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28: "𝑬𝒏 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍 𝑯𝒐𝒕𝒆𝒍"

Un mes después...

Había pasado un mes desde el día que abrió su corazón a la mujer que amaba. Y con cada instante después de esa conversación, Jeongyeon se convertía en alguien aún más maravillosa.

Hablemos de defectos, aunque Yoo Jeongyeon fuera una alfa jodidamente obstinada y le gustara tener el control de absolutamente todo en su entorno, era realmente muy respetuosa, considerada y le gustaba llevar la fiesta en armonía, y quizás no fueran defectos, pero habían tenido muchos debates al respecto.

Sí, había sido un gran suceso para la omega comprender que, en una pareja de lazo real, lo correcto era poder debatirlo absolutamente todo, "negociar" los objetivos. Pero las verdaderas diferencias comenzaron el día en el que Nayeon descubrió la cantidad de oportunidades que su alfa abrió para su pequeña Chaeyoung, sin siquiera consultarlo con ella.

Flash

Sus mejillas estaba rojas y sus ojos abrillantados de angustia de solo pensar que su cachorra se iría muchos, muchos kilómetros de distancia de su lado y que ya no tenía modo de detenerla.

—¿Quién rayos te creíste que eras Yoo? ¡Es mi bebé! ¿Con qué derecho tomas decisiones como esas? ¿No que debíamos debatirlo todo? —Exclamó, tan explosiva, desde su regreso a la lucidez. 

Jeongyeon esquivó el cojín que su prometida le lanzó y presionó los labios ante la evidente angustia que aguaba su mirada. A la pelicorta no le gustaba verla tan molesta, pero disfrutaba de que expresara sus sentimientos íntegramente. Que ella se sintiera segura para expresar sus emociones, hacía que el corazón de Jeongyeon bailara con orgullo y pasividad, más aún a su alfa que con cada descubrimiento, reiniciaba la certeza de que había encontrado a su omega.

—Omega no ha sido mi decisión, ella solo me confesó los deseos que tenía y quise ayudar ¡Nayeon ya! —La detuvo cuando ella intentaba lanzarle las almohadas que tenía a su alcance. 

La alfa no pudo evitar reír ante su molestia, ella era demasiado bella cuando se molestaba. Su hermosa nariz arrugada, su ceño fruncido, sus labios presionados en un casi mohín y esos hermosos ojos flameando de ira, le fascinaba esa atractiva mirada, ella pertenecía allí.

—No puedes arrebatármela tan pronto, apenas llevo unas semanas conviviendo con ella y comienza a comunicarse conmigo... —Susurró Nayeon, como una pequeña berrinchuda.

La alfa pensó que solo le faltaba dar un pisotón al suelo como su pequeña hija Ryujin, para deshacerse de ternura. 

Nayeon se dejó caer sentada a la orilla de la cama, exhalando un largo suspiro. Ella aún se acostumbraba a la idea de que su pequeña Chaeyoung ya fuera una mujer, no podía comprender que su niña ya no estuviera en la preparatoria y que tuviera una beca asegurada en una universidad de Londres, gracias a su entrometida futura esposa.

—Mi amor, debes pensar que es lo mejor para ella, le hará bien comenzar de nuevo, hacerse responsable de sí misma, realizar una nueva rutina, conocer gente nueva de su edad, lo hacen muchos cachorros de su edad... —Habló la alfa, sentándose a su lado e intentando acercarse poco a poco a su piel, desplegando aromáticas feromonas de calma, buscando que recapacite.

—Pe-pero... —Jadeó la pelimiel, ahora con las lágrimas al borde, una vez la miró. Jeongyeon descansó un beso en su mejilla y sonrió para ella.

—Te comprendo y créeme, será el mejor verano de sus vidas, pasarás tiempo a su lado, si quieres podemos hacer un viaje. Y cuando esté instalada Londres, podremos ir a visitarla todas las veces que tu lo necesites omega, todo estará bien, créeme... —Señaló Yoo, intentando darle seguridad y calma a su omega.

—No dormiré, ¿no lo entiendes Jeongyeon? No regresaré a descansar con tranquilidad en lo que dure su ausencia. —Musitó Nayeon y las lágrimas se agolparon en sus abismales ojos. Jeongyeon la recogió en un abrazo contra su cuerpo.

—Le irá genial, Nayeon, ¿Y sabes por qué? Porque ella es tan maravillosa como tu. —Sonrió cuando su alfa lo hizo, aunque muy a su pesar —Solo serán un par de años, ella regresará a ti, omega...

—Que sencillo es decirlo para ti Jeongyeon, pero no dirías la mismo si se tratara de Ryujin o de Tzuyu...

—Cariño, Ryujin tiene pensado ser idol, desde que cumplió siete años. Cuantos menos años tarda en crecer, más me voy haciendo a la idea de su ausencia, porque de eso se trata Nayeon, de ayudarles a crecer para que elijan el mejor camino por sí mismas. —Comentó amablemente, recogiendo sus gruesas lágrimas, como ya era un hábito. Aún así, estaba segura de que eran las primeras lágrimas en unas largas semanas.

—No quiero que se vaya tan lejos, Jeongyeon. —Admitió y la alfa asintió, comprensiva.

—Lo sé, pero míralo de este modo, ¿no quieres que ella cumpla sus sueños? —Consultó cubriendo su mejilla con su cálida mano y hallando su mirada.

—Deja de chantajearme, Yoo. —Le regañó, huyendo de la mirada absorbente que tenía de su alfa.

—Solo estoy intentando ayudar. —Rió la pelicorta ante el tierno mohín que su prometida pronunció esta vez y, aunque lo intentó, Nayeon dejó de resistirse a sus brazos, dejándose cubrir por su serenidad.

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Definitivamente Yoo había sido una entrometida, pero la ilusión que vió en los hermosos ojos de Chaeyoung cuando le dieron la noticia, no tenía precio, y sí, la extrañaría en toda su ausencia cuando se vaya a Londres a estudiar arte, pero eso no quitaba que era bueno para su futuro que luchara por él. Quizás, en su corazón solo intentaba asimilar que su pequeña cachorra ya no era tan pequeña. 

En ese tramo, hasta la llegada del gran día, ella pudo terminar su trámite de divorcio para desligarse definitivamente de Kim Yejun y no sin levantar la debida demanda en contra de los cometidos en su matrimonio.

Por último y no menos importante, se había apartado totalmente de Oh Mihyun. Ella había insistido en seguir su caso, pero Nayeon le hizo saber que lo que había hecho por ella era suficiente, que prefería que no fuera ella la culpable de enviar a la cárcel al padre de su cachorro. Demás estaba admitir que Nayeon había sido muy cortés y que en realidad lo que prefería era que ella estuviera fuera de su vida. 

La terapia iba muy bien, aunque las primeras sesiones habían sido las más duras, acababa llorando en todas ellas y con aquella sensación de frustración e impotencia. Pero al final comprendía que se debía por remover el pasado y ubicarlo en el presente, ella creía que si tenía que ponerlo en un ejemplo simulaba ser como cuando remueves un bote de leche en mal estado, olía absolutamente desagradable, y solo le provocaba náuseas. Pero poco a poco se iba amigando e iba intentando comprender, sanar y perdonar a su versión irracional de algunos años atrás, que la había alejado tanto de su lado animal.

Todo había cambiado mucho desde que había salido de la clínica, y a pesar de que la vida había sido dura desde entonces, con fisioterapeutas y acompañamiento psicológico constante, quizás la mejor parte había sido inducirse a una rutina acompañada de Yoo Jeongyeon, en ella. 

Ella había sido tan dulce aquella vez que, desprevenidamente, la había citado en el café de ese hotel para conocer sus sueños y oír sobre sus proyectos. Nayeon había estado tan asombrada con esa actitud, que por primera vez en toda su vida se sintió validada y tomada en cuenta por su compañera de vida, más no esperaba menos de la alfa de la que se había enamorado total y perdidamente, sin ser realmente consciente del poder en ese lazo.

Un largo suspiro nervioso se escapó de sus labios cuando se apartó de su smartphone, dispuesta a dejar los problemas para luego, todo lo demás podría esperar por ese día.

Ahora, una vez más, estaba allí de pie, con un bonito vestido blanco de chifón de seda rodeándola, plegado en su cintura y fluyendo hacia el suelo en delicadas ondas. Aunque este no fuera específicamente un vestido de novia tan esponjoso y extravagante como la primera vez, sus pliegues suaves y delicados al tacto, caían a su alrededor como si estuvieran para abrazarla entre sus capas finas y amables, el ligero escote en forma de corazón dibujaba su busto y enmarcaban su figura, y unas ondulantes mangas de princesa rodeaban sus brazos y mantenían al descubierto sus hombros, sin duda era mucho más mágico que en la primera vez.

La omega de largo cabello como la miel respiró con la mente llena de ilusiones como una cachorra, y que flotaban a su alrededor como pompas de jabón. 

Bajó la mano hacia la sedosa tela que la vestía ese día tan especial y sin poder evitarlo dirigió la vista hacia la ventana. Por las finas cortinas de la recámara se podía ver como las pocas personas de su interés y el de Jeongyeon, tomaban un puesto para testificar su unión y sintió nervios por primera vez en ese día. No había creído que se casaría nuevamente en su vida y menos con la mujer con quien conocería el verdadero sentido del amor y de un lazo verdadero, pero allí estaba.

Chaeyoung había observado como su madre mantenía los ojos cerrados, mientras Sana la maquillaba en tonos suaves que le sentaban muy bien a su tez. 

—Yo te ayudo... —Musitó su hija menor, cuando se arrodilló frente a ella y aseguró la hebilla en la tira de sus tacones. —Ya, no se saldrán los aseguré muy bien —Confirmó poniéndose en pie.

—Gracias cariño... —Respondió su madre y dedicó una caricia sobre el largo de su cabello oscuro.

Chaeyoung se ruborizó como era una costumbre, aunque ya estaba más familiarizada con sus muestras de cariño pues, había aprendido a recibir las caricias de su madre sin chistar.

Allí también se encontraban Ryujin y la tía Bae quien iba y regresaba continuamente, sintiéndose responsable de que todo saliera perfecto.

Nayeon era buena delegada en ese tipo de eventos numerosos, pero en aquel, había sido una simple espectadora y Bae había hecho de sus ideas una realidad, porque quería que ella solo se concentrara en ese instante y disfrutara de todo. Vaya, esa mujer había sido una madre para ella en ese corto tiempo. No sabía que le pusiera tan nerviosa volver a ver a su madre, ¿Acaso ella realmente vendría? Se regañó por haberla invitado por milésima vez, su posible presencia la llenaba de ansiedad.

—Te ves muy bonita, mamá... —Le dijo su hija menor, trayéndola de sus pensamientos. Ya había subido el cierre de su bonito vestido cuando se presentó frente a ella. Sonrió al encontrar su mirada y su madre correspondió. —Es un peinado muy bonito Ryujinnie... —Dijo Chae, compartiendo una sonrisa con la joven Yoo.

La misma, quien se había presentado como una tierna omega hacía muy poco tiempo, se acercó muy sonriente y le pidió una mano a la prometida de su madre. 

—Unnie, tengo algo para ti... —Comentó cuando tomó su mano y allí albergó un anillo con una considerable piedra verde en una fina cinta de plata. La piedra tenía el tamaño similar a la perla de su anillo de compromiso y Nayeon dudó, mientras la estudiaba. La misma lo observó confundida antes de que Ryujin se decidiera comenzar a hablar. —Era de mi abuelita, la mamá omega de mi mami Jeongyeon. Ella me lo regaló una vez que lo encontré husmeando entre sus cosas, hace algún tiempo... —Recordó la jovencita, sonriéndose por su travesura —Es una esmeralda, que disque una reliquia familiar. —Se burló la cachorra de suave aroma a ciruela, cuando buscó su mirada, y Nayeon le correspondió con una sonrisa. —La verdad es que no es mi estilo y me queda un poco grande, pero sé que a mi mamá le dará muchísimo gusto que seas tu quien lo lleve, unnie  estoy segura. —Asintió tomándolo y coronando uno de sus dedos. Nayeon observó el anillo con curiosidad. 

—Gracias cariño, es precioso. —Musitó insistiendo con aquella sonrisa nerviosa cuando Ryujin retocó unas hebras de su cabello que caían a un lado de su rostro. 

La cachorra había insistido en ser ella misma quien la peinara en esa ocasión, y había optado por una hermosa trenza coronada por algunas finas cintas al tono y pequeñas flores secas que tomaban su cabello hacia un costado de su rostro, completamente dulce y romántico, pero también elegante y acorde a su estilo sobrio. 

—Está increíble —Comentó Chaeyoung cuando observó el anillo que le había obsequiado la menor de las Yoo, a su madre. —¿Sabes mami? Una vez me dijiste que una mujer siempre es como un diamante y que por esa causa, todas merecemos llevar al menos uno en nuestras vidas... —Le indicó mostrándole el par de colgantes que ella misma le había regalado para su cumpleaños número dieciséis. —Ya tienes algo viejo, aquí te presto mis aretes, pero me los devuelves pronto porque mi mamá se molestará conmigo, sino... —Sonrió de lado con picardía y juntas rieron por la pequeña broma, con ternura.

Nayeon rió con dulzura, sus ojos húmedos se acentuaron cuando Sana se acercó unos segundos después y le entregó un estuche a Chaeyoung.

—¡Casi lo olvidaba! Y aquí, tienes algo nuevo. Es muy especial, lo dejó Jeongyeon unnie para ti... —Sonrió cuando se lo entregó.

Nayeon les miró algo confundida, pero con ansias de saber que le había regalado su alfa. 

—Oh... —Dijo muy sorprendida, una vez descubrió lo que venía en el estuche. 

Era una suave y muy fina cadena plateada con un solitario de diamante, tan pequeño y tan sencillo que de seguro se pegaría en su clavícula y complementaría con su estilo. La sonrisa se acentuó en su rostro al admirar la pieza. Jeongyeon la había leído como a un libro, sabía muy bien que era lo que le gustaba y lo que le sentaba bien, además de que siempre había gozado de un excelente gusto para todo. 

—Es hermosa, deja te la pongo. —Habló Chaeyoung cuando se volteó a su alrededor para presentarlo en el cuello de su madre. Una vez asegurado, se puso frente a ella mientras se colocaba los aros. —Te ves hermosa mami, mira hasta hacen juego con los aretes. 

—Gracias mi amor. —La abrazó por los hombros y miró a todas esas mujeres que la acompañaban en ese momento tan especial en su vida que, sin duda alguna, sería irrepetible en su vida.

En un breve instante de silencio, hubo un poco de movimiento afuera y Kim Dahyun hizo su ingreso en la habitación en donde se preparaba una de las novias. Nayeon sonrió de volver a encontrarse con esa hermosa mujer omega.

—Espero no haber llegado muy tarde, unnie. —Musitó amablemente antes de sonreirse con la mayor, quien no tardó en recibirla. Su dulce aroma se sintió en la habitación que de pronto era todo un ambiente de pura emoción.

—Oh, Dahyunnie, creí que no llegarías. —Mencionó Nayeon, preocupada por qué la prima de su alfa no hubiera llegado a tiempo para el evento.

—Mi vuelo se retrasó un poco, pero tuve tiempo de arreglarme para este momento tan importante en la vida de mi querida prima favorita y su hermosa omega. —Señaló la joven, acercándose con entusiasmo.

—Tía, mi mamá es tu única prima. —Señaló la joven Ryujin, haciendo reír a toda la habitación.

—Por eso, cariño tu me entiendes. —Se burló la omega de ojos profundamente rasgados, acercándose a Nayeon y admirándola con genuina emotividad. —Eres una hermosa omega, unnie. Estoy segura de que comprendo muy bien porque mi prima enloqueció por ti, desde un comienzo. —Comentó atrevidamente junto a su oído, haciendo reír a la omega quien recibió el abrazo.

—Que bueno que si llegaste, Dahyunnie. —Musitó Nayeon amablemente y la omega menor rió con su cálido carisma. Con el paso de las semanas y en la propia convivencia, había oído a su alfa hablar de todos los miembros en su familia. Kim Dahyun era uno de esos miembros en la vida de su alfa, que hacía que sus ojos oscuros se iluminasen de cariño y admiración.

—Tenía que venir, yo traigo el detalle que terminará de cerrar la tradición, unnie. —Musitó la omega con su tan habitual picardía, tomando una delgada bolsa de tul de donde sacó una liga azul cielo con una linda flor de raso, que estaba delicadamente adornaba por encajes y cintas blancas. Sin duda, era una pieza especialmente enviada a hacer por la propia Dahyun. —No olvides llevar algo azul, unnie. —Musitó Dahyun traviesamente, e incándose frente a Nayeon, quien rió cuando las chicas hicieron bulla, una vez tuvo que descubrir su pierna.

—Gracias por estar aquí, sabes lo importante que es para Jeongyeon, para ambas. —Musito la omega, desbordando emoción en su aroma a rosas dulces y frescas.

—Lo sé. —Admitió Dahyun acomodando la falda de su vestido en su lugar.

—Gracias a todas por estar aquí... —Hubo una amenaza de llanto emotivo. 

—Bueno, bueno, bueno mejor ya vámonos. —Decidió Sana que había sido suficiente y que era mejor proseguir a, lo que sería según la japonesa, su nueva cadena perpetua.

La rubia omega japonesa le extendió su ramo de girasoles adornado con pequeñas rosas blancas y juntas se dirigieron hacia las escaleras que descendian a la planta baja en donde comenzaría el tan esperado evento, una vez hiciera su llegada.

—Mamá... —Esbozó Yerim con asombro cuando la vio bajar por esa gran escalera que cubría la sala de la gran casa Yoo. La omega le presentó una gran sonrisa feliz, que su hija mayor correspondió al instante con la misma alegría. —Estás muy hermosa. —Admitió, dándole un beso en la mejilla y su madre se tomó de su brazo, puesto a que era la alfa que la entregaría a su futura esposa.

—¿Tu crees, cariño? —Le preguntó con humor y la joven alfa no tardó en asintir como respuesta.

—Si, definitivamente estás preciosa. Aunque siempre te he dicho que mi complejo de edipo se veía muy afectado a tu lado... —Bromeó la joven, haciéndola reír como era una tierna costumbre entre ambas.

Una vez esperaban junto a la puerta que la llevaría hacia lo que pronto sería, su nuevo destino, Yerim notó como todo el cuerpo de su madre se tensó, lanzando feromonas en su tensión, y los nervios rebosaron entre ambas ante la espera.

—Tranquila ma, todo saldrá genial. —Intentó la joven, acariciando el brazo con el que la sostenía en apoyo.

—Perdóname, es que no sabía que sería tan difícil... —Murmuró y su hija la miró confundida. —Tu sabes, volver a ver a tu abuela no es algo fácil para mí después de mi terapias. No la veo desde que salí de la clínica y supo que decidí mudarme con Jeongyeon, ella se niega a aceptar a mi alfa. Estoy muy nerviosa ahora mismo, pero ya pasará... —Admitió espontáneamente, ladeando una sonrisa apenada.

Yerim admiró por primera vez el instante en el que su madre hablaba de sus emociones con tanta facilidad y libertad y supo que era a causa de la libre que se sentía desde que estaba con Jeongyeon unnie. La alfa la había ayudado a recargarse de la valentía que necesitaba para ser ella misma y esa Nayeon era tan entera y auténtica como jamás lo había sido. La evidente superación de de madre la hizo sintir orgullosa de su madre.

—Pues si vino, no le hagas caso, ella es una mujer muy amargada. No permitas que te perturbe con sus palabras que nadie quiere oír y que arruine este momento importante para ti y para unnie. —Le indicó la joven, y su madre aceptó aquello. Nayeon sabía que su hija tenía razón, ¡Oh vamos! Ya era una omega adulta, tenía que ceder o debería de obligarla a hacerlo. —¿Sabes? Estoy orgullosa de ti...

—¿De veras? Que fortuna, cariño. —Musitó la mayor, intentando detener la lágrimas por milésima vez.

Cuando la música que la acompañaría hasta su nuevo destino inició, su hija mayor la sostuvo con fuerza porque ella parecía perder la compostura de sus piernas a causa de la ansiedad que sentía.

—¿Lista para ir por tu felicidad? —Preguntó con gran alegría por la emoción en sus ojos y Nayeon asintió decidida, aunque sintiera que las piernas le fallarían al andar.

Salieron hacia el bello parque de la residencia Yoo, su próximo hogar para toda la vida, o así lo esperaba, y todo lo que pudiera seguir pensando o analizando se disolvió cuando Jeongyeon se apresuró a ergirse para recibirla. 
Nayeon la buscó desesperadamente y ella le dedicó aquella sonrisa que parecía quitarle toda la voluntad, como aquella primera vez.

Todo a su alrededor se desvaneció en el instante en el que Nayeon correspondió a su búsqueda, y absolutamente todo se redujo a ellas dos, reencontrándose para atestiguar un amor incomparable. 

La alfa se veía increíble con su traje entero a la medida, la delicada tela de tul que cubría su torso y todo el largo de sus brazos, estaba bordado de mostacillas localizadas y en la parte posterior, se volvían un largo pantalón blanco marfil que se plegaba en su perfecta cintura y caía hacia sus pies. Siempre montada en esos tacones que la hacían ver tan alta e intimidante, se veía preciosa con su maquillaje habitual y su corto cabello oscuro tomado de un lado y que caía en ondas relajadas, pero lo que más la había cautivado, sin duda era esa expresión de seguridad que tanto le había enamorado y la creciente felicidad que podía sentir en el lazo con el que la había unido a ella para siempre. Yoo Jeongyeon era una alfa jodidamente perfecta.

Sin saber en qué instante, ni con qué fuerzas ya estaba a su lado y la alfa la rodeaba con sus fuertes brazos con toda esa calidez tan familiar, que por un instante Nayeon creyó que se deshacía allí, frente a ella. 

Jeongyeon decidió que su mejor decisión en los últimos diez años había sido la de desposar a esa increíble mujer, porque estaba más que segura que la Luna las había unido desde mucho antes, estaba más que segura que lo que hallaba en su mirada sería incomparable. Aunque sonara muy egoísta, la alfa creía fielmente que no habría absolutamente nada mejor para ambas, sobretodo porque sabía que nadie podría estar amándola como ella la estaba amando en ese preciso instante en el que la vio salir hacia su encuentro en ese lindo vestido que se moría por descubrir a detalle.

Se veía preciosa, tal y como la había soñado, e incluso mucho mejor. Su omega era tan amable, tan dulce, tan suave por donde la observara además de bella y encantadora, todo en ella se le hacía encantador, sobre todo sus suaves labios que siempre le correspondían con una sonrisa amable, esa hermosa sonrisa particular de dientes sobresalientes y ese tono aceitunado en sus ojos que parecían acabar con toda su cordura y siempre le generaban una alegría inmensa e incomprensible a su loba.

La alfa la tomó con firmeza, rodeando su cintura con propiedad, llamó inconscientemente a su mirada y Nayeon hizo hacia un lado su cabeza, alzando los hombros ante la adorable caricia que siempre le hacía su mirada. A Jeongyeon se le hizo tan irresistible esa expresión de su omega, que si no fuera porque la jueza estaba frente a ellas junto a todos los presentes, la hubiera besado en ese instante y no hubiera parado hasta que se le paralizaran los labios. La sensación de satisfacción de, al fin, poder volverse una con su omega, brotaba de ella en absolutamente todos los sentidos, la colmaban inmensamente, la exponían para que solo ella fuera consciente. Por primera vez en los últimos cuatro meses, Jeongyeon pudo respirar con la tranquilidad de saber que su vida iniciaría y acabaría con Im Nayeon en ella.

—Eres irreemplazable, omega... —Murmuró junto a su oído y le dejó un suave beso sobre la mejilla. Nayeon bajó la mirada tímidamente y se tomaron las manos para recibir las palabras de quien las uniría en nombre de la ley.

—Tu mamá es muy bonita... —Dijo la joven Joy, mirando a su alfa quien sonrió de inmediato. 

—¿Verdad que sí? —Acepto Yerim, orgullosamente. 

—De verdad que jamás había visto a mamá tan felíz, ella se ve tan genial junto a unnie en el altar... —Se introdujo Chaeyoung en al conversación, sin poder reconocer a su madre en aquella mujer llena de vida que no era siquiera parecida a quien le había criado durante tantos años con ese aura débil y deprimido. La joven omega recordaba algo extraño en su madre en el pasado y sabía que era su sufrimiento junto a su padre como su alfa.

—Mamá está siendo ella misma por primera vez, eso es lo que sucede... —Agregó Yerim, quien supo desde siempre que su padre no había sido el mejor alfa, al menos no en la vida de su madre. —Me hubiera gustado tener sus ojos, son siempre tan brillantes y bonitos cuando está feliz... —Dijo la joven alfa, con reproche con la vida. 

—Yo tengo sus ojos, o eso dice Jeongyeon unnie... —Dijo Chaeyoung con una sonrisa.

Yoo Tzuyu, quien estaba junto a ellas en la primera hilera y se había mantenido en estricto silencio, arregló la voz para hacerse notar antes de interrumpir. 

—Doy fe, tienes la misma mirada tan bonita como la de tu mamá, Chaeyoung unnie. —Admitió la joven alfa morena, de pocas palabras.

Joy y Yerim dirigieron su mirada hacia la pobre Chaeyoung quien se había ruborizado completamente ante las palabras de alta alfa.

—Shhh, ya cállense que la ceremonia va a empezar. —Reclamó una celosa Ryujin, quien presionó entre sus manos el ramo de Nayeon, sin poder evitar evidenciar su tensión.

Volteó los ojos y les obligó a todas a que pusieran atención cuando la jueza comenzó con sus interminables palabras de protocolo.

Luego de hacer esa emotiva promesa de unión eterna, de poner su firma sobre el libro de actas junto a sus testigos Sana y Momo, quienes se miraban demasiado cabe admitir, y de pasarse las alianzas como símbolo material de todo aquello, al fin se oyó la frase que culminaba con aquel precioso momento que quedaría, sin dudas, por siempre en sus mejores recuerdos y en el de todos los presentes. 

—Por el poder que la ley me confiere, las declaro unidas en matrimonio, felicidades. —Dijo la jueza con una sonrisa amable.

Jeongyeon se inclinó para ver a su amada Nayeon y vió sus ojos llenos de lágrimas. Era un momento tan emocionante que si pudiera se pondría a llorar como una cachorra de la emoción y no detuvo todas sus lágrimas, no cuando su omega evidenció su felicidad con esa sonrisa preciosa que siempre la contagiaba de todo lo que estuviera sintiendo incluso antes de su lazo.

Con una suavidad infinita, Jeongyeon la tomó entre sus brazos y le dió un suave beso lleno de amor. Nayeon rodeó su largo y delgado cuello con sus brazos firmes y la atrajo más contra su cuerpo, incentivándola a tomarla como siempre lo hacía. Jeongyeon no tardó en rodear la estrecha cintura de su amorosa omega, quien se fundió contra su cuerpo en un abrazo que parecía inquebrantable.

Todos aplaudieron y vitorearon aquel maravilloso instante en el que se volvían una parte de la otra en su promesa eterna. 

Nayeon se apartó al oír tanta aprobación de parte de sus más allegados y la alfa la miró con todo ese puro sentir que las estremecía de pies a cabeza. 

—Te amo, infinita y eternamente mi señora Yoo... —Murmuró la alfa conmovida por su agarre, cuando se mantuvo alojada en su abrazo. Se tuvieron amarradas allí un instante, absorbiendo lo que les hacia sentir ese anhelado instante a sus lobas.

—Y yo te amo a ti señora Yoo, la felicidad es un hábito a tu lado alfa, gracias por hacerme tan feliz. —Sonrió cuando la pelicorta apoyó su frente sobre la suya y la punta de la nariz le hizo una dulce caricia d sobre la suya.

Un flash tomó aquel instante y Nayeon supo que esa sería una de sus fotografías favoritas porque había capturado un momento incomparable.

Luego de haber compartido, de haber derramado tanto amor y tanta felicidad junto a su familia y amistades en aquella inmensa sala de la que disponía la gran residencia Yoo, Jeongyeon tomó de la mano a su ya esposa y omega, para caminar junto con ella hacia las escaleras que las llevaban a la planta alta, cuando un llamado detuvo a su omega.

—¿Nayeon? —Le llamó esa voz y Jeongyeon pudo notar que su esposa se tensaba inmediatamente y no pudo evitar retener su descontento. Estuvo a un céntimo de evitarlo esa batalla.

—¿Si, mamá? —Dijo Nayeon, cuando se volteó en su dirección.

Jeongyeon la sostuvo con fuerza desde su cintura, intentando apoyar a su omega y Nayeon respiró de sus feromonas de calma, adoraba lo perceptiva y protectora que podía llegar a ser su alfa. Sabía cuánto le costaba compartir con su madre omega, esa mujer que siempre parecía hablarle con cierta brusquedad y hasta con desagrado, detalló la pelicorta.

—¿Te parece correcto dejar a Chaeyounguie sola? Tu deberías de estar con ella como su madre, aún es muy joven para...

Jeongyeon supo que quería dejar mal a su esposa y aquello no le gustó de parte de su suegra, quien se había mostrado en desapruebo desde el primer instante en que la vio llegar a la ceremonia. 

—Discúlpeme señora Im, pero Chaeyoung ya no es una cachorra, pronto cumplirá la mayoría de edad, ¿Dieciocho años no es la edad suficiente? —Le cuestionó la alfa en su impaciencia y Seah le miró con una seriedad desagradable. 

—Discúlpeme señora, pero estoy hablando con mi hija, no con usted. —Respondió la mujer mayor con la voz hostil. Nayeon notó la tensión creciendo entre ambas y prefirió intervenir. 

—Chaeyoung ya no es una cachorra mamá, mi hija ya es una omega responsable y se quedará con su hermana mayor y con la tía de Jeongyeon, quienes muy amablemente se asegurarán de que se sienta acompañada en lo que yo me ausento unas pocas semanas. —Agregó la omega, pues sabía que no debía precisamente darle explicaciones a su madre, pero ¿qué podía hacer? Discutir con ella ya no era una opción conveniente. ¿O sí?

—¿Semanas? Tu sabes que todo este teatro no es de mi agrado. Hiciste muy mal en acabar tu matrimonio con tu alfa, Nayeon. Esto es una locura, perdiste la sensatez por completo... —Prosiguió quejándose la mujer, descaradamente y Nayeon presionó el agarre de la mano de su esposa, al sentir su cólera acrecentarse. 

—Escúchame mamá. —Suspiró Nayeon, una vez le interrumpió en su estúpido argumento. —Tu opinión no es algo que yo haya pedido, por tu opinión por poco y pierdo la vida en manos de Kim. —Le hizo notar y la mujer no tuvo como responder a aquello. —Así que si no quieres perder a la única hija que te soporta, te pido por favor que no opines respecto a mi vida personal. —Nayeon miró a la omega mayor con seriedad, antes de proseguir. —Si tu preocupación es el ingreso económico que te estuvo faltando estos últimos meses que estuve internada, todo ya volvió a la normalidad, así que no te preocupes por ese asunto. —Se recordó, después de que su divorcio hubiera salido exitoso. —Pero si te queda un poco de respeto por mi familia y arrepentimiento por aquellos malos consejos que me dabas cuando solo buscaba apoyo y contención, te pido por favor que te vayas ahora mismo y me dejes ser feliz con mi alfa, en paz. —Exigió en esa silenciosa súplica y aquella mujer, quien solo aparecía para hacerle reproches y reclamos, se apartó de la mano de la beta enfermera quien le acompañaba, exageradamente indignada como era de esperarse.

Nayeon la vio ir y suspiró con pesar. Si tan solo esa omega la quisiera un poco, no hubiera tan sido tan difícil para ella creer que merecía el cariño desinteresado que recibía de quienes verdaderamente le amaban.

—Tengo una sorpresa para usted, mi señora Yoo... —Dijo su esposa junto a su oído y ella sonrió nuevamente.

No, no permitiría que aquella situación acabara con su felicidad, porque por primera vez en la vida creyó que se la merecía y eso haría, sería feliz con la mujer que la había devuelto a la vida. 

—¿Me dirás a dónde iremos? —Preguntó curiosamente mientras la pelicorta la dirigía ansiosamente hacia las escaleras. 

—Mmm, ya verá señora Yoo, ya verá. —Pronunció tomándola por la cintura junto a la puerta de su recámara, sin dejar de admirar su belleza que no había dejado de cautivarla durante toda la tarde. 

—¿Es necesario que nos vayamos tanto tiempo, cariño? —Preguntó Nayeon, dudando aún de si debía de apartar a su amada alfa de sus responsabilidades, pero dentro de todo, de sus hijas.

—¿Que si es necesario? —Preguntó Jeongyeon con incredulidad.

Es que no había podido pasar un mínimo instante a solas con ella desde que la tenía a su lado, por supuesto que sí era muy necesario. Su omega la miró con esa expresión de gratitud y recibió el beso que le daba, impregnándola con su aroma floral.

—Jeongyeon... —Habló entre sus labios pero la alfa parecía haber perdido su autocontrol al recibir su dulce aroma. —Mhm, mi amor espera... —La apartó de un empujón y la alta se rió al ver el deseo en su mirada y pintando en sus mejillas. 

—Adoro ver el deseo en ti, eres tan transparente, omega, no puedo esperar para vivir toda mi vida contigo. —Rió cuando quiso acercarse nuevamente y la omega mantuvo la distancia. —Es que me gustas mucho omega, me gustas ¿no es acaso obvio? —Le dijo con una sonrisa traviesa.

Nayeon se rió junto con ella, al oírla decir aquellas palabras que enloquecían a su loba, embriagada de su abarcativo aroma a cocoa, pero debían tomar un vuelo ¿O no? 

—¿No que me llevarías de luna de miel, cariño? —Preguntó en un murmuro sin fuerza y la pelicorta sonrió de aquello, antes de asentir vigorosamente.

—Verdad, tienes razón cariño no deberíamos entretenernos. —Dijo abriendo la puerta de la recámara.

Jeongyeon la vio ingresar sin perderse uno solo de sus movimientos y se acercó tras ella para tomarla entre sus brazos. Nayeon gimió cuando la alfa la estrechó contra su cuerpo, recorriéndola con sus ansiosas manos y pasando sus suaves labios contra su cuello y hombro. 

—Jeongyeon-ah, espera por favor... —Suspiró cuando la alfa seguía distribuyendo sus besos por su hombro desnudo y la oyó gruñir cuando posó sus labios sobre su piel con toda esa adoración.

—Mi amor, tu aroma es mi delirio, Nayeon, no puedo apartarme de ti... —Murmuró ronca cuando la volteó y ella le miró con esa satisfacción brillando en su mirada.

Se miraron por un mínimo instante hasta que no pudieron evitar perderse en un nuevo y profundo beso. 

Es que todo en aquel instante se le hacía perfecto a Jeongyeon, quien parecía temer que todo fuera producto de su imaginación, el tenerla allí, disfrutar de su aroma y de su calor, a diario, en cada hora, en cada espacio, en su lazo ¡Diablos la había hecho su omega! Aun no podía creer lo perfecto que era todo al lado de esa hermosa mujer.

Nayeon se permitió perderse en los exigentes labios de su esposa, porque siempre que lo había hecho, había sido su mejor decisión. 

—Ryujinnie cariño, yo creo que mejor regresamos a la fiesta. Las recién casadas pueden llegar a ser toda una caja de sorpresas... —Sarcasmeó la tía Bae, pero la jovencita estaba en necia de que debía de buscar a su madre antes de que esta se fuera a su luna de miel.

—Tía tengo que verla antes de que se vaya, Nayeon unnie me dijo que si me cambiaría de colegio y necesito saber que así es. Tu sabes que mi mami Jeongyeon es muy cambiante, tengo que aprovechar ahora que está contenta... —Dijo tocando la puerta de la habitación de la alfa nombrada.

Toda acción y emoción quedó paralizada del otro lado de la habitación y Nayeon, quien estaba tendida sobre la cama debajo del cuerpo de su ahora esposa, se apartó y se la quedó mirando. Jeongyeon volteó los ojos cuando oyó la insistencia del llamado, y presionó la mandíbula para retener su fastidio.

—¿Quién es? —Gruñó con la voz muy grave, tanto que las tres omegas en escena se estremecieron.

Aunque a decir verdad, Nayeon se estremeció de sentir su evidente molestia, entre tanta ternura que le estaba brindando segundos atrás, cuando la tomaba con tanta pertenencia.

—Mami, ¿Podemos hablar sobre un asunto importante antes de que te vayas de luna de miel con unnie? —Preguntó la inigualable voz repleta de ansiedad de su hija menor y Jeongyeon suspiró, una vez Nayeon la obligaba a ponerse de pie.

Su omega se había despegado de su agarre con tanta gracia, mientras reía con humor ante la interrupción de su pequeña hija.

—Claro que sí, cariño. —Respondió la alfa, con la voz un poco más suave. —Y luego preguntas que si es necesario que nos tomemos tiempo a solas, tu y yo. ¿Acaso responde a tu pregunta? —Secreteó Jeongyeon hacia la puerta, haciendo referencia a aquella pregunta que su esposa le había hecho cuando subían hacia la recámara. 

Al parecer, no había un solo instante en el que no sintieran que no irrumpirían por esa puerta. Nayeon se rió por lo bajo ante sus palabras y juntas enfrentaron a las solicitantes, encontrándose con la mirada ansiosa y curiosa de Yoo Ryujin, junto a su tía Bae quien, al ver el estado de las recién casados, se sintió muy apenada de interrumpir. 

—Yo le dije que se esperara, pero esta niñita es tan terca... —Dijo la omega mayor, con humor en la mirada.

Nayeon se sintió muy avergonzada y ruborizaba, mientras Jeongyeon escondía las manos en los bolsillos de su pantalones. 

—Pero sólo será un instante. No te veremos por un mes mami, yo quiero saber... —Le reclamó la niña con curiosidad, ajena a todo lo que fuera que estuviera sucediendo en ese instante y que solo parecía ser evidente para las tres mujeres mayores presentes.

Jeongyeon resopló, poniéndose a la altura de su hija, para poder oír sus dudas. 

Minutos más tarde, Nayeon, Jeongyeon y Ryujin bajaban por las escaleras alegremente, aunque la alfa entre ellas traía una bolsa un poco, bastante, pesada. Las maletas esperaban por ellas, todo estaba listo para que las recién casadas partieran a su luna de miel.

—Bueno. Aclaradas todas las dudas... —Dijo con un imperceptible reproche a su hija menor y tomando una risilla tímida de su esposa. —Ya nos vamos. —Indicó hablando con los pocos invitados que habían quedado en la sala, sus amigas y sus cuatro hijas.

—¿Cuándo regresarán? —Preguntó Chaeyoung, una vez se acercaba a abrazar a su madre. 

—Tranquila cariño, solo serán cuatro semanas. —Respondió Jeongyeon y la jovencita asintió como respuesta, aceptando. 

—Espero que disfruten mucho y que sean muy felices... —Deseó Yerim una vez se acercaba a tomar las manos de su madre. 

—Gracias mi amor. —Agradeció y recibió el beso que Yerim dejó sobre su frente. 

—Aquí estaremos esperándote, cuando regreses ma. —Le hizo saber su joven alfa, dándole tranquilidad.

Nayeon se sintió refugiada entre sus hijas y no se olvidó de darle un suave beso y una caricia al vientre abultado de la joven Joy.

—Mami, ¿A dónde van? —Preguntó la pequeña Yoo, repleta de curiosidad. Jeongyeon ladeo una sonrisa y se acercó a su hija para secretar con ella. —Vaya... que bonito lugar a Nayeon unnie va a encantarle. —Dijo la jovencita al notar que era una sorpresa. 

—Al parecer todos tienen, derecho a saber a donde nos dirigimos, menos yo. —Reprochó Nayeon, haciendo reír a toda la sala con complicidad.

—Voy a extrañar las galletas de Nayeon unnie, cuando llegamos a la casa... —Admitió Tzuyu y la omega en cuestión miró a la joven alfa con ternura. 

—Solo serán cuatro semanas. —Insistió Jeongyeon ahora con impaciencia. —Bueno omega, si no nos apresuramos, perderemos el vuelo... —Le indicó tomando su mano con insistente impaciencia.

—De acuerdo, vamos. —Nayeon le entregó su mano con gusto, lanzó un suspiro repleto de ansias y alzo la otra para saludar quienes las miraban ir. 

Nayeon se volteó a ver a Jeongyeon y la alfa le miró con una sonrisa divertida cuando le indicaba que ingresara al ascensor que las dirigiría a la planta alta. 

—Jeongyeon... ¿Qué hacemos aquí, no íbamos a...? —Habló ronca sin poder evitar que le afectara la visita y, otro tanto, de perderse en los recuerdos en dicho lugar. 

—¿Tu crees que estaríamos volando en nuestra primera noche de bodas? Omega, ni demente te haría una cosa como esas... —Le interrumpió la pelicorta con una sonrisa amable y besó una de sus manos sin apartar la adoración con la que la veía con esos ojos oscuros.

Nayeon la buscó con aquel intenso rubor en sus mejillas al imaginar lo que sería pasar toda la noche con esa mujer, en ese preciso lugar. La sola espera le contrajo el estómago de incontrolable ansiedad.

—¿Aquí...? —Preguntó y no se sorprendió al notar que su voz no salía con la misma fuerza de siempre.

Jeongyeon asintió mientras la dirigía hacia el lobbie del hotel, aquel hotel que había sido el lugar en donde se había sembrado ese amor y que había evidenciado ese lazo que poco a poco florecía sin mas entre ambas.

—Buenas noches señoras. —Se presentó el botones, una vez las dirigían hacia su habitación.

Nayeon reconoció al joven que siempre le indicaba que Jeongyeon la estaba esperando en la habitación, un tiempo no tan lejano como parecía ser. ¿Como olvidar cada detalle de esa preciosa relación?

—Felicidades. —Dirigió el joven beta, una vez las dejó frente a la misma habitación de siempre, pero esta vez en una posición diferente para las mujeres en cuestión.

—Gracias, muchachito. —Dijo Jeongyeon cuando le daba su propina. El joven mantuvo la sonrisa cuando la omega le regaló asentimiento de gratitud, y se apresuró de abrir la puerta para ellas. 

Nayeon quiso ingresar caminando pero Jeongyeon no dejaría escapar la tradición, rápidamente la detuvo rodeándola con sus manos, para detener su paso.

—¡¿Pero qué hace señora Yoo?! —Exclamó la misma con ese estruendoso tono de voz y deteniéndola por la cintura para que no cruzara el umbral de la habitación a pie. Nayeon rió cuando Jeongyeon la sostenía entre sus brazos.

—Pero mi amor, no me digas que ahora te has vuelto supersticiosa... —Carcajeó la omega.

Jeongyeon le dejó un beso sobre la nariz antes de mecer la cabeza. 

—Claro que no omega, pero quiero que todo sea completamente especial para ti. —Besó sus labios una vez la dejó sobre sus pies dentro de la habitación. 

—Vaya... —Expresó Nayeon al ver el camino de pétalos de girasoles y rosas blancas. Sintió el suave aroma a vainilla que siempre había en aquel lugar y encontró las mismas cortinas claras. Nayeon se apresuró a abrirlas y admiró como moría la tarde, con emoción.

Cuando la omega se volteó a seguir descubriendo los secretos de esa habitación, un bonito corazón se formaba con los pétalos de esas flores claras que parecían estar por todas partes, sobre la inmensa cama que reinaba en la habitación. En un mueble había una botella de champagne, dos copas y fresas con chocolate. Miró por la ventana que le regalaba esa imagen de la luna llena iluminada por el sol, como una de las tantas veces que la veía brillar mientras hacía el amor con esa alfa.

—¿Nayeon? —Le llamó su muy reciente esposa y la omega la miró con pereza. 

—¿Si, alfa? —Respondió, con los pensamientos revueltos. 

—Te hice una pregunta omega, ¿te perdiste en los recuerdos, acaso? —Preguntó Jeongyeon con curiosidad latente y la pelimiel correspondió con sus ojos resplandecientes.

—Sabes que sí... —Aceptó la omega y saboreó esos recuerdos cuando se encontró en su mirada, esa misma férrea mirada posesiva que su sensual alfa pelicorta le dirigía cuando la tomaba profundamente, y se relamió los labios resecos de ansiedad.

Corrió la mirada sonriente, decidiendo que mejor seguía detallando la sorpresa de su esposa y sonrió aún más, ante el globo dorado que flotaba en medio del corazón sobre la cama, que estaba sostenido por un paquete y que llegaba casi hasta tocar el techo. 

—¿Qué es esto, señora Yoo? —Preguntó Nayeon, acercándose y tomando el paquete prolijamente envuelto en un papel oscuro con una cinta muy suave en color blanco. 

—Es mi regalo de bodas, para ti. —Habló ella, con satisfacción. Le gustó ver la curiosidad en su mirada, la llenó de anticipada emoción. —Ábrelo. —Le incentivó la pelicorta.

—Jeongyeon... —Le miró con desaprobación, pero al final desató el lazo y el globo voló hasta tocar el techo.

Nayeon desamarró el obsequio y halló una caja sobre sus manos. ¿Qué podría ser? Se preguntó cuando abría la caja. La alfa le miró por sobre sus pestañas y a la omega le intrigó notar que ella estaba igual de ansiosa y expectante. 

Una serie de papeles doblados por la mitad tenían el aspecto de ser documentos muy importantes y Nayeon se dispuso a leer su contenido. A medida que sus ojos se paseaban por las palabras, también se llenaban de lágrimas al buscarle. 

—Cuando hablamos la última vez, estuvimos de acuerdo con adoptar a un pequeño o una pequeña cachorra que fuera parte de tu vida y de la mía, Nayeon. —Dijo una vez decidió acercarse a la omega y tomar sus manos. —Tu dijiste que no te importaba la edad que tuviera, entonces rápidamente comencé el trámite, es más fácil adoptar una niña o un niño pequeño, que a un bebé. —Le comentó, dándole un beso sobre una y luego la otra mano. —Moví algunos hilos, y lo aprobaron cariño... —Su omega le miró con advertencia y ella rió —Te prometo que tan solo pedí ayuda superior, al fin y al cabo, se trata de acelerar la burocracia de nuestra buena acción. Tu eres maravillosa Nayeon, y a esa criatura no le puede suceder nada mejor que tenerte a ti como su madre... —Musitó, una vez la abrazó junto a su cuerpo. —¿Qué te parece mi regalo? —Preguntó la alfa, una vez besó su mejilla. Ella se sonrió con lágrimas cayendo sobre las mismas, pero de felicidad.

—Eres tan atenta Yoo Jeongyeon. Pones atención a cada una de las palabras que digo, contigo debo tener mucho cuidado de lo que vaya a desear... —Murmuró la omega, recordando la vez que comentaban sobre el asunto y sobre su opinión al respecto.

Cada vez estaba más segura de que todo lo que fuera a compartir junto a esa mujer sería maravilloso, más aún si se trataba de criar una vida juntas. 

—Sera una gran aventura y me quitaré la ganas de verte arropando un cachorrito que nos una para toda la vida... —Le hizo saber la pelicorta con la alegría en toda su expresión. Nayeon la buscó intensamente. 

—¿A qué hora sale el vuelo? —Quiso saber, mientras la observa con suma admiración.

—Mañana, luego del almuerzo. —Sonrió de lado. —¿Hoy si pasará toda la noche conmigo, mi señora Nayeon? —Preguntó con ansiedad, aunque ya sabía esa respuesta. 

Nayeon agradeció que hubiera planeado todo tan bien, porque pasar la noche entre sus brazos, sin prisas, amanecer a su lado, desayunar con ella, era lo que había soñado desde que la había conocido. La abrazó con fuerza, al asentir con entusiasmo a su pregunta.

—Lo que más deseo, es pasar todas las noches de mi vida a tu lado, mi hermosa alfa. —Correspondió la omega, con aquella frase que le hubiera querido decir desde el primer minuto en que la conoció. 

Ya era un hecho, eran una y todos a su alrededor habían sido testigos de ello.

Jeongyeon comenzó con ese beso que desataría toda la tensión que habían generado los nervios y las emociones de la boda, la inoportuna aparición de Seah, la visita de la madre de sus hijas el día anterior y que no había comentado con su alfa, pero ya tendrían tiempo para hablar sobre todo aquello.

Nayeon pensó en que lo único que deseaba recibir en ese instante de su vida, era todo eso que que le esperaba juntas, entre los brazos de Yoo Jeongyeon.

~"Puedo ver las estrellas desde aquí
¿Puedes ver el brillo en el cristal de la ventana?
Puedo sentir el sol siempre que estás cerca.
Cada vez que me tocas, me derrito.
Ahora, todos me preguntan porque estoy sonriendo de oreja a oreja (dicen que el amor duele)
Pero lo sé... (me tomaré el trabajo)
Nada es perfecto, pero vale la pena.
Después de luchar a través de mis lágrimas.
Finalmente me pones primero.
Cariño, eres tu.
Tu eres a quien amo.
Tu eres a quien necesito.
Eres lo único que veo.
Tu eres quien lo da todo.
Eres a quien siempre puedo llamar.
Cuando te necesito, haces que todo se detenga.
Finalmente, pones mi amor sobre todo..."

Adoro las escenas de este par ¿Tu igual? ;-;

¡Ya se casaron! Festejemos Ü'

¿Que crees del regalo de bodas de Jeongyeon para Nayeon?

¿No crees que está todo muy tranquilo entre este par? A mi me da miedo...

Buenas tardes, tqm Tu♡

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