3: "𝑰𝒏𝒇𝒊𝒅𝒆𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅"
Infidelidad, pecado para una mayoría hipócrita, falta de moral para los falsos morales, una elección para quienes lo eligen como su puerto seguro y el deseo de libertad para los esclavos de una triste realidad.
Pero, ¿Qué es lo que realmente se siente ser infiel? ¿Era tan sencillo como se veía cruzar esa delgada línea y decidir beber de otra copa? Quiso saber Nayeon cuando el ambiente se había cargado de una tensión casi espesa e insoportable.
La omega se había perdido en esa mirada ardorosa que todo su interior enloquecía por descubrir y le atraía con una fuerza monumental, como una invitación a lo prohibido con pase directo a bailar en la oscuridad. ¿Sentiría remordimientos por la mañana? ¿Podría sobrellevarlos con la tranquilidad con la que su esposo se había desplegado en ello durante dos años?
Ese aliento cálido golpeó el borde de sus labios y tuvo que cerrar los ojos para no caer fácilmente en la tentación, sintiendo que todo su cuerpo se contrae ante el mero acercamiento y la cálida respiración de la alfa golpeándola tan de cerca. Su aroma se intensificó y la pelimiel lo respiró como el aire. Exquisito.
—N-no lo haga, por-por favor... —Susurró con la voz débil y poco a poco fue abriendo la mirada para intentar romper con aquella invasión que suponían los ojos de esa alfa sobre ella, y que amenazaba con quebrantar su tolerancia hasta atravesarla por completo.
Jeongyeon la miró confundida, cuando ella quiso apartarse para acabar con el contacto que las tenía muy adheridas. Deseaba poder entrar en su ser y liberarla de todo lo que la reprimía, arrancarlo desde adentro, descubrir más allá. Aún era tan pronto, ¿porque su alfa sentía tanta necesidad de posesión?
—¿A qué le teme? —preguntó la menor, sin aflojar el agarre, acariciando, haciendo un contacto suave y casi inocente, intentando reducir sus muros.
Jeongyeon sabía que lo que ella sentía no era lo que salía de su boca, lo podía notar en cada una de las reacciones de su cuerpo tembloroso, podía sentir el deseo arder desde sus mejillas, hasta el modo en el que tensaba los músculos de sus brazos y piernas, y esa boca que le llamaba con tanta desesperación, estaba a punto de acabar con toda la distancia que contenía, lo que prometía ser una explosión, ¿Por qué tenía que dudar y detenerla? ¿Acaso ella no podía sentir lo que sucedía entre las dos? Sentía como si la conociera desde hace siglos, su aroma le era tan familiar que se sentía como si estuviera en su hogar después de un largo viaje.
—A usted... —Sus palabras salieron en un susurro, resistiéndose a lo inevitable. Claro que era sencillo entregar el cuerpo, pero no tanto así liberar la mente, perder todo el poder, ceder.
—¿Por qué está aquí, entonces? —Insistió la castaña, con la duda sobre sus labios.
La omega pensó una respuesta. ¡Por la diosa luna! ¿Por qué rayos seguía hablando y no la tomaba de una maldita vez? Nayeon hubiera querido que ella no fuera tan respetuosa, que fuera más posesiva, más agresiva y que la poseyera sin su permiso y no la hiciera pensar en respuestas banales, porque si tenía que pensar lo arruinaría, como lo había hecho la mayor parte de su vida.
Sus pensamientos desvergonzados provocaron un rubor tan intenso, que abarcó hasta sus orejas, cuando la miró con las pupilas intensamente dilatadas.
Pero la pelicorta no pudo evitar descubrir todo el deseo ardiente y mordaz que ella ocultaba detrás de esa timidez en silencio, que la puso completamente dura al instante.
Era tan genuina, que sus puros rasgos la ponían en evidencia. Sus ojos entrecerrados, sus labios entreabiertos, sus mejillas rosadas. Su dulzura la había cautivado desde aquella primera vez y Jeongyeon confirmó que, haber coincidido con esa omega tenía que tener un cometido, ser para ella.
Su loba ronroneó coincidiendo con ella, dejándose abrazar por su intenso, impregnante y gentil aroma de omega dulce.
—Por usted... —admitió Nayeon, percibiendo como toda su esencia irradiaba de ella como si siempre hubiera estado allí. Y aquella, lideraba todo lo que ocultaba en sus instintos más sepultados, junto con sus deseos de libertad. Eso que quería que la alfa excarcelara desde su interior, huir tomada de su mano y volar, para ser ella misma con toda su simpleza y sencillez.
Aún en aquel estrecho agarre, Jeongyeon enredó sus dedos sobre el recogido de su cabello y Nayeon ronroneó al sentir su aliento golpear directamente contra sus labios. Un gemido blando y entregado envió replicas por el cuerpo de la alfa, y su loba enloqueció de solo imaginar todo lo que podría hacerle a esa boca tan sabia.
—Míreme Nayeon, por favor... —Juntando sus carnosos labios con los suyos en cada letra que pronunciaba y la punta de su nariz, contra la suya en una tímida caricia íntima.
Nayeon levantó la mirada hacia la alfa, quien la miraba con esos ojos tan prepotentes y avasallantes.
—Alfa... —Jadeó la omega, reproduciendo los deseos de su loba y al hallarse en su mirada, fue suficiente para que el deseo se encendiera en la menor.
Jeongyeon no tardó en juntar sus labios con los de esa dulce omega y un jadeo suave como la seda le erizó el cuerpo en su respuesta.
La alfa esperó una reacción, pacientemente, sin aflojar el insistente agarre con el que le quemaban sus manos sobre su cintura y ronroneó sin sentido cuando, la caricia que tenía por lengua, desató una batalla por ver quien obtenía más de la otra. Una nueva prisión de su cuerpo con el suyo y el alivio de saber que ya no habría retorno para lo que seguiría, regocija a la loba de Jeongyeon.
Nayeon se sostuvo de sus hombros porque temía caer, con aquel beso comenzaba a perder toda la fuerza en sus extremidades y Jeongyeon lo notó de inmediato.
Rápidamente, la menor la sostuvo contra su pecho con más presión, detallando cada expresión de su bello rostro, ante el encuentro de su pesada respiración contra la suya, después de que se apartaron para respirar.
—Usted es tan bella, Nayeon... —Susurró como si le comentara un secreto que no quería que nadie más oyera y quisiera descubrir a su par.
—Por favor, ya no diga más... —Respondió la omega, mientras entreabrió los labios para poder recomponer la respiración.
Jeongyeon sabía que era una invitación. La besó majestuosamente suave, y poco a poco fue aumentando la intensidad, hasta que se convirtió en un beso ansioso y salvaje.
Entre pasos acordonados, se acercaron a la cama. Nayeon no esperaba que la alfa se detuviera, no cuando el deseo le fluía en todo el cuerpo de ese modo hambriento. Ella se dejó guiar por la alta quien parecía transmitirle los pasos a seguir, con su mera mirada.
—Tengo miedo... —Jadeó la pelimiel, con la respiración demasiado agitada al sentirse bajo la mirada intimidante de esa alfa.
Si tan sólo supiera que no deseaba aquello, sino todo lo contrario, pero Jeongyeon no era consciente de lo que le provocaba con su sola mirada, aún.
—No debe temer, mi señora Nayeon... —Murmuró como respuesta, mientras tiraba de un botón de su blusa.
Nayeon gimoteó ante su falta de prisa y se dejó llevar por la intensidad de su mirada persistente.
—Es tan bella, Nayeon... —insistió la alfa, recorriendo sus manos sobre la tela, tirando de ella para que supiera que sus deseos más primitivos eran arrancarle cada prenda, hasta dejarla como deseaban verla sus ojos, completamente desnuda.
—A-alfa, hmh... —Jadeó con tremulidad ante el modo en el que la menor perseguía su entrepecho desnudo, sólo ocupado por la suave seda del sujetador.
—Déjeme desnudarla, no tengo prisa... —Musitó la alfa contra su mejilla y absorbió sus labios hinchados, para mordisquearlos un poco más.
La alfa exhaló con gusto cuando ella asintió como respuesta, y comenzó a despojarla de esa suave blusa blanca que cubría su pecho. Jeongyeon detalló el tono claro de su piel, la cual deseaba explorar y enrojecer con sus caricias.
Nayeon sentía como si su cuerpo fuera una hoguera que esa alfa estaba encendiendo a su gusto pues, jamás la habían besado de modo tal, que cada centímetro de su cuerpo correspondiera a ella como si sus besos fuera el reactivo, era satisfactorio, era delirante, era perfecto.
Amasando su sedoso cabello entre sus manos, Jeongyeon lo halló recogido con tanta rigidez y gruñó nuevamente, apartándose de sus labios.
Nayeon creyó que lloraría si se apartaba más, deseaba tenerla junto a su piel, junto a sus labios, siempre.
—¿Me permite, por favor? —preguntó, paciente.
Nayeon asintió con aprobación y Jeongyeon estaba extasiada de que a todo lo que decía, su respuesta fuera un pequeño asentimiento tímido.
Rápidamente se deshizo del prendedor que sostenía esa cabellera clara como la miel, y esta, cayó armoniosamente sobre sus hombros, desprendiendo el mismo aroma que la cubría por completo. Jeongyeon se mordió la mejilla interna una vez la puso hacia atrás para admirarla.
—Es una mujer muy hermosa, señora Nayeon... —Confirmó con sus palabras, antes de aprisionarla entre sus brazos y regresar a aquel beso que la tenían encadenada a la pureza de sus labios rojos, ahora recorriendo su cabello libremente con sus firmes manos.
Nayeon se desarmaba con cada una de sus caricias, jamás la habían detallado con la mirada y las manos de ese modo tan preciso. Pero luego de un instante, prefirió dejar de pensar y tomarse de esa valentía para recorrerle la espalda con sus dedos, correspondiendo a otro de esos desordenados besos que, al parecer, la alfa estaba disfrutando tanto.
Se apartaron por falta de oxígeno una vez más, Jeongyeon paseaba sus labios por su mejilla ardiente y sintió el par de puños que sostenían la tela de su blusa.
La alfa imaginó que era a causa de las dudas, no era sencillo dejarse llevar y poseer la fuerza para derribar las mismas. Más no disimuló cuando se encontró sin aliento y eso a Nayeon le prendió aún más.
—¿Cómo es qué no saben valorar a una omega como usted, Nayeon? —Jeongyeon iba bajando sus manos con audacia y precaución, haciendo presión sobre su piel, intentando hacerse parte de ella.
La suavidad de los besos de la alfa, se perdían por la superficie del su cuello y Nayeon sentía como si encendiera una llama incesante entre sus piernas, una que no recordaba que pudiera sentir en lo absoluto, y se abrumó.
—¿Acaso no cree que está perdiendo su tiempo y que puede arrepentirse luego? —Habló, dudosa.
—¿Qué es tan difícil de entender? Usted me gusta, Nayeon. Pero quédese tranquila, soy muy paciente, poco a poco se lo demostraré con acciones verdaderas y así, me la ganaré para mi... —Respondió.
Nayeon creyó que con aquellas pocas palabras y unos cuantos besos, ya se había apropiado de toda su piel.
—Le enseñaré a valorarse y a adorarse como lo están haciendo mis ojos ahora mismo... —Habló sin poder dejar de frotar sus labios inquietos sobre la cremosidad de su piel.
—Si le creo.
—¿A usted le gusta leer, Nayeon? —Divagó, mientras recordaba la nota que leyó en alguna tarde pasada, en la que se acentuaba que las mujeres habían tomado el género erótico como uno de sus favoritos en los últimos tiempos. {Doy fe de ello}
Jeongyeon no había sido una lectora muy aficionada pues, no disponía del tiempo, pero estaba muy segura de que Nayeon si lo era.
—Por supuesto... —Sonrió la omega, de medio lado, confundida por la maraña de sensaciones que la abordaban y por no comprender el punto al que se refería la alfa, con aquella curiosa pregunta.
—Voy a escribir en su cuerpo, lo que no se pudo imaginar sobre este encuentro, todo sobre lo que no pudo especular sobre mi y lo que ni en libros leyó, Nayeon... —Canturreó la alfa junto a su oído antes de dejarla caer sobre la cama. La omega exhaló, cooperando con acomodarse mejor, y la alfa no tardó en cubrir su cuerpo con el suyo.
Un gemido declaró el gusto que sintió mientras sus suaves manos perseguían la línea por debajo de su blusa y con aquello sintió como el deseo caliente hacía presión en el centro de su ser. Nayeon levantó la mirada alarmada, pero la pelicorta no le daría chance a pensar demasiado en aquello, pues estaba demasiado a gusto recorriendola con sus manos.
—Mhm... —gimoteó como respuesta, animándola para que siguiera.
Nayeon olía maravillosamente, no había podido apartar ese aroma de sus sentidos desde que había cruzado el ascensor y había estado lo suficientemente cerca como para percibirlo a la perfección, era amable, suave y con notas tan dulces, su nariz se hundió en la piel de su cuello para profundizar y la omega se removió.
—Me fascina su aroma, jamás había sentido un aroma tan suave y exquisito a la vez. Me trae recuerdos de mi infancia...
—¿De su madre? —Ironizó la omega entre dientes. Jeongyeon ladeó una sonrisa divertida.
—Del rosedal de mi madre, así es... usted huele a la mejor cosecha de rosas, mi señora Nayeon, ¿Acaso es usted esa omega que nació para mí? —Cuestionó pegando su aliento sobre su cuello, recorriendo el sendero suave, perseverante, sabía que poco a poco derribaría sus muros.
Jeongyeon quería más que eso, quería todo de ella, pero debía tomarse el tiempo de alcanzarlo y con todo gusto lo haría.
—Nnno, no diga eso, aún es muy joven... —Removió saliva y gimió audible cuando ella mordisqueó el lóbulo de su oreja.
Jeongyeon la miró confundida y sonrió al notar el incesante rubor de sus mejillas.
—Eso no quita que mi loba desee devorarla, omega... —Murmuró ronca, ante el modo en el que sus manos la recorrían sin cesar, ahora deseando descubrir sus piernas.
—Mi aroma es muy común, alfa... —Respondió una vez encontró su mirada llameante. Jeongyeon se derritió ante su torpeza, ella era tierna por todas partes.
—A mi no me encantan las rosas omega, me encanta su aroma y usted... —Presionó los dientes cuando las suaves caricias de sus manos subían por su espalda, una vez ella decidía propiciarlas.
Nayeon nuevamente pensó en huir de su imponente mirada, pero Jeongyeon insistió, conquistando esa seguridad que le hacía tanta falta. Sin dejar de mirarla, puso sus manos sobre su blusa y esperó que la omega asimilara su consigna.
Nayeon se relamió los labios y comenzó a desabotonar algunos botones de su blusa. Una vez el vientre firme de la alfa estuvo al descubierto, la omega recorrió con su mirada deseosa, por la extensión de su piel, hasta sus pechos y se acercó para sentir su aroma intenso y glorioso.
—Oh cielos... —Murmuró Nayeon y se tomó el labio inferior con nerviosismo.
Jeongyeon se sonrió tomando aquella acción con inocencia, quiso saber ¿Qué sería lo que pasaba por su cabeza al verla?
—Comparta conmigo lo que piensa, Nayeon... —Consultó, mientras recorría el borde de su brasier que se perdía en el escote de su blusa aún abotonada, y casi que sin su consentimiento, fue desalojando ojal por ojal.
Nayeon se removió con una réplica en la punta de sus labios, que no se dejó oír porque Jeongyeon afirmaba su evidente deseo contra su intimidad, deteniéndola contra su cuerpo y la cama.
—¡Jeongyeon! —Le reprendió en un gemido.
—La deseo, Nayeon... —Suplicó sintiendo como su cuerpo la cubría con su calor.
Comenzaron una fricción casi que desesperada, mientras Jeongyeon se apoderaba de sus piernas con sus fuertes manos y hacía presión como si tuviera intención de dejar sus dedos marcados allí sobre sus muslos, con tal de no apartarla de su cuerpo.
—Jeongyeon... ¡Oh, Jeongyeon! —Gimió cuando una de sus manos hizo presión en torno a uno de sus pechos, llenándose de ella.
Nayeon se ahogó con su respiración ante su toque suave y amable. Su pecho presionaba contra el suyo, sus manos viajaron desde sus brazos, hasta sus pechos, mientras insistía con sus labios, interceptando la lengua con la suya, invitándole a jugar.
—Díme Nayeon. Con gusto la complaceré... —Pronunció ahora, desplazando la blusa abierta, para que ya no cubra sus hombros, así reemplazar la tela por sus besos, dirigiéndose en dirección a su antebrazo derecho ¿Cómo podía enviarle tantas sensaciones, unos cuantos besos sobre el brazo?
Nayeon arqueó la espalda involuntariamente, cuando la humedad se hizo en su ropa interior. Los calientes labios de la alfa hicieron contacto con la piel sensible de uno de sus pechos, sobre la rugosa tela del sujetador, en una sutil caricia casi inexistente.
—Hágame suya, por favor, alfa —Suplicó con tanta claridad, por lo cual Jeongyeon dejó salir una risa ronca como respuesta. —¿De qué se ríe? —Preguntó la omega, horrorizada ante esa reacción. ¿La habría enloquecido de placer para luego burlarse de ella? Intentó librarse del agarre de esa alfa, más fue imposible.
Nayeon no se reconocía a sí misma y, siendo honestos, tampoco le ofendía ese alter ego suyo que la dominaba de pronto y apenas estaba aprendiendo a manejar esa noche. Ese aspecto desinhibido, estaba siendo una verdadera aventura para ella. Una aventura de la que se permitiría disfrutar al menos por esa noche.
Por su parte, Jeongyeon creía estar en las nubes, se sentía victoriosa de haber logrado derribar algunos pies de sus murallas. El rubor en sus mejillas eran lo más atractivo de su rostro, pensó la menor, deseaba fundir su cuerpo con el suyo y quemarse con el fuego que emanaba de su ser. Todo con ella prometía ser explosivo.
—Me río de la ternura que me generó su honestidad. Lo siento, no puedo evitarlo... —Habló con aquella sonrisa encantadora. Sus preciosos ojos oscuros y brillantes, acaparando toda su atención y Nayeon quiso ser ese destello que brillaba en ellos.
—Por favor, no se burle de mi... ——Susurró la omega, con reproche.
Jeongyeon retomó su seriedad, al notarla tan confundida. ¿Acaso no conocía la ternura que podía caber en la cama de dos personas que se deseaban? Que pecado.
—No me burlo de usted. La ternura con la que deseo recorrer su cuerpo, va a provocar toda la pasión con la que quiero hacerla mía, Nayeon. ¿Quiere que le haga una demostración? —Murmuró sobre sus labios, cuando estuvo muy cerca y ella le miró hipnotizada ante cada una de sus palabras en su voz ronca.
—Eres perfecta... —Respondió, casi que sin pensar y Jeongyeon carcajeó ante sus palabras, quien asintió de regreso, por supuesto que lo era, pero no más que ella.
—No más que usted... —Pronunció junto a su oído, en un susurro. —Tóqueme, señora Nayeon, deseo que me toque, por favor... —Suplicó contra la piel de su pecho.
Nayeon buscó sus mejillas y la increpó con sus labios en los suyos, descendiendo por su cuello con sus caricias.
Jeongyeon recibió gustosa de su toque, su piel caliente como si tuviera temperatura, demostraba las claras señales del deseo que le recorría el cuerpo con su acercamiento. Nayeon se sentía igual, deseaba quemarse entre sus manos, ansiaba su toque más profundo, tanto como no podía apartarse de sus labios.
Jeongyeon la recorrió con sus manos insistentes y en un instante, la dejó sobre su cuerpo para poder observar desde abajo. Se veía tan guapa con su cabello alborotado, sus labios hinchados por sus besos y esa mirada ansiosa por lo que fuera a suceder Tenía tanto que compartir con ella, tanto con que saciar su curiosidad, pensó cuando la omega se llevó el cabello hacia a un lado. Demonios, se veía preciosa.
Cuando la alfa deslizó sus largos dedos dentro de sus pantalones y alcanzó sus bragas, Nayeon disfrutó de aquello, más de lo que la escandalizó. Aunque la enloqueciera con su inmensa paciencia, le gustaba sentirse tan deseada, sentir que ansiaban su cuerpo y presencia, no sólo para encontrar algún objeto o para que firmara calificaciones, que necesitaran de ella, simple y sencillamente.
Jeongyeon se sentó, y la rodeó por la espalda con sus largos brazos para alcanzar el broche del sostén. Sus besos recorrían la piel sensible entre sus pechos, mientras lentamente iba escurriendo esa prenda de su cuerpo.
Nayeon suspiraba gemidos al aire, recorriéndole con caricias torpes y dudosas.
En un nuevo girón, la mayor la dejó con la espalda desnuda en la cama y sin previo aviso comenzó un sendero sin fin desde sus labios hasta sus pechos, a la vez que con su dedo índice, iba detallando cada espacio de su tez suave. El detalle de la tela adherida a su piel caliente, del modo en el que la alfa se removía ardorosa.
—Omega... —Ronroneó ella, mientras sentía como aquellas suaves manos mantenían todos sus sentidos en alerta con esas simples caricias.
Jeongyeon se sentía embriagada en aquel aroma que la estremecía por completo, quería arrancarle sus miedos y descubrir todas y cada una de sus insolencias. Persiguió con sus labios, el sendero de los besos con los que respondía a los suyos, hasta uno de sus pechos, en donde atendió exclusivamente uno de sus pezones, embebiéndose con el placer que generaba en su cuerpo que sucumbía con su mera cercanía. Nayeon correspondió retorciéndose sentada sobre su cadera, haciendo sonreír a la alfa ante su entrega.
Una vez la tuvo debajo de su cuerpo nuevamente a su merced, las curiosas manos de la alfa, alcanzaron el borde de su pantalón y lo tomó junto a sus bragas, para llevar todo debajo de sus pies.
Nayeon se ruborizó y presionó los ojos deseando huir, una vez estuvo al descubierto en su mirada. Jeongyeon recorrió su piernas desnudas, con sus manos trazó un regreso con sus uñas haciendo a la omega retorcerse sin control, hasta que dispuso sus dedos allí en donde ella escondía todos sus secretos más íntimos, y cuando alzó la mirada, encontró que la veía atendiendo todas y cada una de sus reacciones, eso la encendió aún más.
—Oh Jeongyeon... —Susurró, cuando la menor frotó con ahínco, en su piel más sensible y sostenía su mirada con la suya, incrementando la intensidad. —Mhm... —Gimoteó mortificando la santidad de su labio inferior con la agresión de esos dientes, que Jeongyeon deseaba volver a sentir contra los suyos y que adornaban la más hermosa de las sonrisas.
La alfa no detuvo las caricias que proporcionaba con tanta habilidad, hasta que sintió que la humedad le cubría los dedos y sólo entonces, supo que era el momento de acabar con su delirio o explotaría sin haber comenzado.
—Míreme, Nayeon. —Pidió con la voz tan grave, que hasta se oyó como una orden.
Nayeon obedeció resintiendo como esa manos hacía presión sobre su cintura de tal modo que podría ver sus dedos marcados allí y bastó con su mirada para que ella entendiera que seguiría.
La alfa se apartó un instante para despojarse de las pocas prendas que quedaban en ella, y sostuvo la mirada de la omega, una vez ella se ruborizó con más intensidad, por sorprenderla viéndola. Nayeon era tan natural, supo que todo lo que necesitara podría encontrarlo en esa mirada.
Una vez se acomodó sobre su cuerpo, se coronó entre sus piernas y luego de algún instante en que permitió que se llenara de expectativas, se fundió en su interior con lentitud, una lentitud que los dejó sentir el preciso instante en el que rompía de una vez por todas con sus miedos y pudores. Lo que esa alfa deseaba era que la recordara en detalle, sobre todo en su interior, por la mañana.
—Jeongyeon... —Lloriqueó la omega entre dientes, mientras esta se tomaba su tiempo para sentir cada sensación que la cubría cobijada allí, entre sus paredes estrechas.
Diablos, ¿Cuánto tiempo hacía que nadie le tocaba un pelo a esa omega? Aquello solo la hizo desearla aún más.
—Está deliciosamente estrecho aquí, omega... —Respondió con los ojos cerrados y sus manos se paralizaron contra sus brazos. Podía comprender muy bien su urgencia, de hecho la menor sentía el deseo incontrolable de tomarla con tanta prisa como la había desnudado, pero se sentía tan a gusto que no se permitió perder el control. Nayeon merecía mucho más que eso. —Me toma tan bien... —En realidad era mejor de lo que se podría haber imaginado.
Hizo un movimiento en su interior, sus paredes la acogieron deliciosamente y Nayeon presionó sus brazos con sus manos, clavándole sus uñas con fuerza. La alfa gimió ante esa respuesta, sabía que nada era premeditado, pero cada movimiento que daban, complementaba perfectamente con la otra.
—Por-por favor... —Jadeó la omega, aferrando el agarre de sus piernas en la cadera de la alfa, regalándose y regalándole a ella un placer aún más profundo, que le robó un gruñido.
—Nayeon... —Ronroneó presionando la mandíbula.
Nayeon le rodeó con sus brazos por el cuello, una vez la castaña la liberó de su presión, mientras se embriagaba con su aroma, besando cada espacio de su cuerpo a su alcance y comenzando la incesante estocada que armonizaba absolutamente con todo lo que habían estimulado desde que pactaron ese encuentro.
Nayeon no daba crédito a lo mucho que el tono ronco en su voz, vivificaba todos y cada uno de los espacios de su cuerpo. Presionó su agarre cuando deslizaba sus uñas contra sus hombros, notó que eso le gustaba y se llenó de codicia, quería saber que más le gustaría a esa alfa preciosa que no dejaba de adorarla en cuerpo y alma, sin aparentes deseos de nada más a cambio ¿Acaso ella era real? La omega creyó que si fuera un sueño, estaría muy molesta y avergonzada.
Aquello que hacía con sus dientes cuando atrapaba su cuello, no sabía si la estaba mordiendo o succionaba, pero la estremecía completamente, sus manos posesivas e imparables, sus labios húmedos revoloteando por su piel descubierta a su alcance, sus movimientos alternados a todas sus caricias, sus labios penetrando en sus sentidos, en su mirada, en su mente...
—¡Jeongyeon! —Exclamó su nombre con la voz entrecortada sin control.
La antes nombrada sostuvo sus mejillas para hallarse en esos ojos vidriosos y aceleró los movimientos que la llevaron a la cima.
La culminación se inició como un huracán de emociones que se derramó en su interior como lava ardiente, arrasando con lo que fue un maravilloso e intenso momento de infidelidad. Luego de ese instante, nada volvería a ser igual que antes en sus vidas, ni siquiera la definición de esa insignificante palabra que ya ni siquiera significaba algo para la omega.
~"El cielo y el infierno no están tan lejos de lo que pensaba...
El sol se detiene, (no me puedo detener) y las luces del mundo apagan las luces...
Comienza, mi trato con el diablo.
Llévame a tu paraíso, la puerta al cielo está cerrada
Una noche estrellada, bésame bajo la luz azul de la luna
Date prisa y sácame de aquí, llévame a ese lugar
Mi esperanza en el infierno, llévame a tu paraíso
Abre la puerta al cielo, ¿Podemos caminar sobre las nubes?
El día que esté atrapada por ti, sálvame y abrázame fuerte
Estoy colapsando muy rápido, todo se vuelve aún más oscuro...
Oh, infierno en el cielo..."
Buenas buenas. Regresé, es que reutilice esta escena y tuve que cambiarla poquito para que no se vea igual a la otra y no la reconozcas en otro lado Jajajaja (si la reconoces, no lo digas pues, no sabía que terminaría adaptando este fict, al fin)
Espero que te vaya gustando este fict, me esfuerzo cada actualización, para ti.
No es que me haya entusiasmado con el smut, es que así iba, lo prometo.
Tu JazUnnie🌻
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