Epilogo
Siempre había odiado los hospitales.
Los había odiado aún más cuando pasé un año entero entrando y saliendo de uno.
Aún podía recordar aquella noche en casa de naruto cuando mi vista se había nublado con un halo oscuro. El peso de mi problema degenerativo había caído sobre mis hombros ésa noche y jamás podría olvidarlo.
Me había derrumbado una vez más. Me había convertido en una masa temblorosa, llorosa y asustada y, aún así, naruto nunca se apartó de mi lado. Se encargó de mantener unidas todas mis piezas. Se encargó de devolverme a la tierra cuando mis pensamientos vagaban por lugares oscuros.
Había sido difícil aceptar lo que estaba pasándome. Llegué a odiarme. Llegué a odiar absolutamente todo lo que tenía cerca. Llegué a intentar desistir en el tratamiento... Pero siempre estaba él. Siempre ha estado él...
-¿hinata hyuga? -me llamó la enfermera, sacándome de mis cavilaciones.
Me vi tentada a corregirla, pero me quedé callada. La seguí por el pasillo hasta el consultorio médico.
-Tenemos los resultados de los análisis... -anunció el médico.
Apreté mis puños con fuerza. Estaba ridículamente nerviosa. Estaba aterrorizada y al mismo tiempo, deseaba con todas mis fuerzas que el resultado fuera el que yo deseaba.
-Es positivo -mi corazón dio un vuelco con esas simples dos palabras.
Positivo. Positivo. Positivo. Iba a ser mamá. Iba a ser mamá. Iba a tener un hijo. Iba a tener un hijo de él... -¿E-Es enserio?, quiero decir, ¿está seguro? -mi voz sonó temblorosa a mis oídos.
Miré al doctor a través de la montura de mis aparatosos anteojos. -Felicidades -sonrió.
Y yo le sonreí de vuelta. Una extraña sensación de plenitud me inundó el pecho. No me veía a mi misma cargando a una pequeña criatura entre mis brazos. Ni siquiera podía imaginarme jugando con un pequeño o una pequeña. Nunca había estado rodeada de niños, ¿cómo iba a criar uno?...
Mi teléfono comenzó a sonar, sacándome de mis cavilaciones. Miré el número en la pantalla y desvié la llamada para poder escuchar al médico dándome indicaciones.
Me llenó de folletos, pastillas y vitaminas de todos colores y tamaños. Todo se sentía demasiado. ¿Iba a ser mamá?...
No hacía más de seis meses que nos habíamos fugado y nos habíamos casado. Mi mamá y sakura se habían enojado un mundo conmigo por haber hecho las cosas de esa manera, pero no queríamos esperar. naruto tenía un buen empleo y había comprado un pequeño departamento al centro de la ciudad. Era una locura. Había sido una completa locura, pero no me arrepentía. ¿Cómo podía arrepentirme si lo amaba tanto?...
¿Cómo podía arrepentirme si habíamos pasado toda clase de adversidades a lo largo de nuestros cuatro años relación?...
Mi teléfono comenzó a sonar una vez más. -Hola -saludé porque ya sabía quién era.
-¿Qué te dijo el médico? -la voz de naruto sonaba urgente y asustada. Odiaba escucharlo tan preocupado.
-Necesito decírtelo en persona. ¿Te veo en casa? -definitivamente, estaba aterrada. Habíamos acordado esperar un par de años antes de tener hijos. ¿Cómo iba a tomarlo?...
Me subí a la vieja Ranger de naruto y acomodé el espejo retrovisor. No podía acostumbrarme a verme con anteojos. La degeneración había alcanzado un severo grado de miopía, así que tendría que utilizar lentes el resto de mi vida, pero no había perdido la visión por completo. Podía ver. Podía ver y no cambiaría eso por nada del mundo.
Encendí el auto y conduje hasta el edificio donde vivíamos y subí las escaleras pesadamente y entré a casa. Nuestro pequeño departamento consistía en una sala comedor, una cocineta y dos habitaciones. Una de ellas estaba acondicionada como estudio y la otra era nuestro dormitorio. Vivir con naruto era una experiencia maravillosa. Ser su esposa era otra aún mejor.
Revisé mi correo electrónico y sonreí al ver las fotos que sakura me había mandado de sus vacaciones en la playa con sasuke y su pequeña sarada, que ya tenía casi cuatro años. Tenía los preciosos ojos de su padre y la sonrisa y el cabello oscuro. Era una version de sasuke con unos pequeños rasgos de sakura ella era exótica, pero hermosa. Era una niña bastante inteligente y suspicaz.
sasuke y sakura se habían casado un año después del nacimiento de su hija y llevaban una relación muy estable.
Mi teléfono sonó una vez más y respondí, apagando el ordenador. -¿Sí? -la impaciente voz de karin me hizo sonreí-, ¡Por favor, dime que si!
-¡Sí, karin!, ¡Sí! -dije emocionada.
-¡YO TENÍA RAZÓN, TONERI! -gritó y pude escuchar la voz ronca de Toneri mascullando algo inteligible-, ¡Sí, sí!, ¡Lo que digas!, ¡Te dije que sería eso!
Toneri y karin llevaban una relación muy fresca. A veces parecían más amigos que novios, sin embargo, ya llevaban dos años juntos. Toneri estaba muy enamorado y era feliz por él, karin lo hacía feliz de un modo que nadie comprendía. Era como si tuviesen su propio idioma, su propia manera de amarse.
-¿Ya se lo dijiste? -sonaba muy emocionada.
-Estoy esperando a que llegue a casa. No sé cómo vaya a tomarlo -admití con miedo.
-¡Lo va a amar!, ¡Va a volverse todo odioso y creído porque será papá!
No pude evitar reír.
Tras un par de minutos charlando, colgamos y me dispuse a preparar la cena. No podía dejar de pensar en maneras de decírselo. No podía dejar de pensar en diferentes las reacciones que podía tener.
Escuché el sonido de la puerta principal abriéndose y mi corazón comenzó a latir a una velocidad impresionante.
-¿hinata? -habló su voz ronca.
Tomé una inspiración profunda y me dirigí a la sala. Sin decir una palabra, naruto me alcanzó a la mitad del camino, plantando un beso profundo en mis labios. naruto se había vuelto más territorial ahora que estábamos casados. Pensé que disminuiría cuando nos casáramos, pero me equivoqué.
Era como si tuviese que reclamarme como suya delante de todo el mundo.
-Hola -susurró contra mis labios.
Yo sonreí y susurré-Nunca voy a tener suficiente de esto.
-Qué bueno, porque vas a tenerlo el resto de tu vida. Hasta que la muerte nos separe -sonrió y me besó una vez más.
Nos encaminamos a la cocina, tomados de la mano como si fuésemos adolescentes. Como si tuviéramos dos meses viviendo juntos. Me encantaba esa parte de nuestra relación, naruto siempre trataba de sorprenderme.
Envolvió sus manos en mi cintura mientras me disponía a menear el estofado frente a mí.
-Huele delicioso -comentó besando mi cuello.
Yo sonreí y apagué la estufa. -¿Tienes hambre ahora, o prefieres que hablemos primero? -pregunté con ansiedad.
Me giró entre sus brazos y me miró con el ceño fruncido. -Definitivamente quiero hablar. ¿Qué te dijo el médico?, ¿Qué es?...
Tomé una inspiración profunda y cerré los ojos. -E-Ehh... -mi voz sonó temblorosa y aterrorizada. Me aclaré la garganta y volví a intentarlo-: Y-Yo...
No podía hablar. ¿Por qué era tan difícil?...
-n-naruto, y-yo...
-hinata, por el amor de Dios, sólo dilo -pidió con exasperación y una risita boba se me escapó.
-E-Estoy e-embarazada -tartamudeé, finalmente y sentí los brazos de naruto tensándose a mí alrededor.
Lo miré a los ojos y pude ver un millón de emociones cruzar por su rostro en menos de un minuto. Escrutó mi rostro, en busca de algo que le dijera que estaba mintiendo, pero era cierto. Estaba sucediendo...
-¿E-Estás... -balbuceó-, estás embarazada?
Yo cerré mis ojos con fuerza y asentí. -Sé que dijimos que esperaríamos. Sé que querías que fuéramos tú y yo durante un tiempo, pero... yo...
-Mírame -pidió con la voz enronquecida.
Yo abrí los ojos y lo miré. Una sonrisa aterrorizada surcaba su rostro. -Esto es lo mejor que pudo habernos pasado, hinata. Sé que no lo queríamos tan pronto, pero es maravilloso... Yo... -su voz se entrecortó-, ¡MALDITA SEA, VOY A SER PAPÁ!
Sin previo aviso, me levantó del suelo plantando un beso en mis labios. Yo chillé cuando sentí mis lentes resbalando de mi rostro, cayendo al suelo con un ruido sordo. Chillé aún más cuando naruto me llevó en sus brazos a la habitación y me dejó caer sobre el colchón de nuestra cama.
-La cena se enfriará -jadeé cuando sentí sus labios sobre mi cuello.
-Me importa un jodido bledo que la cena se enfríe. ¡Esto quiero celebrarlo! -gruñó deshaciéndose del material de mi blusa.
Mi corazón latía con fuerza dentro de mi pecho. -¿Estamos celebrando? -susurré con la respiración acelerada.
-Aún no, cariño, pero pronto -prometió con una sonrisa coqueta pintada en los labios.
No podía ser más feliz. No podía sentirme más plena. No teníamos mucho, no éramos personas que habían marcado la vida de nadie. No éramos una pareja perfecta... Éramos, simplemente, dos personas que se amaban. Dos personas que habían vencido sus demonios. Dos personas que seguirían viviendo adversidades. Dos personas que lucharían día con día para estar juntos...
FIN.
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