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4: "𝑪𝒐𝒎𝒑𝒂𝒏̃𝒊̄𝒂 𝑪𝒐𝒓𝒓𝒆𝒄𝒕𝒂"

Flash 

¿Qué significaba todo lo que había sentido cuando esa preciosa alfa la miraba con todo y sus secretos más oscuros? Indagó Nayeon en su interior. Su piel había quedado total y completamente a la defensiva. El hombre junto, le tomó la rodilla con posesión y ella se sobresaltó.

No, no estaba pensando en él. Después de tantos años, no estaba pensando en él mientras se le erizaba la piel por la expectativa. Se removió incómoda, inventando una molestia que no sentía, quizás si le había molestado que se fuera a atender esa llamada, pero sus pensamientos estaban en esos ojos tan oscuros, los cuales le habían recorrido con lo que fuera que estuvieran intentando decirle, era prácticamente lascivo y a ella le había gustado, había despertado sus sentidos más ocultos y se notaba con claridad, aunque su esposo ya no supiera reconocerlo en ella. "Que decepción", pensó. Después de todo lo que habían transitado como pareja, ¿Todo fue un espejismo, una simulación? Se cuestionó la omega, buscando entre sus recuerdos sí alguna vez se había sentido así a su lado, pero no encontró algo parecido y eso hacía sentir miserable a su omega, su alfa infiel la hacía sentir miserable. 

Cada quien estaba perdido en sus pensamientos en el transcurso de regreso a la casa. Yejun unió las cejas al ver que se apartaba de su toque como si trajera la peste. Sabía que había hecho mal en apartarse a tomar la llamada de Yuna, pero aquella mujer se negaba a acabar su relación y él era débil a sus súplicas, la quería, ¿la amaba? No había una respuesta segura. Lo único seguro era que la omega se encontraba desesperada, temía de que tomara la estúpida decisión de presentarse frente a Nayeon y confirmar todas sus dudas. 

Por tales motivos no era un buen plan ignorarla, aún cuando él no confirmara la hazaña frente a su esposa, Nayeon podría darse cuenta de su necesidad de retenerla en su poder, y no estaba dispuesto a acabar con la estabilidad de su matrimonio. Su esposa lograba que lo bueno funcione y no se acabaría hasta que él deseara lo contrario, sobre todo porque arruinaría su gran reputación, eso dejaría mucho que desear de su persona y no podía darse ese gusto.

Entonces la estabilidad pendía de un hilo cuando ella se molestaba, notaba con que facilidad Nayeon perdía la paciencia en aquel último tiempo y no quería tirar de esa cuerda, prefería llevar la fiesta en paz, aunque eso lo obligara a tomar posesión de algunos sentimientos que ya no le atraían tanto como antes. 

Nayeon a sus ojos era una omega muy bella, agradable, sociable y encantadora, además de que había sido una excelente madre y esposa, la vida 'funcionaba' con ella, pero por alguna estúpida razón que ni siquiera él comprendía, no había sido suficiente para su cama y eso le había jugado demasiado en contra. Lo había arruinado dándole lugar a la traición y podría volverse irreparable si no lo detenía de una vez.

—¿Qué sucede? —preguntó él, una vez notaba la tensión creciendo en el ambiente y no había estado así de cargado desde que ella se había tomado el atrevimiento de reclamarle sobre su infidelidad. 

—Nada, como siempre. No te preocupes. —Respondió su sarcasmo, dándole a entender que nada le importaba. 

Maldición, claro que le importaba, pero ella ya no cabía en ese tipo de 'intereses' en su vida y había sido totalmente involuntario desplazarla, ¿cómo explicárselo? Si ni siquiera él podía aceptar aquella idea. 

—No empieces con tus juegos de palabras Nayeon, habla claro de una maldita vez, ¿qué quieres? Ya no quiero discutir contigo. —Advirtió con seriedad, una vez se encontraban cruzando el parque de su casa. 

—Pues entonces no preguntes qué es lo que yo quiero, porque no vas a querer discutirlo. Deja de fingir interés en mis asuntos y ya. —Admitió y con esas últimas palabras sostuvo con fuerza la prenda que le abrigaba los hombros y se bajó del auto, huyendo de él. Yejun respiró buscando la paciencia para enfrentar esa tormenta. 

—No estoy fingiendo interés, por favor Nayeon, hablemos sin discutir. —Suplicó, yendo detrás de ella. La estela que desprendía su suave y dulce aroma lo invadió por un instante. —Podíamos hacerlo hace algún tiempo... —Recordó y ella le miró como si le hubiera propiciado un puntapié.

—La diferencia está en que hace algún tiempo tu no me engañabas y yo parecía ser el centro de tu mundo... —Le dijo con un nudo en el estómago. —Hace algún tiempo Yejun, no mucho, el amor parecía ser la clave de la felicidad de nuestro matrimonio y ahora... —Presionó los dientes. "No Nayeon, ya no te expongas delante de él" Se advirtió la omega. 

—Ya basta por favor, no nos castigues más con tus suposiciones tontas... —Dijo con tal cinismo, mientras acercaba sus grandes manos hacia sus mejillas para acariciar lo suave en su piel. 

Ella era magnífica y él era un imbécil pero, aunque el karma lo arrollaría en algún momento, haría cualquier cosa para proteger ese matrimonio. Sus aspiraciones eran muy claras y era fiel de sus propias decisiones.

Manipulación, le llaman. 

Nayeon cerró los ojos por un instante, intentando estabilizar sus emociones, él era demasiado cobarde para aceptar su doblez y ella se sentía demasiado débil para pelear por ello y siquiera podía soportar sus feromonas, su aroma que aún seguía tan vivaz. Lo detestaba.

Más no supo en qué instante, pero tenía el cuerpo de su esposo sobre ella y sus labios sobre su piel. Todo en él se le hacía muy grande e imponente, como si tuviera prisa por poseerla, como si tuviera algo que demostrar "Si tan solo tuviera la compañía correcta" oyó en su interior a aquella voz femenina y atractiva, y a su mente llegó el exorbitante afán en esos ojos oscuros de alfa. El vacío inmenso que su esposo le había provocado con su rechazo y su indiferencia, se profundizó con la frivolidad de sus caricias. Él le dolía hasta en la hipocresía de sus caricias.

Había sido felíz, pese a la inestable relación que llevaba con su madre, con su padre tuvo una muy unida hasta que él perdió la vida demasiado pronto debido al cáncer. ¿Fue ese vacío a su corta edad de quince años?, ese que le había dejado un hueco irreparable con la partida de su padre, ¿Sino que había sido lo que la había llevado a buscar padre en alguna parte? En aquel instante en el que Kim Yejun le demostró su facilidad para comprender todos los problemas que le confundian en su personalidad y que con su comprensión colmaba ese extenso vacío, había cedido toda su voluntad casi que sin replicar, después de haber decidido darle el sí. 

Eso era lo que ella se sentía, su hija, su empleada o lo que sea que encajaría en aquel estereotipo que él había formado durante los últimos veinte años en ella. Había sido muy ágil, ella era excelente, estaba moldeada para él y apenas comenzaba a notarlo. "Nayeon, tu obligación es estar en la casa" "No rías así, te ves tonta" "Baja los codos de la mesa" "¿Qué haces ahí oyendo?" "¡Que le bajen el volumen a esa cosa!" "¡No seas tonta, hazme el favor!" "Tu no opines" "Eres una inútil cuando quieres" "Soy YO el que mantiene MI casa, por lo tanto seré yo quien tome las decisiones aquí" pero el último le había dolido aún más: 

—¿Aún tienes deseos? —preguntó junto a su mejilla y ella le miró presionando los dientes en medio de aquella lamentable escena. Ya había llegado demasiado lejos con su soberbia. Ella le detuvo, apartándose de su alcance con determinación.

—¿Tú no? —Cuestionó, furiosa, sin dejar de sostenerle la mirada. 

No podía ser tan cobarde. Por supuesto que sí los tenía, solo que los vivía con aquella descarada mujer, ¡Si ella los había visto! Y si no se lo había dicho, era para no humillarse más de lo que él lo haría al descubrir que se había atrevido a seguirlo, porque siempre cambiaba todo para que se viera a su favor y ella quedara como una idiota.

—¿Tú sí? —Quiso saber, aunque con esa sonrisa irónica en sus labios. Ella le hubiera golpeado si tuviera el valor suficiente para hacerlo. 

—Pues sí, sí los tengo. Pero a excepción de ti, no me entregaría a cualquiera por ellos. —Le golpeó. Sus palabras eran su única defensa. Yejun le miró molesto. 

—Ya vas a comenzar con lo mismo. No seas ridícula, Nayeon... —Siempre intentaba minimizarla cuando sentía que perdía la razón, ese era el método que siempre le funcionaba para modificarlo todo a conveniencia y hacerla sentirse como una tonta, pero ya no sería así...

—Eres tan cruel... —Murmuró con la voz débil, una vez se ponía sobre sus pies y se encaminaba al baño. Aunque no podría retener el llanto, no lloraría frente a él, no esta vez. 

—Lo siento Nayeon, no quiero hacerte daño. Pero tú jamás te detienes con esa idea absurda de que te estoy engañando... deberías dejar tus celos de un lado por una vez ¿no lo crees? —Dijo con la voz sospechosamente suave, detrás de la puerta. 

Siempre era del mismo modo, el hombre era una torre de frivolidades y demasiada vanidad. Su omega ya no se sentía a gusto desde que podía ver con claridad todos y cada uno de sus horribles e intencionales defectos, por el contrario, él comenzaba a ser culpable de que el vacío en su interior se hiciera irreparable y que lo que alguna vez sintió por él, se esfumara en el aire, hacía que el pasado regresara a atormentarla... 

—¿Sabes? Podré tener ridículas pasiones e ideas absurdas, pero tu... tu no eres mejor que yo. Al menos no tengo una relación fuera de este matrimonio y soy lo suficientemente cobarde como para negarlo sin escrúpulos. —Respondió sabiendo que aquello estaría siempre en medio de esa relación, aunque él se empeñara en ocultarlo.

—Contigo no se puede... —Respondió al final. —Te arrepentirás de haber sido tan injusta conmigo, Nayeon. —Prometió el alfa en vano, mientras se apartaba de aquella habitación con pura molestia. 

La omega se rodeó entre sus brazos, con los ojos cerrados. Sus lágrimas recorrieron sus mejillas, pero lejos de revivir aquel instante, allí estaba otra vez las intenciones de esa intensa mirada de alfa. Definitivamente había algo que le estaba queriendo decir el recuerdo incesante de esa desconocida y no la dejaría descansar hasta descubrirlo. 

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Nayeon se había puesto de pie una vez oyó su respiración pausada junto a su oído. La observó detalladamente por largo rato, luego de rodear la cama buscando su ropa, para vestirse y así poder regresar a casa. Nada de lo que había sucedido parecía real, tampoco podía creer que lo fuera. Prácticamente se había arrojado a los brazos de otra alfa, su loba bailó y ella tragó nerviosamente.

La nobleza en la desnudez de su cuerpo sobre la cama en donde la había recorrido con todo y su piel, la asombrosa sensación que le había hecho sentir de principio a fin, el sublime modo con el que le había enseñado a comprender que, el interés era una gran base de cualquier relación. "Si tan solo tuviera la compañía correcta" allí estaba la respuesta. La buena compañía, el interés, el verdadero deseo... Ella era magnífica, concluyó tomándose el labio inferior, sin dejar de admirarla, embelesada. 

Pero por más maravilloso que hubiera sido todo junto a esa alfa, Nayeon sabía que suponía una estupidez de su parte, que no tenía escrúpulos, como lo hacía su esposo hipócritamente al regresar a casa y dormir en su cama cada noche después de verse con esa omega, pero aunque no se arrepentía en lo absoluto de haber conocido el universo de respuestas con esa mujer diez años menor, sentía opresión en su interior y no entendía aún por qué. 

—¿Nayeon? —Murmuró la alfa con la voz somnolienta, al hallarla tan pensativa al pie de la cama. 

Nayeon la atendió de inmediato una vez le oyó murmurar su nombre y la menor pudo ver las dudas y los demonios en sus vidriosos ojos. Jeongyeon se levantó, para cubrir su desnudez con su blusa, antes de acercarse para rodearla con sus brazos. La omega meció la cabeza varias veces cuando la abrazó suavemente contra su cuerpo.

—Lo siento... —Sollozó involuntariamente, enloqueciendo a la loba de su acompañante, quien no se tardó en buscar algún modo para contenerla. 

No lo había comprendido hasta ese instante y tardaría mucho en entender que quizás el amor se había acabado hacía mucho tiempo, ¿Cuándo? Se preguntó Nayeon. No lo sabía y quizás fuera algo más de lo que debía analizar, porque se recriminaría todo ese tiempo que había desperdiciado junto a alguien que no la hacía sentir absolutamente nada más que angustia, incomodidad y dolor.

Jeongyeon la rodeó y eso bastó para que la omega se derrumbara dentro de sus fuertes brazos. Un absorbente aroma a tristeza ocupó el espacio y la alfa se sintió tan culpable.

—Tranquila. Estoy aquí, no está sola, ¿de acuerdo? Puede llorar... —Murmuró junto a su oído y ella levantó la mirada húmeda para verla a los ojos. 

Jeongyeon saboreó el magnetismo que compartía con su hermosa mirada clara como el agua, luego acercó sus pomposos labios y con ellos besó cada centímetro de los suyos, para sentirlos suavemente. Una de sus manos le demostraba su más sincero apoyo con una suave caricia que recorría detrás de su oído y descendía por su cuello hacia la base del mismo. Nayeon recibió la caricia con los ojos cerrados, sintiendo tantas culpas atormentarla en su interior, no querría haber tenido que utilizar esos recursos para entender sus dudas sobre la vida, hubiera querido que las cosas se llevaran de otro manera.

—Me siento tan mal... —Le confesó la pelimiel, intentando apartar la mirada de la alfa. 

Jeongyeon contuvo el aullido de su loba y asintió, comprensiva, quizás era muy válido que ella se sintiera arrepentida de ese encuentro, pero la alfa no podía evitar sentirse decepcionada de que le afectara tal punto. ¿Acaso ese encuentro no había sido igual de increíble para ella? Por un instante, la castaña presionó el abrazo y se sintió reconfortada de que ella correspondiera en el silencio. 

—Es natural. Pero no se preocupe, regresar con la misma moneda que le pagan a uno, no siempre está del todo mal, hay quienes se lo merecen... —Le sonrió con amabilidad y Nayeon sintió más culpa, pero no por su esposo como notó que la alfa creía, sino por ella, por lo que había hecho, por aquella situación que la dejaba completamente confundida en la deriva de un futuro totalmente incierto. 

—Es que no siento culpa por Yejun...—Meció la cabeza sin poder mirarla a los ojos, se sentía responsable porque la había utilizado, ¿o no? No, por supuesto que no, ella había sido sincera con aquella joven mujer desde el primer instante.

—¿Y entonces? —Se abrumó la alfa, de pronto. Levantó su mirada desde su mentón y Nayeon dejó caer varias lágrimas más. 

—Es por usted... y por mi. —señaló con sus manos. —No tenía derecho a arrastrarla de este modo tan bajo, usted es una buena persona, sin compromisos, honesta y yo solo... —El silencio se hizo en la habitación cuando Jeongyeon interrumpió la torpeza en sus palabras con un beso tan sentido y que por un momento la hizo olvidar todo lo que aquejaba en su alma. 

Jeongyeon lo comprendió, no era una idiota y no le hacía falta analizar demasiado lo que la confundía tanto, pero Nayeon era demasiado inocente para creer que la había engañado. La alfa se había aprovechado de la situación y era muy consciente de lo que había sucedido entre las dos.

El beso se fue intensificando cada vez más. Nayeon le correspondía espontáneamente, como si besarse con esa alfa castaña, más alta y tan bella que le ardía fuera innato para todo de ella, sobre todo al sentirla cerca de su piel. Jeongyeon dejó caer el blazer que se había alcanzado a vestir la omega y Nayeon se abrazó a su cuerpo, como si no quisiera que la apartaran de allí, jamás. La piel se le encendía muy fácil junto a Yoo Jeongyeon.

—No soy tonta señora Nayeon... —Murmuró sobre sus labios una vez, recorría la tensión de su mandíbula con sus labios. —Sé muy bien qué es lo que hizo, no soy una mocosa ingenua a la que usted puede manipular con sus artimañas de dama despechada... —Sonrió de lado cuando ella le miró con los ojos muy abiertos del asombro. 

—Jeongyeon no... —Gimió desconcertada —Yo no quise... —Intentó, pero la alfa tomó posesión de aquel par de labios que le habían regalado una satisfacción inigualable durante esa noche.

Dedujo que podría haberse sentado a oír sus explicaciones, pero ambas se habían aprovechado de la otra al final, Jeongyeon de su desesperación y Nayeon de su amabilidad, entonces concluyó que era un empate con el destino y que el juego lo ganaron ambas al cruzarse en el universo y coincidir. 

Jeongyeon se concentró en adorar su cuerpo de punta a punta, de nueva cuenta. Le fascinaba ver como esa omega correspondía con los vellos de su piel que se erizaban como si sintiera la brisa fresca sorprendiéndola, con el sonido de su voz quien le nombraba sin aliento, con la erección de sus pezones que se sentían firmes contra los suyos, deseosos de su atención, con la temperatura de su cuerpo que amenazaba con quemarla y traspasarle la piel, con la satisfacción de su mirada cuando la orillaba al orgasmo.

Todo en Im Nayeon despertaba su interés y la tomaba prisionera de un hechizo, lo supo cuando sumergió sus labios en el centro de su ser y ella no la decepcionó. Fue tan breve lo que tuvo que hacer, pues Nayeon estaba tan alerta y sensible, que no tardó en estallar en millones de cristales desde su interior, compartiendo con ella la miel de su esencia. 

No hubo nada que Jeongyeon no haya probado de su cuerpo en esa noche, había exculcado hasta el último de sus secretos y estaba satisfecha cuando la omega le miraba con esos ojos tan tímidos y curiosos, expectante por lo que fuera hacer la próxima vez. Si, definitivamente Jeongyeon deseaba descubrir el mundo para ella.

Nayeon se sintió deseada por primera vez en tanto tiempo y se reflejaba en el destello que iluminaba su mirada, cuando le veía desde donde reposaba.

—Me tengo que ir ya... —La buscó, una vez levantaba su rostro, el cual tenía pegado en su hombro izquierdo. 

Jeongyeon comenzó una incesante caricia hacia su muslo, que le cruzaba el estómago como si inconscientemente no pudieran dejar de rozar sus cuerpos. 

—No se vaya, Nayeon —Suplicó besando su hombro y mirándola con el mismo deseo que se vislumbró en sus ojos la primera vez que la vió aquella noche.

Nayeon sintió escalofríos ante esa mirada incesante pues ya conocía de sus verdaderas intenciones y la tenían fascinada.

—Tengo que regresar a mi casa... —Dijo sonriendo ante los besos que la alfa comenzaba a distribuir sobre su hombro y cuello. Jeongyeon la miró al oírla.

—La dejaré ir, si me promete una sola cosa —Levantó un dedo especificando lo que decía y la omega sonrió al hallarla tan encantadora como la primera vez que la vió, en ese hoyuelo simpático que se pronunciaba en sus mejillas, en esos labios pomposos y magnéticos, en sus ojos que parecían cautivarla con tan solo dirigirle su atención, esa alfa enloquecía cada fibra de su ser.

—Dígame. —Apoyó su mentón allí, para atender a sus palabras. Si pudiera, dormiría a su lado todos los días de su vida, meditó. 

—Que no dejaremos de vernos, se lo suplico. —La rodeó con sus brazos y pronto la tuvo bajo su cuerpo. Una vez descansó un beso sobre la punta de su nariz, le miró en el ruego de su loba. —A partir de esta noche, ya no creo que pueda vivir sin usted... —Le confesó y la omega sonrió con una satisfacción que, está vez, encontró en lo profundo de su mirada.

La loba de Nayeon aulló de emoción ante el deseo de la alfa y su aroma incrementó en la habitación de modo tal que Jeongyeon no pudo evitar respirar de él, haciendo que la responsable se ruborizara hasta sus cabellos.

—De acuerdo, lo prometo. —Levantó su mano en señal de promesa y rodeó sus brazos alrededor de su cuello. —No merezco que se interese en mí, al menos si fuera una mujer libre yo no... —Jeongyeon la interrumpió, tapando sus labios con los suyos otra vez.

—No me importa. —Meció la cabeza. Su aroma se intensificó y Nayeon respiró para sentir calma y alivio. —Eso ya no importa ahora. Lo único que me importa, es asegurarme de que seguiré teniéndola en mi cama y en mi vida, mi señora Nayeon. No pretendo nada más, solo la quiero a usted... —Habló con total honestidad. 

Su vida tan o más vacía que la que esa omega vivía, se había iluminado por completo desde aquel instante. Para Jeongyeon, disfrutar relaciones de ocasión no era una opción, aquello no era su estilo, porque no encajaría en todo lo que reflejaba su alma, concordó Nayeon recorriendo su mejilla y el borde de su sedoso cabello color café con la punta de sus dedos. ¿De qué universo paralelo había salido esa mujer? ¿Era de allí? ¿Era real? Se preguntaba persiguiéndola con sus caricias y viendo como disfrutaba de ellas.

—No podría negarme a tan satisfactoria oferta. —Sonrió la pelimiel y la abrazó, apoyando su cabeza sobre su cuello para percibir cómo su aroma incrementaba ante su respuesta y se fundía con el suyo, muy allí. —Gracias Jeongyeon.

La alfa buscó su mirada y sonrió cuando ella correspondió sin siquiera dudar. 

—¿Por qué me agradece? —Creyendo que, quien debía de agradecerle era ella pues, la había escogido y se sentía más que afortunada de haber compartido aquel instante con ella, por eso no podía dejarla ir, de hecho comenzaba a temer por lo que comenzaba a sentir con tanta prisa y de lo que fuera a suceder más adelante. 

Nayeon compartía ese temor, pero extrañamente no quisieron compartirlo con la otra.

—Por haberme recordado lo que se siente ser una mujer libre. —Ella interrumpió sus pensamientos con sus palabras. —Me siento tan deseada por usted, que se me eriza toda la piel de solo sentir sus ojos sobre mi... —Murmuró, para que solo ella la pudiera oírla. Sí, Jeongyeon sonrió pues, lo había notado y le encantaba. —Eso solo me ha sucedido con usted. Gracias por mostrarme de lo que soy capaz de sentir aún. —Asintió en agradecimiento y la menor presionó su mano con la suya. 

—Me alegro de que al fin haya visto todo lo que yo veo en usted, mi Señora Im Nayeon. —Sonrió de lado mientras la acomodaba en sus brazos para disfrutar de un último abrazo. 

En el ventanal el cielo se veía pintado de color rosado, signos de que no había dejado, ni dejaría de llover tampoco aquel día.

Poco tiempo más tarde y como Nayeon lo sospechaba, nadie se había percatado de que no estaba en la casa. O eso se había imaginado, porque como dicen por ahí, "los secretos, tarde o temprano son propiedad del prójimo..." 

—¿De dónde vienes? —Se oyó hablar una voz muy grave a lo lejos, y su cuerpo tembló por completo, pero esta vez de terror. 

—Ash Yeri, ¡Por dios hija! —Se quejó por lo bajo y volvió a respirar. Había jurado que había oído a su madre en ella, aunque superficialmente se le pareciera mucho a su padre, definitivamente había heredado el tono de voz de su genética.

—¿Te encuentras bien? —preguntó la joven, acercándose a ella con un vaso de agua y la expresión de confusión.

Asombroso. Jamás había visto llegar a su madre al amanecer y menos en esas fachas tan... sospechosas, decidió la muchacha. Aunque estaba totalmente vestida, se veía algo extraño en ella y su actitud misteriosa. 

—Nada hija, ya sabes. Sana... —Bufó exageradamente. La joven la miró entre dudas. —Anoche la abandonó uno de sus amantes y parecía que se la llevaba el demonio. —Actuó, viéndola con nerviosismo. —Fui a apoyarla, ya que tu padre llamó para avisar que no llegaría. —"Otra vez" se repitió con reproche. Meció la cabeza removiendo esos pensamientos, desde esa noche ella ya no tendría mucho derecho de reprochar. El rubor se intensificó al recordar. Yerim meció la cabeza en desapruebo.

—Que mala onda con mi papá. No bueno, ya lo puedo imaginar, ¿ella está bien? —preguntó interesada con honestidad. Sabía que la extrovertida amiga de su madre sufría ese tipo de dramas de vez en cuando, pero aún le era extraño que su madre no hubiera llegado a dormir. 

—Si, la acompañé con una copa, luego de mucha insistencia debo admitir... —Se sonrió como si recordara y de hecho sí lo hacía, no podría evitarlo, sobre todo al encontrar estimulante su facilidad para justificar su ausencia con mentiras. —Y me quedé dormida en el sofá. —Dijo abrazándose el reboso que le cubría el pecho. Si apartaba la prenda, se vería que solo llevaba el sostén debajo del saco y no quería responder más preguntas. 

Al fin se ganó una sonrisa conforme de su hija ante sus palabras. Yeri asintió, pues aquello sí sonaba como un plan que hubiera hecho su madre, debido a que la misma acostumbraba a quedarse dormida en el sofá, quizás leyendo un libro o perdiéndose en sus propios pensamientos, muchas veces tuvo que despertarla en medio de la noche cuando regresaba de su trabajo. 

—Que bueno que te hayas ido a pasar el rato con ella. Después de todo, fue tu cumpleaños. —Recordando aquello, se acercó a su madre con culpa, la tomó de las manos y aunque seguía mirándole extrañada y con curiosidad, se recordó decirle. —Quería disculparme contigo por no haber podido cenar contigo y acompañarte anoche má, no quiero que creas que no quería, pero me tocó el turno de la noche y tenía que ir sin opción. —Volteó los ojos ante aquello. Nayeon sonrió ante el detalle de su hija y presionó sus manos con calidez. 

—Lo sé mi amor, sé que tienes obligaciones, pero te agradezco que te preocupes por mi. Estuve con Sana y... y la pasé muy bien, no tienes de qué preocuparte —Se recordó de responder una vez casi se vuelve a perder entre los recuerdos de la pasada noche. 

Yeri la besó en la mejilla y vio lo que casi no veía en su madre, que traía el cabello suelto. Pero hubo algo más que llamó en su atención, algo que no se esperaba.

—Me voy a acostar. Vete a descansar má, debe haber sido muy incómodo dormir en el sofá otra vez... —Dijo la joven, una vez se encaminaba a las escaleras. Nayeon sintió que su corazón latía muy de prisa, y se paralizó al ver que su joven hija no terminaba de irse, al encontrar su mirada algunos escalones arriba. —Te queda muy bonito el cabello suelto... —agregó con un guiño divertido. Lo siguiente fueron algunos pasos ruidosos, de los que daba cuando huía corriendo del baño. 

Nayeon dejó caer la bolsa, una vez se tapaba la boca sin poder soportar tanta presión, hubiera gritado si no fueran las cinco de la madrugada o quizás más tarde. Había sido mucho para ella "¿Y esa actriz de reparto que o qué, Im Nayeon?" Se reclamó internamente sin poder reconocerse. ¡Le había mentido a su hija! Se tapó los ojos, no creyendo la secuencia y se masajeó la cabeza en cada lado, intentando encontrar serenidad. ¡Qué descarada se debería de haber visto! Se peinó el cabello con los dedos, exhalando la tensión que se había ganado con su hazaña y los recuerdos volvieron a su mente. "¡Oh no!" Se dijo ahora delineando su labio inferior mientras su loba se emocionaba ante los recuerdos, ¿Cómo haría para vivir consigo misma sin recordar a aquella alfa en cada espacio de su piel? Cerró los ojos mientras se abrazaba con sus brazos y se dejaba llevar por los recuerdos.

—Oh luna, ayúdame... —Murmuró, una vez tomaba la bolsa de dónde la había dejado caer y se apresuraba a subir, para encerrarse en su recámara. Temía encontrarse a alguna de sus hijas en el camino y seguir respondiendo preguntas.

Aunque se podría haber negado a desprenderse de ese aroma que aún sentía en su nariz y que de seguro aromatizaba toda su piel, tenía que hacerlo.

Luego de un largo baño intentando aromatizar su piel con algo más lejano a ese delicioso cacao, se recostó, pero supo que por más que lo intentara, no podría dormir. Los recuerdos le asaltaban irremediablemente y no quería dejarlos ir, los tomaba uno a uno para exponerlos en las paredes de su corazón como una adolescente ilusionada, pues aunque sonara así de ridículo, no los podría dejar ir, no quería.

Yoo Jeongyeon llegaba a casa, tarde, muy tarde. ¿A casa? La tía Bae alzó las cejas en asombro, cuando vió que cruzaba el recibidor en su encuentro. 

—¿Avestrucito? —preguntó confundida y miró su reloj. ¿No se encontraba en la empresa a esas horas? Se preguntó internamente la omega mayor, con asombro. Su sobrina era una mujer inquebrantable con su rutina de trabajo, aquello era un verdadero milagro que debía indagar.

—¡Hola Bae! —Dijo la misma, muy animada y le plantó un beso tronado en la mejilla. La mujer se sonrió encantada pues, la alfa no la besaba así desde que tenía veinte años. Percibió su aroma en ella y otro más dulce que contrastaba y la acompañaba, colmando a la omega de más dudas y confusiones. Era olor a omega, estaba muy segura de ello.

—¿Cariño, estás bien? —Sonrío Bae, al ver una aún más grande pintada en el rostro de aquella mujer y sus ojos brillaban como faro frente al mar. 

—¿Bien? Más que bien, ¡Estupendamente! —Se expresó la castaña, mientras enganchaba su brazo con el suyo, besaba el dorso de la mano de la omega mucho mayor que ella, y la acompañaba en dirección a la cocina. 

Una vez allí, la tía Joohyun se dispuso a hacerle de desayunar. Fiel a la promesa que le había hecho a su hermana alguna vez, a su sobrina y a ese hogar, le servía aunque el servicio sobrara en la gran casa, había sido una madre para Jeongyeon y daba fe de que no se veía tan felíz desde que había conocido a Park Jihyo en un pasado bastante lejano. 

—Avestrucita, no quiero ser entrometida cariño, pero debes decirme porque traes esa sonrisa tonta en el rostro... —Dijo cuando le extendía una taza de café y algo para que acompañara la bebida. 

Jeongyeon se sonrió incómoda, de pronto se sintió acorralado por la mujer que la había criado con tanto cariño desde que tenía siete años. 

—Tu sabes que las cosas han sido diferentes desde que mi matrimonio acabó y Jihyo se llevó a las niñas. —dijo recordando por un instante el día que su ex esposa le pidió el divorcio y se mudó con sus hijas rumbo hacia otra vida. 

Bae Joohyun había sido testigo de que aquel suceso, había sido una transición bastante difícil para su sobrina y su loba, sobre todo por la ausencia de las pequeñas. 

—Si. —Aceptó. Aunque la tía Bae se moría por despotricar contra aquella omega que se había mostrado tan insensible en un pasado, supo aceptar que Jihyo tenía razón ante la actitud repentina de Jeongyeon en aquellos tiempos. Pero no podía evitar recordar que, si fuera ella, se hubiera obligado a luchar por su matrimonio. Sus pensamientos huyeron cuando vió a la alfa sonreír con todos sus dientes. 

—¡Pero, la vida ha vuelto a sonreirme! —Asintió conforme con sus palabras y bebió de la taza con entusiasmo. Joohyun la observó de reojo con la sonrisa que ella había llegado a contagiarle. 

—¿Estás enamorada, Jeongyeon? —preguntó sin tapujos, aunque se esperaba una negativa de su parte como ya lo había hecho anteriores veces, esta vez la alfa solo meció la cabeza. 

—Aún es demasiado pronto para hablar de amor, pero sí —Dijo con algo de bruma que perdió al instante —Hay una mujer, es la omega más hermosa que he visto en toda mi vida, si la conocieras pensarías lo mismo... —Aseguró la misma y Bae se tapó la boca no pudiendo contener la emoción. 

—¡Válgame Luna! —Exclamó, una vez recogía su mano con cariño. Hacía tanto que no veía a Jeongyeon de ese modo tan risueña, de hecho, no recordaba que su sobrina se viera tan entusiasmada antes. 

—Lo sé, pero debo aceptar que todo se siente... muy prematuro aún... —admitió viéndole a los ojos. La omega mayor frunció el entrecejo. 

—¿Por qué? ¿Ella no te corresponde? Lo dudo... —Aseguró la mujer con una sonrisa burlona. La alfa carcajeó ante la picardía de su tía.

—Si, ella corresponde, pero am... ella es... ella es casada. —Confesó al fin y la omega de cabello largo abrió mucho los ojos. 

—¡Oh no! ¡Yoo Jeongyeon! —Se rodeó las mejillas con asombro. La alfa se rió nerviosamente. 

—Tranquila tía. —Levantó sus brazos haciéndole la parada a sus pensamientos de tragedia y prosiguió a relatar: —Su matrimonio está acabado. Ella está desenamorada, pues su esposo le es infiel y lo descubrió. —Frunció los hombros como si aquello explicara todo. Joohyun observó aquello un tanto confundida. 

—Oh, bueno. Si hablamos de una relación sin remedio, no creo que haya demasiado que perder. Pero, ¿y tú? —Jeongyeon meció la cabeza ante esas palabras y luego dudó. —¿Qué papel cumples en ese plan? —Pronunció todos sus miedos y Jeongyeon la miró con reproche.

Vaya omega hábil, la alfa se había llamado a la negación todo el viaje de regreso a casa para no responderse esa pregunta y ella la tiraba como si del clima se tratase.

—Oh bueno, no lo sé. Prro estoy segura de que ella no es del tipo de mujer que disfrute de la clandestinidad, Bae. Es una dama, es una mujer madura... —Agregó recordando los detalles en su piel, las arruguillas que se notaban cuando sonreía junto al rabillo de sus ojos. "Por así decirlo", se recordó cuando ella le rodeaba con su atractivo de mujer, con sus piernas y aún podía sentir su aroma de omega impregnado en su piel.

Maldita sea, ella era completamente inolvidable, aún resonaban los gemidos que arrancaba de su pequeña boca mientras la tomaba con sus manos, irrumpiendo dentro de su mente. Tragó. Sería muy difícil concentrarse en nada, luego de esa noche. 

—Deberías de tener cuidado, cariño. No quisiera desanimarte, pero las relaciones sin aclarar, son problemas a futuro. —Le advirtió la mayor y rodeó el mesón para estar frente a ella. Joohyun le tomó una mano y le acarició la mejilla y Jeongyeon sonrió besando una de sus manos. 

—No te preocupes Bae, ya estoy muy mayorcita y sé cuidarme sola. Tú solo, cruza los dedos por mi ¿de acuerdo? —Le pidió con entusiasmo y besó su frente, antes de apartarse y acabar la taza de café. La omega mayor suspiró con preocupación, pero sonrió al fin. 

—Lo haré, querida. Lo haré. —Aceptó. Aunque no quería interrumpir su buen ánimo, se recordó notificarla de lo que supo al tomar la llamada esa mañana, tan solo porque sabía que la haría más felíz. —Hablando de mujeres incontrolables... llamó tu ex esta mañana, muuuuy temprano. —Exageró, con seriedad. Jeongyeon rápidamente perdió toda expresión. 

—¿Qué dijo? ¿Qué quiere? ¿Es Ryujin? —Consultó con interés por aquella última. Su hija menor había decidido pescar rubéola y, aunque se había ofrecido a cuidar de ella, su ex se había negado rotundamente. Joohyun asintió ante sus preguntas. 

—Mi Ryujinnie está mucho mejor, Jihyo simplemente me "comunicó" que te advirtiera que la traería a pasar unas semanas aquí en lo que se recuperaba del virus. —Comenzó a relatar. Jeongyeon abandonó la taza de la emoción. 

—¿De veras? ¿Y ese milagro? —preguntó más animada que antes. Bae sonrió ante el brillo que se acentuó en su mirada oscura al oír de sus hijas.

—Que debía dirigir una exposición y la niña se quedaba sola en la casa, lo que esperábamos desde un principio tu y yo... —Comentó con fastidio y la alfa asintió. La vez que supieron del diagnóstico de la pequeña, su tía le había sugerido a su ex, que dejara pasar unas semanas a la niña con ellas, que la cuidarían con gusto ya que ella se encontraba tan limitada de tiempo. Pero Park Jihyo era una mujer imposible. 

—Al menos recapacitó. —Bufó aunque pronunciando la sonrisa en sus labios —Sé que está ocupada, que la joyería le lleva mucho tiempo ahora, pero no le diré nada ¿Sabes?, para no hacerle más grande el drama. La niña estará bien con nosotras un tiempo, estaremos aquí para cuidarla. Tu sabes que mis jornadas no son tan largas como las de Jihyo, desde que tiene tanto éxito. —Ella asintió ante sus palabras. 

Jeongyeon alegaba que su ex podría comprenderla ahora que dirigía un negocio que parecía crecer cada vez más y más. Pero ella era muy respetuosa y prefería no reprocharle, menos a una omega que significaba tanto para su pasado, ella respetaba a Jihyo y le deseaba lo mejor.

—Es que esa fue mi intención cuando le propuse que la dejara aquí, pero ella creyó que quería pasar por encima de sus decisiones como madre, es una dramática esa mujer, de veras... —Expresó Bae con naturalidad y Jeongyeon río cuando su tía se tapó la boca por las palabras que se le escaparon. 

—Estoy de acuerdo contigo. Bueno. —Dijo observando su reloj de muñeca. —¿Cuándo vendrá mi pequeña a instalarse? —Consultó con intenciones de ir a darse un baño antes de partir hacia la empresa. Joohyun caminó junto a ella, hacia el pie de las escaleras que daban hacia la planta alta. 

—Dijo que dejaría que Tzuyu pasara los días junto a ti y su hermana y que ambas vendrían hoy mismo por la tarde. Que te lo habría dicho ella misma, si te hubiera podido ubicar, pero que desde ayer en la tarde no te ha encontrado en tu oficina y que no respondías tu teléfono. —Jeongyeon se sonrió al recordar el motivo de su desaparición y asintió. 

—No importa, luego le marco. Gracias tía, ¿Haces Creme brulee? —Suplicó la alfa, con una sonrisa encantadora, luego de dejarle un beso en la mejilla, y la dejaba a su tía al pie de una promesa de prepararle su postre favorito, para dirigirse a su recámara. 

Definitivamente fue uno de los mejores días de su vida. Luego de aquella velada junto a Nayeon, enterarse de que su ex al fin le cedería más que un fin de semana con sus hijas, le alegraba la rutina y el hogar, que había quedado muy vacío sin sus amadas niñas. 

—Vaya, que día... —Dijo una vez se encontraba sentada en su cama y se acercaba las solapas del cuello de su blusa a la nariz, para respirar el aroma a omega. —Mhm... —Exhaló al encontrar lo que buscaba, sin poder dejar de reproducir la anterior noche en su memoria. Ella sería difícil de apartar de su mente, por largo rato. 

La vida comenzaba a tener otro sentido desde que aquellas mujeres se habían unido en cuerpo, alma y espíritu. Lo que no podían imaginar es lo que les depararía el futuro desde aquel día, tan solo por haber apostado a la compañía correcta.

~"Soy el futuro que perdiste en el pasado
No notarías si yo desaparezco
Robaste el amor que guardaba para mí misma, y te vi dárselo a alguien más
Pero estas cicatrices, ya no las escondo
He encontrado la luz que encerraste dentro
No podrías amarme si lo intentaras
¿Todavía no soy lo suficientemente buena?
¿Sigo sin valer lo suficiente?
Lo siento por la forma en que resultó mi vida
Lo siento por la sonrisa que llevo ahora
Supongo que todavía no soy lo suficientemente buena..."

¡Hola tu! Tengo varios días intentando terminar de editar este capítulo. Imaginarás porque no pude publicar antes...

En fin, estaré editado pues se supone que es una adaptación asique me es más sencillo que lo demás, para que puedas leer algo, aunque no te prometo que vaya a escribir por ahora pues, ando bien mensa aún jajajajsjsa 

Gracias por estar aquí, leer, apoyar mis letras y darme tanto cariño. Estoy por aquí, leyendo tus opiniones ¡coméntame pues! Te quiero mucho, tu JazUnnie 🌻

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