𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒔𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒐.
El invierno en Los Ángeles siempre sería frío, en la costa helaba cada mañana últimamente. Pero esta era una de esas mañanas que perfilaba días grises en los que no se asomaban ni un rayo del Sol. Aún así, Axl llegó al estudio sintiendose de buen humor. Había dormido tan bien anoche entre sus frazadas cálidas que no le molestó levantarse temprano.
El grupo tenía que ensayar y esa era su actividad favorita, iban a tocar en un pequeño estadio en San Diego, una ciudad a pocas horas de distancia, en algunos días.
La banda ya tenía las ganacias suficientes como para que la discográfica les permitiera usar una de las salas de ensayo del estudio. Eso era tan cómodo, mucho mejor que practicar apretados en un garage. Y aunque a Rose le gustara esa parte de realidad algo cruda del rock pesado, no extrañaba pasar frío en la cochera de Steven.
Apenas ingresó al lugar saludó tranquilo. Todos estaban ya allí y parecían listos para comenzar. Se apuró a quitarse sus abrigos, siempre acababa con calor cuando cantaba. Se acomodó frente al micrófono y ni siquiera tuvo que dar la orden, Slash empezó a tocar la intro de Welcome to the Jungle, todos le siguieron.
Con pequeñas pausas en el medio fueron pasando por sus canciones más populares en el momento. Tocarían casi lo mismo que hace unas noches atrás, sería una mezcla entre temas de Appetite for Destruction y G N 'R Lies, sus álbumes publicados hasta ahora.
La química en el ensayo fluía igual que siempre. No era difícil adivinar por qué tenían tanto éxito, el talento que todos tenían se combinaba bien.
Tras media hora, todos estuvieron de acuerdo en una breve pausa. Cinco minutos eran suficientes para distenderse un poco. El vocalista tomó agua y se sentó a una silla acolchada, necesitaba respirar bien antes de seguir. Cuando vió a Slash acercarse se alegró. El chico tomó otra de las sillas y se sentó a su lado, sobre todo porque Izzy fumaba afuera y Duff había ido con Steven al baño.
—¿Cómo nos ves? —preguntó.
—Muy bien, estamos encaminados. —hizo una pausa corta. —Nos tiene que salir bien.
—Tocaremos para muchas personas esta vez. —le recordó. —¿No te pone nervioso eso? Habrá unas diez mil más que la última vez.
Axl rió despacio. —Para nada, hasta me emociona. Recuerda todo lo que trabajamos para conseguir esto.
Cuando el baterista y el bajista regresaron, el pelirrojo avisó que iría a buscar a Izzy para continuar con su ensayo. Salió del estudio y caminó por el pasillo hasta llegar a la puerta de patio trasero. El guitarrisra rítmico estaba afuera, tapado con su abrigo hasta el cuello. Su piel pálida se veía extrañamente cálida a pesar del viento frío. Le llamó la atención que no estuviera fumando.
—¿Vamos adentro? —le dijo parado en el umbral de la puerta. —Tenemos que seguir.
El pelinegro lo miró. —Ya voy. —se acercó algo apurado a él. Axl lo observó curioso cuando sus rostros estuvieron tan cerca. Izzy no terminaba de entender por qué no se había movido.
—¿Estás bien?
La pregunta despertó cierta curiosidad en él. —Eh, ¿Sí?
—Estuviste llorando.
—Da igual. —quiso moverlo para que le diera algo de lugar y así volver a entrar. Se molestó cuando no le permitió ingresar y ahora otra vez ambos estaban muy cerca.
—Llorar no va a cambiar las cosas, Izzy. —se calló cuando la respiración caliente de ese chico le hizo dejar de sentir frío en la punta de su nariz y sus mejillas. Sus labios se rozaron. Axl clavó su mirada en los ojos tristes que siempre tenía el guitarrista, había algo que lo excitaba en ellos.
—Axl... —murmuró. Colocó sus manos delgadas sobre los brazos del pelirrojo para evitar que se alejara y entrecerró los ojos mientras acortaba cada vez más la poca distancia entre ambos. Dejó un beso corto sobre sus labios, no estaba seguro de que ese hombre quisiera besarlo.
Rose le correspondió el tiempo que le pareció prudente. Luego lo alejó con cuidado, una parte de él no quería soltarlo pero otra le repetía que no debía engancharse con él. Además, Izzy sabía bien aquello. Sin hablar, le hizo una seña para indicarle que ya debían volver de una vez.
—Quiero hablar contigo. —le pidió y lo detuvo al tomarlo de la mano.
—¿Sobre qué?
—Sé que nunca sentiste nada por mí, — sus ojos volvían a llenarse de lágrimas de a poco mientras su voz se iba quebrando. —Pero no me hagas esto.
—Jeffrey —suspiró su nombre, no sentía que fuera correcto seguir llamandolo por su apodo. Ese muchacho tenía razones para olvidarlo e incluso para odiarlo, pero había preferido perseguirlo y rogar por su cariño. —Ya pasaron muchas noches. Fue sólo para bajarnos la calentura.
—¿Entonoces por qué seguías buscándome? —le reclamó, tomándolo fuerte por su chaqueta. —¡F-Fue más de una noche!
—Lo hiciste bien, la pasamos bien, y quería repetirlo. —puso sus manos sobre las del más bajo y las tomó con cuidado. —Siempre fuiste tan seco, no pensé que te enamorarías.
—Fue tu culpa.
—¿No podemos sólo seguir? Busca a alguien y déjame a mí hacer lo mismo. —se alejó de él. —Y ahora vamos adentro.
Los dos ingresaron en silencio al edificio, caminaron hacia la sala de ensayo sin cruzar miradas ni palabras. Axl no podría odiarlo nunca, sólo le gustaría que todo ese asunto se calmara de una vez. Ya habían pasado dos meses desde que compartieron la cama por última vez. No pretendía fingir que esos encuentros nunca habían pasado, sin embargo le parecía adecuado que cada uno continuara con su vida.
El ensayo terminó al rededor de la una de la tarde, al finalizar los cinco se despidieron sin más. Era un día en el que todos tenían cosas por hacer. Rose caminó hasta su auto negro, un toyota corolla del año '81.
—Axl, espera.
Se dió vuelta al escuchar como lo llamaban, sonrió al notar que se trataba de Slash, quien se acercaba a él algo apurado. —¿Qué pasa?
—¿Está todo bien? Te tardaste mucho con Izzy hoy y él se veía extraño cuando entraron.
Pensó un poco su respuesta antes de abrir la boca. Quizás a Slash no le correspondía saber que pasaba. —Sí, está todo bien. Sólo tiene... problemas personales.
—Uh, está bien.
Axl sonrió al darse cuenta de que no insistiría en saber más detalles. —Ve a descansar, supongo que trabajas hoy por la tarde.
—Sí, de hecho sí. —le dió un corto abrazo a forma de despedida. —Nos vemos mañana. —luego de decir eso, se alejó caminando hasta su motocicleta.
El pelirrojo no pensó más y subió a su auto, tenía cosas que hacer aún. Durante el camino a casa pensó en el problema que sería tener a Izzy todavía enamorado de él mientras se enamoraba de alguien más, sin embargo también le resultaba interesante este nuevo juego. —Lo haces bien, Axl —se dijo a si mismo cuando se encontró con sus ojos claros en el espejo retrovisor.
Horas después cuando la noche cayó, el silencio y la calma en su habitación le permitieron pensar un poco. Se había acostado temprano, estaba cansado porque había trabajado toda la tarde en la pizzería, desde que terminó la secundaria años atrás. Sin embargo y aunque tuviera sueño, le molestaba pensar en que ahora tenía un dilema ¿amoroso?
—No seas idiota —se regañó en voz alta. —. No eres un adolescente, no tienes problemas amorosos. Tu vida no es una novela. —se dio la media vuelta en la cama para recostarse sobre su lado izquierdo, forzándose a quedarse dormido.
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