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7: "𝑯𝒂𝒃𝒍𝒆𝒎𝒐𝒔"

El semblante que traía era diferente, pero ella no lo sabía. Se veía a simple vista, en su rostro, en su mirada, hasta en su piel cuando la brisa le refrescaba el rostro y le removió el cabello que bailó al ritmo del impulso que utilizó al caminar con seguridad. Todos a su alrededor le observaron al llegar a casa, con ese temple tan salvaje. Se había encontrado consigo misma, después de tanto tiempo algo en ella había regresado.

Una vez buscó en el comedor, le esperaban para cenar. Yejun le miró, aunque con los ojos hinchados y con los labios muy marcados, se veía luminosa, notó. Interesante, pensó una vez la veía tomar su lugar en la mesa.

Chaeyoung hundió las cejas al igual que su padre y volteó los ojos decidida a tomar el cubierto al fin. Yeri sonrió ante su semblante, se veía muy bien, como nunca antes. Pero Nayeon no lo notó, no le importaba verse diferente, le importaba sentirse diferente, demonios, le importaba descubrir que aún podía sentir tan fuerte y tan bueno.

—Buenas noches. —Musitó tomando su lugar y Yeri le recorrió con la mirada llena de curiosidad.

¿Sería porque últimamente se liberaba más el cabello? Intentó deducir la joven, mientras recibía la mano de su madre y la besaba con devoción. Nayeon sonrió como siempre y la chica la halló preciosa en cada una de sus expresiones. Todos hicieron un gran esfuerzo por responder a su saludo. 

—Te ves muy bonita hoy, mamá. Bueno, siempre. —Dijo la joven alfa, con una sonrisa amable y sonrió con dulzura hacia su madre. 

—Gracias mi amor. —Respondió presionando su mano y recibiendo el plato que disponían para ella. La verdad era que no tenía apetito, pero ¿qué importaba? Pensó sonriendo de costado. 

—¿Dónde has estado? —Exigió el alfa por lo bajo, una vez la obligó a acercarse a él. Nayeon le miró con total seriedad. 

—Con Sana. —Respondió con seguridad, pues era la verdad, "Aunque no del todo", se burló en su interior y tuvo ganas de reír como una tonta, porque sí, se estaba dando el gusto de tomarle el pelo a su esposo. 

El alfa asintió, una vez regresó a su lugar y reinició la conversación con su hija menor. 

—¿Ma, te sientes bien? —preguntó la muchacha, una vez todos habían huido de la mesa al terminar de cenar, e intentando mantener una conversación con su madre, quien asintió de inmediato. 

—Por supuesto. ¿Y tú? —Indagó y ella alzó los brazos dándose por vencida. —Siempre puedes responder, cariño. —Le desafió y la joven alfa sonrió imitando el gesto que compartían, de alzar la ceja con interés, con desconfianza, o con enojo. 

—Pues, no tengo una vida muy interesante ma, pero cuando tenga algo para contarte, te lo diré... —Asintió, dando fe de sus palabras y su madre aceptó sin ninguna duda. Su hija mayor siempre confiaba en ella, no entendía por qué su hija menor no lo hacía del mismo modo que su hermana. 

—Te creo, mi amor. —Compartieron una mirada cómplice y la joven le besó la mejilla. 

—Hueles como a... alfa. —Musitó, una vez estuvo muy cerca de ella. Nayeon sintió que aquel instante su cuerpo se paralizó, el pulso se le aceleró tanto que lo oyó en sus oídos y su aroma resplandeció del terror. Respiró el amable aroma a uva de su hija mayor y se desafiaron con la mirada, lo que pareció ser una eternidad. —No es cierto ma... —Murmuró dándole calma, con su tono de voz lleno de diversión. 

—¡Mocosa malcriada! —La reprendió su madre, volviendo a respirar. 

Yeri se fue, desprendiendo una risa juguetona, dejándola sola con sus pensamientos, aunque llevándose esa verdad. Su madre olía a alfa, pero nadie tenía que saberlo, dedujo la jovencita. Si aquello la hacía feliz ¿Quién era ella para juzgarla? 

Recordó el día en que se supo la traición de su padre, él le había decepcionado profundamente, no quería imaginar cuánto más a su madre quien había sido su fiel compañera durante tanto tiempo y tuvo que soportar mil tormentas de parte de ese cruel alfa, jamás lo olvidaría... 

Por no estar viendo en donde pisaba, Yeri se chocó con su hermana en el pasillo y la misma le miró con violencia, una vez reaccionó al inconveniente.

—¡Fíjate por donde vas, idiota! —Le dijo entre dientes, mientras se quitaba los audífonos de los oídos. Su aroma a fresas frescas se puso tan agrio, como si una gran cosecha se hubiera echado a perder y la alfa le miró asombrada.

—¡Bájale tres rayitas a tu intensidad niña! —Le reclamó al instante. 

—No me hables así inútil. En vez de estar perdida en tus notas musicales, deberías de prestar más atención por donde vas. —Le advirtió la jovencita y la alfa le miró con furia. No supo en qué instante, pero aquella la exaltaba de modo instantáneo. 

—¿Quién te crees para hablarme así? Mamá debió de haberte puesto un alto cuando aún se podía, ¡Estás fuera control Chaeyoung! —Reclamó, entre dientes. 

—¿Yo soy la que está fuera de control? ¿O tu que te estás convirtiendo en una don nadie? —La cuestionó con ironía, mientras se sonreía con el mismo sentir. 

—¿Puedes dejar de comportarte como una malcriada? —Reclamó, intentando mantener la calma por su alfa herida.

—¡Mira mejor cállate! —Le recrimina la joven omega, presionando los dientes con sumo desagrado. Todo su semblante se había vuelto demasiado imponente, pero como era su hermanita menor, por supuesto que no se dejó doblegar por la alfa.

—¡Oye, no me hables así! —Se encaminó hacia ella, con el semblante dispuesto, aún en guerra con su propia loba, y pronto estaban discutiendo más acalorado que al principio.

—Vete a tu recámara y le llamas a tu noviecita esa zorra para que te acompañe, no sería la primera vez, ¿O no? —Dijo con gran satisfacción y Yeri presionó los puños a cada lado de su cuerpo, buscando ayuda celestial para no darle un escarmiento a su pequeña hermana, su loba deseó sacar los colmillos iracunda, por más de que deseara hacerle justicia a su omega, no podía enfrentar a su hermana pequeña.

—¡Cállate niña! —Respondió, entre dientes y su aroma se intensificó casi ahogando a la menor, sus ojos se volvieron tan oscuros que Chaeyoung creyó que no podría controlarse —No te metas con mi omega si no quieres problemas, ¿Entiendes? —Exclamó con aquella gran voz.

—Eres una bebé de mamá que se cree que eres perfecta, a ver con cuánto pagas para que no sepa que ya no eres virgen y que sales con la sobrina de la servidumbre —Carcajeó la jovencita con sorna y Yeri se puso de todos sus colores. 

—¿Pero qué sucede aquí? —Se expresó Nayeon cuando llegó a detener la mano de su hija mayor que se alzaba en contra de su hermana. —¡Yeri no! —La tomó por el pecho, para apartarla. Vaya, ¿Cuándo había crecido tanto?, pensó. —¡Ya basta! ¿Qué le dijiste a tu hermana, Chaeyoung? —Le recriminó al instante pues, Yeri no perdía la paciencia tan fácilmente y aquella situación le parecía fuera de control.

—¿Qué le dije yo? Claro, si tu defiendes a Yeri como a una bebé y papá siempre tiene muchas cosas más importantes en las que ocuparse —Recriminó la menor y Nayeon se acercó a su hija con preocupación. 

—Pero claro que no cariño, ¿por qué dices eso? Yo te adoro y tu padre también, Chaeng, no... 

—¡Ay ya basta mamá! Deja de fingir un amor que nadie siente, nadie puede amar a alguien que no conoce... 

—Te conozco muy bien cielo, lo que sucede es que no puedo adivinar que es lo que sientes si tu me alejas cada vez más. —Murmuró al darse cuenta que la distancia entre su hija y ella era lo que más le dolía. Maldición, ella había soñado con tener hijas para resarcir el maldito error de su madre y vaya que se había esforzado.

—No mientas mamá, no haces ni el más mínimo esfuerzo por acercarte a mi. Solo tienes ojos para Yeri y ni hablar de papá, se van a arrepentir de sobreprotegerla, ella no es tan perfecta como tu crees... —Musitó la menor con molestia y Nayeon la miró llena de intrigas. 

—¿De qué hablas? —Cuestionó viendo la palidez de su hija mayor. 

—¡Ya cállate idiota! —Exclamó la alfa y la jovencita sonrió de lado. 

—Tu no sabes nada mamá, desde que te enteraste que papá te engañó, ignoras la vida como si no estuviera sucediendo nada a tu alrededor. Pero claro, que puedo esperar de esta casa sumida en la opresión en la que nos criaste ¿Y todo para que? ¡Si al final no te sirvió de nada, porque de todos modos perdiste a mi papá! —La mujercita se tomó la mejilla una vez su madre le dejó el cachetazo que se merecía por el atrevimiento que se tomó al lanzar esas palabras.

—Ten en cuenta algo niña, yo no perdí a tu padre, fue él quien me perdió a mi. —Gruñó con la voz demasiado dura. Luego observó a ambas con total seriedad. Yeri estaba llena de asombro, muy incómoda y Chaeyoung totalmente avergonzada. —Métete a tu habitación y no salgas de ahí por lo que resta del día. ¡Largo! —Ordenó la pelimiel y la muchachita salió corriendo de allí. Lo siguiente fue observar a su hija mayor. —Hablaremos y me aclararás lo que tu hermana quiso decir —Le advirtió, mientras se metía en su recámara como quien lleva una pesada carga. 

Nayeon observó las puertas de las dos habitaciones con total preocupación, no hubiera querido estallar de ese modo con Chaeyoung, pero ella necesitaba un límite y ¡Por todos los cielos! Lo había intentado absolutamente todo y ella no la dejaba entrar en su vida. Quería arrullarla entre sus brazos, suplicarle que la perdone por haber sido tan impulsiva y que la deje entrar en su corazón, pero esta vez no iba a ceder. A paso lento ingresó en su recámara y Yejun le miró fijo una vez ella estuvo dentro. Su aroma fuerte parecía fastidiarle la existencia, en ese preciso instante.

Nayeon lo admiró un instante. Él había estado allí oyéndolo todo. Maldita sea, creyó que estaba en su despacho bebiendo una copa o leyendo algún documento como siempre lo hacía después de la cena. 

—¿Asique... ya te perdí? —preguntó el alfa, una vez se puso de pie para enfrentarla. La omega bajó la vista no pudiendo retener esa mirada. ¿Por qué la imponía tanto? Él no era mejor que ella, se recordó. 

—Me iré a dar un baño. —Respondió escapando de su alcance.

Yejun se la quedó viendo mientras claramente se escapaba de él, ella estaba sospechosamente inestable. Se quedó viendo en dirección hacia la puerta del baño, mientras la analizaba. 

—Mju, perder. Yo nunca pierdo. —Murmuró aquel hombre como si le respondiera al desafío. 

Cuando el agua caliente la cubrió por completo, instintivamente cerró los ojos para sentir la sensación. Era lo único más cercano que tenía a todo lo que Jeongyeon le hacía sentir. Ella habitaba allí, en su cuerpo, en su piel y si ese era el único modo en el que podría tener a esa alfa cerca, pues se quemaría bajo la lluvia si fuera necesario. 

Las imágenes la arrollaron. El modo en el que la sujetaba, en el que la tocaba, en el que la sentía contra su piel, enlazada entre sus piernas... 

—Me gusta tanto, solo necesito de su voz y de su aroma para conseguir lo que mi cuerpo necesita, Nayeon ¿qué está haciendo conmigo? 

La pelimiel se abrazó luego de recorrerse con el jabón de baño y percibir con fuerza su dulce aroma floral que a ella tanto le gustaba percibir. Cielos, la alfa llenaba de detalles cada instante, que se impregnaban en su mente. 

Cuando estuvo de regreso en la habitación, su esposo ya dormía. La omega agradeció que no hubiera insistido en aquella conversación, ni que quisiera saber porque se había negado a estar con él. De todos modos no sabría qué responderle. 

Nayeon entendió entonces porque su actitud durante los últimos dos años, era el mismo tiempo en el que había comenzado su infidelidad, analizó. Era el sacrificio de vivir el adulterio, la exclusividad que exige el cuerpo y la mente por esa persona que no vive contigo pero que arde dentro de ti. Nayeon lo comprendió. No podía creerse capaz de justificar sus acciones, pero lo hacía. Suspiró viendo hacia el techo como si se le abriera un universo paralelo, pero no, tan solo era su interior alborotado que no le permitía dejar de pensar en esa alfa, Yoo Jeongyeon. 

Despertó por la mañana sin ganas de levantarse. Se encontraba muy cómoda en su cama, debido a que su esposo no estaba y de seguro ya se habría ido. Pidió el desayuno en la cama y abrió el libro que Sana le regaló el día de su cumpleaños. ¡Al demonio con las obligaciones! ¿Qué es lo que tenía que hacer realmente? Vivía revoloteando aquí y allá, pero nadie se percataba de todo lo que realmente hacía. 

"¿De veras no te haz quedado en la cama hasta el mediodía, ni siquiera una vez?" Recordó la voz de su mejor amiga. Claro que no, ella no tenía permitido estar haciendo nada. "¿Quién demonios dijo que no?" Se preguntó entonces, cerrando el libro en el cual no pudo concentrarse después de un rato. El cielo se había despejado ese día, y su corazón también. Sonrió agradaciéndose a sí misma por ese momento de paz, no estar corriendo detrás de Chaeyoung para que comiera y de Yeri para que le dijera a dónde se dirigía y cuando regresaría, hacían del día más llevadero. 

De su par de niñas, fue informada hacía un rato que Chaeyoung había sido llevada al colegio, aunque no había desayunado, como se temía. De Yeri no supo, según el horario, quizás se había ido más temprano también.

—¿Má? —La sorprendió la joven alfa, metiendo la cabeza por la puerta de la recámara. La misma no pudo evitar sonreír ante su acción, aunque estaba molesta por lo de la noche anterior. —Ya me voy a la universidad. —Dijo, ingresando con toda confianza al ver su sonrisa de regreso, al menos se aseguraba de que ya no estuviera molesta. 

—Esta bien mi vida, ¿desayunaste? —preguntó recibiendo el beso que ella le dejó sobre la mejilla. 

—Si má, aunque me extrañó no verte allá. ¿Te sientes bien? —preguntó, aunque no era preocupación lo que se vio en su mirada, pensó su madre mientras entendió la curiosidad en insistir con esa pregunta. 

—Estoy muy bien hija, no te preocupes por mi. —Le advirtió —Sólo me tomé el día. —Justificó su ausencia y ella asintió ante sus palabras. 

—Pues me parece perfecto má, nadie más que tú se merece un descanso de todo lo que haces por todos. Disfrútalo. Te amo. —Dijo la muchacha, luego que se apartaba lista para retirarse. 

—¡Y yo a ti! —Respondió la omega.

El sonido de la llegada de un mensaje en su teléfono, acaparó la atención de la mujer, luego de un breve instante de silencio. Nayeon miró al móvil sobre el mueble y luego a la puerta cerrada.

Se removió inquieta, antes de tomar el aparato entre sus manos y abrir un nuevo texto.

<Buenos días, sol de mañana. 
09:00 a.m 

>Buenos días. Lo siento. No soy buena para esto. ¿A estas horas se despierta? 
9:06 a.m 

<Gracias por hacerme reír al inicio del día. Despierto a las seis todas las mañanas. Me contengo desde entonces, esperando un horario prudente para hablarle.
9:06 a.m 

>Me gusta que se ría. ¿Tan temprano? Me despierto a la misma hora que usted, pero prefiero no levantarme sino hasta las ocho, a esas horas ya da el sol. 
9:06 a.m 

<¿Qué hace mientras espera a que sean las ocho? ¿Piensa en mí?

9:07 a.m 

>Vanidosa. Si le tengo que ser honesta, me encuentro sola y no pienso hacer absolutamente nada esta mañana.
9:07 a.m 

<Hablemos, por favor ¿Está sola? 
9:07 a.m 

>Es lo que dije, Señorita Yoo Jeongyeon.
9:08 a.m 

<Pude oír el tono de su voz nombrándome, mi señora Nayeon...
9:08 a.m 

>¿Y me recuerda muy a menudo? 
9:08 a.m 

<¿Dijo que estaba sola? 
9:08 a.m 

<Es lo que dije. 
9:09 a.m 

El móvil entre sus manos timbró irrumpiendo en el silencio de su recamara y Nayeon se apresuró a trabar la puerta de la habitación, antes de tomar la llamada. 

—Hola... —Se oyó su voz acaramelada y la alfa sonrió del otro lado, rodeando la silla para observar la agitada ciudad por su ventana. 

—Hola hermosa, ¿cómo amaneció? —preguntó la castaña, con entusiasmo en su voz y Nayeon sonrió a su par. 

—Muy bien, ¿y usted? —Volviendo a meterse en la cama. 

—Pues, muy bien también. —admitió la pelicorta, con esa picardía que le caracterizaba. —Quería hablar con usted respecto a esa pregunta que me hizo hace un momento, ¿Cómo iba? —Bromeó, oyendo su risa. —¿Que si la recuerdo muy a menudo? —Murmuró con ansiedad. 

—Me dio curiosidad por saber... —Respondió la omega, con su timidez. La alfa disfrutó del sonido de esa sedosa voz. 

—A todas horas la pienso. —Le respondió de modo intempestivo. —Pensé que ya se lo había hecho saber... —Recordó el instante en el que se lo decía junto al oído el día anterior, cuando ella lo había confesado primero. 

—Lo hizo... —Recordó con los ojos cerrados mientras suspiraba, al recordar su encuentro del día anterior. 

—No... no Nayeon, no suspire de ese modo, o me va a obligar a ir hasta donde se encuentra, para demostrarle con cuánta fuerza la pienso. —Le habló ronca, sintiendo como su loba se aceleraba en su interior. 

—Jeongyeon... —Jadeó la omega, como si la estuviera reviviendo en su mente. 

—Me gustaría saber qué es lo que hace cuando me nombra, cuando me piensa, mi señora Nayeon... —Cuestionó la menor, mientras su mente le jugaba una mala pasada al imaginarla en su cama, a solas, tocándose al recordarla. Aquel pensamiento le secó la boca. 

—No podría describirlo... —Susurró la pelimiel fuera de sí y Jeongyeon no dio crédito a lo que oía. 

—Yo sí puedo... —Respondió, ganándose un gemido de su parte. La erección le incomodó en sus pantalones ante aquella imagen que se incrementaba en su mente.

Nayeon era una diosa que dominaba todos sus pensamientos, más aún cuando la imagen de su cuerpo desnudo vivía con tanta fuerza dentro de su mente.

—No se atrevería... —Le retó ella y la alfa carcajeó. Aún tenía tanto que conocer sobre ella.

—Me fascina que me rete, mi señora Nayeon... —Admitió —No paro de imaginarla, ¿Usted haría algo por mi? —preguntó ansiosa por ver hasta dónde era capaz de llevarla. 

—Lo que me pida... —Respondió instantáneamente y Jeongyeon rió ronca con satisfacción, ante esa respuesta. 

—Desnúdese para mí, Nayeon. —Musitó sin pena.

La omega tragó, observando la camisola que utilizaba para dormir. Al menos no sería tan difícil, ya que solo llevaba puesto eso y sus bragas. 

—¿Ahora? —Dudó la mayor. 

—¿Confía en mí? —Le cuestionó y su corazón se paralizó cuando la omega se tomó su debido tiempo para responder. 

—Sí. Si confío en usted. —Aceptó colmando de deleite a la alfa del otro lado del teléfono. 

—Haga lo que le indiqué. —Señaló, una vez se sostenía del brazo de la silla y sostenía con fuerza el teléfono junto a su oído. 

—Ya... —Dijo una vez se tapó con el cobertor y por ninguna razón abrió los ojos. 

—Que bien... ¿Tiene los ojos cerrados? Si no es así, ciérrelos —Habló nuevamente, erizándole la piel con su tono de voz y sus exigencias, a ella le gustaban todas las palabras que salían de la hermosa boca de esa alfa.

—Los tengo cerrados. —Aceptó y se removió. 

Jeongyeon sonrió de lado, remojándose los labios para empezar con su relato. 

—Suéltese ese labio Nayeon, o me veré con la obligación de ir por usted yo misma... —Murmuró, imaginando que ella se mordía los labios de la impaciencia. La pelimiel gimió ante su coincidencia. 

—¿Cómo lo supo? —preguntó, con la voz agitada y la alfa rió, deseando estar a su lado. 

—Luego hablamos de ese asunto mi señora Nayeon, ahora le voy a describir lo que me imagino que hace cuando me piensa y quiero que lo haga realidad para mi... —Habló mientras aflojaba el listón que adornaba el cuello de su camisa y se desabotonaba el primer botón que comenzaba a ahogarla. 

—Haré lo que usted desee, Señorita Yoo... —Respondió y la alfa tragó ante la promesa en sus palabras. 

—La veo. Su cuerpo desnudo sobre la cama, cubierta por el pudor que emerge de su mente, aunque la pasión enciende el ámbar en su mirada, Nayeon como me gusta su mirada... —Murmuró la castaña, dejándose llevar por su imaginación. Nayeon se removió, empuñando las sábanas en su mano libre, con la otra sostenía muy bien el móvil contra su oído. —Tomo su cabello claro entre mis manos, disfruto del calor de sus mejillas ardientes y recibo el modo en el que su cuerpo se expande como una flor ante mis ojos... quiero estar junto a usted, ¿me lo permite? —Consultó y la omega se removió sin poder contenerse. 

—Oh, sí... —Aceptó de inmediato. La alfa resopló ante el deseo que oyó en el tono de su voz. 

—Me encuentro junto a usted ¿no me siente? Recorro con mis manos su mejilla, el largo de su cuello, la sensibilidad en su piel. Si pudiera me la comería con la mirada... véame. —Suplicó la castaña, también perdida en sus propias palabras. Nayeon le regaló un gemido que la dejó aún más dura que antes. 

—Jeongyeon... —Murmuró, con su voz rasposa y se tomó el labio inferior mientras recorría el trazo que la alfa le indicaba. 

—Estoy junto a usted, quiero hacer más, ¿Me lo permite? —Musitó, imaginando el recorrido de sus dedos por su piel clara, deseando llenar sus manos de ella, con imaginarla nunca bastaba. 

—Si... —Aceptó la pelimiel. Le hubiera entregado su alma si se la pidiera en ese preciso instante, pensó. 

—Esa boca que me llama, es la dueña de todas mis fantasías señora Nayeon, usted es la dueña de todos mis deseos. Siéntame, no puedo dejar de tocarla. —Tragó, sintiendo el calor de su piel en la suya. La extrañaba más que antes y tan siquiera hacía veinticuatro horas de la última vez que la había visto, ¿qué clase de brujería era esa? 

—Si alfa... —Aceptó mientras se recorría con su mano libre. Inició un sendero por sus pechos y presionaba la piel de sus muslos, como la alfa solía tomar allí, con firmeza. Un nuevo gemido se escapó de sus labios entreabiertos, su cuerpo se arqueó. Jeongyeon imagino absolutamente cada uno de sus movimientos.

—Me vuelve loca, necesito oírla, tómese y profane mi nombre mi señora Nayeon. Siéntame, estoy ahí, quiero todo de usted, quiero que se escurra por mi... —Habló ronca y la omega se dejó llevar por el tono seductor de su voz. Sus mejillas se encendieron y su cuerpo vibró de solo imaginarla allí.

—Ah... Jeong—Jeongyeon, l—la necesito... —Jadeó las palabras y la castaña las tomó, no podía más. Necesitaba su cuerpo junto al de ella, para poder sentirla. Ese juego se le había salido totalmente de control. 

—Y yo la necesito a usted, no se imagina cuanto. —Gruñó, cuando se propiciaba caricias en su nombre. 

—¡Jeongyeon! —Rugió la omega, su nombre se oyó a través de la línea y su cuerpo se entregó a las caricias de su mano. 

—Acábelo Nayeon, termine con toda esta agonía, necesito oírla llegar... —Susurró casi sin aliento. 

Se nombraron en la liberación, Jeongyeon le prometió que cumpliría con su relato y Nayeon le aseguró que estaría ansiando ese momento. Todo se perdió allí, en la intimidad de una inocente llamada.

~"¿Es lo que haces, es lo que ves?
Se que te estoy embrujando 
Y tu me estas embrujando a mi
¿Es a donde vamos, es a donde estaremos?
Se que estoy en ti, estoy en ti
Tú debes estar en mi.
Mi corazón susurra, un fantasma en la cama (...)
Estoy en ti, tu debes estar sobre mi..."

¡Hola buenas!

Me encanta ese fict♡

¿A ti también? Coméntame tu opinión.

Estaré esperando, tu JazUnnie🌻

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