Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

21: "𝑼𝒏 𝒎𝒊𝒏𝒖𝒕𝒐"

Un minuto. ¿O quizás dos? Es lo que le había tomado caer en cuenta de que, asegurando lo inminente al compartir su vida con Yoo Jeongyeon, la vida se convertiría en un reto que sólo tenía que tomar y vivir, entendió, observando al reto personificado frente a ella y que la veía con aquellos curiosos ojos brillantes como el cielo. 

Nayeon detalló el instante en el que las lágrimas le abandonaron por esa expresión pasmada. Se sintió muy confundida, pero rápidamente se conmovió con su emoción y una sonrisa cálida adornó su rostro, una vez le oyó responder el saludo. 

—Hola Ryujin —Murmuró involuntariamente y le miró confundida, antes de levantar la mano para hacer presión sobre su sien, le dolió la aguja intravenosa de suero y todo en su cuerpo al accionar de golpe. Su loba dormía y ella se sintió confundida por toda esa sensación de fatiga en todo el cuerpo. 

La jovencita se limpió las lágrimas, mientras ambas se observaban detenidamente. Nayeon correspondió la sonrisa con la que la niña le miraba, y se dio el tiempo de observarla de cerca, era preciosa sin duda y tenía tanto de su madre en ella, concluyó rápidamente. 

—¿Te sientes bien? —preguntó Ryujin con amabilidad y se volteó a ver a su madre, quien descansaba sobre el sofá, antes de verla asentir. 

—Estoy bien, pero... —Intentó, más la jovencita la interrumpió casi al instante. 

—Iré a despertar a mi mamá. No digas nada unnie, por favor. —Suplicó mientras soltaba su mano.

La omega asintió, viéndole sin abandonar la expresión de desorientación. ¿Qué es lo que había cambiado en su vida y que, claramente, había ignorado? 

—Mami, ¡Mami despiértate! —Le removió sin poder dejar de mirarle y Nayeon miró la escena, dejando escapar una risilla. Yoo Jeongyeon una vez más era parte de su vida. Aquella idea le pareció excelente, sin abandonar la simpática imagen.

—¿Qué-qué sucede cariño? —Le miró descolocada, incorporándose rápidamente. ¿Cuándo se había dormido? Incursionó la alfa en su interior. Pensamientos que rechazó porque su hija le removía ansiosamente la manga del suéter y Jeongyeon la buscó, malhumorada. Había dormido tan mal desde aquel sueño y la discusión con los directivos de ese lugar el día anterior, que imaginar perder a Nayeon había sido desolador. 

—¡Mami, despertó! —Tartamudeó con la voz muy alegre. Una sonrisa emocionante se veía en su rostro y Jeongyeon se sintió confundida por el atropello de su mini huracán. 

—¿Quién, cariño? —Y como por inercia miró hacia Nayeon. Su sorpresa fue tan grande, que pensó que le fallaría todo el cuerpo de la impresión. 

Allí estaba ella, viéndole con esos hermosos e inigualables ojos y pensó que en todo ese tiempo no había recordado ni una décima de todo lo que le hacía sentir ese par de faroles al alma, al cuerpo, al espíritu, porque era mil veces más bella de lo que la recordaba. Nayeon sonrió cuando parpadeó y Jeongyeon sintió que el corazón le daba un vuelco de la emoción. 

—Mi amor... —Pudo formular ella con torpeza, mientras detallaba la amabilidad en cada una de sus expresiones y el color en sus ojos, que tanto adoraba redescubrir en profundidad. 

—Nayeon unnie está de regreso mami, ¡Levántate! —Le pidió, tomándola del brazo y estirándola para que se pusiera de pie, pero la pelicorta no podía regresar de aquel transe en el que se había sumergido al reencontrarse con esa maravillosa mirada. La conexión que las unía le había sorprendido inmensamente, era algo de lo que no sabía regresar con tanta facilidad, desde la primera vez, se recordó. 

—Jeongyeon... —Formuló con sus bonitos labios aún secos y fue ante esas, sus palabras, que la alfa se puso en pie de un tirón. 

Nayeon rió entre dientes al verla cruzar la habitación y varias zancadas de sus piernas largas luego, estaba junto a su cama para tomar una de sus manos con ambas de las suyas. 

—Mi omega, mi Nayeon... —Murmuró, asomando sus labios al dorso de su mano y besando con todo sentimiento, ante su atenta observación. 

Nayeon admiró la expresión de agobio en esa mujer, una expresión que no recordaba haber visto en ella anteriormente y su corazón palpitó con una ansiedad voraz. 

—¿Qué sucedió? —Cuestionó con preocupación y Jeongyeon sonrió dejando caer aquellas lágrimas que ella supo reconocer con gran asombro. —¿Por qué lloras? ¿Jeongyeon-ah? —Preguntó ahora, viendo cómo se derrumbaba frente a ella, aferrada al toque de su mano. 

El terror que había sentido Jeongyeon al imaginar constantemente la sola idea de que quizás ella jamás volviera a verla con sus ojos, comenzaba a consumirse en ese instante. La alfa apoyó su mejilla sobre su pequeña mano y lloró sin poder contenerse. La tensión, la incertidumbre y todo lo que pudiera haber sentido en aquellos cuatro meses culminaron allí, en su despertar, en su regreso. 

Nayeon levantó la mano para acariciar su cabello corto, murmuró su nombre varias veces y sintió la angustia que representaba aquella imagen de esa alfa a la cual siempre había admirado por su entereza, por su seguridad y su ímpetu, reducidas allí al toque de su mano. Una imagen que jamás habría imaginado presenciar en su vida. 

—Alfa, háblame... —Murmuró ella con dificultad, sus ojos se aguaron cuando ella le miró con tanta opresión en su sentir. 

—Lo siento. Lo siento. —Repitió, levantando la cabeza e inclinándose hacia ella como disculpa para, momentos después, ponerse de pie. 

"No es momento de llorar, Yoo", se recordó y tomó esa mano para besarla nuevamente. Nayeon suspiró inevitablemente, mientras se mantenía en dudas e incertidumbres. 

—¿Qué sucede? ¿No entiendo que...? —Y encontró la mirada de la niña quien las miraba igual de emocionada. No entendía nada. Jeongyeon le besó varias veces la mano, antes de responder a sus preguntas. 

—Ni lo imaginas, Nayeon, ni lo imaginas. —Respondió, antes de dejar su mano suavemente sobre su regazo y recorrer esa mirada la cual volvía a iluminar todo su mundo y encendió el entusiasmo en su loba desanimada. Una sonrisa se dibujó antes de obligarse a regresar del trance en donde se perdía con su mirada —Tengo que llamar, tengo... para que te revisen, tienen que... ahora regreso. —Tartamudeó algo ansiosa, una vez cruzó la habitación y salió de ella rápidamente. 

—¡Jeongyeon, espera! —Intentó, pero la pelicorta ya se había ido como avión. 

Nuevamente se encontró sola con esa criatura que la estudiaba llena de curiosidades en su interior. 

Nayeon la miró intentando acostumbrarse a esa intrusión, porque ella no parecía querer intimidarla, por el contrario, parecía querer descubrir en su interior, en su esencia, pero aún así no conocía a esa mujercita tan importante en la vida de la alfa que amaba, vaya... amaba a Yoo Jeongyeon... se recordó, y ¡Oh vaya! Estaba allí con su hija menor. Ese pensamiento la llenó de nervios innecesarios. 

—Eres muy hermosa... —admitió la niña, quien con suma naturalidad, se sentó sobre la silla a su lado, dobló sus piernas y por último acomodó su falda tableada de un color rosa pastel. 

Nayeon le miró con un asomo de sonrisa mientras correspondía al desafío, sosteniendo su mirada. Tuvo ganas de reír ante su seguridad y admiró a sus madres por haber creado a tal criatura. 

Allí, reconociéndose amistosamente, acostumbrándose una a la otra, compartieron una nueva sonrisa. 

—Oh bueno, gracias. —Respondió Nayeon amablemente, sin dejar de verla —Tu también, eres una niña muy bonita. —Respondió entonces y se removió inquieta, se sentía tan incómoda en ese lugar y bajo la mirada curiosa de esa niña que parecía querer leer sus pensamientos. Sin contar con que su loba dormía alarmantemente —¿Y tu hermana mayor? —preguntó, recordando que su alfa tenía dos hijas y que la había oído nombrarla varias veces antes. 

—Se fue a beber un café con tu hija Chaeyoung. Aún no regresan. —Le comentó y Nayeon no pudo evitar sentirse a gusto de que ellas ya hayan compartido tiempo y espacio —Se pondrán muy contentas de que hayas despertado. Lo hemos estado esperando los últimos meses, unnie... —dijo Ryujin y Nayeon frunció el entrecejo, siendo atropellada por esa información.

Comenzó a respirar muy de prisa, antes de buscar la mirada de esa jovencita. ¿A caso ella había dicho meses? 

—Cielo, ¿puedes decirme cuánto tiempo llevo aquí? —Intentó la omega pelimiel, con cautela. 

Ryujin la miró con preocupación, pero aunque hubiera querido responder a esa pregunta, el personal médico hizo su ingreso inmediato a la habitación, impidiéndoselo. 

Luego de que Ryujin dejara la habitación, Nayeon vio pasar el momento como en cámara lenta, porque todos parecían haber enloquecido a su alrededor. No podía creer que todos se movieran con esa rapidez. 

Jeongyeon esperaba ansiosamente de pie junto a la puerta y lo halló junto a su hija menor, quien le miraba con una gran sonrisa. Las lágrimas caían desde sus ojillos y decidió que era hora de saber qué es lo que sucedía. 

—¿Me oyes bien? —Preguntó el beta de bata blanca mientras tomaba su pulso, la enfermera comenzaba a poner el tensiómetro en su otro brazo. Ella se removió incómoda, de nueva cuenta. 

—Si. —Musitó y sintió la saliva de mal gusto, daba cualquier cosa por que le dieran un vaso de agua y le quitaron el suero que tanto le estaba molestando. 

—¿Cómo te llamas? —Le preguntó el médico mientras removía una linterna junto a sus ojos. Ella parpadeó varias veces antes de responder. 

—Nayeon —Se talló los ojos y el médico recorrió sus reflejos poco a poco. Se rió cuando le picó la planta de los pies y buscó nuevamente a su hija.

Chaeyoung le saludó ansiosamente y ella sonrió antes de divisar al par de jovencitas que acompañaban a la mujer que amaba. Dedujo que la muchacha alta que estaba junto a Ryujin sería la hija mayor de Jeongyeon, de quien no recordaba el nombre. 

Luego del chequeo, al fin obtuvo la respuesta que necesitaba. 

—¿No recuerdas lo que sucedió? —preguntó sorprendido. Ella negó confundida. —Ingresaste con fuertes golpes Nayeon. El neurólogo que te recibió, decidió que era mejor que le ayudáramos a tu cerebro a recuperarse del impacto, para no tener secuelas, pero desgraciadamente desde ese entonces tu no has querido despertar. —Dijo el médico con profesionalidad. 

—¿Cu-cuánto pasó de eso? —Tartamudeó la omega con temor y el hombre le devolvió una mirada de compasión. 

—Cuatro meses. —Reveló y fue suficiente para que Nayeon se sintiera desfallecer.

¡Oh no! Se había perdido todo ese tiempo desde entonces. ¿¡Y sus hijas?! Se preguntó por enésima vez. 

—Santo cielo, eso es mucho tiempo... —Murmuró sintiendo las lágrimas pinchar en sus ojos. El profesional le miró con compasión. 

—No te preocupes Nayeon, a veces es natural que, ante situaciones tan traumáticas, el cerebro reaccione como menos lo imaginamos. De cierto modo te has defendido y le diste tiempo a tu cuerpo para que se recupere por completo, tanto así que no parece haber secuelas. Aunque no descartaremos que haya que hacer varios estudios para asegurarnos que tu recuperación haya sido completa ¿De acuerdo? —Le dedicó con amabilidad y ella asintió removiendo las lágrimas que se le escaparon involuntariamente. 

—Lo sé, al menos estoy viva ¿no? —Aceptó. No había palabras de ese día, ni de ese momento.

El médico notó la desesperación de quienes esperaban impacientes, cuando la vió saludar en dirección de la puerta. 

—Bien, dejaré que tu familia te de la bienvenida de regreso, pero vamos a ir con calma. Por lo pronto, te visitarán de a dos. ¿Estamos de acuerdo? —Le advirtió y ella estuvo de acuerdo, agradeciendo al profesional. 

Un instante después, el galeno se acercó a la puerta y habló con Jeongyeon sobre los pasos a seguir, suponía. La amabilidad del profesional le hizo sentir cómoda, pensó mientras observaba cada uno de sus movimientos.

Jeongyeon y Chaeyoung ingresaron a la habitación, poco tiempo después. La pequeña omega se acercó con prisa y la abrazó con fuerza. Nayeon no pudo evitar que las lágrimas cayeran ante esa muestra de afecto. 

—Mami... —Murmuró apoyando su cabeza sobre su hombro, abrazándola con fuerza. 

A Nayeon le dolió en todo el cuerpo, pero sintió el amor en ese abrazo, su hija no le abrazaba así desde que tenía diez años. La sostuvo entre sus brazos un momento largo, mientras la muchacha lloraba junto a su oído. 

Vaya, la vida nos sorprendía día con día un poco más, concluyó la omega, conmovida por la desesperación en el llanto de su hija menor. 

Cuando la muchacha buscó su mirada, Nayeon le recorrió con sus manos, asegurándose de que fuera cierto, ella estaba entera, se dijo a sí misma. 

—Hola hija, ¿cómo estás? ¿Qué ha sucedido? Cuéntame mi amor, ¿tu hermana dónde está? —Suplicó con preocupación latente y la jovencita asintió la cabeza, cuando se limpió las lágrimas. Nayeon le ayudó amablemente. 

—Ella aún no lo sabe, hace tanto que estamos esperando que despiertes, pero la llamaré ahora mismo. —Decidió mirando a Jeongyeon.

La misma asintió comprendiendo su pedido, una vez se acercó, ya que se había mantenido distante para que ambas pudieran reencontrarse. 

—Mi amor... —Sonrió ella, sentándose junto a la omega, tomando su mano. Nuevamente le besó el dorso de la mano y se abrazó a la suavidad de su piel, apoyándola en su mejilla. Nayeon la miró con el mismo amor del que la alfa tenía tanta sed.

—¿Has hablado con tus hijas? —preguntó, sin poder apartar el asombro, aunque sabía esa respuesta, necesitaba oír esa historia. 

—Ellas supieron de ti desde que nos encontramos en la escuela de las chicas la primera vez. Pero, no quise asustarte. —Relató viéndole a los ojos. Nayeon sonrió con ternura, sus palabras le sorprendían, más no le sorprendía su prudencia, ella siempre había colmado de tantas cualidades hermosas. —Hablé con ellas sobre lo acontecido, me has hecho tanta falta que no podía fingir ante tu ausencia... —Dijo con el dolor en la expresión de su rostro y la omega alzó los brazos. La alfa no tardó en acomodarse en ellos al instante.

—Te amo Jeongyeon... —Murmuró para que ella le pudiera oír. 

La omega pelimiel dedujo que sus hijas se tuvieron que haber hecho a la idea de que, una alfa como Yoo Jeongyeon, no se apartaría tan fácilmente de su vida. Era tan insistente y persistente que, aunque no imaginaba en lo absoluto sobre cómo se habría dado ese acercamiento, sabía que lo había logrado limpiamente, con su bondad y generosidad. 

—Yo te amo a ti, mi omega, te he necesitado cada instante en los últimos cuatro meses. Han sido como siglos sin fin. —Confesó con angustia, sintió el aroma que poco a poco comenzaba a desprender y el calor de su piel era lo que necesitaba para vivir, era lo más importante en ese instante. Ella había despertado y por su madre, que no volverían a apartarla de su lado otra vez, se prometió internamente. 

—Yeri unnie ya está viniendo hacia aquí. Ow, lo siento... —agregó Chaeyoung, cuando Jeongyeon la sostenía con todo su cuerpo.

Nayeon le miró brevemente incómoda y la jovencita se sonrió ante esa imagen, con ternura. La alfa parecía un cachorrito recién rescatado de la calle rodeada de los brazos de su mamá, llena de miedo y de incertidumbre reprimidos.

—No te preocupes Chaeyoung. Ven, siéntate y quédate aquí con tu madre. Iré con las chicas. —dijo apartándose de ella, muy a su pesar. Chaeyoung meció la cabeza. 

—Quédate. Iré a decirle a Tzuyu que pase, deseaba saludarte —Admitió hacia su madre —Esperaré a mi unnie afuera, no estaba muy lejos de aquí. Además Ryujin quedará solita afuera. Pero antes, necesito hablar contigo, unnie. —Dijo con la voz preocupada, tan rotundo fue el cambio que ambas adultas la miraron confundidas. 

—Claro. —Aceptó Jeongyeon, caminando con ella hacia la puerta. 

Nayeon gimió de alivio, viéndolas caminar a la par y no supo que aquella imagen le llenaría tanto el corazón. Presenciar cómo de pronto las personas más importantes de su vida se llevaban con tanta familiaridad, le hacía sentir muchísimo mejor de lo que hubiera imaginado. 

Jeongyeon inclinó la cabeza hacia Chaeyoung, una vez estuvieron junto a la puerta. Ryujin y Tzuyu estuvieron junto a ellas.

—Mi mamá no sabía que Yerim estaba en una relación, por eso ni siquiera se imagina que mi hermana vaya a tener un bebé con su omega, para que no se te vaya a escapar unnie, por favor. Mi hermana quiere darle esa noticia en persona y presentarle a Joy unnie... —Le advirtió y la alfa asintió correspondiendo al pedido. 

—Por supuesto, jamás me atrevería. No lo mencionaré. —Le dijo mientras sonreía y ella correspondió. 

Un momento después, la joven alfa alta, de cutis liso, cabello oscuro y la mirada seria ingresó por la puerta, aunque sintió pena, hizo lo que tenía ganas de hacer junto con su hermana desde que la habían conocido y busco la mirada de la omega de su madre, con gran curiosidad.

—Hola Nayeon unnie, mi nombre es Yoo Tzuyu, es un gusto —Dijo la joven cuadrándose en una reverencia, para luego recibir la mano que la mujer le extendió. 

Nayeon sintió alivio al oírle decir su nombre, ¡Tzuyu!, le exclamó la memoria. 

La pelimiel sonrió instantáneamente cuando la joven dispuso la mano sobre la de ella para corresponder el saludo y le dió un suave beso sobre el dorso, sorprendiéndola con su amabilidad. Allí, encontró su mirada en primera plana y lo que vio le gustó. Nayeon se sonrió intimidada ante la galantería de la joven alfa y pudo ver a su madre en ella, eso le fascinó. 

—Oh, que amable eres. El gusto es mío Tzuyu. —Le halagó la omega, sonriéndose. 

La joven correspondió a la sonrisa, cuando se acordó de su hija. Haber hablado con Chaeyoung gran parte de la mañana, le había hecho cambiar de opinión ante la idea de que la futura señora Yoo tuviera otras hijas.

—Unnie tiene unos ojos muy hermosos, como Chaeyoung unnie. —agregó y Nayeon le sonrió alzando las cejas ante sus palabras.

Cuando buscó a su alfa, esta alzó los hombros haciéndole entender que estaba tan o más sorprendida que ella. 

—Tzuyu. ¿Qué es ese atrevimiento? ¿Qué pensará Nayeon unnie de como te he educado? —preguntó la pelicorta con diversión en su voz y la joven sonrió con travesura, una vez soltó la mano de aquella mujer, para dirigirse a su madre. 

—Yo solo digo lo que siento y creo correcto... —Expresó relajada y Nayeon abrió la boca sorprendida al recordar esas palabras en su amada alfa alguna vez. La pelicorta se sonrió de lado ante esa respuesta. 

—Se parece tanto a ti... —Musitó la omega cuando admiró a la menor y la misma sonrió con esa misma sonrisa que solía disfrutar en su madre. Jeongyeon se rió tomando la mano de su futura esposa. 

—¿Eso es bueno o es malo? —Consultó Tzuyu, ganándose una risa de parte de Nayeon, quien presionó la mano de Jeongyeon con gusto. 

—Lo siento omega, te prometo que la educaré mejor. —Agregó Jeongyeon. Nayeon y Tzuyu agregaron una nueva risa. 

—Me alegro muchísimo de que unnie haya despertado. Mi mamá te extrañaba mucho y Ryujin y yo nos moriríamos de curiosidad por conocerte. —Le dedicó la joven. Ella le miró con ternura nuevamente y respiró de su amable aroma. La jovencita se sentía a gusto. —Espero que te recuperes muy pronto. —Deseó con gentileza. 

Jeongyeon alzó la mirada para ver a Chaeyoung llamarle a través de la puerta y supo que Yerim ya estaba allí. 

—Muchas gracias Tzuyu, estoy muy a gusto ahora que sé que tu hermana y tú están al tanto de la verdad. —agregó Nayeon sintiendo ese rubor que la delataba. 

La joven alfa le regaló una nueva sonrisa que la llenó de alivio, ¡Hasta en sus expresiones era igual a su madre!, le cotilleo su voz interior. Aunque recordaba que tenía más de su madre omega con su cabello muy oscuro, su piel morena y la mirada misteriosa y profunda, tenía el temple y el aura rebosante de pulcritud que solo conocía en su amada alfa, reconoció. 

—Bueno, debemos irnos. —Le dedicó a su hija mayor y miró a su bella omega. —Mi amor, iré a llevar a Ryujin y a Tzuyu a casa. Volveré para acompañarte esta noche, ¿de acuerdo? —Comentó y Nayeon asintió de acuerdo con sus planes. 

Rápidamente se despidieron para que, al fin, Nayeon pudiera recuperar la tranquilidad y la paz de volver a ver a sus hijas con bien. Posó ambas de sus manos sobre los muslos en posición de espera, cuando uno de los tantos desayunos que vivían en el jardín llegó a su mente. 

Flash 

El sol nacido hacía un poco, resplandecía cuando ella se ocupaba en cada detalle de la mesa, dando indicaciones exactas para la alimentación de cada una de sus hijas. 

Yerim desayunaba fuerte, siempre comía huevos, con jamón y queso, pan tostado, su alimentación era muy buena y a su madre le generaba gran satisfacción verlo alimentarse tan bien.

No tanto así Chaeyoung, su hija menor optaba por comer bocados de pan integral, quizás algún puñado de fresas y semillas, lamentablemente no había podido tan siquiera persudirla con que comiera yogurt, aunque no protestaba al beberse media taza de café negro. 

Nayeon arrugó la nariz al notar que su hija no tomaba ni siquiera un endulzante, debido a las cantidades de calorías. Según, ella no debió de haber sido madre sinó nutricionista, de ese modo se ahorraría tantas llamadas de atención de su parte, ironizó mentalmente mientras, al fin, tomaba asiento para beber su café. 

—¿Es en serio? —Musitó la omega con molestia, a la vez que volteó los ojos y resopló. Solo quienes son madres entienden el fastidio que se siente en ese preciso instante en el que te sientas última en la mesa para desayunar y el café se encuentra frío. Autoboicot constante, eso era la maternidad, se dijo. 

—¿Qué sucede? —preguntó Yeri, realmente interesada antes de dejar lo que leía en su teléfono. Nayeon sonrió forzada hacia su hija mayor. 

—No es nada mi amor, es solo que mi café ya está frío. —Musitó llamando a su fiel empleada, quien suspiró ante los sucesos de cada mañana. 

—Debería de permitirme que haga mi trabajo o mínimamente que le sirva última señora Nayeon, sinó siempre beberá el café frío. —Admitió la mujer mayor, cruzando la mirada con su empleadora. 

—Gracias, señora Park. —Le sonrió, sabiendo que más que un reproche como había sonado, era un consejo que trataba de darle. Pero Nayeon no sabía qué era eso de ceder las responsabilidades, ella siempre se había hecho cargo de esos detalles y mientras tuviera vida y salud, no había porqué cambiar de hábitos. 

—Te dije que los libros se marcan con lápiz negro, no con resaltadores, asesina literaria. —Le regañó la mayor a la menor, desaprobando su accionar por milésima vez. Nayeon volteó los ojos esperando la mala respuesta. 

—Es mi dinero, además si no los resalto, no veo y tu lo sabes. —Aclaró Chaeyoung, sin dignarse a verla.

Nayeon les observó atentamente como cada mañana, esperando no tener que detenerlas. 

—Mamá ¿puedes llevarme a clases? Mi auto está en el taller. —consultó la joven alfa ahora mirando a su madre, quien asintió de inmediato. 

—Mamá no puede llevarte a ninguna parte, tiene que llevarme a mi, ahora que disque estoy castigada y se toma el trabajo de verme entrar y salir cada día de la escuela. —Habló la pequeña omega, en el instante en el que daba vuelta la página al libro de su saga, más no alzó tan siquiera las pestañas hacia su hermana. —Y no llegaré ni un solo minuto tarde, menos por tu culpa. —Advirtió tan ácida como siempre. Nayeon observó a su hija con preocupación. 

—No bueno, llegaré tarde yo, tu no te preocupes. —Respondió la joven alfa, sin problema alguno. 

Nayeon sonrió, su hija mayor siempre había sido la calma ante el huracán, se dijo como broma personal, no podría haber descrito mejor a su hija más pequeña. 

—Bueno, pero yo iré adelante. —Le informó Chaeng, inquebrantable. 

Yerim volteó los ojos y Nayeon sonrió de lado, al menos no le respondió. Suspiró y volvió a probar su café, suspiró, frío, ¡Estaba frío! Tragó. Bueno, al menos esa vez había sido su culpa, es que jamás se cansaría de admirarlas. 

Aunque malhumoradas, peleadoras y sarcásticas, ella disfrutaba tanto de desayunar con ambas, verlas por la mañana le recordaba cuan afortunada era de tenerlas. Porque si de algo estaba segura era que no sabrían el valor de tenerla hasta que ya no estuviera más, pero eso no quitaba que fueran maravillosas y que las amara así como eran. Las admiró por un rato largo mientras iniciaban una discusión, hasta que fue el horario para empezar sus actividades. 

Back 

La omega sintió ansias de revivir sus recuerdos con ese dúo disparejo de hijas que tenía, solo había pasado un minuto esperando, pero ella sintió como si estuviera por verlas luego de siglos. Ellas complementaban su existencia e imaginar la sola idea de haberles hecho falta por cuatro meses, le hizo sentir tan culpable. 

El sonido de la puerta la hizo mirar en su dirección y las mismas aparecieron por allí. Como si se hubiera ausentado un siglo, estudió a Yerim hasta que sus ojos se empañaron de lágrimas que no pudo evitar y cuando las dos se acercaron a ella con ansias, su corazón latió nuevamente con mucha prisa, de la emoción. 

—Mami... —Murmuró la joven alfa una vez se acercaba para abrazarla con añoranza.

Nayeon respondió al instante rodeándola con sus brazos, besando su frente, sintiendo su aroma a piña, su perfume, su calor. Ellas tenían todo lo que ella necesitaba para estarse en paz.

—¿Estás bien? —Consultó la joven alfa, con esa alegría que la caracterizaba.

Nayeon no pudo evitar llorar con sentimiento, tomando con fuerza las manos de sus hijas. Las dos la acompañaron con lágrimas en medio de ese reencuentro que representaba una eternidad de ausencias. 

—Mis niñas. Los dos amores más importantes en mi vida. 

No podía comprender cómo es que era tan irónica la vida. No sé había creído jamás con la valentía para abandonarlas y fue esta quien lo dispuso para que sucediera, involuntariamente y de todos modos. 

—Necesito que sepas algo. —Dijo su hija mayor, luego de que compartieron un abrazo muy largo y en silencio. 

Yerim buscó la mirada de su madre y Nayeon sostuvo sus manos cuando ella le secaba las lágrimas. 

Chaeyoung se apartó unos pies para que su hermana tuviera un momento con su madre. 

—¿A qué te refieres? ¿Estás bien? ¿Tienes problemas? —Se preocupó ante el comportamiento de cada quien.

Yerim se veía como si esperara su regaño, y Chaeyoung como si hubiera sido una cómplice de su hermana en una travesura.

—Hallé a mi omega... —Balbuceó la más alta, sin poder ver a su madre a los ojos. 

—¿A tu omega? —Nayeon sentía que el corazón se le iba a salir del pecho ante la actitud de su hija mayor.

—Si mamá, y deseo que la conozcas lo antes posible... —Insistió, aún bastante apenada.

—¿Y dónde está ella? ¿Está aquí? —Habló Nayeon con admiración —¡Hazla pasar! —Señaló la pelimiel, cuando la alfa asintió. 

—¿De en serio? —preguntó preocupada y Nayeon asintió de inmediato.

—Por supuesto que sí, necesito conocer a la omega de mi bebé... —Habló Nayeon con entusiasmo.

La alfa dejó un beso en la mejilla de su madre, antes de apresurarse a llamar junto a la puerta. 

Una joven omega de largo cabello oscuro ocultaba su vientre bajo un suéter muy grande, consciente de que la mujer ni siquiera lo imaginaba. Esta última veía temor en su mirada y su corazón se inquietó de inmediato. 

—Quiero que sepas que lamento mucho haber dejado que nuestra relación se distancie tanto. Tu eres lo más importante en nuestras vidas, eres nuestro pilar. —Sus hijas miraban como la nueva presencia entre ellas se acercaba a la omega mayor y tomaba una de sus manos. Nayeon sonrió como respuesta hacia ella —Todo este tiempo sin ti, ha sido una pesadilla para nosotras... —Murmuró Yeri sin poder evitarlo y dudó en nombrar a su padre, pero decidió que no era el momento. —Nos hemos dado cuenta de todo lo que hacías por nosotras, tuvimos que aprender a tomar las riendas de nuestras vidas sin ti y ha sido tan difícil... —admitió cuando se le quebró la voz. Nayeon acarició sus mejillas y la joven no dejó que ella hablara sin terminar. —Te amamos mucho, mami. —Murmuró presionando sus manos y su madre correspondió al apretón. 

—Mi amor... —Sostuvo su mirada cuando la joven desconocida tomaba sus manos y las extendía. Nayeon le miró con mezcolanza cuando hizo lo que ella le indicaba. La joven tomó sus manos con suavidad y las apoyó sobre su vientre. La omega le miró exclamando un suspiro asombrado y su expresión cambió rotundamente. —Oh cielos... —Habló con la voz muy débil y su hija lloriquea cuando bajó la mirada avergonzada. 

—Estoy embarazada, lo siento señora Nayeon. —dijo la joven Joy sin poder alzar la cabeza para enfrentarla.

Yerim tampoco podía ver a su madre a los ojos, pero estaba justo ahí en donde la mayor ponía las manos sobre el vientre de su omega en cinta. Se había equivocado, pero ahí estaba ella, tomando la responsabilidad por sus actos y a Nayeon eso le llenó el corazón de orgullo ante su valentía.

—¿De verdad? —preguntó con notable alegría y removió sus manos, sintiendo el vientre abultado de la joven. Yerim no levantó la mirada para asentir, así que no pudo ver la alegría en la sonrisa de su madre. 

—Tu primer cachorro, mi amor, ¡Vas a ser mamá! —Dijo, asombrada con notable contentamiento. —No lo puedo creer... —Admitió ya no entendiendo que era todo lo que sentía, entonces decidió que un abrazo sería lo que su hija estaba necesitando de su parte.

La joven alfa dejó ir un largo suspiro como si aquella carga la hubiera abandonado. Nayeon buscó su mirada, una vez se desataron del abrazo por un instante. 

—Gracias mamá. —Besó su mejilla, antes de reanudar el abrazo —Gracias por alegrarte por mi y por mi omega —Agradeció Yerim y recibiendo la caricia de Chaeyoung en el vientre de una Joy emocionada hasta las lágrimas. —Gracias a las dos.

—¡Santo cielo! Casi que me pierdo de mi primer nieto. —Y no lo pudo creer ante sus palabras. —Vaya, ya voy a ser abuela... —dijo tomándose el labio con los dientes al ver a sus dos hijas de pie frente a ella. 

—Ma, será niña... —admitió la alfa con ansiedad repleta de emoción y Nayeon atendió sus palabras con una sonrisa alegre. 

—¿De verdad? Una niña... será mi niña, una niña como tu.. —Aceptó de inmediato repleta de emoción, aún con sus manos sobre el vientre de la joven omega. —Ustedes me hacen tan felíz, las tres. —Musitó admitiendo claramente que tomaría a Joy como a una hija más, y las tres aceptaron sus palabras con muchas lágrimas bailando en sus miradas. 

La conversación se hizo entre las cuatro. Nayeon supo de la ausencia del padre de sus hijas, no habrían querido hablar sobre él y fue claro entre ellas, más que ese detalle que Nayeon había insistido en preguntar. Pero luego de un momento, pudieron retomar los buenos temas y luego que la conversación pasó a la felicidad de ser informada del fin de los estudios de su hija menor, a hablar sobre el nuevo empleo de su hija mayor, todo desembocó en la alfa de sus sueños. Yoo Jeongyeon volvía aparecerse en escena. 

—Están comprometidas mamá, o al menos es lo que ella nos ha dicho... —señaló Chaeyoung al precioso anillo que descansaba sobre su dedo anular y Nayeon lo miró con asombro al recordar esa promesa que le había hecho en el estacionamiento. 

—¡Válgame! Si es cierto... —Observó la omega con incredulidad, mientras deslizaba el anillo por su dedo y lo volvía a acomodar después de haberlo descubierto algún instante antes de que lleguen sus hijas. —Es verdad —admitió ante la mirada atenta de sus hijas —Sí me propuso matrimonio y yo acepté. —Musitó asintiendo entre sus palabras al recordar ese instante en el que le había ganado por cansancio, hasta que le dio el sí. Cuando miró a sus hijas, no vio desagrado y aquello le asombró aún más. 

—Era lo más obvio. Unnie ha estado aquí desde el primer día, a tu lado. Ha venido siempre, ha estado en cada instante en el que los médicos daban su diagnóstico. —Relataba su hija mayor. —Un día me acerqué, muy molesta debo admitir, para que me dijera en la cara que era parte de tu vida y ella me dijo que tú serías su esposa. ¡Así nomás porque sí! —Aclaró con gracia y se río ante su relato. —Chaeng no había enloquecido en medio de sus palabras y supe que no tenía derecho a reprocharle nada. Era quien estaba a tu lado más que nadie. Y ha sido de gran apoyo... 

Nayeon supo que eso era demasiado posible de parte de su alfa.

—Unnie ha sido una gran persona con nosotras. Nos ha puesto a disposición a su abogada. Yejun nos amenazó con quitarnos la casa. —Nayeon miró a su joven alfa con el rencor bailando en su mirada. —Nos quitó el apoyo económico. —Dijo con el mismo rencor que veía en la mirada de su madre. —Y unnie se hizo cargo de nuestra colegiatura, ¡La de las dos! Nos acompañó el día en el que Chaeyoung se graduó y ha estado pendiente de ella... —La miró al fin, luego de divagar. —Me dió un trabajo y ha estado dándole una mensualidad a Chaeng. Es realmente de gran ayuda en nuestra familia y tu sabes que ella no tiene porqué... 

—Lo sé... —Asintió. Sabía que era maravillosa, ella sabía y siempre supo que no se había equivocado, pudo confirmarlo allí en la sala en la que nadie tenía porque colmarla de elogios, y aun así los recibía. —Es una alfa muy amable y generosa. Por eso me enamoré de ella desde el principio. —Sonrió de modo involuntario al recordarla. —Por eso es que acepté casarme con ella. —Confesó hacia sus hijas. 

Las palabras estuvieron mediante su interminable conversación, y aunque le costó mucho comentarle a sus hijas sobre la infidelidad de quien, para su pesar, seguía siendo su padre, y todo lo que la había llevado a hacer a Jeongyeon parte de su vida, lo hizo de todos modos. 

Habían pasado ya unas largas horas cuando la tarde caía y el sol se ocultaba resguardando las emociones de ese día en el que había presenciado su esfuerzo y perseverancia en el amor que había sembrado con tanta paciencia, la misma con la que lograba que sus jacintos crecieran, en sus hermosas hijas, y aunque aún sentía cierta melancolía por lo sucedido, su loba no hacía más que saltar y revolotear. Hacía un rato había despertado, cuando le quitaron el suero, y todo su ser se impregnó de su loba. Desde entonces no había dejado de estar hiperactiva y de llamar a su alfa.

Yoo Jeongyeon se asomó por la puerta y se tomó un momento para observarla, apoyándose en el marco de la puerta.

La omega jugueteaba con el anillo de compromiso, muy pensativa cuando la encontró y sostuvo esa mirada con la misma ansiedad que ardía en su loba y se evidenciaba en sus pupilas, una vez se hallaron.

Se unieron en un debate por quien tenía sentimientos más intensos, por quien ocultaba deseos más profundos, por quien dominaba más emociones, y por supuesto que la alfa ganó, cuando la omega bajó la mirada hacia sus manos y sonrió como una niña descubierta en alguna travesura. 

Le bastó ese infinito que se escondió detrás de un minuto en el que se encontraron nuevamente, como si todo en su interior se reencontrara frente a ella luego de despertar de otras vidas en la que llevaba siglos intentando hallarla y se resumía allí, en ese instante en el que se reencontraron.

—Hola futura señora Yoo. —Se atrevió a interrumpir el silencio con su firmeza, acompañada de esa sonrisa encantadora y al instante pudo percibir ese aroma a rosas destacándose. Oh sí... aprobaron la alfa y su loba. La pelicorta respiró con toda libertad, había regresado el elixir que le devolvía el aliento y las ganas de vivir.

—Alfa... —La miró con devoción brillando en la inmensidad de sus preciosos ojos. Si luego de todo lo que sus hijas le habían dicho no lograba que la amara aún más, era porque ya la amaba demasiado desde mucho antes y se maravillaba en descubrirlo por completo en todo su ser.

~"¡Espera un minuto!
Creo que dejé mi conciencia frente a tu puerta.
¡Espera un minuto!
Creo que dejé mi conciencia en la sexta dimensión.
Pero estoy aquí, ahora mismo
Solo sentada en una nube
Pero estoy aquí, ahora mismo, contigo (...)
No te vayas, espera un minuto.
Siente la intención de mi corazón 
No te vayas, espera un minuto.
Dejé mi conciencia en la sexta dimensión
Dejé mi alma en su visión
Vamos a buscarla.
Algunas cosas no funcionan
Algunas cosas están destinadas a ser
Algunas cosas hieren... y me destrozan..."

Ay... Saber que Nayeon despertó, me devolvió diez años de vida ¿A ti no?

¿Qué crees que sucederá ahora que Nayeon es consciente de la seriedad de su compromiso con Jeongyeon, frente a sus hijas?

Déjame tus comentarios aquí, muero por saber tu opinión como bien sabes. 

Extrañaba tanto aquí, tu JazUnnie🌻 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro