24: "𝑬𝒏𝒄𝒓𝒖𝒄𝒊𝒋𝒂𝒅𝒂"
Hay instantes precisos que tienen una duración de mínimos segundos, pero que pueden costar decisiones permanentes. Ese tipo de decisiones que pueden cambiar el curso de la vida propia e incluso de quienes nos rodean.
Nayeon terminaba la taza de té de tilo que le había traído su hija mayor. La menor, era la que no le soltaba la mano un solo momento y se encontraba siendo un apoyo incondicional.
Chaeyoung había comenzado la conversación con una pregunta que sacó de sí a su madre.
—¿Dónde está él? ¿Mi padre le hizo algo? Ma, por favor, necesito saber... —Buscó su mirada y le dolió ver como se le volvían a cargar de angustia —¿Por qué no está aquí, con nosotros? —insistió la joven y Nayeon dio un largo suspiro al oír el llanto de su loba desvalida ante el recuerdo, estaba dispuesta a dar esa respuesta en voz alta, luego de un extenso tiempo de haberlo sepultado en su interior.
—Nació sin vida, amor... Lo perdí. —Habló con dificultad, obviando el motivo. Chaeyoung se volteó para sentir las lágrimas caer una vez más y Nayeon presionó su mano, pues sabía muy bien que su hija no lo hacía para hacerla sentir mal y ella jamás se negaría a darle la verdad en sus respuestas, solo que, nadie había hecho esas preguntas antes.
—Lo vi, yo lo sabía, siempre lo supe y no lo detu... —Se tuvo que detener cuando su madre exigió su atención tomando sus mejillas para buscar su mirada.
—Óyeme muy bien mi cielo... —Hablo con la voz muy seria —Tú no tienes cargos y culpas aquí, este no es tu problema ¿entiendes? Tu eras una cachorrita cuando todo eso sucedió, eras mi bebé y nada de esto tuvo, ni tiene nada que ver contigo ¿de acuerdo? —Le advirtió y la joven omega asintió como quien recibe una directiva y rápidamente la abrazó. —Lo siento mucho Chaeyoung, tu no merecías guardar ese episodio tan oscuro, dentro de ti... —Murmuró Nayeon tan entera, luego de haberse recuperado de aquel estado en el que se había perdido en su dolor.
Chaeyoung le miraba con tristeza al notar como ella retenía la información sobre todo lo que había revivido de esa tarde en la que perdió la consciencia.
—Tranquila cariño, lleva tiempo olvidar, date ese tiempo para poder enfrentarlo y dejarlo ir... —Le aconsejó Jeongyeon, quien tomaba un lugar detrás de Nayeon en silencio. Por más de que presenciaba la escena, no se había creído capaz de interrumpir, hasta entonces.
Yerim sonrió de costado antes de hablarle a su madre.
—No te preocupes por nada más ahora. Al fin y al cabo, ya es tiempo de que disfrutes de tu vida con la alfa con la que te vas a casar, ¿no crees mamá? —Cuestionó su hija mayor, abrazando a joven su omega.
Nayeon se sintió débil al ver a su joven hija acariciar la barriga de la jovencita a su lado, porque uno de los motivos de permanecer en esa casa, sería el poder acompañar lo que quedaba del embarazo de Joy y ser un apoyo para su Yerim en aquel importante momento.
—Ma, tú también tienes derecho a rehacer tu vida, recuperar la felicidad. Aprender a sanar... —Habló la joven alfa, cuando se acercó a ella para apretarla en un abrazo cálido, su madre la recibió con amor.
—Chaeyoung. —Llamó a la joven, quien se había sumergido en esos oscuros recuerdos, pero se acercó a su madre cuando la oyó nombrarla.
—Si mami, dime... —Removió aquellos pensamientos y sonrió cuando su madre la miró.
Nayeon sabía que su hija menor también necesitaba mucha ayuda pues, después de todo lo que había acontecido, bien no podía solucionar la difícil situación de vida de su hija mayor, al menos le quedaba el ayudar a sanar a su hija menor de todo ese horrible pasado.
—Cariño, prométeme que no vas a juzgar todas mis decisiones. Chaeyoung tienes que aprender a confiar en mí... —Tomó sus manos entre las suyas y buscó el agobio que escondía su tierna mirada oscura.
—¿De qué hablas? —Consultó la muchacha con preocupación. Su madre deslizó su mirada, ahora hacia la alfa que amaba, quien no tardó en corresponder al llamado de su mirada.
—Jeongyeon, Chaeyoung tendrá que venir conmigo a donde yo vaya... —Anunció y la misma asintió rápidamente sin objeción y sin pausa.
Aunque la presencia de la jovencita no le molestara absolutamente, era de sobra anticipar que aquella mujer haría cualquier cosa por que ella se fuera a vivir a su lado.
—Por supuesto que sí omega, es lo más lógico, ella te necesita y tú a ella. —Asintió Jeongyeon, quien deslizó una caricia en el hombro de la muchachita quien les miró alerta.
Ella tenía un par de hijas maravillosas y sabía que, a donde quiera que estuviera, siempre necesitaría de la presencia de ambas. Por ello, jamás se negaría a que la jovencita estuviera con su madre, era de lo más natural.
—Oh no mamá, ¿cómo crees? Esa es tu vida con Jeongyeon unnie, tú no tienes porque incluirme en ella, no necesitas a nadie para estorbarte y... —Nayeon le miró con incredulidad. ¿Esa niña creía que las cosas serían así de sencillas?
—Chaeyoung aún soy tu madre y aún eres muy joven para andar por tu cabeza por la vida. Mientras tu no tengas las herramientas para armarte como mejor te parezca, lo siento cariño, pero no es una consulta, es una decisión. —Terminó antes de propiciarle una suave caricia a su cabello. Chaeyoung meció con la cabeza.
—Pero mamá... —Suplicó, ante la idea de irse y dejar su hogar. Eso significaba un gran cambio en su vida, su loba chilló ante la nostalgia que eso le provocaba. Su ruta, su escenario de vida, su rutina, todo cambiaría en consecuente.
—Te hará bien Chaeyoung, estar con tu madre es lo que necesitas ahora. Ambas necesitan un nuevo comienzo... —Le dijo Jeongyeon cuando vio las lágrimas caer de los ojos oscuros de la joven omega.
Chaeyoung bajó la mirada y decidió que debía de ir a hacer la maleta, puesto a que entendió que ya era una decisión tomada de parte de su madre. Pese a que ya no se sentía con la fuerza para contradecirla, dudaba de si podría vivir sin sus recuerdos, aunque algunos de estos le atormentaran. Sí, quizás si se iba, pudiera dormir nuevamente por las noches, al fin.
Aquello que había tenido que presenciar esa tarde, más los recuerdos que se habían aclarado por su causa, era todo lo que le atormentaban y le generaba esos y más desórdenes interiores de los que ya tenía y con los que luchaba a diario para poder vivir.
Nayeon sostuvo la mano de Jeongyeon, cuando su hija se hacía hacia adentro con obediencia y miró a todos asombrada de esa actitud.
—Ella cambió muchísimo desde aquella tarde mamá... —Murmuró Yeri al recordar el instante en el que su hermana le confesó lo que había sucedido entre sus padres, ese fatídico día.
—Mi pobre niña, daría mi vida a cambio de que ella no hubiera estado aquí ese día... —Lamentó la omega con la voz muy baja. Su joven hija meció la cabeza.
—Ma, eso ya quedó en el pasado. Lo importante es que puedan tener esa relación que ella tanto necesita y que tanto te negó. Y que en éste tiempo juntas puedan acompañarse, sanar y olvidar el pasado... —Expresó con optimismo y Jeongyeon estuvo de acuerdo con aquella joven alfa.
—Yo creo que será bueno para ambas, que se acerquen a su madre. —Comentó Jeongyeon ahora, mirando a Yeri. —¿Sabes Yerim? El amor de una madre es inigualable, pero el de una madre omega es irreemplazable, por eso cuando mi ex esposa me dijo que se llevaría a mis hijas no pude negarme. Los niños son infelices sin sus figuras de apoyo, pero sin el que les llevó en el vientre, lo son aún más... —Hizo énfasis en aquello último y la joven asintió de acuerdo con ella.
—No sabría qué me harías tanta falta, hasta que no pudimos evitar que te fueras, ma. Ha sido la peor experiencia de mi vida y debo admitir que no sabía cuán perfecta la hacías día a día con tu sola presencia. —Confesó la joven Yerim con calidez y su madre le sonrió con la misma expresión y las incansables lágrimas humedecieron el borde de sus ojos.
—No quiero dejarlas aquí, solas con toda esta responsabilidad. —admitió teniendo a ambas jovencitas frente a ella. Las mismas replicaron ante sus palabras.
—Pues en algún momento iba a llegar el día en el que nos tocaría tomar un camino diferente, mami. Ya estamos grandecitas, tu no debes preocuparte por nosotras, lo haremos muy bien. Además, Jeongyeon unnie ha sido de gran ayuda para nosotras y ya no es tan difícil sobrellevar la vida desde que tengo un buen empleo. —Dijo la joven referente a que con el empleo y un techo sobre sus cabezas, ambas estaban resguardadas.
—Una madre jamás deja de preocuparse por sus hijos, mi amor. Pero, veo que jamás se darán cuenta de esto, hasta que tengan los suyos propios. —Expresó Nayeon, asomando una de sus manos a la tierna barriga de Joy para acariciar el refugio del bebé.
—Bueno, iré a ayudar a Chaeng. Ella ha estado mucho con nosotras este último tiempo, quizás si la acompañamos, no se sienta tan mal con la idea de dejar la casa. —Habló Yerim, mientras se iba caminando con su pequeña omega de la mano.
Nayeon, quien seguía sentada ahora observando el cielo más oscuro, las vio ir y movió su mirada para encontrar los ojos de Jeongyeon sobre ella, rápidamente sintió ganas de sonreír incluso en tal dramática situación, pues su loba se extasiada de hallarse en esa preciosa mirada oscura.
—Ellas estarán bien, han sobrevivido sin ti. Estás haciendo las cosas correctamente... —Le indicó la pelicorta con aquellas palabras que todos necesitamos oír cuando dudamos de si nos estamos equivocando o no.
—¿Cómo no van a poder? Si tu estás ahí para apoyarnos siempre. Eres mi ángel de la guarda, no se que haría sin ti Yoo Jeongyeon...
Jeongyeon se estrechó muy cerca, cuando estaba de rodillas frente a ella, aún.
—Omega, yo solo quiero que entiendas que tu felicidad es la mía. —Le dedicó un beso corto, saboreando sus labios con los suyos antes de apartarse. La magia que sentían una fundida en la otra, era inigualable. —Y tu felicidad son esas muchachachitas que están dentro de esa casa y pues, te comprendo perfectamente.
Nayeon volvió a tomar sus labios con los suyos como respuesta.
—Y tu... ellas y tú son mi felicidad, alfa. Yo recordé lo que es la felicidad cuando te conocí, recuerdalo siempre Yoo Jeongyeon. —Dedicó mientras lo tomaba en un abrazo fuerte. Jeongyeon le correspondió gustosa de entrar en el calor que emanaba de sus brazos, dejándose arropar por ellos.
Los árboles ya no se divisaban en el viaje de ida hacia el que ahora sería su nuevo hogar, en la nueva vida que esperaba por las tres. Jeongyeon les miraba por el retrovisor, mientras Nayeon sostenía a una dormida Chaeyoung, acariciando su cabello y dejándola descansar.
Más de tarde y luego de un largo viaje al otro lado de la ciudad, las tres hacían su llegada a esa inmensa casa en donde las puertas se abrían para darles acceso a la mansión de la familia Yoo y la joven omega, ya despierta, no pudo evitar jadear al ver el lugar que pisaban sus pies, una vez bajaron del auto.
De hecho, Nayeon estaba tan o más sorprendida que su hija, en ese instante se dió cuenta que era la primera vez que tenía tal acceso a la vida de quien era su alfa y quien sería su próxima esposa.
—Woah... ¿Esta es tu casa unnie? —Preguntó la jovencita sin fuerza en la voz. La pelicorta la miró con una sonrisa ante su inocente deslumbramiento.
—Claro y a partir de hoy la tuya y la de tu madre también, cariño. —Aceptó Jeongyeon rodeando la cintura de Nayeon, quien no pudo evitar la sonrisa que asomó en esu rostro, ante sus palabras.
Ese modo tan sencillo y natural en el que ofrecía todo de sí sin condición, era lo que más le gustaba de ella, esa frase ya la había puesto ¿verdad? Es que al final, ella no sabía decidir a cuál de todas las cualidades de su alfa amaba más.
Jeongyeon rodeó a Nayeon por sus hombros y juntas caminaron detrás de una asombrada Chaeyoung. Nayeon se permitió detallar en las violetas que adornaban el frente, junto a la robusta puerta de madera oscura, la lámpara de cristal que iluminaba el umbral y aunque debía de admitir que esa fachada no se comparaba para nada al estilo de la casa en la que vivió con sus hijas durante tanto tiempo, definitivamente esta destacaba de distinción y elegancia, y eso le gustaba, mucho.
Cuando hicieron su entrada al gran recibidor, todo se hizo mucho más interesante, a tal punto en que no podían dejar de observar cada detalle. Y no porque no hubieran ido a una casa así de lujosa, sino porque debían aceptar que vivirían allí a partir de ese día.
Nayeon no pudo evitar detallar cómo combinaba la madera con los empapelados en las paredes, estaba encantada con ese detalle.
Una muy entusiasmada Jeongyeon les señaló el camino hacia las grandes escaleras que ocupaban gran espacio en la entrada y Chaeyoung obedeció encantada. Nayeon sostuvo la mano de la alfa, quien caminó alegremente a su lado.
Una vez estuvieron frente a una de las primeras puertas, la pelicorta las dirigió dentro.
—Esta será tu habitación Chaeyoung-ah. He enviado a los empleados del servicio para que desempolvara un poco, supongo que tu la iras acomodando todo conforme a tu gusto...
—¡¿Estás de broma unnie?! —Le interrumpió Chaeyoung, cuando miró a Jeongyeon con incredulidad, sin poder disimular su asombro y haciéndose dentro del lugar, algo tímida.
—Claro que no, cariño. Pero si quieres lo repito: Esta será tu recámara a partir de hoy. Todo el servicio está a tu disposición, tú aquí eres una Yoo más. —Agregó la alfa, viéndole con esa expresión maternal que tanta satisfacción le daba a Nayeon, una vez la recibió a su lado nuevamente, y que brillaba en aquella sonrisa dulce y amable.
Juntas observaban el aturdimiento de Chaeyoung, quien simplemente no hallaba reacción acorde para el momento, pero que se extendía fácilmente a causa de su aroma frutal.
—Pero unnie... —Habló por lo bajo y acomodó la voz para recuperarla. —Esta habitación es muy grande... —Comentó la jovencita, caminando en ella e intentando destacar algo que no le gustase, más todo era perfecto.
Una gran cama reinaba en ella, había un escritorio y una computadora descansaba en el mueble, junto a una lámpara muy bonita. Más allá, divisó un vestíbulo, una puerta cerrada que al parecer conectaba a otra habitación, y todo en colores claros y neutros. La joven se volteó a ver a la alfa no dando crédito a lo que veía. Caminó hacia la puerta que estaban en la misma, con curiosidad.
—¿E-el baño e-es solo para mi? —Tartamudeó abriendo la boca mientras lo observaba incrédula. Había un cubículo de cristal como el de su casa pero todo era mucho más grande, ¿ya había dicho que era grande verdad?
—Claro, es propio de la habitación. La mayoría de las habitaciones la tienen. Este será solo de tu utilidad, Chaeyoung-ah. —Sonrió con ternura al notar lo sorprendida que se encontraba. Parecía ser demasiado para ella.
—¿Esto es solo para mí? —Añadió aún con incredulidad en su voz y sus pestañas se alzaron en sus ojos, cuando le asintió. —Por la madre luna, creí que tendría que compartirlo con alguien... es que esto es demasiado para mí sola, mamá... —Habló buscando a la nombrada y pensó, su madre se casaría con esa alfa y pronto sería la señora de esa gran mansión. Cuando estuvieron junto a la cama, se sentó mirando hacia la nada ingresando en sus pensamientos, era demasiado para analizar y razonar en tan poco tiempo.
Vaya, y pensar que Kim era el mejor abogado de la ciudad, pensó Jeongyeon entonces, al ver que el estilo de vida de su familia no era propia de un tipo con tantos ingresos de los que había sido enterada, como los que había visto en su casa y sin imaginar todos los que ignoraba, se preguntó, ¿qué es lo que hacía con el dinero y cómo se las ingeniaba para esconderlo de Nayeon?
Aunque Jeongyeon sabía que era sencillo persuadir de tales banalidades a una omega como su amada. Ella no necesitaba de tantos lujos, ella brillaba por sí sola con toda su pureza y su bondad que la hacían tan especial, tan única. Se encontró viéndola con una sonrisa de tonta y ella se rió al corresponder, como si intentara leer en los pensamientos de todas en la habitación.
—¡Vaya! Me gustaría saber que es lo que pasa por la cabeza de cada quien en este momento —Comentó viéndole a una y luego a la otra con los ojos entre cerrados. Por un instante supo ver que su hija estaba agobiada entre tanto lujo, pero no supo ver que es lo que iluminaba la mirada de su guapa futura esposa.
—Estoy muy feliz de que ustedes estén aquí, eso es todo Nayeon. —Respondió Jeongyeon tomando una de sus manos y llevándola hacia sus labios para depositar un beso sentido. La jovencita le miró con ironía.
—De veras que debe de ser terrible para ti vivir en un lugar tan grande, tu sola unnie... —Imaginó y en ese mismo instante oyó que alguien se acercaba por la puerta llamando la atención de todos en aquella habitación.
—Pero si mi Jeongyeonnie no está sola, yo estoy aquí para acompañarla siempre. Buenas noches. —Una muy amable tía Bae hacía su llegada y Jeongyeon se acercó rápidamente para darle un fuerte abrazo.
Había pasado menos tiempo del que quisiera con su amada tía en ese último tiempo. Pero ella la perdonaba porque entendía perfectamente toda la situación, más aún cuando había sido testigo presencial de lo que Jeongyeon había sufrido con la ausencia de la omega que amaba y había contado los segundos para conocer a la susodicha.
—¡Tía! Estaba esperando tu aparición, sabía que te dirían que ya estábamos en casa. Llamé por ti pero me han dicho que no estabas por aquí... —Le miró alzando una ceja, la mujer mayor se ruborizó y Jeongyeon pensó que luego indagaría en ello. —Ven, déjame presentarte a la omega de mis sueños y la próxima reina de esta casa. —Caminó a su par y ambas mujeres se sonrieron con rubor al cruzar la primer mirada. —Quiero presentártelas, ella es la hermosa Im Chaeyoung.
La mujer mayor en la recámara se acercó a la muchacha y la apretujó en un cálido abrazo, tan cálido que Chaeyoung no pudo evitar sonreír mediante.
—Pero que bonita muchachita. Bienvenida cariño, aquí tienes una tía con la que puedes contar. —dijo dándole un sonoro beso en la mejilla.
Chaeyoung, quien se clasificaba por ser demasiado seca y reservada, sintió el cariño honesto en las palabras y acciones de la cálida omega mayor.
—Muchas gracias Señora. —Respondió un poco aturdida, no había visto eso en nadie antes, que no fuera su madre y de cierto modo le hizo sentir cómoda en su recibimiento.
—Y ella, es Im Nayeon. La futura Señora Yoo —Pronunció la alfa con orgullo en cada una de la sílabas que pronunciaba y Nayeon removió su mano sobre su brazo con incomodidad.
—Jeongyeon, por favor... —Pero aunque quiso que sonara como un reclamo, se oyó en una súplica. Si de por sí, ya le daba pena estar siendo presentada como si se tratara de una joven a punto de darle el sí a su primer amor, ridículamente. Jeongyeon notó su tensión y le provocó cierta ternura.
La tía Bae se acercó a ella cautelosamente cuando Nayeon estiró su mano con amabilidad y fijó su mirada al corresponder el saludo.
—Es un placer. Jeongyeon me habló muchísimo de usted. —Dijo la omega junto a su sobrina, tomando sus manos entre las suyas.
—El gusto es mío Nayeon, para mí será un honor recibirlas, a ambas, en esta casa. —Sonrió nuevamente y soltó sus manos una vez Jeongyeon tomaba a su Nayeon por los hombros como muestra de posesión.
Irene hizo presión luego de indagar en el profundo de la mirada de aquella omega y buscó a su sobrina nuevamente, pues la misma veía a su prometida con una mirada demasiado pesada. La omega de cabellos oscuros no pudo evitar dejarse llevar por el llamado de sus ojos. Se vieron un pequeño instante y la omega no pudo evitar envolverse de su mirada y pudo percibir el gusto en el incremento d sus aromas. Rosas frescas, rosas de jardín. "Oh vaya, que amable aroma", pensó Bae.
—Pues sí, es poquito lo que puedo explicar lo que se percibe, pero no pueden imaginar lo que brilla en sus ojos cuando se miran una a la otra. —No pudo evitar comentar la mujer mayor y sonrió con ternura. Hacía tanto tiempo que no veía a dos lobas tan enamoradas, ambas irradiaban una luz por doquier que podría iluminar toda la ciudad.
—Muchas gracias. —respondió Nayeon y no supo explicar lo que sintió ante la actitud tan amable de aquella mujer, cuando Jeongyeon ya estaba acaparando toda su atención.
—Bueno, ahora llevaré a mi bella durmiente a que se instale en su recámara. No, no me mires así omega, ha sido mucho para ti hoy, quiero que descanses... —Habló Jeongyeon al ver la expresión de súplica en Nayeon.
—Pero... —Intentó hasta que su hija la interrumpió también.
—¡Nada de peros mamá! Jeongyeon unnie tiene toda la razón, tienes que descansar. Apenas y has salido de la clínica hoy, necesitas recuperarte mucho. —Dijo Chaeyoung abrazándola una última vez y su madre sonrió aceptando lo decidido, por sus seres amados.
—Me parece muy bien, ya todo está listo y dispuesto como lo ordenaste, cariño... —Le dijo la Tía Bae guiñándole un ojo en complicidad a Jeongyeon, quien le agradeció con una sonrisa.
—Muy bien entonces. Chaeyoung-ah, la recámara de tu madre está aquí a dos puertas de la tuya, ¿Está bien? —Señaló la alfa en dirección a ella y la joven asintió ante la información.
—Que pena, me hubiera encantado que fuera la de junto, pero es que llevo tantos años allí que...
—¡Oh no sé preocupe por favor! —Interrumpió Nayeon ante aquella mujer noble, cuando intentaba disculparse. —Con todo lo que ustedes están haciendo por nosotras, lo mínimo que podemos hacer es agradecer, más que pretender. —Pronunció con gratitud. La omega mayor resaltó una risa muy agradable.
—¡Hace tanto que no me llamaban por usted en esta casa! Veo que me tomará tiempo cambiar eso, por lo pronto, vayan, vayan... —Las empujó un poquito y aquel par rió. —Yo le mostraré la casa a Chaeyounguie, ¿verdad cariño? Ven, vamos... —La llamó como si fuera una niña pequeña, o así se sintió la joven cuando consintió sus palabras y aceptó irse con ella.
—Tu tía es muy dulce... —Musitó Nayeon una vez las perdió de vista por el pasillo y Jeongyeon la tenía parada frente a la puerta de su "recámara". Cuando le miró, su mirada se apagó, ya que por un instante creyó que compartiría la habitación con ella, como una pareja, lo anhelaba, de hecho.
—No podrías haber dicho mejor definición para ella omega, si es muy dulce y siempre dispuesta a brindar su cariño. Ha sido la mejor madre que he tenido en mi vida y si así no le llamo, es porque me enseñó a respetar la memoria de mi madre omega, debido a que era su hermana. —Comentó tomando el pomo y abriendo la puerta sin revelar el interior, le miró. —¿Lista? —Preguntó con una sonrisa divertida.
—¿Qué tramas? —preguntó Nayeon, viéndola con la misma sonrisa. La alfa rió ante su suspicacia.
—A ti no se te escapa nada ¿verdad? Qué bárbara cariño... —Pronunció la pelicorta, mientras la dirigía entre sus brazos y con rápida habilidad le tapaba los ojos desde atrás. En aquella posición, Jeongyeon podía disfrutar de su exquisito aroma floral, de estrecharla entre sus brazos, de apropiarse de su presencia solo para ella.
—Si es referido a ti, ten por sentado que nada se me escapará, porque tu me importas por completo, Yoo Jeongyeon —Respondió ella acomodando sus manos sobre las suyas, las cuales le tomaban el rostro.
Jeongyeon sonrió como si le hubiera acariciado el alma, había extrañado esas palabras que florecían de su boca, que había sembrado en su interior con todo su amor y que ella sabía exteriorizar con tanta facilidad. Nayeon siempre era un bálsamo para sus oídos y una dulce caricia para su corazón.
—Sabes, mientras comprendía que por fin habías decidido aceptar mi propuesta de vivir a mi lado, me preguntaba si aquello incluía mi cama también, entonces... —Destapó sus ojos para que descubriera la habitación que se encontraba decorada con flores por doquier.
—¿Pero qué es todo esto? —preguntó Nayeon, una vez divisaba toda la habitación.
Todo estaba rodeado de esas hermosas flores amarillas ordenadamente posicionadas en jarrones, en cestos, sobre la cama, sobre los muebles, se veía tan bello y tan romántico, provocando que floreciera la hermosa curva en su rostro iluminando su mirada. Jeongyeon sintió que esa expresión en su omega le daba sentido a su vida entera.
—Así que me debatí entre si debía de llenar mi habitación de flores para que se te fuera más atractiva y quisieras compartirla conmigo o acabar llevándote a la recámara de junto y ser más justa contigo. —Relató viéndole a los ojos con la expresión de travesura —Pero, como verás acudí desesperadamente a la primera opción, aunque —Señaló —si lo deseas, esa puerta de allí conecta con la habitación de al lado, por si quisieras algún tipo de privacidad, tomarte un tiempo para... —Jeongyeon parpadeó cuando su bella Nayeon la buscó con sus labios suaves y dulces.
—Ya cállate por favor, me duele mucho la cabeza. —Respondió a todas sus palabras, dejándole un beso en la mejilla y apoyando su cabeza contra su pecho. —Compartiré la habitación contigo, como tu lo deseas... —Decidió antes de alzar la mirada para encontrarla con la de aquella alfa atónita. —Porque yo también lo deseo, desde que te conocí, Jeongyeon. —Confesó la omega pelimiel.
Jeongyeon adoró encontrar la sinceridad en cada una de sus palabras.
—Haberlo sabido antes omega ¿Sabes? Los tulipanes son flores muy extrañas, son difíciles de conseguir ¿puedes creerlo? Tuve que acudir a los girasoles, porque son los que están de moda en esta temporada... —Y se rió cuando oyó su melodiosa y dulce risa como respuesta.
—Pues ahora estas serán mis favoritas, así no tendrás que batallar con conseguirlas, los girasoles florecen todo el año aquí... —Respondió ella con esa sonrisa que no podía abandonar y la pelicorta la abrazó por la cintura juntándose contra su cuerpo deliciosamente.
—No tiene porqué ser así... —Murmuró contra su mejilla y Nayeon cerró los ojos para disfrutar de todo lo que sentía con tan solo oír su voz rozando su piel.
—Me gusta lo que significan ahora... —Se recordó responder y suspiró cuando sintió el lento beso que la alfa depositó sobre su mejilla, antes de buscar su mirada.
—¿Y qué significan ahora? —preguntó Jeongyeon tomando su rostro para sostener su mirada. La omega resintió su toque en cada espacio de su cuerpo.
—Luz... —Murmuró sintiendo sus labios muy cerca. —La luz con la que iluminas toda mi vida, con tu amor, con tu bondad —Murmuró depositando un beso de regresó en su mejilla —Eso significa ahora para mi y desde ahora, cada vez que las vea, me recordarán este momento tan importante en nuestras relación, Jeongyeon... —Le nombró y la alfa no pudo detenerse al sentir esos increíbles deseos de besarla, al oírle nombrarla con ese tono en su voz.
Se fundieron en un beso con aires de reencuentro. Nayeon se estaba reencontrando con la ternura y la pasión que la había devuelto a la vida y Jeongyeon con quien le había devuelto las ganas de vivirla. La alfa hizo tanta presión con sus brazos que parecía que la haría parte de su cuerpo y la omega correspondió del mismo efervescente modo. Todo era tan perfecto a su lado decidió Nayeon, que hasta temía de que no fuera real.
—Tengo miedo —Irrumpió jadeante por la falta de aire que le dejó el acercamiento de sus bocas —Tengo miedo de que todo lo que vivo a tu lado solo acabe siendo parte de mi imaginación... —Murmuró con una sonrisa y Jeongyeon la abrazó con fuerza, haciéndole ver que era tan o más real que el sonido de su voz.
—No temas mi hermosa señora Nayeon, aún nos faltan tantas cosas por vivir juntas... —Murmuró con ese tono tan grave y Nayeon se sintió desarmar entre sus brazos.
—Bésame otra vez, Jeongyeon. —Ordenó aunque su voz se oyó suave y acaramelada. La alfa que la sostenía con posesión, correspondió con gusto a sus deseos.
Se besaron nuevamente, saboreando los suaves labios que las atraían inmensurablemente una con la otra, mientras se abrazaban con presión rindiéndose a ese roce.
Nayeon le acarició su corto cabello y deslizó sus manos por su largo cuello, Jeongyeon se sintió correspondida, y cuando enlazó sus brazos a su alrededor de su cintura, para acercarla más contra su cuerpo, la pelimiel se sintió protegida, porque lo que ambas compartían en ese beso era más que lo que ya conocían que quemaba entre ellas, era ese cúmulo de sentimientos bellos que solo podían hallar allí entre medio de ambas.
Un suave gemido dulce se oyó, cuando la alfa se apartó para tomar aire y Nayeon sonrió cuando descubrió que nunca, en lo que había vivido de vida, nadie la había besado del modo tan maravilloso en el que esa mujer la besaba. Jeongyeon era inigualable, era muy afortunada de ser la dueña de cada uno de sus besos, y mediante esos pensamientos cerró los ojos para sentir como acariciaba su frente con la suya, sosteniendo su cabello entre sus delicadas y firmes manos, desparramando sensaciones por todo su cuerpo, haciéndola sentir con su mera presencia cuánto la amaba.
Jeongyeon le sugirió que lo mejor era que se diera un baño y que descansara. Y por más que le hubiera gustado pasar más tiempo platicando con ella, Nayeon comprendió que era mejor no abusar de su día de alta y tomar la sugerencia de su amada alfa.
Muchos minutos más tarde, en una pijama un poco más grande de color azul marino, con el cabello húmedo y la mirada agotada, Nayeon se encontraba recostada sobre la cama que compartiría con Jeongyeon de ese momento en adelante y las dudas llegaron a ella, ¿realmente estaba lista para compartir nuevamente su vida con un alfa?
Aunque Jeongyeon hubiese hecho gran gala de ese ser especial que era, llena de sensibilidad, de actitud y seguridad que había colmado su vida de futuro y nuevas oportunidades, la realidad era que apenas y se conocían y que no dejaba de ser una alfa.
Con la mejilla contra la almohada, parpadeó varias veces observando las acciones de Jeongyeon quien acomodaba sus maletas junto al closet y hacía varias cosas más de las que ella no fue consciente antes de caer en un sueño profundo, dejándose llevar.
—Nayeon... —Habló junto a su oído y ella se removió entre sueños.
—Mhmm, un poquito más... —Murmuró ella sonriéndole al sentir sus besos contra su cuello.
—No, despierta... —Susurró tratando de no fastidiarla. Ella parpadeó y el sol se asomaba tan claro por las ventanas. Miró cuando se encontró con sus ojos y recibió los besos que le dejaba en el hombro que se le descubrió por el gran tamaño de la parte inferior del pijama.
—Buen día. —respondió Nayeon, a las caricias de esa alfa que tanto adoraba.
—Buen día, mi amor ¿pudiste descansar? —preguntó esa voz, más no alzó la mirada para buscar sus ojos. Nayeon intentó reencontrarse con su rostro, no le devolvían la mirada.
—¿Jeongyeon? —Preguntó con la voz temblorosa y cuando alzó su rostro, no era quien nombraba frente a ella.
—No cariño, Jeongyeon no vendrá aquí... —Dijo con aquella sonrisa perversa y Nayeon se removió incómoda con la idea de apartarse de sus garras, más él la sostuvo de sus manos contra la cama. Ella le miró con los ojos muy abiertos cuando él se rió de ese modo tan cínico que ella detestaba oír y ver en su asqueroso rostro, su loba sollozó cuando su mente confundida se sintió en peligro una vez más.
—N-no, ¡Suéltame! —Reprochó tan abrumada de tener que volver a tenerlo frente a frente y nuevamente con tanta desventaja desfavoreciéndola.
—Claro, pero luego de que haya acabado contigo... —Musitó con demasiada calma, como si no estuviese a punto de hacerle el daño que le hacía desde hacía tantos años atrás. Ella se removió inquieta y las lágrimas de desesperación se escaparon de sus ojos.
—¡No, no! ¡Ya déjame en paz! —Exclamó con temor, al hallarse atrapada nuevamente en el yugo de ese alfa quien protagonizaba sus más espantosas pesadillas.
—¡Acabaré contigo! —Gruñó entonces, con la voz alta y ella parpadeó dejando que las lágrimas se desprendieran de sus bonitos ojos. No conocía la forma de detenerlo, él volvería a hacerle daño y no lo podría detener, otra vez...
—¡No, no! ¡No quiero, no quiero! Suéltame... —Suplicó entonces, moviéndose bajo su agarre, más él le miró con aquella horrible expresión de satisfacción y de triunfo al verla suplicar, que le provocó náuseas. Ya no tenía salida.
Yejun la tomó del cuello y presionó, el aire se escapaba de su cuerpo, la vida se acabaría en pocos segundos...
En medio del silencio de aquella confortable habitación, la primera noche que ellas compartían la cama por primera vez y, como era de esperarse, todos dormían en la mansión de la familia Yoo a tales horas.
Jeongyeon la veía dormir en medio de la noche, mientras la admiraba con adoración, ella era preciosa de admirar. Pero por más satisfecha que encontrara la idea de tenerla allí, no podía evitar pensar en todo lo que vendría. Por lo pronto estaba segura de que Nayeon necesitaba apoyo psicológico, quizás debería ayudarla a disponer de un piso propio y darle su espacio, quizás se vio obligada a tomar la única mano que le habían extendido y ella no quería eso. Quería que ella quisiera vivir junto a ella, que deseara su compañía, su cercanía. ¿Cómo debía de tratarla? ¿Cómo sabría que realmente estaba lista para compartir una vida a su lado?
Mientras se encontraba sumergida en aquellos desesperantes pensamientos, notó como poco a poco su expresión se endurecía y comenzó a removerse en su lugar, pero no se preocupó hasta que la oyó gimotear ese nombre.
—No... no Yejun, déjame —Masculló entre sueños y Jeongyeon le miró con preocupación palpable.
—¿Nayeon? —Le habló intentando afirmar lo que se temía. Ella estaba más agobiada de lo que se dejaba ver y tarde o temprano todo aquello brotaría desde donde lo intentaba sepultar.
—No, ¡Suéltame, déjame! —Alzó un poco la voz y Jeongyeon se abrumó por un momento de verla luchar con la nada y todo en su interior.
Entonces y mientras sentía su pulso acelerarse de intranquilidad, la removió desde su brazo. Una lágrima se deslizó por su mejilla despavorida y Jeongyeon se apresuró en intentar despertarla. La desesperación de percibir su sufrimiento, encendió las alarmas en su alfa alerta.
—¡Nayeon despierta! ¡Por favor, omega despierta! —La removió con más fuerza y ella abrió los ojos hallándose entre los suyos con un miedo aterrador.
Su respiración se notaba dificultosa, mientras se tomaba el cuello buscando reunir más oxígeno del que tomaba.
—¿Nayeon? —Murmuró entonces, Jeongyeon cuando le observó respirar, tomando bocanadas de aire grandes y tanteaba con sus desesperadas manos a su alrededor, como si intentara escapar de ella. —Mi amor, calma... —Intentó la pelicorta, mientras asomaba su mano sobre la suya, pero ella se apartó rápidamente, viéndole con los ojos muy abiertos.
Las lágrimas caían de aquellos hermosos ojos, mientras se apartaba de ella, para refugiarse contra el respaldo de la gran cama, lo más alejada posible.
—Déjame, déjame... —Pudo balbucear entre medio de la falla en su respiración mientras se ocultaba el hombro que se le había descubierto de la prenda.
—Calma, todo-todo está bien, omega, no te haré daño... —Intentó Jeongyeon, sin apartar la mano donde había tomado la suya y lentamente se fue acercando a ella.
Nayeon meció la cabeza varias veces hasta que reconoció la suavidad en su tacto, en su dulce aroma, el calor de sus brazos, y se halló en paz cuando se dejó rodear por ellos. Un sollozo ahogado se oyó cuando la alfa la recargó contra su pecho y la dejó descargarse de todo lo que la atormentaba.
—Soñé con él... —Habló al fin y con desesperación buscó su mirada —Jeongyeon... —Le nombró con la voz mermada y la nombrada sostuvo su rostro para compartirle con su mirada.
—Lo sé... —Ella cuestionó su respuesta con la confusión en su expresión —Te oí nombrarlo —Reveló luego de dudar un momento.
—Oh no, lo siento tanto... —Murmuró antes de volver a largarse en llanto, se sentía tan apenada con ella y ni siquiera sabía por qué.
—No tienes porque, cariño... —Interrumpió una réplica —Todo está bien, no voy a permitir que se acerque a ti, ni que vuelvan a hacerte daño, nada sucederá... Ya no estás sola, Nayeon y sé que tomará tiempo para que lo entiendas, pero poco a poco lo irás asimilando. Te amo y estoy aquí, para cuidar de ti omega... —Luego de aquello largó un gran suspiro intentando no sentir angustia, aunque ver la que encubría en su hermosa mirada no era de mucha ayuda.
—Mi vida se convirtió en una pesadilla... —Lamentó contra su pecho.
—Claro que no, mírame —Buscó su hermoso mirar —Te amo y estoy contigo, estoy aquí...
—No me dejes sola alfa, por favor... —Murmuró en su pedido y la pelicorta volvió a estrecharla entre sus brazos.
—Claro que no mi amor —Prometió, dejando un suave beso sobre el nacimiento de su cabello y acariciando su espalda, esperando pacientemente a que se fuera calmando.
Las noches volverían a ser más largas, pero no como ella hubiera deseado que lo fueran.
Sucede que nos ilusionamos con que vivir con ese ser amado suena a color de rosa pastel, pero cuando aparecen los defectos y los momentos no tan buenos, se siente como si nos hubieran estado escondiendo su verdadero yo, más no siempre es así.
Las personas no siempre están bien, cargan consigo defectos tras las cualidades, de las que mayormente no se sienten orgullosos, también luchan con sus propios demonios, unos más oscuros que otros, tienen mucho por sanar, porque todos tienen una esencia que revelar e incluso por descubrir...
Es entonces en el que nos vemos en la encrucijada, ¿podemos con el reto de aprender a comprender a quienes amamos con todo y lo que cargan en su interior? Pero por sobretodo, ¿estamos listos para que descubran lo que escondemos en el nuestro?
~"No seas así, desmoronarse dos veces al día
Solo desearía que pudieras sentir lo que dices
Mostrar, nunca decir
Pero te conozco demasiado bien
Tienes un estado de ánimo que desearías poder vender
Si las lágrimas pudieran ser embotelladas, habría piscinas llenas de mis modelos
Si el 'te amo' es una promesa, ¿la romperías para ser honesto?
Dile al espejo lo que sabes que ha escuchado antes:
No quiero ser tu, nunca más..."
Jeongyeonnie se salió con la suya, pero las cosas no resultaron ser tan sencillas como prometían ser...
¿Tu que crees?
Parece una idea montada, pero es una anécdota.
Me dejas aquí debajo tu opinión al respecto, ¿de acuerdo?
Gracias por tu apoyo de siempre, te adoro inmensamente, tu JazUnnie🌻
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