02
"Escuché el rumor que Choi San se acostó con la jefa"
"Pff... patrañas", San recordó los que escuchó de sus colegas esa mañana, como esos ambos vagos tomaban café charlando cuando tenían que cubrir turno en parquímetros. Había llegado más temprano de lo usual porque no pudo seguir en la cama debido al insomnio que sufría, dando vueltas e intentando conciliar el sueño, y se enteró de casualidad que la gente pensaba que había tenido una aventura con una señora 15 años mayor que él y que gracias a eso jamás se le asignaba la tarea aburrida del parquímetro.
Le dio una calada al cigarrillo, la ceniza cayendo al suelo sucio y mugroso de la calle donde estaba. Su horario de trabajo había terminado y él para no ir a su aburrido departamento a simplemente dormir, se sacó el uniforme y ahora estaba en una zona bastante peligrosa pero llena de pubs y discotecas abiertas dispuesto a intoxicarse un poco de forma solitaria.
De todas formas, siempre llevaba su pistola y su credencial que afirmaba su trabajo debajo de la camiseta por si las cosas se llegaban a poner feas en algún lado, era precavido por donde se metiera y conocía todos los riesgos, no tenía el permiso de ocupar su arma fuera del horario de trabajo, pero tenerla con el seguro puesto y balas de sal que no atentaban contra la vida humana metida en su cinturón y cubierta con su camisa no hacía nada de daño, tampoco es como si planease usarla en algún momento, solo si la situación realmente lo ameritaba y siempre sabiendo el castigo que podía llegarle. Pero San tenía un complejo por gustarle la adrenalina bastante fuerte que le arrastraba a estas situaciones, y no se quejaba.
Recordando de nuevo el suceso de la mañana, sintió rabia corriendo por sus venas. No era la primera vez que le desmeritaban lo que hacía con alguna excusa, pero especialmente esta le tocaba el punto sensible de la ira porque hablaba de su vida privada sexual mezclándola con su trabajo que no era fácil. Pero claro, todo el mundo prefería hablar antes de sentarse a escuchar, San debía estar acostumbrado ya. Primero con sus notas durante el instituto y el rumor de que le golpeaban en casa y por eso fumaba, luego con su impecable entrada a la policía siendo el mejor de la generación en dar la prueba de ingreso en tiempo record y sobre como según la gente había pagado por aquello.
Y ahora esto, ¿por qué? Por una jodida tarea de parquímetro.
Capaz sí podía tener cierto favoritismo respecto a la jefa y las tareas asignadas, pero era más que nada porque estaba calificado para estas y no se le gastaría el tiempo supervisando el parquímetro, eso mismo le había dicho ella y nunca, en ningún momento, se hablaron por algo que no fuese referido al trabajo.
¿Y decirle a la jefa? Ni hablar, lo único que haría sería echarle leña al fuego y aumentar el rumor de que algo pasaba. Suficiente tenía con que dudaran de sus capacidades.
La música del pub donde se encontraba era extremadamente fuerte y retumbaba en sus oídos ensordeciéndolo un poco. Sinceramente no le gustaba este ambiente donde debía gritar y forzar su garganta para hablar, y en donde el aroma a alcohol era tan potente que se mareaba sin apenas tomar una gota. Pero vamos, era muchísimo mejor estar rodeado de una falsa euforia que sumirse en su lúgubre departamento con su gata Byeol e intentar dormir sumido en la oscuridad de su habitación.
San no tenía amistades cercanas, era él y su autonomía. Ni si quiera tenía buen contacto con su familia. Era tan reservado con sus cosas que mucha gente en su adolescencia lo trató y tachó de autista, jamás llegó a tener una gran conexión con nadie, por lo tanto las relaciones cercanas eran totalmente nulas para él y no sabía lidiar con ellas, le exasperaban y ahogaban al punto de desesperarse y molestarse, al fusionar esas emociones en San las cosas podían salir muy feas. San se consideraba alguien impulsivo gracias a eso, casi irritante.
Por esa misma razón, ninguna pareja de San había durado más de dos meses y desde los 12 años no consideraba a nadie como su amigo. La relación con su familia se quebró en miles de pedacitos con el paso del tiempo y terminó por desaparecer cuando supieron que le gustaban los hombres y se iría de su ciudad para entrar a la policía de Seúl.
San decidió salir de aquel pub, demasiado desconcertado y decidiendo que fue suficiente fumarse tres cigarrillos en la noche y matar sus neuronas con el fuerte sonido de la música. Se escabulló por el pasillo donde estaba, pasando entre la gente borracha y las parejas haciendo cochinadas en lo oscuro de aquel lugar, y terminó por salir por la entrada trasera que daba directo al callejón al costado del edificio.
Aspiró el aire contaminado de medianoche de Seúl, frío por el otoño y soltando vaho mezclado con humo de su cigarrillo por terminar que se dispersó por la brisa. Su cuerpo estaba caliente por lo que no sintió frío a pesar de estar en camiseta y camisa. Podía llegar hasta su camioneta sin complicaciones y arroparse con el aire acondicionado para llegar a casa.
Con una última calada, tiró el cigarrillo al suelo y lo pisó con la punta de su botín café para apagarlo por completo. Metiendo sus manos en los bolsillos delanteros de sus jeans, caminó fuera del callejón con la espalda relajada.
Extrañamente, no había gente afuera, de seguro la capacidad del pub se había excedido y todos se dispersaron por allí yendo a los demás, pero la calle estaba desierta de gente y solo se escuchaba la música de los distintos edificios llenos de fiesta y alcohol con personas borrachas.
Seguramente, mañana tendrían bastante ajetreo en la oficina con partes por exceso de velocidad y gente arrestada por beber alcoholizada y causar disturbios contra el orden público, cosa de todos los fines de semana.
Recordando que estacionó el auto a un par de calles abajo para evitar que lo robaran, partió camino silbando cualquier cosa que se le viniese a la mente, decidiendo que era buena idea tomar una taza de café con leche al llegar a casa y antes de ir a la cama. Byeol debía estarle esperando acurrucada en la cama y ya estaba ansioso por llegar.
Pero de pronto, algo llamó su atención al pasar por uno de los callejones de los edificios. Siendo más específicos, dos figuras humanas, una en el suelo, otra de pie, y un quejido de dolor bastante fuerte que pudo notar a pesar de la música por todas partes.
Se detuvo en silencio al pasar por el callejón dejando de silbar, esperando que ninguna de las dos personas allá adentro se hayan fijado en su persona al pasar, y se apegó a la muralla del edificio con cuidado, acercándose a la orilla para intentar ver o escuchar lo que fuera que estuviese pasando.
Instintivamente, su derecha se fue hacia la pistola en su espalda debajo de su ropa, sujetándola y sin sacarla mientras se atrevía un poco a mirar por sobre la muralla. Los músculos tensos y la frente arrugada, pudo ver con sus ojos filosos ambas figuras por encima de un contenedor de basura.
Dos hombres, uno corpulento y tirado en el suelo, por la poca luz pudo notar que era moreno y de pelo corto, y otro que se veía bastante debilucho y que le daba a medias la espalda, vestido totalmente de negro y con capucha ocultando el cabello, siéndole a San incapaz de ver como era.
Agudizó el oído, concentrándose en la situación a unos metros suyo, el hombre en el suelo murmuraba un par de cosas que por la lejanía no pudo entender y le hizo apretar los dientes. Pero el tono que utilizaba se notaba tembloroso y San podía jurar, algo asustado.
"¡Cállate!", se sobresaltó al escuchar el potente rugido del hombre delgado y de pie, viendo como hacía callar al otro y como su pierna se alzaba para dejar caerla sobre el tobillo del derribado y hacerlo soltar un grito de dolor desgarrador que heló los pelos de punta de San, "¡Cállate, cállate!", volvió a gritar.
San apretó el mango de la pistola, finalmente desenfundándola del estuche y quitándole el seguro completamente atento a la escena, respirando profundo y dispuesto a detener lo que sea que estuviese pasando.
Pero antes de siquiera moverse, algo impactó contra su espalda, sobresaltándole tanto y sacándolo de su concentración que pasó a apretar el gatillo de su arma, disparando una bala de sal al suelo por error y escuchando el grito asustado de quien sea que haya caído al suelo mientras él se tambaleaba por la interrupción. Le tomó un par de segundos salir de su aturdimiento y notar que, en el suelo, había un pelinegro aterrado por la bala que había impactado contra el suelo al haber chocado con él.
"Mierda", susurró, colocándole de regreso el seguro a su pistola y agachándose en el suelo para revisar de que al hombre aterrado y con aroma a alcohol no le hubiese pasado nada, estuvo a punto de cagarla en grande, si es que ya no estaba cagado. "Discúlpame, no quería asustarte de tal manera, ¿te encuentras bien?"
San sujetó aquel rostro entre sus manos, logrando que el hombre -seguramente de su edad- finalmente se enfocara en sus ojos.
El pelinegro tragó saliva, San tentativamente fijándose en su manzana de Adán y en el lunar bonito que tenía bajo el ojo, era atractivo, muy atractivo, pero le había quitado hasta el alma con aquel disparo.
"Si, estoy bien", terminó por decir, intentando quitarse las manos ajenas del rostro y llevándose una mano al corazón. El del lunar se fijó en la pistola y en él, intercalando miradas e intentando conectar algo de lo que había pasado, seguramente, "¿Eres policía?"
San resopló, pasándose una mano por el cabello, "Eh... si", no mintió, si alguien se enteraba de que estaba con su arma fuera de su horario laboral sería amonestado y no de forma bonita. Pero prefería eso a que alguien llegase a la comisaría diciendo que se encontró con un loco con un arma en plena calle, aunque la bala era de sal, el hombre no sabía eso.
Por otro lado, el otro hombre asintió, comprendiendo de forma rápida y extrañamente calmada y parándose torpemente del mugroso suelo junto a San, luciendo algo temeroso ante su presencia aún así. A lo mejor estaba demasiado borracho para darle completa seriedad al asunto, San esperaba que fuese así.
"De verdad, discúlpame, me encontraste concentrado y fue una reacción, no fue mi intención asustarte ni nada de eso", se sinceró.
El hombre asintió, lucía acelerado y San se preguntó de donde rayos había salido si hace un par de instantes él era el único en la calle aparte de ese par que estaba vigilando. Lucía desesperado por irse de allí y San lo entendía, básicamente había "atentado contra su vida" y había sido pura suerte que la bala no hubiese impactado contra el cuerpo ajeno.
El hombre apretó los labios, "No te preocupes, solo fue el susto", intentó minorizar lo sucedido, y San asintió exhalando sin saber exactamente que decir.
Ambos se sumieron en un silencio incómodo y tenso, San sin poder despegar su vista de aquel tentativo lunar que decoraba el rostro delgado del hombre que aún lucía acelerado y temeroso.
"Eh... adiós", murmuró el contrario luego de unos instantes interminables, girándose de inmediato y corriendo lejos de San quien no tuvo la oportunidad de decir nada.
Bien hecho, asustaste al hombre, casi le disparas, y él huyó como un perro asustado.
Suspiró frustrado, viendo al hombre desaparecer de su vista entre las penumbras rápidamente. Y recordando la principal razón por la que estaba allí luego de un par de segundos. Volvió a apretar contra su palma el arma y se giró hacia el callejón, alzando la pistola a la altura de los hombros.
Pero como intuyó, el hombre de negro ya no estaba allí, en cambio, el que estaba en el suelo ahora estaba inmóvil desparramado donde estaba antes, luciendo prácticamente, muerto.
Jodida mierda.
"¿Como dijiste que arrestaste a este hombre?", su jefa le preguntó a San cuando se le llamó a la oficina, extendiéndole al pelinegro la foto del hombre el cual había recogido aquella noche.
"No lo arresté, solamente lo encontré tirado y medio muerto entre los pubs Desire y Twilight, llamé a la ambulancia y aquí estamos", explicó de nuevo, omitiendo algunas partes de la historia y tirando de la silla para sentarse frente al escritorio de su jefa. No debía mentir sobre sus declaraciones, pero también no podía exponerse ni lucir como un lunático, su jefa no creería el cuento de que un hombre demasiado delgado logró dejar a otro tal como tanque en el hospital y él casi le dispara o un civil intentando parar la situación, aparte de poco creíble, le reprenderían y confiscarían el arma perdiendo algo de estatus en su trabajo.
La mujer alzó las cejas, mirando un par de papeles entre sus manos con los lentes de lectura antes de dirigirse hacia San de nuevo. San no sabía que rayos estaba haciendo allí el lunes luego del almuerzo, si el suceso había ocurrido el sábado en la noche. Apenas se percató de que el hombre de negro había huido al chocar con el atractivo muchacho del lunar, se acercó al moribundo moreno notando que estaba noqueado, golpeado y con una herida sangrante en la cabeza. No dudó ni dos segundos en llamar a la ambulancia mientras tomaba sus signos vitales, y terminó todo a las 3 de la mañana cuando finalmente pudo salir del hospital hacia su auto luego de saber que el hombre estaba hospitalizado.
"Bueno, quien sea que fuera que le haya dejado en tal estado, seguro sabía con qué clase de hombre se estaba metiendo"
Eso llamó la atención de San, quien frunció el ceño y apoyo uno de sus brazos en el escritorio, "¿Por qué dice eso?"
La mujer se relamió los labios volviendo a mirar los papeles, tan de edad pero temeraria e inteligente que tenía merecido su cargo alto y el respeto de San, antes de extenderle la carpeta sin titubeos. San los tomó con extrañeza, apenas dándole una mirada para notar que se trataba del expediente del hombre.
Son Hyunwoo, 26 años, estudiante de educación física en la universidad estatal de Seúl. Todo parecía normal para San, claro, hasta que bajó los ojos un poco más.
Hyunwoo tenía una orden de alejamiento de su pareja por abuso físico, sexual y psicológico, al igual que antecedentes de manejar bajo los efectos del alcohol y marihuana.
"Le hemos encontrado 20grs de heroína y LSD en los calzoncillos, al igual de estar bajo los efectos de la primera y portar un arma blanca cortopunzante el mismo sábado en la mañana", la mujer le comentó, helando a San, "Aún no entiendo cómo se libró de la pena por conducir con marihuana y alcohol en la sangre. Si antes Son Hyunwoo no se fue a la cárcel, ahora si lo hará"
La mente de San comenzó a maquinar a mil por hora, mandando inconclusas preguntas que le martillearon pesadamente y le revolvieron el almuerzo dentro del estómago. ¿Aquel hombre estuvo consciente de a quien atacó?¿Habrá sido adrede?¿O simplemente una pelea entre drogados?
"Buen trabajo atrapando a un delincuente, San, aunque según tú alguien más lo hizo por ti, eso es todo", anuncio la mujer, quitándole de las manos el expediente de Hyunwoo.
"Yo no hice nada", murmuró, perdido en sus pensamientos profundos y mirando un punto muerto en la madera del escritorio.
Necesitaba un té de tilo para los nervios.
Wooyoung se lavó el rostro en el lavamanos del camarín de la academia, soltándose la pequeña colita de caballo que ataba su cabello para dejarlo caer por su frente. Cerrando el grifo alzó su vista para toparse con el espejo, dejando a la vista su cuerpo vestido sin ropa deportiva y dispuesto para irse a casa.
Se apoyó con ambas manos en la cerámica del lavamanos, lo sucedido repitiéndose por su mente como un bucle durante todo el día impidiéndole concentrarse en todo, ni si quiera había podido comer bien de la pura bilis que le subía por la garganta. Ni si quiera había podido salir al terminar su trabajo para encontrarse con el ángel porque el recuerdo le atormentaba.
Simplemente había sido demasiado, pero una parte de él no se arrepentía y eso era lo más importante.
Tomando el bolso del suelo y desordenando su cabello, sonrió de forma forzada en el espejo, diciéndose que todo estaba bien. Y salió del camarín entre suspiros para llegar al pasillo de la academia y dirigirse al hall de entrada mentalmente agotado.
"Hasta el miércoles, profesor Wooyoung", se despidió uno de sus alumno que aún seguía en la academia, y Wooyoung le sonrió con la mejor amabilidad que pudo poner en forma de despedida, porque no tenía ni ganas de hablar.
Llegando al hall, se sintió victorioso cuando estuvo a punto de irse de la academia, pero la señorita Shin en el mostrador le detuvo antes de tomar el picaporte de la puerta de salida.
"¡Espera, Wooyoung!", gimió frustrado en su mente, sus planes de irse rápido yéndose por el caño.
Se encorvó, suspirando antes de darse vuelta y acercarse al escritorio de pared hacia la señorita Shin con una mueca que de seguro mostraba su descontento, pero cuando se encontraba agotado no podía evitar sacar sus emociones desagradables a flote.
"Un chico te dejó esto hace 15 minutos, me dijo que te lo entregara cuando te fueras", de pronto, Shin sacó desde detrás del escritorio una bolsa del starbucks, llamando la atención de Wooyoung quien frunció el ceño.
¿Un chico le había traído un café?¿quién rayos había sido?
"¿No te dijo quien era?", preguntó curioso, intentando recordar entre sus conocidos, pero con nadie tenía la suficiente confianza como para que le regalaran un café, y tampoco había hablado con alguno de ellos en los días anteriores.
"No señor, pero era muy guapo y tenía el cabello gris, no sé si te sirva eso"
Y algo le hizo click.
"¿Cabello gris, dijiste?", Shin asintió sin pensarlo, y un rayito de esperanza sacó a Wooyoung de su mal humor de hoy en un segundo, "Gracias, Shin"
"No hay de qué, te veo el miercoles"
Wooyoung, no se despidió, simplemente tomó la bolsa con la bebida dentro y salió atolondradamente de la academia.
¿El ángel realmente le había comprado un café? El hecho de que se estaba ilusionando demasiado rápido ya no lo podía cambiar, así que juraba a todos los cielos que por favor fuese real o se deprimiría toda la semana.
Mirando a todas partes, no había rastro del ángel en la calle concurrida y dudaba de que estuviera, si Shin había dicho que hace 15 minutos había pasado, dudaba que le hubiese esperado. Por lo que sacando la bebida de la bolsa, se dio cuenta que era un iced americano -su favorito- y que había algo escrito en el envase.
"Gracias por haberme ayudado la noche del sábado
Eres como mi guardián, ¿sabes?
No te tengo miedo, me siento seguro sabiendo que estás conmigo
Si no hubieses interrumpido, yo ahora estaría en graves problemitas
Toma esto como parte de mi agradecimiento
Un beso grande, mi guardián
De: Seonghwa"
A Wooyoung se le subieron todos los colores al rostro, pero solo algo se le quedó grabado en la mente.
El ángel se llamaba Seonghwa.
hwalight | 220101
Ou yeah felis ano nuebo
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