30: "¿𝑬𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒄𝒆𝒍𝒐𝒔𝒂?"
La primera semana en el caribe se había ido como la marea y ya habían hecho tantas cosas allí. Desde pasear en diferentes horarios del día, degustar variedad de platillos o simplemente caminar por la orilla del mar, pero ese día en específico la alfa tenía planeado montar un plan sin salir de la cabaña, más bien había pensado en algo más especial para su omega, debido a que habían cumplido su primera semana de casadas. Y sí, aún con teléfonos móviles, computadoras y la increíble evolución de la tecnología, Yoo Jeongyeon seguía tomando notas con papel y bolígrafo, clásico hábito que la tía Bae le había inculcado desde muy cachorra.
Caminó por la habitación divagando en sus ideas, mientras su amada Nayeon se daba un baño bastante largo, cuando notó que su móvil se iluminó ante la llegada de un mensaje. Dudó en tomarlo. Jeongyeon no era una mujer curiosa, pero en los últimos días venía notando que su omega se perdía en sus propios pensamientos cuando un que otro mensaje le llegaba de sorpresa y podía sentir por largo rato su preocupación e incertidumbre a través del lazo. Por un instante creyó que era Seah, que seguía perturbándola con sus opiniones incoherentes, pero se lo pensó dos veces, puesto a que no era tan grave como para que se pusiera tan indispuesta.
La alfa caminó hacia el smartphone de su omega y lo observó de reojo, hallando el mensaje que centelleaba.
>Desconocido:
Nos veremos pronto, mi amor...
09:33 a.m
Jeongyeon presionó la mandíbula una vez tomó el móvil y observó de cerca el mensaje. Necesitaba asegurarse de lo que estaba leyendo. ¿Que si pensaba mal de su reciente esposa? No, claro que no lo hacía. Tampoco era una idiota que creía que Nayeon fuese un ángel, o bueno si lo creía, pero también sabía que no cabía en ella la deshonestidad.
Pese a que en su historia hubo una infidelidad de por medio, Jeongyeon tenía muy en claro que aquello que habían vivido era algo que tenía que suceder pues, estaban segura de que estaban destinadas a estar juntas. Pero eso no quería decir que Nayeon estuviera dispuesta a la infidelidad como un hábito, no era ese tipo de mujer, era demasiado sincera para que aquello suceda en su vida así como así. Definitivamente algo raro ocultaba en ese mensaje. La pelicorta estuvo a punto de abrirlo porque se miraba como un hilo de varios anteriores, pero no haría tal estupidez.
—¿Jeongyeon?
La nombrada dirigió la vista desde donde llegaba esa voz y la halló con el rostro asomado por la puerta. Aunque intentó evitar la molestia que sintió al imaginar que ella le estuviera ocultando algo malo, no lo logró. Y efectivamente era algo muy malo.
—¿Si? —preguntó la alfa, una vez estuvo junto a la puerta.
Nayeon le sonrió con esa calidez con la que siempre lo hacía y a Jeongyeon le frustró notar lo débil que podía llegar a ser ante esa omega, asimiló al respirar de su dulce aroma que la embriagaba.
—Alfa, ¿no me pasas una toalla más pequeña para poder secarme el cabello? Creo que la dejé sobre la cama.
Nayeon se oyó animada, pero rara se sintió al notar que la alfa solo asentía como respuesta y segundoa después, le entregaba la toalla sin detenerse a verla o a perseguirla como lo hacía casi todo el tiempo desde que estaban allí, algo andaba mal.
—¿Te encuentras bien, mi amor?
Nayeon se había pasado la toalla por la cabeza, una vez estuvo junto a ella y su maravilloso aroma floral colmó en la habitación. Jeongyeon la miró como si la analizara y a la omega se le hizo aún más extraña su actitud.
—Sí. Todo está bien. Te espero, así vamos a desayunar. —Asintió con una expresión demasiado seria.
La alfa le miró fijo antes de retirarse sin más de la habitación. ¿Qué habría sucedido? Nayeon frunció el entrecejo mientras se alistaba frente al espejo. Algo estaba mal con ella. ¿Se sentiría mal acaso? Se hizo varias preguntas más, mientras se recogía el cabello. La temperatura del lugar era realmente alta para dejarlo suelto.
—¿Lista? —preguntó la alfa, viéndola llegar, un momento más tarde.
Nayeon se sintió algo incómoda. Su mirada insistente parecía ser de reproche, como si esperara algo de su parte. La omega asintió como respuesta, intentando ignorar su supuesta paranoia, sintiéndose demasiado analizada por ese par de ojos que se veían muy oscuros esa mañana y su lazo solo le indicaba un solo sentir: irritación.
—¿En verdad te encuentras bien? —Se aventuró a preguntar Nayeon un momento más tarde, confundida por el evidente recelo de su loba.
Por primera vez no la había halagado al verla llegar, ni se había sonreído al tenerla frente a sus ojos, parecía muy pensativa y hasta frustrada. Jeongyeon la miró por un momento muy largo, antes de recordarse responder.
—Claro, ¿Porqué no debería de estarlo? —Alzó una ceja en medio de esa pregunta y Nayeon se sintió inconforme con su respuesta.
—Entonces díselo a tu rostro, porque no se te nota. —Le indicó la pelimiel y esa fue toda la conversación hasta que estuvieron en el buffet del hotel.
Tomaron una mesa y pronto estuvieron allí para servirles. Instantes luego, Jeongyeon bebía un café, leyendo el periódico con una expresión demasiado seria para el gusto de Nayeon, quien parecía impacientarse cada vez más con el silencio que las alejaba sin explicación alguna.
Desanimada, decidió que jugaría el mismo juego que su alfa y tomó su móvil para perderse en otra cosa que no sea su extraña indiferencia de esa mañana, aunque mentiría si dijera que no le afectaba. Se había acostumbrado a una alfa completamente atenta y detallista, su indiferencia ponía a chillar a su omega como si la estuviera haciendo a un lado ridículamente.
Jeongyeon alzó la mirada para ver su expresión al percibir su preocupación latente y detallo como todo en su semblante se ponía rígido.
—¿Algún problema, Nayeon? —preguntó la pelicorta, sabiendo que ella estaba descubriendo el mismo mensaje que ella había visto antes. Quiso voltear los ojos, al ver cómo la omega mecía la cabeza, negando la verdad.
—No, nada de importancia. —Murmuró cuando bajó la mirada, evidentemente incómoda.
Jeongyeon por su parte decidió que le daría todo el día para que confesara y si así no lo hacía, le pediría una respuesta por la noche, pero no pudo evitar que los ánimos estuvieran demasiado bravos desde entonces.
Regresaron por la playa, como lo hacían cada mañana antes de lanzarse a una nueva aventura, pero había demasiada tensión entre ambas. Aunque iban muy tomadas de la mano, ninguna era capaz de dedicarse una palabra o de iniciar sus infinitos temas de conversación. La extraña situación comenzaba a desesperada a la omega, quien no dejaba de añorar a su alfa cariñosa, excesivamente dulce y amable.
Ya cerca de la cabaña, Jeongyeon quiso ir a la recepción, que disque hacer una consulta de interés y Nayeon se sentó sobre un camastro a esperarla.
Momentos después, la vista de la omega se perdió en el mar mientras pensaba sobre su maldita suerte. ¿Qué más quería ese tipo de ella? Porque sabía que era él y aquella invasión ya comenzaba a provocarle temor.
Entonces no podía evitar regresar a la misma conclusión, que pensó cuando comenzó a ocultar la llegada de esos mensajes a su esposa. Aunque ese día Jeongyeon se encontrara algo rara, no pretendía que ella estuviera perfectamente todos los días, pero sabía que era una alfa muy comprensiva, además de que la protegería y podría tomar otras medidas de seguridad que, estaba claro, ella no podía manejar por sí misma. Al final se decidió. Era lo mejor, no solo para ellas, sino para sus hijas. Debía hablar claro con Jeongyeon, aunque no quisiera, estaba cansada de ignorar lo que sucedía y luchar con su sola fuerza.
—¿Y tú qué demonios estás viendo tanto, huh? —Irrumpió su grave voz, como si la pregunta no fuera verdaderamente con prepotencia.
Nayeon la buscó, totalmente consternada por el agresivo timbre en su voz. No había reconocido antes ese tono en Jeongyeon, que al parecer iba dirigido a la alfa sentada en el camastro de junto, quien las miró, asombrada.
—¿Disculpe? —Respondió la alta alfa pelicorta, con evidente incredulidad, mientras sostenía el móvil en su oído.
—¿Qué sucede? —preguntó Nayeon, confundida cuando vió a una alfa y luego a la otra.
—¡Desde lejos tengo viendo que no puede dejar de mirarte! ¿No lo has notado? —Le recrimina Jeongyeon, sin dejar ese ridículo duelo de miradas con aquella alfa de traje. Tanto era el nerviosismo de aquella omega, que no pudo evitar carcajear mediante.
—¡Por favor Jeongyeon! —Le regañó la pelimiel, con pena hacia la alta alfa de rasgada mirada profunda, quien mantenía una conversación en su móvil pero que, según Jeongyeon, no dejaba de verla.
Sin pretenderlo, estaba segura de que esa mujer estaba siendo el blanco de todo el mal humor latente de su esposa.
Sospechoso.
¡Es que ni siquiera la había notado allí! Pensó, Nayeon mientras sostenía a su esposa desde los hombros. ¿Cuándo se había puesto tan rígida? ¿Y porqué?
—No, ahora quiero saber que es lo que tanto te veía, ¿está guapa, verdad? —Desafió Jeongyeon, nuevamente dirigida hacia la espigada mujer, con intención de comenzar un duelo.
Nayeon presionó su agarre cuando Jeongyeon parecía querer avanzar con alarmante amenaza en su gruñir al ver la diversión en los ojos de la contraria.
¿Qué diablos estaba sucediendo?
—¡Oye no seas ridícula! —Exclamó Nayeon, mirando a la alfa frente a ambas, con total bochorno al sentir el incremento de su aroma. ¡Su loba estaba alterada!
—Claro que lo está. —Aceptó la desconocida, recorriendo a Nayeon sin pena y, al parecer, contribuyendo al desafío. —Pero no es lo que crees amiga. ¡Utilicé a la omega de punto en la conversación! Discúlpame. —Volteó en dirección de Nayeon para disculparse y volteó los ojos ante la exasperación latente de su esposa y su agresiva loba territorial.
Feromonas volaban en el radio contiguo de aquella omega, quien veía a ambas alfas con incredulidad. ¿Desde cuándo era tan celosa? ¿Desde cuándo era tan tosca? ¿Y porqué rayos se comportaba tan infantil e irracionalmente? Las preguntas golpeaban a aquella omega con violencia.
Jeongyeon presionó la mandíbula con intensa molestia latente, aún detenida por Nayeon.
—¡Es mi omega! Debería ser más prudente y tomar de punto en tus malditas conversaciones a alguien más que no sea mi omega, si no quieres problemas "amiga".
La alfa en cuestión se carcajeó, divertida —Lo tendré en cuenta. —Se dignó a responder, una vez contestaba en un extraño idioma que parecía ser tailandés, a la persona que atendía del otro lado del móvil.
—Ya, ya Jeongyeon. ¡Por favor! —Reclamó Nayeon, sin salir de su asombro.
Jeongyeon la miró con su loba completamente a la defensiva y, puesto que parecía no bajar la guardia, tiró de ella, dirigiéndose hacia la salida en dirección contraria.
—Se está burlando de mí esa idiota... —gruñó la pelicorta, oyendo a la extraña reír en el su teléfono.
—¡Ya basta! —Acabó y tomó su rostro para que la mirara. —¿Qué demonios te sucede? ¡Estás haciendo todo un show, Yoo! —Le hizo saber, mirándole con genuina indignación.
Jeongyeon bufó una vez comenzó a caminar lejos de su agarre, con evidente irritación.
—¡Estoy molesta! —Habló al fin y Nayeon la miró sin saber cómo reaccionar a eso.
Lo sabía, era claro, pero ¿Cuál era el motivo? ¿Qué había sido tan grave para que estuviera molesta, si hasta el despertar había estado igual de serena que desde el primer día? La omega analizó las últimas vivencias de su estadía y no halló respuesta válida, para su propio desconcierto.
—¿Y por eso tenías que atacar a esa alfa y hacer todo ese drama sin sentido? —Le consultó la omega con el humor naciendo desde sus labios, en una pequeña e incontenible sonrisa.
—¡No Nayeon! Ni se te ocurra burlarte de mí, porque te juro que no respondo... —Le advirtió la pelicorta con demasiado fastidio y la nombrada se tapó los labios, una vez actuó como si no fuera a replantear aquello.
Siguieron el corto camino que faltaba para llegar a la cabaña, hasta que Jeongyeon no pudo más con el modo en el que su omega la miraba, burlona y adorable, como si fuera a carcajear en cualquier instante.
—Anda, ríete si eso es lo que quieres, pero esa tipa tenía sus ojos sobre ti, digas lo que digas. —Le advirtió la alfa, señalándola como se le señala a un ladrón. Su reciente esposa la miró con los ojos muy abiertos en exagerada indignación.
—Ya te dijo porqué, de hecho a mi también me sucede a veces. No me vas a decir que a ti no... —Comentó la omega con una suave sonrisa bailando en su boca, que tanto le estaba irritando a la pelicorta.
—¿Estás justificando su actitud, Nayeon? —Gruñó la alfa, fulminándola con su mirada. Estuvieron junto a la puerta cuando la omega respondió.
—¿Estás celosa, mi amor? —preguntó Nayeon, ahora con genuina incredulidad.
Es que deberían de haber grabado ese suceso para que pudiera volver a verlo cuántas veces lo necesitara su autoestima. La alfa gruñó cuando la buscó con esa mirada repleta de molestia que no parecía muy cercana a abandonar.
—¡Claro que no! —Gruñó, ingresando por la puerta de la cabaña.
Nayeon ingresó con la misma expresión descreída que no podía dejar, sin abandonar la sonrisa.
—¿De verdad? —Canturreó ella, una vez se paró frente a ella, quien había tomado un lugar en el sofá.
Jeongyeon la miró de reojo mientras observaba su móvil y asintió sin más como respuesta, pretendiendo verse "indiferente".
Al parecer estaba molesta por algo más, entendió Nayeon, y aquello estaba siendo una excusa muy tonta para poder enojarse a gusto. Entonces, como toda omega lista, supo que debía de hacer.
Nayeon tomó suavemente el móvil de su esposa, asegurándose de que no estaba haciendo nada de importancia y lo apartó a un lado, luego regresó con suma paciencia, perseguida por esos ojos que la escudriñaban con esa seria expresión, para posicionarse sobre sus piernas.
Aunque estuviera "molesta" con ella, Jeongyeon le rodeó la cintura con sus largos brazos, una vez sintió el calor de su cuerpo sobre el suyo. Nayeon la buscó con su sonrisa más dulce y luego de darle algunos besitos de labios cerrados, prosiguió a preguntar con aquella tenacidad admirable que solo sabía enloquecer y encandilar más a la loba de la pelicorta.
—¿Qué sucede, huh? Estás rara desde hoy en la mañana, anda alfa, dímelo... —Le pidió sobre los labios, antes de tomarla en un suave beso.
Jeongyeon correspondió a su dulzura, irresistiblemente. Cuando la omega se apartó, la pelicorta la miró con los ojos más iluminados.
—No me sucede nada. —Mintió junto a un largo suspiro, al notar que ella le ocultaba algo más grave de lo que se podría haber imaginado y ahora comenzaba a preocuparse. —Es que esa tipa... —Espetó presionando rápidamente la mandíbula y su omega la calló con uno de sus dedos largos, antes de buscar nuevamente su mirada.
—Estás completamente loca, ¿Qué crees? ¿Que todas las alfas jóvenes y guapas como tu, van por la vida viendo a omegas como yo, cariño? —Se burló la pelimiel, sin piedad.
Jeongyeon meció la cabeza con incredulidad pues, le asombraba que aún luego de todo lo que había hecho para que notara lo que veía en ella, no lo había logrado.
—Omega tu no eres una alfa, y por lo visto aún te falta tomar conciencia de tus encantos y esa ropa que no ayuda en lo aboluto... —Levantó una ceja observando la fina tela del vestido de playa que ella llevaba puesta esa mañana.
Era una prenda muy clara con bordados en hilo azul francia y el traje de baño oscuro que le sentaba muy bien y se asomaba por su escote. Yoo había estado muy conforme con ese cambio de look, pero por un instante pensó que ya no estaba tan contenta, porque la hacía más atractiva para todos los que deseaban posar sus ojos sobre su omega y no sabía porque diablos, pero había comenzado a asimilar lo ridiculamente posesiva que podía llegar a ser con ella.
Eso estaba muy mal.
—¿Qué tiene mi ropa? —preguntó Nayeon, viéndose sin poder perder la diversión en esa carcajada que aún no se animaba a soltar, pero que su alfa podía percibir fácilmente gracias a la marca que las unía.
Jeongyeon volteó los ojos con impaciencia, si su omega supiera lo guapa que se veía con prendas y sin ellas, no haría tal pregunta.
—¿Qué tiene? Es llamativa, ¡Te ilumina y te hace tan atractiva, como si trajeras luces de neón! —Exclamó, notando que el blanco contrastaba tan bien en el sensual bronceado que había tomado su piel. Diablos, estaba más guapa que antes, cuando su piel aún no tomaba ese color que destacaba el fascinante color de sus ojos —Y luego ese bronceado... —Gruñó la pelicorta, mordisqueándose el grueso labio inferior entre los dientes, mientras deslizaba un dedo por sus delicados hombros.
Nayeon se apartó abruptamente del agarre y bajó la mirada para verse. ¡¿Cómo es que no lo veía?! Insistió la loba de Jeongyeon.
—No comprendo ¿es por mi ropa? —habló la pelimiel con una sonrisa escéptica, mientras deslizaba una mano, alizando la tela del vestido.
—Eres tu, Nayeon. Eres muy hermosa omega, compréndelo de una vez... —Le señaló a la cabeza y la mayor al fin largó su carcajada. Jeongyeon volteó los ojos ya cansada de disimular su fastidio, ella no tenía remedio. —No, es que ya no sé cómo hacértelo entender. Estás ciega, Nayeon...
—Lo que entiendo, es que estás exagerando cariño o tu amor hace que...
—No me salgas con esa mierda de que te estoy viendo con "ojos de amor", porque también te miro como tu alfa, una alfa que te desea, Nayeon ¡Entiéndelo! —Dijo una vez la tomó entre sus brazos y la sacudió, buscando su atención.
Nayeon la miró con los ojos muy abiertos, ya no hubo expresión en su rostro después de esa respuesta más que aquella tensión que incrementó entre ellas con agresividad.
Había mucho más que una competencia por la verdad, había sentimientos puros de amor y ese deseo que le hervía en la piel y vibraba allí, en su marca cuando solo su alfa la miraba. La omega tragó y el corazón golpeó en cada esquina de su cuerpo cuando la pelicorta descansó la mejilla contra su hombro, exhausta de pelear.
—Eres muy hermosa, muy hermosa Nayeon, y te niegas a creerlo. ¿Por qué? —preguntó ahora buscando la expresión perdida en sus ojos. Cuando la omega decidió bajar la mirada, Jeongyeon le alzó el mentón para que la siguiera viendo con sus ojos oscuros —Mírame, no te engaño omega, ni lo digo porque te amo o por querer alzar tu autoestima, eres hermosa, me gustas, te deseo tanto... —Ronroneó, ahora acercando sus labios a los suyos.
Nayeon gimió cuando sus manos ascendieron en un camino que delineaba sus piernas, cruzaba sus muslos y perseguía la curva de su trasero. Sin esperar un instante más, le tomó los labios y Jeongyeon no pudo resistirse a corresponder con demasiado estusiasmo.
Siempre dicen que lo mejor de las discusiones, eran las reconciliaciones.
—Jeongyeon ¿qué haces? —Gimió Nayeon cuando la alfa se puso en pie y se echó a andar con ella aún amarrada contra su cintura, sin dificultad aparente.
Cuando llegaron a la habitación que ocupaban en aquella pequeña cabaña, la alfa la arrinconó contra la pared junto a la puerta y su cuerpo, ¿Cuando habían llegado hasta allí? Se preguntó Nayeon, ya jadeante por lo estimulante que eran sus acciones y reacciones. Nunca sabía con lo que le podría salir la versatilidad de su alfa.
—Nayeon, tu aroma me enloquece, ¿ya te lo dije? —Murmuró, hundiendo la nariz contra su cuello y luego desprendiendo besos por sobre su hombro, en donde la tela de ese ligero vestido parecía querer escurrirse por su cuerpo, y que tan bien se le veía, se recordó pensar la alfa, mientras sus manos subían por debajo de la tela con una mano contra su espalda, presionando su cuerpo con el suyo para que sintiera el deseo que crecía en sus pantalones de mezclilla y sintiera la prueba en sus palabras, para que sintiera su fuego.
—Cielos, varias veces, amor... —Murmuró sosteniendo esa mano sobre su espalda y la otra apoyándola sobre su nuca.
La omega sintió el ardiente beso que la alta dirigía ahora por su cuello, hundiendo la lengua en la delicadeza de sus clavículas marcadas. Todo su cuerpo estaba recargado sobre el de la alfa, mientras se movían hacia adelante y hacia atrás al compás de la fricción que les encendía el cuerpo con tanta prisa.
—Voltéate —habló en ese tono posesivo que a su omega tanto le gustaba.
Jeongyeon tomó sus manos cuando ella obedeció, las posicionó sobre la pared para que le sirvieran de apoyo y arrimó el calor de su cuerpo contra su espalda. Podía sentir el lascivo movimiento de sus manos entre ambas, mientras liberaba su erección de la rígida tela que la bloqueaba.
—Oh Luna... —Gimió Nayeon, sintiendo como la pelicorta se adueñaba de su cuerpo y de su ardiente deseo de más, reapareciendo sus caricias ahora por debajo del bañador —Sigue, si-sigue... —Suplicó en esa voz tan pequeña y tan sutil, que Jeongyeon no pudo evitar corresponder, digitando su dulce humedad por aquella entrada a su paraíso terrenal a través de la tela.
—Tan húmeda para mi señora Yoo, ¿Cómo no quieres que enloquezca por ti? —Reprochó Jeongyeon, jadeante de perseguir sus pliegues húmedos y expectantes. —¿Aún tienes dudas de cuanto me gustas? Puedo ser más explícita para ti, omega... —Prometió, realzando su cadera a tal punto que la omega quedó de puntillas frente a ella y se derritió en gemidos cuando se fundió en su maravilloso y abrazador interior.
—Y-Yoo Jeongyeon... —La nombró cuando apoyó el rostro contra el muro una vez unía su cuerpo en cada estocada, y esta la recibía con más tensión. La alfa adoraba oír su nombre a través de los jadeantes labios de su omega.
—Señora Yoo... —Respondió Jeongyeon y siguió besando sus omóplatos y sus hombros, mientras la sostenía de la cintura con uno de sus brazos para mantenerla en su lugar y con la mano libre recorría su cuerpo a su gusto.
Nayeon recargó su cabeza, ahora contra su hombro cuando la alfa aceleró el ritmo, pues le estrechaba de ese modo que la pelicorta ya sabía reconocer su liberación. Nayeon se sintió desfallecer y Jeongyeon se podría haber corrido ante la oscuridad esa deliciosa mirada dilatada.
—Sigue viéndome, omega... —habló entre dientes, mientras fundía su mano libre en su traje de baño y masajeaba su clítoris con habilidad.
Jeongyeon oyó nuevamente esa vocal más extensa y aguda. Se sonrió al confirmar que estaba haciendo lo correcto, a Nayeon le gustaba el poder que ejercía su grave voz de mando sobre ella cuando hacían el amor, era tan sencillo estimularse con palabras firmes que la llevaban hacia la cima con más facilidad.
—Córrete, señora Yoo. —Le ordenó una vez tomó su labio inferior para saborearlo con su boca hambrienta, mientras la rodeaba con ese impregnante aroma a cacao, tan dulce y tan amargo a la vez.
Nayeon se desarmó entre sus brazos en espasmos eléctricos que la estrechaban en su interior y que ayudaron a que pudiera acompañarla, varias embestidas después. Jeongyeon descansó un beso sobre su cuello, antes de apartarse un pie y tomarla en sus brazos para llevarla a la cama, luego la dejó allí mientras se desnudaba sin prisa y con su mirada fatigada sobre su estilizado cuerpo.
—¿Qué haces? —Le preguntó la omega, una vez la observó despojarse de las prendas que se había puesto en la mañana, nunca se cansaba de admirar su desnudez, se veía majestuosa.
—Desnudarme. Ponte de pie, mi omega. —Ordenó y Nayeon dudó antes de obligarse obedecer.
Jeongyeon la sostuvo entre sus brazos y caminó con ella en su peso. Nayeon se dejó llevar por su alfa, sin imaginar lo que sucedería un instante después.
—¡Jeongyeon! ¿Pero qué haces? —Carcajeó cuando caía el agua sobre ella ¡Pero si aún no se había desvestido!
—Necesitaba una excusa para desnudarte, señora Yoo... —Esa intensa mirada repleta de deseo, la recorría una vez descendía la tela que se había pegado en su piel, hacia el suelo de las baldosas y, regando besos por su pecho, bajó el tirante de su traje de baño.
Demás está aclarar que eso contaba como parte de la reconciliación y, mientras caía el agua sobre sus cuerpos, se amaron nuevamente muy enredadas contra la otra.
Jeongyeon la observó atentamente mientras veía hacia el ventanal del restaurante y se sonrió de costado. Su omega era tan bella, fundida en ese vestido negro con el cabello recogido en una coleta baja. El mozo la trajo de su ensimismamiento cuando retiró el servicio. Nayeon la miró cuando extendió una caja sobre la mesa dirigida a ella.
—¿Más regalos? —preguntó al notar la caja de lo que parecía ser, del tamaño de un anillo.
—No. —Meció la cabeza. —Es la caja en donde mi madre guardaba ese anillo que traes allí. —Señaló con el mentón —Cuando Ryujin me dijo que te lo daría, decidí que deberías de tener en donde guardarlo. Es de plata. —Señaló la pelicorta y Nayeon puso más atención al pequeño alhajero, en sus detalles y sus apliques.
—Vaya... es muy bonito. —Dijo tomando la pequeña pieza en sus manos. El metal se veía algo opaco evidenciado su antigüedad. La miró sobre sus ojos y halló una sonrisa en sus labios.
—Pero si tengo un regalo para ti hoy. Espero no te moleste... —Musitó Jeongyeon, mientras se ponía de pie y extendía su mano. Nayeon la tomó y pronto se dirigieron hacia la salida.
—¿De enserio crees que otros alfas se voltean a verme? —preguntó Nayeon, mientras iban a pie y tomadas de la mano, debido a que estaban cerca de donde se estaban alojando.
—¿Que si lo creo? —Se rió la alfa, al mirarla. —Más bien preguntame si puedo verlo, porque se nota que tu no, omega. —Le hizo saber mientras acercaba una de sus manos, para besarla.
—Vaya... no lo sabía. —Admitió, no logrando creer tales palabras del todo. Había sido... ¡Y ella ni siquiera estaba enterada!
—Eres una omega muy bella Nayeon, tienes una belleza tan dulce, sutil, elegante y déjame confesarte que ese tipo de belleza gustaría a cualquiera, eres digna de admirar desde cualquier perspectiva de ti. —Habló Jeongyeon con aquella torrida voz quw urilizaba en su verdad, mientras le guiñó un ojo. Nayeon carcajeó, meciendo la cabeza.
—No lo creo. —Respondió con lo que parecía ser una costumbre y Jeongyeon la miró desconcertada. —No me mires así, no lo creo, no lo veo, no lo entiendo. —Insistió al fin y la alfa se paró frente a ella, antes de aceptar sus palabras.
—De acuerdo, entonces déjame que un día te lo demuestre. O tú misma pon más atención, tiene que llegar ese instante en el que puedas verlo por ti misma cariño, tu sutileza te hace tan irresistible, tu aroma, tu dulzura y esa boca inteligente... —Ronroneó la alfa, rodeándola con sus brazos. Nayeon asintió, recibiendo el beso que dejó junto a su oído.
—De acuerdo, a todo. Cuando lo notes tu muéstrame y yo pondré más atención. Aunque no tiene sentido que... —Dijo al fin y Jeongyeon decidió que era hora de cumplir con lo único que le había quedado dentro de todo el plan que tenía para ese día.
—¿Quieres saber ya de tu sorpresa? —La interrumpió, una vez ingresaba por la puerta de la cabaña. Nayeon la siguió con ansiedad.
—De acuerdo. —Aceptó la pelimiel, sonriéndo ante su entusiasmo.
—De acuerdo, dame un rato mientras preparo todo. De mientras acomódate por aquí, bebe una copa de vino... —Musitó en la alfa, en tono travieso.
—Mmm no más vino por hoy. —Desaprobó la omega, comprendiendo hacia dónde iban sus intenciones. Jeongyeon río antes de besarla en la mejilla y perderse en la habitación.
Nayeon la vio retirarse y rápidamente tomó el móvil para marcar todos los mensajes que debería de mostrarle a Jeongyeon cuanto antes. Aquel día había recibido dos y ya estaba comenzando a impacientarse. Con el corazón galopante y la preocupación invadiendo sus pensamientos, se sentó sobre el sofá que estaba en el recibidor.
Ya no quería sentir esa incertidumbre al ignorar de quién se trataba y qué es lo que pretendía decirle o advertirle. Le llegó una respuesta de la tía Bae, quien le avisaba que había estado a ojo de halcón para que su Chaeyoung estuviera cumpliendo con su dieta y sus vitaminas. Sonrió cálidamente ante sus buenos deseos y le agradeció con algunas palabras. Luego, de haber leído algunos mensajes de parte de sus hijas y Sana, se recostó en el sofá. Poco a poco y sin darse cuenta se fue rindiendo ante el sueño.
Cuando Jeongyeon regresó y la encontró dormida por segunda vez desde que se habían casado, se preguntó si aquello era producto de la anemia o si se trataba de estrés. Jeongyeon decidió que si dormía, debía de hacerlo en la cama así que se apresuró a tomarla entre sus brazos para dirigirla hacia allí.
—Alfa, cielos, siempre que me buscas me quedo dormida en alguna parte. —Sonrió, apoyando su nariz en su cuello. Jeongyeon resintió esa caricia antes de corresponder a sus palabras.
—No te preocupes preciosa, te ves bastante agotada hoy. —Murmuró mientras analizaba las ojeras que había intentado ocultar bajo su maquillaje.
—No tanto, es cansancio mental. —Explicó mientras se ponía sobre sus pies, una vez la pelicorta la dejó sobre la cama.
—¿A dónde va señora Yoo? —Preguntó la alfa, cuando Nayeon se quitó los tacones y caminó frente al espejo al decidir que ya era hora de desmaquillarse. —¿No quedamos con que descansarías? Regresa a la cama, por favor.
—Claro, pero tú me habías dicho que tenías una sorpresa y muero de intriga por saber que es...
Jeongyeon asintió ante sus palabras.
—Solo es un baño de tina, omega. —dijo con naturalidad, haciendo sonreír a la omega.
—¿Contigo? Que rico, sí quiero. —Aceptó, mientras se quitaba los aretes y le entregaba una mano a su propuesta. Jeongyeon tomó su mano y en un rápido instante la sostuvo nuevamente entre sus brazos. —Me encanta que me lleves en tus brazos, señora Yoo...
—Lo sé mi amor, por eso lo hago. —Le hizo saber cuando ella le abrazaba, depositando un suave beso sobre su mejilla y respirando de su delicioso aroma.
Cuando ingresaron al cuarto de baño solo había una tenue luz en toda la habitación. Nayeon parpadeó para que su vista se acomode a la poca luz y notó que esta era proveniente de algunas velas. Rápidamente resintió el aroma a flores que flotaba en el ambiente y supo que provenían de las velas. La tina estaba llena de agua y alrededor había espuma y flores, ¿flores reales? La miró confundida.
—Son rosas, como tu aroma, que me vuelve loca... —Le hizo saber, mientras le indicaba que era hora de aceptar el regalo. Nayeon cerró los ojos mientras descendía junto a sus manos con intención de desvestirse. —Déjame, yo lo haré.
—Jeongyeon... —Suplicó y la alfa besó su mejilla.
—Te prometo que te dejaré descansar por hoy, omega. —Murmuró contra su mejilla y supo que ella había decidido creerle, una vez sus brazos cayeron hacia los costados y comenzó a deslizar el vestido para que cayera al suelo.
Cuando Nayeon quedó en lencería, la pelicorta ya no estuvo tan segura de su autocontrol.
—Tengo mucho sueño... —Murmuró la pelimiel, mientras sentía sus caricias con los ojos cerrados. Jeongyeon prosiguió despojándola, ahora de su ropa interior.
—Métete en la tina, señora Yoo. —Le indicó la alfa, pacientemente.
Perezosa, la omeha aceptó su mano para ayudarse y se dejó llevar por la tibieza del agua. Cuando vió a su alrededor, todo su cuerpo estaba cubierto de espuma y pétalos de tres colores. Jeongyeon se acomodó a su par y comenzó a desamarrar su cabello.
—Sumérgete... —Le indicó una vez la había liberado de la goma que sostenía su pelo y ella obedeció con gusto. Cuando estuvo fuera del agua, Jeongyeon le quitó algunos pétalos del rostro y sonrió. —¿Le gusta mi señora Yoo?
—Tu me gustas. —Confesó Nayeon y Jeongyeon notó su extremo relajo a través de sus palabras. —Ven, acompáñame... —Extendió su brazo espumoso y la alfa dudó.
—¿Estás segura? —Dijo, aunque ya se estaba tomando el borde de la blusa que estuvo utilizando esa noche.
Nayeon quiso arrancarle la prenda a tirones, pero decidió que mejor le contestaba con una sonrisa, mientras la admiraba.
—Claro que sí, ven aquí.
Instantes luego, ella se encontraba apoyada contra su pecho, recibiendo de sus caricias suaves y de sus besos, allí sumergidas en el exquisito aroma que complementaban entre sí.
—Necesito que hablemos, amor... —Musitó Jeongyeon, sabiendo que necesitaba quitarse esas dudas que le estaban carcomiendo la conciencia desde el inicio del día.
—Dígame, mi señora Yoo... —Habló la omega, aunque sin abrir los ojos, dejándose acariciar por sus manos.
Jeongyeon dudó si era el momento más oportuno, pero entendió que ya no se podía aguantar, necesitaba saber si ella estaba en peligro como se lo llegó a imaginar al saber que quizás se trataba de su ex, a través de esos mensajes.
—¿Quién te está enviando esos mensajes que te dejan tan mal? —preguntó sin más y Nayeon alzó la vista para hacer contacto directo con sus ojos. Ella lo sabía.
"~¿Qué es lo que piensas? Lo veo en tus ojos
Hay una extraña tensión que te rodea, Veo expresión confundida en tu cara, ¿que pasa por tu mente?
Voy a leer tu corazón.
Deja que el tiempo avance y cambie la atmosfera,
Déjate llevar por toda esta sensación..."
Hola, ya tocaba actualización por aquí también, hola Ü
Me encanta que se pusieron bien insaciables ahora que ya están casadas jajajsjsja
¿Qué me das por el próximo?
Extrañame, quizás no tarde tanto por aquí esta vez, tqm♡
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