión de sus miradas.
—Si sientes que es demasiado, pararemos, pero prometo que te va a gustar.
Jeongyeon la miró a los ojos y solo encontró amor. Ella también había fantaseado con estar por completo bajo las órdenes de Nayeon, y la propuesta solo había logrado emocionarla.
—Está bien. Lo haremos.
—¿Estás segura? No quiero que lo hagas solo por mí...
Jeongyeon la interrumpió.
—Confío en ti, Nayeon. Sé que me amas, me lo has demostrado, y sé lo mucho que te gusta tenerme bajo tu control. Puedo sentir tu cuidado cuando lo haces —se acercó para besarla brevemente —Soy tu Barbie. Haz conmigo lo que quieras. El sábado llego de lo que tengo previsto y soy tuya por completo.
La sonrisa de conejo feliz de Nayeon creció contra los labios de su novia.
—Vas a ser la muñeca más preciosa y consentida del mundo.
—Me lo imagino —Jeongyeon rió suavemente, hasta que una duda se instaló en su mente —Mhm, amor...
—¿Sí? —Nayeon la miró con las mejillas tiernamente llenas de comida.
—¿Quieres que me dirija a ti de un modo especial? Es decir, sé que nunca te he llamado más que por tu nombre o como mi princesa, pero...
Las mejillas de Nayeon se pusieron por completo rojas al instante que la idea la atravesó.
—Es un evento, así que por mi nombre, no hay otra opción —tartamudeó un poco, y Jeongyeon se dio cuenta de que había algo más que su novia no terminaba de decir. Diablos, la conocía tan bien.
—Me refiero a cuando estemos solas. ¿Hay algo más que quieras de mí? Este es tu regalo, puedes pedirme lo que sea.
—Hay una cosa, pero no sé si quieras.
—Si no me lo dices nunca vas a saberlo.
—El domingo me dijiste...
—¿Llorona?—Jeongyeon soltó una carcajada al recordar la tarde que pasaron viendo películas románticas. Nayeon hizo un puchero, indignada.
—No, en la cocina.
La risa de Jeongyeon se cortó al instante al recordar lo sucedido. Había soltado el apodo solamente como una broma, pero no se imaginó el efecto que tuvo en la castaña. Nayeon llevó una de sus manos al rostro contrario, y dejó que el pulgar acaricie los gruesos labios de su chica. Batió sus pestañas con fingida inocencia, disfrutando de cómo la menor se ponía cada vez más nerviosa.
—¿Entonces tengo que obedecer a mi mommy?—Nayeon soltó un gemido retenido ante la sorpresa, y la menor sonrió, engreída —¿Dejar que mommy haga lo que quiera con su muñeca?
La castaña asintió ruborizada de excitación. Jeongyeon actuando con falsa inocencia era su debilidad, pues sabía muy bien que detrás de esa capa de aparente osadía, se encontraba su pequeña tímida que le pedía permiso para besarla desde la primera vez.
—Estoy tan loca por ti, Yeonnie… —susurró, y la besó con más entusiasmo.
Dejó las bandejas en la mesa de noche y se giró para recostar a su novia en el colchón, mientras sus manos comenzaron a acariciar su cintura y caderas. Jeongyeon intentó seguirle el ritmo, pero seguía algo cansada, y los ojos se le cerraban por el sueño que la invadía por el agotamiento. No iba a aguantar mucho más despierta, y sentía que sus extremidades ya no le respondían.
—Amor, no tengo energías, quiero, pero...
—Shh. No tienes que hacer nada.
—No es justo...
—¿Quieres que te ayude a dormir, o no? —dejó besos húmedos en el cuello de la rubia y llevó una de sus manos a dibujar círculos en su vientre. Jeongyeon asintió de inmediato —Entonces relájate y disfruta, Yeonnie. Te lo mereces.
Nayeon se echó de lado junto a Jeongyeon y metió su mano bajo su ropa interior. La rubia apoyó su rostro en el pecho de su novia, separó ligeramente las piernas, cerró los ojos y se concentró en los toques suaves de esos dedos largos.
—Estás trabajando muy duro, deja que tu novia te recompense por eso y te haga dormir relajada.
La mayor posó toda su mano sobre la intimidad de su chica y frotó con movimientos suaves hasta que sintió que comenzó a soltar su dulce humedad. Con la yema de los dedos se encargó de llevarla hacia su clítoris, y lo estimuló con lentas caricias.
Jeongyeon gimió bajo y le suplicó con un murmullo que la desnude. Nayeon se inclinó sobre ella y le dio suaves besos en las mejillas y labios mientras acariciaba el clítoris con delicadeza.
—Mía, mi chica, mi muñeca. ¿Te gusta así?
—Tú...
—No te preocupes por mí. Puedes compensarlo el sábado. Relájate, preciosa, yo me encargo de ti.
—Bésame Nay, por favor.
Nayeon la llevó al orgasmo con pequeños y suaves círculos en su órgano más sensible, solo con la yema de sus largos dedos. La besó con delicadeza, y con su mano libre acarició su rubio cabello, con la intención de que su novia no tenga que hacer nada más que disfrutar y descansar.
Jeongyeon siempre sentía que era su deber como su pareja mimarla y ayudarla cuando no tenía energías, sobre todo en una semana tan agotadora como esa, pero esta vez sería Nayeon quien cuide de Jeongyeon de principio a fin.
Cuando finalmente Jeongyeon se corrió sobre su mano, soltó un gemido ronco contra sus labios y se deshizo sobre su pecho. Su cuerpo estaba totalmente relajado y le costaba muchísimo esfuerzo mantener los ojos abiertos. Nayeon sonrió, orgullosa de su buen trabajo, y la dejó sobre la cama para ir al baño. La menor se quejó.
—Tranquila, amor. Descansa. Voy a limpiarte para que duermas bien.
Jeongyeon sintió los maravillosos y gentiles dedos de Nayeon usando toallitas húmedas sobre ella, y el pecho se le llenó de amor.
—Te amo tanto, Nay… —susurró débilmente, antes de quedarse dormida.
—No tanto como yo te amo a ti, mi muñeca.
Hola buenas noches Ü
Me están encantando los resultados de esta hermosa adaptación, cada día ando más enamorada...
¿Y tu que dices? ¿Te va gustando el resultado? Coméntame mucho para saber.
Descansa bien tu, tqm♡
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