8: "𝑺𝒆𝒏𝒔𝒖𝒂𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅"
Hablemos de la sensualidad. En su definición, la sensualidad tiende por atraer la atención y generar sensaciones vinculadas a la sexualidad y, cómo se asocia a los sentidos, una persona sensual provoca atracción mediante la vista, el olfato, la audición, el tacto y el gusto, sí, el gusto también. Especialmente la sensualidad femenina es desequilibrante, esplendorosa, embriagante, peligrosa.
Cuando una mujer omega se siente rechazada, puede pasar por varios estados, sumergirse en la depresión profunda de su loba y, a la vez soportar el lamento y autocompasión de su lado humano, quizás varias fases más hasta su restauración como el ave fénix, pero hay un tramo de medio, en el que inevitablemente quiere cambiar su aspecto, repensar su manera de creer y sentir, analizar el modo en el que ve y lleva su vida, por si aquello no fuera el causante ¿Por qué? Diablos, a veces creemos que si nos vemos diferentes, llevaremos la vida de modo diferente. Y quizás no sea así, pero ¿qué rayos perdemos intentándolo?
Luego de la decepción llega la resignación y con esa, el reencontrarse con su sensualidad, saberse atractiva y producir emociones que eleven su autoestima, sentirse bien consigo misma, empoderarse, revelarse, liberarse, sentirse a gusto, sentir a gusto, se vuelve un paso indispensable si no quiere dejar morir a su loba.
Cuando una omega desprende feromonas de sensualidad se vuelve muy llamativa, atractiva, adictiva, hechizante. La sensualidad en ella se vuelve una cualidad. Pero me temo que los alfas, que fueron tan desprevenidos de perder la atención de algún omega en general, quieren creer ingenuamente que ese tramo se produce para atraer su atención, pero la verdad es que solo están viviendo un duelo de aceptación.
Kim Yejun se ordenó a guardar total silencio ante la imagen que encontró esa mañana, una vez estuvo de pie junto a la puerta del vestidor y aquella escena captó toda su atención.
Nayeon se encontraba de espaldas tan solo cubierta por su albornoz, mientras se secaba el cabello con una toalla. Cada mañana, ella se daba un baño al despertar, luego se ponía una crema facial y se embadurnaba de una crema corporal que sentía desde donde estaba en pie.
El alfa había visto a su esposa tomar ese proceso demasiadas veces en su extensa convivencia, por lo tanto supo que había algo diferente en ella, pero "¿Que es?" Se preguntó cautivado, ¿qué era lo que tenía? ¿O acaso estaba imaginando cosas? Indagó entre sus pensamientos observando cada trazo que hacía la brocha mientras pigmentaba un suave color natural como blush.
Estuvo largo rato observándola mientras las dudas flotaba a su alrededor, el aroma de su shampoo, la suavidad que brillaba en su piel recién humectada y que se le metía por los ojos, el extraño deseo de volver a sentir su calor y que lo vuelva a nombrar con sus finos labios. "Maldita sea, ella desprende algo que... y su aroma ligero, elegante y tan atractivo"
—¿Necesitas algo? —preguntó ella, ahora totalmente maquillada.
El alfa no supo en qué instante había tomado el vestido que tenía en sus manos, pero sí notó que no sé preocupó tan siquiera por mirar en su dirección.
Nayeon no lo veía directamente. ¿Qué hacía ahí? No supo ver una respuesta cuando busco su expresión por el espejo. No era ninguna tonta y sabía que había tomado su atención hacía un rato bastante largo, pudo percibir su aroma casi que de inmediato en la habitación, pues este la irritaba.
—Sí, necesito hablar contigo. —Asintió la cabeza y su voz se oyó demasiado ronca. Nayeon alzó una ceja cuando se volteó a verlo.
—De acuerdo, debo terminar de vestirme primero. —Le notificó esperando que procediera a irse, pero él no se marchó.
—De acuerdo. —Aceptó, ahora apropiándose del brillo en sus ojos. Ella se veía radiante esa mañana, concluyó que era la respuesta que necesitaba, pero eso no lo dejó muy satisfecho. Nayeon se sintió acorralada por su mirada imponente. —¿Pretendes que me vaya? —preguntó con incredulidad una vez ella no se inmutó. —Después de tanto tiempo... —agregó riendo mediante el sarcasmo. Nayeon hundió las cejas con molestia. ¿Quién demonios se creía?
—Si, quiero que te vayas. —Aceptó el desafío que provocó con su pregunta. Yujin lanzó su desagradable risa.
—¿Qué quieres esconder? Conozco todo en ti... —Lanzó, presuntuoso y Nayeon tomó sus palabras con lo que sentía por todas ellas desde un debido tiempo hacia ese día, desprecio. Presionó los dientes y sonrió con sarcasmo.
—No todo. —Le respondió con satisfacción. —Deja que me vista sola, por favor. —Mencionó, decidida a ignorarlo de nueva cuenta una vez desvió su mirada y exhaló con pesadez. Él comenzaba a fastidiarla más de lo que estaba dispuesta a soportarlo.
Yejun se sintió un idiota ante sus palabras, "Algo esconde" no pudo evitar imaginar. Lo que sea que fuera, debía de saberlo. En un instante se estuvo detrás de ella, Nayeon se paralizó al sentir su presencia, "Oh no, no, no..." cerró los ojos.
—¿Qué escondes? Ahora dilo. —Exigió, mientras notaba la tensión de su cuerpo. Una de sus manos rodeó su cuerpo y se posicionó en su muslo derecho satisfaciendo la necesidad que tenía de sentir la suavidad de su piel, lo era tanto como se veía. Ella abrió mucho los ojos al sentir su tacto. Yejun juntó su cuerpo contra el suyo, posicionando su mano sobre su estómago cuando ella hizo el impulso de apartarse.
—¡Suéltame! —Le advirtió, pero él la ignoró, como era de esperarse. Nayeon se removió al sentir su caricia que insistía sobre su pierna y llegaba al borde de sus bragas. Él era tan brusco, tan frío, tan insensible, él era inhumano.
—No lo haré, hasta que me digas que es lo que escondes. Tu no sabes mentir Nayeon... —Analizó y notó que su cabello rizado caía con libertad. La volteó, sin apartar el contacto y la sostuvo contra su cuerpo. Ella lo miró con temor. Ambos guardaban celosamente el pasado de su relación, que no era nada buena.
—¡Suéltame! —Se removió entre sus manos pero él se sonrió con ironía, haciendo más rudo el agarre. —¡Apártate de mí! —Bajó la mirada para no dejarse llevar por sus imposiciones y por su asqueroso aroma. Ya ni siquiera soportaba verlo a los ojos.
—¿Qué escondes? ¡Habla! —Alzó la voz, recorriendo la profundidad de su mirada. Sujetó su cabello con una mano y ella le miró con una mueca en desapruebo. —¡Mírame cuando te hablo! —Protestó tomándola del mentón y clavando sus dedos en sus mejillas. Una vez ella le impidió el paso más debajo de su piel.
—¡Ya no quiero que me toques! —admitió con la voz entrecortada, aunque con el tono alto. Nayeon era débil en sus brazos, era débil a su toque, a la violencia en su semblante, ella no parecía disponer de poder ni de voluntad propia cuando él se estaba muy cerca, y en el más oscuro de los sentidos.
—¿Por qué? Eres mi omega, no puedes impedir que te toque... —Habló con ese tono de voz tan tosco y posicionó sus labios sobre los suyos, recorriéndolos con la punta de su lengua. Nayeon meció la cabeza con más ímpetu, intentando apartarse de él.
—Dé—déjame, me—me estás haciendo daño —Repitió algunas veces. Yejun se apartó cuando observó las lágrimas nublando su mirada, ya no se veía tan brillosa como hace un momento atrás, pensó en alfa.
—Te estaré observando, omega. —Le advirtió, antes de voltearse.
Nayeon lo siguió con la mirada preocupada, tenía tiempo sin dar muestras de posesión. ¿Por qué demonios habían regresado? Se observó en el espejo y buscó en su reflejo una respuesta. ¿Acaso tenía luces de neón a su alrededor?
—¡Demonios! —Se reprendió haciendo un puño sobre su frente. Tendría que aprender a esconder un poco mejor la desenvoltura de su loba, se observó con tristeza, "¡Por supuesto que no Nayeon" se recriminó. Estaba acorralada junto a ese tipo y lo estaría hasta que él decidiera admitir que fue él primero quien lo arruinó, porque ella tenía que ganar esa guerra y no sería a costa de su integridad como mujer. —¡Demonios! —Repitió haciendo un suave masaje sobre la frente. Tenía que buscar el modo de acabar con esa relación, sin salir perjudicada y eso sonaba demasiado difícil.
Se cumplieron un par de semanas desde esa inolvidable primera vez. Jeongyeon había reconocido que nada lo prepara a uno para los sucesos en los que te presenta la vida.
Jihyo se había ido de viaje, por lo que sus hijas estarían a su lado más de esas dos semanas que habían acordado quedarse en la casa la primera vez y todo debido a que no podían escaparse de sus responsabilidades escolares, situación que Jeongyeon aceptó con gusto. Se encontraba felíz de tener a sus hijas en casa, recibir a Ryujin en su cama al despertar y compartir momentos aunque no muy comunicativos con su hija mayor, extrañaba ese ambiente que hacían más cálido a su hogar, que aplicaban la soledad que resentía cuando ellas no estaban.
Y luego estaba ella, Nayeon, la dueña de su intimidad, de su mente, de sus pensamientos, de su inicio al despertar y de su fin al descansar. La última vez, habían acordado que se verían cada día lunes, dado a que era el día en el que habían coincidido sus últimos encuentros. ¿El horario? No había horario. Jeongyeon le hizo saber que bastaba una llamada para que dejara todo por ir a su encuentro, esa omega merecía toda la pena y todos a su alrededor notaban esa ausencia, sobre todo su entorno laboral.
Ese día tenían cita en la noche y Jeongyeon estaba ansiosa, Nayeon había desplazado su cita a unas horas más tarde y la alfa se había quedado vestida dispuesta a esperar, cuando su hija más joven se decidió a retarla a una partida de ajedrez.
—¡Jaque mate! —Aplaudió con emoción y Jeongyeon rió al ver que su hija tenía la misma habilidad invencible que su madre, en ese maldito juego el cual siempre le humillaba. Recordó la satisfacción de su hija, en su madre alguna vez y rió. Habían cosas que no cambiaban...
—Me rindo. No puedo ganarle. —Dijo viendo a su hija mayor y observando la partida con incredulidad. Luego de varias partidas Jeongyeon se sentía humillada por Ryujin.
—Eres débil, mamá —Se rió la joven Tzuyu, mientras se ponían de pie.
—Es que soy invencible, la única que sabe ganarme es mi mamá y ustedes saben que es porque aún no termino de superar a la maestra. —Dijo con orgullo de su madre y Jeongyeon se sonrió ante sus palabras.
—Me caes mal, por eso no quiero jugar contigo, además yo sé cómo ganarle a mamá, hay que saber usar la cabeza, es todo. —Habló Tzuyu, sintiendo insoportable el canto de victoria que su hermana formulaba.
—Corrección, no te gusta jugar conmigo porque soy más hábil que tu hermanita y no mientas, mamá Jihyo es invencible y lo sabes... —Le restregó y Tzuyu se puso seria. Antes de que ese par comenzaran una discusión, Jeongyeon puso una mano en cada hombro.
—Ya va siendo hora de que ambas regresen a la cama, porque mañana hay que ir y regresar a la escuela. —Dijo observando su reloj en la mano y viendo a una y a la otra.
—Hasta mañana. —Dijo Tzuyu mientras caminaba hacia la puerta y se disponía a cumplir con la órden, mientras se ponía los audífonos en los oídos.
—Que descanses hija —Aceptó viéndole mientras saludaba de beso a su pequeña. Lo haría con Tzuyu, pero esta se había vuelto muy distante desde que había llegado la pubertad.
Jeongyeon miró con añoranza a su pequeña Ryujin quien estaba pisando esas finas líneas y odió la idea de verse alejada de ella también.
—¿De enserio saldrás esta noche? —preguntó la pequeña curiosa, mientras recibía el beso que dejaba sobre su frente.
—Si cariño, tengo una cena muy importante. —Dijo mientras ambas se encaminaron hacia el salón.
—¿No puedes cancelar? Pensé que veríamos películas esta noche... —Dijo la jovencita con pesar, y la alfa se rió ante su intentó de manipulación.
—No cariño, no puedo, además ya no podemos tomar ese plan hasta los fines de semana porque mañana regresas a la escuela. Así que vete a descansar y nos vemos en el desayuno por la mañana. —Besó su cabello y le miró subir las escaleras a pisotones.
—Está bien... —Aceptó la jovencita con pesar mientras se dirigía a su habitación. La tía Bae apareció desde la cocina.
—Que tengas buenas noches, cariño —Dijo viéndole con picardía. —Te esperaré con café caliente. —Habló, sin apartar su expresión. Jeongyeon sonrió ante sus palabras, alegando que llegaría luego del amanecer.
—Gracias tía. Que descanses. —dijo este mientras se disponía a tomar su carro. Definitivamente, si todo salía bien, su tía tenía mucha razón.
"¿Desde cuándo tu interés por lo que hace nuestra madre?" Recordó las palabras de su hija mayor, mientras se desplazaba con pena y dudas por la ya conocida y cálida habitación de aquel hotel.
"¡Porque es mi mamá y tengo derecho a saber qué hace mientras se va! ¿Tu quién te crees?" Nayeon meció la cabeza al recordar la discusión entre Yerim y Chaeyoung. Vaya confianza.
"¡Lo que haga mamá no es de tu incumbencia niñita! ¡Tu no eres nadie para revisar a dónde y a qué horas regresa a casa!" Exclamó su pequeña alfa con gran frustración.
La entendía, era la misma frustración que sentía ella al oír las cosas que le reclamaba Chaeyoung. A veces deseaba que su Chaeng fuera un poco más comprensiva y empática, como lo era su hermana mayor.
"Ya fue suficiente. Por favor. Si lo que les preocupa es lo que vaya a hacer fuera de aquí, entonces me quedaré y asunto resuelto." Luego de aquel comentario con el que había intentado regresar la armonía entre sus hijas, ambas no lograron ponerse de acuerdo y aunque su Chaeng se encerró sin remedio, Yeri intentó convencerla de que fuera a pasar un buen rato y que ella se ocuparía de que la niña no salga de su recámara.
A Nayeon no le pareció correcto aquello y por eso terminó desplazando la cita para más tarde en la noche cuando sus hijas no la vieran ir, así nadie tendría problemas de comentar si ella se iba y porque.
Sus hijas le eran menos problemáticas cuando eran unas niñas y dependían de ella para vivir, ahora que se habían vuelto seres independientes, le sucedía que no sabía el rumbo del camino por el que se dirigían y no poder controlar aquello la desesperaba demasiado.
Una vez había acabado con todo lo que había planeado para Jeongyeon, decidió dar fin al inicio de todos sus pensamientos que la perturbaban. Había dejado a dos jóvenes prácticamente formadas en casa, no a niñas pequeñas. Tenía derecho a rehacer su vida y por eso mismo había tomado la decisión de no interrumpir sus planes, porque estaba decidida a cambiar el rumbo de toda su vida, entre ellos, la relación irremediable que tenía con su actual y pronto ex esposo.
Un mensaje llamó toda su atención y alteró el ritmo de su pulso.
<Ya estoy aquí.
22:03
Un tiempo después, Jeongyeon ingresaba tan formal, atractiva e inalcanzable como cada vez que se encontraba por allí, haciendo eco con el sonido de su tacón. El joven beta que siempre la veía llegar, le había entregado la llave electrónica de la suite y se encaminó hacia su destino con ansias. Ya frente a la puerta, estiró su ropa y posó la tarjeta para que la puerta se abriera. Estaba ansiosa por verla.
Una vez dentro, encontró la luz tenue en la habitación, habían algunas velas alrededor que le daban un toque romántico al lugar, las cortinas estaban abiertas como cada vez que estaban allí y se veían las estrellas brillar en unos de las pocas noches despejadas de aquel frío invierno y luego la divisó a ella de pie junto a la mesa que siempre disponían frente al ventanal.
Jeongyeon dejó sus llaves y su bolsa sobre el mueble que estaba junto a la puerta y la admiró con paciencia. Se veía preciosa, esta vez se había enfundado en un conjunto negro de pantalón y blazer que estallaban mucho su cuerpo, los tacones eran más altos de lo normal cosa que le pareció sumamente atractivo. Ella se había esforzado por verse diferente, pensó la alfa lanzando una sonrisa confusa. "Sumamente atractiva" repitió en su mente, cuando se tomó el labio inferior.
Aunque no sabía que era mejor si el cambio de ropa o el maquillaje que armonizaba aquello. Había utilizado una paleta color oliva para sus ojos que profundizaban el castaño en ellos y el llamativo rojo en sus labios la invitaban al pecado de tomarlos en todas sus formas.
Pero solo entonces, cuando estuvo frente a ella, la alfa supo que es lo que le gustaba más de todo aquello que había montado y, con su floral aroma impregnando todos sus sentidos, tomó su cabello suelto entre sus manos dando un suave masaje.
La omega suspiró como si aquello le diera la vida y se entregó a la caricia con los ojos cerrados. Jeongyeon encontró aquello como símbolo de la entrega que le estaba brindando, su corazón se inflamó y temió por aquello que sintió en su interior tan de prisa.
—Señora Nayeon, va a acabar conmigo si sigue mostrándome todas sus facetas... —Dijo, acercándose a su rostro con necesidad. Allí estaba ese aroma a rosas tan familiar que se convertía en su hogar cada vez que lo sentía y que disfrutaba de llevar en su ropa y en su piel durante horas, luego de cada encuentro con esa mujer.
—Señorita Yoo, es un gusto volver a verla... —Habló ella con familiaridad, al fin abriendo los ojos para enfrentar todo lo que comenzaba a sentir y Jeongyeon se rió al recordar esas sus palabras en su boca.
—¿De qué se trata este cambio tan intempestivo, preciosa? —Sin apartarse de la maravillosa experiencia que obtenía en la conexión con su mirada y disfrutando de tenerla nuevamente entre sus brazos. Maldición, la había extrañado una eternidad horrorosa.
—Como verá, no le mentía cuando le dije que podía ser una buena aprendiz... —Dijo con esa voz muy suave. Jeongyeon la admiró meciendo una sonrisa —¿Cómo estuvo su día? —Preguntó mientras se entregaba al abrazo que la alfa impuso, luego de sentir su aroma.
—Mi día se trata de ahora, de estar aquí con usted, porque hasta que no estoy aquí con usted, Nayeon, no es un buen día, ni una buena semana... —Le indicó, mientras chocaba suavemente su nariz con la suya. Nayeon sonrió.
—¿Le gusta lo que ve? —preguntó ella mientras el abrazo se volvía todo entre ambas. Nayeon se encontró muy ceñida contra su cuerpo y rápidamente se hizo el rubor en sus mejillas, al sentir su delicioso aroma. Esa alfa la fascinaba por completo.
—No sé qué sería más satisfactorio, si besarla o quedarme observándola. Se ve exquisita esta noche, mi señora Nayeon. —Aceptó, aunque creía que ella se veía bella en todos los aspectos.
—Y eso que aún no descubre que hay más debajo... —Sonrió con travesura mientras le besaba el cuello con ansiedad.
Jeongyeon rió bajo, había creado un maravilloso monstruo ambicioso que irradiaba sensualidad.
La alfa cerró los ojos, su sensualidad la atraía intensamente, pensó, sintiendo sus extremos contra su cuerpo, deseaba recorrerla con sus manos hasta gastar las yemas de sus dedos sobre su piel.
—Ahora que lo dice, prefiero comenzar a besarla. —dijo la menor, mientras recorría el largo de su cuello con su nariz.
Nayeon estaba totalmente entregada a sus caricias, eso la hacía aún más adictiva. La besó con ardor y la omega la tomó del cuello de su camisa para unir sus labios en una lucha arrasadora.
—Despacio, que no hay prisa... —Habló, mientras le indicaba que se sentara sobre la silla junto a la mesa que se veía muy prolija y dispuesta.
—Pero Nayeon... ——Replicó la alfa, no pudiendo apartar sus manos. Nayeon le selló los labios con dos de sus dedos.
—Hágame caso señorita, por favor. —Dijo ella empujándola sobre la silla. Jeongyeon dejó caer todo su cuerpo sin saber que se preparaba para lo que vendría luego. —¿Quiere vino? —Preguntó Nayeon sirviéndole una copa de todos modos.
—Claro —Aceptó, recorriendo su vista por la copa que ya había utilizado. —¿Le gusta el vino, Nayeon? —Preguntó viéndole servirse, se preguntaba cuántas había bebido para encontrarse tan relajada y tan desinhibida esa noche, analizó la alfa, al recordar a la mujer que había conocido y que definitivamente difería demasiado con la que tenía en frente.
—No, pero me gusta el efecto que tiene sobre mí ¿A usted no? —Sonrió de lado mientras acababa su copa, sintiendo su mirada atenta sobre su persona. Jeongyeon persiguió cada uno de sus movimientos y la seguridad en ellos, que la extrañaron por un momento.
—¿Qué hace? —preguntó la alfa, ahora sorprendida, una vez ella descendió para arrodillarse y hacerse un espacio entre sus piernas. Cuando Nayeon la buscó con su mirada, Jeongyeon vio algo que no había en ellos anteriormente y le gustó descubrir.
—Haga silencio por favor, que me desconcentra... —Habló la omega, mientras sus manos recorrieron por sus muslos, recorriendo su cadera hasta llegar a su vientre, en donde comenzó a desabotonar la prenda que cubría su torso.
Solo entonces Jeongyeon pudo detallar que sus uñas eran rojas esta vez, presionó la mandíbula cuando la omega comenzó a distribuir besos sobre su clavícula y deslizar su lengua por su entrepecho sin pena alguna. La alfa se ruborizó ante esa imagen y se dispuso a dejar la copa que tenía en su mano, por temor a dejarla caer debido a las sensaciones que le propiciaba Nayeon con sus besos desvergonzados.
—Buena chica... —Aprobó la mayor, cuando la alfa se relajó entre sus caricias. Jeongyeon le recorrió el largo cabello y al final lo sostuvo, para que pudiera llevarse uno de sus pechos a la boca, una vez lo liberó de la copa del sostén.
—Ah, Nayeon... —Jadeó al sentir la audacia con la que esa omega se apoderaba de su cuerpo con unos cuantos besos. Su piel estaba completamente a la expectativa de cada uno de sus movimientos.
—Vaya, que preciosa alfa... —Ronroneó contra su vientre, deslizándose entre besos suaves de labios cerrados, y solo entonces Jeongyeon notó el modo en el que restregaba su miembro duro entre sus manos. ¿Cuándo habían llegado sus caricias hasta allí? Se preguntó la menor, confundida.
Nayeon la trajo de sus pensamientos, cuando comenzó a jugar con el borde de sus pantalones.
—Nayeon, no es necesario que usted... —Nuevamente esos dedos le pedían que callara, pero la alfa no estaba dispuesta a permitir que hiciera nada que no quisiera, pensó nerviosamente.
—Créame, no estoy haciendo nada que no quiera hacer, señorita Yoo. —Aseguró, regando suaves besos sobre su vientre, mientras se remojaba los labios y se disponía a soltar el cinturón.
Jeongyeon gimió sorprendida por sus caricias, removiéndose con inquietud, "¡Diablos! ¿Y este demonio qué?" Se preguntó observando a su hermoso ángel de negro. Ella debía estar muy tomada, concluyó con humor.
—Nayeon... —Canturreó, intentando advertirle. Más no pudo detenerla, la habilidad que empleaba una vez desprendió el botón, bajaba la cremallera y buscaba debajo de la tela para liberar a su miembro ya dispuesto, la hicieron sentir reducida.
—Ow... —Formuló cuando el pene de la alfa ya estuvo frente a sus ojos con todo ímpetu, orgulloso. Nuevamente se relamió los labios y Jeongyeon podría haberse venido con aquella imagen de inocente curiosidad que encontró en su mirada.
Cuando se había dispuesto a negarse por enésima vez, Nayeon ya había pasado la lengua sobre el prepucio y toda su voluntad acabó allí. Cerró los ojos sabiendo que no había cómo detener a esa omega, ella había tomado el control. Cuando abrió sus ojos ella le estaba viendo atentamente y eso la puso más.
—Mira... —Señaló ella con aquella atractiva mirada que la seducía tanto. Jeongyeon jadeó cuando Nayeon sumergió su lengua por todas partes, sin desobedecer ni dejar de verla un solo instante y se entregó a sus caricias y besos.
Nayeon acabó con el labial intacto una vez se apartaba después de haberla hecho estremecer hasta la liberación. Era tan ardiente como le veía a los ojos húmedos, mientras removía la lengua sobre su longitud y se estremecía de nueva cuenta. Jeongyeon aún cuando ya estaban degustando la cena, sentía el hormigueo allí al recordar esa excitante imagen, sobre todo de ver lo complacida que se veía con esa aventura.
—¿Cuántas copas bebió, Nayeon? —preguntó curiosa, llevándose un pedazo de salmón a la boca.
Nayeon hinchó sus tiernas mejillas con la sonrisa que se hizo en sus labios.
—Tranquila señorita Yoo, no ha sido mérito del alcohol, si eso es lo que cree. Ese solo me dio la valentía que necesitaba para cumplir una fantasía... —Dijo mientras se intensificaba el rubor en sus mejillas, pero ella le cerraba un ojo divertida.
Jeongyeon se río ronca cuando le miró con esa aparente inocencia y no pudo evitar sentir que su estómago le hacía una fiesta, estar con ella era festivo, concluyó.
—Me gusta, mucho. —Le dijo la menor, mientras dejaba el plato a un lado y le impulsaba de un brazo para que estuviera de pie.
Nayeon abandonó todo gustosa, mientras disfrutaba de lo que provocaba en su interior con su voz y la firmeza en su mirada. La alfa la poseía por completo, sin malicia y con esa calidez que acogía por completo.
—Usted me gusta a mí, mucho también. —Se recordó corresponder a aquellas palabras que tantas sensaciones despertaron en su cuerpo.
Jeongyeon la invitó a sentarse sobre sus piernas y la omega aceptó. Un beso, solo se trataba de un beso, labios danzando, sin lengua, sin incitaciones, solo era un beso y la alfa sentía que el mundo giraba en torno a ello.
Nayeon estaba entregada esa noche, a la vida, a lo que sentía y de lo cual no quería hablar ni afirmar nada, estaba disfrutando de la sensación de sentirse tan solicitada, tan añorada por esa hermosa alfa.
Jeongyeon levantó su mirada y se encontró con esos ojos amables flameando e incendiándolo todo, ¿Qué era lo que más le gustaba de ella? No sabía aún esa respuesta, porque tanto interna, como externamente todo en esa hermosa omega le parecía extraordinario y le apetecía descubrirla por completo, lentamente.
Jeongyeon desprendía uno a uno los botones de su saco, descubriendo que debajo solo se encontraba el brasier de encaje negro que tan bien le sentaba a su color de piel y no entendía como es que había podido vivir tanto tiempo sin esa mujer en su vida, la deseaba a todas horas, los siete días de la semana. Rápidamente se apuró en tomarla entre sus brazos, con una mano debajo de sus piernas y otra tras su espalda, lo consiguió. Nayeon se rió con candidez rodeando su cuello con sus brazos.
—¡Nunca me había sentido como una princesa! —Expresó con emoción y Jeongyeon sonrió de ternura.
—¿Eso me convierte en su Princesa? —Preguntó cuando la dejó sobre la cama. La omega le recorrió una mejilla, admirando su belleza y asintió, reiniciando esa intensa conexión en la que siempre naufragaban en sus miradas.
—Ahora mismo y en todo momento, usted es la reina y dueña de todos mis sueños, mi señorita Yoo... —Dijo junto a su mejilla, pegando sus labios allí.
—Nayeon... —Suspiró la alfa, sintiendo su cálido aliento amargo y dejó de resistirse a sus instintos, para comenzar a quitarle el pantalón y dejarla solo en ropa interior.
Nayeon se sonrió coqueta mientras observaba como la pelicorta la devoraba con la mirada. Cielos, como le gustaba ver esa expresión en su rostro.
—Sorpresa... —Habló la mayor casi en un susurro, con la voz suave. Jeongyeon río ante su aspecto relajado que la hacía un poco más descarada y concluyó que la prefería de cualquier manera, pero esa noche estaba disfrutando de la relajación que encontró en sus ojos. Le fascinaba conocer más de su personalidad y cuanto más se podía propagar.
—Me gusta esto... —Dijo corriendo de la cama las prendas que le había sacado, dejándolas caer al suelo y observaba como resultado el dejarla en ropa interior sobre sus tacones.
—A mí me gusta usted, mucho. —Aseguró Nayeon, consumiéndola con su caliente mirada.
Jeongyeon hundió su nariz sobre su cuello, necesitaba repetir por completo el sendero de esa piel, que la llamaba con vehemencia.
—¿Ah sí? ¿Mucho? —preguntó ahora dirigiéndose sobre la cama con ella pegada junto a su cuerpo.
—Mucho, me gusta su voz, me enloquece su mirada, usted me excita por completo señorita Yoo. —Desprendió de su interior.
Jeongyeon la buscó con sus ojos, una vez estuvo sobre ella y con sus labios recorrió su cuello, sintiendo como se encendía por completo su tez clara y suave.
—Usted también me excita, sobre todo cuando cambia rotundamente de personalidad de este modo, mi señora Nayeon. —Le aseguró, mientras deslizaba sus besos húmedos hacia su clavícula.
—Está muy vestida... —Le dijo ella mientras deslizaba el saco de sobre su hombro y la pelicorta le ayudaba como podía, sin querer apartarse de su calor un dolo instante.
—Nayeon, jamás tengo suficiente de usted... —Habló entre dientes mientras ella terminaba de desprender su camisa que había quedado a medio abotonar, y la tomaba entre los dientes para apresurarse a desprender el cierre de su pantalón.
Jeongyeon le quitó la camisa de entre los dientes y ella hizo ademán de morderla. La alfa carcajeó cuando observó esa felina mirada y acabaron por desnudarse luego de varias caricias que subían de tono el ambiente.
—Jeongyeon, por favor... —Suplicó entre gemidos mientras presionaba su cintura, la cual rodeaba con sus piernas y la tenía aprisionada hacía un rato, pero a la alfa le gustaba hacerla sufrir acariciando su centro antes de embestirla, porque disfrutaba de detallar el instante exacto en el que sus pupilas se dilataban al recibirla en su aterciopelado interior.
—Me gusta que suplique señora Nayeon, porque se ve tan sexy haciéndolo —Le dijo mientras se removía bajo su cuerpo y sus caricias se distribuían sin piedad por todo su ser.
—Por favor, por favor, por favor... —Repitió hasta que la alfa la llenó con su longitud, por completo. —Jeongyeon... —Gimió entonces al sentirla muy en su interior.
—Se siente maravillosamente, como de costumbre. —Murmuró la pelicorta, mientras la sentía vibrar debajo de su cuerpo y con cada estocada, un poco más.
Se entregaron apasionada, intensa y absolutamente como cada vez que se veían. Nayeon se había entregado al placer ilimitadamente y Jeongyeon había aprovechado la ocasión, disfrutando de su cuerpo desde varias perspectivas, hasta alcanzar la cima juntas.
Pero la oscuridad llegó esa noche y se interpuso en medio de ellas en el momento exacto en el que Nayeon reposaba su cabeza sobre el hombro de la alfa, somnolienta y esta le acariciaba extensamente la fina espalda desnuda.
El escandaloso sonido del móvil de la omega en cuestión sonó, rompiendo el silencio y acabando con aquella burbuja de fantasía. Nayeon se levantó apresurada de preocupación y palideció al tomar la llamada entrante.
—Estoy en casa de Sana. —Murmuró mientras se cubría rápidamente la desnudez con un albornoz, como si presintiera que la estaban viendo o similar. —No me grites, por favor, te estoy oyendo. —Explicó con fastidio y Jeongyeon endureció la mirada al verla removerse con incomodidad. Ella se veía totalmente tensa e inestable. —No pasaré la noche aquí, simplemente estoy pasando tiempo con mi amiga, ¿Desde cuándo esto te importa? —Preguntó bufando. Luego se acercó al ventanal. —De acuerdo. Adiós. —Terminó antes de colgar la llamada.
—Se va. —Afirmó Jeongyeon, una vez la omega terminaba la llamada con pesar.
Nayeon le dirigió su atención, disculpándose hasta con los ojos.
—Lo siento. —Dijo luego de verla fijo y en ese instante notó que toda la seguridad con la que se había forjado para ser quien fue en los amables y reconfortantes brazos de esa asombrosa alfa, se había desplomado en el suelo en tan solo una llamada de Kim Yejun.
—Yo también lo siento. —Respondió Jeongyeon, sintiéndose como su amante por primera vez desde el tiempo que llevaban de verse.
—Jeongyeon... —Le llamó la mayor, acercándose e intentando tomar su mano, pero la alfa se negó a que la tomara, no supo si porque estaba molesta o por temor a caer rendida ante la frustración que se oyó en su voz.
—Por favor, Nayeon. No. —Agregó mientras se apartaba de su alcance para no perder su dignidad y se ponía en pie. Ella la buscó, confundida.
—No entiendo. ¿Por qué se molesta? —Siguiéndole con la mirada mientras ella comenzaba a vestirse, al parecer se disponía a acabar con la cita.
—Ni siquiera yo sé porqué me molesto, si tuve en claro desde un principio el papel que tengo en su vida como su amante, pero me supera y no lo puedo ignorar. —dijo dándole la razón ante su desconcierto.
Hubiera querido ser más fuerte luego de todo lo que habían compartido hacía un rato atrás, juntas, pero por ello mismo no se sintió con fuerzas para fingir que la comprendía, no esa vez. Jeongyeon comenzaba a sentirse ahogada en aquella habitación, porque lo que sentía la estaba bloqueando completamente.
—No es lo que quise decir, no ponga palabras en mi boca que no dije. Nunca me dirigí a usted como mi amante, usted, usted es... —Replicó moviendo la cabeza. Por un instante quiso quitarle todo ese sentir que creía que hacía daño entre ellas.
La omega no supo como definirlas, maldición si eran amantes, pero no de las malas, sino de las buenas, concluyó sabiendo que se oía tonto, pero era real. "No entres ahí, Nayeon." Le advirtió su cabeza.
—¡Pero es lo que soy, no hay otra respuesta! Y lo siento, pero no puedo evitar sentirme vacía ante la idea de ser tan poca cosa en su vida. Discúlpeme. —dijo ella, dándole un beso en la frente y encaminándose hacia la puerta.
—Jeongyeon-ah, por favor no se vaya. Hablemos, por favor... —Le rogó acercándose para tomar uno de sus fuertes brazos, y ella recordó esas mismas palabras en su boca, un rato atrás. Definitivamente todas las palabras tenían su lado oscuro.
—Adiós Nayeon. —Susurró la pelicorta una vez se soltó de sus finas manos y salió de la habitación sin más.
Nayeon sintió que algo dentro de su interior se quebraba. De pronto, las lágrimas pinchaban en sus ojos y sentía que comenzaba a faltarle el aire. Rápidamente corrió hacia el baño, pues el alcohol comenzaba a hacer efecto retrógrado en su metabolismo y lo supo sobre todo, cuando su estómago se lo regresó.
No, no era el modo en el que hubiera querido terminar la noche, pero al menos sabía que era mejor no volver a beber tantas copas de vino de nueva cuenta y que debía de cambiar el modo en el que Jeongyeon era parte de su vida, porque ella tenía toda la razón y no podía seguir haciendo de ese papel tan frívolo como lo era una amante, siendo tan prestigiosa dentro de su corazón.
~"Tengo un problema, apuesto a que quieres saberlo (...)
La forma en que me miras, chica, se lo que pasa.
Se que no estoy haciendo bien en tentarte
Pero solo quiero ver lo que harías si te diera una muestra de lo que hago.
Solo recuerda que no te pertenezco.
Vas a tener que venir más fuerte que este licor.
Será mejor que seas más convincente
Te tomará más que eso para llegar a mi,
Más que eso para conseguir lo que quieres..."
Buenas noches, hoy me apliqué bastante ¿no? Actualicé un montón.
Gracias por seguir leyendo este fict, a pesar de que lo tuve super abandonado.
Te quiero mucho, tu Jazu🌻
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