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29: "𝑨̀𝒎𝒂𝒎𝒆"

Flash

Todo ya estaba solucionado, pero no parecía ser así algunos largos minutos antes en los que había surgido un problema con la reserva de la suite y al parecer alguien más tenía designada esa habitación. Por supuesto que nadie le quitaría su reserva a Yoo Jeongyeon, ya que además de haber sido una "especial cliente" en un tiempo no muy lejano, era una alfa con recursos que a todos le favorecía. En su influencia, aún se sintió apenada por la pobre beta recepcionista que parecía tener problemas con el encargado del hotel, por su error.

Lo que en algún pasado fue ese espacio lleno de pasiones y un futuro inimaginable para ambas, se había convertido en el más cálido refugio para su creciente amor. Ansiosa, la pelicorta cerró la puerta de la habitación y observó a su alrededor, en búsqueda de su reciente esposa.

La sonrisa que dibujó en sus labios era de ternura, al hallar a su bella omega durmiendo plácidamente abrazada a una almohada. Había sido un día muy largo para ambas, de seguro se había cansado de esperarla.

La luz de la luna ingresaba por el ventanal, cubriendo cada espacio allí con un suave manto de luz blanca que le dejaba ver claramente lo incómoda que ella se veía. La tela de su vestido de novia la rodeaba como espuma y su dulce aroma a rosas frescas se extendía por la habitación en su calma, se veía preciosa allí, regada de esa paz que le transmitía su latente felicidad.

La alfa se hincó frente a ella y le quitó primero un tacón y luego el otro, luego rodeó la cama y se recostó frente a la omega para admirarla como lo había hecho tantas veces hasta el amanecer. Su omega era un verdadero ángel, su belleza tan dulce y heterea frente a sus ojos le recordaba que todas esas veces que había suplicando al cielo que despertara, en las que hasta había deseado desarrollar telepatía para llegar a su inconciente y ayudarle a regresar, todo había valido la pena. Esperar por ella había valido demasiado la pena. A veces no podía creer que ya había despertado y estaba allí junto a ella, a punto de hacerla muy feliz con su presencia en su casa, abrigándola con su ternura cada día, siendo su omega y su amor.

Delineó las perfectas facciones de su ángel, era la mujer más hermosa que hubiera visto jamás y sabía porqué, no solo porque físicamente despertaba cada sensación viva en su cuerpo y en su loba, sino porque en su interior era maravillosa, repleta de cualidades cálidas y genuinas, todo en ella parecía ser exacto, se sonrió como una tonta cuando notó lo que hacía.

Nayeon se removió al percibir su presencia, y se hizo un ovillo con sus pies, dentro de la falda de su vestido. La alfa nuevamente sintió ternura ante su esposa, quien se encontraba tan serena, su dulce y amada Nayeon.

Cuando la pelicorta se apoyó sobre la almohada para seguir admirando su paz, su esposa fue despertando lentamente, y con cada uno de sus movimientos, enamoraba más a aquella mujer que la escrutaba exclusivamente.

—Jeongyeon, mi amor ¿Es muy tarde? —Preguntó ronca, mientras se tallaba un ojo y bostezaba.

La alfa sonrió, dejando un beso sobre la punta de su nariz y poniéndose en pie, dispuesta a buscar la pijama.

—Si señora Yoo, es casi medianoche... —Le notificó y se detuvo cuando Nayeon la tomó de una mano, para que no se fuera de su lado.

—Mhm señora Yoo, que pecado, es usted la novia más guapa de todo el planeta —Musitó la mayor, recorriéndo el modo en el que los pantalones se ceñían contra sus muslos y sus pechos se marcaban debajo de aquella delicada tela traslúcida. Se veía tan elegante y tan sensual a la vez, aún impregnada de su aroma a causa del lazo, que no pudo dejar de admirarla durante toda la ceremonia y celebración.

Jeongyeon rió ante sus palabras.

—¿A donde cree que va? ¿Seguirá huyendo de nuestro reciente acuerdo? —Murmuró ella cuando la pelicorta le dió un suave beso en la mejilla y encontró su mirada. 

—Señora Yoo, es usted la novia más hermosa del universo entero. No hay omega más bella que tu, mi amor... —Susurró sobre sus labios, queriendo devorar eso que veía en sus ojos y que le dedicaba solo ella cuando la miraba. —Y en cuanto a huir, como ya sabrá, una alfa como Yoo, jamás huye. —Musitó contra sus labios y la omega se los tomó entre sus dientes, sumergida en aquel deseo inconsciente. 

—Cielos, Yoo...—Musitó como respuesta ante las cosquillas que brincaron en su estómago en efecto de cada una de las palabras de su esposa.

—El pecado eres tú Nayeon, estabas durmiendo como un ángel hace sólo un momento y ahora... —Musitó la alfa, disfrutando de su dualidad y compartiendo aquel mínimo agarre con el que la había detenido, y una caricia de esquimal.

—Oh Luna, en verdad soy tu esposa. No puedo creer que ya estemos casadas al fin. —Respondió con asombro casi infantil.

Jeongyeon le dio un beso sobre los labios y agradeció al universo que así fuera. 

—Al fin eres mi esposa Nayeon, luego de tanto esperar que sucedad. Ya comenzaba a sentirme ahogada con la sola idea de estar lejos de ti, esa ya no era una opción para mí, omega... —Cada palabra que salía de la boca de la pelicorta, pegaba sus labios junto a los suyos. 

Nayeon suspiró agitada, cuando su mano descubría la piel de sus muslos en un gesto casi inocente, y tragó cuando Jeongyeon la tomó entre sus brazos y la sentó sobre sus piernas, para buscar esos hermosos ojos. Ella y su fino vestido la cubrían como un manto, sentiendo su calor contra sus manos. 

—Jeongyeon, me he dado cuenta de que eres la única alfa que he amado y que amaré por la eternidad. —Prometió la pelimiel a su mirada oscura que tanto la atraía. 

Una sonrisa se formó en los labios de aquella mujer que, sin dudarlo le agradeció aquellas palabras con un dulce beso con el que recorrió cada milímetro de sus suaves labios. Esa tierna caricia que subía por su cuello y hacía su parada sobre su mandíbula, le recordó lo mucho que le tranquilizaba el toque de su omega, suya, de su loba.

Aunque no había sido el beso más arrebatado, dejó a Nayeon agitada y ruborizada por completo pues, su alfa había tocado el área más erógena de todo su ser, su blando corazón.

—Y tu eres mi verdadero amor, mi omega, mi lazo... Aún no logro demostrarte cuanto te amo, pero espero que siempre puedas sentirlo en nuestro lazo, mi hermosa Nayeon... —Murmuró buscando de su piel bajo la falda, una vez se animó a descubrir sus piernas. 

Con la mirada oscura, Nayeon recorrió la tela entre sus firmes manos y luego buscó en su mirada con esa expresión tan caliente que le hervía en la piel. 

—Quítamelo. —Habló, ignorando el rubor que le cubría el rostro y a esa oscura mirada fija, que le encendía todo el cuerpo —Quítamelo y ámame Jeongyeon... —Ordenó con su dulce y tan pacífica voz que tantas sensaciones generaban en ella.

—¿Segura? —Le preguntó amablemente, aunque se podía notar el humor en su voz cuando se dejó oir desde sus dientes presionados.

Entre suspiros recorría el largo de su cuello con sus labios cuando Nayeon asintió, subiendo por sus brazos con sus manos, mientras repetía su nombre. Le fascinaba hacerlo y sabía que a ella le encantaba que lo hiciera con ese tono fino y ronco en su voz. 

Jeongyeon rodeaba estrechamente su cuerpo con sus largos brazos, manténiendola aprisionada sin escapatoria. La omega la miró con esa expresión de deseo que la pelicorta disfrutaba de hallar en su vida, definitivamente, su placer era el suyo. De eso se trataba el amor, de compartir hasta los sentimientos.

—Eres tan bella, tan delicada, tan suave y hueles tan dulce, mi Nayeon... —Murmuró sobre su oído y bebió de su aroma —Este aroma representa tanto la dulzura de tu voz, de tu boca... —prosiguió besando su boca con apetito. 

Jeongyeon se puso de pie, dejando a su esposa junto a ella. El brillo en su mirada fue mágico cuando la alfa la tomó de una mano y la instó a dar una vuelta entera sobre sus pies. Trazó una sonrisa en su boca cuando la recorrió desde sus costillas, con sus calientes manos y se acercó a la parte posterior de su vestido, en donde el detalle era igual de bello que en frente, el fino bordado cosquilleaba sus dedos cuando alcanzó el zipper y lo bajó suavemente. Nuevamente ese bello par de ojos la veían con atención, Jeongyeon alcanzó su boca en otro beso, no sin dejar de deslizar su vestido hacia abajo para descubrir su piel, para admirarla.

La gargantilla que adornaba el cuello de Nayeon se vio solitaria una vez, el vestido se hizo una flor abierta alrededor de sus pies. Una sonrisa tímida le indicó la pena que sentía al saberse observada por su alfa de ese modo tan íntimo, y admiró la sensualidad que habitaba en ella.

El delicado bralette era de un suave encaje marfil al igual que las braguitas que rodeaban su cintura y se escondían debajo de la tela que cubría su vientre como si fuera parte de su piel, una liga blanca del mismo material rodeaba su muslo con un moño de color azul cielo que lo adornaba y más por debajo esas suaves medias blancas que hacían ver sus piernas más largas de lo que eran. Bueno, Nayeon en tacones siempre era su sueño más húmedo y lo aseguró al verla sobre esos de color blanco ¿cuándo se había vuelto a calzar? Se preguntó la pelicorta un poco abrumada mientras perseguía el espontaneo rubor de sus adorables mejillas y sus pomposos labios entreabiertos. No pudo evitar suspirar ante tanta belleza frente a sus ojos, sin duda alguna se veía exquisita, concluyó Jeongyeon. 

—Cielos, eres más bella de lo que pude haberte imaginado antes, Nayeon... —Habló ronca y la omega se sonrió, aún con timidez. 

—Deseé ser tuya, desde que descubrí todo lo que me hacía sentir con una sola de tus caricias, amor... —Dijo cerca de sus labios sólo para que ella la oyera.

Aún aunque estuvieran solas en esa habitación, la pelimiel sentía que la estaba observando un regimiento, su alfa era tan imponente cuando la veía con aquella mirada ambiciosa. 

—Yo te deseé desde el mismo instante en el que llegaste a esa fiesta y no, no estoy exagerando. —Aseguró la pelicorta antes de tomarla en un beso apasionado, para detener su réplica. 

Nayeon sintió toda su piel estremecerse cuando el fresco empapelado de la pared chocó contra su espalda. 

Jeongyeon recorrió su espalda con sus manos y prosiguió hasta encontrar sus piernas. Un gemido se escapó de la boca de su omega, cuando le hizo notar su deseo. Una insistente fricción se creó y ambas lo hacían a cada segundo más excitante con la atracción efervescente de sus lobas. Nuevamente escuchó su gemido y no podía esperar a tenerla desnuda entre sus brazos, recorrer cada rincón de su piel con su boca, saborear cada ofrenda que pudiese ofrecerle su cuerpo, y apropiarse de su interior, aunque era consciente de que era la dueña de su corazón, no estaba satisfecha, aún quería mas ¿Acaso era eso posible? Diablos, quería todo de su omega, todo lo que quisiera darle, todo lo que alvergara para ella, lo tomaría con gusto.

Rápidamente, la alfa la llevó hasta la cama en donde la sentó y puso sus manos contra su espalda, decidida a quitar todo lo que cubría su deliciosa piel cremosa. 

—Espera, e-espera cariño, ve más despacio... —Murmuró la pelimiel, tomando sus manos y la miró con ese rubor que tanto le provocaba. —Aún estás muy vestida... —Le recordó y ella lo notó al bajar la mirada, ¿si verdad? 

—¿Y quién dijo que me desvestiría tan pronto, omega? —Preguntó junto a su oído y se arrodilló frente a ella una vez la observó detalladamente.

Nayeon cruzó una pierna sobre la suya, provocativa y su corazón brincó de notar lo segura que era frente a sus ojos. Eso lo era todo para la alfa.

—Quiero un regalo de bodas, mi amor... —Dijo una vez se incorporaba, apartando las manos de su cálido cuerpo

Nayeon se tensó cuando se reencontró con esa firme mirada oscura. Jeongyeon tenía una expresión tan posesiva en ese instante que aumentaba la tensión sexual entre ambas.

—¿Y... —Acomodó la voz, una vez oyó que la había perdido —¿Y que quiere, señora Yoo? Con gusto, la complaceré... —Pronunció la pelimiel, intentando sonar segura mientras su dulce aroma la exponía, jugaría ese juego con ella, ya estaba lista. La vio acercarse hacia el mueble en donde descansaba la botella de champagne y luego de servir una copa, se la extendió. 

—Por lo pronto, quiero que bebas esta copa conmigo... —Habló, entregándole la misma y dirigiéndose a servirse una para ella.

Nayeon bebió un sorbo mientras la observaba accionar. Notó extraño que su alfa tomara asiento sobre una silla muy cómoda que estaba junto al mueble antes nombrado a algunos pies de distancia.

—Bebe Nayeon, bebe. —La instó mientras ella lo hacía también. La omega se sintió un poco confundida, ya había bebido varias copas en ese día, una más y podría perder toda su moral... ¡¿pero qué?! 

—¿Qué estás tramando Yoo Jeongyeon? —Preguntó ahora un poco confundida cuando la oyó carcajear en respuesta —¿Acaso estás planeando abusar de mi? —Preguntó, alzando una ceja coqueta. 

Jeongyeon se hubiera ido sobre ella al ver su sensual expresión, sobre todo cuando arrugaba la nariz de ese modo que tanto la enloquecía... 

—Cariño, que inteligente eres, te ofrezco un puesto en mi empresa. —Le ofreció la alfa, alzando la copa ante ello. Quien carcajeó ahora, fue Nayeon. 

—¡Claro! ¿Como tu secretaria? —Le señaló con la copa en su mano —¡O no! Como tú asistente personal. No queremos quitarle el puesto a tu secretaria... —Indicó recordando lo amable y servicial que era esa joven omega.

Jeongyeon la trajo de sus pensamientos. 

—Cariño ya tengo asistente personal, pero no lo diga dos veces mi señora Yoo, porque me obligará a cumplir con ese pedido. Recuerde que sus deseos son mis órdenes. —Dijo guiñándole un ojo y la pelimiel no pudo evitar reír nuevamente. 

—No tienes remedio, Yoo... —Meció la cabeza antes de beber el último poco que quedaba en la copa. Al finalizar, extendió la copa hacia la pelicorta, quien se incorporó de inmediato para tomar el cristal. —Ya dime, ¿Qué quires de mí? —Preguntó una vez estuvo frente a ella. Jeongyeon sonrió de un modo muy oscuro para su gusto, antes de voltearse. 

—Bueno... —Comenzó, una vez se dirigía hacia donde estaba sentada anteriormente y Nayeon quedó en esa misma posición, sentada sobre la cama. —Quiero que te toques, para mi. —Le indicó mientras llenaba otra copa.

Nayeon sostuvo su mirada y la pelicorta pudo notar como se aceleraba su respiración. 

—Eh... —Aclaró nuevamente la voz y asintió. —¿Eso es todo? —Preguntó con ímpetu, pero su voz no le cooperó. Jeongyeon ladeó una sonrisa socarrona antes de asentir. 

—Mientras tanto... —Admitió y Nayeon asintió, mientras se reacomodaba sobre las cobijas. 

—De acuerdo. —Aceptó antes de alzar la mirada y pudo sentir sentir gusto de su alfa en el incremento de su aroma —Pero tú me guiarás... —Le retó.

Jeongyeon se rió más ronca, antes de asentir.

—Vale, así lo haremos preciosa —Aceptó. —¿Sabe señora Yoo? Es un placer negociar con usted... —Se remangó las finas mangas de la parte superior de su traje y una vez cómoda allí, bebió un nuevo sorbo de su copa. 

Nayeon la miraba con suma atención, y aquella sonrisa encantadora en sus labios rellenitos.

—Quiero que te pongas lo más cómoda que puedas. —Le indicó la alfa y Nayeon se sentó más dentro de la cama, antes de señalar que estaba lista. —Ahora quiero que flexiones tu rodilla y pongas el pie derecho sobre la cama. —Nayeon siguió la orden sintiendo cierto bochorno al percibir lo expuesta que quedaba frente a su alfa. —Te gustará cariño, confía en el proceso... —Comentó la pelicorta, notando su pena. —Te ves preciosa, señora Yoo... —Vio la aceptación en su mirada. Una vez estuvo en aquella posición, prosiguió —Ahora quiero que tu mano derecha descienda por tu cuello lentamente hasta que sientas todo tu pecho. —Relató y la omega se mordisqueó el labio inferior con esos lindos dientes, una vez comenzó con la consigna. —Cierra los ojos, cariño. —Ronroneó la alfa y ella obedeció. —Siéntelo Nayeon, como si fueran mis manos quienes te tocan, como si estuviera allí sintiendo tu cuerpo, lista para tomarte, me encantas... 

—Mhm... —Gimió cuando oyó el sonido de su voz indicándole a donde dirigir sus caricias. Una de sus manos sostuvo su pecho y sus bragas se humedecieron como respuesta.

Jeongyeon presionó la mandíbula al ver como todo su cuerpo se tensaba en las caricias que se autopropiciaba ante sus órdenes

—¿Te gusta como se siente, eh? —Jadeó, haciendo un puño con una mano mientras bebía de la copa, buscando ser paciente. —Tómate con esas manos suaves, me gustas tanto mi amor... —Musitó, admirando como se recorría con esas delgadas manos, y solo estaba deseando tenerlas arañando su espalda, muy pronto.

—Jeongyeon... háblame, necesito de tu voz... —Gimió la pelimiel, con aquella jadeante y dulce voz tomada por el deseo.

Yoo se contuvo para no correr a su lado aún, admirando el sutil trazo de sus dedos tomando sus pezones, estrujando suavemente sus pechos y recorriendo sus costillas, ¿Cómo era tan sublime en cada cosa que hacía?

—Baja la mano hacia tus bragas, mi amor... —Le indicó la pelicorta y ella así lo hizo.

La omega siseó cuando su mano tuvo contacto con su clítoris y se acariciaba lentamente por sobre los suaves filamentos de sus bragas.

—Así, despacio, lento. Esta noche no hay prisa, amor... —Le indicó jadeante, mientras observaba cada uno de sus movimientos. 

Su largo cabello, ahora suelto, rodeaba su rostro de ese modo tan sedoso que Jeongyeon deseaba tomarlo entre sus manos y sentir de su aroma por milésima vez. Presionó la mandíbula nuevamente al oír como sus gemidos se veían interrumpidos por ese dedo travieso que se comenzaba a morder. Ya estaba perdiendo la paciencia. 

—Ahora cruza tu mano a través de la tela... —Musitó ahora, de pie, notando que ella mantenía sus caricias sobre sus bragas, y admiró a detalle como se hacia bajo la tela y hundía sus dedos dentro de sus bragas ya húmedas.

Aunque fuera jodidamente erótico, Jeongyeon estaba a punto de perder la poca coherencia, reemplazar su mano por su boca y beber de su placer, hasta que explote del éxtasis.

—Acaríciate mi amor, siéntete, eres maravillosa Nayeon, toda tu... —Ella se removió bajo sus propias caricias. Jeongyeon sonrió al ver que estaba cerca de llegar, podía reconocerlo en sus gemidos, en las reacciones de su cuerpo. —Córrete mi amor, córrete para mi preciosa... —Sopló la alfa, admirando atentamente cada sensación que la recorrió cuando su voz corrompió en medio de su placer. 

—¡Jeongyeon! —Sollozó con la voz quejumbrosa, mientras se desarmada en un turbulento clímax que se ceñía contra sus largos y, muy probablemente empapados dedos.

Jeongyeon estaba arrodillada frente a ella cuando abrió sus cargados ojos oscuros, algunos segundos mas tarde, cuando el clímax cedió. Se notaba a distancia que su piel estaba ardiendo y decidió que quería gozarse en su placer. 

—Eres jodidamente bella, mi Nayeon. —Aceptó tomando su mano de adentro de la tela de sus bragas arruinadas y dirigiendo sus dedos empapados hacia su boca.

Nayeon gimió al ver que ella probaba de su sabor con deleite, hundiendo aquellos dedos contra su cálida lengua sedienta, sin pena alguna.

—Eres mi locura... —Le hizo saber lo que sentía aquella omega, intentando recuperar el aliento que le había arrebatado con sus acciones.

Jeongyeon aceptó esas palabras asintiendo con su cabeza, una vez comenzaba a deslizar sus bragas por sus piernas y comenzaba un sendero de besos desde su talón, que ascendía en peligrosa dirección

—Y tu eres la mía, omega... —Declaró la alfa sin titubear, mientras alcanzaba la rodilla flexionada, la sostenía para que se mantenga en su lugar y así deslizar su hambrienta lengua por donde sabía que la haría explosionar nuevamente, en su clítoris rígido y su entrada dilatada.

Nayeon gimió, extendiendo su cabeza hacia atrás, y ahora su hermoso cabello era una nube sobre la almohada. Jeongyeon admiró cada una de las reacciones que le brindaba su hermoso cuerpo a sus caricias precisas y pronto consiguió lo que deseaba, su esposa se desarmó por segunda vez consecutiva, ahora contra su boca, a causa de su amable y atenta atención constante.

Un poco más repuesta, Nayeon decidió que había sido suficiente de ella, que necesitaba compartir de esa deliciosa sensación con su esposa y no podía esperar para recibirla en lo más profundo, se sentía tan llena cuando se fundía en su interior con toda esa pasión. 

—Te necesito, alfa... —Suplicó con ese tono de voz que sabía que la enloquecía. 

Jeongyeon se quiso afianzar la ropa cuando ella alcanzaba el zipper que detenía la entera prenda contra su cuerpo y lo bajaba para que la delicada tela se fuera escurriendo por su torso. Admirando el sobrio sujetador sin tiras que armaba su busto para la prenda que la vistió todo la tarde, Nayeon se relamió los labios nerviosamente, aún tan intimidada por esa mirada deseosa.

La pelimiel recorrió ese abdomen con sus labios, mientras escurría su ropa fuera de su cuerpo, hasta que se hizo un bulto inerte entre sus pies. Jadeante, Nayeon bordeó su ropa interior para alcanzar su sujetador y liberar esos deliciosos pechos para sus ojos. Jeongyeon mantenía las manos contra los hombros de su omega, cuando su lengua golpeó uno de sus pezones erguidos y el gemido abandonó su garganta tan de prisa que apenas pudo asimilarlo.

Con las manos entrujando cada pecho, Nayeon sumergió la boca contra el otro erizado pezón, se detuvo un momento allí en donde provocó que sus rodillas temblaran, para luego bajar las manos por sus costillas hasta agarrar su ropa interior y liberar su cuerpo de toda prenda. El constante jadeo de la ronca voz de su alfa no hacía más que acelerar los latidos de su corazón, que no podía despegar sus ojos de esa vidriosa mirada expectante.

En pocos instantes en los que Jeongyeon se cansó de resistirse al llamado de sus labios, estuvo sobre su cuerpo deshojándola de su sujetador y ella la recibía en su interior ansiosamente, rodeando su cintura con sus piernas para que la tomara por completo. La alfa se sostuvo de la elástica liga cuando comenzó a embestir su cuerpo con tanta necesidad y su omega la besó con ansiedad, removiendo su corto cabello ondulado entre sus manos. Jeongyeon correspondió tomando el suyo como tanto lo había deseado hacia unos instantes atrás, con firmeza, para mantenerla contra sus labios y pecho.

La intimidad con su mujer era un lujo del que quería disponer siempre, sobretodo cuando ella estaba tan dispuesta a volverla una maldita afortunada.

—Me vuelve loca el modo en el que se mueve tu cabello mientras hacemos el amor, Nayeon... —Gimió junto a su oído antes de absorber el lóbulo de su oreja. 

—Oh, mi amor... —Correspondió el gemido, mientras la recibía con el mismo deseo que le regalaba ese ritmo sudoroso y esa incesante estocada que siempre la llevaba al borde de aquel infinito de sensaciones inigualables que solo le podían provocar su hermosa alfa.

Back 

Los gemidos de la pasada noche se reproducían en su mente, en vivos recuerdos. Amaba tanto a esa mujer, le encantaba aprender nuevas formas de complacerse, de estimular su deseo y que ella fuera parte del suyo. Haría el amor con esa alfa hasta el último suspiro. 

Nayeon la miró dormir, su espalda ancha que, junto a su cuerpo invadían todo el espacio posible de la cama con tal de tenerla adherida contra su cuerpo, sus brazos fuertes, su tez clara y lechosa. Se mordisqueó el labio inferior cuando cerró el libro que sostenía y se carcajeó internamente, de sí misma.

Se sentía malditamente confundida.

Necesitaba emplear la función que tenía en mente, pero no tenía los conocimientos suficientes para ello y le parecía realmente patético de su parte. Había pensado en cursar online, como le había sugerido Yerim, pero sabía que por más que lo intentara le costaría demasiado amigarse con la tecnología. Suspiró Nayeon, decidiendo dejar a un lado la lectura, puesto a que estaba leyendo sin concentrarse en absolutamente ni una sola palabra, y tomó el móvil cuando sonó con ese característico sonido que le indicaba que un mensaje había llegado. 

>Desconocido:
No te librarás de mí tan fácilmente... 
08:50 a.m 

El corazón comenzó a bombearle con fuerza ante las palabras en ese mensaje. ¡¿Qué demonios quería de ella?! Recordó la teoría que se había imaginado en la que Yejun intentaba cobrarse una absurda venganza, y temió por su vida y la de su amada alfa, una vez más. 

Venía recibiendo esos estupidos mensajes hacia ya varias semanas. ¡¿Hasta dónde era capaz de llegar?! Era la más preocupante de todas las preguntas que se hacía desde que había descubierto esos malditos mensajes. ¿Debía de comentarlo con su alfa? No podría soportar la sola idea de perderla, ella era todo lo que iluminaba su vida y su amor le daba la fuerza para sobreponerse a lo que fuera. 

Cuando la vió despertar con esa felicidad que hacía brillar luceros en sus pupilas, decidió que era mejor no alertarla por una jugarreta sin ningún sentido en concreto, bien podría irse mucho al demonio quien estuviera agotando su tiempo en su contra. ¿Qué podría sucederle en brazos de aquella alfa? 

—Buen día, mi señora Yoo... —Murmuró la pelicorta, ronca y sonriente. 

Al parecer, el llamarle de ese modo se había vuelto una costumbre y realmente comenzaba a enloquecerla la idea de oírlo cada día de su vida, sobretodo porque lograba que su corazón tomara su ritmo normal, y le daba la calma que necesitaba. Eliminó sus malos pensamientos, ignoró aquel estúpido mensaje y se convenció de que no le arrebatarían su felicidad, no esa vez.

—Buen día mi amor. —Murmuró al verla incorporarse sobre la cama para acercarse a besarla y recibió el beso con gusto. —¿Dormiste bien? —Preguntó al ver su cabello alborotado y su expresión de satisfacción que desencadenó en aquella linda sonrisa que lograba su tierno eyesmile. 

—Contigo a mi lado, que no te quepa la menor duda de que siempre dormiré muy bien, señora Yoo... —Musitó la pelicorta, con una sonrisa galardonada. Nayeon carcajeó de la emoción. 

—Que bueno es saber eso cariño, porque así serán todas las mañanas a partir de ahora... —Sonrió con esa dulzura que a Jeongyeon la hacía derretirse. 

—Es hora de que bajemos a desayunar, en un rato saldrá nuestro vuelo. —Habló la alfa, poniéndose de pie al ver el horario. 

—¿Y no me dirás a donde iremos? —Preguntó con la voz templada y Jeongyeon notó que su vista se perdía en su desnudez. 

—Claro que no. Hasta que estemos por viajar... pero te invito a darte un baño, ¿Qué dices? —Extendió su mano y su omega la miró sin expresión. —Anda, preciosa... —Suplicó y al final no pudo resistirse, aceptando esa propuesta que acabaría en otra sesión de amor intenso. 

República Dominicana 

Las olas rompían en la orilla y Nayeon decidió que no había estado frente a una vista tan hermosa, nunca antes. 

—Sin dudas es el lugar más hermoso que visité en mi vida. —Le hizo saber la omega, mientras recibía un abrazo cálido que la rodeaba por completo. 

Ese lugar era caliente, alegre, pacífico y le generó una tranquilidad inexplicable desde el primer instante.

—Pensé muchísimo a donde llevarte y en un principio decidí que iríamos a Europa, pero supe por Chaeyoung que tu siempre has querido ir a un crucero por el Caribe.

Nayeon la miró con los ojos centelleantes de deslumbramiento y admiración al oír todo lo que hermosa alfa había planificado, solo para ella.

—A decir verdad, mi amor, no me fascina la idea del viajar por mar. Pero, si quieres podemos dar un paseo en catamarán... —Le indicó la pelicorta, extendiendo su brazo hacia la deliciosa playa en Punta Cana y Nayeon la abrazó confuerza y gratitud que su alfa pudo sentir que le llenaba el corazón.

—Gracias Jeongyeon, todo lo que tu haces, todo de ti y toda tu, me llenas de felicidad. —Musitó junto a su oído.

Jeongyeon rodeó su cintura y la abrazó contra su cuerpo, correspondiendo de inmediato al llamado de su loba. 

—Mi omega, gracias a ti por compartir conmigo el paraíso de tenerte en mi vida. —Respondió de inmediato, mientras suspiraba de su aroma mezclado con el del mar, aquello era suficiente para llevar a la alfa casi al delirio. 

Jeongyeon había dispuesto de una cabaña frente al mar en Bávaro y Nayeon no pudo estar más de acuerdo con cada una de sus decisiones. El paradisíaco lugar rebasaba toda su imaginación.

Una vez ya se habían instalado, se había hecho la hora de la cena. Jeongyeon se había terminado de bañar y caminaba junto a su amada a quien encontró de pie junto a la puerta.

La brisa del mar hacia bailar su largo cabello y su claro vestido suelto que le cubría armoniosamente. Se acercó para tomar su cintura, abrazarla desde atrás y besar su mejilla desde allí. 

—¿Te gusta, mi amor? —Preguntó sabiendo esa respuesta. Nayeon la miró desde su posición. 

—¿Y lo preguntas? Es precioso, claro que me gusta. —Aceptó con gran emoción hasta en el sonido de su voz, parecía una pequeña llena de entusiasmo e ilusión. 

—Vámonos, antes de que desee llevarte al mar y hacerte el amor al compás de las olas... —Susurró junto a su oído, y la omega sonrió ante la cosquillas que le hicieron la punta de su nariz sobre el cuello. 

~"Estas en mi mente, estuviste allí toda la noche
He estado extrañando a mi reina de medianoche
Ven a tomar un trago, o tal vez tres 
Y querida, te haré mi próxima víctima 
Ha pasado demasiado tiempo para pasar esta noche sola
Necesito oír el dulce sonido de tus gemidos
Ven a dar un paseo nena, no seas tan tímida
Prefiero las chicas que no tienen miedo de llorar..."

Le eché muchas ganas a cada detalle de este capítulo, ¿si te gustó?

¿A poco te gustó la noche de bodas?

¿Nayeon estará en peligro o solo es una equivocación?

Tqm, tu Jazu Ü

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