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27: "𝑰𝒓𝒐𝒏𝒊𝒂𝒔"

La vida estaba repleta de ironías, jamás acababa de enseñarle que quienes menos imaginaba, serían sus más grandes aliados. 

—Abogada... —Musitó Nayeon al responder su llamado. 

—Hola Nayeon, ¿cómo estás? —Preguntó acariciandose la barriga con nostalgia, su bebé se movió en su interior.

Nayeon sonrió del otro lado de la línea. 

—Estoy bien, ¿Como está tu bebé? —Preguntó genuinamente interesada y la otra sonrió sabiendo que no merecía su amabilidad. 

—Muy buen, gracias por preguntar. Te llamaba porque mañana debemos de presentarnos en el juzgado para concluir el trámite, a partir de allí tu podrás disponer de todo lo que te pertenece. —Habló la joven omega, con profesionalismo y Nayeon ladeó los labios con insatisfacción. 

—Yo creo que tu deberías de aceptar tus honorarios Mihyun, en este momento es cuando más los necesitas... —Nayeon comprendía que aquella joven mujer no tenía toda la culpa de haber caído en las garras de Kim Yejun. A su mente llegó el momento en el que se presentaba en casa de Jeongyeon aquella tarde, hacía un par de días atrás. 

Flash 

Jeongyeon se removió con nerviosismo al notar lo que había hecho. Había sido un gran descuido de su parte y aunque comprendía el compromiso que Oh Mihyun había tomado por Nayeon, sabía también que a su omega no le gustaría nada su presencia.

—¿Qué haces tu aquí? —Pronunció Nayeon con desconcierto al verla llegar. Su aroma incrementó en su incomodidad y la mujer se veía arrepentida a primera vista, pero en su interior no podía dejar de señalarla como la culpable de muchas de sus amarguras. —Jeongyeon... —Miró a su alfa con reproche.

—Nayeon, espera, déjame explicarte lo que sucedió... —Se defendió su alfa y la omega en cuestión aceptó la responsabilidad pues, siempre había sido muy comprensiva, pero no pudo evitar sentir recelo por aquella mujer hasta que notó algo fuera de contexto en ella, su barriga muy crecida. —Cuando me llamaste y concretamos vernos por segunda vez, imaginé que tu necesitarías ayuda profesional y contacté a la mejor abogada para estos casos. Aunque la Licenciada Oh ha estado ejerciendo como abogada de modo más ejecutivo, es la mejor abogada civil que conozco y...

Mihyun, quien se había mantenido en silencio y con las manos sobre su barriga, hasta que decidió interrumpir las palabras de la desesperada alfa que la había contratado, inconscientemente.

—Yo no sabía que se trataba de ti, ninguna de las dos sabíamos que eras tu quien estaba en medio de todo. Pero... —La castaña omega se acercó para tomar una de sus manos.

En un principio Nayeon sintió deseos de apartarse de ella y exigirle que se fuera, pero al ver la culpa en sus ojos, aceptó seguir oyendo las palabras de esa omega.

—Cuando te vi en aquella habitación de hospital, la vez que Jeongyeon me pidió que comenzara con lo necesario para defenderte de lo que te hizo Yejun, no lo pude soportar. —Habló pasivamente y Nayeon juró ver lágrimas deteniéndose en sus ojos. —Gran parte de todo esto es mi responsabilidad y yo jamás quise hacerte daño, Nayeon. —Mihyun se apartó de Nayeon y se volteó, apena. —Te suplico que me perdones, jamás supe que tu seguías esperanzada en tu matrimonio. —Se volteó de pronto, para enfrentarla. —Él me dijo que tu ya no lo querías, que sospechaba de tu infidelidad... so-solo cuando te conocí una vez que fuiste a la oficina para reclamarle, supe que todas sus palabras eran mentiras, pero ya era demasiado tarde Nayeon. —Nuevamente se acercó para tomar sus manos y Nayeon parecía un témpano de hielo sin expresión, ni voluntad. —Por favor, perdóname y permíteme representarte. Haré todo lo posible para que él pague por todo el daño que te ha hecho. Te lo juro. —Prometió y Nayeon se vió en la mirada mortificada de esa joven mujer. 

—De acuerdo. —Habló luego de un largo rato de silencio y se abrazó con fuerza a Jeongyeon, quien la recibía con todo el temor a su enojo a flor de piel. 

Por supuesto que Yoo no sabía que ellas tenían algo que ver, la alfa jamás hubiera cruzado la vida de ambas de ese modo si lo supiera. Aún así, Nayeon seguía dándole lecciones de humildad. 

—¿De verdad? —Sonrió Mihyun, con una pizca de alegría.

Nayeon sintió compasión por aquella mujer. Después de todo, no podía culpar a alguien más de la violencia de su ex, sobretodo porque aquella mujer no era solo una amante de ocasión en la vida de Yejun, pronto sería la madre de su cachorro y lo sabía porque podía imaginarlo. Nayeon sintió tanta tristeza cuando le dio ese último vistazo. 

—Te prometo Nayeon, que todo lo que te corresponde a ti y a tus hijas está pautado aquí. —Le entregó los detalles de la demanda en un portafolios y Nayeon lo tomó. —Me encargaré de que reciban lo que les corresponde cuanto antes, ahora que el acusado se ha desaparecido del mapa, lo único que hace falta es que el juez, lo apruebe. —Le hizo saber con profesionalismo y Nayeon sintió en su entusiasmo, la honestidad de sus palabras. 

—Gracias Mihyun. —Le dijo y la joven mujer suspiró frente a ella, sabía que sus remordimientos se estaban aliviando ante su decisión. Jeongyeon dejó un beso sobre la frente de su amada. 

—Licenciada yo me haré cargo de sus honorarios. —Habló Jeongyeon asumiendo la responsabilidad. Mihyun levantó la mano frente a sus palabras. 

—Por supuesto que no Jeongyeon. Esto es algo que yo debo hacer por Nayeon, es mi contribución a la causa, por todo el daño que le he provocado con mis decisiones y por respeto a su familia, ella es la madre de las hermanas de mi hijo y...

Nayeon meció la cabeza, ya no quería oír más nada. 

—Estoy muy cansada Jeongyeon. —Dijo de pronto y Mihyun decidió que era hora de despedirse. 

Una vez aquella omega habia dejado la sala, Nayeon miró a su alfa con reproche latente, antes de dirigirse a ella brevemente. 

—Necesito hablar con mi terapeuta. —Notificó en un murmuro, saltándose de su agarre y se apartó, tecleando en su móvil el número de aquella profesional que había comenzado a frecuentar hacía unos pocos días.

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Obviamente la profesional le había aclarado varias cosas en aquella conversación, entre ellas que nada de lo que había sucedido era culpa de Mihyun, al menos nada de lo que había sucedido en su vida, ni siquiera de Jeongyeon quien inconscientemente la había puesto en su camino nuevamente. Nayeon comprendió que aquella omega ya tendría suficiente con sus propios demonios y así fue como decidió perdonarla. 

Al final del día, ella tenía derecho a sentirse mal si lo deseaba, pero aquello había dejado de suceder desde que su alfa llenaba todos sus días de color. 

—Muchas gracias Nayeon, pero estoy bien de veras. Pronto me saldrá un trabajo muy importante lejos de aquí, solo estoy esperando que el juez dictamine el fallo de este caso. —Le hizo saber, Nayeon sintió culpa de retenerla. 

—Vete. Ya has hecho suficiente y esto no le hará bien a tu cachorro. —Insistió. Si algo le constaba, era que un embarazo debía de llevarse con tranquilidad y armonía, y una pelea legal no era precisamente el mejor modo de obtener ninguno de esos.

—Claro que no. Me comprometí contigo y voy a cumplir, él tiene que pagar por todo el daño que te hizo, Nayeon. No solo porque eres inocente, sino por todo lo que me has comentado. Él es una amenaza para la sociedad, mi deber es lograr que lo juzguen como se lo merece, por el daño que les provocó a ti y a tus hijas. —Musitó entre dientes y recordó el instante en el que Nayeon le había comentado las tantas escenas de violencia que había tenido que padecer de parte de Yejun, en el largo tramo que duró su matrimonio.

No, ella no permitiría que ese despreciable alfa viviera tan tranquilo en la ratonera en donde se estaba ocultando si hacer nada, pronto lo encontrarían y lo haría pagar. 

—Lo sé, pero tampoco quiero que tu niño salga dañado en todo esto. —Admitió Nayeon, con preocupación. Ya no sentía rencor en contra de ella, por el contrario, sentía tanta compasión y se veía tanto en ella, tan indefensa con su barriga grande. Se acordó de su hijo, de sus anteriores embarazos. Ya no quería recordar más. 

—No te preocupes por mi Nayeon, yo puedo cuidarme solita. Tu prepárate, para confirmar tu libertad y pronto estaremos hablando de los siguientes pasos a seguir ¿de acuerdo? —Le hizo saber con amabilidad y Nayeon estuvo de acuerdo a seguir sus indicaciones. 

Más de tarde, cuando estaba sentada junto a Jeongyeon bebiendo un café y disfrutando la tarde soleada en el jardín, Ryujin apareció con una expresión de molestia. 

—¿Qué sucede nena? —Le preguntó Nayeon a Ryujin, una vez la jovencita se sentó en las piernas de su madre con una prenda en sus manos. 

—Se rompió. —Dijo extendiendo la tela de la falda de su uniforme. 

—¡Oh no! ¿Y no tienes otra? —Preguntó  la alfa, confundido al ver la evidente molestia de su hija. 

—Si fuera a una escuela normal, no tendría que preocuparme por estas estupideces mamá. Ya te he dicho que quiero hacer una vida normal, como los otros niños de mi edad... —Suplicó y Jeongyeon meció la cabeza ante sus palabras. 

—Ya hablamos sobre esto, Ryujin. —Determinó y la jovencita estuvo sobre sus pies con muy mala cara. 

Nayeon, quien había presenciado la escena con mucha atención, extendió su mano frente a ella para que le diera la prenda. 

—Ven, yo la arreglaré por ti. —Le dijo, guiñándole un ojo. Pronto, la omega se puso de pie y ambas fueron hacia la recámara que compartía con su alfa. —¿No sabes coser? —Consultó Nayeon con curiosidad y la cachorra meció la cabeza como respuesta. 

—Mi mami Jihyo dice, que es mejor que aprenda a tomar las riendas de mi vida por mi misma, porque no ganaría nada aprendiendo a coser para un alfa... —Sonrió de lado y Nayeon alzó una ceja en desapruebo. Era mejor no entrar en ese terreno, ella no tenía derecho a juzgar el método de crianza de nadie. 

—Pues, es una herramienta. —"No específicamente debes de coser para un alfa." Pensó, pero decidio ahorrarse ese comentario. —Mira, ahora lo necesitas para ti, por ejemplo... —Le dijo con una sonrisa amable y la niña asintió de acuerdo con sus palabras. 

—Creo que mi mamá no sabe coser... —Le dijo por lo bajo y Nayeon se río ante el humor de esa niña. 

—Puede ser... —Nayeon estuvo muy de acuerdo con ella.

Luego de divagar en una conversación de todo y nada, Ryujin se la quedó mirando muy fijo, antes de hacer una de sus grandes preguntas. 

—Nayeon unnie, ¿Cómo se siente el amor de verdad? —Le preguntó la jovencita cuando estaba sentada en la esquina de su cama.

Ryujin no pudo evitar sentir que el aroma de la recámara de su madre ya no era a nostalgia de otoño, ahora parecía un jardín de primavera con la presencia de su unnie.

—Vaya... —Nayeon abandonó la costura de la falda escolar y la miró con asombro. —Hace mucho que no me hacen de esas preguntas tan curiosas. —Se sonrió la omega con calidez y así lo sintió la niña en el alma.

Aunque su madre omega le había dicho que esas respuestas las encontraría en su debido momento, no le había contestado con claridad y Ryujin estaba hambrienta de respuestas. 

—¿Tus hijas ya no te hacen preguntas? —Preguntó ahora y la omega se rió, meciendo la cabeza. 

—No, ya no tanto. —Pensó en su hija menor cuando le miró por sobre sus pestañas antes de volver a lo que estaba haciendo. —El amor, —Interrumpió Nayeon a lo que quisiera decirle Ryujin. —Es un sentimiento muy profundo, como el dolor y la alegría. —Comenzó la omega con naturalidad. —Cuando lo sientes, se vuelve el líder de tus sentimientos. Es maravilloso Ryujin, pero siempre y cuando sea sano, te ayude a crecer como persona y te haga sentir muy felíz. —Le dijo una vez corto el hilo y le entregó la prenda perfectamente arreglada. —¿Estás enamorada? —Se animó a preguntar. 

—¡Oh no! —Respondió la jovencita encendiendo el rubor. —Yo no conozco alfas, aunque le he dicho a mi mami Jihyo que me enviaran a un colegio normal, pero Mami Jeongyeon se niega, dice que su corazón no aguantaría verme en ese peligro. —Ambas compartieron una risa cuando Nayeon volteó los ojos. 

—Bueno, en ese caso... yo te ayudaré con eso. —Pronunció sabiendo que lo mismo pensaba el imbécil de su ex respecto a sus niñas, le hubiera gustado ver a su hija menor compartiendo una vida normal, lejos de las limitaciones sociales.

—¿Lo juras? —Preguntó la niña, alzando sus manos en un ruego. 

—Claro que sí, de todos modos, la vida es tan inmensa y algún día deberás conocer más personas, tu madre debe de aprender que no puede tener todo bajo su control. —Dijo ella mientras movía las manos como si estuviera haciendo un conjuro. Ryujin se rió. 

—Eres lo máximo, unnie. —Habló, muy de acuerdo con sus palabras y con lo bien que había quedado su falda. 

—Claro que no, cachorra. —Sonrió Nayeon con sentida alegría al ver y sentir lo bien que ambas se llevaban. Por un instante recordó las palabras que la niña le decía siempre que iba a verla en la clínica. —Sé que seremos buenas amigas... —Musitó con toda su dulzura.

Ryujin sonrió con todos sus dientes y la abrazó con el sentido cariño que comenzaba a sentir por ella, uno que se inventó aquellas veces en las que esa misteriosa mujer omega la rodeaba con su calidez. 

Jeongyeon llegó por la puerta y se apoyó sobre el marco para ver la escena. Verlas abrazadas le llenaba el corazón de felicidad, era un alivio saber que su mini huracán no hacía una rivalidad con la omega que amaba irremediablemente, porque eso sería un caso del que no habría salido viva. 

Cuando ambas se percataron que estaba allí, la jovencita soltó la mano de la omega y se apartó antes de presentar una sonrisa a su madre. 

—Las dejo. —Anunció, antes de salir. 

Jeongyeon se acercó a Nayeon para abrazarla con fuerza y correspondió al instante, apoyando su mejilla contra su pecho. La alfa disfrutaba tanto de tenerla entre sus brazos, sobretodo cuando era un abrazo tan desinteresado y tan puro como el que estaban compartiendo en ese instante. 

—Me encanta la relación que están haciendo ustedes dos. —Le hizo saber lo que sentía al respecto y su omega le sonrió, una vez la miró y besó sus labios brevemente. 

—Es una niña maravillosa, Jeongyeon. Es tan curiosa, me hace acordar a Yerim, a su edad era así de curiosa e interesada por saber de todo... —Sonrió cayendo ante los recuerdos. —Me hace recordar lo que disfruto de ser madre. Mi Chaeyoung ya casi es una mujer, ella es mi último bebé y... —Jeongyeon enfrento sus palabras con genuina ansiedad. 

—¿Tu crees que podamos tener un hijo? —Preguntó de sopetón y aunque lo dudó, sabía que el único modo de acabar con ese dilema, era haciendo la pregunta. Pero no estuvo tan de acuerdo, al notar que Nayeon palideció ante sus palabras. 

¿Puedo? Se preguntó ahora la omega, cuando dudó. Sabía que estaba más cercana a la pérdida de su celo que a la posibilidad de quedar en cinta, pero aún no estaba diagnosticado en ella, quien había tenido una conexión con su loba más fuerte de la que había sentido en toda su vida ante la aparición de su su destinada.

¿Puedo? Se preguntó nuevamente cuando Jeongyeon la mantenía presionada tan fuerte contra su cuerpo, como si se hubiera arrepentido de haber hecho esa pregunta. Sí, debía de sentir un poco de culpa por lo que dijo, no porque lo deseara, sino porque ahora había generado una intensa incertidumbre en la omega.

¿Puedo? Se preguntó mentalmente una última vez y esa pregunta se hizo eco en su cabeza muy profundamente, dejándola atónita. 

La alfa presionó el abrazo y dió un largo suspiro, antes de buscar su mirada con sus manos en su mejilla.

—Oye, perdóname omega —Meció la cabeza al hallar el desconcierto en su mirada —Yo, como la alfa que te ama, no puedo exponerte a un embarazo de alto riesgo. Mi pregunta en realidad, era si querías compartir un cachorro conmigo. Podríamos adoptarlo, o quizás, recoger un pequeño, hay cachorros sin amor por todas partes Nayeon, mi deseo es verte siendo la madre de un hijo tuyo y mío. —Intentó la alfa, al reinventar sus palabras. Nayeon meció la cabeza aún descolocada por sus preguntas, sus deseos y otro poco por sus anhelos que aceleraban su corazón de emoción.

—No malinterpretes mi silencio alfa, por favor. —La miró con cierta culpa, hubiera querido responder de mejor modo a su pregunta, pero le había sorprendido inmensamente. Aún así, notó como la oelicorta se enredaba en sus palabras. 

Nunca había pensado en adoptar a un cacharro, aunque su corazón era muy grande para realizar una de esas acciones, jamás lo había imaginado siquiera. Vamos, Nayeon había gozado de una excelente salud, lejos de esa anemia que casi siempre había mantenido en su lugar, siempre había sido muy saludable para pretender tener sus propios hijos.

—No. Tu perdóname, ha sido muy descortés de mi parte hacerte una pregunta tan mal empleada omega, no fui nada empática contigo. —Jeongyeon meció la cabeza con una sonrisa apena y triste, la cual Nayeon sufrió al reconocer. 

—¿Por qué dices eso? No, Jeongyeon yo... —Tragó cuando intentó pensar bien en sus palabras. Había tanto que debía de saber de ella aún, tanto que no conocían una de la otra.

—Mi amor, ya tenemos cachorros. Yo debería de haberte preguntado si querías... —La alfa titubeó cuando recorrió sus hombros con sus manos y corrió su cabello para que caiga por su espalda —Además no soy inconsciente, sé que no es el mejor momento. Tu tienes mucho que solucionar, los míos pueden ser los tuyos. —Aceptó sintiéndose aún mas idota por su torpeza, aún no la había desposado, apenas la había marcado y ya le estaba exigiendo hijos. En realidad si que era una inconsciente.

Nayeon tenía derecho a decidir si quería volver a vivir esa aventura, más aún cuando ya había cumplido con su maternidad hacía ya un largo tiempo. 

La puerta de su recámara sonó cuando llamaban desde afuera. 

—¿Mami? ¡Ya estoy aquí! —Exclamó Chaeyoung desde afuera.

Nayeon miró a la mujer que amaba y respiró buscando la calma, antes de hablar en su dirección.

—Tenemos mucho que platicar aún, Jeongyeon... pero este no es el mejor momento. Será mejor que tu y yo encontremos un momento para este asunto, ¿Ok? —Le indicó y sonrió cuando la alfa asintió como respuesta.

Nayeon buscó la hora en su reloj de pulsera, al parecer su hija estaba ansiosa por saber de ella pues había vuelto a llamar. Con rapidez, se acercó hacia la puerta y la abrió, para encontrar a la joven parada allí. 

—Ya me estaba por ir. —Se sonrió la joven omega hundiendo ese lindo hoyuelo que adornaba su mejilla, antes de acercarse a su madre y abrazarla.

Nayeon sonrió, besando la mejilla de su hija como respuesta, estaba tan feliz de haberla recuperado y de sentir su amor como hacía tanto no sucedía. 

—Perdóname mi amor, ¿Cómo te fue con tu hermana? —Preguntó con ansias. Hacía ya varios días que no la veía y que no sabía nada de Joy y su embarazo. 

—Está aquí abajo con Joy, por eso vine a buscarte. Hola Jeongyeon unnie. —Saludó y la alfa sonrió al fin, acercándose a ambas. Abrazó a Nayeon luego de darle un beso en la mejilla a la jovencita.

—Hola cariño. Vamos entonces, a recibirlas. —Insentivó a Nayeon con una sonrisa y ella correspondió con culpas en su mirada. 

Jeongyeon no podía ver aquello en sus ojos pero podía percibirlo en su lazo, rápidamente le dió un suave beso corto en los labios y juntas caminaron hacia las escaleras. "Te amo, por siempre Nayeon" Susurró cuando la jovencita se entretuvo hablando y la sonrió para ella.

Cuando Yoo Jeongyeon hablaba a su oído, entendía porque rayos había decidido volver a unir su vida con una alfa, porque no se trataba de cualquier alfa, era ella, era su alfa.

—¡Ma! —Exclamó Yerim como siempre, dedicándole de su alegría. 

Nayeon desplegó una hermosa sonrisa cuando vio a su hija mayor acompañada de su joven omega. Las mismas se acercaron para saludarle.

—¿Cómo han estado mis amores? —Preguntó una vez acariciaba la barriga de la omega, quien le sonrió amablemente.

—Bien mamá, ha estado todo muy bien. Tengo algo que comentarte. —Dijo extendiendo la mano a su novia, después de que saludó a su suegra. 

—Hola Jeongyeon unnie. —Asintió la joven cuando saludó a su jefa. Jeongyeon se sintió en tensión, sabía que debía de marcar esa diferencia, pero suponía que el tiempo no tardaría en hacerlo por ella. 

—Aquí solo soy Jeongyeon, Joy. —Tomó su mano en saludo, la joven aceptó amablemente. 

—Bueno, díganme que es lo que sucede, me muero de curiosidad. —Pronunció Nayeon, una vez se sentaron en los sofás que descansaban en la sala junto a la puerta de entrada. —¿Es sobre mi bebé? —Preguntó acariciando la barriga de la joven omega nuevamente, la misma meció la cabeza. 

—No, la bebé está muy bien —Se rió sosteniendo la mano de su madre en la caricia. —Es otra la noticia. —Dijo cuando Nayeon encontró el anillo en la mano de la omega.

—Madre, vine a pedirte que planifiques nuestra boda. —Dijo la joven alfa con ansiedad y nerviosismo. Nayeon hizo una expresión de asombro y alegría, antes de abrazarlas a ambas con fuerza y emoción.

—¡Pero claro que sí, Yerim! —Aplaudió con emoción y su hija agradeció nuevamente de que su madre fuera tan dulce y comprensiva. —Oh Luna, no puedo creer que mi niña vaya a casarse. —Jadeó Nayeon con los ojos repletos de lágrimas.

—Gracias por alegrarte siempre por nosotras, mamá. —Miró a su omega con una sonrisa.

Nayeon sonrió al ver a Jeongyeon y la alfa se maravilló de verla tan feliz. Definitivamente, su faceta como madre era la que más le gustaba en ella. 

Luego de una extensa charla y de presentar a sus hijas y que estas se conozcan entre sí más profundamente, Jeongyeon invitó a los hijas de su amada omega a cenar, las mismas aceptaron y la cena fue una verdadera cena familiar. Jamás había vivido un acontecimiento similar, tan cálido, lleno de risas, bromas y temas interminables de conversación, se imaginaba que así serían las celebraciones familiares, como navidad o chuseok y aquello le alegró el corazón.

Había ganado más hijas en esa unión y eso solo se lo tenía que agradecer a su bella Nayeon, la futura señora Yoo era la alegría de su vida y de ese hogar que tan siquiera sabía lo mucho que lo necesitaba. 

Ya era muy tarde en la noche, cuando habían despedido a sus hijas, Jeongyeon esperaba a Nayeon sentada en la cama que ya compartían hacia varios días, mientras la omega terminaba de darse un baño. Le gustaba todo en ella, hasta ese extraño hábito que a veces tenía de bañarse dos veces al día, al despertar y antes de dormirse.

—Mañana llevaré a Chaeyoung a la universidad, luego de dejar a los muchachos en la escuela. —Dijo la alfa, viéndola salir del cuarto de baño. Nayeon asintió de acuerdo con ella. 

—De acuerdo, ¿Quieres que las acompañe? —Preguntó, viéndole brevemente antes de quitarse la toalla de la cabeza para secarse el cabello.

Jeongyeon la recorrió en su tórrida mirada de adoración, no se cansaba de admirar el radiante tono rojizo que tomaba su piel por la temperatura del agua, la humedad de su cabello, el aroma de su jabón de baño, la bata de baño le quedaba muy grande y se escurría de sus hombros, debido a que era suya. La alfa sonrió de lado, antes de responder a sus palabras. 

—Claro, no creo que haya problema con que nos acompañes, cariño. —Aceptó, mientras observaba como ella ya se estaba desenredando el cabello y proseguía con embadurnarse de crema, como lo hacía luego de cada uno de sus baños.

Yoo había sido considerada antes y prefería dejarla a solas y darle su intimidad mientras hacía su rutina de hidratación o como rayos se llamara, pero no quiso serlo esa vez y solo quiso quedarse a mirar.

—Oye, ¿por qué insistes en esa ridícula idea de que Ryujin vaya una escuela sin alfas? —Preguntó, recordando lo que había hablado con ella, horas antes. 

—Porque quiero que se ocupe solo de sus estudios. —Ladeó su boca cuando Nayeon se volteó para mirarla sin creer sus palabras. —Me haz descubierto, omega. —Rió la pelicorta, ante la mano que ella puso en su cadera, viéndole con reproche —Fue una estupida discusión que tuvimos su madre y yo hace algunos años, cariño... —Rió algo apenada —Jihyo quiso pasar sobre mi palabra y yo tenía demasiados prejuicios en esos tiempos. La verdad Nayeon, es que no tuve la fuerza para retractarme. —Jeongyeon supo que era una estupidez, es que las madres a veces sufren de esos debates por la autoridad. 

—¿Es enserio? —Volteó Nayeon. —Jeongyeon, Chaeyoung ha crecido y se ha educado en ese colegio, pero créeme que sea lo que sea que tenga que suceder, va a suceder y nada impedirá ¿Si lo sabes? —Dijo ella mientras realizaba "el ritual de la crema" como la alfa lo había titulado, una vez descubrió ese hábito en ella. Jeongyeon tambien usaba crema después de la ducha, pero Nayeon lo hacía se un modo que lo hacía ver como todo un espectáculo digno de admirar. La alfa asintió, una vez se recordó responder.

—Ya lo sé. Créeme que lo tengo muy en claro. —Le dijo y encontró la aceptación en la intensidad de su mirada, cuando la encontró en el gran espejo. —Hablaré con Jihyo y decidiremos en donde es mejor que prosiga su educación, quizás la enviemos al colegio de Tzuyu, ya que su hermana acabará la preparatoria pronto. Solo estoy esperando que termine el año... —Habló desconectada de su cerebro, una vez la pelimiel acabó con el magnetismo que las unía en esa mirada. 

La alfa removió la cabeza, confusa, le costaba tanto mantener una conversación con esa omega sin desear tomarla. Se había vuelto una adicta a ella desde esa primera noche y sin hablar desde que habían reiniciado su vida sexual la mañana anterior. Cerró los ojos ante los recuerdos.

—Genial. Me alegro por Ryujin, la pobre estaba muy agobiada por esa situación. —Jeongyeon asintió ante sus palabras, lo sabía por eso lo había considerado muy bien. —Yo he luchado mucho por Chaeyoung, pero siempre me ganaban... he sido muy débil. —Aceptó Nayeon con una sonrisa triste y gran culpabilidad en su interior, aún. 

Jeongyeon decidió que no quería ver ese sentimiento en su hermosa omega nunca más. Cuando la alfa se puso de pie y se acercó a abrazarla por los hombros, se encontraron sus miradas en el espejo. 

—Perdóname mi amor, no quise cargarte con mis palabras. Solo ha sido una pregunta mal empleada. Nayeon toda tu eres mi felicidad y con eso me basta, contigo me basta. No quiero que dudes de ello, por favor... —Le hizo saber, reiniciando esa conversación que había quedado en el aire entre las dos. 

Nayeon bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas, adoraba hasta el más mínimo contacto que tenía con su alfa.

—Necesito que conozcas una parte de mi, que no me enorgullece en lo absoluto, Jeongyeon. —Susurró ya sintiendo las lágrimas en sus ojos de solo recordar. 

—Cuentame, yo te oiré y jamás, óyeme muy bien omega... —Dijo alzando su mirada, una vez estaba de rodillas frente a ella. —Jamás te juzgaré, lo prometo. —Dijo acercándose a ella para abrazarla. Nayeon se lo permitió y cerró sus ojos llorosos, cuando sintió uno de sus besos en su frente. 

Una vez estaban ambas sentadas en la cama, Jeongyeon la halló como una niña indefensa, sobretodo cuando se estuvo frente a ella sentada como un indio. Acarició su mejilla con dulzura y sonrió con esos bonitos labios que hacían esa tierna sonrisa de conejo que solo sabía enamoraría mas, creía tanto en ella y en su amor, podía sentirla. Jeongyeon sostuvo sus manos allí, antes de tomar su mano junto a sus labios depositando un suave beso de apoyo. 

En sus terapias había estado trabajando duro en su auto análisis y pronto había descubierto muchas cosas que, muy en su interior, deseaba compartir con su alfa antes de casarse con ella.

🥀

—Hace unos años atrás, yo estuve embarazada de mi tercer cachorro. —Dijo con la voz muy baja. Jeongyeon se preocupó, pues ella no podía mirarla directamente desde que había comenzado a hablar. —Pero desde el inicio supe que Yejun no quería a ese bebé, me hizo saber varias veces que con las dos que teníamos era más que suficiente... —Su rostro se torno sombrío ante los recuerdos y Jeongyeon sintió el frío del desamparo que parecía regresar de entre los recuerdos —Tuvimos algunas discusiones al respecto, pero ¿Qué podíamos hacer? Mi cachorro ya estaba en camino. —Murmuró con una sonrisa triste. 

—Ya llevaba cuatro meses y tenía un monitoreo pactado. Yejun no podría llegado a tiempo, así que había decidido ir sola y que él me alcanzara allí cuando pudiera llegar... —Dijo acomodando la voz, pues había fallado en las primeras palabras. Y es que, aunque la alfa no lo supiera a ciencia cierta, era evidente que su interior sufría al recordar en el lazo que las unía. —Yo sabía que era un niño, lo sentía en mi interior, lo supe desde el primer instante, las madres omegas sabemos esas cosas, o al menos yo lo supe siempre. —Sonrió al recordar esa pequeña vida dentro de su vientre, lo añoraba todos los días un instante, jamás lo olvidaría. —Por el mismo motivo había decidio que se llamaría Seungmin, yo estaba muy segura Jeongyeon, pero cuando estuve en la consulta ese día, me confirmaron que estaba en lo cierto, era un niño. —Aceptó con una sonrisa amarga, sumida en sus recuerdos.

Jeongyeon deslizó sus dedos sobre su pómulo derecho y recolectó una de las lágrimas que caían de sus ojos, entonces Nayeon fue consciente de que lloraba. Aún con la amargura casi palpable, decidió seguir hablando para su alfa.

—No era la misma doctora beta de siempre quien me practicaba el estudio ese día, sino un alfa muy amable que había tomado su lugar para que no perdiera mi control. Nos reíamos pues él me había hecho un chiste, no recuerdo cuál, ahora mismo. —Su ceño se frunció intentando recordar. —Yejun ingresó justo en ese instante cuando el médico me había pasado unos paños para que me quitara el gel que utilizaba para realizarme el monitoreo y apoyé mi mano cuando ambos quisimos ayudar, fue una torpeza muy inocente. Así nos encontró él. —Ella alzó la mirada para ver a su alfa a los ojos, al fin. 

—Siempre había sido muy celoso, pero jamás creí que pudiera sentir celos estando yo en ese estado, tan vulnerable en todos los sentidos. —Murmuró Nayeon, evidenciando su debilidad en la voz. 

Jeongyeon se imaginó una joven Nayeon con su vientre de embarazo, sufriendo ese tipo de violencia, sobretodo en ese estado tan indefenso para una omega y su corazón se encogió del dolor. La alfa le dedicó una nueva caricia a su mejilla y la deslizó por su mentón, intentando transmitirle calma y seguridad, al igual que sus dulces feromonas de calma. Nayeon respiró con agradable aceptación.

—Esa misma tarde, cuando apenas habíamos regresado a casa, comenzamos una discusión porque él solo sabía contestarme y tratarme muy mal desde la consulta médica. —Nayeon se tapó el rostro antes de proseguir. —Nunca me hubiera imaginado que aquello se volvería tan violento para mí, sino me hubiera mantenido en silencio. —Se oyó su llanto, Jeongyeon sabía que le dolía recordar. 

—Cuanto lo siento mi amor. —Murmuró abrazandola con fuerza. Nayeon bajó las manos de su rostro cuando le miró con sus heridas muy abiertas. 

—Él me golpeó por segunda vez esa tarde... —Musitó muy bajo. Jeongyeon podía reconocer los recuerdos reviviendo en su mirada de dolor. —La primera vez, fue cuando un empresario vino a cenar en la casa. Yo era muy joven y... —Meció la cabeza removiendo esos recuerdos sin sentido. —Pero fue un solo golpe Jeongyeon, con un solo golpe logró que la vida de mi hijo se me escapara de las manos esa noche. Fue su culpa, él acabó con todo lo que me hacía ser yo misma, con todo lo que me hacía felíz. —Murmuró cuando su garganta ardió al intentar detener el llanto. —Él me mató ese día y lo que siguió después fueron logros de un ser sin voluntad. Me he convertido en una especie de maquina sin espíritu desde ese día... —Meció la cabeza, lamentándose e intentando recomponerse de la angustiante sensación.

—Algunos años más tarde, comenzó a hacer como si yo no existiera, y al principio no fui muy consciente de ello, pero cuando las niñas crecieron y fui notando la distancia que había impuesto entre los dos y dejó de marcarme, me pregunté a mi misma si debía de hacer algo al respecto, ya que me había obligado a hacer como si cada vez que me golpeaba fuera la primera vez. —La picó en el hombro. —Ya me había reiniciado de fábrica, así que lo que me quedaba era reconquistar su "amor", aunque lo único que lograba obtener es su atención en contadas ocasiones, ya que jamás estuve segura de que me amara alguna vez. —Musitó con dolor en su interior. —Mi loba se apartó de mi en su depresión, mi aroma comenzó a ceder y me acostumbré a ser esa versión inanimada, mediocre y prácticamente vacía de mi misma. Ya no era nadie, no podía sentir nada más que continuó dolor y repudio en mi contra, que hasta me parecía natural que mis cachorras comenzaran a despreciarme también, con el tiempo.

Todo ese tiempo que había perdido junto a un alfa como ese, le costaría perdonarselo a sí misma. Nayeon tardaría aún en perdonarse por toda su inconsciencia en el pasado.

—Hoy soy consciente de que en realidad tendría que haberme largado de ese lugar cuando él se llevó la vida de mi hijo esa trágica noche. —Admitió con la voz muy baja y sollozó silenciosamente.

Jeongyeon hizo presión en la mano que aún le sostenía a su omega y ella admiró su expresión empática, en ella pudo sentir su apoyo y comprensión, eso la hizo suspirar con una mezcla de alivio y tranquilidad. Su alfa estaba cumpliendo con su palabra y de todo lo que pudiera hallar en su lazo y en su tierna mirada honesta y demostrativa, en ningún momento sintió que estuviera juzgándola.

—Es que si yo hubiera sabido que el amor no se trata de sentirse aceptada ni de cumplir obligaciones, ni de tolerar abusos y violencia, Jeongyeon... yo no sabía que no conocía de amor. Nada me podría haber anticipado que lo sabría muchos años después, junto a ti, en tus brazos, no... —Se lamentó, meciendo la cabeza. Jeongyeon se acercó para besar sus labios con la gran delicadeza de un beso casto y Nayeon correspondió a ese beso que le entregó más seguridad de la que la pelicorta se pudiera imaginar. 

—Omega, lo que más quisiera es acompañarte y sanar todas estas heridas que te ahogan, con todo el amor que tu ya sabes que siento por ti. Me duele tanto que te haya hecho tanto daño. Una mujer como tú, tan incondicional, tan genuina, tan dulce y tan llena de pasión como tu, no se merece algo así... Nadie lo merece, Nayeon. —Musitó ella, mientras rodeaba su rostro entre sus manos para propiciarle una caricia de esquimal. Nayeon asintió entre lágrimas, recibiendo de su suave acercamiento. 

—Aprendí a conocerme en tus brazos Jeongyeon. Aprendí a entender el valor en mi porpia persona, una vez me lo dijiste con toda esa ternura, sin gritos, sin cinismo, sin tanta crueldad. Tu lograste que me reencuntre con mi loba, mi aroma regresó a mí con tanta fuerza, yo recuperé mi identidad gracias a ti, alfa... —Musitó, buscando su mirada con la suya, esa conexión le daba vida. —Mi hijo no nació Jeongyeon, murió en ese parto prematuro cuando apenas tenía cuatro meses de gestación. —Murmuró cuando bajó nuevamente su mirada, avergonzada aún. Jeongyeon la abrazó con fuerza, pero Nayeon no podía dejar de hablar.

—Si ahora mismo tuviera que decirte los motivos por los cuales lo perdoné, la verdad es que no consigo recordarlos. Los prejuicios sociales, quizás, o el solo hecho de haberme creído que no sería nada sin él como tantas veces me lo dijo, o el temor que sentí de verme sola con dos cachorras pequeñas en esta vida tan dura. —Dijo antes de suspirar con desánimo. —No lo sé y no quiero saberlo. Me avergüenzo de mi misma, de no haberme resguardado de él luego de conocer hasta donde era capaz de llegar sin compasión alguna. Pero si hay algo que tengo claro gracias a ti alfa, es que he aprendido una valiosa lección que enseñarle a mis hijas. —Dijo con decisión cuando alzó la mirada  aguada de su alfa, para verla a esos hermosos ojos repletos de empatía. —El amor de verdad no golpea, el amor de verdad no duele, ni hiere, el amor no mata, Jeongyeon. —Habló con la voz llena de decisión. Jeongyeon sonrió dejando caer sus lágrimas, ante esas palabras tan reales y sentidas en su omega, porque podía sentir lo significativas que eran para ella y se sonrió orgullosa de amarla una vez más.

—Me alegro mi amor, me alegro de haberte demostrado con tan poco, el significado del amor. Porque créeme Nayeon, que aún no te he demostrado todo lo que te amo. —Murmuró contra su mejilla, cuando la oyó sollozar una vez más —Lo único que deseo es besarte, acurrucarte, hacerte el amor, hasta el final, mi hermosa omega... —Prosiguió la alfa, deslizando aquellas caricias suaves con sus dedos sobre sus mejillas húmedas para recoger sus lágrimas —Y hablo de hacerte el amor no solo con el cuerpo, sino con palabras, con un masaje, con un abrazo, tan solo con dormir a tu lado Nayeon, hace a mi alfa sentirse tan viva. Mi deseo es verte felíz, a mi lado o sin mi. —Sonrió cuando ella la buscó con sus besos, demostrándole cuanto le reconfortaba con sus palabras.

—Aún no acabamos de hablar, alfa. —Indicó cuando se apartó de sus brazos. Jeongyeon asintió, poniendo toda su atención sobre ella, una vez regresó a su posición inicial. —Desde la muerte de Matías... —Tragó sabiendo que era bueno para ella comenzar a ponerle un nombre a sus recuerdos. —Decidí que lo mejor era cuidarme. Desde entonces tomé pastillas anticonceptivas. No volvería a arriesgarme a tener más cachorros con él, no después de Matías. —Dijo, recordando aquellos tiempos tan oscuros de su vida —Y no he dejado de tomarlas hasta que te conocí... —Sonrió por lo bajo, cuando la pelicorta prosiguió dedicándole sus tiernas caricias, ahora sobre el dorso de la mano que la sostenía.

—Contigo perdí la cabeza Yoo, ya no estaba concentrada en nada, perdía la noción del tiempo fácilmente, solo deseaba verte y perderme entre tus brazos, con tus besos, con tus caricias.—Alzó los hombros y recordó esa vez que creyó estar embarazada. —De hecho creí que estaba embarazada una vez, pero supe que al abandonar las pastillas, descompuso todo mi estado hormonal y lo mal que la estaba pasando con respecto a mis hijas, me había creado una gran tensión. —Meció la cabeza al reconocer los verdaderos motivos de aquel retraso —Estaba anémica otra vez. —Volteó los ojos y le miró al fin, cuando la alfa evidenció su preocupación. —¿Qué es lo que quieres hacer tu? —Preguntó al fin y Jeongyeon dio un largo suspiro. —Puedes decir todo lo que quieras respecto a mi edad, pero sabes que naturalmente sera muy difícil de lograr, cariño... —Le indicó con los pies muy firmes sobre la tierra.

Nayeon estaba segura que eso no podría ser posible fácilmente, sobretodo porque así como había llegado, su celo podía comenzar a dejarla en cualquier momento, era lo más natural desde la edad que había cumplido hacía unos pocos meses.

—No exageres omega, solo... No lo sé Nayeon, yo... —Por un instante, aquella alfa temió sobre que decir, no quería lastimarla con su torpeza, una vez más. No después de haber oído todos su secretos y descubrir los motivos de todas sus heridas abiertas.

—Alfa, si hoy pudiera elegir, te daría todos mis cachorros a ti y de hecho he dejado de cuidarme desde que te conocí, si tendría que haber sucedido, ya hubiera sido ¿no lo crees? —Le dijo ella con honestidad y la pelicorta lo aceptó con un asentimiento. —Pero no quiero que te ilusiones alfa, ni ilusionarme con cosas que quizás no vayan a suceder, ¿Comprendes? —Musitó Nayeon, bajando la mirada apenada por la verdad. Una vez más descubría que era demasiado tarde para ella. No quería que su hermosa alfa sufriera, formándose ilusiones casi que sin futuro alguno.

—Comprendo mi amor y estoy completamente de acuerdo contigo, es lo más sensato para las dos. Lo que menos quiero es que sufras, y ya te dije que contigo me basta Nayeon y hablaba muy en serio. Todo en ti llena mi corazón, yo ya no necesito nada que no seas tu omega, porque tu eres toda mi felicidad. —Repitió la alfa sin pausa, hacia esa mirada brillante y dilatada de admiración.

—Te amo Yoo Jeongyeon, te necesito tanto... —Murmuró con la voz muy baja, cuando esta se sonrió de lado y la tomó entre sus brazos. Nayeon se dejó guiar cuando ella la recostó sobre la cama y se posicionó sobre ella para besar sus suaves labios y rodearla con su cálido amor.

—Yo te amo a ti y no me cansaré de demostrarte cuando, mi omega... —Murmuró junto a sus labios y se deleitó con su sonrisa enamorada, antes de tomarla en un nuevo beso. 

—¡Mamá! ¡Ayuda! —Exclamó una joven voz grave desde afuera de la habitación.

Ambas adultas se pusieron de pie y corrieron hacia donde llamaban en auxilio. Nayeon casi enloqueció al hallar aquella escena, en donde su joven Chaeyoung estaba sobre el suelo, inconsciente y Tzuyu sostenía su cabeza del suelo.

—¡Chaeyoung! —Le llamó su corazón inquieto, una vez se puso junto a ella, removió su brazo y palmeó su mejilla para intentar regresarla, sintiendo el pulso martillear en su cuerpo alterado. —Mi cielo, pero ¿Qué sucedió? —Quiso saber con lágrimas en los ojos. Ryujin la miró con las mismas lágrimas, ante la angustia que vibraba en el momento.

—No lo sé, Ryujin la encontró así... ¿Ella está enferma? —Preguntó la alfa y Jeongyeon decidió que eso tenía que saberse pronto. 

—Vístete. —Le ordenó Jeongyeon a su omega, cuando las hizo a un lado y tomó a Chaeyoung en sus brazos. —La pondré sobre su cama y cuando estés lista, iremos a un centro de salud. Ella necesita un chequeo, quizás sufra de anemia igual que tu. —Suspuso con franqueza y Nayeon asintió muy de acuerdo. —Tzuyu, Ryujin regresen a la cama por favor. Regresaremos tan pronto como hayan checado a Chaeyoung. —Anunció direccionando a la joven omega inconsciente hacia su habitación.

Chaeyoung no había reaccionado en el auto de camino a urgencias y su semblante era tan descolorido y frágil, que solo sabía alarmar el corazón de su madre más y más.

Nayeon intentó dejar de especular y sobrepensar, más todos aquellos desórdenes en su alimentación siempre estarían allí, colmándola de preocupaciones y dudas.

—¿Ustedes son sus padres? —Preguntó el beta que atendía a la adolescente, viendo en dirección a la omega y la alfa que acompañaban a la joven omega. 

—Si. —Asintió Jeongyeon una vez Nayeon dudó. Para la alfa, no era un buen momento para dar explicaciones. Nayeon buscó en su mirada y la pelicorta alzó los hombros como una respuesta inocente.

—Perfecto. —Aceptó el profesional. —Porque lo que tengo que decirles es muy grave, esta jovencita ha perdido mucho peso y temo que tendremos que dejarla en observación para practicarle algunos estudios. —Trazó algunos datos de su portapapeles, antes de poner su atención sobre las adultas presentes —Además de encontrarse un poco anémica, se han detectado otros desórdenes en ella... —Dudó al notar el evidente nerviosismo de su madre omega. —Estamos creyendo que ella tiene un desorden alimenticio, lo que no estamos seguros es de si es bulimia, anorexia o ambos. —Dijo con clara preocupación y Jeongyeon abrazó a Nayeon cuando ella decidió derrumbarse.

—Pero como es eso posible... —Murmuró Nayeon contra el pecho de Jeongyeon. Yoo extendió los ojos ante aquella información, aquello no sólo sería difícil para la jovencita, sino para su madre y para ella también, quien había tardado tan poco en tomarle un profundo aprecio a la hija menor de su omega. Vaya, era un duro golpe para toda su familia.

—Su madre confirmará para que le practiquen los estudios cuanto antes. —Respondió Jeongyeon al profesional, cuando Nayeon no fue capaz de detener su angustia y el mismo aceptó sus palabras con una mueca comprensiva.

Minutos luego, ambas mujeres estaban junto a la joven Chaeyoung quien parecía descansar con serenidad después de un largo tiempo.

Nayeon besó su manita y la recordó siendo una pequeña cachorra, mientras recogía su flequillo y detallaba cada una de los lunares que ella misma había visto nacer en su hermoso rostro. Lo que adoraba a esa niña era inmenso, era su último bebé, no podía dejar de creer que todo aquello fuera su culpa, por no haberle puesto la atención suficiente, por haber permitido que la soberbia la cegara y las apartara con tanta distancia, ahora Nayeon tenía tanto por lo que luchar.

—¿Por qué dijiste que era tu hija, huh? —Preguntó Nayeon un poco confundida al notar como Jeongyeon veía entre las cortinas de la ventana que daba hacia afuera. La alfa buscó su mirada de inmediato al oír su voz baja. 

—¿Tu tenías ganas de dar explicaciones? Porque yo no. —Negó alzando los hombros. —No me malinterpretes cariño, mi intención no es invadirte, ni ocupar ningún puesto que no me pertenece, solo intenté que él doctor dejara de hacer tantas preguntas y te trajera con la niña. —Jeongyeon se sonrió un poco cuando unió su mano a la caricia que ella le daba a la jovencita. —Ademas es muy posible, de hecho Tzuyu tiene su edad, ¿Recuerdas? Solo se diferencian por unos meses. —Señaló con aquella sonrisa segura y Nayeon lo encontró cierto.

Cuando la omega iba ancontestar a las palabras de su alfa, Chaeyoung se removió, retomando la consciencia.

—Mami, Jeongyeon unnie... ¿qué pasó? —Preguntó viéndoles confundida al encontrarse en aquel lugar con ambas tomando de su mano.

—Mi amor... —Se apresuró Nayeon a abrazarla. Jeongyeon depositó un beso en el dorso de su mano antes de dejar la habitación, para que madre e hija pudieran conversar con intimidad.

Momentos luego, suaves palabras llenas de amor y de verdad, provocaban que Chaeyoung llorara sus verdades frente a su madre, por primera vez en mucho tiempo.

—Mamá, tu no tienes la culpa de nada. Esto se me ha salido de las manos, pero lo controlaré te lo prometo, no te preocupes por mi, por favor, estaré bien. —Habló la jovencita, intentando tranquilizar la preocupación de su madre. Lo que Chaeyoung no sabía, era que las madres jamás dejan de sentir preocupación por sus cachorros. 

Hay mujeres que jamás vuelven a descansar en paz luego de ser madres y es que ser madre es una ocupación ilimitada que no tiene tiempos ni horarios, porque una puede dejar de ser esposa, hermana, hija, pero seguirá siendo madre hasta el final de sus días. 

—Mi amor no me pidas que no me preocupe por ti Chaeyoung y claro que lo controlaremos. —Señaló cuando abrazó a la chica, quien se dejó rodear por los cálidos brazos de su madre —Yo te voy a ayudar, mi pequeña niña. —Dijo una vez estaba junto a ella y la abrazaba contra a su pecho. —Estoy aquí para ayudarte, siempre estaré aquí para ti Chaeyoung, no lo olvides jamás, hija...

La vida era una maldito carnaval que rebosaba de ironías, una de las tantas era que la niña que tenía en brazos, no podía ni verla algunos meses atrás, y ahora parecía aferrarse a ella como su único puerto seguro en la tierra.

Había sido amiga de la ironía y el cinismo durante muchos años en el pasado, luchar contra ello no sería un problema ni una novedad, sino más bien, un reto que deseaba superar con toda convicción...

~"Descubrí mi fe en tu ilusión,
Mi alma reconoció tu voz 
Y así se fue detrás de ti mi corazón.
Vuelo entre tus alas,
Despierto entre tu calma
Y mi paz, y mi razón.
Viajo en tu mirada, me elevas
Soy mejor de lo que fui, por ti amor
Y hasta hoy pensaba que la libertad estaba en otro lugar, y hoy la llevo por dentro.
Me asomé, al laberinto de tu amor
Aquí encontré mi verdad y en ti está lo que quiero..."

¡Oh Mihyun es la abogada de Nayeon! 

Jeongyeoncita, creo que no es un buen momento para esas preguntas, mija. 

¿Tu que crees? Los embarazos en esa edad son bastante improbables naturalmente, y un gran número de ellos acaba en un aborto espontáneo, y eso sin comentar que son muy difíciles de sobrellevar... 

Estoy confundida. 

Tqm, tu Jazu🌻

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