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𝓘𝓷𝓽𝓻𝓾𝓼𝓸







Esa misma noche Bella se había ido a la casa de los Cullen para estar a solas con Edward, cosa que su padre no sabía. Blair, sin embargo, estaba de guardia esa misma noche y estaba sola, Seth tenía que estar con ella pero se le olvidó mencionar que tenía un examen a la mañana siguiente y Sam le prohibió salir de casa. 

A Blair no le importaba demasiado estar sola y menos cuando nunca pasaba nada en especial. Solo hacían guardia por si acaso, pero eso se convirtió en nunca, y eso provocaba mucho aburrimiento en la chica. 

La castaña estaba transformada en loba y tumbada en lo alto de una roca, en donde era capaz de escuchar mayor parte del terreno. Refunfuñó al ver a las estrellas y darse cuenta de que aún le faltaban más de tres horas de guardia, se volvió a acomodar apoyando su cabeza entre sus patas delanteras y se concentró en escuchar todo a su alrededor. 

Escuchaba el viento soplar las hojas de los árboles, animales escondiéndose para dormir y alguna que otra rama suelta siendo arrastrada por el suave viento, pero eso no fue lo único. Blair levantó con prisa su cabeza y empezó a mirar a su alrededor, notaba que algo estaba a punto de suceder. Y como su instinto nunca le falla, notó como alguien puso un pie en su terreno, alguien que no debería. 

Blair se levantó con rapidez de la roca y empezó a correr hacía los límites del terreno para interceptar al intruso. Todo eso era un sentido extra que tenían los de su especie, si alguien que no es bienvenido a su terreno se atreve a pisarlo una alarma se enciende en la mente de todos. Blair no soltó ningún aullido para pedir refuerzos, no os iba a necesitar a no ser que fuera realmente necesario, pero notó la mente inquieta de toda su manada al notar al intruso. 

La loba blanca saltó de lo alto de una colina para luego aterrizar en el frío suelo, una línea invisible estaba trazada a dos pasos de ella, era la línea que separaba a los Cullen de los Quileutes. Cuando la loba gruñó a la oscuridad del otro lado notó un cuerpo moviéndose allí, Blair movió la cabeza y un círculo de fuego los rodeó a los dos iluminando al intruso. 

La loba al ver a la persona se sentó y dejó de gruñir, en cambio lo miró con ojos anhelantes y empezó a mover la cola. Emmett entonces quitó su pie del otro lazo de la línea invisible y sonrió al ver a la loba. 

—Menos mal que eres tú. — sonrió él mirando a la loba encantado. — Alice me dijo que te tocaba guardia, pero seguía temiendo de que otro viniera. 

La loba se acercó un poco más para poder olerlo, el aroma a lavanda que amaba la golpeó y se volvió a sentar, solo que ahora lo más cerca posible de la línea que los separaba. Emmett rió al ver ese gesto y miró a su alrededor admirando el círculo de fuego que los rodeaba. 

—¿No quemaras todo el bosque? — preguntó burlón el chico, Blair entonces se fijó en el círculo que había creado y se acercó a las llamas. —¿Qué haces? ¡Aléjate! 

Emmett recordó el tratado, pero no le importó nada al ver como la loba acercaba una pata al fuego. El chico paró de golpe al ver como la loba blanca pisaba el fuego y no le hacía ningún daño, siguió pisando el fuego para que el otro viera que era inofensivo, solo servía para iluminar. 

—Increíble. — susurró e hizo lo mismo, se acercó al fuego que había de su lado de la línea y empezó a pasar su mano por encima, viendo como las llamas no ejercían ningún tipo de dolor o calor. — Eres increíble. 

Blair juró morirse allí mismo, estaba muy cerca de su impronta y la había halagado. Pero seguía preguntándose porque estaba él aquí, de repente ella redujo el círculo y Emmett se asustó pero entendió que era para llamar su atención. Fijó la vista en la loba y sonrió viendo su pelaje, parecía suave y sedoso, no pudo evitar fijarse en las puntas negras que tenía sus orejas o los ojos azules que tenía la loba, los mismos que Blair. 

—Siento haber aparecido sin avisar. — se lamentó Emmett bajando la mirada al suelo, le daba vergüenza mirar a la loba. Él medía casi dos metros, pero los lobos medían exactamente más de dos metros por lo que la chica era ligeramente más alta que él con ese aspecto. —Puedes... amm... ¿transformarte? — la loba inclinó la cabeza confundida. —Ya sabes, volverte humana. Me resulta raro ser el único que habla. 

No puedo estando de guardia. 

Emmettdio un pequeño salto en su sitio y miró a su alrededor al escuchar esa voz dentro de su cabeza. Al final terminó mirando a la loba que parecía tener una sonrisa en la cara de diversión al verle tan confundido. 

—¿Puedes hablarme? ¿En la cabeza? — se señaló la cabeza admirando lo que había echo la chica, la loba asintió al ver lo tierno que le parecía. —¿Puedes volver a hacerlo? 

Él solo quería escuchar su voz.

Puedo, pero no me gusta hacerlo. — confesó ella mirando a los ojos dorados del chico. 

—¿Por qué? ¿Te es difícil? ¿Doloroso? —preguntó con algo de preocupación en su tono de voz. —Si es así no lo vuelvas a hacer nunca. 

Dentro de la cabeza de Emmett se escuchó una suave risa, y el ceño fruncido que tenía al preocuparse por ella desapareció al escucharla reír. 

No me es doloroso ni difícil. —siguió con diversión la chica. — No me gusta hacerlo porque para ello me tengo que meter en tu mente, en tus recuerdos, veo todo y siento todo. Me resulta algo muy privado, y no me gusta tampoco lo que veo. 

Emmett se quedó quieto durante unos segundos, minutos más bien. Blair seguía en su mente y él ahora podía notar esa presencia, incluso veía y sentía lo que ella estaba viendo se sus recuerdos y en esos momentos deseaba desaparecer del mundo. 

Las imágenes de él con Rosalie aparecían todo el rato en la mente del chico, provocando un sentimiento de culpa en Emmett. Ellos, desde un principio, sintieron una conexión al ser los dos solteros de la familia y prometieron permanecer juntos hasta encontrar a la persona idónea del otro. Los años pasaron y esa promesa se fue al olvido, siempre la pasaban juntos y se trataban como una pareja de verdad. Emmett intentó que la chica viera otro tipo de recuerdos, como la primera vez que la vio, pero no podía, Blair estaba concentrada en ver los recuerdos que le hacían daño, solo para tener una excusa para irse, para abandonar esos sentimientos que la hacían tanto daño. 

Emmett sitió como salía de su mente, ningún recuerdo se reproducía ahora y se sentía la peor escoria del mundo. Fijó su vista en la loba que miraba al suelo con un aura de decepción y tristeza, se levantó y con una última mirada en su dirección se dio media vuelta para irse. 

—¡Espera! 

Un paso en falso y Emmett ya había metido un pie en dentro del territorio Quileute, la loba se giró con prisa y le empezó a gruñir con rabia. Quería morderlo, quería hacerlo sufrir, ella solo quería que él sintiera algo de lo que ella sentía en esos momentos. Blair moría poco a poco al no ser aceptada por su impronta y, ahora que sabía que tenía a otra, no le interesaba seguir sufriendo por él. 

Emmett se asustó de verdad al ver a la chica con tanta furia, hace unos instantes le estaba mirando con cariño y movía la cola alegra, pero en estos momentos se sintió aterrorizado sabiendo que ella ahora le odiaba. Sacó el pie retrocediendo unos pasos hasta volver a su territorio y la chica dejó de gruñir, pero no le sacó la mirada de odio que tenía puesta en él. 

Blair aprovechó ese instante para huir lejos, con toda la rabia y la tristeza. Corría con gran velocidad, intentando no pensar en nada ni en nadie. Corría por su corazón roto, por su amor no correspondido. Ella notaba que se moría, pero no quería preocupar a nadie. 

El chico se había quedado mirando el bosque a oscuras, nada mas irse Blair las llamas se habían consumido. Intentó ir tras ella, pero sabía que una manada entera de lobos iban a ir a por él sin piedad, por lo que decidió dar la vuelta para irse a cazar con su familia, que le seguía esperando y quienes habían escuchado la mayor parte. 

Un aullido se extendió por todo el bosque, un aullido de dolor y sufrimiento que todos escucharon y entendieron. Los Quileutes no dudaron en salir corriendo de sus casa y transformarse para estar con su amiga y compañera, era el momento más duro de un lobo y necesitaba a su familia, a su manada. 

Los Cullen también lo oyeron justo cuando Emmett llegó con ellos. Alice bajó la mirada entendiendo lo que significaba y se abrazó a Jasper con gran pena en su corazón, Esme hizo lo mismo con Carlisle al escuchar tal aullido desgarrador, pero Emmett solo podía mirar al bosque con gran pesar en su corazón. 

Charlie lo escuchó, se preocupó demasiado por su hija, no sabía si era ella u otro lobo pero su instinto de padre se activó al escucharlo. Bella lo escuchó estando con Edward, miró al chico preocupada y él le devolvió la mirada con tristeza, le contó lo que había podido escuchar, incluso lo que le había dicho Blair a Emmett con telepatía. Bella sintió pena por su hermana, una inmensa tristeza también, pero Edward no le contó porque de repente se escucharon más aullidos, no le contó lo que eso significaba para Blair. 








Bella estaba con Jacob dejando su rastro por todo el bosque, solo que ella ampliaba su olor hacía en campo en donde se llevaría a cabo la lucha. La noche la habían pasado en manada, en la casa de Emily con un aura de tristeza. 

Emily había preparado todo tipo de comida al escuchar el aullido y ver a Sam corriendo fuera de casa, sabía que era Blair porque era la única que tenía guardia esa noche. Todos los lobos estuvieron en su casa consolándola y hablando con ella, viendo películas e intentado que se distrajera. Pero nadie podía evitar sentir dolor hacía la chica, que ya se notaba los signos del rechazo de su impronta. Puede que Emmett nunca lo sienta o no se haya dado cuenta, pero al aceptar a otra mujer en su vida rechazó a Blair. 

Jacob se encargó de protegerla lo que quedaba de noche, era el único que iba a ir con ella para dejar su aroma. Recorrieron parte del bosque y volvieron al prado, en donde estaban el Cullen y Bella. Al entrar en el campo Blair no vio a ninguno de los dos y miró a Jake. La chica estaba débil, por lo que sus poderes no servían hasta que se recomponga un poco. Jacob no le molestó ya que tendría la oportunidad de llevar a Bella hasta la montaña. 

—Quiero decírselo a mi familia primero. — escuchó a Bella hablar en voz baja desde una esquina del campo, se acercaron los dos con cautela. 

—¿Qué quieres decirnos? — Blair hizo acto de presencia preguntando por ella y por Charlie. 

—Nada. — respondió con rapidez Bella y giró a mirar a su hermana. 

Isabella juraba nunca haber visto a su hermana tan pálida y triste. Tenía ojeras bajo los ojso y su mirada era cansada, su pelo no estaba ordenado como a Blair le gustaba cuidarlo y su ropa era toda de chándal, algo que Blair nunca solía ponerse. En ese momento Bella entendió que Edward le había mentido, nada estaba bien, su hermana parecía una muerta viviente. 

—¿Estas bien, Blair? —preguntó con cuidado Bella mientras se acercaba a su hermana, pero Jacob se interpuso entre ellas dos. —¿Que te crees que haces? — preguntó ella enfadada. 

—Esta sin control Bella, no es seguro que este cerca de humanos. — simplificó Jacob agarrando de improvisto a la chica, y con un último adiós se fue de allí corriendo. 

Blair levantó la vista para encontrarse con los ojos dorados de Edward, sabía que estaba leyendo sus pensamientos, ahondando en su memoria. Ella estaba demasiado cansada como para bloquearle e intentó irse, pero Edward se puso frente suyo. 

—Bella me ha dicho que tienes un libro de hechizos. — habló directamente sin esconder sus intenciones. 

—Ajá. — murmuró ella y le miró cansada y rodó los ojos. — Todas las brujas tenemos uno. 

—¿Crees que habría un hechizo para comer? 

—¿Disculpa? 

Edward miró a su alrededor escuchando y mirando que no haya nadie más que ellos dos. 

—Bella quiere que tengamos una reunión familiar, una cena. — murmuró él mirando de reojo a la chica. —Quiere que mi familia y la vuestra cene junta para dar una noticia. 

—Dios, como os complicáis la vida. — pasó una mano por su cara con estrés y empezó a pensar en si había algún tipo de hechizo parecido. —Puede que haya uno, pero tiene condiciones. 

—Las que sean. 

Blair asintió y le dijo que le mandaría un mensaje con lo que encuentre. Se quitó la chaqueta que llevaba y la dejó en la rama de un árbol por su olor, después con mucho esfuerzo, consiguió ocultar su olor y se fue a su casa a descansar. La tormenta vino rápidamente y se quedó dormida casi al instante en que su cabeza tocó la almohada. 

Soñó con Emmett, con él acariciando su rostro pálido y arropándola con otra manta más gruesa. Soñó que él se quedó allí, en su habitación, protegiéndola de sus propios sueños, ya que cuando estaba él nunca tenía pesadillas. Cuando se levantó por la mañana tenía una otra manta más encima de ella y la ventana abierta. 














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