Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

23: "𝑨𝒎𝒂𝒓𝒈𝒖𝒓𝒂"

Nota importate: El siguiente capítulo describe breves escenas de violencia y abuso sexual. Por favor leer con precaución. [Marcaré con una 🥀 en donde comienzan/terminan las escenas fuertes, por si deseas evitarlas a lo largo de la historia]

*Flash 

"La vida, con todo y su género femenino en ella, era una miserable" pensó el alfa totalmente fúrico, mientras se bebía la medida de whisky de un solo trago y recordaba las palabras que salían de la belleza que ella tenía por boca. 

"—Dímelo Nayeon, dímelo una vez más por favor... —Suplicó la pelicorta sobre sus labios rellenitos.

—Te amo —Suspiró la omega con una sonrisa dulce..." 

Había confirmado su intachable Nayeon en sus narices.

Bufó iracundo, algo le había hecho creer de que siempre la tendría a su lado, que no podría confiar ni siquiera en sí mismo, pero sí podría hacerlo en ella, en la dulce omega con la que había decidido compartir su vida desde hacían largos veinte años y a la cual imaginaba a su lado hasta el final, como lo había estipulado desde un principio. Meció la cabeza, sin poder detener el instante en su mente. 

"—No te vas a arrepentir, mi amor. —Garantizó la alfa, tomando una de sus manos para besar allí (...) Nayeon acarició sus labios y acercó los suyos para besarlos con toda su pasión. 

—Yo sé que no Yoo Jeongyeon, porque si la felicidad no está junto a ti, no creo que exista de otro modo. —Susurró contra sus labios y la mujer junto a ella correspondió a sus palabras con otro beso emocionante." 

Sonrió con algo más oscuro que la ironía. Lo había dado todo por su estabilidad, ¿que si ella se lo había pedido? Por supuesto que no. Ella jamás había pedido nada. Siempre se había mantenido serena, impecable y complaciente, no se podía quejar, pero ¿cómo había sido capaz de verle la cara de ese modo tan desvergonzado? 

Aún no le cabía en la cabeza que Nayeon hubiera llegado tan lejos. Si bien él le había sido infiel, jamás se había expuesto de ese modo, ni la hubiera humillado así. Y sí, Sana los vio en algún momento, pero él se había asegurado la mayoría de las veces, que aquello no volviera a suceder. ¡Bah! ¿Para qué se molestaba tanto? Era una perra y le estaba plantando el cuerno, jugando a sembrar remordimientos, cuando en realidad era igual o peor que él. Se rió, definitivamente era muy astuta. Pero él le iba a enseñar que debía pensárselo dos veces si deseaba jugar con Kim Yejun.

Nayeon observó a su hija, quien no había reparado siquiera que su madre llegaba con el cabello húmedo y menos que menos, que traía puesto un vestido de fiesta un lunes cualquiera a plena luz de día.

La jovencita había musitado que se iría a compartir una tarea con su amiga y que estaría de regreso por la tarde, sin siquiera tomarse el instante de apartar sus ojos de su teléfono. 

Nayeon, quien estaba sumergida en aquel encanto en el que la había dejado Yoo Jeongyeon, simplemente le dio el permiso a su joven hija, quien frunció el entrecejo. Seguro se esperaba una réplica por lo de su castigo, pero Nayeon estaba tan contenta, que quería compartirlo con su hija. Si ella pudiera, lograría que todos estuvieran de su mismo ánimo en aquel día. 

—Ma, ¿tú me puedes llevar o le pido al chofer? —Consultó la jovencita una vez divisaba que pasaban la entrada de la casa. 

Nayeon, sin despegar la sonrisa de sus labios, le miró intentando poner atención a sus palabras. 

—¿Qué es lo que tu quieres? —Consultó la omega mayor, sin apartar la mirada del camino.

La jovencita alzó los hombros, estaba tan acostumbrada ya de ir con su madre a todas partes, que a esas alturas le daba igual. 

—¿Puede llevarme el chofer? —Intentó y lo que obtuvo fue un asentimiento de parte de su madre. 

—Claro Chaeyoung, te daré este espacio. ¡Pero! —Alzó un dedo y la jovencita le miró con su rebelde seriedad. —Regresas hasta las seis. No me obligues a tener que ir por ti. —Le advirtió y la misma asintió varias veces. 

—Te prometo que no abusaré... —Se sonrió con travesura y luego buscó la atención de su madre. —Gracias mamá. —Respondió, aunque sí lo había sentido, le gustaba manipular al dulce corazón de su madre, el cual se derretía con cada una de las pocas muestras de calidez de parte de su hija. 

—No tienes porque agradecer, mi amor. Pórtate bien. —Le guiñó el ojo, una vez la vio bajar del auto con entusiasmo.

Nayeon suspiró al verla ir, parecía una pequeña, correteando con su bolso al hombro y su ojos brillosos de ansiedad. Si aquella era una oportunidad, la aprovecharía al máximo, pero volvería a ganarse la confianza de su hija, así le costara la vida entera.

🥀

En el momento en que la puerta de la casa se abrió, Yejun se irguió automáticamente para observarla ingresar. Tenía los ojos muy alegres, de seguro producto de haber estado revolcándose con la imbécil de Yoo, llegaba con la expresión cargada de valentía a causa de otro alfa, y no supo qué fue lo que lo hizo airear más, si el modo repentino en el que el alcohol le hirvió en la sangre, tal vez imaginarla en brazos de alguien más, o el hecho de que le hubiese estado viendo la cara con tanta audacia. Cualquiera que fuera la razón, lo cierto era que volvió a sentir eso que desde hacía muchos años no sentía y que casualmente ese día quería escapar de él. 

Cuando Nayeon encontró su mirada, Yejun ya estaba haciendo los pasos que le faltaba para tenerla entre sus manos y, con una fuerza descomunal, la condujo desde la sala hasta la habitación que habían compartido por veinte años. 

—¡¿Pero qué haces!? —Exclamó casi que sin tiempo para reaccionar, puesto a que él la había obligado a subir las escaleras a jalones. 

El hombre cerró la puerta de la recámara con tal violencia, que ella supo que se oyó hasta en el parque, para luego voltearse a verla con esa expresión violenta que había sepultado en las memorias del pasado. 

Nayeon supo que todo reiniciaba entre ellos, en su interior revivía el recuerdo del mismo círculo vicioso que se había obligado a olvidar tantas veces, en todos esos años de calvario que había querido tapar inútilmente.

—¡Te advertí que no soportaría otra de tus estupideces! ¿O no te lo advertí, Nayeon? —Vociferó el alfa, enceguecido por la ira y su aroma casi la ahogó.

Nayeon sintió temor ante la expresión desfigurada de su rostro y la invasión de su agrio aroma, no le gustaba para nada, le traía malos recuerdos que ya no quería tener que recordar. Con los años se había vuelto una experta en olvidar y perdonar, pero ese día no parecía querer tomar la misma decisión de siempre, nada en ella reaccionaba como antes desde hacía un tiempo. Analizó cada detalle en el porte de aquel hombre al ver que el temor se notaba en su cuerpo, más no en el celestial oscuro de su mirada. 

—¡Ya déjame en paz! —Respondió ella antes de voltear con la intención de abandonar la habitación, pero no le sería tan sencillo. Yejun la sostuvo del brazo con presión. 

—¡No irás a ninguna parte! —Advirtió con molestia, sosteniendo la puerta entre sus manos para que ella no pudiera salir. 

Nayeon tragó antes de enfrentarlo, porque sí, debía de enfrentarle por fin. Sobre todo por el peso del recuerdo de aquella última vez.

—¿Qué te sucede ahora? ¿Qué quieres? —preguntó con fastidio, ya no soportaba que estuviera exigiendo explicaciones cuando él hacía de las suyas y aún peores, sobre todo ese modo en el que la había sometido al silencio y la resignación durante todo lo que había durado ese matrimonio. 

—Te crees más lista que yo, ¿verdad? ¿Crees que no me daré cuenta que tu y la imbécil de Yoo me estuvieron viendo la cara todo este maldito tiempo? —Exclamó con la mandíbula en presión. 

Nayeon rugió al oírle nombrar a Jeongyeon, ¿con qué integridad moral le gritaba el nombre de la alfa que amaba de ese modo tan mordaz? Esa mujer era maravillosa y que la nombrara de ese modo tan despectivo, se oía tan mal en su sucia boca. 

—¡Déjame en paz de una maldita vez! —Murmuró ahora. La sola idea de que él supiera de Jeongyeon le daba terror, por lo que pudiera querer hacerle pues, ella conocía muy bien sus alcances. 

—No. ¡Tu a mi no me vuelves a mentir, idiota! —Dijo soltando un bofetón en su contra.

Nayeon gimió cuando se tomó la mejilla y los recuerdos se agolparon en su mente. No otra vez... 

—¿Creíste que eras más lista que yo, eh? —Tomándola, una vez ella se quiso escapar. —¿Creíste que te lo dejaría pasar verdad? Eres toda una perra...

Yejun la aprisionó, dejando su mejilla contra la puerta y todo su cuerpo contra el suyo. 

Nayeon gimió cuando la sostuvo desde su cuello con esa fuerza que ya había hecho relucir anteriores veces, y eso fue suficiente para sentir que perdía todo el aliento. Le clavó las uñas contra sus manos y él le sostuvo la mirada con los ojos endiablados. La omega sintió que aquel podría ser el fin, tal y como aquella vez. 

—Ya decía yo, que tanto teatro era por algo, el incremento de tu aroma, lo osada que te has vuelto, lo desvergonzada que te pones cuando dejas la casa por horas, ¿Creías que podías jugar a este juego conmigo? No seas ridícula. —Espetó cuando la soltó y ella se tomó el cuello, inhalando con desesperación para recuperar el oxígeno. 

Él carcajeó con sorna una vez la vio tan frágil, intentando recuperar el aire para seguir respirando. Era tan diminuta, tan poca cosa que con aquella breve acción podría haber acabado con su vida y él lo sabía, ella no era nada si él no lo deseaba así, porque la había construido desde que era nadie para convertirla en todo lo que era en su presente, y así como la había construido, también podía destruirla fácilmente. 

—Que tarde vine a despertar de aquella fantasía estúpida en la que dormí por querer seguir a tu lado, tu no vales nada... —Masculló ella con rencor.

Yejun admiró su osadía, más no supo admirar su gran valentía al estar allí, por primera vez dispuesta a pelear por todo lo que la había estado atormentando en esa vida que llevaba a su lado. 

—Que sucia te ves utilizando tu tiempo para ir a manchar las sábanas de un hotel, que asquerosa eres... —Escupió con desprecio. —¿Cómo pudiste imaginar siquiera que se me iba a escapar? 

Todo en Nayeon se mostró alerta al oírle tan cerca de su oído, tan cerca de ella. Le dolían sus palabras y la presión que hundía su fuerte mano, ahora alrededor de su codo. 

—Yejun, suéltame, me estás haciendo daño... —Musitó con gran dificultad.

El mismo tomó su mandíbula con la otra mano, obligándola a que lo viera a los ojos y supo que la hubiera fulminado, si pudiera. 

—Eres una maldita, no puedo creer que me pagues de este modo todo lo que he hecho por ti. —Escupió con odio.

Nayeon supo que no había una sola pizca de cordura en sus palabras y temió de ver que estaba fuera de sí. Como aquella vez... 

—Por favor, suéltame. —Susurró muy intimidada por su alfa, pero ya era tarde, lo podía ver en sus ojos. 

Nayeon tenía que defenderse de ese demonio y de todos los que se estaban manifestando en ese momento, y que había refugiado por tanto tiempo, permitiendo que se pudran en esa maldita alcoba. 

—¡Te vi! ¡Las vi a las dos! ¡Me das asco! —Reveló y ella le miró confundida, aunque pudo hacerse a la idea dentro de su cabeza. ¡Las había visto! 

—¿Dónde? —Quiso saber y él presionó su agarre alrededor de su mandíbula con tal fuerza, que le aceleró el pulso, más de lo que ya lo traía alterado. Tenía una habilidad para paralizarla, que era descomunal. 

—En el estacionamiento del hotel de donde vienes, mientras le decías que la amabas, porque así de idiota eres... —Habló con ironía y Nayeon le miró aterrorizada. 

—Seré muy idiota, pero al menos sé amar, no como tu que eres un miserable sin escrúpulos —Respondió rápidamente, lo que no se esperó fue el próximo golpe que Yejun le dió. 

La omega le miró dejando caer las lágrimas, pudo sentir la sangre que escurrió de un corte en el pómulo derecho, cuando se estrelló contra el borde de uno de los muebles, consecuencia de la violencia en el golpe. 

—¡Descarada! —Exclamó. —¿Acaso quieres que te mate Nayeon? —Expuso al buscar algún indicio de arrepentimiento, más no halló algo más que rencor en el color de sus ojos. 

—Pues suerte con eso, infelíz... —Murmuró corriendo la sangre que le estaba escurriendo hacia uno de sus labios y él le miró con una expresión que a ella se le hizo horrorosa. 

Conocía el sabor a sangre, sabía a temor, a humillación y a pérdida, también era consciente de que a él parecía potenciarlo más, como si le satisfaciera verla sumergirse en la miseria. 

—¿Qué dijiste? —preguntó entre dientes, sin poder creer las palabras que pronunciaban su boca.

—Mátame... —Dijo para que comprendiera muy bien, quizás si se defendía podría persuadirlo para huir. 

Yejun empuñó su cabello en su gran mano cuando la obligó a ponerse de pie, de un tirón.

—Ten cuidado con lo que deseas Nayeon... —Le amenazó mientras la dirigía hacia la cama y la dejaba caer de un tirón.

—¡Suéltame! ¡No quiero que vuelvas a tocarme nunca más! 

Él había comenzado a mostrar una actitud inesperada y le extrañó cuando había dejado de golpearla, en otras ocasiones, ya estaría arrastrándose para intentar recomponerse de los golpes.

—¡Dame tu teléfono! —Ordenó ante la mirada confundida de ella, quien intentó buscar un indicio de lo que tramaba. 

—¿Mi-mi teléfono? ¿Para qué? —Cuestionó totalmente confundida mientras lo veía rebuscar con avidez en la bolsa que ella traía al llegar y que había caído al suelo una vez estuvieron en la habitación. 

—Quiero que llames a la imbécil de Yoo y le digas que se olvide de ti en este mismo momento... —admitió, mientras buscaba con afán en el móvil de la mujer que le miró con tal incredulidad. 

—¿Acaso te volviste loco? ¡Por supuesto que no! —Respondió de inmediato, sintiéndose aterrorizada por esa estúpida idea. 

¿Acabar lo que tenía con su amor? ¿Quién demonios le dijo a él que acabara lo que tenía con la tal Abogada Oh?, analizó por un mínimo instante. 

—¡Haz lo que te digo maldita sea! —Exclamó estremeciendo hasta el último de sus cabellos y logrando que su omega se encogiera de horror —¿Dónde tienes ese maldito número!? —Gruñó entre dientes, mientras lo buscaba sin éxito.

Estaba muy claro, Nayeon no la había agendado siquiera, porque no quería exponerse ni exponerla de ningún modo a ese problema que representaba su aún esposo.

—Sana... —Murmuró de pronto bajando la mirada con culpa. 

Nayeon hubiera querido no tener que involucrar a su amiga en todo aquello, pero era la única persona en quien podía confiar en ese instante de desesperación. 

—¿Qué dijiste? —Espetó con la paciencia al límite. 

—Es Sana ¡Es Sana! —Repitió para que comprendiera, quizás si hacía aquello lo distraería y podría huír de alguna u otra manera.

No paraba de imaginar miles de escenarios que le regresaran la libertad.

—Bien, entonces, llama. —Extendió el teléfono frente a ella. 

Nayeon tembló al tomar el móvil entre sus manos buscando el número que deseaba marcar.

—Ten mucho cuidado con lo que dices Nayeon, porque aún no sabes de lo que soy capaz... —Advirtió, sosteniéndola nuevamente desde su cabello el cual, desafortunadamente, caía libre y abundante ese día. 

Nayeon tomó aire con temor al escuchar esa reconocida voz responder al segundo timbre.

—¡Nayeonnie, dime! —respondió su amiga con aquel alegre tono de voz del otro lado. 

Las lágrimas cayeron con temor, Nayeon estaba arrepintiéndose de haberla llamado, hubiera querido no tener que incluir a su amiga en sus problemas matrimoniales, por milésima vez.

—Ho-hola Jeongyeon, necesitaba hablar contigo... —Habló ante la atenta mirada de Yejun quien dominaba su cabello con tanto poder. Ella hizo una mueca de dolor, cuando insistió que prosiguiera. 

—Cariño no soy Jeongyeon, creo que te equivocaste de número... —Añadió, riéndose de la estupidez de su amiga. Más sintió algo horrible al oír su respiración un poco forzosa. 

—Lo siento, pero temo que no podremos seguir con esta relación, amo a mi familia y no quiero arriesgarme a perderla por una aventura... —Murmuró la omega, llorando ante la presión que Yejun ejercía ahora en su cuello, también. 

Las lágrimas fluían por el temor que le generaba la sola idea de perder la vida en sus asquerosas manos, pero quizás así él creyera que en verdad se estaba despidiendo de Jeongyeon. 

—Nayeon, me estás asustando. No soy Jeongyeon... —Repitió observando el teléfono al creer que se había dañado y ella no podía oír su respuesta, entonces la oyó sollozar y aquello alertó todas las alarmas en la nipona, quien comenzaba a sentir desconcierto. 

—Lo sé, y lamento demasiado haberte hecho perder tu tiempo. Pero mi prioridad es mi familia y lo nuestro no puede ser, olvídate de mí, por favor... —Sollozó y Yejun le arrebató el teléfono para luego estrellarlo contra el suelo y lo pisó con demasiada violencia. 

Nayeon se abrazó a sí misma ante esa demostración de impaciencia y supo que lo que vendría sería aún peor. 

—¡Nayeon! —Exclamó, pero la llamada ya se había cortado del otro lado. Sana miró para todos lados, desorientada y supo que debía hacer algo. 

Nayeon y Yejun comenzaron a forcejear debido a que ella quiso volver a escapar de su agarre, él volvió a golpearla y ella dió a parar contra el espejo de su tocador, haciéndolo estallar en miles de pedazos. 

La sangre se escurría por uno de sus brazos ante el corte y ella lo miró con odio, aunque temía que había perdido la sensibilidad, ante la adrenalina que la invadía en ese momento, no quiso imaginar la cantidad de hematomas que le dejaría ese enfrentamiento, si es que vivía para contarlo. 

—¡No te me acerques desgraciado! ¡En tu vida quiero que vuelvas a tocarme! ¿Oíste? —La sangre se escurría con prisa y él se apresuró a tomarla nuevamente entre sus manos, ignorando sus palabras. 

—Te dejaré querida, sí, pero cuando esté seguro de que has aprendido a respetar tu lugar. Eres una buscona y yo te enseñaré lo que te mereces... —Le dijo con una oscura mirada lasciva. Nayeon sintió pánico por enésima vez en esa habitación. 

—¡No! —Exclamó con terror —No, no, no, por favor. ¡Recapacita! —Suplicó queriendo apartarse de su agarre, tratando de evitar que él accediera a la falda de su vestido.

El alfa que le ganaba varios centímetros, la sostuvo desde sus brazos, recargó su cuerpo sobre el de ella y Nayeon sintió náuseas anticipando sus asquerosas intenciones. 

—¡Tu eres mi omega y si no lo quieres entender, entonces les haré entender a ti y a la imbécil de Yoo, que con Kim Yejun no se jode! —Una vez se acercó mucho a su cara, pasó su lengua sobre su cuello, a lo que Nayeon intentó negarse a recibir. 

—¡Suéltame! ¿No te bastó con la vez que por tu culpa perdí la vida de mi hijo? —Le reclamó y el hombre la miró con odio avivando las llamas del infierno en sus ojos. Con su reproche lo único que había logrado era poner peor las cosas. 

—Mi hijo se murió porque tu eres una inútil que no has podido cuidarlo bien dentro de ti. —Gruñó entre dientes, para luego ir recorriendo la piel de su pecho con sus labios secos. A Nayeon le supo asqueroso cuando le intentó besar. 

—Eres un ser despreciable, la sangre de Seungmin siempre pesará sobre ti hasta que te pudras en el infierno, Kim Yejun. —Escupió con desprecio y él sonrió con cinismo, mientras le miraba al deslizar su lengua sobre su mandíbula, provocándole náuseas. 

Por primera vez supo que, aunque no pudiera lograr nada con su fuerza, no se olvidaría de su hijo y de su dignidad para volver a caer en ese maldito círculo vicioso en el que él se disculpaba y ella se obligaba a olvidar de tal modo que no hubiera existido por retenerlo en la casa. No, ya no. Porque ahora estaba Jeongyeon en su vida, quien le hacía ver y entender que el amor no te hacía ese daño y menos que este tuviera un valor de sangre y dolor. 

Se removió una vez más cuando sintió que desgarró la parte de arriba de su vestido y no pudo evitarlo era una omega contra la fuerza natural de un alfa enojado. Por más que le suplicó que se detuviera, él no lo hizo, la golpeó algunas veces más para detener su "rebeldía" y ella no dejó de luchar un solo instante. 

Había sangre por todas partes y ella no se dejó doblegar, pero aún así, nada fue peor que el modo tan atroz en el que violó la intimidad de su cuerpo, alma y espíritu, esos a los cuales se había tomado el trabajo de despedazar lenta y dolorosamente en los últimos veinte años.

Nayeon lloraba amargamente y en silencio como todas las anteriores veces, se sentía derrotada y aunque hubiera querido sumergirse en ácido en vez de volverse una posesión de ese hombre, se sintió tan estúpida de haberse permitido regresar al lugar en donde había sido tan infelíz.

¿A quién quería engañar? Esa jamás sería una familia, él jamás sería el padre que había soñado para sus hijas y mucho menos sería nada más que ese monstruo que se había devorado sus sueños, su juventud y sus deseos de vivir. 

Su cabello rizado se pegó contra su mejilla y ella se acordó de que anteriormente, el mismo había sido admirado por la alfa que amaba. Jeongyeon produjo la valentía en su interior para despedir la frase que acabaría con toda la paciencia de ese hombre, que le bastó poco tiempo para ultrajar cada espacio en su cuerpo y que con tan poco apagaría toda su luz. 

—Ella te hará lo mismo que tú me has hecho a mí y ese día te acordarás de lo miserable que eres y estarás solo pudriéndote en la miseria a la que llamas vida. No sabes cuanto te desprecio, deseo que te pudras en el infierno, Kim Yejun. —Escupió sosteniéndose la ropa que le había desgarrado, viéndole con ese oscuro sentir que le carcomía y le pudría el alma desde adentro. 

Yejun no soportó la sentencia en sus palabras y le dió el último golpe con el que fue más que suficiente, para hacerla impactar contra el pequeño mueble junto a la cama. 

Nayeon cayó. Yejun esperó que ella se incorporará, pero todo su semblante cambió cuando ella quedó allí, inerte. Se acercó a ella al ver que no respondía a su llamado, y notó la sangre que salía desde su cabeza manchando la alfombra. La había matado. 

Aunque hubiera sido inevitable, el modo en el que esa criatura exclamó su asombro, llamó toda la atención en el alfa, irrumpiendo en el silencio, tras el impacto que apagó a aquella mujer.

Los ojos muy abiertos de Chaeyoung  despidieron toda la angustia que hizo eco en la habitación, y aunque ambos habían ignorado absolutamente la posibilidad de imaginar en si sus hijas estuvieran o no presentes en la casa mediante ese episodio, la oportunidad cabía y se encontraba allí, en los profundos ojos de la jovencita que les observaba con la mirada aguada repleta de amargura, de dudas y de recuerdos que se agolparon en su mente. 

Flash 

Una pequeñita de cabello oscuro y de ojos curiosos se escabulle de su recámara con la agilidad propia de todo niño.

Esa desafortunada noche había tenido una pesadilla y el sueño se había escapado de su alcoba de colores pasteles. Decidida, se dirigió a la recámara de sus papás, consciente de que era su "mami" quien conseguiría calmar la tempestad que la atormentaba. Necesitaba tanto sentirse cobijada en los brazos de quien la colmaba de una seguridad inigualable ya que, en realidad, no era que la pesadilla había sido tan mala, pues ni siquiera estaba llorando, era algo relacionado con los celos que nacieron al descubrir que ya no sería la más pequeña de la casa. Dentro de poco se convertiría en hermana mayor, o algo así le había dicho su mamá.

Yejun, mientras ignoraba por completo que su hija se hubiera despertado y menos que estuviera allí, se abalanzó contra Nayeon cuando la condujo desde la sala hacia la habitación con la brutalidad típica de su desconfianza y celos enfermizos que enfurecian a su alfa, alzando la voz en una hilera de reclamos ridículos y conjeturas sin sentido.

—¿Pero qué haces? —Exclamó casi que sin tiempo para reaccionar pues la había obligado a subir a rastras, sin siquiera reparar en el hecho de que estaba embarazada. 

Yejun cerró la puerta de la recámara que compartían, mientras le reclamaba algo referido a la consulta de su bebé.

Él no había podido asistir a tiempo a la cita por un imprevisto en el trabajo y su sorpresa fue mayúscula al no hallar a su omega siendo atendida por su doctora de cabecera, sino que en su lugar, se encontraba junto a un joven beta bastante amable y hasta agraciado, se podría decir. Nayeon reía por una broma que él le había compartido, y justo cuando el médico le pasaba unos paños para que se limpiara el gel de su vientre, por el ruido que hizo la puerta ella no se fijó, causando que terminaran apoyando sus manos, una torpeza sin sentido alguno. 

Uno de los principales defectos de Yejun eran los celos enfermizos que tenía por su hermosa omega, pero la misma nunca se imaginó que aún en ese estado tan avanzado de gestación, él la celaría de igual forma que cuando apenas se habían casado.

No, Nayeon jamás se podría imaginar que al llegar a casa, él se pondría aún más violento con ella, cambiando el curso de lo que sería uno de los días más felices de su vida, puesto que se acababa de enterar de que el sexo de su bebé era el que ella esperaba, su corazón de madre ya se lo había gritado con anterioridad, sin embargo, esta vez lo había confirmado con sus propios ojos, allí estaba su pequeño Seungmin. 

Los reclamos se intensificaron sobre los gritos. El alfa la tildaba de una cualquiera, la acusaba de engañarlo con otro hombre, más Nayeon nunca entendería porqué su esposo estaba tan fuera de control, ¿cómo podría imaginar que esa misma tarde, un socio de Yejun la había alabado por su belleza? 

La abofeteó haciéndola perder el equilibrio justamente en el momento en que ella intentaba salir de su habitación, su pie se dobló y ella cayó al suelo golpeándose de paso la cabeza con el mueble que yacía al costado de su cama, mas no pudo proteger su vientre de la inminente caída. 

Un solo golpe, con un solo golpe Kim Yejun había logrado que la vida de su hijo se le escapara de entre las manos como el agua, para quedarse sin nada y provocando ese insoportable vacío en el que se sentiría los siguientes años por venir. 

Los pequeños ojitos de la niña junto a la cama observaban todo aquello en primera fila. A su corta edad no entendía lo que ocurría con claridad, solo observaba como su padre llamaba a su madre por su nombre y luego se acercaba a ella, para colocarla en la cama. 

Su madre parecía dormida, pero sangraba mucho y ella no entendía cómo, ni por qué. 

Decidió esconderse al escuchar los gritos estruendosos de su padre al teléfono, que exigían desesperadamente una ambulancia y a su hermana mayor llegar entre reproches y más gritos contra su padre. A partir de eso todo se volvió confuso con el tiempo. 

Back 

🥀

Ambos pares de ojos se encontraron minutos antes de que él saliera corriendo de ahí como un cobarde, dejando a la menor de sus hijas paralizada en aquella puerta con la mirada repleta de dudas e incredulidad como aquella primera vez, mirada que se vió cargada de recuerdos que parecían aclararse en su mente. Y es que pasaría mucho tiempo antes de que la chiquilla pudiera quitarse de la mente esa horrorosa imagen, otra vez.

Al hallarla tirada en el suelo recordó esa primera vez que la encontró de igual modo, la mano de su madre reposaba en su vientre igual que en aquella ocasión. Entonces lo recordó, ella iba a tener un hermano menor. ¿Qué habría pasado con él? ¿Por qué no vivía con ellos? 

Meció la cabeza intentando recordar y efectivamente llegaron entre sus recuerdos esos momentos en los que su madre cambió rotundamente y se había convertido en una sombra sin espíritu, una especie de máquina sin voluntad que vivía para cumplir con los caprichos de todos, mientras pasaban por alto su sola presencia. 

Todo estaba claro, el culpable de todas sus tragedias era ese hombre al que ella veneraba y defendía tanto, el culpable era su padre, Kim Yejun. 

Back*

—¡No! ¡Déjame, déjame déjame! —Musitó sosteniéndose el cuello.

Nayeon se arrastró contra una pared y se tapó los ojos intentando detener el cúmulo de recuerdos que llegaban para recrear en ella toda una vida de calvario. 

El dolor estaba emergiendo, sucedió al fin y Jeongyeon pensó que debió de haberlo evitado cuando lo presintió su loba alerta, al llegar a esa casa junto con ella, ocultando el manojo de nervios, totalmente corroída. 

—¿Mamá? —Habló Chaeyoung con preocupación en su voz, pero Jeongyeon le detuvo con una mano sobreprotectora, cuando se quiso acercar.

—Ella no quiere que la toquen... —Advirtió la alfa entre dientes. 

Todas las presentes veían desde la puerta repletas de preocupación y confusión.

Jeongyeon observó la recámara con suma atención buscando un indicio. Halló que todo en ella era la esencia de Nayeon, varios faltantes y sobrantes, entre ellos, el vidrio del espejo, eran las huellas de un episodio que prometía haber sido aterrador. La alfa tragó y recordó las marcas en sus brazos al ingresar a urgencias. 

—Mi amor... —Susurró.

La omega meció la cabeza mientras sollozaba, totalmente atormentada. 

—No, no, no, no quiero, no quiero —Meneaba la cabeza sin parar.

La pelicorta se volteó a ver como Chaeyoung se limpiaba las lágrimas y decidió acortar la distancia con su madre. 

—Ma... —Musito la joven omega, apoyando suavemente sus manos sobre su pelo.

Nayeon respiró con más calma, una vez su hija buscó la atención de su mirada, ignorando la advertencia de Jeongyeon, un instante atrás.

—Mírame por favor, está todo bien ¿de acuerdo? —admitió, respirando con la tranquilidad que buscaba en su interior y que intentó compartir con ella mediante sus feromonas, quien parecía sufrir de un inminente ataque de pánico. 

—Chaeyounguie... —Murmuró cuando pestañeó varias veces al hallar la mirada de su hija, aunque sintiendo que pronto acabaría por perder el oxígeno de su cuerpo. —No puedo respirar, me-me voy a morir... —Jadeó temblorosa mientras su hija mecía la cabeza con una sonrisa suave. 

—Claro que no, estamos aquí contigo, tu puedes respirar. Veme... —Le indicó mientras le incentiva para que intentara recuperar la respiración lentamente. —Estamos aquí, respira con calma... —Susurró junto a su oído —Ya todo pasó, estás bien mami.... —Murmuró desplegando aquello que nadie tenía en aquel lugar, calma. 

Nayeon asintió varias veces cuando su hija la abrazó y se largó en un llanto desesperado, una vez sintió los delgados brazos de la adolescente, rodearle con fuerza. 

—Estamos aquí, todo está bien... —Repitió dejando caer las lágrimas de culpa, de angustia y de dolor al ser consciente de todo el daño que había sufrido su madre. 

Se mantuvieron un largo rato dentro de su abrazo.

Nayeon alzó la mirada hacia a su hija menor cuando estuvieron frente a frente y le besó la frente, al ser consciente de todo lo que su pequeña Chaeyoung guardaba sin quererlo, ni merecerlo. 

—Lo siento tanto. —habló la omega, con dolor dentro de su corazón. Chaeyoung meció la cabeza. 

—Esto no es tu culpa mamá, nada ha sido tu culpa, ¿esta bien? —alentó la muchachita, ganándose una sonrisa de su parte. 

Chaeyoung apoyó la frente sobre la de su madre y ambas repusieron fuerzas antes de ponerse de pie fuera de la habitación. 

Jeongyeon esperó ansiosa a que ella se recuperara, pero de entre todo lo que pudo imaginar jamás se esperó que, al hallarla entre las presentes, Nayeon corriera a sus brazos y enterrase su rostro contra su pecho. 

—Sácame de aquí, alfa... No quiero estar aquí, no quiero, no quiero... —Repitió tantas veces en muy pocos segundos, que todas se sorprendieron de ese pedido.

Por primera vez, Jeongyeon no se pudo sentir felíz ante la decisión de esa omega. Anhelaba inmensamente tenerla a su lado, pero no a costa de toda esa amargura que naufragaba en su mirada y que le hacía sentir tanta tristeza por su amada Nayeon.

~"Auch, me he perdido a mí misma otra vez...
Me he perdido y no me encuentro en ninguna parte
Sí, creo que podría romperme
Me he perdido de nuevo y me siento insegura
Sé mi amigo...
Abrázame, envuélveme
Abrígame.
Soy pequeña y necesitada, 
Caliéntame y respírame..."

¡Hey Tu! ¿Creíste que no publicaría más nada hoy?

Bueno, al menos ya sabes la verdad de todo lo acontecido en ese episodio tan terrible ;-;

¿Qué crees que vaya a hacer Jeongyeon con el pedido de su amada Nayeon?

Déjame aquí todas tus opiniones, dudas, lamentos, sollozos y demás sobre esta historia↬

Te adoro con la inmensidad del planeta, gracias por seguir aquí, tu JazUnnie🌻

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro