26: "¿𝑷𝒐𝒅𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒉𝒂𝒃𝒍𝒂𝒓?"
Todo en la habitación se había colmado del calor que emanaban sus cuerpos mediante la fricción de sus pieles al reencontrarse.
La alfa no podía detener el movimiento de sus manos por el delicado cuerpo de la omega, deseando tomarla con prisa, adueñarse de todos y cada uno de sus sentidos, pero lo que más deseaba desde que la había vuelto a ver con esos lindos ojos, era marcarla y volverla su omega de una vez.
—¿Estás segura, mi amor? —Preguntó Jeongyeon, ansiosa por asegurarse de que no estaba cometiendo el peor de los errores al dejarse llevar por aquella incesante atracción que la fundía contra su omega de ese modo incontenible.
Nayeon asintió con los ojos cerrados, embriagada con la firmeza de sus caricias, sintiendo que la devoción de su loba era tan espontánea hacia ella, hacia lo que sentían una por la otra y que las enlazaba tan magníficamente. Jamás había deseado con tanta fuerza ser la omega de una alfa, pero en ese preciso instante solo deseaba que Jeongyeon la mordiera y la tomara con todo su cuerpo.
—N-no, no te detengas... —Meció la cabeza y sus labios se entreabrieron cuando Jeongyeon decidió perder sus labios allí en la fina curva de su cuello y mentón, en donde deseaba fundirse profundamente.
—Nada ni nadie vuelve tan loca a mi loba como tu aroma, Nayeon... —Habló ronca al ver cómo ella se tomaba uno de sus labios con sus dientes, tratando de detener ese frenesí de sentimientos indecorosos e incesantes.
El deseo en su cuerpo era tan evidente, que le hacía perder toda razón con mucha facilidad, decidió Jeongyeon sin poder evitar detallar cada expresión en su hermoso rostro. Se apresuró a obedecer sus órdenes y recorrió la piel de su espalda cuando sumergió sus manos allí y la arropó con su cuerpo.
—¿Es lo que deseas? ¿Así, aquí y ahora? —Preguntó Jeongyeon con la voz morbosa de curiosidad y otro tanto de ansiedad.
Nayeon se estremeció al oír demasiado grave su voz y sonrió al hallar el deseo que se inventaba en su mirada, una vez se decidió a enfrentarla. Era tan temprano para sentir con tanta fluorescencia, sentía que estaba a punto de consumirse desde adentro pero a la vez se sentía tan sensacional, que no lo cambiaría por absolutamente nada.
—Si... —Corraspeó con la voz repleta de ese deseo ardoroso, abandonó la sonrisa cuando la alfa la miró como si la fuera a devorar. Su piel se había encendido por completo de solo recibir esa mirada, rápidamente todos sus sentidos se pusieron alerta, así era con ella, simple y sencillamente imparable.
—Pues, tus deseos son mis órdenes, omega... —Comenzó aquel sendero de besos, que comenzó en la afabilidad de sus labios entreabiertos y prosiguió hacia sus hombros, explorando cada espacio a su alcance, deleitándose con el incendio en su piel y el incremento de su delicioso aroma.
—Jeongyeon... —Se oyó en un murmullo, sometiendo uno de sus labios entre sus lindos dientes, mientras esa inquieta boca la recorría por un sendero claro que persiguió sus brazos, y una extraña sensación le recorrió eléctricamente todo el cuerpo al sentirla besar la punta de sus dedos. —Oh, eres un peligro Yoo... —Susurró la omega, ante esa sutil caricia que podía sentirse tan ardiente a la vez.
La temperatura corporal aumentaba a cada instante un poco más en esa habitación que apenas comenzaban a compartir como un lazo de verdad, uno al que solo le hacía falta una sola cosa para estar completo...
—Nayeon, me encanta lo bien que le sientan los colores claros a tu piel... —Correspondió Jeongyeon al dulce sonido de su voz, que se despidió como un gemido, mientras removía la seda blanco perla de su pijama entre las caricias firmes y dedicadas de la alfa.
La lisura fina de su ropa de dormir se pegó contra su piel, cuando la alfa tomó un pezón entre sus labios, transparentando y revelando el color de su sensible pezón a través de la tela. Jeongyeon sonrió cuando la oyó gemir como respuesta, era tan dulce y perceptiva a ella, le enloquecía el modo en el que todo en la omega le correspondía con ardor. Bajó el espaguetti que sostenía la prenda sobre su hombro y prosiguió con el sendero de besos, cautivada por el delicioso aroma que se encargaba de difundir, y que junto al sonido de su voz, eran su más grande afrodisíaco.
Jeongyeon estaba muy a gusto de, luego de tanto esperar, volver a tenerla entre sus brazos y poder sentir su calor, disfrutar de poseer su deseo, como antes. Había echado tanto de menos a su omega, su ternura, sus caricias que le picaban en todas partes durante horas, sus calurosos gemidos que albergaba celosamente en su memoria.
—Te amo, te amo... —Le dedicó como si de la estrofa de una canción se tratara, ¡oh esperen! Si lo era, de varias, razonó Jeongyeon al oír el sonido de su voz con tanta satisfacción.
Nayeon la buscó con la mirada y ella correspondió. No eran necesarias las palabras para saber que pasaba por su mente, supieron ver una en la otra.
—Yo te adoro a ti, preciosa. —Respondió junto a su oído, mientras pegaba una de sus manos en el centro de su ser. —No sabes lo que te anhelé, Nayeon... —Buscó la expresión de su rostro cuando empleaba sus acciones y ella la miró con el rubor en su rostro y pecho, su ansiosa boca se abrió en una vocal y Jeongyeon estuvo segura de que ella estaba a gusto con sus acciones. —No sabes la falta que hizo tu presencia en mi cama...
—Nunca e-estuve e-en tu... cama —Respondió al removerse inquieta y la alfa rió entre dientes antes de alcanzar el lóbulo de su oreja, para regalarle más sensaciones maravillosas. Nayeon correspondió a la invasión, con un suave gimoteo ronco.
—Ahora lo estás y no te dejaré escapar. —Prometió mientras proseguía con aquellos besos incesantes en su pecho. La omega se relamió los labios una vez pensó que perdería todo el control. —Déjalo ir mi amor, ahora solo somos tu y yo aquí, y nadie más. —Prometió junto a su oído ganándose una mirada de fuego como respuesta.
—Jeongyeon, mhgm... —Tensionó los labios, haciendo presión con su mano cuando la pelicorta la entrelazó con la suya, para dejarse ir entre las sensaciones que le regalaban sus caricias en lo más sensible de su piel.
—Tu ausencia fue una tortura, Nayeon... —Murmuró contra su cuello mientras la oía gemir. Sentir el deseo que propagaban sus caricias en ella, era embriagador.
—Me... estás torturando —Le interrumpió cuando todo de ella parecía sucumbir, ante la prisa con la que fluía la sangre en su cuerpo y pudo percibir los deseos e intenciones incontenibles de su alfa.
Nayeon se encontraba redescubriendo esa pasión que jamás se hubiera imaginado de sentir después de Kim, pero que anhelaba revivir en su cuerpo y en su piel en brazos de la alfa que amaba, quien sonreía con aquella sonrisa lobuna mientras le propiciaba las sensaciones más recónditas y pudo sentir el límite de sus sensaciones.
—Estuve esperando este instante durante mucho tiempo, omega... —Ronroneó la alfa abrazándose a la cintura de la omega quien se agitó de solo sentir lo que aproximaba ante el acercamiento de la pelicorta cerca de su cuello.
Nayeon ladeó la cabeza en la silenciosa invitación para su alfa quien gruñó de satisfacción aprobando su decisión y liberó sus colmillos. Lo estaba haciendo, se estaba dejando morder por una alfa, después de tanto tiempo casi que sin tener contacto con su omega, se estaba entregando a la alfa que le devolvió su conexión conexión su lado animal y que provocó que toda su esencia reviviera, que le devolvió la identidad.
—¿Estás segura Nayeon? No puedo contenerme más... —Jadeó la alfa, lamiendo el área que había elegido con tanta devoción.
Nayeon pudo sentir el acelerado latir de su corazón y el regocijo de su loba cortejada aún por la alfa que amaba, por su otra mitad. Era la alfa más perfecta que había conocido jamás.
—Oh sí alfa, hazlo pronto no puedo esperar. —Jadeó disfrutando de la sola idea de sentirla contra su piel.
Jeongyeon ronroneó de solo oírla, el ego de su alfa no dejaba de crecer ante los deseos de su omega hechos los suyos y no tardó en marcarla profundamente.
Nayeon se adentró a la poderosa sensación que llegó con la marca de su alfa, el incremento de su deseo, del amor, de los sentidos y su aroma cubriéndola con tanta pertenencia, el aroma de su alfa. Yoo Jeongyeon era oficialmente su alfa ahora, su omega no salía del estupor, estaba extasiada de solo sentirla con tanta pertenencia. Ahora eran una misma.
Jeongyeon apenas logró divisar el instante en el que Nayeon se incorporaba de donde la tenía aprisionada, para tomar el mando y supo que jamás se opondría a que su omega tomara el control, menos cuando le seducía con esa mirada que encendía todo su cuerpo ahora adornada con la marca de su loba. Ahora siendo solo suya, era capaz de arrodillarse a sus pies en sumisión, sobretodo cuando le dirigía esa mirada decidida que la hacía ver tan atractiva.
—Eres una malintencionada, Yoo... —Reprobó la omega, con gran parte de su pecho desnudo y el rostro ruborizado de deseo. Era sumamente encantadora para sus ojos, estaba segura de que para quienes la vieran, pero le daba tranquilidad que su marca estuviera en ella ahora.
—Soy toda tuya, Nayeon. —Musitó viendo como ella alzaba la tela hacia su cintura.
La suave seda de su camisón se arrastró por su piel hasta encima de sus muslos y Jeongyeon la tomó desde allí cuando ella se subió sobre su cadera e hizo presión contra su erección, arrancándole un jadeo ahogado.
El sol que ingresaba por la ventana, contrastaba y acompañaba su delicada silueta. Maravillosa imagen para iniciar el día, era perfecta, concluyó la alfa en su aprobación a todas sus acciones.
Nayeon sonrió y pudo ver la chispa de deseo en sus ojos, una vez apoyó las manos sobre su pecho e iba desnudándola de la prenda que la cubría.
—Ahora me toca a mí, alfa... —Dijo con una sonrisa de lado y metió sus manos dentro de su pantalón de dormir.
Era una de las primeras noches de calor en el año, el verano se avecinaba y los días de lluvia aumentaban la humedad en la ciudad por lo que estuvo muy a gusto de que la liberará de todas las prendas que quisiera. Un gruñido se escapó de sus labios rellenos cuando su omega encontró lo que buscaba. Asimilar que era solo su omega , la ponía aún peor.
—Nayeon... —Pronunció sintiendo sus caricias e hizo presión con sus manos sobre sus muslos desnudos. Nayeon sintió gozo al percibir su placer.
Unos instantes luego se habían quitado todas las prendas que estorbaban y Jeongyeon sujetaba su cintura ante el inminente instante en el que poseía su cuerpo y la hacía parte del suyo. Luego de tanto tiempo, coincidió en que se sentía tan a gusto allí, tanto o más de lo que recordaba.
—Nayeon, me hacías tanta falta... —Logró pronunciar mientras hundía una caricia contra su espalda.
Lo que Nayeon sintió fue inexpresable, solo supo percibir el momento en el que la alfa decidía moverse en su interior para encender todos sus sentidos. Jeongyeon también le había hecho mucha falta. Porque sí, ella también había sentido la distancia, sobretodo los últimos tres días en los que ella había decidido ser demasiado comprensiva.
—Y tu a mi. Tu... a mi... —Repitió con dificultad para respirar, sin poder abrir los ojos, dejándose llevar por todo lo que le hacía sentir ese delicioso contacto.
Esos sentimientos la abrumaban ¿habían pasado minutos o siglos? Se preguntó la omega, sabiendo que podía llegar el maldito fin del mundo, que facilmente lo ignoraría porque estaba allí, en el paraíso que Yoo Jeongyeon creaba para ella con cada caricia, con cada mirada, con cada susurro, mientras la llenaba de su aroma, del calor de su amor. Nayeon quería consumirse entre sus manos, fundirse en su piel y deshacerse de amor por ella.
—Dime que lo sientes, dime que es real y que estas aquí, omega, dímelo... —Jadeó, sin detener esa firme estocada que comenzaba lenta y precisa.
—Estoy-e-estoy... aquí... —Un suave gemido se escapó de sus labios y la alfa sonrió al darle más vida a la inigualable imagen.
Mientras la recorría con sus caricias, para alcanzar la fuente de ese aroma que jamás acababa de impregnar todo su entorno, la alfa empuñó ese suave y bonito cabello y buscó su mirada, la cual ella correspondió con gran dificultad.
—Veme, cariño, deseo que me veas cuando te vengas para mi. —Suplicó la alfa y Nayeon la miró, reprimiendo un nuevo gemido. Toda su expresión se desencajó al dejarse llevar por ella, sus firmes caricias, su fuerte aroma a cacao dulce y amargo a la vez, sus palabras y todo lo que la llenaba por completo, hasta la saciedad. —¿Me amas? —Le preguntó Jeongyeon, deslizando caricias sobre su largo cabello, cuando buscó su mirada por una respuesta, y Nayeon la miró desde donde tenía enterrada la nariz sobre su cuello, revelando esa hermosa sonrisa que le generaba tanta calma.
—Te amo. —Admitió con un asentimiento fijo, mientras sintió la caricia con la que ahora recorría su mandíbula hasta que alcanzó sus labios, sin apartar la deliciosa presión en su cabello al sostenerla, que no sabía si le dolía o le provocaba más satisfacciones, pero que era perfecto —Te amo tanto, tanto Yoo...
—¿Toda esa cantidad de tanto? —Preguntó, cuando su omega le dedicó un beso sobre la yema de ese dedo con el que le recorría las mejillas y cada una de sus facciones.
—Y mucho más... —Admitió Nayeon, junto con una sonrisa relajada.
—Me gusta que me ames, omega. —Aceptó Jeongyeon mientras la rodeaba con sus brazos.
—Y a mi me gustas tu, alfa... —Determinó en un murmullo, mientras se recostaba nuevamente contra su pecho dispuesta a regresarse al mundo de los sueños.
Nayeon estaba junto a la escalera mientras esperaba por que las muchachitas Yoo, hicieran su llegada. Jeongyeon estaba haciendo unas llamadas "importantes", así que estaba metida en una habitación cercana a la escalera, la cual le había presentado como su despacho, algunos días atrás.
A pesar de que Chaeyoung no estaba ese día porque se había ido a pasar el fin de semana con su hermana, alegando que quería que su madre tuviera una convivencia exclusiva con Jeongyeon y sus hijas, no era sencillo hacer como si no se sintiera como una extraña en aquel gran hogar.
Su hija se había vuelto una muchacha muy madura, concluyó mientras se dio cuenta de que intentaba divagar en lo que sea que la apartara de la tensión que sentía de la sola idea de conocer a la ex de su futura esposa, y la alfa que había dejado su marca en ella. Diablos, su aroma la recorrió con fuerza y Nayeon tragó con satisfacción al recordar el inolvidable instante en el que la alfa la convertía en su omega.
Vaya, aquello se le hacía tan descabellado que le dolía allí en la cabeza. Removió los dedos cuando sintió la humedad en ellos. Esa omega era bonita y lo sabía porque podía imaginar la adquisición de una alfa tan perfeccionista como Jeongyeon en su juventud, todos somos selectivos en esa etapa, se dijo la omega nerviosamente.
Las manos le sudaban cuando se ponía muy nerviosa e inquieta, pero específicamente ese día tenía un presentimiento de que "algo" no sería tan bueno, no sabía si era la edad o la idea de que ya tenía ciertas experiencias vividas, pero algo estaría mal, era un presentimiento.
El timbre se hizo eco por toda la casa, Jeongyeon apareció desde su despacho unos segundos después y le sonrió cuando la vio parada muy firme junto a las escaleras.
—Señora, las galletas ya están listas. Huelen riquísimo, por cierto —Dijo la joven beta que trabajaba en esa casa, mientras se dirigía hacia la puerta.
Nayeon sonrió con calidez hacia ella y le agradeció con la mirada. Pensó que si hablaba podría salir cualquier cosa de su boca, de los nervios que la invadían.
—Tranquila, yo abriré, son mis hijas. —Le indicó Jeongyeon a la muchacha quien aceptó la orden, regresando al área de la cocina. Jeongyeon miró a su prometida de reojo antes de acercarse a la puerta. —Pareces un soldado cariño, tranquila, todo estará bien. —Comentó pasando juntona ella —Tus galletas huelen muy bien, llenaron de aroma la casa... —Musitó con esa frescura con la que siempre le convencía.
Pero Nayeon sentía una tensión insoportable que no la dejó hacer más que sonreír en el mismo estado.
Cuando Jeongyeon abrió la puerta, Ryujin se sorprendió de verle abrir a su madre, pero sonrió casi al instante al divisarla en la distancia. Tzuyu también le sonrió naturalmente y Nayeon dejó ir todo lo que sentía por un momento, eran un pedazo de la mujer que amaba y eso las hacía tan importantes para ella, como lo eran para su alfa. Al primer instante se sintió tan aprobada por ese par, que la mayoría de sus dudas huyeron de ella al instante.
—¡Nayeon unnie! —Exclamó Ryujin acercándose a ella y rodeándola en un cálido abrazo que apenas la dejó reaccionar.
Cuando Jeongyeon se volteó a verla, vió el brillo en sus ojos nacer desde su interior y lo reflejó en una sonrisa cuando la vio acariciando el cabello de su hija.
—¿Entrarás un momento? —Preguntó Jeongyeon hacia afuera pues, esta sabía que ella se moría de la curiosidad por conocer a la futura señora de la casa.
—Ahorita regreso, ¡Tengo tantas preguntas para ti, unnie! —Admitió la pequeña cachorra, antes de apartarse de Nayeon —Voy a dejar las cosas en mi recámara. —Comentó mientras subía ansiosamente de dos en dos.
—Nayeon unnie. —La joven Tzuyu le había dado un suave beso en la mejilla antes de ir tras su hermana, sin esperar una respuesta.
—Vaya, es como si no hubiera estado allí. —Miró hacia las escaleras, en donde sus hijas se habían ido anteriormente y luego se volteó a ver a la puerta abierta, extrañada.
Fueron solo unos pocos segundos hasta que la vió ingresar, Nayeon le miró con incomodidad una vez ella hacía su aparición con esa mirada tan analítica, Jeongyeon sabía que esa mirada en su ex era muy criticada, sobretodo porque más que analítica, siempre parecía ser en mal plan.
Nayeon sostuvo esa mirada con la misma curiosidad que se veía reflejada en la de aquella hermosa omega, porque si lo era, no se había equivocado en lo absoluto. Era una joven y hermosa omega mujer.
—Buenos días. —Dijo la misma con una voz firme y perfectamente audible, cuando estuvo frente a ambas, saltando a relucir esa prepotencia que la caracterizaba.
Jihyo era simple y sencillamente, no bueno, sencilla no, entonces simple y sofisticadamente "intensa" se recordó Nayeon al recorrerla, inminente.
Jeongyeon sintió tensión en el aire, y aunque la alfa sabía que no tenía razón de ser, sabía que el escenario se había convertido en un campo de batalla entre dos omegas y nadie había pedido su consentimiento para ello.
Jihyo alzó una ceja ante el silencio de Nayeon y Jeongyeon se volteó a ver a su omega. La pobre se había puesto muy pálida y eso incomodó a su loba.
—Bu-buenas días. —Tartamudeó la pelimiel y presionó la mandíbula con incomodidad.
¿De qué clase de revista de modas había salido esa mujer?, se preguntó la pelimiel con incomodidad. Sentía su dulce aroma a vainilla desde allí y juraba estar a una distancia bastante prudente, aunque preferiría poder regresar el aroma de las galletas en la cocina.
Jihyo vestía colores de temporada y le llamó la atención ver que sus joyas eran todas de una brillante plata. Sus grandes ojos oscuros pretendían descubrirla, duros e intimidantes. Era muy bella, joven y fina, muy fina desde donde la vieras. ¿Es que acaso esa omega la estaba analizando o solo la estaba criticando? Se preguntó Nayeon, cuando observó su expresión que parecía muy altiva a simple vista.
—Mira cariño, ella es Park Jihyo de de...
—de Myoui. —Dió una sonrisa encantadora cuando le respondió a Jeongyeon y todo en el interior de Nayeon se encogió.
La misma tragó al ver lo que ella desplegaba y sintió temor. De pronto se vió recogiendo sus pedazos cuando esa hermosa omega estuviera poniendo aquellos encantos sobre su amada Jeongyeon, es que se veía irresistible, pero por supuesto todas nos veíamos irresistibles a esa edad, se recordó la omega. Su aroma se sintió igual de invasivo, pero Jeongyeon no supo si era por necesidad o incomodidad.
—Claro. Jihyo está casada con una abogada japonesa y demás está aclarar de que es la madre de mis cachorras. —Comentó mientras la misma asentía confirmando toda sus palabras.
"La madre de mis cachorras" resonó en los oídos de Nayeon, quien vió como compartieron una sonrisa cómplice. Jeongyeon pudo ver como su omega hacía presión en su mandíbula con desaprobación a todo lo que estaba observando.
—Es... es un placer, Im Nayeon. —Estiró su mano frente a aquella omega, con amabilidad.
Nayeon vió que ella estaba a la defensiva, como si estuviera intentando imponerse con su dulce aroma y su loba decidió que también debía de defenderse de esa actitud territorial de la omega. Algo en su mirada quería intimidarla, pero Nayeon ya no se dejaría por nadie, ni siquiera por la belleza de la ex de su alfa prometida.
Jihyo alcanzó a ver el anillo de compromiso en esa mano y sonrió con calidez, había entendido esa referencia, se dijo, pero en principio, cuando detalló en la perfecta marca que colmaba a la omega unos años mayor, con el inconfundible aroma de su ex.
Si bien Park Jihyo era muy feliz por Jeongyeon y eso era una verdad que no cambiaría, se sorprendió de notar que la vida no la había preparado para verla compartir su vida con otra omega, eso no quería decir que aquello le molestara ¿O sí?
—Es un placer Nayeon, mis hijas han hablado muuuucho sobre ti... —Habló con demasiada calma, para el gusto de Jeongyeon quien presenciaba ese debate que no sabía si venía de parte de una o de la otra, pero estuvo muy segura de que se había convertido en una diversión para Jihyo.
—¡Oh! Bueno, espero que hayan sido cosas buenas... —Respondió Nayeon intentando simular su incomodidad y ser amable.
Jeongyeon pudo ver una de sus calidas y genuinas sonrisas. Entonces también sonrió cuando sintió uno de los brazos de su omega recorrerle la cintura en un abrazo y pegarse contra su cuerpo. Su loba se sintió satisfecha por la clara muestra de posesión de su omega, pero también pudo ver el entretenimiento en la mirada de Jihyo. Oh no... eso no se veía nada bueno.
—Pues no creo que tengan mucho que decir, debido a que apenas la conocen... —Luego de sus palabras, vió como Jeongyeon volteaba los ojos y decidió no irse tanto de tema. —Pero por ahora solo han sido buenas palabras, no se preocupe. —Agregó aquella hermosa omega casi de inmediato, con aquella encantadora sonrisa.
Nayeon le miró con atención, sosteniendo su mirada y Jihyo le correspondió como si hubiera una guerra por quien bajaría la guardia primero. Todo fue silencio tenso e incómodo, hasta que Jihyo notó la tensión en su ex y decidió que su prometida ganara ese absurdo debate que había nacido entre sus lobas. Corrió la mirada, antes de concluir acompañada de una amable sonrisa.
—Bueno, ya tengo que irme. —Pronunció al ver llegar a sus hijas desde las escaleras y se sonrió alegremente.
La última vez que las había visto bajar por esas escaleras, estaban muy pequeñas y muy tristes de apartarse de su otra madre. Se debía esa imagen y por eso estaba allí, pero ya había estado bien de ese tonto juego, ella ya no tenía un lugar en esa casa, ni lo quería de regreso y debía hacerse a un lado como era lo correcto.
—Mami, ¿irás por nosotras en la escuela entonces? —Preguntó la pequeña Ryujin, llegando hacia la mujer y besando su mejilla con fuerza. Jihyo recuperó su porte cálido y amoroso, y abrazó a la jovencita por los hombros al asentir.
—Claro que sí pequeña, ahí estaré. Recuerda por favor terminar tus cálculos ¿de acuerdo? —Besó su frente y la niña bufó al asentir.
—Claro que sí mamá... —Dijo entre dientes. Jihyo miró a su hija mayor con adoración, cuando esta le dejó un beso muy apretado en la mejilla.
—Nos vemos el lunes mami. —Musitó con sus tan pocas palabras.
Nayeon, quien observaba la escena en absoluto silencio, decidió que preferíaa esa omega siendo madre, porque siendo mujer se notaba de una apariencia o de un "nosequé" demasiado fuerte, por no decir prepotente, que le desagradó por completo. Pero tampoco bajaría la guardia con ella, porque le hacía sentir un poco de recelo aún. Bueno, le hacía sentir mucho recelo.
—Tzuyu, cuidas de tu hermana. Las veo el lunes. —Le guiñó un ojo a su hija y luego a miró al par de adultas junto a la escalera. —Bueno, que tengan un buen fin de semana. —Besó la mejilla de su hija mayor y levantó la mano para saludar a ambas, más relajada.
Nayeon se sintió confundida con aquello último cuando la omega, quien por cierto había impregnado todo el espacio con su aroma, se había ido tan tranquila después de casi retar a duelo a su loba, segundos atrás.
—Adiós. —Dijo Jeongyeon viendo que Jihyo desaparecía con gran naturalidad, e hizo presión en la mano de Nayeon. La alfa sonrió con ternura al percibir la humedad en su mano y su incomodidad latente, cuando buscó su mirada. Su omega era tan insegura que a veces le gustaría arrancar esa condición de su interior.
—Unnie... —Dijo la niña cuando la miró y Nayeon suspiró antes de apartarse de Jeongyeon y poner su atención sobre la niña.
—Dime preciosa. —Sonrió con naturalidad y la jovencita se sintió tan cómoda con esa reacción.
—¿Tu sabes algo de música? —Preguntó con ansiedad y entonces comenzó una incesante conversación entre ambas, que Jeongyeon admiró con adoración.
Tzuyu se sentó junto a su madre al ver la fluida conversación entre su hermana menor y Nayeon.
—¿Y Chaeyoung, no vivía aquí con unnie? —Preguntó intentando ser sutil en su interés. Jeongyeon alzó una ceja ante su hija mayor y se rascó la nuca viéndose exageradamente pensativa.
—Decidió ir a pasar el fin de semana con su hermana mayor en su antigua casa. —Miró a su hija con atención y vio la decepción en su mirada.
—Ah. —Aceptó Tzuyu. —¿Vendrá mañana o el lunes? —Jeongyeon sonrió de lado antes de responder la pregunta de la pequeña alfa.
—Mañana. Oye... —Buscó su mirada y pronto la encontró. —¿Y ahora por qué tantas preguntas? Ella es mayor que tú, Tzuyu-ah... —Le dijo por lo bajo y se burló de sí misma.
—¿Si? No me digas, mamá... —Se oyó la voz de Tzuyu con ironía.
—De acuerdo. Tu ganas. —Asintió y la conversación había quedado allí.
Mientras las jovencitas parecían disfrutar de las galletas que Nayeon había hecho especialmente para recibirlas, Jeongyeon se acercó a la omega al percibir su aún incomodidad, que la mantenía claramente rígida.
—Oye, ¿estás bien, cariño? —Preguntó masajeando sus brazos. Nayeon vió como el par de niñas las observaron con mucha atención.
—¿Podemos hablar un momento? —Preguntó como respuesta. Era en ese instante o se le olvidaría cuando la envuelva entre sus largos brazos, tenía una duda que debía sacarse de encima o no se estaría en paz.
—Claro mi amor, ven. —Miro a sus hijas y les hizo saber que en un momento estarían de regreso.
Jeongyeon se preocupó un poco al ver cómo Nayeon caminó a paso rápido delante de ella y supo que tenía que ver sobre la actitud de Jihyo. Es que su prometida era poco creída y aunque así le fascinaba, aún tenía mucho que ver en ella que se negaba a aceptar y que su loba deseaba demostrarle.
Jeongyeon supo que era muy pronto para que una mujer con el temperamento de su ex se enfrentara a su cálida y sensible omeha, aunque ella lo había hecho muy bien...
—Dime que sucede cariño, déjalo ir. —Habló Jeongyeon intentando darle calma y seguridad, cuando estuvieron encerradas en su despacho.
—¿Tu... sigues sintiendo algo por la madre de tus hijas? —Preguntó con los ojos muy abiertos y el corazón palpitante.
Jeongyeon dejó ir una carcajada que fue estruendosa, pero no duró mucho al ver la seriedad en la omega frente a ella.
—Cariño, yo sabía que era muy pronto para que conocieras a una mujer tan difícil como lo es Park Jihyo de-de...
—De Myoui. —Sanjó, hasta con el tono en su voz y Jeongyeon supo que ella se sentía realmente molesta. Recordó al percibir sus sentimientos a través del lazo con el que se habían unido, aquella maravillosa mañana.
—Eso. Mira Nayeon, tu me conoces, sabes como soy... —Se acercó un par de pies y buscó su mirada. —¿Tu crees que sí yo aún quisiera a mi ex, estaría aquí con estos deseos inmensos que tengo de besar tu boca indignada, omega? ¿Huh? —Jeongyeon notó como su mirada se dilató ante sus palabras y el suspiro que le escapó de sus dulces labios fue lo único que necesitó, para acabar con la distancia que las apartaba para tomar su boca con toda necesidad.
Nayeon sonrió cuando sintió que sus brazos la arrinconaban, con sus manos recorría su cintura y todo en su interior se agitó como respuesta.
El beso se inició ansioso y se hizo tan intenso que la omega se obligó a decidir que había sido suficiente. Nayeon se apartó y extendió sus brazos frente a la alfa para que se detuviera o no se la acababan. Es que, todo parecía arder en ese instante en el que su alfa ponía un sólo dedo sobre ella. Yoo Jeongyeon encendía una hoguera sin fin en todo su ser.
—¿Comprendes? —Mencionó la pelicorta, mientras Nayeon se tomaba el pecho pues, parecía que el corazón se le escaparía de allí sin su consentimiento. —Ya no hay ninguna mujer que me importe más que tú, Nayeon. Porque tu me seduces con tu pura mirada, ya no se como ni cuando, detenerme... —Confesó e hizo unos pasos frente a ella. Nayeon se apartó asintiendo y a Jeongyeon le gustó ver el oscuro color profundizarse en su mirada.
—De acuerdo, de acuerdo. —Aceptó sus palabras. Se sentía ridícula al imaginar que su alfa pudiera sentir algo por alguien más, cuando la amaba con esa efervescencia. —Yo... te pido una disculpa, pero por favor déjame ir. —Suplicó y se sintió débil cuando la pelicorta le sonrió con travesura.
—Jamás, Nayeon. Jamás te dejaré ir. —Murmuró antes de acercarse a ella nuevamente y tomarla entre sus brazos para consumirla en un nuevo beso.
Nayeon se entregó nuevamente a sus besos, había caído en sus garras nuevamente ¡era irresistible! no podía evitar derretirse en su boca atractiva que la hacía sentirse tan segura y amada por su alfa.
~"Constantemente.
Cariño, te escucho en mi mente como una sinfonía.
No hay forma de describir lo que causas en mi.
Simplemente causas en mi.
Eso que haces.
Y siento como si me hubieran rescatado.
Como si fuera libre.
Estoy hipnotizada, por tu destino.
Eres mágica, lírica, hermosa.
Lo eres.
Y quiero que sepas, cariño
Yo, te amo como a una canción de amor, cariño.
Y no puedo dejar de repetirla..."
Esto huele a problemas.
¿Tu qué crees? ¿Jihyo aún siente cosas por su ex?
¿Sabes? Amo la deliciosa química de estos personajes.
Buenas noches, tqm, me alegra haber regresado aquí♡
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