Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

31: "𝑰𝒍𝒖𝒎𝒊𝒏𝒂𝒎𝒆"

El ambiente se había cargado de una tensión bastante incómoda. ¿Cómo podía imponerle tanto con su sola mirada? Su loba tenía un poder sobre la suya que la hacía desear inclinarse, y sabía que era bueno, pero ¿Hasta que punto lo era?

—¿Co-cómo lo supiste? —Tartamudeó sin poder evitarlo y reconoció que ella la miró con culpa. —¿Estuviste revisando mi teléfono, Yoo? —preguntó ahora asombrada y la alfa negó la cabeza rápidamente.

—Jamás haría una cosa así, Nayeon —Aclaró y se recriminó el haber visto en donde no debía, no le gustaban ese tipo de situaciones, muy a su parecer eran incómodas e innecesarias. —Confío en ti, jamás estaría revisando nada sin tu consentimiento. —Insistió en su inocencia.

Jeongyeon le comentó brevemente cómo fue que se acercó, al ver llegar el mensaje y descubrió su contenido. Nayeon aceptó aquella explicación, se oía muy natural, no tenía motivos para no creer en ella.

—Comprendo. —Aunque la curiosidad no era algo por lo que juzgar a nadie, sabía también que era mejor que hablase antes de que pudiera ser más grave. —¿Por qué no me lo dijiste? Ahora comprendo porque tu actitud de todo el día, has estado molesta por lo que dice ese mensaje ¿Verdad? —Dijo y sintió repugnancia por el acentuado "mi amor" que había leído esa mañana. Estaba segura que ese era el mensaje que había visto. La alfa meció la cabeza negativamente, otra vez.

—Claro que no, yo sé que tu me amas como yo te amo a ti, omega. Me molestó que no confiaras en mí lo suficiente como para decidir qué debo saber si alguien te está acosando. —admitió Yoo, sabiendo que ahora más que antes, estaba segura de quién se trataba.

—¿Cómo podría decirte algo de lo que no estaba segura? No quería alarmarte por unos mensajes sin sentido de un número desconocido, se podrían estar equivocando de persona o eso pensé en un principio. Entonces comenzaron a hacerse más frecuentes, más agresivos y había decidido decírtelo mañana, porque hoy no tuve ganas de hablar de ese asunto, la verdad, pero tu te adelantaste. —Dijo con la voz agotada. Si se trataba de una discusión, había pensado que ya era suficiente con la que habían transitado en la mañana.

—Dímelo, necesito saber que dicen, ¿son más? Dímelo por favor, Nayeon —Jeongyeon pudo ver fácilmente como todo aquello la agobiaba. La omega suspiró antes de asentir.

—Estoy segura de que es él, ¿Quién más sería? —Dijo con sarcasmo y la alfa le miró muy seria esta vez.

—¿Hubieron más mensajes? —Insistió sabiendo esa respuesta, cuando ella la miró en una súplica.

—Si, muchos y los recibo a diario. Por eso quería hablar contigo...

—¡¿Y cómo no me lo has dicho antes, Nayeon?! —Preguntó Jeongyeon, ahora recobrando la molestia que sintió esa mañana y alzando un poco su voz ¡Lo sabía! ¡Sabía que no era nada bueno!, pensó con desagrado. Su omega la miró con angustia. —¿Desde cuándo? —Quiso saber, mientras se ponía de pie. Nayeon la miraba con pesar mientras ella salía de la tina y se cubría con una bata. Estaba muy molesta, y tenía razón de estarlo, pues le había ocultado algo que no era tan relevante como quería imaginar. —Dímelo, por favor.

—Jeongyeon por favor, no quiero discutir contigo por esto... ¡Es que no tiene sentido por todos los cielos! —Concluyó ella, pero la alfa negó con la cabeza, no aceptando esa respuesta.

—¿Hace cuánto estás recibiendo esos mensajes, Nayeon? —Ignorando sus intenciones de simular que aquello no era un grave problema, Jeongyeon notó la tensión en su rostro. La omega bajó la mirada como cachorra regañada.

—Hace dos semanas. —Respondió y la vio darle la espalda.

Los pensamientos volaron instantáneamente en el interior de la alfa, ¿Y si estaban planeando hacerle daño y ella apenas se estaba enterando? Le dirigió una mirada repleta de desaprobación.

—No puedo creer que hayas sido tan inconsciente, es que no puedo... —Retuvo sus palabras al ver su mirada suplicante y se volteó caminando hacia la recámara a paso firme, signos de que no deseaba hacerle daño con su enojo.

Nayeon se puso de pie en medio de un suspiro y se cubrió con una toalla antes de dejar el cuarto de baño. Se apoyó sobre el marco, pensando una buena excusa mientras la veía vestirse, pero nada apropiado se le ocurrió al instante en el que la alfa le dirigía esa mirada seria de reproche. Dijera lo que dijera, estaba muy molesta y tenía toda la razón en estarlo.

—No puedes enojarte conmigo, por esto... —Le dedicó la omega, como la terca obstinada que era, a lo que la pelicorta correspondió con una expresión de seriedad.

Jeongyeon no supo si estaba tan segura, perdió la compostura brevemente al verla en esa posición con las manos sosteniendo la toalla sobre su pecho. Esas ojeras habían comenzado a llamar su atención desde hacía unos días.

—¿Cómo que no? ¿Y si te sucedía algo malo en Corea y yo jamás descubría lo que estaba sucediendo porque no fuiste capaz de decírmelo? ¡Hubiera sido como intentar ver bajo el mar por la noche, Nayeon! —No pudo evitar que su tono de voz siguiera un poco alto, grave y brusco.

Nayeon corrió la mirada hacia un costado, aunque no le importaran demasiado los mensajes, sabía que ella tenía razón pues era un punto que ella misma había considerado, y podría haber sido peligroso seguir ocultándose de ella. Yoo siempre acababa teniendo la razón.

—Solo no quería preocuparte alfa, es todo. —Se justificó entonces y ella le correspondió con exasperación.

—Pues la evidencia es otra. Me hace creer que hay más que eso, que tu aún no confías en mí lo suficiente como para confiarme este tipo de asuntos. —Expresó la pelicorta con decepción latiendo en su mirada y la omega se acercó a ella, negándose a aceptar sus palabras.

—No, no digas eso, mi amor. En verdad no quise preocuparte, creí que dejarían de llegar. Al principio recibía uno, hasta que se hicieron varios al día, por eso decidí que debía decírtelo mañana mismo. —Admitió con la voz repleta de su arrepentimiento y la pelicorta se sintió enloquecer.

No sabía si abrazarla al notar el temor que evidenciaba su hermosa mirada y que latía en su lazo, o si seguir reclamándole el haber sido tan inconsciente. Tragó.

—Es que no lo entiendes... —Pronunció mientras sus pensamientos trabajaban con rapidez. La sola idea de que algo malo le sucediera a su omega, la fulminó como un rayo y no lo podía soportar. Daría lo que fuera, haría hasta lo imposible por mantenerla a salvo. No podía volver a perderla.

—¿Por qué te molestas así? —preguntó la pelimiel con fastidio al verla tan exaltada y la alfa le dirigió esa mirada que la estremecía, antes de acercarse para tomarla entre sus brazos.

Nayeon la miró pasmada, cuando la sostuvo con presión muy cerca de su rostro y su aroma la atropeyó con su intensidad.

—¿No lo entiendes, omega? ¡No puedo perderte otra vez! —Expresó su peor temor. Nayeon gimió cuando la oyó confesarle lo que escondía en lo profundo de su mirada. —Sin ti mi vida fue un infierno una vez, y no podría soportarlo dos veces, Nayeon ¿Puedes entenderlo? No te perderé. —Aseguró con aquella férrea voluntad.

"Oh no..." pensó la omega ante su expresión adolorida.

—Alfa... —Murmuró una vez notó que lo que brilló en sus ojos, eran lágrimas.

Yoo apartó las manos que la sostenían y se las llevó hacia el pelo como muestra de frustración, más se volteó para darle la espalda nuevamente. Si la seguía viendo de ese modo, se dejaría llevar por sus súplicas y tenía que comprender que sus intenciones eran genuinas, que no deseaba someterla, sino mantenerla a salvo.

—Perdóname, mi intención no es hacerte daño. —Susurró luego de bajar los decibeles de su voz, mientras se recriminaba el haber perdido la paciencia de ese modo innecesario. Nayeon quiso tomar su hombro pero ella se apartó de su agarre, para ponerse algo de ropa.

—Y la mía no era decepcionarte. Tu eres muy importante en mi vida, eres mi sostén y mi amor, no confío en nadie más que en ti Yoo. —Dijo con toda su honestidad y la alfa asintió ante esas palabras.

—Será mejor que vayamos a dormir, te ves muy cansada. —Y con ello, caminó hacia la cama.

Nayeon se le quedó viendo por un instante antes de ir por su pijama para acompañarle. Cuando estuvo a su par, la pelicorta le daba la espalda y entendió que debía dejar que se le pasara la molestia.

Pasaron pocos minutos hasta que la oyó roncar. Jeongyeon se movía mucho al dormir y pronto estuvo frente a ella abandonando todo lo que estuviera sintiendo conscientemente.

La omega la admiró con atención en cada centímetro de su precioso rostro, comprendía sus miedos, porque ella también los sentía. La sola idea de que despertaría del ensueño en el que vivía le atormentaba cada día, sobre todo en la madrugada, que se encontraba a solas consigo misma mientras ella dormía y no había nadie que pudiera entretenerla de sus jodidos demonios. Acercó una de sus manos hacia la orgullosa y atractiva línea de su mandíbula y reconoció que estaba totalmente relajada.

Quiso besarla, quiso tener la convicción para subirse sobre su cuerpo y exigirle que la amara y que no se molestara tanto con ella por algo que veía tan absurdo, que no podía estar tanto tiempo apartada de ella, del calor de su contacto, de su refugio. Pero estaba tan agotada. Se acercó sigilosamente y sintió como le correspondía con naturaleza. La alfa la rodeó rápidamente con sus largos brazos que la rodearon con su calor y ella no pudo evitar entregarse al sueño.

Cuando había despertado en la mañana, Jeongyeon no estaba junto a ella y se sintió extraño despertar sin verla después de tantoso días juntas haciendo de aquello un pequeño hábito. Nayeon se estuvo de pie, se puso el albornoz que era parte de su pijama color vino y caminó hacia la sala en su búsqueda.

La llamó a voz alta, pero nadie respondió, al parecer no estaba, dedujo cuando la encontró a lo lejos, vio una silueta que le llamó la atención desde la ventana. Era ella, estaba cerca del mar y supuso que había salido a correr.

Varios minutos después, en lo que se había dado un corto baño y ya estaba vestida nuevamente con su pijama, Jeongyeon la observó, una vez estuvo de regreso.

Aquellos ojos oscuros la escudriñaban como si fuera de otro mundo, como si no fuera real. Su cabello húmedo la hacía ver tan sensual, recordó cómo se adhería a su piel mientras le hacía el amor bajo el agua de la regadera, la mañana anterior. La alfa tragó una vez la omega estuvo cerca, se arrimó para empinarse frente a ella y posó un pequeño beso sobre sus labios con los suyos, como un saludo.

—Buenos días, mi amor. —Musitó esa omega lista y Jeongyeon asintió como respuesta. No porque fuera muy rencorosa, sino porque no encontraba las palabras ante su espectacular sensualidad. —¿Iremos a desayunar? —preguntó con esa suavidad natural en ella y Jeongyeon meció la cabeza intentando recuperar el habla.

Vaya, si qué era difícil mantener una postura severa con esa omega, de pronto se había olvidado lo que fuera que le molestaba hacía un momento atrás y ahora solo deseaba estrecharla contra su cuerpo y besarla hasta que perdiera el aliento.

—Pedí el desayuno —La alfa encontró su voz —Ya es tarde. Son las diez. —Le hizo saber y Nayeon acababa de descubrir que había dormido mucho en toda la noche. —¿Te llegó un mensaje hoy? —preguntó la pelicorta, con curiosidad.

La tensión se reinventó entre ellas cuando Nayeon la miró fijo, antes de alzar los hombros como respuesta.

—No lo sé, ¿Quieres asegurarte tu misma? Aún no miro el teléfono. —Le indicó, mientras removía esa toalla que traía en la mano, intentando secar la humedad de su cabello largo y que Jeongyeon había ignorado hasta que la vió emplearla. Nunca podía apartar los ojos de sus piernas, ni aunque así lo deseara.

—No hurgaré en tu privacidad, Nayeon. —Negó Jeongyeon, sabiendo que eso las hacía comenzar de nuevo con la tensión. Al parecer, la alfa no cedería y ella tampoco pensaba hacerlo. —¿Puedes recibir el desayuno? Iré a darme una ducha. —Murmuró aquello último con fastidio, mientras desaparecía por aquella habitación.

Nayeon se tomó el labio inferior al verla ir toda sudorosa y suspiró. Al instante llegó el recuerdo en el que la vio llegar una de las primeras mañanas en la que había llegado a su hogar y apenas comenzaban a convivir. Había salido a trotar, y parrcía ser uno de sus hábitos de la mañana, como beber café y leer el periódico. La omega se había sentido muy avergonzada del rubor que se extendió furiosamente sobre sus mejillas, mientras Jeongyeon le comentaba sobre el clima, aquella lejana mañana.

Yoo Jeongyeon era alta, firme y exquisita por donde la viera y descubrió desde el primer instante que admirarla era todo un placer.

Debía ocupar la mente en otra cosa. Al menos no se había rendido tan fácilmente ante su encantos, como siempre lo hacía. Exhaló profundo antes de tomar el teléfono en sus manos y se alivió de no ver ningún mensaje pendiente.

Una muy joven y bien agraciada omega hizo su llegada con el encargo de Jeongyeon, algunos minutos después. Por supuesto que Nayeon no puso mucho interés en ella cuando le abrió la puerta, pero aquello cambió cuando la expresión curiosa, desviada e infantil se perdió a sus espaldas. La pelimiel se volteó y contuvo un jadeo al ver llegar a su alfa en shorts de mezclilla, sin camisa y solo en su sujetador deportivo por la habitación.

Rápidamente, Nayeon dirigió su mirada a la cachorra que se veía muy entretenida con la vista y la miró con incredulidad. ¡Maldita sea! ¿En qué estaba pensando esa niña? ¡Pero si bien podría ser su madre!

—Gracias. —Dijo Jeongyeon con desinterés cuando le entregó su propina. La joven omega de tez morena sonrió encantadoramente en su dirección.

Nayeon volteó los ojos sin poder evitarlo. Aquella, era una digna escena de ver.

—A sus órdenes, señora. —Habló la jóven, exageradamente complaciente y sonriente y todo con “ente”, ironizó la mente de la omega.

Nayeon miró a su esposa quien siquiera miró a la joven dos segundos seguidos y luego vio a la muchacha quien agitaba las pestañas frente a ella con toda intención y no supo si quería reír o gruñirle por ser una pequeña arrastrada. Jeongyeon la miró entonces, con el entrecejo fruncido cuando parecía no tener intenciones de abandonar su visita y supo que debía intervenir de algún modo.

—¿Necesitas algo más, querida? —preguntó la omega, posicionándose junto a la alfa.

Jeongyeon se tensó ante la caricia que Nayeon propició sobre su hombro y, si no fuera porque aún seguía molesta con su actitud, se hubiera echado a reír ante la expresión de la joven ante su sutil modo de marcar su territorio, bueno, aquello y el destilando aroma floral que la rodeó como su perfume. Jeongyeon respiró su aroma y contuvo la sonrisa cuando la cachorra encontró la alianza de compromiso que las unía y la marca rojiza que adornaba el cuello de Nayeon.

Cuando Yoo creía que Nayeon no podría sorprenderla más, su omega hacía algo nuevo que la hacía admirarla más.

—N-no. Disculpen. —Musitó la joven omega morena, después de haber entendido su señal.

Nayeon se sintió orgullosa de esa actitud y lo demostró con aquella sonrisa sobreactuada y cínica que Jeongyeon saboreo con humor.

En fin, su alfa era una mujer muy atractiva, concluyó Nayeon una vez la jovencita se había dignado a abandonar la cabaña de una vez. Jeongyeon cerró la puerta y se volteó a mirarla con incredulidad, pero aunque había diversión en su mirada, no pronunció opinión alguna.

—¿Tienes algo para decir? —preguntó la omega con demasiado empeño y evidente fastidio, cuando la alfa le dirigió su mirada incrédula.

¡Pero si aquello no había sido su culpa! Entendió la pelicorta, cuando ella parecía mirarle con reproche. Aunque quisiera, intentaba buscar las palabras correctas para expresarse ante lo que había sucedido, pero por supuesto que no las halló. Cobarde, se llamó en silencio.

—Perfecto porque no me interesa. —Finiquitó la omega con toda intención de hacerse ver igual de molesta que ella, una vez se volteó con demasiada impulso y se fue de su vista a paso firme.

Nayeon no desayunó esa mañana y a Jeongyeon le pareció una mala decisión, aunque no pudo evitar sonreír ante su actitud. Le encantaba descubrir cuánto más podía esconder esa maravillosa personalidad ¡Y demonios, le encantaba verla celosa! Había disfrutado tanto de aquel episodio, sin duda.

Había pasado medio día y ninguna había salido de ese estado monosílabo con el que se limitaron a comunicarse. Iban y venían por la cabaña que disque haciendo cosas, aunque estas se vieran sin sentido. Ambas estaban descalzas, en pijamas y al parecer no tenían intenciones de salir de allí, menos de completar una conversación.

Nayeon comenzó a impacientarse por la tarde, al descubrir cuan inmenso podía llegar a ser el orgullo de su reciente esposa. No, no soportaba ni soportaría estar todo el día alejada de ella, pero esta en cambio parecía sobrellevarlo muy bien.

Su móvil timbró a lo lejos e indicaba que le estaba entrando una llamada. Instantes después de comenzar una agradable plática con Sana, le hizo saber sobre su posición actual.

—Es que si la hubieras visto Sana, ¡No podía apartar sus ojos de ella! ¿Qué diablos estaba pensando? Los cachorros ya no tiene límites. —Se quejó con aquel ridículo fastidio maternal y Sana carcajeó al oírla.

—Pues, permíteme advertirte de que tu esposa es una mujer muy atractiva y no puedes evitar que otras personas la vean, cariño —Habló la nipona, entre risas.

—¡Lo sé! —Masculló Nayeon entre dientes al verla pasar hacia la nevera. —Me duele un poco la cabeza, estoy sintiéndome extraña desde que llegamos. Debe de ser por el cambio de clima, hace mucho calor aquí... —Comentó mientras parecía satisfacerle la idea de hacer correr las pocas gotas que quedaban en una botella de agua vacía.

Jeongyeon la admiró de reojo mientras volteaba e incorporaba la botella de arriba hacia abajo, con sus ojos en la limitada actividad de las pocas gotas que quedaban dentro y sus labios en un mohín de reproche. Era tan bella.

—Claro, el cambio de clima. —Se burló la nipona —Puede ser, pero tienes el mar frente a ti, así que deja de llorar y mejor disfrútalo —Recordó la vista de ese precioso lugar. —Nayeon-ah, iba a esperar a que regresaras pero, tengo que confesarte algo... —Dijo esa mujer con la voz poco animada y la antes nombrada, supo que era algo serio.

—¿Qué sucedió? ¿Todos están bien allá? —Preguntó y resintió cómo su corazón comenzaba a galopar rápidamente. Sana carcajeó del otro lado.

—¡Claro que sí! Relájate, que exagerada. —Murmuró Sana con una risa nerviosa. —¿Puedes hablar o tienes compañía? —preguntó la rubia omega.

Nayeon desvió la mirada, la encontró con la suya y Jeongyeon supo que comenzaba a sobrar en la conversación.

Jeongyeon podía comprender fácilmente lo que quería, se había tomado todo el trabajo de aprender a leer esa exquisita mirada y diablos, no le había costado ni un poco. La alfa estuvo frente a ella con dos botellas de agua entre las manos y le extendió una en su dirección.

—Al menos bebe un poco de agua, hace mucho calor y no quiero que te descompenses. —Musitó la pelicorta, entregándole una botella amablemente.

—Ya estoy sola... —Habló Nayeon, una vez la vio perderse en la habitación con el móvil en una mano y la botella de agua en la otra.

—"No quiere que te descompeses" —Imitó Sana la grave voz de Jeongyeon, antes de largar la carcajada.

—Cállate idiota, ella es muy terca. ¿Es que aún existen mujeres así a su edad? ¡A veces pienso que tiene como setenta años! —Se quejó Nayeon y Sana rió un poco más. La pelimiel seguía sorprendiéndose de la maravillosa responsabilidad afectiva de esa alfa. —Bueno, tu dijiste que ibas a decirme algo. —Insistió, pensando que dejaría de lado a su esposa por un momento, o siquiera se esforzaría en ello.

—Estuve saliendo con Hirai en estos días... —Dijo como si se tratara del clima y Nayeon cambió su expresión a una de incredulidad. Pero Sana pudo imaginarlo, como si estuviera ahí para verla.

¿Acaso era esa alfa que Jeongyeon le había presentado como una de las accionistas mayoritarias de las empresas Yoo y que había sido su testigo de su matrimonio? ¿Esa con la que había escupido en la mesa de su comedor que habían tenido una relación en la universidad?

—¿Con la amiga de Jeongyeon? —Preguntó para estar segura de que hablaban de la misma persona.

—¡Oye, probablemente Momo y yo nos conocíamos incluso antes de que Jeongyeon ingresara en el kínder! —Se quejó la nipona, como si aquella relación no fuera más importante que la que ellas se traían. Nayeon carcajeó.

—¡Gracias por recordarmelo! —Volteó los ojos y Sana se disculpó apenada.

—No quise mortificarte. —Dijo entre risas —Ni al caso con eso, el punto es que quería que lo supieras, para que no te agarre por sorpresa. Estamos pensando ir a visitarlas cuando regresen de su honey moon. —Aquello último, por supuesto que lo dijo en un tono burlesco y Nayeon sonrió de costado.

—Lo único que realmente comienza a mortificarme, es caer en cuenta de que Hirai es un poco vieja para ti, ¿No lo crees, cariño? —Habló la omega coreana, antes de comenzar a reír.

—Aysh, no me lo recuerdes o me arrepentiré de esa tonta idea. —Volteó los ojos con humor y oyó la risa de su amiga del otro lado.

—Sabía que eso de que había quedado en el pasado era una mentira tuya de ti para ti, te conozco muy bien ¿Sabes? —Señaló con orgullo de reconocer sus señales. Minatozaki volteó los ojos.

—Te encanta hacerme ver lo terca que soy ¿verdad Im? Bien, ¡Lo admito! La mujer me sigue gustando incluso más que antes.

Sus carcajadas se podrían haber oído desde donde estaba cada quien.

—No tienes remedio, de verdad... —Nayeon suspiró largo y Sana sabía que cuando ella suspiraba, algo la estaba mortificando.

—¿Qué sucede cariño? ¿Se oscureció el perfecto color de rosas? —Bromeó, pero lo que no se habría esperado fue la respuesta de Nayeon.

—Si, creo que esta vez sí. Obvio, no todo podía ser perfecto y tenemos... algunas diferencias, como en toda relación, supongo. —Meditó la pelimiel, aunque era más un drama que un conflicto, sabía que por algo sucedían las cosas.

Nayeon le comentó a Sana sobre lo acontecido el día anterior sobre los mensajes de aquel ser despreciable que siquiera quería nombrar y la discusión que aquello había generado entre ambas.

—¿Tú qué crees? —Le preguntó una vez había terminado su relato. Nayeon sabía que necesitaba una perspectiva diferente de lo que habia sucedido con su alfa, y auella mujer siempre podía aclarar su mente con tanta facilidad.

—Bueno... creo que deberías comprenderla. Ponte en su lugar, a ti no te gustaría que ella te ocultara nada ¿Verdad? —Analizó Sana, con sencillez y Nayeon entendió que ese debía de ser su pensamiento.

—Claro que no, no me gustaría. —Admitió, largando un nuevo suspiro extenso.

—Haz algo para que te perdone. Si es como tu lo dices, no está molesta, está preocupada por ti y créeme que yo también lo estaría si tuviera el temor de perder al amor de mi vida. Piénsalo, cariño. —Dijo su amiga, haciéndola reflexionar.

—De acuerdo. Les daré la razón, a ambas, pero ¿Y qué sigue? Ella está molesta y no parece querer dejar de estarlo y ya comienza a fastidiarme su actitud... —Habló Nayeon, sumida en el desánimo y Sana carcajeó una vez más. —No te rías, ¡No sé qué hacer! No puedo creer que a mi edad tenga que estar soportando rabietas como estas, Sana... —Dijo con sarcasmo.

Vamos... Ella jamás se había preocupado por esos asuntos, su única relación había sido tan frívola que nunca tuvo que preparar encuentros románticos o reconciliaciones porque no había amado a nadie más que no fuera Jeongyeon, y si lo hubiera hecho con "ese" sujeto en su pasado, hubiera logrado verse y sentirse más humillada de lo que ya estaba al persistir a su lado, estaba muy segura. Removió esos desagradables recuerdos. No recuerdes Nayeon, déjalo para la terapia.

—Ay no intentes deprimirme con tus inseguridades ¿Quieres? Es hora de que lo sepas Nayeon, no siempre son las alfas quienes inician y dirigen las relaciones sexuales y de cualquier índole. Omegas también planeamos encuentros románticos, tomamos la iniciativa, seducimos con la mirada y deseamos con las palabras mientras hacemos el amor. Ya supéralo. —Le regañó la japonesa, aún sabiendo que la escandalizaría con sus palabras. ¡Ni que fuera una santa!

—¡Ay ya Sana! ¿Siempre tienes que ser tan explícita? —Le reclamó, aunque había una sonrisa en sus labios. Su amiga rió del otro lado sin poder evitarlo.

—Amiga, tu no sabes lo que es ser explícito. —Le dijo con incredulidad.

Nayeon no estuvo de acuerdo. Podía ser muy explícita con Jeongyeon como no había sido en su vida en general pues, esa mujer despertaba en ella su personalidad más desinhibida, atrevida, oscura y sus encuentros daban fe de ello. Tragó. Sana no necesitaba saber tanto.

—Sedúcela, le encantará y verás como se le pasa todo en dos segundos. —Y aunque le diera pena admitirlo, Nayeon debía aceptar que era una buena idea.

Aquella primera y única vez que decidió tomar la iniciativa pudo descubrir cuánto le regocijaba ver la satisfacción, el placer y el deseo centelleando en su hermosa mirada profunda, pero no había vuelto a hacerlo, debía poder hacerlo sin algunas copas demás, perder la vergüenza con ella. Aún tenía tanto que aprender del amor y de la pasión compartida, pero deseaba aprender.

—¿Tú crees? —Murmuró al verla llegar desde la habitación y se imaginó que era para devolver el vaso que había tomado.

Entonces los recuerdos de lo que habían hecho aquella vez que la esperó en el hotel y aún eran dos desconocidas que no podían dejar de buscarse, llegaron a su mente. Haberle dado placer con su boca, sentir su cuerpo estremecerse contra su agarre en su liberación, el modo en que su cuerpo se había rendido a ella, el modo en el que aumentaba su autoestima y la acercaba a su loba perdida en la humillación de su pasado. ¿Cuan increíble sería ahora que sabía cuánto la amaba y con cuanto de su adoración le correspondía? Sus mejillas se encendieron, ¡No te hagas, que sí eras tú! Se recordó, cuando no daba créditos de lo que venía a su mente. Definitivamente estaba muy sobria para esos recuerdos.

—Claro que sí, toma el control de tu relación y tú también lo disfrutarás.

Nayeon se lo pensó dos veces al sentir como la temperatura de su cuerpo ascendía ante los recuerdos y ante su ridícula indiferencia. Como le gustaba cuanto estaba molesta, pensó admirando sus movimientos torpes y nada premeditados, esa mirada filosa y esa expresión neutra. Ella le gustaba muchísimo.

—Omega iré a la playa, ¿Quieres venir? —Habló la alta, una vez notó que Nayeon había acabado su conversación con Sana.

La omega la miró fijo antes de remojarse los labios, claro que era natural que las omegas tomen el mando, si ella lo había hecho, aunque con algunas copas demás. Se acaloró al recordar cada encuentro, cada instante en el que se había dejado llevar por sus caricias y su expresión de placer la arrolló con esos recuerdos, le había gustado mucho perderse en su mirada complacida mientras se metía su miembro en la boca, le provocaba cosquillas en el estómago imaginar cuánto más podría percibir de aquello, totalmente consciente y hundida en un lazo profundo.

—Las alfas como tu, son tan egocéntricas, cariño... —Pronunció la omega, ganándose una expresión de confusión en aquella alfa. —Claro, haz como si no entendieras, típico de quienes son como tu. —Dijo mientras se acercaba a ella, lentamente. —En verdad crees que eres la única que puede susurrar en el oído y tener el control de todo, ¿Verdad?

Jeongyeon sonrió cuando Nayeon comenzó a levantar la camisa de algodón, viendo como ella le dirigía algunos besos por el pecho. No tenía pensado resistirse en lo absoluto.

—Pues te voy a demostrar aquí, Yoo Jeongyeon, que no siempre todo será como tu quieres que sea en esta relación. —Habló la omega, mientras la despejaba de aquella prenda. Jeongyeon la miró con los ojos encendidos cuando ella admiró su torso ahora descubierto, ante su hazaña. —Crees que eres la única que decide cuándo y cómo dominarlo todo, lo que no sabes, es que puedo hacerlo mejor que tu, amor... —Junto a la par de sus palabras, ella le iba quitando su sujetador deportivo y la alfa la miró con tanto deseo.

—Ilumíname, omega. —Ronroneó ella con la voz muy grave y Nayeon aceptó esa respuesta, mientras la empujaba desde su pecho para que cayera sobre el sofá.

—Te deseo, ahora. —Anunció la omega, una vez estuvo sobre su cuerpo, clavando sus rodillas en cada lado. Jeongyeon alzó sus manos para posarlas sobre su remarcada cintura y ella detuvo su agarre, sin dejar de fundir sus labios por su cuello, mordiesqueando, luego alcanzando y chupando uno de sus pezones erectos y espectante. La alfa jadeó cuando ella detuvo sus manos de nueva cuenta —Mantén las manos quietas, cariño. —Murmuró la pelimiel, dejándolas a un lado de ella.

La alfa entendió la orden y mantuvo las manos quietas contra la tela del sofá y cerró los ojos cuando sintió el suave ondeo de su cadera sobre su sobresaliente erección, que desde ya, la estaba anhelando. La sangre le hirvió cuando ella emitió una risilla burlona y nasal.

—Eres una mala alfa, Yoo. —Sonrió cuando ella intentó tomarla nuevamente para acercarla contra su cuerpo, y removió sus manos, ahora descendiendo por su pecho, hasta meterse dentro de su ropa interior y su respiración se agitó para ella —Me gusta tu aroma y tu sabor, amor... —Murmuró deslizando su lengua por la línea de su remarcada mandíbula tensa, a causa de pretender corresponder a todas sus exigencias.

—¡Nayeon! —Gimió, sintiendo la firmeza de sus suaves dedos largos, cuando tomaban su falo excitado. Con las manos, Jeongyeon subió ahora por sus muslos descubiertos y jadeó cuando se encontró con una sorpresa, y porque ella abandonó la caricia para detener sus manos inquietas. —¿No traes bragas, señora Yoo? —Gruñó, presionando los dientes cuando le halló con esos ojos tan oscuros y meció la cabeza como respuesta.

—Lo hubieras sabido antes, si no hubieras perdido todo ese tiempo enojándote con tu esposa. Eres tan terca Yoo, ahora tendré que darte una lección. —Musitó jadeante y se apresuró a tomar sus atractivos labios enmarcados con su boca hambrienta, quien no tardó en invadirla con su lengua exigente mientras sostenía su mandíbula con presión.

Yoo sintió que estaba siendo devorada por un jodido súcubo del inframundo que irradiaba sensualidad, pero ciertamente no era su dulce esposa, no.

—Omega... —Recriminó Yoo cuando se apartó para recuperar la respiración.

—Mantén tus jodidas manos muy lejos de mi Yoo, o te arrepentiras. —Musitó su omega con la voz tan escabrosa, que la alfa tragó al asentir trémulamente.

Ella se apartó un mínimo instante de sus ojos y pronto pudo percibir cómo le tomaba el miembro para masajearlo con toda paciencia.

—¿Estás lista para recibir tu lección, alfa? —Cuestionó ella golpeando ese cálido aliento contra su mentón. La alta asintió nuevamente. No podía verla, se le hacía inconcebible ese cambio rotundo de actitud, aunque le fascinaba también. Una sensación desgastante y contradictoria.

—Mírame cuando te hablo, no seas insolente —Exigió nuevamente con su mandíbula en su mano libre, clavando sus muy cuidadas uñas sobre sus mejillas esta vez, sin dejar la caricia lenta y tortuosa que dejaba ahora sobre su glande húmedo y rosagante.

Cuando Jeongyeon se decidió a mirarla, sus hermosos ojos estaban tan oscuros, que creyó que se había perdido en el fondo del más profundo y tenebroso de los océanos. Tragó ante aquella sonrisa cínica.

—¿Aprenderás a ser una buena chica, cariño? —Murmuró junto a su cuello y apresuró las caricias de su mano activa. Jeongyeon gimió, dejándose llevar por aquella maravillosa cara de su omega y asintió —Respónde. —Insistió con aquella voz tan clara y exigente que la excitaba aún más.

—Lo haré... —Nayeon presionó sus uñas con determinación, hundiendo sus mejillas levemente brusca —Oh yo, seré una buena chica para ti, cariño, lo haré... —Respondió y rápidamente aquellos esponjosos labios se curvaron en una sonrisa satisfecha de dientes sobresalientes.

—Eres una buena chica, mi amor... —Murmuró Nayeon y soltó el agarre que tenía contra su rostro, alineó su excitado pene y se posicionó sobre la alfa, para fundirla en su interior y estrecharla con satisfacción.

—Oh diablos... —Respondió la omega, cerrando los ojos y saboreando la intensidad. Sí, había sido una buena idea tomar la iniciativa.

—¡Nayeon! —Reclamó la pelicorta, mientras encontraba su mirada repleta de placer una vez decidió dirigírsela.

—Ah, ¿Te gusta así? —Gimió sintiéndola en lo más profundo de su ser, antes de comenzar a mover la cadera en su encuentro.

Jeongyeon encontró aquello jodidamente bueno. Nayeon encontró esa expresión que buscaba en ella y que tan poderosa la hacía sentir y se llenó de codicia de más.

—Si mi omega, me encanta... —Siseó tomando su cintura para ayudarla con el ritmo mientras echaba la cabeza hacia atrás. Vaya descubrimiento.

—Mmm Jeongyeon, me vuelves loca... —Jadeó con la voz quejumbrosa y a la alfa le fascinó cómo se oía. —Dí que me perdonas. —Exigió con tal atrevimiento, que Jeongyeon no pudo evitar carcajearse con esa risa estruendosa, mientras ceñía sus manos sobre su cintura.

—¡Eres una manipuladora, señora Yoo! —Se burló, mientras aceleraban el ritmo de los movimientos con los que acompañaba el movimiento de su cintura. —Sssi...

Nayeon no supo si era una respuesta o una expresión de gusto de parte de su alfa, pero estaba segura de que estaba muy cerca de obtener lo que buscaba, estar cerca de ella.

—¿Sssi? —Consultó y supo que no lo podría haber dicho de otro modo por el ritmo que llevaban.

La alfa tomó su rostro para que la viera a los ojos y esa sensación de liberación la invadió con los musculos ardiendo por el ritmo de sus movimientos, hasta que se entregaron al éxtasis inevitablemente.

El corazón martilleaba dentro de su pecho cuando Jeongyeon apoyó su cabeza sobre su pecho. Nayeon besó su frente cuando la pelicorta la buscó con la mirada fatigada, su sedoso cabello corto alborotado y los ojos colmados de regocijo, era maravillosa cuando la amaba como solo ella podía hacerlo.

—Si te perdono, pero porque te amo tanto que no puedo soportar tenerte lejos un segundo más. —Dijo entre dientes mientras la omega retomaba el ritmo y se sonreía con ese brillo en la mirada que la hacía tan irresistible a sus ojos, que solo servían para adorarla.

—Te amo Yoo... —Se oyó decirle cuando reanudaba la partida de ese juego que tanto les gustaba jugar, con el movimiento de su cadera.

—Oh cielos, eres insaciable señora Yoo... —La alfa la miró suplicante, haciéndola reír ante su expresión.

"~"Te quiero toda para mi, sé que no debería estar diciendo esto.
Pero, ¿Cómo se supone que me contenga?
Es tan fácil dejarme llevar, porque no quiero a nadie más.
Sabes que siempre consigo lo que quiero.
Espero que no olvides lo que tienes, o la forma en la que me necesitas (...)
Porque cariño, ha pasado largo tiempo desde que alguien me hizo sentir como en el cielo (...)
Ahora me tienes tan alto, que casi puedo tocar el cielo
Porque lo único que quiero es un poco de tu amor, cariño.
Ha pasado largo tiempo desde que alguien me hizo sentir como en el cielo..."

Hola, no me funen me cuesta escribir smut últimamente, lo siento no en mood ;-;

Espero comentes mucho Tu, la verdad me esforcé muchísimo. Tqm y espero que te haya gustado que regrese por aquí♡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro